ISSN R e v i s t a d i g i ta l AÑO 1 [#2] Ingresar. «Lo que es no está plenamente determinado» CORNELIUS CASTORIADIS

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1 ISSN R e v i s t a d i g i ta l AÑO 1 [#2] Ingresar «Lo que es no está plenamente determinado» CORNELIUS CASTORIADIS

2 COMITE EDITORIAL S U M A R I O Director Dr. Temporetti, Félix Comité Editorial Mgter. Augsburger Cecilia - Dr. Bonantini Carlos - Dra. Cancina Pura - Dr. Franch Héctor - Dr. Frenquelli Roberto - Mgter. Gerlero Sandra - Mgter Germain Marisa - Mgter. Gorodischer Cecilia - Dra. Maltaneres Valentina - Ps. Milanese Ariel 1 Secretaría Ps. Corvalán, Facundo Comité Científico Dr. Abecasis Isaac - Dra. Aisenson Diana - Dr. Amarante Paulo - Dr. Antelo Estanislao - Dr. Besso Jorge - Dra Bringiotti Ma. Inés - Dr. Carpintero Enrique - Dr. Castorina José Antonio - Ps. Cervone Nélida - Dra. Clara Mirta - Dra. Elichiry Nora - Dra. Filippi Graciela - Dra. Ferrari Edith Liliana - Dr. Ferreres Aldo - Dr. Froufe Manuel - Dr. Galende Emiliano - Dra. Gavilán Mirta - Dra. Giberti Eva - Dr. Gentile Antonio - Ps. Giunípero Luis - Dr. Gomez Gregorio - Dr. Gurman Isidoro - Dr. Linaza José Luis - Dra. Lenzi Alicia - Dr. Marrone Mario - Dr. Menin Ovide - Dra. Moreno Amparo - Dra. Sebastián Eugenia - Dra. Seidmann Susana - Dra. Sorribas Elisabeth - Dr. Vezzetti Hugo - Dr. Volnovich Juan Carlos - Dr. Ybarra Pilar Diseño y Diagramación La Pleca estudio Secretaría de Ciencia y Tecnología - Facultad de Psicología - UNR pág. 2

3 EDITORIAL 2 Secretaría de Ciencia y Tecnología Facultad de Psicología UNR En este segundo número de PSYBERIA, el espacio denominado Destacado, esta dedicado a divulgar el pensamiento y la obra del filósofo y psicoanalista Cornelius Castoriadis. Estamos convencidos que quienes estudiamos e investigamos en el campo de la ciencias sociales y humanas no podremos transitar el Siglo XXI desprovistos de los instrumentos conceptuales y metodológicos que este pensador nos ha legado. El ensayo titulado «De la imaginación al poder al poder de la imaginación» cuyo autor es el Dr. Jorge Besso cumple con creces el objetivo de ser una excitante y rigurosa propuesta para conocer, reflexionar e indagar sobre las ideas centrales propuestas por Castoriadis. pág. 3

4 Los Artículos publicados en este número dan cuenta, una vez más, de la diversidad teórica, metodológica, de lengua, de enfoques y de escritura científica dentro del campo de la Psicología y de las Ciencias Humanas de la cual Psyberia ha hecho un lema y una consigna en su proceso de construcción. No hay más que recorrer el Indicie para apreciar esta heterogeneidad. En el apartado Reseñas y Notas se incluye un recordatorio a la figura y la obra de Charles Darwin, al cumplirse en este año 2009 el segundo centenario de su nacimiento y 150 años de la publicación del «Origen de las Especies». Queríamos resaltar la importancia fundamental de la Teoría de la Evolución en la consolidación del pensamiento científico sobre el hombre y su historia. Félix Temporetti Director pág. 4

5 D E S T A C A D O CORNELIUS CASTORIADIS Dr. Jorge Besso 1 Resumen: Desde la fundación de la mítica «Socialismo o Barbarie» junto a C. Lefort en 1948, pasando por mayo del 68 con aquel célebre graffiti «La imaginación al poder», hasta el desarrollo de su extensa obra, más su actuación pública, su tesis de la imaginación radical en la base de la psiquis y la sociedad introduce una innovación sustancial en la concepción de lo histórico social y del sujeto humano, atravesados de una punta a otra por el poder creador de la imaginación. La imaginación radical debe su radicalidad a su capacidad creadora, pero también a su posición, que no es determinada sino determinante. La radicalidad de la imaginación es la que cuestionará desde las bases de lo existente lo que él llama el pensamiento heredado. Toda una parte de esta herencia reposa en una inconsistencia, la de ser un pensamiento no cuestionado, ni interrogado en un aspecto esencial: para la ontología tradicional ser es ser determinado. Esta especie de axioma incuestionado no deja ningún espacio a la indeterminación. Esa es la ruptura a la que apunta Castoriadis al abrir la puerta para que sea concebible que ser, al mismo tiempo, es ser indeterminado. En el sentido de que en todo ser hay una indeterminación. En esta indeterminación de lo que es, se abre un agujero del ser que constituye la condición de posibilidad para la imaginación creadora del sujeto o para las locuras, lo que de ninguna manera excluye que ambas puedan coexistir. Una de las consecuencias de la imaginación radical es que la psiquis humana es a-funcional. Desfuncionalización de la psiquis en tanto y en cuanto carece de un objeto canónico, tanto sea en la sexualidad, como en el amor, o en la alimentación, con lo que el ser humano no tiene un objeto que sea adecuado. Ni un modelo de objeto, ni un objeto modelo. Todo lo cual conduce a que la psiquis pág. 5

