Despilfarro alimentario

Transcripción

1 Alimentación PIENSA Piensa en todo lo que tienes en el frigorífico. Coge uno de cada tres productos. Los tirarías a la basura? Seguro que no, aunque sin que te des cuenta lo haces. Según Manuel Bruscas, experto en despilfarro alimentario: «Un tercio de los alimentos que producimos se despilfarra, una de cada ocho personas en el mundo pasa hambre y una de cada siete sufre obesidad». Parece que vivimos en un mundo Kafkiano. Se puede evitar este despilfarro? Qué consecuencias económicas y medioambientales acarrean la superproducción de alimentos y los malos hábitos de consumo? SABIAS QUE... El problema es más complejo de lo que parece. El despilfarro de alimentos no solo plantea cuestiones éticas, económicas y ambientales en el primer mundo, sino que afecta seriamente a los países más pobres. Según un informe del Parlamento Europeo, cada habitante de la Unión Europea desperdicia de media de unos 179 kg de alimentos al año de los 499 que consume; es decir, medio kilo de comida diario. Más de millones de toneladas de alimentos; es decir, un tercio de la producción mundial se tiran antes de llegar a nuestras mesas. Además, a este despilfarro habría que añadir las cosechas que no llegan a los mercados y la cantidad de peces muertos que son devueltos al mar después de ser pescados, pasando por las verduras y las frutas que no tienen una forma y/o un color adecuado. Las cifras son impactantes. Más aún si se contextualizan: en el año 2015 en la Unión Europea todavía viven 79 millones de personas por debajo del umbral de pobreza; en el mundo hay 925 millones de personas que corren riesgo de desnutrición; para 2050 se prevé un aumento de la población mundial de a millones; los cerca de 89 millones de toneladas de alimentos que se tiran en Europa producen 170 millones de toneladas de CO2 cada año; y, si no se toman medidas preventivas, para 2020 los residuos alimentarios se habrán incrementado un 40 %.

2 Cuando tiramos comida, también estamos tirando los recursos que hemos destinado a su producción: suelo, agua, energía y estamos contribuyendo de forma indirecta al incremento de emisiones de CO2 a la atmósfera. Este impacto se multiplica si la cantidad de alimento que tiramos es importante, ya que cuanto más lejos se produzca el alimento, más emisiones de CO2 asociadas al transporte se generan. Pero también, cuando compramos comida, por ejemplo, pan, estamos interactuando en el mercado global del trigo. Cuando la demanda supera la oferta, suben los precios, y estas subidas condenan a millones de personas al hambre. Si nosotros, en los países ricos, despilfarráramos menos pan y, por lo tanto, compráramos menos trigo en el mercado mundial, quedaría más cantidad disponible para las personas en África y Asia, que pasan hambre, y que compran el trigo en el mismo mercado. INFORMACIONES DE INTERÉS Podemos pensar que restaurantes, comedores escolares, de residencias y de hospitales o incluso los supermercados desperdician mucha la comida, pero, resulta que donde más se desperdicia es en los hogares, con el 42 % de las pérdidas (cuando se podría evitar hasta un 60 %), seguidos de cerca por el sector de la producción, 39 %. Cuando hablamos de evitar el despilfarro alimentario doméstico nos referimos, dicho de forma sencilla, al hecho de no tirar comida. Es decir, a no tirar alimentos que son aptos para el consumo humano. No se considera despilfarro tirar restos como, por ejemplo, los huesos de la carne o las espinas del pescado, las cáscaras, las pieles de las verduras, ni los residuos orgánicos no aprovechables después de haberlos utilizado de forma responsable. Emilio Gallego, secretario general de la Federación Española de Hostelería (FEHR), explica que culturalmente en España es frecuente oír aquello de que el último trozo es «el de la vergüenza», con lo que se deja ver un trasfondo cultural en el despilfarro alimenticio. En los países asiáticos, por ejemplo, la gente no tiene por costumbre dejar restos de comida en el plato, al considerarse una falta de respeto hacia el cocinero, e incluso hacia el agricultor y a todas las personas que han participado en el proceso. En cambio, en España oír lo de que el último trozo es «el de la vergüenza» es algo todavía frecuente. 2

