La hormiga Chua. Edgar Allan García. Ilustración: Guido Chaves

Transcripción

1 La hormiga Chua Edgar Allan García Ilustración: Guido Chaves 1

2 La hormiga Chua se despierta temprano por la mañana, y para las antenitas. Tan pronto la luz del sol acaricia su cuerpo, ella se levanta, se frota las patitas y sonríe emocionada. Buenos días, flores! Buenos días, musgo! Buenos días, brisa! Buenos días, mundo! saluda la hormiga Chua. Un murmullo que viene de todas partes le devuelve el saludo. 2

3 Solo las ratas y las cucarachas se quedan mudas. Ahora me daré una ducha y estaré lista para mis tareas, dice la hormiga Chua. El agua de lluvia acumulada en un cartucho, cae sobre ella apenas mueve el tallo. A pesar de que el agua está fría, la hormiga Chua goza con su contacto y aprovecha para limpiarse bien. Qué gara es el agua! exclama mientras mueve de un lado a otro su cuerpecito y se sacude la humedad. Y cuando saca la cabeza del hormiguero, mira para todos lados y descubre la primera novedad: ahí, sobre la acera, alguien lanzó una cáscara de naranja. Será posible que no aprendan a botar la basura en los tarros o meterlas en las fundas? No lo puedo creer se queja la hormiga Chua y, usando su fuerza de gigante, pese a ser tan pequeñita, levanta la cáscara de naranja y la lleva, con mucho esfuerzo, hasta uno de los tarros de basura. Uf, todos los días es lo mismo dice la hormiga Chua, al tiempo que se limpia con las patitas las antenas. 4 5

4 La hormiga Chua no ve otro rastro de basura y suspira aliviada. Ahora sí dice, voy a pasear un rato por la ciudad para ver qué otras novedades encuentro aunque, por desgracia, me temo que otra vez descubriré cosas desagradables. Y sí, en efecto, algo oscuro y apestoso yace sobre la hierba del parque más cercano. Y no es el único rastro desagradable, más allá hay otro, y otro más cerca de una de las bancas. Esta es una de las partes que más detesto exclama la hormiga Chua, los humanos sacan a pasear a sus perritos y no son capaces de recoger el popó que hacen. Los pobres animalitos no tienen la culpa, ellos solo salen a pasear porque lo necesitan, y una vez afuera, sienten la necesidad de hacer pis y popó, pero los dueños de las mascotas ni se fijan. Es como si nadie más que ellos existiera en la ciudad se queja la hormiga Chua. En ese instante, una señora que sale muy temprano a comprar el pan está a punto de poner su zapato sobre un popó de perro. Cuidado, cuidado! grita la hormiga Chua, pero la señora no la escucha. 6 7

5 8 Las personas a veces no escuchan los gritos de advertencia de la hormiga Chua y entonces sucede lo que no debe suceder. En este caso, la señora ha pisado el popó y está a punto de resbalarse. Qué asco! grita, ahora tendré que limpiarme en el césped toda esta porquería. Yo quise advertírselo dice la hormiga, pero no me escuchó. Eres tú, hormiguita Chua? Yo misma sonríe ella. Lo siento, no te escuché. Ya veo que andas otra vez por la ciudad tratando de solucionar las cochinadas de algunos de sus habitantes. Sí, pero lo que en realidad quiero es que la gente tome conciencia de que todo lo que hacen afecta a otras personas, 9

6 incluso a personas de su propia familia, e incluso a ellas mismas explica la hormiga Chua. Ayer nomás, un niño se resbaló con una cáscara de plátano y se golpeó muy fuerte. Y sabe usted quién echó la cáscara a la calle? No me lo imagino dice la señora con un gesto de preocupación. Pues su propia madre. Qué horror!, pobre niño! se apena la señora. Y ese accidente que me cuentas se podría haber evitado si su mamá no hubiera arrojado esa cáscara, verdad? Así, es dice la hormiga mientras cruza una de las patitas en señal de disgusto. Y accidentes como esos hay muchos. Demasiados. Como este que me acaba de ocurrir se queja la señora. Exactamente observa la hormiga Chua, y a medida que pasan las horas, la ciudad se llena de excrementos, de desperdicios, de chicles que afean las aceras y matan a los pajaritos. Los matan?, lo dices en serio? pregunta la señora horrorizada. Claro que lo digo en serio explica la hormiga Chua, imagínese que los chicles son picoteados por los pajaritos y, a veces, cuando la acera está caliente por el sol, la goma se 10 11

7 queda pegada en el pico de los pajaritos y éstos ya nunca más pueden abrir la boca para comer. Es terrible lo que me cuentas, hormiguita Chua, y la verdad es que te quiero agradecer en nombre de mi familia lo que haces en favor de la ciudad. No es nada, doña Marianita. Es que conoces mi nombre? sonríe la señora sorprendida. Conozco el nombre de todos los habitantes de esta ciudad y sé lo que hacen y también lo que dejan de hacer en las calles dice la hormiga Chua. Huy, o sea, que te has dado cuenta de algunos errores que he cometido, me imagino se preocupa la señora. La verdad es que usted hace siempre lo que tiene que hacer una buena ciudadana; yo la he visto cuando saca la basura en los horarios convenidos para que 13

8 14 los perritos callejeros no rompan las fundas pero, si me permite una sugerencia, a la hora de organizar la basura procure poner los desechos reciclables en las fundas celestes y los que no son reciclables en las fundas negras. Así lo voy a hacer dice con el rostro muy serio doña Mariana. Trate de recordarlo siempre, se lo ruego, no sabe todo lo que ayuda a los habitantes de la ciudad cuando son organizados y disciplinados, igual que nosotras las hormigas. Trato hecho dice doña Mariana, y agrega : ahora, si me disculpas, me voy a comprar el pan porque mis hijos no han desayunado todavía y tienen que irse a la escuela. Hasta pronto, hormiguita Chua. Hasta pronto, doña Marianita contesta la hormiga Chua. Solo entonces continúa su caminata por Cuenca, una ciudad hermosa que sería aún más hermosa si todos cuidaran con amor de ella.

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