6 DESTACADO: De la Imaginación al poder al poder de la imaginación JORGE BESSO, Dr. Psicología no tenga un sentido que le sea inmanente, el sentido se lo provee la sociedad a través de las Significaciones Imaginarias Sociales (SIS). En psicoanálisis la separación, la desligazón, entre el placer representativo y el placer de órgano es lo que hace posible la sublimación, quizás el retoño más importante de la imaginación radical. Para el final la gran pregunta: el psicoanálisis es una ciencia? Qué otra cosa podría querer ser? Es la fuerte respuesta de Castoriadis, sin eludir las complejidades y las aporías de una práctica que califica como poiética. Abstrac: Since the mythical foundation of «Socialism and Barbarism», together with C. Lefort in 1948, through May 1968, when that famous graffitti «Imagination to Power «was made public, to the development of his lenghthy work, plus his public appearances, his thesis about Radical Imagination, at the basis of psyche and society, C. Castoriadis introduces a substancial innovation in the historicalsocial conception; that of the human being as «subject», traversed from one point to the other, by the creative power of imagination. Radical imagination owes its radicality to its creative capacity, but also because its position is not determined, but determining. The radicality of imagination is the one that will interrogate, from the premises of the «existing», what Castoriadis names as inherited thought. A big part, almost a whole of this inheritance lies on an inconsistency, the one of being an un-questioned thought; not even interrogated in an essential aspect, by traditional ontology. «Being is being determined». This sort of question leaves no space to indetermination. That is the breaking point to which Castoriadis points at when opening the door, so as to be able to conceive that «being», being at the same time, indeterminate. In the sense that in every human being there is an indetermination. In this indetermination of what he/she is, a hole opens, that constitutes the condition of the possibility for the creative imagination of the being ( subject) or for the madnesses, which in no way excludes that both can coexist. One of the consequences of radical imagination is that human psyche is a- functional. This functionalization of psyche, so much so, that it lacks a canonic object, be it in sexuality, as in love, eating, in a way in which the human being has no adequate object, neither a model of object or a model object. All of which leads to that psyche has not one sense that is immanent; that sense is provided by society. Through «Social Imaginary Significancies» ( SIS), in psychoanalysis, separation, unbinding, between representative pleasure and the pleasure of organ, is what makes sublimation possible, maybe the most important offpring of radical imagination. For the end, the Big question: Is psychoanalysis a science? What else would it like to be? It is a tough answer by Castoriadis, without avoiding the complexities and aphories of a practice that he qualifies as «poiethical». pág. 6

7 H ay en la obra de Castoriadis una confluencia poco habitual, la de ser un pensamiento filosófico, político y psicoanalítico capaz de llegar por esas tres vías al centro de la condición humana en su dimensión esencial. Es decir como condición histórico social. Por el anclaje histórico de toda sociedad, por la dimensión social de toda historia. Toda su trayectoria está dirigida al mismo tiempo a explicar y comprender las complejas relaciones entre la historia y la sociedad, tramadas en la psiquis humana, de la que hay que decir que es radicalmente diferente a la psiquis animal, como lo prueban todas la clínicas y la frondosa psicopatología de la vida cotidiana. El abismo que nos separa de nuestros hermanos biológicos no es sólo la excelencia de nuestra razón, sino la exuberancia de nuestra imaginación, resistente por lo mismo a todo proyecto regulador científico, religioso o ideológico. Lo que hace del humano ese extraño ser que, asentado en sus bases biológicas, no encuentra sin embargo su arraigo en la especie. Su arraigo posible, y a la vez único, es como ser social. Con malestar, al decir de Freud, y en un domicilio más que especial, en particular en la estructura psíquica, a condición de entender a la estructura como un sedimento de la historia. Desde este ángulo dedicará sus esfuerzos a analizar las estructuras de lo que él llama el pensamiento heredado demasiado centrado en la razón y demasiado descentrado con relación a la imaginación, dejando una especie de huella mnémica social que nos piensa creándonos la ilusión de que pensamos: sostendrá con énfasis que no hay oposición entre individuo y sociedad, en tanto y en cuanto el individuo es una fabricación de la sociedad. En «La institución imaginaria de la sociedad» dirá que «la herramienta más eficaz jamás fabricada por la sociedad es el individuo social». De lo cual desprende una de sus mayores tesis, es decir, que la verdadera oposición es entre Psiquis y Sociedad, de la que diré de que se trata de dos opuestos indisociables, con una consecuencia que recubre toda su obra: la psiquis en última instancia es indomesticable.... en aquél París que, justamente 20 años después, levantó la célebre consigna de la imaginación al poder pág. 7 Castoriadis nació en Estambul en 1922 y murió en París en Un griego no nacido en Grecia, que la mayor parte de su vida más fructífera vivió fuera de sus fuentes originarias a las que, sin embargo, siempre volvía. En el París más mítico del siglo XX fundó en 1948 la célebre revista «Socialismo o barbarie» junto a Claude Lefort, en aquél París que, justamente 20 años después, levantó la célebre consigna de la imaginación al poder. Como se sabe el poder es siempre conservador, más aún en su acumulación, razón por la cual poder e imaginación en el sentido castoridiano aristotélico en definitiva son incompatibles. Es que el poder vive de y en la redundancia de su cronificación por lo que la imaginación, pero no la imaginación evocativa, sino la del imaginario del colectivo anónimo, en último grado incontrolable, está siempre al acecho de la estabilidad del poder heterónomo. Lo heterónomo es el poder con un origen extra social (en fuente divina o dictatorial) con lo que las leyes le llegan al pueblo, en lugar de partir de él. Sostuvo desde Aristóteles como condición de la imaginación segunda, la imaginación evocativa, (o de la imaginación cuyo sentido es ser lo opuesto a la realidad) otra imaginación, una imaginación constituyente. Extrajo de las tierras aristotélicas el poder primario de la imaginación, creadora infinita de eidos, es decir su tesis más fundamental de la ima

8 DESTACADO: De la Imaginación al poder al poder de la imaginación JORGE BESSO, Dr. Psicología ginación radical. En suma, la radicalidad de la imaginación, razón por la cual se la conoce como la «loca de la casa». La casa, se entiende, es la psiquis. Es la casa a la que se asomó Freud a partir del sueño, para encontrar ahí la matriz de la formación de síntomas. Dicha imaginación será la raíz creadora de la psiquis, pero que en su radicalidad esencial será una fuente de creación ex nihilo, capaz de romper las clausuras sociales alterando las versiones habituales del sentido que las sociedades imponen. Psiquis a funcional, a diferencia de la funcionalidad racional de los animales, fuente al mismo tiempo de las locuras de la enfermedad, como de las locuras de la normalidad. Dirá en distintos momentos que, no sólo el hombre no es un animal racional, tampoco es un animal enfermo como decía Nietzsche. Castoriadis concluirá afirmando que hay que decir mucho más que eso: el hombre es un animal loco, radicalmente inapto para la vida. En un hermoso escrito de despedida ante la muerte de Castoriadis en los fines de 1997, su amigo Edgard Morín lo llama un titán que luchó con todo sus ser contra la muerte que lo venía alcanzando. Él, que sin embargo sabía como pocos, que en la conciencia imposible de la mortalidad se juega el partido clave de la existencia, fundante de la locura, pero también de la normalidad, esa enfermedad social de las sociedades. Morín lo llama pensador de la autonomía, una autonomía de la que hay que decir que nada tiene que ver con la autonomía de la que habla el peor psicoanálisis. Dirá de él que atravesó el siglo con una actitud autónoma, ajeno a los marxismos oficiales, al positivismo científico y al positivismo lógico, al lacanismo, al estructuralismo y al...el hombre es un animal loco, radicalmente inapto para la vida. postmodernismo. Quizás simplemente se podrá decir que su compromiso fue con la psiquis y con la sociedad en ese tramado laberíntico e interminable entre la razón y la imaginación. En el recorrido sobre su obra se pueden encontrar los dos tomos pilares de su pensamiento, esto es, la ya citada «La institución imaginaria de la sociedad» de la que cabe decir que son las que instituyen su legado. En el volumen I su entendimiento trabajando sobre el marxismo y la teoría revolucionaria, en el volumen II sobre el imaginario social y la institución, esencialmente su elucidación sobre los descubrimientos y las formulaciones de Freud. Cabe aclarar que no se trata aquí ni de una nueva, ni de una vieja versión del freudomarxismo en boga tiempo atrás. No fue Castoriadis un autor afecto a las modas, por cierto tan parisinas ya que otrora de ahí venían las modas, al igual que los niños. En realidad no sólo él mismo no estuvo nunca de moda sino que es poco citado en los círculos académicos e intelectuales al uso, quizás porque para los filósofos es un psicoanalista, para los psicoanalistas es un filósofo y para los políticos es molesto. La única «moda» por él detectada es lo que señala como la opacidad de la última parte del siglo XX, ese decaimiento en la creación, apenas disimulado por los espectaculares avances tecnológicos. A ese decaimiento le dedicó un libro con el título de «El avance de la insignificancia». Finalmente, a mi modo de ver, Castoriadis constituye un pensamiento ateo. No sólo por situar a Dios como una de las pruebas más fundamentales (extrañamente a la vista) de lo que él llama las Significaciones Imaginarias Sociales (SIS), en su creación más universal, sino porque es un pensamiento y un pensador de la autocreación. Sobre pág. 8

