EN PIE DE TREGUA (Selección )

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5 DANIEL GRANADO EN PIE DE TREGUA (Selección ) 5

6 Textos registrados en el Registro de la Propiedad Intelectual. Daniel Granado De la presente edición: ISBN: Daniel Granado 2008 Quedan reservados todos los derechos de Propiedad Intelectual y de explotación del propietario de la obra bajo Real Decreto Legislativo 1/1996 de 12 de abril del texto refundido de la Ley de Propiedad Intelectual. Publicado por: Lulu Lulu

7 Esta selección de mis poemas que abarca de 1991 a 2006 fue realizada en el mes de abril de 2008 y se la dedico a mis padres, a mis hijos, a mis abuelos, a Marián y a mi maestro, Jikan. D.G. 7

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9 1 POESÍA Oculta bajo el lodo, envuelta entre el calor de tus muslos, esparcidos sus sesos por la opresión de tu carne, de tus piernas emborrachadas de perfume, escondida entre las paredes de tu sexo haciéndote el amor, vestida del vello de tu pubis, adormecida entre las templadas comisuras de tus ingles. Oculta en un grito de hielo, envuelta en la redondez de tus senos, esparcidas sus caricias entre las miradas de unos niños, emborrachada de soledad, escondida en la mano de un mendigo, entre la basura de cualquier callejón, vestida de estrellas y noche, adormecida en el antepecho de tu ventana. Oculta en un odio aprendido, envuelta entre jadeos entrecortados, esparcidas sus vísceras entre desperdicios humanos, emborrachada de tu sudor, escondida entre los pliegues de tus sábanas acariciando todo tu cuerpo, vestida con pétalos de flores, adormecida en el veneno de tu aguijón. 9

10 Quién eres tú, vieja desconocida, que te atreves a atravesar mi cuerpo con la hoja de una espada oxidada y extraes mis vísceras cubiertas de moho y mutilas mis miembros uno a uno. Quién eres tú que penetras afilada noche y día en mi cerebro con el dolor de una cuchilla de afeitar fría y sin desinfectar, martirizándome durante madrugadas eternas y días interminables. Quién eres tú que me atas impasible a los sudores de mis sábanas, a las galeras de mi cama, a las sombras de cenizas y a vivir con la mentira, vieja desconocida. 2 10

11 3 CONGELADO Como un perro enfermo olfateo tus huellas y me arrastro por los pasadizos de tu amor. Como una puta en celo espero la dura y fría recompensa material. Te estoy forzando a amarme y tú pareces no darte cuenta de que todo ha sido una mentira que he inventado. Ahora estoy aquí, desnudo ante ti, muriéndome de frío y me congelo cada vez que descubro que fuiste tú la que robó mi ropa. 11

12 4 Llegará. Todo lo que no deseas Te atrapará dentro de un tiempo; La ley de la gravedad Deseará poseer tus senos Y acabarás entregándoselos En un orgasmo de flaccidez constante. Cuando ya no seas La dueña de nadie Porque tus muslos y tus nalgas Dejen de ser prietos Y aplasten a cualquiera Que esté a su alcance, Entonces el sexo Comenzará su venganza Y el cuerpo albergará La esperanza del anhelo. 12

13 Yo soy mi propia secta. Construyo templos sagrados Para destruir iglesias. Yo soy el maestro, El líder mesiánico que esperabais. Me adueño de vuestro dinero Y de vuestras mentes. Me alimenta vuestra estupidez. Yo soy el fin del mundo, Yo soy la vida eterna En el suicidio colectivo Que contemplaré de vosotros Y del que nuca formaré parte Mientras hago el amor con Vuestras mujeres y vuestras hijas En otro templo Antes de hacer que ellas También se suiciden Para no dejar huellas. Incluso os haré creer Que estáis en el camino hacia alguna parte Mientras me hago con el poder. 5 13

