IX Jornadas de la NEL. Las Conversaciones: Violencia, un nombre para el malestar actual. Mesa: Las violencias en la infancia y en la adolescencia

Transcripción

1 IX Jornadas de la NEL. Las Conversaciones: Violencia, un nombre para el malestar actual Mesa: Las violencias en la infancia y en la adolescencia Grupo de trabajo: Niños y adolescentes, víctimas de violencias? Participantes: Cynthia Becerril Fajardo (Amiga NEL-CdMx), Oscar Delgado (ALP- Santiago de Chile), Karen Garita (Amiga NEL-Guayaquil), Maricela García (Amiga NEL- CdMx), Gabriela Villarroel (Asociada Delegación NEL-Cochabamba), María Elena Vizuet (Amiga NEL-CdMx) y Jenny Salazar (Amiga NEL-Guayaquil) Coordina y expone: Aliana Santana (NEL-Ciudad de México) Mejor pues que renuncie quien no pueda unir a su horizonte la subjetividad de su época. Pues cómo podría hacer de su ser el eje de tantas vidas aquel que no supiese nada de la dialéctica que lo lanza con esas vidas en un movimiento simbólico? (1) J. Lacan A nuestra clínica llegan los significantes que el discurso social selecciona para identificar a los sujetos. Y vemos a los sujetos inclinar la cabeza, aceptando los significantes [...] Esto hace depender [...] la clínica de la sociedad. Y la pareja clínica y sociedad se nos impone en la medida en que no hacemos de la clínica un término intemporal (2) Miller, J-A. y Laurent, E Indudable la existencia de violencias ejercidas en perjuicio de niños y adolescentes. Indudable la existencia de violencias ejercidas por niños y adolescentes en perjuicio de pares, adultos y de ellos mismos. No hay que ejercer el oficio de practicante del psicoanálisis o el de psicólogo o psiquiatra o psicoterapeuta para darse cuenta de los embates de las violencias en nuestra época. Las violencias pululan por todas partes. Las vemos en las calles, en los transportes públicos y privados, en los hogares, en las escuelas, en las oficinas, en las redes sociales, en las pantallas de televisión y de cine. Las violencias, como ya hemos leído y escuchado en textos y videos preparatorios para nuestras Jornadas, son formas sintomáticas de nuestro malestar en la cultura son formas, maneras de nombrar las nuevas manifestaciones de la pulsión de muerte que se presentan y podemos identificar en nuestra civilización, en nuestra época. Entonces, qué caracteriza a las violencias de hoy? Qué diferencia las violencias de hoy, en tanto formas, maneras, fenómenos que se presentan como tratamiento de lo imposible, de las violencias o fenómenos de violencia de otras épocas?

2 Nuestra civilización, nuestra época, está signada, nos enseñan Jacques-Alain Miller y Eric Laurent, por la crisis de lo real. Y qué crisis es esta? (2) Es la que se vive en una sociedad marcada por la irrealidad de ser solo un semblante. Es una crisis de lo real en la medida que el hombre queda desorientado frente a la proliferación de los semblantes que no logran cubrir lo real y lo enfrentan irremediablemente a la angustia, bajo la cara de los síntomas paradigmáticos de la época: la depresión, la adicción generalizada, las violencias de las pasiones y las pasiones de las violencias, entre otras. La crisis de lo real es la que se experimenta en una sociedad donde los discursos parecieran estar deshabitados, disfuncionales. Es la que podríamos llamar la crisis de las palabras sin contenido. Como nunca en la historia, los derechos y deberes de niños y adolescentes son parte de nuestro cuerpo de leyes, normas y reglamentos. Nuestras sociedades, hoy, unas más que otras, y a pesar de todos los problemas políticos, económicos y sociales que atraviesan, tienen a su disposición instrumentos legales, que apuntan a garantizar la salud integral de sus niños y adolescentes. Existen leyes especiales diseñadas y concebidas para la protección de esta población etaria. La pregunta que se impone es por qué, a pesar de todas estas leyes, normas, reglamentos, no disminuye o desaparecen los fenómenos de violencias que involucran a niños y adolescentes? De entrada sabemos que este saber sobre la no disminución de los fenómenos de violencia en la infancia y en la adolescencia no es cuestión de estadísticas. Es, sí, un saber que se impone producto de nuestra práctica psicoanalítica privada o en instituciones. Cuando dimos inicio al trabajo de investigación, dentro de la línea denominada: Las violencias en la infancia y la adolescencia, nos encontramos, los siete participantes del grupo, con un interés clínico compartido: investigar, entender, aprehender de qué se trata la intervención, el teñido de la subjetividad de nuestra época en la producción de significantes que intentan dar cuenta de violencias ejercidas y recibidas, desde y sobre un otro, específicamente un niño o un adolescente. Algunas preguntas guiaron nuestro trabajo: Cómo, desde nuestra posición de analistas practicantes, intentar acallar todo el estruendo que generan todos estos significantes y la consiguiente producción de víctimas o victimarios de violencias? Violencia en la escuela (bullying), violencia intrafamiliar, violencia en las redes sociales (cyberbullyng), violencia o abuso sexual, violencia sexual comercial, trata y tráfico de niños y adolescentes, entre otros. Cómo, en el ejercicio de nuestro oficio, ofrecer una experiencia que NO acoja de entrada el significante víctima o victimario como tarjeta de presentación otorgada por un Otro que pretende clasificar el goce y ofrecerle un mismo tratamiento sin tomar en cuenta la imposibilidad de este movimiento? Víctimas o victimarios de bullying, víctimas de la violencia intrafamiliar, víctimas o victimarios de cyberbullyin, víctimas de abuso sexual, del comercio sexual y de la trata y tráfico de niños y adolescentes. Cómo responder a la demanda del Otro institucional, familiar, estatal, judicial, escolar, que busca la ratificación de un profesional del área psi, de un posible trauma, daño,