9 todo de las producciones sin autor, o sin autor visible. Hace un tiempo me sorprendí al leer que un equipo de semiólogos mexicanos había concluido la traducción del Quijote al spanglish. Producción contemporánea de un nuevo idioma, verdadera creación ex nihilo, hablado por los millones de latinos en los EE.UU. Si bien el español y el inglés son un antecedente de semejante construcción no es el simple consecuente de dichos antecedentes que son su condición necesaria, pero no suficiente para explicar por sí mismo el fenómeno de esa extraña lengua para nosotros que dice remembrarme en los comienzos de la monumental obra de Cervantes. tificado de su pensamiento ateo, pero que en definitiva no pudo posarse sobre una de las mayores creaciones de la humanidad, creación que prueba que el célebre pasaje del mito al logos descripto por J.P. Vernant es un pasaje siempre inacabado. Como lo es el sujeto, un proyecto también esencialmente inacabado. Como el propio psicoanálisis. Luego de su muerte, Pierre Vidal-Naquet le dedica un elaborado artículo con el título de «Castoriadis y la antigua Grecia». En él relata su encuentro con los dos fundadores de Socialismo o Barbarie durante el invierno en el círculo Sain Just. Tres especialistas en la antigua Grecia, J.P. Vernant, F. Châtelet y el propio Pierre Vidal-Naquet fueron invitados a discutir sobre la democracia antigua. Cuenta Vidal- Naquet la presentación de Castoriadis que realizó a la Escuela de Estudios Superiores de Ciencias Sociales, con la siguiente anécdota: un célebre profesor en Derecho Romano visitó un día Ferney y coincidió con D Alembert. Queriendo expresar su admiración por Voltaire, le dijo al inspirador de la Enciclopedia: sólo en derecho romano lo encuentro un poco flojo. Esa es exactamente mi opinión, contestó D Alembert en lo que se refiere a las matemáticas. Hice saber entonces que esa no era mi opinión en lo que se refiere a la relación de Castoriadis con la antigua Grecia. Podía discutir con él sobre Platón y Aristóteles en pie de igualdad. Vidal-Naquet hace un inventario de sus acuerdos y desacuerdos además de deslizarle una suerte de reproche al señalar que pasó por alto una dimensión de la conciencia histórica de Occidente, la dimensión bíblica. Seguramente no es cualquier omisión, una especie de cer- pág. 9

10 DESTACADO: De la Imaginación al poder al poder de la imaginación JORGE BESSO, Dr. Psicología Antropogenia y Autocreación En «Figuras de lo pensable» el autor se propone una reflexión sobre dos antropologías diferentes y opuestas sobre la constitución de lo humano. En el caso de Esquilo se trata efectivamente de una antropogenia con un origen divino. Se podría decir que si lo que se dice y lo que se busca es un origen, en tal caso ese origen es divino. En el caso de Sófocles se trata de algo muy distinto: la invención de lo humano. Se trata de una expresión contemporánea que usa uno de los críticos de arte más célebre, Harold Bloom, que sitúa dicha invención de lo humano en Shakespeare. En este sentido Castoriadis postula que la esencia de lo humano es la autocreación. No sólo no hay un origen divino, mucho más que eso, no hay estrictamente un origen detectable o rastreable. Tal vez tampoco hay un eslabón perdido entre el mono y el hombre y quizás el único eslabón perdido sea el instinto, como regulador de las conductas humanas. En suma que hay creaciones humanas con autor visible, pero al mismo tiempo hay una enorme masa invisible (magmática como se verá más adelante) de creaciones sin autores identificables, lo que Castoriadis llama el imaginario colectivo anónimo que va alterando, en definitiva imperceptiblemente, las instituciones humanas conservadoras por definición. Figuras de lo pensable es uno de sus libros póstumos con un título que contiene las claves de la imaginación y la razón. Remite a una de las afirmaciones que más le gustaban de Aristóteles. Una referencia muy directa a cuando el filósofo en «De Ánima» lanza su sentencia: el alma nunca piensa sin imágenes. (fantasmas) En Prometeo encadenado los hombres deben a un ser sobrehumano lo que hace a su condición de seres humanos. El Titán Prometeo en guerra con Zeus dota a los pre-humanos atemporales del arte, el trabajo, la palabra y el número, respecto del cual dirá Aristóteles que el tiempo es el número del movimiento según el antes y el después. Esos extraños seres anteriores a lo social sufren así una ruptura con su estado anterior y provistos de tiempo se instala en ellos la incertidumbre, la espera y la esperanza. En el célebre diálogo de Prometeo con el coro aparece una secuencia fundamental: Prometeo: he hecho que termine para los mortales la no previsión de la muerte. El coro: habiendo encontrado que medicamento para esta enfermedad. Prometeo: les he inculcado esperanzas ciegas. El coro: es un regalo de gran utilidad el que hiciste a los mortales. Esperanzas ciegas. Esta verdad podrías haberlos aplastado, como nos aplasta tan a menudo a nosotros. En esta verdad aplastante consiste la condición del hacer-crear para el hombre, dirá al respecto Castoriadis. Con respecto a la Antígona de Sófocles hace su análisis sobre las distintas interpretaciones de este clásico de los clásicos. Dirá que no se trata sólo de un enfrentamiento entre la Religión y el Estado, o entre la familia y el Estado. La consecuencia, y a la vez la causa de dichos enfrentamientos llevan a la hubrys, una de las mayores desmesuras sociales en la visión de los griegos. El enfrentamiento entre Creontes y Antígona, no se puede saldar. La hubrys representa el acto que va más allá de los límites. Antígona y Creonte vienen a ser dos autoridades en conflicto. Por una parte las razones de Estado esgrimidas por Creonte en la condena con respecto a Polinecis. Por la otra el conflicto con la religión representado por Antígona que dice que el cadáver insepulto de su hermano es un insulto en acto a los dioses y a los humanos. Las dos autoridades y las leyes en realidad no son incompatibles, pero el pág. 10