14 Donde debo ir No me espera nadie, Ni una mueca de odio, Ni el más leve de los desprecios Esbozado en una mueca. Tan despacio como puedo Me levanto de la cama Desentumeciendo los huesos, Recogiendo los huecos Que han quedado en el sueño. Tan despacio como puedo; No me espera nadie, Donde debo ir No queda nada, Ni una boca de dientes negros Con aliento de aroma mancillado Por la infección del destierro. Quizás, tal vez no vaya; Donde debo ir No me espera nadie, No me espera nada. 6 14

15 No se si tengo una vida, No se ni siquiera si... Escondida tras de ti Guardas la sangre De esa espesa cicatriz Que desgarró mi cara Y me hizo hermoso, Hermoso para ser héroe, Héroe para abandonar Todo aquello que me roza Un segundo antes de que me destruya Por completo. 7 15

16 Y la luz se deshizo entre tus dedos En granos de arena que formaron Una duna sobre el suelo Y fuiste fuente Sobre ese diminuto desierto doméstico Y el sol evaporó tu agua Y fuiste sal para el mar De la playa de aquella duna Y las mareas te llevaron al horizonte Y el horizonte besó el cielo en una línea Y fuiste aire y el viento Te arrastró en su camino hacia el sol Y fuiste luz. 8 16

17 Y, aún a pesar de todo, Todavía me sigue atrayendo El sudor caldoso a modo de rocío Que la imaginación supone En la curvatura interna de las nalgas Bajo los vaqueros desgastados, La opresión viciosa de un muslo contra el otro Mientras los labios se atrincheran Entre las ingles impregnadas De perfume hormonal Preparado para el ataque Como cloroformo que mutila la voluntad Mientras esperas a que Nubes de niebla espesa Te acechen en emboscada Entre la negra espesura del valle Que preside la escarpada cima de tu monte. Y, aún a pesar de todo, Todavía me siguen atrayendo Los senos lechosos que me Apuntan de muerte Con balas de pezones Hinchados con pólvora rosada, Deformando las ropas que los cubren Mientras intentan escapar De su prisión sintética, Asomándose al mundo que anhelan Y que, aún así, A veces desprecian. 9 17

18 10 Refugiados políticos Se agolpan en los huecos De mi cabeza Que albergan mi pasado Y almacenan mis recuerdos En la despensa que los alimenta. Presos de guerra Se amontonan en mi casa. Cancilleres del miedo Asaltan mi cama sudada Bajo fusiles en alto Ocultando el vómito Entre niebla y espuma. 18

19 11 Nada nos detiene Excepto la eternidad Que nos envuelve en su Abrazo de infinita locura. El tiempo que has paralizado En nuestro regazo Seguirá pasando para otros Mientras nosotros Permanecemos intactos En nuestro abrazo De horas insondables, De miedos remontados, Ahora que observamos el mundo Desde la montaña que lleva Nuestro nombre Y una bandera de conquista. Y, desde lo más alto de Esta cima, Contemplemos como todo gira Alrededor nuestro: Los odios de muchos, Los amores de algunos, Permitiendo que sólo estos últimos Nos toquen. 19

20 12 Este es uno de esos momentos En los que te diría: Tus ojos han perdido su belleza Porque tu rostro se ha desprendido De la luz que lo hacía hermoso Como las cornisas de un edificio derruido. Esto me ha devuelto a la literatura. Todo se ha derrumbado Excepto los cimientos De los que crece esa rosa Alimentada por el abono de los escombros. Es todo lo que queda Tras una estabilidad mutilada. Este es uno de esos momentos. Este es el momento. 20

21 13 Nada ha cambiado en nosotros excepto el corazón verde de las hojas que el viento desnuda, la vergüenza inerte de haber traspapelado el pasado, la locura insana del aguanieve condensada en la chaqueta, el desprecio que escupen las piedras, los reflejos dorados de una tela de araña, el delictivo privilegio de traspasar la privacidad de un diario. Nada ha cambiado en nosotros pero tú no comprendes que el corazón verde de las hojas lo es todo. 21