3 perjuicio, que un niño o adolescente haya sufrido o haya infringido a otro, como efecto de algún tipo de violencia? Se produjeron interesantes propuestas desde donde responder estas preguntas. Cada una de ellas respetando y teniendo como telón de fondo al psicoanálisis en extensión entendido como la posibilidad de diálogo con el Otro de la civilización el maestro, el juez, el jefe de servicio de una institución de gobierno, el jefe de un servicio de atención psicológica o médica, la madre, el padre, el compañero de clase, etc. Se privilegió en el trabajo de investigación, en todo momento, la experiencia que cada uno de los integrantes del grupo había tenido en su práctica con ese Otro, a veces institucional, a veces familiar y a veces legal. Se nos hizo posible reconocer nuestra práctica, en algunos momentos y en algunas circunstancias, como parte de un quehacer propio de la acción lacaniana y desde allí supimos reconocer la importancia que tiene para cada uno el hacerse cargo, en su propia experiencia y en su propio tiempo de formación del lazo ineludible que sabemos existe entre la acción lacaniana, el acto analítico y acto político. Porque solo así se logra, parafraseando a Jacques-Alain Miller, hablar la lengua del Otro para decir lo que el Otro no quiere escuchar y hablarla de tal manera que se pueda decir lo que se tenga que decir, de la buena manera. (3) La acción lacaniana no se decreta. Hay que encontrarla, cuando en acto ya se ha efectuado. Volvamos a las propuestas que surgen de la investigación para responder a las preguntas planteadas: 1) Si leemos las manifestaciones de violencia desde las categorías dialécticas de Aristóteles: universal, particular y singular, podemos concluir: a) que la lectura universal apuntaría al para-todos, por ejemplo a la definición de violencia que da la OMS (Organización Mundial de la Salud): El uso intencional de la fuerza física, contra uno mismo, otra persona, un grupo o una comunidad que tiene como consecuencia un traumatismo, daños psicológicos, problemas de desarrollo o la muerte, b) que lo particular apuntaría a enlistar todos los tipos de violencia que día a día surgen como intento de nombrar nuevos fenómenos violentos y c) que lo singular, en tanto único e irrepetible estaría por el lado de la respuesta que el psicoanálisis de orientación lacaniana le daría al fenómeno de la violencia para cada sujeto involucrado en ella. Lo singular en tanto es lo que se privilegia en el encuentro entre un niño o un adolescente con un analista practicante. Lo singular que se buscará detrás de la pregunta por las determinaciones subjetivas que contribuyen a que el niño o el adolescente se vea involucrado en fenómenos de violencia y los efectos de estas determinaciones significantes en sus cuerpos, en tanto letra propia de goce para cada ser hablante. 2) Si las violencias se están presentando como una epidemia. Podría entenderse esta epidemia como una modalidad de lazo social. Un lazo social distinto al que se origina en los discursos. Un lazo, más bien, de puro goce. En otras palabras, las violencias, hoy, como lazo de goce que no pasa por ninguno de los cuatro discursos. Se entiende con esta propuesta que el psicoanalista practicante, desde la posición de agente del discurso del analista apuntará a restablecer la habitabilidad de los discursos, en tanto único recurso para hacer lazo con el Otro de una manera menos perniciosa y dolorosa para el sujeto. Se trata

