Gaitan, Lourdes; Sociología de la infancia. Edit. Síntesis, Madrid Pág

Transcripción

1 Gaitan, Lourdes; Sociología de la infancia. Edit. Síntesis, Madrid Pág Niños y familias La familia está situada, de algún modo, en el centro de la sociedad, por debajo de lo colectivo, pero por encima del nivel individual. Para los niños la familia representa el principal referente de sus vidas y el lugar en el que, por encima de todos los demás, aspiran a ser tratados como personas por su propio derecho. Un espacio de afecto y ayuda mutua que, a los ojos de los niños, aparece como una red fluida de relaciones basadas antes en los sentimientos que en los lazos de sangre o en las disposiciones legales. Los niños viven en muchas clases de familias y reconocen como sus parientes a un conjunto variado de personas. De este modo se hacen eco de algo que caracteriza a la institución familiar, cual es su diversidad a lo largo del tiempo y a través de las distintas culturas. Una segunda característica de los grupos familiares es la de representar a la vez estabilidad y cambio. Si bien con distintos papeles, composición, estructura y funciones, en todas las sociedades se ha registrado la existencia de formas de familia y redes de parentesco, y las transformaciones sociales intervienen en la modificación de cada uno de esos componentes, de tal modo que no es posible hablar hoy de alguna forma dominante que pueda tomarse como patrón. El modelo occidental de familia nuclear, al menos como ideología, se muestra muy resistente, aunque hay un creciente reconocimiento de la incongruencia de este constructo ideológico frente a la rica diversidad en la que ahora (y quizá siempre antes) vive la gente. En este contexto se abre para los niños una oportunidad para desempeñar papeles distintos a los que parecieran reducirlos las visiones más convencionales. Como actores reflexivos los niños son parte en la creación de nuevos modelos de familias, lo que se pone más en evidencia con ocasión de los cambios en el ciclo vital de las mismas motivados bien sea por movilidad (inmigración, por ejemplo), bien por los frecuentes procesos de descomposición y reestructuración de aquéllas (separación, divorcio y nuevas parejas). Más aún, en la sociedad actual puede decirse que es la existencia de niños, o dicho en otros términos, la convivencia de distintas generaciones unidas por lazos de parentesco, lo que da sentido y denota la existencia de un grupo familiar. Esta nueva forma de pensar sobre las familias se aleja de la tendencia a familiarizar los niños, y abre el camino de un nuevo campo de estudio caracterizado por ser de más de las "familias de niños" que de las "familias con niños". Tomar en cuenta el punto de vista de los niños posibilita entender la vida familiar en una perspectiva totalmente nueva que representa un desafío a la visión tradicional de los temas familiares. En el presente apartado, y siempre adoptando esa perspectiva, se pasa revista a tres grupos de temas cuales son: el significado de la familia, la posición de los niños en las situaciones problemáticas para el grupo familiar y la contribución afectiva y material de los niños a las familias La familia según los niños Las siguientes son definiciones de familia pronunciadas o redactadas por diferentes niños en el curso de distintas investigaciones:

2 La familia significa algo realmente próximo, no necesariamente biológico, pero gente realmente próxima a ti, quiero decir, yo nunca he considerado muy bonita la familia de mi mejor amiga Eva. Por eso yo pienso que es justo gente realmente cercana a ti, que tú eres realmente próxima y a la que tú realmente quieres (Sofie, 13 años, hija de una pareja lesbiana, Estados Unidos). Yo tengo muchos parientes a mi alrededor y todos viven alrededor de nosotros y a mí realmente me gusta. Me siento muy cercana a ellos. Si se van les echo de menos y realmente me gusta que estén aquí... Mi abuela es buena con nosotros... si algo pasa a la familia ella siempre está ahí. Ella cuida de nosotros. Cuando mi madre no puede hacerlo, ella siempre nos pregunta cosas y siempre está cuidando de nosotros (Moni, 14 años, Bangladesh). [...] un grupo de personas que están emparentadas, que se respetan, aman y valoran. Las familias están para ayudarte en los malos tiempos, animándote cuando estás decaída, cuidando unas de otras (Lisa, 13 años, Inglaterra). Una familia está emparentada conmigo de alguna manera. Mamá, papá, abuelos, hermanos, hermanas, tías, tíos, primos, hermanastros y hermanastras, todos son familia. Los familiares están para darme cosas; comida, ropas, regalos. Para quererles y para darles cosas también. Y gente para hablar (Bob,14 años, Inglaterra). Personas que están próximas a ti y te quieren y se preocupan por ti, se preocupan por cómo te sientes y quieren que seas feliz (niño, 13 años, hijo de padres divorciados). Mi familia es importante para mí. No sé qué haría sin ellos (niño, unos 11 años, Irlanda). En esta pequeña muestra, proximidad, amor y cuidado son las ideas con las que más frecuentemente los niños se representan a la familia. La idea de parentesco también está presente como elemento estructurante de la formación familiar. Así mismo emergen los intercambios que se producen en el seno de una familia, en un sentido multidireccional. En su análisis de una muestra más amplia, Morrow señalaba que los temas que aparecían en las definiciones de familia hechas por los niños podían agruparse en las siguientes tres categorías: a) roles (lo que los miembros de una familia hacen unos por otros); b) la calidad de las relaciones (amor, afecto); c) la estructura (las personas implicadas, "el grupo de gente que vive junta"). Destacaba asimismo cómo los niños parecen más inclinados a ver la calidad de las relaciones que las relaciones contractuales formales, así cuando dicen "emparentados" y "relaciones" no se refieren necesariamente a los lazos genéticos, e incluso algunos dejan claro que las personas están conectadas de diferentes modos, puede ser que a través del matrimonio o de lazos de sangre, pero también de cuidado y amor. En este estudio se observaron algunas diferencias en la forma de definir la familia en función de la edad, género y origen étnico de los niños preguntados, pero, con independencia de estas variables, las opiniones de los niños venían a coincidir en que la calidad de las relaciones y el cumplimiento de roles son las cuestiones que definen a una familia. Resultados similares se hallaron en la investigación llevada a cabo por O'Connor, Haynes y Kane, tanto en su parte cuantitativa como cualitativa (véase el ejemplo 6). En ambos