22 14 Siento no haber sido tan duro como para despellejar tus cicatrices porque sigo siendo aquel viejo hombre alimentado de recuerdos en el hospital de la melancolía enfermo, escuálido, demacrado, demasiado delgado para mi sombra, vestido en un monótono pijama de serie con los brazos descuartizados y mutilados por cientos de agujas de goteros clavadas en el matadero de la fiebre de tu amor. 22

23 15 Deberías aprender a despreciarme del mismo modo en el que yo te venero. Nunca fueron productivos estos viajes nocturnos hacia la derrota más bella que jamás inventaste oscilando sobre los ejes absurdos de la nada. Te advertí de todo esto pero no era una amenaza sino un desafío descolgado del silencio arañando las fronteras de lo absurdo hacia el anhelo de tu rendición que nunca llegó. Deberías haberte detenido en alguien menos inoportuno que no comprase cuadernos en noches como ésta en la que puedes cortar la niebla con el filo de una uña rota si te aventuras tan sólo algo más en el pánico de la ventana. Deberías casarte -o al menos intentarlocon alguien más sereno que no pasase sus días y sus noches en estaciones en busca de billetes para más tarde no llegar a ninguna parte. 23

24 Deberías desnudarte más lentamente hasta descubrir la verdad que te acercase al espejo y ser capaz de detenerte ante tu cuerpo devastado en cicatrices, supurando las llagas con tus propios dedos, degustando el dolor hasta darte cuenta de que has agotado la tristeza. 24

25 16 Tú, mujer, quienquiera que seas. Venero el néctar de tus labios jugosos, tus ropas y lo que la imaginación transparenta, la carne de tus muslos prieta en los vaqueros, tu camiseta deformada por la voluptuosidad de tus senos, el sensual movimiento de tus nalgas al andar, la sombra gris de tus párpados, tus manos coquetas jugando con tu pelo, y me siento culpable de admirar tus encantos de hembra en celo cuando recuerdo que me quiere y yo la quiero. 25

26 17 Déjame besar tus magulladuras. Te enseñaré mis llagas y te llevaré al lugar donde yo he sufrido. Aprenderás a amarme si te lo propones. No es demasiado difícil. Yo puedo enseñarte a hacerlo. Sólo tienes que aprender las reglas de la desconsolación. para ser la maestra de la melancolía. Te será duro soportarlo al principio pero luego te acostumbrarás. Sudaremos juntos en el infierno del amor. 26

27 18 SALMO Impregnado de fe y alabanzas Me arrodillo ante las líneas telefónicas Y los tristes empleados de correos Por mantenernos unidos Al realizar su trabajo. Las cabinas de teléfonos Son confesionarios En mitad de las calles, Instrumentos de una religión. Son cajas de magia; Meto mi brazo por uno de sus auriculares Y lo saco por el tuyo Para rodearte la cintura Tal y como solía hacerlo. Alabo a las líneas telefónicas Por haberme otorgado un brazo De miles de kilómetros. Veo pasar los trenes de correos. Cualquier día de estos Voy a cortarme la mano Para introducirla en un sobre Y poder acariciarte Cuando abras mi carta. Doy culto a las fábricas de papel, A las sacas del correo, A los vendedores de teléfonos, Al sonido producido Al descolgar el auricular. Añoro la luz de tus ojos. Añoro tu cuerpo Cuando me siento solo. 27

28 Entonces, marco tu número O te escribo unas letras, E impregnado de fe y alabanzas Me arrodillo ante las líneas telefónicas Y los tristes empleados de correos Por mantenernos unidos Al realizar su trabajo. 28

29 19 POLÍTICA Abierta de piernas y violada brutalmente, succionada por arenas movedizas de barro y sudor, de saliva y orín podrido, flagelada por tiranos, prostituida en burdeles de oro bajo sucias vejaciones parlamentarias. Viaja en coches de lujo, cubre su desnudez con palabras que acarician su cuerpo chupado y lamido por cientos de lenguas libidinosas torturado por el deseo y la obscenidad. Y, una vez más, en cualquier rincón oscuro, puedes ver a uno de ellos reventando sus muslos y taladrando su sexo. 29