4 entonces, por el discurso, hacer uso del lenguaje como vínculo. En otras palabras, con el discurso, concebido como producto de la articulación significante, que es sin palabras, generar palabras, devolver algo del contenido perdido a las palabras. Todo esto sin perder de vista que, como bien señala Lacan en su seminario El reverso del psicoanálisis, no hay discurso que no sea del goce, al menos cuando de él se espera el trabajo de la verdad. (4) 3) Si es cierto que en la época en la vivimos existe, por un lado, el empuje al goce sin límite y por el otro, se pretender detener, frenar, someter, educar, controlar a todo niño o adolescente que en cualquier ámbito presente conductas agresivas o violentas, no nos queda otro camino que hacer lugar, en las curas que dirigimos, a la satisfacción de cada uno y distanciarnos de la promoción del igualitarismo. Hablar de los distintos tipos de violencia es hablar de goces universalizados. Hablar de bulliadores, buleados, maltratados, maltratadores, abandonado, abandonador, golpeado, golpeador, despistado, hiperactivos, es hablar de fenómenos que intentan nombrar modos de goce universales. En nuestra práctica se privilegia la subjetividad, la particularidad y la singularidad. Es una práctica orientada por lo real, que conlleva al final de la experiencia a la nominación del goce más singular para cada hablante-ser. Entonces, no hay niños o adolescentes violentos en tanto goce universal. Hay, uno por uno, sujetos que por razones totalmente subjetivas y particulares participan o se ven involucrados en situaciones de violencia. Y son estos mismos sujetos los que sabrán nombrar el goce que se presenta inevitable, que se repite y que los lleva a hacerse partícipe de las violencias. Para cada uno, un goce singular. 4) Si las violencias generan en su interpretación de parte del Otro de la civilización el par: víctima-victimario, la apuesta que hacemos, cada uno, cada analista practicante, en el encuentro con cada niño, cada adolescente, uno por uno, es, que las parejas víctimavictimario, víctima-experto en víctimas, víctima-otro que etiqueta, que diagnostica, devenga, de paso a la pareja analista-analizante y desde allí pueda surgir la pregunta que dignificará singularmente a cada sujeto niño, adolescente: Víctima de qué?...el sujeto no lo sabe, pero en el mejor de los casos llegará a saber que víctimas somos todos de nuestro propio inconsciente. 5) Si bien todos somos víctimas de nuestro inconsciente, no todo niño o adolescente es víctima de ciertos acontecimientos: guerras, violación sexual, comercio sexual, secuestro, trabajo forzoso, entre otros. Hay una dimensión que el psicoanalista no puede obviar: la dimensión de contingencia. Con eso también hay que vérselas en la práctica del psicoanálisis con la víctima real y no del inconsciente. (5) La víctima real, es la víctima de acontecimientos de nuestra civilización, que de forma contingente se presenta en la vida de un sujeto, del cual no se puede decir que tuvo participación por la vía del goce o por la vía de la responsabilidad subjetiva. Qué se espera del psicoanalista practicante ante esta clínica de la víctima real? Que ofrezca un espacio donde al sujeto pueda nombrar, dar cuenta, relatar, sobre lo vivido, y así circunscribir los bordes de un agujero fuera de sentido, un agujero en lo simbólico, de lo que ha hecho retorno en lo real en tanto ausente en lo simbólico. Consultorios privados, consulta hospitalaria, consulta en instituciones, sea donde sea que llegue a nuestro encuentro un niño, un adolescente, diagnosticado, etiquetado, presentado

5 como víctima o victimario de cualquier tipo de violencia, nuestra respuesta tendría que apuntar a la oferta de un espacio donde pueda, bajo transferencia, hacer surgir un sujeto que se responsabilice y se haga cargo de su vivencia. No es esto tarea fácil si tomamos en cuenta que no siempre se puede no responder a las exigencias del Otro institucional. A veces toca saber reconocer las grietas que se presentan en el funcionamiento de las instituciones donde se aloja el sujeto y su goce y entonces en ese momento devolverle la palabra. Cada practicante está llamado a dar cuenta de estas experiencias. Cerramos este producto de la investigación realizada, con dos citas, una de Jacques-Alain Miller y otra de Eric Laurent. Llama la atención que acudan a los psicoanalistas con problemas así (se refiere al problema de la violencia), a pedirles una solución. ( ) Puede ser que como el psicoanálisis tiene reputación de tratar el pasado, y como son dificultades que vienen desde los orígenes, entonces se remiten a los analistas. Nos preguntan a los analistas como vendedores de opio. Creo que la mejor respuesta es la modestia. Que no pretendemos curar a la civilización, aunque hacemos parte de ella, de la cultura, y que no podemos pretender ningún remedio. Más bien, sospechamos de los remedios. Y más aún, en cierto modo la lección del psicoanálisis es más cierto escepticismo hacia el discurso del amo que ofrece soluciones (6) No ofrecemos soluciones universales a los fenómenos de violencia. El psicoanálisis no es una técnica, sino un discurso que anima a cada uno a producir en singularidad, su excepción (7) Bibliografía: 1) Lacan, Jacques. Función y campo de la palabra y el lenguaje. Escritos 1, Siglo Veintiuno Editores, Bs. As., 1988, p ) Miller, Jacques-Alain y Laurent, Eric, El Otro que no existe y sus comités de ética, Paidós, Bs. As, ) Miller, Jacques-Alain. Perspectivas de política lacaniana, Freudiana nº 55, Barcelona, p. 89 4) Lacan, Jacques, Seminario 17, El reverso del psicoanálisis, ( ), Paidós, Buenos Aires, página 83 5) Gil Caroz. AMP Blog. Lacan Cotidiano. La víctima real no es víctima del inconsciente 6) Miller, Jacques-Alain, Seminarios en Caracas y Bogotá. Estructura, desarrollo e historia. (1998). Paidós. Buenos Aires ) Laurent, Eric. Principios directores del acto analítico. Anuario de la NEL Página 80.