Transcripción

1 Revisor: Alfredo Ramos Vázquez El suelo por Irma Hurtado de Mendoza Torres Como recordarás el suelo es un recurso abiótico, que representa una capa fina de material fértil que ocupa la superficie de la tierra. Siendo un sistema muy complejo donde encontramos desde minerales hasta la presencia de vida, el cual contiene una fase solida (minerales y materia orgánica), líquida y gaseosa, organizada en capas (horizontes) que se desarrollan a través del tiempo, cuya composición es distinta al material parental (Jordán, 2006). El suelo, es un componente esencial para la vida en los continentes y ha sido definido como: "ente natural organizado e independiente, con unos constituyentes, propiedades y génesis que son el resultado de la actuación de una serie de factores activos (clima, organismos, relieve y tiempo) sobre un material pasivo (la roca madre)" (Jordán, 2005, p. 5). En un inicio el suelo se origina producto del degaste de la roca existente por efecto de la temperatura, humedad, raíces de las plantas, organismos microscópicos (musgos) que provocan la ruptura de la roca en partículas más pequeñas, que al acumularse permiten la germinación de algunas semillas y el desarrollo de determinadas plantas, que al morir se convierten en parte del suelo, originando que se produzca mayor cantidad de éste, dicho ciclo continúa hasta crear las condiciones para que nuevas especies de plantas se establezcan, cuyas raíces contribuyen a degradar la roca, que junto con la degradación de la materia orgánica adicionada por plantas y animales y degradada por microorganismos y hongos permiten, que después de varios cientos o miles de años se generen capas u horizontes cuya composición es diferente de la roca madre. La velocidad de generación del suelo es muy lenta y depende de muchos factores como el clima, tipo de vegetación y relieve. Video sobre formación de suelo. Además de las bacterias y hongos microscópicos, existen otro tipo de organismos vivos que ayudan a la descomposición de la materia orgánica y que sí podemos ver, porque son de mayor tamaño, como es el caso de las lombrices, hormigas, escarabajos, hongos, mohos y muchos tipos de insectos, ya sea en estado adulto o larvario, que apoyan con la particularización de la materia orgánica, lo cual ayuda a su posterior biodegradación. Según los investigadores de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (1996), FAO, por sus siglas en inglés: Una hectárea de tierra fértil puede contener más de 300 millones de pequeños invertebrados: insectos, arañas, lombrices y otros animales diminutos. La tierra que cabe en una cuchara puede encerrar un millón de bacterias, además de cientos de miles de células de levaduras y pequeños hongos (párr. 8) 1

2 En su acción diaria, este tipo de organismos ayuda a que el suelo sea poroso y por lo mismo, permeable (deja pasar el agua), lo que en su conjunto hace que el suelo fértil contenga una mayor cantidad de aire y agua. Cuando el suelo no contiene cantidades importantes de espacios llenos de pequeñas cantidades de aire y agua, se trata de suelos que no son propios para el desarrollo de la mayoría de las plantas. El suelo es importante por varias razones: Es el sitio de anclaje de las plantas terrestres, en donde encuentran los nutrientes, agua y aire necesario para su germinación, sobrevivencia, crecimiento y desarrollo. Es el área donde viven diferentes especies de pequeños vertebrados, invertebrados, hongos y bacterias que modifican la estructura y propiedades de éste, permitiendo la formación de nuevo suelo y degradando el material orgánico, liberando los nutrientes que utilizan las plantas. Es una capa fundamental debido a que es la capa fértil donde se desarrollan nuestros cultivos que utilizamos como alimento. Figura 1. La cadena trófica. 2