30 20 No he vuelto a afeitarme desde la última despedida; es el luto que mi rostro guarda por tu ausencia. Tal vez he sentido el pánico de la sangrienta posibilidad de que la frialdad de mi vieja cuchilla oxidada rasurara una vez más mi cara. Temo mirarme al espejo y encontrarme a un hombre sin afeitar, la cobardía de su miedo reflejada antiestéticamente por la traición del azogue persiguiendo su derrota. 30

31 21 La sangre escurrida de la luna me salpicó los ojos de goterones coagulados y espesos. Convoqué a las nubes para disfrazarla de invisibilidad y observé como la noche seguía su rumbo inequívoco. He pagado cara mi traición y ha perpetrado su venganza camuflada por rayos de luz y pegajosa saliva plateada. El doctor me visitó en mi habitación privada y comenzó a administrarme el tratamiento para la enfermedad de mi memoria atrasada. Borró las siluetas de algunas fotos y trabajó duro con mis recuerdos en quirófano. Su bata quedó marcada de las manchas imborrables de la sangre escurrida, espesa y coagulada de la luna. 31

32 22 Hace tiempo que no te siento. Desde la ventana en posición de suicidio te busco por la calle. He contemplado los signos celestiales de la premonición de tu presencia y me he reclinado aún más en el antepecho de mi ventana. Y allí, en esa inquietante posición de suicidio me sorprendiste esperándote mientras descendías hacia mí con tu fría presencia. 32

33 23 Estrangulado por mi sangre siento nostalgia de ti, amor. Como las manillas del reloj movidas sólo por el tiempo, como máquina fría y atroz con su voz de eco metálico, escucho como mi corazón se confunde con el tráfico. Todos estos pasillos son fríos y acogedores. Los ceniceros se alimentan de las colillas desahuciadas y los libros se abren de piernas sobre los pupitres pintarrajeados, mientras que hambrientos profesores llenan de tiza sus bolsillos. Hay un poema obsceno en el lavabo junto a un mensaje pro-nazi. Intento olvidarme de todo. Pero tú estás ahora tan lejos que mis oscuras gafas de sol me impiden unir nuestras manos. Estrangulado por mi sangre, siento nostalgia de ti, amor. 33

34 24 Creyó que había llegado su momento. Había esperado demasiado. Él y sus recuerdos. Se alió con su reflejo. Doble individualidad en la batalla. Decidió darse un respiro. Suspiró. Sabía que en cualquier instante perdería el control. Luchó por aferrarse al espejo. Creyó que había llegado su momento. 34

35 25 Abandonaron la cama sudada y se miraron a los ojos. No siento nada por ti. Yo tampoco. Y ambos se amaron hasta el amanecer. 35

36 26 ABORTO No sabía quién eras. Me sorprendió tu grito en plena noche mientras hacía el amor con una desconocida. Tu voz de caverna recorrió mi cuerpo como un escalofrío y me aparté de sus piernas en el instante preciso. Ahora se quién eras. Ahora se que jamás te habría conocido. 36

37 27 Esta noche no quiero hablar de política. Eso fue todo lo que se le ocurrió al poeta frente a unos folios en blanco. Traicionemos al gobierno. 37

38 28 El amor iba vestido de negro Cuando me lo encontré Caminando a través de la oscuridad Bajo la piel desnuda y suave De una noche bañada por la niebla en Roma. Nos sentamos a hablar En un solitario café italiano Acerca de quién estaba vivo Y quién estaba realmente muerto. Él rezó por mí Y me regaló su traje negro. 38

39 29 Me has robado una mañana llena de frío y sol, de esperanzas depuestas para ningún otro día. Me has otorgado una noche repleta de hiel y desvelo, de ilusiones despiertas para impedirme dormir. Me cubrí de sábanas de odio y huí hacia la madrugada con la severa intención de destruirte. Podrido de esperas e intentos no queda más que decir. Es la última de mis ofertas repetidas. 39