3 estudios los niños aparecen también no como simples receptores de cuidados, sino como contribuyentes activos al bienestar de sus familias. A) Los papeles de los padres La relación entre padres e hijos dentro de la familia es una relación diferente a la que se da con carácter general entre niños y adultos, aunque existe una interdependencia entre los dos niveles. Así, junto a las relaciones basadas en el afecto y la cercanía, se dan las relaciones de poder y dependencia propias de la interacción entre adultos y niños. Por otro lado, las estrategias internas de la familia pueden entenderse también en términos de culturas familiares. De este modo, y no sólo por su pertenencia a un mundo cultural más amplio, cada familia tiene su propia manera de hacer las cosas, de tomar decisiones y de manejar los conflictos. De la combinación de ambos factores (culturas familiares y estructura de poder) se deduce un conjunto variado de situaciones que son tanto interpretadas por los niños, como puestas de manifiesto a través de sus descripciones. EJEMPLO 6: Lazos con la familia Partiendo de que "los niños son el mejor recurso para comprender la Infancia" se analizó una muestra aleatoria de textos de los 33,828 que habían escrito niños irlandeses, de entre 10 y 14 años, a quienes se había invitado a escribir una página sobre sí mismos, sus expectativas de futuro y su visión de Irlanda en el presente y en el siguiente milenio. Además del análisis cualitativo se realizó uno cuantitativo, algunos de cuyos datos son los siguientes: - Un 82% de los textos incluían alguna referencia a la familia, Esto era más frecuente entre las chicas que entre los chicos de todas las edades, y entre los más pequeños, fueran de uno u otro sexo, - El 56% del total, al describir la familia, se referían a la nuclear, mientras el 23% lo hacían a la familia extensa. En sus menciones a la familia, de cualquiera de los dos tipos, las niñas más pequeñas se situaban en un extremo (la mayor frecuencia) y los chicos más mayores en el contrario. - Las niñas solían describir más ampliamente su sentido de familia, mientras que los chicos tendían a dar menos explicaciones. Las principales diferencias en razón de género se producían en las edades de entre 14 y 17 años, donde al hablar de sí mismos y de su futuro, los chicos hacen mención de la familia menos veces. (O'Connor, Haynes y Kane, 2004: ) En principio los niños tratan de ser justos con ambos progenitores y por eso buscan un balance entre las aportaciones de cada uno a su bienestar o al funcionamiento de la casa. Así, si dicen "mi madre me cuida cuando estoy malo", y pronto añaden "mi padre me explica las cosas cuando le pregunto". Suelen describir a las mujeres como más asociadas a la toma de decisiones relativas a la vida cotidiana, mientras que a los hombres como menos pendientes de la casa, aunque implicados en la fijación de fronteras y límites para su

