La Pedagogía de Paulo Freire

Transcripción

1 Facultad de Educación Pedagogía en Educación Básica con Mención Fundamentos de la Educación Básica La Pedagogía de Paulo Freire Basada en la conciencia crítica: El camino a la libertad. Por: María Fernanda Hernández Núñez Dra María Elena Mellado Ayudante: Omayra Muñoz Temuco, 23 de marzo de 2015

2 Paulo Freire (Recife, Brasil, São Paulo, 1997) ha sido uno de los más pedagogos más influyentes del Siglo pasado, siendo un revolucionario en su búsqueda de una Educación justa en donde se geste la libertad de cada persona. Por esta razón, deja las leyes para dedicarse a la Pedagogía. Inventa un método de alfabetización de adultos, en el exilio trabaja para perfeccionarse y descubrir nuevas formas de educar. Gracias a la experiencia adquirida escribe una serie de obras que deja como legado a todo pedagogo. Entre ellas sobresalen La educación como práctica de la libertad (1967), Pedagogía del oprimido (1970), Pedagogía de la esperanza (1992), Profesora sí; tía no: Cartas a quien pretende enseñar (1993). Por su trayectoria, se convierte en un fiel exponente de la Pedagogía Crítica. Profesora sí; tía no, fue traducido al español bajo el nombre Cartas a quien pretende enseñar, para que cobre sentido en todos los países latinoamericanos de habla hispana (no en todas las culturas se acostumbra a dirigirse a los maestros como tíos ). Es un libro a través del que, uno de los mejores pedagogos del siglo XX se dirige a todos los educadores por medio de 10 cartas, en las que invita a reflexionar sobre temas que competen directamente a los profesores y los educandos. Antes de comenzar con las cartas, hace referencia a una serie de recomendaciones, también dirigidas a los educadores, tales como el valor al título de profesor, totalmente diferente al rol de un tío, o la importancia de la lectura, el pensamiento y la escritura, temas que aborda para explicar que dichos actos han de ser reflexionados y no realizados de forma mecánica. Invita a los profesores a recibir una formación íntegra, tanto física como emocionalmente, tanto académica como personal. Permitir que la creatividad tome su lugar en la formación y el desarrollo de los maestros, y también su valentía a la hora de defender sus derechos. La primera carta, habla sobre la dinámica enseñar y aprender, como uno de los pilares de la pedagogía. La enseñanza de verdad se interrelaciona con el aprendizaje, -es mutuo-, por eso la importancia de generar aprendizajes, más que el mero hecho de transmitir información, para que así se cumpla el objetivo que compete a todo educador: enseñar. Quien enseña, aprende, adquiere experiencia, crece. Freire también enfatiza en la importancia de no dividir y más bien hacer que de forma simultánea el aprendizaje teórico se empape del aprendizaje en la práctica.

3 Luego en su segunda carta se refiere a conceptos tales como el miedo, las dificultades e inseguridades. El miedo a lo desconocido o al enfrentarse a diversas dificultades es normal. El problema se genera cuando de pronto, el miedo paraliza hasta un punto en que reinan las inseguridades: que a su vez se originan en un constante no identificar las propias habilidades, por problemas en el equilibrio emocional, o incluso el sólo pensar en la carencia de alguna competencia para enfrentar dicha dificultad. En esta carta, Freire exhorta a no paralizarse sin un previo esfuerzo: identificar el obstáculo para dominarlo, enfrentar cada situación, si es posible dando un paso hacia adelante, o por el contrario, luego de discernir, optar por postergarla. Pero tomando la decisión con responsabilidad y determinación, sin huir de ella. Pronto, en una tercera carta, Paulo Freire invita a aclarar las motivaciones a la hora de estudiar. Resalta sobremanera la importancia de que la opción por la pedagogía sea verdaderamente por vocación y no por intereses ajenos al área en que nos desarrollaremos, para así responder con diligencia a todas las responsabilidades que competen a un maestro. En la cuarta carta, Freire se refiere a las cualidades, habilidades y competencias que es necesario desarrollar en favor del progreso; se desarrollan principalmente en la práctica y son gestoras de una escuela en donde se vive la libertad y la alegría de pensar, actuar, crear, hablar y amar, de reflexionar y aprender con gusto. En cuanto a las cualidades descritas, impera la humildad, aunque también habla otras tales como valentía y tolerancia. El autor dice sobre las cualidades, que son generadas de manera coherente con la acción política de naturaleza crítica del educador (Cartas a quien pretende enseñar, 1993, pág. 75): esto significa que tener una ideología clara y fruto de la sabiduría y no de lo que un tercero nos ha impuesto-, genera un pensamiento crítico. Al respecto invita a ser valiente para luchar y defender los derechos del educador. Freire también habla sobre los temores que genera desde el principio el enfrentarse a una clase, a una nueva responsabilidad, a un nuevo grupo de personas. Y la importancia de la coherencia en cuanto a lo que se dice en relación a los actos en la sala, ya que los niños se dan cuenta inmediatamente cuando la profesora hace exactamente lo opuesto de lo que dice. Esto lo insiste en la sexta carta, invitándonos a dar testimonio, que en definitiva es anunciar más con la vida con hechos- que con palabras, ya que los niños aprenden según lo que ven, más que por lo que oyen. También recalca la importancia de la fidelidad al rol de educador

4 frente al educando. La dignidad, de la mano de la libertad y el autoestima, reflejadas en el caso de una niña de una de las favelas de San Pablo, llamada Carlinha. En una séptima carta, Paulo Freire apunta a la diferencia entre hablarle al educando y hablar con él, oír al educando y ser oído por él. La importancia de la escucha mutua, el respeto mutuo. Así como el profesor debe estar atento a cada estudiante, ellos también deben atender a lo que el educador les quiere transmitir. Es mantener el equilibrio entre la libertad de expresión y el exceso de permisividad que llevarían muy pronto a los educandos a una pérdida del respeto y la autoridad hacia su maestro. Respecto a la identidad, la cultura y la educación, Freire explica que existe una gran armonía entre la cultura, -que tiene relación con el lugar donde nacemos y estamos inmersos-, y la construcción de la identidad de cada persona. En este campo es que se logra la educación: ambas están estrechamente unidas y son complementarias. La claridad respecto a la identidad de cada persona, y la comprensión del contexto en que se desarrolla, -que en su conjunto conforman a cada persona-, son fundamentales para la construcción de los aprendizajes de cada uno. En su novena carta, el autor hace una importante relación entre teoría y práctica. Lo hace apuntando a dos conceptos importantes: el contexto concreto, que corresponde a la realidad en que estamos inmersos: en donde nuestros hábitos están más bien automatizados y ya no existe una imperante necesidad de pensar o encontrar una explicación a nuestros actos. Y por el contrario, el contexto teórico, aquel que precisa de una reflexión crítica sobre nuestro condicionamiento en el contexto cultural. Freire insiste en la importancia de desarrollar un criterio lleno de valores y una actitud de educador, con las cualidades y habilidades mencionadas a lo largo de su obra, para que así exista una disciplina intelectual en el aula, de modo que se respete la libertad de cada persona, que cada profesor y cada estudiante sea constructor de la sociedad y sus conocimientos. Valores que preparan no sólo para trabajar en una clase, sino que trascienden toda la vida. Finalmente Paulo Freire señala la gran importancia de la sabiduría y el crecimiento como procesos que se generan en una especie de círculo virtuoso dinámica que alimenta el aprendizaje y la experiencia.

5 Bibliografía Freire, P. (2009). Cartas a quien pretende enseñar. Buenos Aires: Siglo Veintiuno Editores.