11 problema es que no pueden ser tejidas conjuntamente. Es lo que lleva a la hubrys y la hubrys lleva a la ápolis. La ápolis es el alejamiento de la política, lo que hoy llamaríamos un ser apolítico. Lo contrario de la hupsípolis, es decir el buen ciudadano es aquel que se involucra en los asuntos de todos. De la hubrys y la ápolis a la denoités el hombre sin límites, es decir la terribilidad. Antígona es una cima del pensamiento democrático al aludir a la hubrys intrínseca de los hombres y de esta forma situarlo frente al problema último del hombre autónomo: la autolimitación del individuo y de la comunidad política. El hombre es el ser más terrible porque nada de lo que hace puede ser atribuido a un don natural. Es la diferencia con los dioses que son lo que son por su naturaleza y lo son para siempre. Los dioses no cambian, ni evolucionan. El límite que pone el poeta a la denoités es la muerte. Según la interpretación de Castoriadis la antropogenia de Esquilo se contrapone a la autocreación en Sófocles. Esquilo parte de una condición pre humana, presentando el pasaje a la condición humana como fruto de un don de parte de un ser sobrehumano. Nada parecido en Sófocles dirá Castoriadis ya que no hay aquí condición pre humana, en tanto a partir de que existe, el hombre se define por su acción práctica, poiética. El hombre de Sófocles sabe (habría que agregar, o niega) que es mortal, condición que resulta determinante. En suma, la esencia del hombre es la autocreación. En un doble sentido: el hombre es creador de su esencia. Y esta esencia es creación y autocreación. Lo histórico - Social En gran medida la obra de Castoriadis es una extensa reflexión sobre lo que él llama el pensamiento heredado a lo largo y a lo ancho de la historia. Su obra nunca se apartará en cuanto a lo histórico social de la fuerte relación entre filosofía y política, por empezar con Platón y su odio inextinguible a la democracia por parte de uno de los mayores filósofos de la historia según la expresión de Castoriadis. Con el filósofo de lo inteligible tendrá una notable discusión en un texto dedicado a una extensa reflexión sobre el diálogo «El Político» de Platón. El texto en sí mismo representa una suerte de diálogo vivo, un mano a mano en un ágora de 2500 años. La reflexión de Castoriadis se centrará en distintos puntos, uno de los cuales es la cuestión de la ley. Para Platón la ley tiene un problema intrínseco: nunca puede cubrir todos los casos a los que la ley se refiere. Razón por la cual sólo puede ser aplicada por un hombre real capaz no sólo de dar cuenta de ese déficit por definición de la ley, sino al mismo tiempo de poder compensarlo. Ese hombre real es el rey filósofo o el filósofo rey. Para Platón la caída de la polis, que bien podría haber sido una destrucción de hecho (en todo caso de hechos) en una destrucción de derecho, el mal es intrínsico a la democracia convirtiendo su caída en un caso de justicia filosófica inmanente. De este modo implanta de ahí en más en las cabezas occidentales, que la política es una cuestión de episteme y no de doxa, que es lo propio de las multitudes ignorantes y apasionadas. De alguna manera lo que hoy vemos y pensamos sin advertirlo: la política como una carrera, un asunto de especialistas y de profesionales en sociedades cuya máxima aspiración al respecto es, en el mejor de los casos, ser bien gobernados. El otro gran filósofo constantemente presente en su obra es Aristóteles. Del extenso aná- pág. 11

12 DESTACADO: De la Imaginación al poder al poder de la imaginación JORGE BESSO, Dr. Psicología lisis de De Ánima Castoriadis extraerá la piedra preciosa más valiosa de su obra: la imaginación radical. La imaginación radical habla de la radicalidad de la imaginación primera o primaria, condición de la imaginación segunda, base de la psiquis humana y de toda la creación. El alma nunca piensa sin imágenes será la afirmación aristotélica extensamente analizada por Castoriadis para invertir una certeza del pensamiento heredado: la imaginación es la condición de la razón y no a la inversa. Subvertir la preeminencia de la razón sobre la imaginación es apuntar a uno de los núcleos del pensamiento heredado atravesado por el supuesto del hombre como un ser racional. El correlato del hombre como un ser racional es la marcha de la historia con un sentido inherente a dicha marcha: es esa versión teleológica de la historia que tendrá a la idea de progreso como su actor principal. La idea del progreso ilimitado en el capitalismo, de la mano de los notables avances tecnológicos que supuestamente irían acompañados de una evolución de lo humano, todo ello junto a un mercado que en su desborde por el avance de lo económico inevitablemente repartiría progresivamente la riqueza. O la idea de progreso también en el materialismo dialéctico, en tanto y en cuanto el sistema capitalista se detendría y tendría sellado su destino final a partir del ahogo de las fuerzas productivas encerradas en las contradicciones insuperables del capitalismo. No hay marcha teleológica de la historia en ningún sentido. Lo que se registra en el eje de lo histórico social son alteraciones que subvierten el orden de un mundo que ha clausurado su sentidos fundamentales. En todo caso la marcha de la historia mostrará rupturas de las clausuras con las que se constituyen y organizan los diferentes mundos. Habría que decir los innumerables mundos generales y singulares. Dos grandes rupturas en la historia de occidente. La de la polis griega, con su apogeo en el siglo V, el siglo de oro de Pericles. Momento fundamental, paso instituyente en que una sociedad esencialmente heterónoma, es decir una sociedad que no se daba sus propias leyes, rompe su clausura y abre la organización social hacia la autonomía. Nace el ciudadano y con él la democracia, o si se prefiere nace la democracia y con ella el ciudadano, a partir de dos cuestiones esenciales: El pueblo se da sus propias leyes. Las leyes pueden ser cuestionadas ilimitadamente. Es verdad que en el pueblo no estaban todos, ya que los extranjeros, los esclavos y las mujeres estaban excluidos de la participación política. Pero también es cierto que esa exclusión de una u otra manera se repetía en las sociedades de la época. En cambio fue Atenas la que pudo romper con las leyes que encontraban su fundamento y su origen en algo externo a su propia organización social: la divinidad como soporte del Rey. Luego vendría la caída de la democracia, que es el contexto de los grandes filósofos Platón y Aristóteles. Los filósofos de la decepción según F. Chatelet. La segunda ruptura la ubica Castoriadis en las revoluciones europeas que van a culminar con la revolución francesa. Autonomía y heteronomía, son los dos extremos visibles e invisibles que trabajan en y trabajan a la sociedad. Las sociedades no cambian, se alteran. Autonomía y heteronomía en cierto sentido representan la bipolaridad de la sociedad, siempre en deuda con la democracia, sobre todo con las formas que han consolidado la política como una especialidad, una profesión sujeta a lobbys, con muchos más intereses que ideas a debatir. Pero el problema fundamental está en la «representación», a la vez un fenómeno y un concepto de las democracias pág. 12