40 30 La ausencia me hace navegar entre signos zodiacales y horóscopos por saber algo de ti. Ejércitos de estrellas organizadas como espías nazis a sueldo trabajan sobre tu vida para mantenerme informado al mando de mi ángel. Rescato ocasiones que colecciono en el álbum de los momentos revisado en cada hueco en que evaporas tu presencia como el agua oxigenada del acuario que me cubre e inunda mientras te escribo en la pública privacidad de este café. 40

41 31 Tengo mis uñas rotas y retorcidos los intestinos. Las cenizas se derraman poco a poco sobre este poema. Ahora me dedico a incrustarme cristales artificiales en mis pupilas para que sangren mis ojos. Muerte a todos los imperios levantados por hombres! Muerte a los políticos y sus ejércitos bajo la corrupción del poder! Y muerte a todo este jodido mundo que a veces amenaza con derrumbársenos encima! 41

42 32 El amor ha contraído la sífilis y se retuerce de dolor entre apestosos sudores. Se ha refugiado en una casa con quinientas habitaciones y se recuesta sobre quinientas camas diferentes. Paga con dinero nocturno los cafés de la mañana repletos de cenizas. El martillar de unos latidos no le permite dormir y atraviesa una crisis de insomnio mientras se arrastra sin fuerzas como una babosa por las esquinas mendigando unas migajas de desconsuelo. Pero sus pasos decadentes no lo llevan más allá de los rincones del odio y el desprecio y su mirada no se deshace de las huellas que va dejando tras de sí. 42

43 Húmedas babosas se deslizan a tus pies, el frío vientre de un sapo acorralado por la noche en alcohol enamorado. Mezcla de babas de besos de caracol, amor mojado por la escarcha de la hierba de un monte entre acantilados abiertos. De qué sirve una sala empapada en sudor a las ocho de la mañana. Déjame tiritar de frío entre mis sábanas, ahora que nos hemos quedado solos. Cuántas veces te has detenido ante un patético atardecer esperando una llamada de teléfono. Desnudemos la luna ahora que no hay testigos, ahora que el mundo se tambalea entre enrolladas serpientes de cascabel y son las ocho de la mañana. Porque se han reblandecido bajo el sol todos los escudos de plástico que te protegían y mi espada es de niebla espesa cuando amanece. Dejadnos ser dos hojas de terciopelo a la caída del destierro para más tarde no llegar a nada

44 34 Nada más tierno que caer dormido pensándote, nada más dulce que despertar con tu recuerdo y seguir soñando en ti, el regalo de tu imagen en mi mente, la estrella de David prendida en tu cuello, la del ángel en tu nombre, ahorcado a la espera del cordón umbilical telefónico, esclavo del tren que te regrese de la ausencia mientras intento despojarme de mi pesado ropaje de horas. 44

45 35 No pretendo engañarte. Amo las guerras tanto como tú. No tomes esto como una acusación. Tómalo como un juego al que nunca te atreviste a jugar. Entiéndelo como una indirecta. Yo tenía claro desde el principio lo que pretendía. No puedes hacer nada pero yo aún conservo este viejo rincón que me refugia. Tal vez no entiendas nada de todo esto; es lo que me propuse. Sabes que no solucionarás nada con apretar ese botón y evadirte. Amo las guerras tanto como tú y ésta es la mía contra ti. 45

46 36 No tienes fuerza para destruirme. Me detengo en esta idea y me gustaría poder creerla. Deja de acosarme con preguntas de las que no deseo tener una respuesta, deja que los barrotes se ablanden y deformen frente al sol de la ventana, deja que el agua salada que me envuelve abrase mi piel mientras apaga las llamas y déjame creer que no tienes fuerza para destruirme. 46