4 actividad. El papel de las madres como "oidoras" suele ponerse de manifiesto con frases como: Una excursión es una cosa a la que vas con tu clase un día y cuando vuelves le cuentas todo lo que ha pasado a tu mamá (Kerri, unos 11 años, Irlanda). Como señala Dencik, uno de los factores que estructura de manera más decisiva, en las sociedades actuales, la vida de los niños en la familia, es la naturaleza del trabajo diario de los padres. Éste tiene repercusiones en el tiempo que tienen oportunidad, padres e hijos, de pasar juntos, tanto como en la participación de los segundos en las tareas necesarias para el funcionamiento de la familia y en su integración en la misma, entendida como la forma de compartir cargas, darse cuenta de las necesidades de los demás, responsabilizarse en alguna medida de la vida en común. Ayudo a mi padre a lavar el coche y a mi madre a fregar los platos. Me parece justo para compensarles (niño, 12 años). Con frecuencia definen a sus padres en términos de ocupación (constructor, ama de casa, cajera, profesora, mecánico) y, entre las cosas que les gusta hacer con sus padres está la de acompañarles, ocasionalmente, a su trabajo. Por otro lado, hacer cosas con sus padres, fuera de la rutina diaria, tales como salidas, visitas, paseos, compras, viajes, vacaciones o celebraciones son sucesos que recuerdan y repiten largo tiempo: Me gusta mucho ir a la Colina del Cisne, tú puedes pescar allí. Cuando papá va con sus colegas, llevan cañas... Yo fui una vez. Tenían cañas y lombrices. Y me dieron a mí una caña también, así podría pescar un pez. Y pesqué alguno. Uno pequeño. Eso fue hace mucho tiempo... (Iván, 6 años,, Servia). Hay muy pocas valoraciones negativas respecto a la conducta o las actitudes de los padres en los relatos espontáneos de los niños y, cuando existen, se tiende a justificarlas: Con mis padres me llevo muy bien, mi madre a veces me regaña, bueno... me regaña más mi padre, por cualquier cosa ya me está chillando, pero mi madre no. Esto me parece mal porque yo, aunque sea pequeña, pues tengo los mismos derechos que los mayores, entonces no tienen por qué gritarme, ni nada, aunque si lo hago mal, está bien que me regañen, porque si no, pues, haría lo que yo quisiera y no estaría bien (niña, 13 años, España). En las investigaciones realizadas en contextos multiculturales (ciudades con una importante inmigración, por ejemplo) los niños de origen oriental acusan las diferencias en cuanto a patrones de autoridad y a la menor libertad que les dejan para disponer de su tiempo libre, al tener que estar sujetos a una serie de obligaciones, para con su religión o su familia, que son distintas según los sexos. Como al hablar de la familia en general, parece ser que lo que más se espera y se valora de los padres es el apoyo afectivo, el cariño, así como la comprensión y el respeto, lo que no impide el reconocimiento de la dependencia material y hasta física que se tiene de ellos:

5 [...] son muy cariñosos, te entienden todo, puedes decirles: he cateado un examen y ellos te entienden, bueno te dicen: sigue estudiando, no aflojes. Son los típicos padres que te entienden y saben cómo eran ellos... Si no estuvieran mis padres yo no podría hacer nada, porque ellos me pagan el cole, me ayudan, y yo también hago recadillos y eso pero nada, ellos mucho más (niño, 14 años, España). Pese a la centralidad de los padres, hay otras personas significativas que suelen aparecer en los relatos de los niños, como son los hermanos y otros parientes, entre los que destacan de manera especial los abuelos.. B) La relación entre hermanos Las relaciones con los hermanos están caracterizadas por la ambivalencia. La solidaridad entre hermanos, frecuente en los cuentos e historietas escritos para niños, que sugiere que los hermanos hacen causa común para afrontar los manda tos paternos, tiene poca evidencia en la investigación, que ofrece escasa información a este respecto. Mayall refiere que algunos niños asiáticos, que tienen hermanos y primos próximos hablan de un sentido de "comunidad" de todos ellos frente a los adultos, pero que, en general, los niños tienden a expresarse en términos individuales para referirse, tanto al afecto por los hermanos, como a las diferencias respecto a ellos en lo que se refiere a puntos de vista, conducta y rivalidad (por el espacio, el uso del ordenador, privilegios y derechos...). En el estudio de Morrow citado (2003), los hermanos figuran mencionados entre las personas que son importantes; que cuentan, para los niños; incluso la presencia de uno o más niños en la familia se convertía en un elemento importante en el momento de definir qué es una familia. La mayoría de los niños hacían relatos positivos sobre los, hermanos, incluso sobre los hermanastros, describiendo cómo se apoyan unos a otros: Mi hermanastro es muy importante para mí, como cuando tengo problemas,. que él realmente me cuida y me defiende. Cuando éramos pequeños nos peleábamos, pero ahora somos mayores y podemos estar verdaderamente compenetrados (niña, 13 años, Inglaterra). Los comentarios de los niños de origen paquistaní que participaron en el referido estudio eran también muy positivos, e incluían muchos ejemplos de lo que unos hermanos hacían por otros, descripción que reflejaba a la vez el papel atribuido a cada uno dentro de la familia y dejaba a la vista las diferencias establecidas según el género, no exclusivas, por otro lado, de este grupo: Mi hermano (mayor) es importante para mí porque sin él no sería capaz de hacer mis deberes. Mi hermana (mayor) es importante para mí porque sin ella no podría hacer las tareas de casa... Mi hermana pequeña es importante para mí por que sin ella yo no tendría nada que hacer. Mi hermano pequeño es importante para mí porque sin él no tendría con quién jugar. Mi hermanita más pequeña es importante para mí porque ella siempre hace algo que me da qué hacer (Shazia, 10 años, Inglaterra). También hay ejemplos de relaciones conflictivas, que en todo caso se matizan explicando que, a pesar de todo, existe cariño hacia ellos. Nuestra propia investigación