3 Con el fin de concienciar a la gente sobre este problema, en la resolución del 19 de enero de 2012 del Parlamento se propuso el 2014 como Año Europeo contra el Desperdicio de Alimentos, pero apenas se ha vuelto a hablar sobre el tema. El Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente realizó en el año 2012 un novedoso estudio monográfico sobre los hábitos de los consumidores en relación con los alimentos caducados. El muestreo analiza la preocupación por las fechas de caducidad, los productos que más se controlan, las tendencias sobre uso o desecho de alimentos caducados, la reutilización de productos, la influencia de la crisis económica en esas tendencias y la percepción de las diferencias entre fecha de consumo preferente y de caducidad. Según las conclusiones del estudio, el 59,2 % de los españoles tira los productos caducados frente a un 20,7 % que los consume si no ha pasado mucho tiempo desde que se ha cumplido la fecha de caducidad. Otro 19,5 % opta por consumirlo o tirarlo dependiendo del tipo de producto. Para la realización del estudio se ha preguntado también sobre la diferencia entre fecha de caducidad y de consumo preferente, constatándose que el 64,7 % de los encuestados conoce los dos conceptos, especialmente los jóvenes (70,7 %), que son los que más comida desperdician, y en menor medida los mayores de 55 años (54,9 %) que, por la época en que han vivido, de mayor necesidad, son los que menos comida tiran. De hecho, muchos españoles y europeos ignoran estos datos, así como el significado de las etiquetas de los productos y la diferencia entre fecha de caducidad y fecha de consumo preferente. Una de las propuestas en el Parlamento Europeo incluida en el reglamento n.º 1169/2011 fue ampliar la fecha de caducidad de algunos productos alimenticios, para reducir el número de toneladas de alimentos en buen estado que se desperdician cada año. QUÉ PUEDO HACER YO? Una de las principales causas por las que se acaba tirando mucha comida a la basura en los hogares es la falta de planificación al hacer la compra. 3

4 Esta falta de planificación se traduce en la compra de alimentos que al final no consumimos. Hacer la lista de la compra, pensar el menú semanal y cocinar las raciones justas son acciones que nos permiten ahorrar dinero y evitar tirar mucha comida. Come lo que compres y compra lo que necesites! PLANIFICAR LA COMPRA 4 Haz una lista de lo que necesitas, y utiliza la lista como un escudo que te proteja de las técnicas de marketing que utilizan los comercios de alimentación, que quieren que compres más de lo necesario. 4 Es muy importante que pensemos qué alimentos necesitamos y las cantidades o las raciones de cada uno de ellos. Hay que tener en cuenta cuántas personas prevemos que comerán en cada comida. La excesiva abundancia de las raciones que cocinamos y servimos en el plato es otro de los motivos por los que acabamos tirando mucha comida cocinada en buen estado. 4 Al elegir el menú semanal es conveniente que revisemos qué productos tenemos en la nevera, en el congelador y en los armarios para consumirlos antes de que excedan su fecha de caducidad. 4 Al comer fuera de casa, debemos acostumbrarnos a seguir unas sencillas pautas que nos permitirán reducir la cantidad de comida que quede en nuestros platos: Preguntar por los ingredientes de los platos: preguntaremos al camarero cuáles son los ingredientes de los platos para poder elegir aquellos que se ajusten más a nuestras preferencias. A veces en las cartas o en los menús no se especifican los ingredientes de cada plato. Pedir información sobre el tamaño de los platos: a menudo, cuando vamos por primera vez a un restaurante, no sabemos si las raciones son generosas o no y, a veces, acaba quedando comida en el plato. Pedir raciones ajustadas: en el caso de que la carta no disponga de platos infantiles, pediremos raciones más pequeñas para los más pequeños. Pedir al restaurante que nos entregue la comida sobrante en una bandeja o fiambrera para comerla al día siguiente. Informarnos sobre el establecimiento Elegir establecimientos que donen los excedentes de comida en vez de tirarlos, que sean respetuosos con el medio ambiente, elijan proveedores locales y cumplan los criterios de bienestar animal, que ofrezcan pescado procedente de pesquerías sostenibles, etc. 4

5 PARA SABER MÁS: Muy recomendable el visionado de este vídeo para reflexionar en el aula: 5