13 modernas, ausente en la democracia ateniense. La problemática de la representación abrirá el camino para que la política se consolide en una obra y en una tarea de especialistas, seres epistémicos de la política, un homo político reconocido como político de raza en la jerga del vulgo supuestamente más inteligente. Así las cosas la política es una institución en sí misma. Como toda institución es conservadora, casi totalmente impregnada del pensamiento heredado, siempre a resguardo de cualquier alteración del orden establecido, desgastando absolutamente la idea de un cambio al convertirlo en un eslogan de campaña enarbolado a izquierda y derecha, para habitar el mayor tiempo posible el centro del poder. Con todo, dentro del pensamiento heredado habrá algo imprescindible, lo que Castoriadis llama la lógica conjuntista identitaria, en definitiva la lógica aristotélica, la lógica ontológica, indispensable para todo análisis, para toda reflexión, a la que necesariamente recurrimos en toda tarea humana con sus dos dimensiones fundamentales el legein y el teukhein. El Legein El legein es la dimensión conjuntista constituyente de conjuntos del representar/decir social, así como el teukhein (reunir adaptar fabricar construir) es la dimensión conjuntista constitutiva de conjuntos del hacer social. Ambas se apoyan en el aspecto identitario del primer estrato natural, pero ambas ya son, como tales, creaciones sociales, instituciones primordiales e instrumentales de toda institución (lo que no implica ninguna anterioridad temporal o lógica). Este párrafo pertenece a la «Institución Imaginaria de la Sociedad» vol. II cuya primera edición es de 1975 y los paréntesis pertenecen al autor. Se puede observar ahí en una síntesis inicial de estas dos dimensiones, se podría decir también de estos dos operadores tanto de base como de altura, de los que se vale el autor para las dos operaciones fundamentales: La operación constituyente. La operación constitutiva. Totalmente entrelazadas en el decir y en el hacer podrán organizar tanto el lenguaje como el hacer. El lenguaje en tanto lengua en lo que se refiere a la significación, pero también el lenguaje como código. Es decir el leguaje organiza y se organiza. En esta organización la designación se constituye en la operación fundamental del legein. Con ella un lugar relevante para el signo. Castoriadis aclara en este punto que con signo se refiere al sentido corriente de este término y en tal caso no es el que le diera Saussure. En suma que signo aquí lo es en tanto «instancia concreta» pasible de concreción material: «esto se llama x» con lo que x ha siso constituido como objeto aparte, recortable del flujo heracliteano, según la expresión del autor. Todo lo cual lleva directamente a la relación signitiva, a la especificidad de la relación signoobjeto. Finalmente lo que la relación significativa hace operar es el qui pro quo, una cosa en lugar de la otra, o una cosa por otra, es decir la representación que, por así decir, en su funcionamiento implica las categorías lógicas que les son imprescindibles; pero tal representación es imposible de construir a partir de dichas categorías. Castoriadis agregará que el lenguaje es instituido, como ya lo veía el propio Demócrito. pág. 13

14 DESTACADO: De la Imaginación al poder al poder de la imaginación JORGE BESSO, Dr. Psicología El Teukhein Castoriadis va a decir que teukhein significa «reunir-adaptar-fabricarconstruir». Por lo tanto se trata de dar existencia como a partir de de manera adecuada a con vistas a según lo explica el autor, quien finalmente dirá que lo que se ha dado en llamar techné es una palabra derivada precisamente de teukhein que, a su vez, ha dado lugar al término «técnica» que viene a ser una parte de lo que supone y abarca el teukhein. Llegados a este punto la cuestión fundamental es que antes del desarrollo de cualquier técnica el imaginario social instituyente debe instituir a la propia sociedad. En suma que el propio imaginario reúna construya adapte fabrique él mismo como sociedad, se de existencia como sociedad a partir de sí mismo, sin necesidad de recurrir a ningún origen extra social. Una nueva referencia a que no hay, estrictamente hablando, un origen detectable y fechable, o un acto inasible e inalcanzable de un Ser superior al que nada se le puede preguntar. La sociedad es autocreación y en ese instituir fundamental están implícitos tanto el legein como el teukhein. Desde otra mirada José Saramago reflexionará e invitará a la reflexión sobre este mismo punto en un magnífico artículo publicado en varios medios en el año 2005 con el sugestivo título «Dios como problema» en el que dirá: No hay amor ni justicia en el universo físico. Tampoco hay crueldad. Ningún poder preside los millones de galaxias y los millones que existen en cada una. Nadie hace nacer el sol cada día y la luna cada noche. Incluso cuando no es visible en el cielo. Puestos aquí sin saber por qué, ni para qué, hemos tenido que inventarlo todo. También inventamos a Dios, pero Dios no salió de nuestras cabezas, permaneció dentro, como factor de vida algunas veces, como instrumento de muerte casi siempre. Podemos decir «aquí está el arado que inventamos» pero no podemos decir «aquí está el Dios que inventó el hombre que inventó el arado». A ese Dios no podemos arrancarlo de dentro nuestras cabezas, ni siquiera los ateos pueden hacerlo. Por lo menos, discutámoslo. Habría que poder decirle a Saramago que quizás en ese «puestos aquí sin saber por qué, ni para qué», se puede entrever todavía algo de la sombra o de la estela o acaso de la mano de Dios. Dios como el Autor de esa puesta inaugurante e inaugural a partir de la cual de ahí en más se sucederían todos los escenarios de ese gran teatro del mundo del que hablaba Shakespeare. De todos modos, somos puestos aquí, como lo fueron nuestros antepasados, como pusimos a nuestros descendientes, como harán ellos mismos con los suyos, siempre en definitiva sin saber muy bien por qué ni para qué. Abiertos a un sentido del que no disponemos al nacer, rápidamente impregnados de sentidos varios que disponen de nosotros, tendremos que hacer lo posible para no olvidar que nunca está dicha la última palabra. Siempre puede hablar otra palabra más que aliente a sentidos distintos a los ya sentidos tantas veces. Como las de Saramago. Psique y Sociedad He aquí dos opuestos indisociables. La sociedad en su marcha de y en lo histórico- social, que avanza o retrocede según sea, siempre cargada de sentidos a partir de las Significaciones Imaginarias Sociales (SIS): Dios, el dinero, el valor, la felicidad, las transgresiones, los someti- pág. 14