47 37 NAVIDAD Me encanta la sonrisa hipócrita de cada rostro, los vómitos de colores, los abortos en forma de cristal y filamentos y los árboles encadenados de grilletes condenados a la silla eléctrica. El odio no desaparece; se esconde bajo la nieve. Me desconcierta el tamaño al que puede ser reducida una estrella engalanada con traje de noche y batón de cola. Venero la gula y me dejan indiferente los nuevos pecados. Soy adicto a las orgías nocturnas de alcohol y sexo fáciles, al hombre y la mujer extraños rindiendo culto al sexo sobre el altar del retrete mientras otros dos extraños esperan fuera su turno y se excitan con los gemidos y yo soy arrastrado por el oleaje de un mar que baila al son que impone la luna en una sala apestada de sudor podrido. Es sólo que, por un momento, el frío del invierno es agradable. Y es sólo que, a veces, olvidamos quién está detrás de todo esto. 47

48 38 Esta mañana he visitado a solas las iglesias que me llevaste a contemplar aquel verano y me he arrodillado ante los altares del amor perdido a modo de plegaria. Esto no es un poema; es una oración desencantada que se burla de su propia ineficacia, un sacrificio inmolado en el altar de tu recuerdo para invocar tu presencia hacia el lugar al que nunca acudirás. 48

49 39 Un día me abandonó la mujer que amaba a la que la adolescencia me obligó a abandonar. Estos cuatro versos reconocen la culpa de ambos. Salí a buscarla una noche en que el cielo era una estampida de diamantes. Tomé un par de cafés con su pelo, su rostro, su sonrisa y su voz. Volví a casa sin encontrarla. 49

50 40 Frío, impávido, me senté frente a mi propia historia; no había nada que rescatar excepto lo que ya había puesto a salvo. Mi dignidad y mi orgullo crearon una máquina de succionar el dolor que dio resultado. Me he convertido en el traidor de mi propio bando trabajando a sueldo para el enemigo, redactando documentos falsos que parezcan correctos a sus ojos, dejando de emitir mensajes estratégicos y sepultando toda expectativa de éxito. Les hice creer magistralmente que la guerra estaba ganada. 50

51 41 Me he recluido docenas de veces en la cocina de esta casa, me he atado a la pata de esta mesa sobre la silla eléctrica, me han guillotinado eternamente con la hoja de esta ventana, he tendido mi cadáver sobre esta vieja cama bajo un techo blanco de estrellas. Nadie conoce los lugares donde mi corazón ha sangrado ni el yodo de mis lágrimas ha cicatrizado mi pasado, porque tú eres el veneno ardiente de mi tiempo indescriptible, insondable, inalcanzable. 51

52 42 Me pregunto por qué inundas mis últimas noches castigándome con horas de insomnio, incluso mis sentimientos dormidos, débiles de inanición, han abandonado el vago sueño que los postergaba y se dedican a levitar por toda la habitación y por qué diriges mi mano y haces que escriba cosas que hace tiempo debería haberte dicho. 52

53 43 Ya no pretendo engañarme por más tiempo. Sus besos estaban repletos de sexo. Tu beso rezumaba amor por las comisuras de tus labios. Quiero ser el único pecho sobre el que abandones tu cabeza a la deriva, el único grillete para tus manos, los únicos ojos que alabes, la única ola que bese la arena de la otra orilla de tu cama y sentir, como ahora, que no ejerzo ningún control sobre mi mismo ni sobre este poema. 53

54 44 Capturados bajo un mismo marco existe una lucha de colores dentro del mismo lienzo. La factura de la puta alta, rubia y de ojos azules sigue siendo demasiado elevada para mis bolsillos. El Guernica ha reanudado su guerra interna. Alguien ha vuelto a colocar un nuevo ramo de flores sobre la sepultura de Hitler. La lluvia ha cesado y es ahora la sangre espesa y coagulada la que salpica las calles. Es tiempo de invierno en la ciudad. 54

55 45 Me detuvieron en la frontera. Los de la aduana me requisaron mi cajetilla de cigarrillos y mi encendedor de gasolina. Respetaron mi cartera con una foto de cristo y una entrada barata para el paraíso. Me despojaron de mis negras gafas de sol pues ya no era ningún extranjero para ocultarme ante tus ojos. Y, a cambio, me proporcionaron un visado hacia tu futuro. 55