6 ofrecía amplios ejemplos de la ambivalencia referida al principio. Tener hermanos aparecía mencionado en ella como una experiencia divertida: Somos 8 hermanos, yo soy el quinto, es muy divertido porque si te aburres y dices vamos a jugar, pues te dicen que sí, y si te dicen que no, pues buscas a otro (niño, 14 años, España). O bien como una forma de disponer de apoyos: [...] con la de 19 años me llevo muy bien, cuando me tiene que ayudar me ayuda, cuando la tengo que ayudar la ayudo (niño, 13 años, España). como tener al lado alguien hasta cierto punto incomprensible:, [...] como mi hermano, que no sabe lo que hace, ni lo que dice, los de así años pues no, tienen sus barbaridades, por decirlo así, que de repente dicen: esto no me lo pongo hoy, porque... quieren de momento crecer, para ser mayor, para hacer lo que tú haces, no sé, yo creo que no saben lo que dicen (niña, 12 años, España). o de forma decididamente ambivalente: [...] algunas veces nos pegamos, pero nos llevamos bien. No ayuda a poner la mesa, es tonto (niña, 10 años, España). C) La familia extensa Como ha podido observarse al principio de este apartado, los niños hacen a veces relaciones detalladas de todos los posibles componentes de una red familiar, y en sus descripciones de la familia una buena parte de ellos se refieren a la extensa. Esto, aun que predominante en algunas culturas, no es exclusivo de ellas, como queda de manifiesto en distintos estudios. La proximidad geográfica ejerce influencia en el sentimiento inclusivo de los niños al definir una familia amplia, proximidad que facilita los contactos más frecuentes; aunque tampoco esto `resulta determinante, ya que son los lazos afectivos con algunos familiares los que vuelven a desempeñar un importante papel. Pero de entre todos los parientes hay unos que ocupan un lugar central para los niños, y éstos son los abuelos. Muchos se declaran afortunados por tenerlos vivos, por no haber experimentado su pérdida y asimismo preocupados por su salud o bienestar: Mi abuela no está bien por eso yo tengo que ayudar a cuidarla y también a vigilarla, aunque no pase nada (niña, 12 años, Inglaterra). En numerosos relatos del desarrollo de su vida cotidiana aparecen los abuelos como personas que ayudan (sustituyendo o complementando los cuidados de los padres, recogiendo del colegio) y también que son ayudadas (recados, compañía), personas con las que se pasan fines de semana o vacaciones, tolerantes y divertidas, con las que se establecen alianzas peculiares y muy claras.

7 Situaciones adversas En este pequeño apartado se quiere dejar constancia de los desafíos que afrontan los niños hoy en lo que se refiere a su vida en familia, así como de los papeles que desempeñan, por un lado, en los procesos de cambio que está experimentando la misma, por otro, respecto a situaciones que persisten por efecto de la desigualdad entre los seres humanos, de tipo económico, que tiene como expresión extrema la pobreza a la que numerosas familias de niños se enfrentan a lo largo y ancho del mundo, o desigualdad de estatus y de poder, que influye en la violencia física o psicológica ejercida en el seno de la familia. Si la presencia de alguna de estas situaciones, e incluso de una combinación de ellas, supone un riesgo para el bienestar de los niños, entendido como la adecuada satisfacción de sus necesidades, tanto físicas (comida, sueño, abrigo, refugio), como psicológicas o emocionales (sentirse querido y seguro, tener oportunidad de estudiar y aprender), está comprobado que los niños son capaces de hacer frente a las dificultades que se derivan de este riesgo. Se ha llamado resiliencia al modo en que los niños afrontan y responden positivamente a la adversidad, lo cual obedece a una combinación de rasgos positivos de personalidad y de un entorno social favorable. Los factores de protección internos, referidos al temperamento, sentido del humor, sentimientos de determinación, creencias en un brillante futuro y espiritualidad pueden proteger a los niños de algunos de los efectos de la adversidad. Los factores de protección externos, como la presencia de una persona adulta o una que desempeñe bien el papel de compañera o amiga, que muestre interés, pueden también promover la resiliencia del niño. Los riesgos para el bienestar de los niños no son consecuencia inevitable de un entorno empobrecido o de unas relaciones familiares deterioradas. En algunas situaciones, el impacto de la adversidad puede verse ampliado por actitudes sociales que magnifican ambas cosas: la adversidad y la vulnerabilidad de los niños. En este sentido puede decirse que también las adversidades se construyen socialmente: con respecto a la separación o el divorcio, la narrativa del daño (tendencia a ver solamente peligro para los niños) oculta la evidencia de que la situación en sí es mucho más compleja; la pobreza entendida como falta de medios económicos puede verse aumentada con la exclusión de múltiples ámbitos de la vida social; la violencia puede verse redoblada con la estigmatización de quienes la sufren. Escuchar a los niños, también en estos temas difíciles, puede conducir, por un lado, a conocer mejor sus vivencias (en tiempo real, no a tiempo pasado) en estas situaciones; por otro, a reconocer que los niños pueden tener un papel importante, apoyando a sus padres, e incluso capacitándoles para afrontar las adversidades mismas, o asumiendo responsabilidades normalmente no esperadas para su edad; por último, escuchar a los niños debería tener también consecuencias en las políticas aplicadas a este tipo de situaciones. El hecho de que los niños puedan afrontar incluso las circunstancias más difíciles sugiere que lo que necesitarían, entonces, sería poder desarrollar sus propios recursos para vivir en el mundo, teniendo suficientes experiencias buenas para compensar las negativas que inevitablemente encontrarán.