3 Los edafólogos (expertos que estudian el suelo) tienen varias maneras de clasificar a los suelos: por su textura, por su color, por su origen, por su antigüedad, por el tipo de vegetación que existe en ellos, por la capa en la que están, etc. Una de las maneras más útiles para clasificar el suelo es por su textura, (factores o propiedades físicas) ya que nos permite entender muchas de sus características. Así tenemos: Los suelos arenosos. Como su nombre lo indica, están compuestos principalmente por arena, que son gránulos de minerales, son suelos sueltos, que contienen grandes cantidades de espacios, el agua se infiltra rápidamente y no contienen muchos nutrientes como para sostener a cierto tipo de plantas (FAO, 1996). Los suelos limosos. Son partículas minerales de tamaño medio a fino cuya composición química es similar a la de la arena, por lo que no tiene capacidad de agregarse y sus partículas no forman estructura (Jordán, 2006) Los suelos arcillosos. Las partículas que lo componen son muy finas lo que hace que se peguen una con la otra, cerrando espacios de aire y por lo mismo son poco permeables al agua, la cual generalmente se encharca en ellos. Contienen nutrientes, pero difíciles de labrar ya que son pesados y al secarse forman terrones, difíciles de romper (FAO, 1996). Los suelos francos. Son suelos en los que la mezcla de arcilla, arena y limo está presente, generalmente están bien equilibrados en la cantidad de minerales que contienen, lo que los hace ideales para la agricultura. Mantiene cierta humedad, a pesar de que drenan adecuadamente, lo que permite la dilución de los nutrientes, que proviene de la materia orgánica que contienen, los cuales son aprovechados por las plantas (FAO, 1996). Dentro de las propiedades químicas tenemos que los suelos dependen de la cantidad de nutrientes que contengan. Dentro de los elementos que son importantes de considerar están el nitrógeno, fósforo, potasio, magnesio y calcio (FAO, 1996). Nitrógeno, fósforo, potasio, magnesio y calcio Estos elementos se mueven en la naturaleza a través de elementos bióticos y abióticos, conformando los ciclos biogeoquímicos, de los cuales puedes saber más al consultar la página en Internet: 3

4 Las propiedades físicas y químicas del suelo, unidas a los factores climáticos, determinan las comunidades vegetales que pueden desarrollarse, los tipos de ecosistemas y la forma en que se debe cultivar la tierra (FAO, 1996, párr. 22). Una actividad importante es la agricultura, la cual es el proceso mediante el cual se generan alimentos que se cultivan en el suelo, por lo que se necesita de suelos fértiles, es decir suelos que contengan el equilibrio de nutrientes de manera natural, suficiente profundidad para permitir la fijación de las raíces, capacidad de retención de agua en una cantidad adecuada, que esté suficientemente aireado y que no contenga contaminantes de ningún tipo. Los terrenos que son cultivados por muchas temporadas de forma regular, tienden a ir perdiendo sus nutrientes, ya que éstos son absorbidos por las plantas que fueron cultivadas, por lo que se deben reponer esos nutrientes al suelo. Esto se logra adicionado fertilizantes orgánicos o más comúnmente inorgánicos, los cuales al aplicarlos de forma inadecuada producen problemas ambientales. Desafortunadamente no sólo se aplican nutrientes, sino que también se usan diversos agroquímicos como pesticidas, herbicidas y otros que contaminan químicamente al suelo y a los alimentos, lo cual deteriora la calidad de vida de las personas e impacta de forma negativa a la biodiversidad asociada a los cultivos. Es importante resaltar que de manera natural los suelos pueden alcanzar un equilibrio con los elementos naturales: Las hojas y ramas secas que caen (mantillo), junto con la materia orgánica depositada por otros seres vivos (excretas, materia muerta, etcétera), se degradan a partir de los descomponedores regresando los nutrientes para su uso a través de las plantas (FAO, 1996). Dentro de los procesos de deterioro del suelo encontramos: Contaminación por productos líquidos: vertidos de aguas residuales o contaminadas, aceites y lubricantes, entre otros. Contaminación por sólidos: basura doméstica y/o industrial. Erosión hídrica y eólica. Salinización por riego o escases de drenaje adecuado. No devolución de nutrientes tomados del suelo, de regreso al suelo. Cambio de uso del suelo, ejemplo: de bosque a área de cultivo, de campo agrícola a poblados, de suelo con bosque o de cultivo a zona industrial. Sobrepastoreo de ganado. Compactación de suelo por transito pesado o pisoteo de ganado. Deforestación de vegetación natural. 4