56 46 Necesitas un afeitado. Viste tu rostro de espuma blanca y desenfunda una fría y nueva hoja de afeitar de su mitón. Te has destrozado la cara. Tiene un millón de cortes y la sangre tiñe la espuma de rojo. Aún no has aprendido ni siquiera a afeitarte. Cicatriza tus cortes y sal a la calle con esa cara de Frankenstein. Quizás alguna puta barata necesite una dosis y te tome como su última alternativa. Debes darle un descanso a tus labios oxidados de tanto besar. Tus brazos han enmohecido de abrazar a tantas mujeres. Péinate un poco antes de salir a la calle, pero no olvides recoger los mechones de pelo que han caído al lavabo para guardarlos en el museo de cuando aún vallas la pena. Sabes que nunca has valido la pena. Por qué has malgastado entonces todos estos años intentando engañarte? Levanta la cabeza del lavabo y mírate al espejo. Su imagen se está muriendo de risa y te escupe carcajadas en tu propia cara. 56

57 Este es el momento justo para que te cortes las venas con las hojas de afeitar. Pero ni siquiera para eso eres decidido. Siempre has sido un cobarde. Este es uno de esos momentos en los que cogerías una caja de cigarrillos para fumarlos uno detrás de otro con el pretexto de acabar cuanto antes. Pero ya no eres capaz de tan siquiera eso. 57

58 47 BOLETIN OFICIAL DE NOTICIAS El comunismo ha caído como cualquier utopía. La democracia es una dictadura camuflada. El Muro se ha derrumbado y Rusia ya no existe, pero Cuba es todavía un campo de batalla. El pájaro sobre el cable ha sido electrocutado. Las cadenas del amor paralizan mi voluntad. Mi mente ha creado un sueño del que no puedo escapar. Mi vida y mi suerte son un deseo deshojado. Los cubos de basura siguen siendo consultados. La mano de un mendigo te persigue por la ciudad. Al final del callejón discuten las navajas. En el borde de la acera yace un negro abandonado, Las guerras no han acabado y las ciudades están destruidas y arrasadas. El hombre se ha traicionado, sus hijos juegan con armas. La paloma de la paz se ha vestido de negro y guarda luto por nosotros. 58

59 Los fetos son abortados sin su previa consulta. La peste del nuevo siglo acaba de invadirnos. Y la única esperanza que he conseguido encontrar ha sido una rosa floreciendo entre la basura. 59

60 48 La frecuencia con la que te quiero no es especialmente normal en estos tiempos. Porque te quiero siempre, la vitalidad de mi amor no solo consiste en recordarte lo preciosos que son tus pechos y tus nalgas sino la fuerza que imprimen tus ojos cuando te miro hacia dentro y recuerdo que los ángeles carecen de sexo. 60

61 49 Me contemplo en el retrato de un muerto y magnifico tu presencia, glorificando el estado de gracia en el que me encuentro mientras me recorre la espina dorsal y la metamorfosis me convulsiona el espíritu en el que me ahogo. El culpable de todo se ha esfumado en la embriaguez de ser nadie y me ha dejado solo. No siento el abandono. Yo soy el abandono y la pérdida. Tú eres la presencia y el todo. No queda nada más 61

62 50 EL POETA HA SIDO DESCUBIERTO Quién ha dado el soplo? Quién ha pagado por ello? Quién ha seguido las pistas? Quién ha unido los indicios? Quién ha proporcionado la información? Alto, gafas, cabello castaño, flequillo caído sobre la frente, algún que otro grano inoportuno, delgado, mentón algo notable, barba demasiado dura y cerrada, voz profunda y penetrante, manos grandes, dedos gruesos, sin nada que acariciar, las uñas rotas, largas extremidades, boca pequeña sin nada que besar, cejas pobladas. Una persona como otra cualquiera. Acaso esperabais algo fuera de lo común? Acaso esperabais un Dios? El detective estaba disfrazado de mujer. El poeta ha intentado ocultarse, ocultarse de cualquier indicio de mujer entre cientos de personas, pero ha sido capturado. Ha sido condenado, Sentenciado a ser poeta. 62