15 mientos, la familia, la amistad, el poder, la traición, la lealtad, la vida y la muerte, con su diversidad de significaciones, y demás significaciones cristalizadas que se puedan listar. Sin olvidar la crisis o pérdida de los valores, como por ejemplo la generosidad. En su lugar el avance del egoísmo y el protagonismo, en suma el culto en los abundantes fundamentalismos que muestran a las religiones dueñas del sentido, predicado en los templos, pero también fuera de las iglesias y capillas, en demasiadas ocasiones en salones económicos, políticos o pseudo científicos. En cuanto a la Psiquis, carece de sentido. Es decir de un sentido que le sea inmanente como el que le provee el instinto a nuestros hermanos biológicos, razón por la cual nacen sabiendo, en el sentido de que nacen sabiendo cómo dar en el blanco. Pueden matar o morir, pero nacen sabiendo quién es el enemigo y qué es comida y qué es veneno. No es el caso de los humanos, seres más bien errantes que tienen que ser encaminados en los caminos de la incertidumbre con cualquiera de las certezas que oferta la sociedad. O bien con una educación que eduque sin domesticar, como en las educaciones en que las preguntas son las privilegiadas, por encima de la pasión neurótica por las respuestas. Siempre pendientes de que lo auxilien para dar el primer paso. Pero también el siguiente y los sucesivos. Opuestos indisociables porque la psiquis necesita de la sociedad, precisamente para proveerse de sentido, y la sociedad necesita a la psiquis porque le resulta imprescindible para la transmisión y la implantación de dicho sentido. Ahora bien, las sociedades (como los organismos) se organizan como y con clausuras. De algún modo en el sentido matemático del término, es decir conjuntos cerrados, constituyendo mundos con significados incontables, pero no infinitos, ni totalmente abiertos ni totalmente cerrados en el caso de los mundos humanos. En la India las vacas son sagradas y no hay nada en su biología que determine tal destino o estatus. En cambio en estas tierras campea un culto por la vaca, animal no divino que engorda organismos o bolsillos y en algunos casos ambos, pero en definitiva sin determinación biológica para ambas desmesuras. La especificidad de las clausuras de los mundos humanos generales o particulares será que dichas clausuras nunca sean totalmente cerradas, por lo mismo con una inestabilidad explícita o implícita. Esto por la particularidad esencial que recorre de una punta a la otra a las representaciones humanas, conceptualización freudiana reformulada por Castoriadis. La imaginación radical en la base de la psiquis humana y por lo tanto en los cimientos de la representación, lo que tendrá como consecuencia que no tenga sentido ni sea posible preguntarse, por ejemplo, cuántas representaciones tengo al día de la fecha. Con toda probabilidad dicho número imposible variará en horas de la tarde o noche sin que se pueda decir, mucho menos preveer, si serán más o acaso menos. Al respecto el legein y el teukhein no podrán hacer conjuntos en el sentido estricto, con lo que Castoriadis habla de un Magma de Representaciones con una lógica en oposición y complemento a la lógica aristotélica. La inestabilidad por definición y constitución de las clausuras humanas es al mismo tiempo la condición para un concepto de «verdad», diferente a los que conforman el pensamiento heredado. La verdad en estos términos no consiste en ninguna de las adecuaciones del enunciado con el objeto de lo enunciado, sino más bien que la verdad, o mejor las verdades, se las podrá buscar y eventualmente encontrar en las rupturas de las clausuras. El movimiento de la ruptura de una clausura a otra será entonces un movimiento de la verdad, sin exigencias de adecuación a lo instituido, en la dirección del proyecto de autonomía. pág. 15

16 DESTACADO: De la Imaginación al poder al poder de la imaginación JORGE BESSO, Dr. Psicología Regiones Lo histórico social se organiza en regiones del ser en el sentido más amplio y corriente del término, es decir una organización conjuntista de lo existente historizada y estructurada en torno a un para sí constituyente de cada mundo. Con la delimitación de cuatro regiones de lo existente Castoriadis intenta abarcar lo que se incluye dentro de lo que el llama el pensamiento heredado. Lo que nombra como la «lógica conjuntista identitaria» (mencionada anteriormente) también llamada lógica formal aristotélica, es decir la lógica dominada y organizada por el legein en el amplio campo de la designación y el teukhein en el extenso y complementario campo del hacer. Pero también hay que decir en una extrema síntesis que el pensamiento heredado se apoya en un pilar fundamental: Ser es ser determinado. A partir de aquí se puede discutir qué es lo determinante. Si lo determinante son las impresiones entonces nos situamos en el camino del empirismo. Por el contrario si lo determinante son las ideas entonces nos situamos en las rutas del idealismo. Entre lo interior y lo exterior el sujeto se debate en su compleja relación con el objeto de acuerdo al estatus epistemológico que se le de, precisamente, al sujeto, al objeto, a la imagen, a la palabra, a lo significante, a la estructura y a la historia. En término generales se podría decir que se discute qué determinación o qué es lo determinante, pero no la determinación misma. Ser es ser determinado repetirá Castoriadis una y otra vez. Ahora bien, él le dará un lugar a la indeterminación con relación al sujeto humano lo que hará que la clausura en el mundo humano sea inestable por definición. Desde este ángulo se podría decir que al mismo tiempo ser es ser determinado y ser es ser indeterminado. Es fundamentalmente en esa obertura del ser, de todo lo que es, donde se encuentra la fuente, la condición de posibilidad de toda creación. Pero también la condición de posibilidad de todas las locuras imprescindibles e insoslayables para cubrir de sentido ese insoportable agujero del ser. Es decir las locuras de la normalidad y las locuras de la enfermedad como tal. Llegados a este punto se pueden distinguir las regiones de la que habla Castoriadis al respecto, en el último de los tres capítulos del texto «El psicoanálisis proyecto y elucidación» el autor dice: De hecho tenemos que vérnosla con una multiplicad de regiones, e incluso de niveles del ser que, todos, son muestras del para sí, cuya insuficiente distinción es fuente de confusión en la materia. Será preferible para entender lo que sigue, que haga una breve caracterización de ellas. Por mi parte haré un resumen de su breve caracterización de los niveles del ser: [ 1 ] Lo viviente, constituye un para sí en su generalidad a partir ya de la célula. En su organización y organizaciones como autofinalidad. (este aspecto es común a todas las regiones del ser) [ 2 ] Lo psíquico, es un para sí como tal, pero también en su diversidad en las distintas instancias, o en una referencia a las «personas psíquicas» a partir de las formulaciones de Freud. [ 3 ] El individuo social, es también para sí, en este caso como el producto de la transformación de lo psíquico por la sociedad, a partir de la cual cada soma-psique singular conforma una entidad socialmente definida, laboralmente y sexualmente, con sus pertenencias, motivaciones, ideas y valores. [ 4 ] La sociedad, en tanto y en cuanto cada sociedad posee los atributos esenciales del para sí: las variadas formas de la autofinalidad (autoconservación, etc.) pág. 16