5 Figura 2. Degradación del suelo por la deforestación en el municipio de Zaragoza, Oaxaca. Ante dicho deterioro el hombre ha tratado de buscar soluciones para detener la degradación del recurso suelo, a través de la investigación la cual ha tratado de crear tecnologías apropiadas o reintroducir practicas utilizadas por nuestros antepasados. En este contexto, es muy importante que siempre se consideren los costos: Es muy caro la recuperación del suelo, por lo que en los próximos años, se debe hacer todo lo posible por restaurar nuestros suelos, pero más importante será dejar de deteriorarlos. Los encargados de proteger el suelo son instituciones gubernamentales relacionadas con los recursos agropecuarios, forestales y naturales. En ese sentido, la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT) hace varios años inició una propuesta en conjunto con la Secretaría Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (SAGARPA) para establecer prácticas de protección y restauración de los suelos en las actividades agropecuarias (Anónimo, 2001). Así mismo, algunos centros de educación superior han realizado investigación en relación con el deterioro del suelo y su recuperación. En especial, la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT) del Gobierno Federal, a través de la Comisión Nacional Forestal, ha editado manuales para el trabajo de restauración de suelos para bosques y selvas del país. En el manual de obras y prácticas: Protección, restauración y conservación de suelos forestales prácticas (Comisión Nacional Forestal, 2007), se dan a conocer los métodos más usados para la restauración de suelos, como son las obras para el control de erosión en cárcavas (zanjas cavadas por el agua que escurre). Dentro de las prácticas que se establecen tenemos: la formación de barreras que su función es detener la velocidad de flujo del agua después de una lluvia fuerte, estas barreras pueden ser de diferentes materiales y hay varios tipos conocidas como presas de: malla de alambre, piedra acomodada, morillos, ramas, costales, llantas, mampostería y gaviones. Así mismo existen, otras prácticas de conservación de suelo como son la construcción de terrazas (que consiste de un dique y un canal), zanjas o barreras de material vivo (plantas) que reducen la velocidad de flujo del agua (CONAFOR, 2007). 5

6 Otro tipo de prácticas de conservación del suelo son la protección del sobrepastoreo; la rotación de cultivos; el volteo del suelo después de la cosecha para que el rastrojo de lo que se sembró quede abajo y se haga composta, recuperando así su materia orgánica; la rotación de cultivos y los cultivos asociados (mixtos). Pareciera ser, hasta ahora, que toda buena práctica de conservación del suelo debe ser realizada por los agricultores, pero a los que vivimos en las ciudades qué nos toca hacer? No tirar basura. No vaciar pinturas, solventes, pinturas, aceites gastados de vehículos. Usar abonos orgánicos (humus de lombriz o composta) para fertilizar nuestros jardines. No comprar tierra de hoja que provenga de bosques, ya que en dicha hojarasca se encuentran los nutrientes que son liberados por los degradadores y utilizados por las plantas para desarrollar sus funciones. Así mismo, esa hojarasca se convierte después de ciertos procesos en humus que es fundamental para retener la humedad y modificar la estructura del suelo, favoreciendo la retención de la humedad y su infiltración a capas más profundas o mantos freáticos. No tirar basura cuando vayamos de paseo al bosque, sino que necesitamos traernos la que encontremos. Si prendemos fogatas, deberemos asegurarnos que las apagamos para no provocar incendios que dejen el suelo a merced de la erosión eólica e hídrica. Referencias Comisión Nacional Forestal. (2007). Protección, restauración y conservación de suelos forestales. Manual de obras y prácticas. (3a ed.). México: SEMARNAT. Jordán, A. (2006). Manual de Edafología. Departamento de cristalografía, mineralogía y química agrícola. Universidad de Sevilla. Recuperado el 06 de agosto de 2012, de Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación. (1996). Tema 2: El Suelo. En Nociones ambientales básicas para profesores rurales y extensionistas. Ecología y enseñanza rural. Estudio FAO: Montes. Recuperado el 17 de noviembre de 2009, de la página del autor: Anónimo.. (2001). En busca de preservar y restaurar suelos. Teorema ambiental. Recuperado el 06 de agosto de 2012, de 6