8 A) Separación y divorcio La ruptura familiar es una experiencia penosa para los niños en muchos casos, como lo es para la mayor parte de los adultos, pero las nuevas aproximaciones a los relatos de los niños, en épocas próximas al proceso de divorcio, revelan que hay otros factores que contribuyen a la pena y confusión, pero no proceden del divorcio mismo. Por ejemplo, es bastante común que los niños encuentren el cambio muy difícil si nadie les explica qué está pasando, lo que conduce a pensar que no es lo problemático en sí el divorcio, sino el modo en que es manejado por los adultos en sus interacciones con sus hijos. Las representaciones populares del divorcio tienden a mostrarlo como algo conflictivo, la investigación científica ha contribuido a dar pie y a reforzar aquella suposición popular y, aunque los estudios actuales ofrecen versiones más matizadas, la visión inicial se mantiene. La investigación actual deja de lado la presunción de que el divorcio es una forma de comportamiento desviado que genera resultados patológicos para los niños, antes bien, tiende a considerarlo en el marco de los múltiples cambios que ocurren en sus vidas, donde el divorcio podría ser a veces un desencadenante de estos cambios, pero también resultar mucho menos significativo. De otra parte ésta, como otras transiciones familiares, puede ofrecer oportunidades a los niños, del mismo modo que limitaciones. En primer lugar cabría diferenciar los modos en que niños y padres ven el divorcio: los padres, cuyo contrato íntimo ha terminado, pueden no volver a considerarse como "familia", los niños sin embargo Pueden seguir viendo a ambos como miembros integrales de "su" familia, aunque esta funcione con una organización distinta, que, en ocasiones, supone para ellos una, cierta complicación, al tener que dividir su tiempo entre uno y otro de sus progenitores. (Mi familia) es bastante corriente, salvo que nosotros no vemos mucho a mi papá, pero todavía le vemos. No es un arreglo formal, no es que tengamos tiempos especiales de visita o así (niña, 11 años, Inglaterra). En palabras de Beck y Beck-Gersheim, el divorcio representa para los hijos el comienzo de una doble vida, en la que tienen que practicar una división emocional y social entre dos núcleos familiares. En todo caso ellos no pueden divorciarse de sus padres sólo, si acaso, elegir con quién vivir e influir en la manera de conectar de forma apropiada la vieja y la nueva "familia". Puesto que la decisión de divorciarse, como en su momento lo fue la de contraer matrimonio, es un asunto individual de los padres, los hijos tienen poco que hacer frente a la misma, salvo quejarse de la falta de información, como se ha señalado anteriormente. Luego su papel comienza a partir de esa decisión y se relaciona, Por lo general, con varios aspectos clave en la vida después del divorcio, como son: el cambio de residencia, el probable cambio en la situación económica, la relación con el padre o la madre con el que no residen. Ellos me prometieron que dejarían de pelearse cuando estuvieran divorciados, que nunca sucedería más, a veces es peor, especialmente desde que vino el nuevo compañero de mi madre. Mi padre no paga nuestra pensión, o paga demasiado poco demasiado tarde, dice que

9 no pagará mientras un hombre viva con nosotros. Él quiere que nos vayamos a vivir con él (niño, 14 años, Noruega). También ofrece oportunidades de relación con las nuevas parejas de los padres y con los parientes que pueden añadirse por esa vía, desde nuevos hermanos, a hermanastros, casi tíos, casi abuelos, etc., cuestiones que, aunque a veces conflictivas, suelen verse positivamente, sobre todo cuando la anterior cultura familiar era "abierta" más que "cerrada" sobre sí misma, según han comprobado Smart, Neale y Wade (2001): Tengo un nuevo hermano, tengo una mamá y un papá, y un padrastro y una madrastra... Somos más, somos mucha gente (Clare, 11 años, Inglaterra). Así los niños toman parte activa en la reestructuración de las relaciones después del divorcio y en la redefinición del significado de la familia después de la separación. La familia después del divorcio ofrece claramente mucho espacio para que los niños negocien activamente nuevas normas y estilos de relaciones con padres y nuevas parejas. (Las parejas de mamá y de papá) son una parte importante de mi vida. Pero yo no pienso en ellos como mi familia y personas a las que quiero, pienso en ellos, no sé, como amigos, supongo (niña, 10 años, Inglaterra). El divorcio les enfrenta a experiencias que les hacen pensar de forma diferente sobre las prácticas familiares y reevaluar sus relaciones; de este modo a veces concluyen que alguno de sus padres no les gusta mucho, en estos casos hacen la elección que sienten que tienen que hacer, aumentando, disminuyendo o cortando la relación: Entrevistador: Cómo te sientes no viendo a tu papá? Niña: Feliz, porque no me gustaba... Decía cosas terribles cuando yo era pequeña... Nunca te daba nada... como postales en tu cumpleaños, no es divertido, tiene mal genio... Nos daba arroz para comer y... cuando yo no quería, me tiraba... (9 años, Inglaterra). No cabe duda de que el crecimiento de la tasa de divorcio en la segunda mitad del siglo xx ha cambiado radicalmente las experiencias de infancia de los niños. En todo caso, ser hijo o hija de padres divorciados actualmente no significa lo mismo que hace 30 o ni siquiera 20 años; los niños tienden a ver su situación con bastante normalidad, puesto que es compartida con bastantes otros niños, y así lo llegan a expresar algunos ("Nosotros somos una familia divorciada normal", Quentin, 13 años). Lo que sí les aporta esta experiencia es la conciencia de que no cabe dar por hechos los lazos familiares, y así entran a participar del sentimiento de fragilidad y temporalidad que caracteriza a los afectos en la era posmoderna pero, a la vez, viven la creación de una familia, creación en la que ellos mismos participan. También es probable que el divorcio no sea sólo un fenómeno propio de los países occidentales, aunque su incidencia en otros esté menos estudiada y sea menos conocida. La mayoría de las investigaciones publicadas sobre niños y divorcio procede de países desarrollados, pues se asume que en los países en desarrollo prevalecen tasas más bajas. Sin embargo distintos estudios recientes, relativos a Sudáfrica, Nigeria, Ghana, Lesotho y Botswana indican que el divorcio está aumentando y que la institución del matrimonio es