17 La cuestión es que en estas cuatro regiones nos encontramos con lo «simplemente real». Ahí falta el núcleo fundamental, es decir el sujeto humano propiamente dicho. Es lo que se ha de despejar en la cura analítica, ese es el sentido en definitiva de dicha cura. Lo que debe advenir en un psicoanálisis, si funciona y cuando funciona, si logra transformar el sufrimiento de alguien en un mero malestar banal. Que es a lo que se aproxima la normalidad. O si en un paso más puede ir más un poco más allá del individuo social que, en tanto sujeto, pueda pasar de una lógica de la atribución a una lógica de la imputación respecto de su vida, de las consistencias e inconsistencias de dicha vida, todas imputables en última instancia a cada cual. La Sublimación después de Freud Un punto de vista clásico del psicoanálisis es que la sublimación es el destino más elaborado de la pulsión que Freud situó en la base de la vida psíquica. Se trata de un recuso no sólo muy importante, sino que además es visto con mucho prestigio dada la vinculación de la sublimación con lo sublime, lo excelso y en definitiva con los ideales. Con el resultado de dar la impresión de que la sublimación podría preservar de la locura. No es así, como lo evidencia la clínica psicopatológica en general y la clínica psicoanalítica en particular, además de la psicopatología de la vida cotidiana de la que hablaba Freud. Sabemos que la sublimación es un destino de la pulsión que no pudo cumplirse. Es el famoso texto que se perdió, o que Freud eliminó, o que acaso no escribió. En definitiva extraña paradoja de un destino el hecho de no cumplirse. El resultado de esta ausencia o pérdida es una de las puertas más importantes que quedaron abiertas para el después de Freud. Fundamentalmente porque en la sublimación el objeto juega un rol decisivo, en contraposición al objeto freudiano de la metapsicología, formando parte de la pulsión, y por tanto mucho más interior que exterior. Es en este punto donde Castoriadis toma la posta freudiana de la sublimación que se encuentra en menciones más o menos dispersas en la obra del creador de psicoanálisis. Con una consideración original para este destino de la pulsión en tanto y en cuanto la sublimación no está presente sólo en lo sublime. Es sabido que para Freud la pulsión es incognoscible, razón por la cual la conocemos a partir de sus derivados, esto es, las representaciones. Puede decirse que el camino de lo psíquico es un recorrido que va desde la certeza pulsional a la incertidumbre del objeto. La certeza pulsional es una referencia a que el fin esencial de la pulsión es su irrenunciable satisfacción a través de un objeto que Freud definía como lábil. De este punto fuerte de la teoría psicoanalítica constatable en la clínica y en las vidas más «normales» Castoriadis extrae algunas consideraciones claves en su desarrollo teórico: [ 1 ] La psiquis humana es a funcional. Es esta una diferencia esencial con el resto de los vivientes respecto de los cuales cualquier psiquis constatable o adjudicable necesariamente es funcional con relación a su objeto. En cambio la psiquis humana no tiene un objeto canónico, es decir un objeto adecuado, un modelo de objeto o un objeto modelo para la sexualidad, para la alimentación, para el amor y para la mayor parte de las actividades de los seres humanos. [ 2 ] La particularidad y la especificidad de la psiquis humana tiene una de las claves en la separación del placer representativo del placer de órgano. Esta disociación constitutiva juega un papel decisivo en la sublimación. pág. 17

18 DESTACADO: De la Imaginación al poder al poder de la imaginación JORGE BESSO, Dr. Psicología [ 3 ] Hablar es ya sublimar, como consecuencia de esa disociación entre el placer representativo y el placer de órgano. Si lo contrario fuera lo cierto, es decir si el placer representativo estuviera, por así decir, soldado al placer de órgano, el infante tendría la boca llena de placer y en tal caso no hablaría. Lo saben y lo dicen las madres, que no se habla con la boca llena. No sólo por la torpeza en la comunicación, sino por poner la satisfacción demasiado a la vista. Por lo demás si un órgano pudiera atrapar el placer, la sublimación no sería ni necesaria ni posible, y en ese sentido para qué hablar. Pero las zonas erógenas de las que habla el psicoanálisis no se llenan de placer, a la par de que la pulsión es incolmable, en todo caso es calmable a partir de una satisfacción siempre parcial. [ 4 ] Esto es la condición de posibilidad de la sublimación, que no es sin satisfacción. Pero con una característica más que importante, dado que para que la sublimación cumpla su cometido es necesaria una sustitución o transformación de un objeto privado para la satisfacción por uno público. En este sentido hablar es un ejemplo tan cotidiano como contundente ya que el humano encuentra un placer que bien podemos llamar sublimatorio y que se practica delante de todos en el ejercicio de un verbo que además da prestigio. Sin embargo también hay que decir que el desarrollo de Castoriadis al respecto no agota la cuestión de la sublimación (ni mucho menos) en el amplio y diverso campo del después de Freud. Cabe simplemente mencionar en este punto a otro francés no nacido en Francia, André Green, que introduce un giro novedoso con relación a la sublimación en la medida que, si la sublimación consiste en una operación de trasformación y sustitución llamada clásicamente desexualización, en tal caso la sublimación no está del lado de la pulsión de vida sino más bien del lado de la pulsión de muerte. Ciencia y Psicoanálisis: La Aporía en Castoriadis En esta cuestión tan transitada lo primero que hará Castoriadis es una afirmación de principio: La psiquis no es un epifenómeno. Es decir no se trata de un fenómeno dependiente respecto de un nivel principal, del cual lo psíquico no sería más que una manifestación accesoria, en particular de lo biológico. Caro sueño de los oráculos positivistas, lo cierto es que hoy por hoy en rigor no es posible ninguna reducción de lo psíquico a lo biológico, con lo que se desvanecen todos los intentos de encauzar o acotar la diversidad de lo humano, algo más bien insoportable para cierta ciencia y en definitiva para muchas ideologías. Por lo demás, las más recientes investigaciones en lo biológico hablan ya que también en ese orden la diversidad humana es constatable. A renglón seguido una segunda afirmación también al modo de una cuestión de principios: el psicoanálisis quiere ser ciencia, que otra cosa podría querer ser. Ese era el sueño y el proyecto de su fundador, afiliado a un círculo positivista, deslizando en algunos tramos de su obra la idea de una pág. 18