10 ahora menos estable. Maundeni llevó a cabo una investigación, en el último de los países citados, a través de 60 entrevistas en profundidad a niños y niñas de matrimonios separados y a sus madres (en Botswana la custodia se encomienda a la mujer) buscando su forma de explicar la situación, así como los efectos, tanto positivos como negativos y el significado que dan a los cambios que se producen en sus circunstancias económicas y sociales. Además de las dificultades económicas que experimentan la mayor parte de ellos, los resultados muestran cómo los niños se sienten diferentes de otros niños de su entorno, experimentan una pérdida de estatus social y dicen que hubieran necesitado tener mayor información sobre el divorcio, aunque comprenden, por lo general, la postura de sus madres, pero mucho menos la conducta de sus padres en el momento de la ruptura y después de la misma. En el siguiente ejemplo se recogen algunas de sus impresiones al respecto: EJEMPLO 7: Niños y divorcio en Botswana Mi padre nos dijo que recogiéramos nuestras cosas de la casa y nos fuéramos. Estaba muy enfadado con mi hermano, mi madre y yo, no sé por qué. Es la única información que tengo. Cuando pregunté á mi madre por qué mi padre nos echaba, dijo que no sabía, me quedé confuso. No entendía cómo mi padre nos podía echar de su patio y cómo mi madre podía decir que no sabía (niño, 13 años). [...] algunas veces voy a la escuela sin zapatos y me siento mal porque me veo diferente de los otros,.. Mi padre solía comprarme el uniforme de la escuela completo, ahora no (niño, 12 años), Ya no tenemos juguetes, ni tomamos helados y chocolates como solíamos cuando papá estaba aquí. Mi padre solía llevarnos a la escuela en su coche. Ahora vamos andando, pero algunas veces mi madre nos da dinero para usar el transporte público. Estas cosas me afectan mucho. Sabes, si tú estás acostumbrada a una vida confortable, y luego ya no vives así, tienes más pena que una que no. ha tenido una vida confortable antes (niña, 15 años), Sí, echo de menos a mi padre, le veo a veces, pero yo quiero estar con él. Además me había prometido regalarme algún ganado cuando pasara 7.º, pero no lo ha hecho porque ya no está con nosotros,.. Creo que no lo ha hecho bien porque no ha cumplido su promesa... La gente que tiene ganado es rica, aunque no me diera mucho yo podría cuidarlo y así cuando fuera mayor sería rico, como mi padre (niño, 13 años). B) Pobreza y exclusión social (Maundeni, ) La pobreza está ligada no sólo a la falta de dinero, sino también, y mucho, a la experiencia de humillación, estrés emocional y exclusión social. La pobreza puede afectar al bienestar psicológico de los niños y a sus sentimientos de autoestima, de integración en la sociedad y de valoración por los adultos y por otros niños, especialmente mente los que forman su grupo de pares. La respuesta a la pobreza infantil, por tanto, debe ser compleja y diversa y más atenta a las necesidades identificadas por los propios niños afectados. Debe tomar en cuenta, no sólo los aspectos relativos al nivel de recursos económicos de una familia de niños, sino también el amplio conjunto de factores que influyen en el bienestar de los mismos, entre los