19 relación directa de las psiquis con lo biológico. Pero que en el final de su vida, en el Compendio de 1939 dice, respecto de tal relación que, «si existiera, no proporcionaría en el mejor de los casos más que una localización precisa de los procesos de la consciencia, y no contribuiría en nada a su comprensión». Se puede hablar en Castoriadis de una clínica del sentido, sin olvidar que toda clínica lo es en sus desarrollos explícitos o implícitos. Sin embargo en él hay una mención explícita de la cuestión del sentido, presente en Freud en especial en «El Malestar en la Cultura», un texto no muy trabajado en el psicoanálisis, quizás por que pertenece a los que algunos comentadores llaman el Freud social, bastante ignorado por los psicoanalistas. El malestar del que habla Freud es un malestar por definición, no de alguien en particular, sino de todo ser humano habitante de una sociedad rodeado de las restricciones que toda cultura necesariamente impone a sus propios creadores. Lo que recuerda el viejo adagio que dice la sociedad crea a los hombres que hacen a la sociedad que crea a los hombres que hacen a la sociedad En un círculo crónico, tan vicioso como virtuoso, que hace de la paradoja el domicilio más habitual de los humanos y de la aporía (se verá sobre el final del artículo) su residencia permanente tanto trabajando como vacacionando. Es en el amplio campo del sentido que el psicoanálisis recoge más directamente sus «materiales de estudio». Castoriadis señalará que el objeto de estudio del psicoanálisis está a la vista, se trata de los sueños, los actos fallidos, los síntomas, delirios, alucinaciones y demás hijos del crisol de las psiquis en actividad hasta la última gota de tiempo. Todo este material presente en consultorios, pero también en dormitorios, en espacios abiertos o cerrados, en aulas o en fábricas, en suma en cualquier lugar, está tramado por lo que llama condiciones de sentido, logoi embioi, que viene a ser el sentido encarnado, es decir las significaciones materializadas, en definitiva las significaciones vivientes que hacen e impregnan a toda sociedad. Un material social que no necesita de ningún laboratorio para comprobar el trabajo anónimo e invisible que la sociedad y sus integrantes realizan sobre dichas significaciones. Y las significaciones en ellos. Ejemplo mínimo: entre nosotros, de la noche a la mañana, resulta ser que «boludo» no representa solamente un viejo insulto, sino que ya forma parte del tratamiento normal y hasta cariñoso fundamentalmente entre los jóvenes. Castoriadis no olvida que las significaciones vivientes son un objeto compartido por todas las disciplinas de lo histórico social, pero... la sociedad crea a los hombres que hacen a la sociedad... que crea a los hombres que hacen a la sociedad. el psicoanálisis no es solamente una teoría sobre su objeto, sino que su posible fecundidad se debe a que es una práctica poiética, según su expresión. En todo caso una práctica transformadora, quizás una praxis en el sentido de Marx. Lo que requiere no sólo un trabajo en lo intersubjetivo, sino esencialmente en lo intrapsíquico. Finalmente será la realidad psíquica el objeto de estudio específico del psicoanálisis. De ese objeto extraño, dirá Castoriadis, no puede hacer ciencia y no debe hacer filosofía. Debe hacer su elucidación aporética y dialéctica. Nuestra magna Academia de la Lengua dice de la aporía que se trata de un «enunciado que expresa o contiene una inviabilidad pág. 19

20 DESTACADO: De la Imaginación al poder al poder de la imaginación JORGE BESSO, Dr. Psicología de orden racional». Al respecto Castoriadis señalará que la necesidad y la imposibilidad de una conceptualización científica del psicoanálisis no son ni accidentales, ni provisorias. Son esenciales. Lo dicen bien los académicos, la inviabilidad de la que habla la aporía es de orden racional. Pero la cuestión no menor es que el ser humano es también y de un modo fundamental de un orden imaginario. De ahí las contradicciones y la riqueza de los humanos. Para el bien o para el mal. Sin que nunca sepamos del todo bien qué es el bien, y en ocasiones nos apresuremos demasiado en saber qué es el mal. Por mi parte veo al psicoanálisis más del lado de la ciencia con las complejidades del caso, de las cuales no está exenta la propia ciencia. Recuerdo mi sorpresa cuando al recorrer el impresionante museo de la ciencia en Munich de pronto me encuentro con una sala dedicada al psicoanálisis, en especial a Freud. Un museo ideal para visitar con Mario Bunge para que pudiera ver a Freud domiciliado nada menos que un templo alemán dedicado a la ciencia. Por lo demás ciertas disciplinas clasificadas como científicas sin demasiadas consideraciones, ni reflexiones al respecto, a menudo no se comportan como tales. Es el caso de la Economía, que además de tener practicantes que la más de las veces responden a intereses, producen resultados nefastos para muchos y jugosos para pocos, precisamente por responder «a x» intereses. Esto sin olvidar que los últimos premios Nobel del rubro ponen en duda algunos de los mandamientos sagrados de la disciplina, en especial los que pretendieron hacer del Mercado una ciencia practicada y predicada por los sacerdotes neoliberales. El escritor español Vicente Verdú en su último libro, con el sugerente título de «El capitalismo funeral», dice al respecto que la economía, la ciencia social matemáticamente más avanzada, es la ciencia humana más atrasada. Finalmente, la autonomía se debe distinguir de la independencia. A modo de ejemplo a la vista se puede comprobar simplemente que los países son independientes, pero no autónomos. Tampoco lo son los individuos en mucha ocasiones. La independencia se alcanza, la autonomía se ejerce. Tiene como condición la reflexividad, la capacidad de cuestionar y cuestionarse, para lo cual es imprescindible recordar lo que Castoriadis comenta que el poeta le dice a los atenienses en Antígona: aún cuando tenemos razón, puede ser que estemos equivocados, nunca está dicha la última palabra en el plano de la lógica. Este debiera ser el sentido de un psicoanálisis. El camino imprescindible para pasar de una lógica de la atribución a una lógica de la imputación. Para salir de la inimputabilidad, el sueño común a todas las locuras. pág. 20