11 que destaca la existencia de un entorno acogedor, proporcionado tanto por una familia (entendida en el sentido amplio que aquí se viene describiendo) como por una red de relaciones informales y de instituciones formales existentes en su comunidad. Y lo anterior rige lo mismo para los países desarrollados que para los que se encuentran en vías de desarrollo. La prioridad otorgada en estos últimos a la lucha por la erradicación de la pobreza absoluta (desnutrición, analfabetismo, muerte prematura) no debe ocultar la importancia de esos factores de tipo psicosocial que desempeñan un papel fundamental en el desarrollo de las personas cuando son niñas, y que forman parte, también, del bloque de sus derechos humanos. Al margen de los datos basados en ingresos (y aún estos poco detallados en lo que afecta a los menores) la escasez de información disponible dificulta acceder al conocimiento preciso de las repercusiones de la pobreza en la vida de los niños, a la percepción subjetiva de la misma, a la vivencia particular que tienen de su situación. Con ayuda de alguno de estos estudios se intentará aquí aproximar esa visión, comenzando, como en anteriores apartados, por sus propias definiciones de pobreza: Ser pobre es no tener dinero y no tener casa. La pobreza significa que no puedes comprar vestidos nuevos. Los vagabundos y la gente sin hogar son los más pobres. Se ponen enfermos porque están en la calle, en el frío. La gente que pasa hambre es lo peor (Emma, 11 años, Gran Bretaña). Yo vivo en un barrio de cooperativa... Los niños lo llaman "el gueto" y a los chicos que viven ahí se les llama coop kids, no es muy agradable. Cuando algunos de los chicos de mi clase van al cine y me preguntan si quiero ir tengo que decir que no, porque mi madre no tiene dinero. Me hace sentir necesitado... No podemos comprar zumo y la mayoría del tiempo tengo hambre porque no hay suficiente comida en casa y tengo que comer tostadas y galletas para llenarme. No puedo invitar a mis amigos a merendar porque sólo tenemos sopa y algo como ensalada y los chicos normalmente tienen sopa, ensalada, un plato de carne y postre (Steven, 14 años, Canadá). Todos mis amigos vivimos bien, porque no somos ricos, pero tampoco somos muy pobres, tenemos dinero para sobrevivir, mucho no, pero tenemos... (niño, 10 años, España). Los niños definen así la pobreza absoluta (falta total de medios) como la relativa (cuando ven que no pueden permitirse las cosas que aquellos que se encuentran a su alrededor consideran normales, o cuando hacen un balance comparado de su situación). Los resultados de un estudio llevado a cabo por Ridge (2002) basado en 40 entrevistas en profundidad y en la explotación de una encuesta única que utilizó un enfoque centrado en los niños nos permiten asomarnos algo más a sus percepciones. Una de las conclusiones del citado estudio es la de que los niños en familias pobres pueden estar "aprendiendo a ser pobres", controlando sus aspiraciones, en el marco de las circunstancias económicas severamente limitadas de sus familias. En estas situaciones se desencadenan sentimientos de preocupación por la situación financiera de sus padres, de comprensión y de protección hacia los mismos:

12 Estoy preocupada por mi mamá, todos lo estamos, por todas las cosas que están pasando. Tiene seis hijos y tres habitaciones, es horrible (niña, 11 años, Gran Bretaña). La falta de ingresos suficientes para disponer de cosas que los niños identifican como esenciales a fin de tener una interacción segura con sus pares se manifiesta principalmente en lo que se refiere a llevar ropa adecuada, cuestión identificada por ellos como socialmente significativa. Por eso, cuando el dinero de bolsillo es escaso, la realización de pequeños trabajos remunerados se convierte en un objetivo necesario que les permite participar en la cultura de sus amigos, les proporciona autonomía y seguridad, y también contribuye, directa o indirectamente, a la economía familiar. Según se desprende de éste y otros estudios, la escuela se muestra poco eficaz para proporcionar un entorno inclusivo: uniformes, equipos, entradas o excursiones resultan demasiado caros para ser costeados por familias de pocos ingresos, por lo que los niños se auto excluyen de ciertas actividades, disminuyendo así su integración. Las ayudas materiales que reciben pueden vivirlas como un factor de diferenciación que favorece el estigma: No tengo (comedor gratuito) porque me di cuenta cuando estaba en 7.º de que a la gente que tenía comida gratis le tomaban el pelo... yo no podría aguantarlo, bastante me toman el pelo ya (chico 17 años, Gran Bretaña). En cuanto a la repercusión de la escasez de medios en la vida familiar, en el estudio de Ridge aparecen como temas especialmente sensibles para los niños los siguientes: la falta de oportunidades para disfrutar del juego y el tiempo libre en casa, bien por las deficientes condiciones de la misma o bien por la necesidad de atender a ciertas obligaciones y, asimismo, la falta de tiempo, y de dinero, para disfrutar de salidas o vacaciones con sus padres. Preguntados en el citado estudio sobre qué cosas cambiarían de su vida, varios niños respondieron que deseaban más dinero para asegurar medios no para sí, sino para que sus hijos no tuvieran que experimentar lo que ellos ahora. Aunque los niños que crecen en condiciones de pobreza tienen una desventaja marcada y mensurable, algunos factores del entorno pueden mitigar el efecto de aquélla, y hacer que su percepción subjetiva no coincida con la medida "objetiva" de su situación comparada de desventaja. Estos factores se relacionan, sobre todo, con las aptitudes y capacidades de los padres, y de los propios niños, para afrontar y superar las dificultades. Por el contrario, la privación afectiva que experimentan otros niños que viven en situaciones económicas más desahogadas, pueden hacer sentir a éstos que su calidad de vida es peor. C) Violencia en el hogar Para muchos niños, la casa es el lugar donde experimentan violencia: hacia sí l mismos, hacia alguno de sus hermanos o hermanas, hacia su madre, hacia sus abuelos... Aunque es un asunto sobre el que difícilmente hablarán de una manera espontánea, sí puede ser que, en ocasiones, hagan alusiones indirectas o generalizaciones proyectivas; también hay gestos o dibujos muy importantes en este sentido, y es posible que hablen de la violencia sufrida por otros en el hogar. Por lo general los niños son resistentes a mostrar su privacidad, y la de sus

13 familias, a oídos ajenos, y experimentan ciertos temores frente a las intervenciones profesionales. A la vez que ha aumentado el conocimiento de todas las formas que la violencia toma para los niños en el entorno que se supone más dedicado a promover su bienestar, ha disminuido el nivel de tolerancia respecto a la misma, que hoy es objeto de investigación, así como de protección legal para evitarla. A través de la investigación sabemos que la violencia, maltrato y abuso en la familia no son patrimonio exclusivo de una categoría de personas o de una sola clase social, y conocemos también que hay un maltrato psicológico más difícil de detectar que el físico y que probablemente afecte a un gran número de niños cuando, en opinión de sus padres, no estén respondiendo a las expectativas puestas en ellos, como objetos de satisfacción de sus propias necesidades, o de compensación de sus frustraciones o carencias La aportación de los niños La reciprocidad es un elemento central de la familia. Ésta se materializa en los procesos y prácticas que tienen lugar en la vida diaria de la mayoría de las familias y, dentro de ellos, en los modos en los que los niños contribuyen al funcionamiento de los hogares, asumiendo significativas responsabilidades, y en algunos casos, proporcionando soporte afectivo a los padres. Los estudios revelan cómo perciben los niños lo que los distintos miembros de la familia hacen por ellos y asimismo cuánto piensan que hacen ellos por los demás. Los niños se sienten más receptores que dadores, sobre todo cuanto más pequeños son, pero desde luego no consideran que el camino de la ayuda sea de una sola dirección. La aportación de los niños a las familias puede considerarse, pues, en dos dimensiones: material y afectivo-relacional. Si la primera es más propia de los más mayores, la segunda, que refleja la acción moral de los niños, se produce a cualquier edad. En términos de aportación económica, las investigaciones suelen encontrar probable que los niños ayuden cuando las familias tienen pequeñas explotaciones o negocios, o cuando alguno de los padres trabaja en casa. En cuanto al trabajo doméstico, y aunque sus contribuciones no puedan precisarse en términos de tiempo invertido, es claro que se ven a sí mismos como contribuyentes. Excluyendo el autocuidado (como arreglarse o prepararse el desayuno), mencionan su participación en una serie de tareas como las siguientes: tareas domésticas en general, como lavar, planchar, ordenar, limpiar, pasar la aspiradora; cuidar de los hermanos pequeños; cuidar o ayudar a otros familiares, como los abuelos o primos pequeños; hacer recados; ir a comprar cosas; y hacer cosas fuera, como sacar al perro, ayudar en pequeñas reparaciones o lavar el coche. Hay claras diferencias entre el tipo de tareas que dicen realizar los chicos y las chicas. Éstas suelen referirse a cosas que se hacen dentro de la casa y los chicos más a cosas de fuera, reproduciendo así las convencionales visiones de género, que asocian lo privado a las mujeres y lo público a los hombres. En todo caso, tanto las unas como los otros tienden a describir su colaboración como una forma de "ayudar a mamá": Yo ayudo a mi mamá en la cocina y cambiando y bañando a mi hermano pequeño... Yo tengo que ir a la tienda de parte de mi mamá, porque ella y mi papá están muy mal con la artritis (niña, 13 años).

14 La frecuencia y el tipo de ayuda es mayor cuando se trata de familias monoparentales, sea encabezadas por la madre o por el padre. En éstas se pone también más claramente de manifiesto el apoyo emocional que ofrecen los niños y su comprensión, así como el deseo de disminuir la carga que consideran que tienen sus padres. En opinión de Morrow, el orden de nacimiento, la edad, la composición familiar, los patrones de empleo de los padres, el nivel de salud de los mismos, el origen étnico y las creencias religiosas parece probable que interactúen con el género para influir en si los niños contribuyen o no al trabajo doméstico o a los negocios familiares. En todo caso, hay una línea continua entre los niños que no contribuyen en nada a la intendencia doméstica, y aquellos cuya contribución es crucial para el funcionamiento de la casa. Otro papel importante de los niños es el de mediadores que propician el establecimiento o la ampliación, de las redes sociales de los padres. Una madre reconocía esta cuestión muy abiertamente: Las madres de cuatro. o cinco niños que cantan en el coro del teatro vamos juntas y organizamos fiestas para los niños y para nosotras. Así, organizando la vida social del niño, me estoy socializando yo misma (madre de niña de 6 años, Serbia). Los niños tienen habilidades excepcionales, por ejemplo para el aprendizaje de idiomas. En el caso de familias inmigrantes, ellos son capaces de hablarlo en unos pocos meses, haciendo de mediadores y de puente de su familia con los profesores y responsables del colegio, con las familias de otros niños, con los tenderos, con las instituciones oficiales y demás.