63 El trabajo ha recaído de nuevo sobre él, como las tablas de la Ley sobre el pueblo de Moisés. Las mujeres lo han obligado a ello. Creía que podría escabullirse, pero ahora es demasiado tarde, ya no hay escapatoria. El poeta ha sido descubierto. 63

64 51 EL GUÍA Conocí a una mujer de cabellos rubios y ojos azules. Sus piernas eran delgadas y su figura esbelta. Fumaba cigarrillos. Los granos de su rostro eran la antiestética denuncia de su juventud. Su nombre no me era del todo desconocido. Uno más para mi colección. No me repudió la primera cita. Un viajero siempre busca unos brazos en los que cobijarse. Recorrimos la ciudad. Fui el anfitrión perfecto. Poco a poco nos cubrió la noche. La llevé hasta su casa. Oh, Dama de cabellos rubios y ojos azules, conviértete ahora tú en mi guía y llévame por los senderos de tu cuerpo! Desde las sensuales puntas de tus pies hasta tus mullidas rodillas. Desde las mullidas rodillas hasta tus muslos de nieve y escarcha. Desde los muslos de nieve y escarcha hasta el valle de tu vientre. Desde el valle de tu vientre hasta las suaves colinas de tus pechos. Desde las suaves colinas de tus pechos hasta el cráter de tu volcán. 64

65 Desde el cráter de tu volcán hasta los riachuelos de tus labios. Desde los riachuelos de tus labios hasta las escarpadas cumbres de tus nalgas. Subamos a tu habitación de alquiler, oh, Dama de cabellos rubios y ojos azules y guíame por los senderos de tu cuerpo! Guía mi imaginación! "Lo siento. Tú no eres ningún viajero." 65

66 52 MI MENTE HA CREADO UN ANGEL Me he enamorado de tus párpados, siempre pintados de sombra gris, cegando la luz de tus ojos cuando se despliegan dulcemente. Me he enamorado de tus pupilas que me miran y observan bañándome de una luz cegadora. Me he enamorado de tu boca, de tus labios amplios y gruesos cubiertos a veces de carmín, a veces de carne fresca. Me he enamorado de tu pelo, rizado y largo, que se desprende sobre tu espalda. Me he enamorado de tus senos que apenas se enaltecen bajo tu jersey, tus senos tímidos y suaves, cautos y silenciosos cuando respiras. Me he enamorado de tus ropas, porque tienen el dulce trabajo de cubrir tu cuerpo. Me he enamorado de tus piernas entre las que me encantaría perderme en un sueño de lúdica y lasciva obscenidad. Me he enamorado de toda tu carne fresca, joven y nueva. ioh, mujer, sométeme a un interrogatorio que dure toda la noche, que dure todas las noches de nuestra vida! Déjame penetrar en tu alma y en tu cuerpo antes de cumplir mi condena. 66

67 53 A Lydia le encanta soñar con sus dragones y serpientes. Lydia tiene el pelo rubio y corto. No es demasiado alta. A Lydia la conocimos uno de los primeros días en el Café. Ella se acercó hacia nosotros en un dulce paso y, desde entonces, sus dulces pasos no se separan de los nuestros. La lluvia pinta de luz sus ojos y los pájaros dibujan su sonrisa. A Lydia la mimamos A Lydia le hubiera gustado ser la princesa más hermosa de un cuento y a cada uno de nosotros los caballeros que acuden para librarla de las garras del dragón más feroz... Cualquier día de estos, cuando pasen los años y ya no estemos juntos, leerás estas líneas y nos recordarás. y nosotros, con tu recuerdo clavado en nuestras mentes, no dejaremos de preguntarnos: Dónde están ahora todos tus dragones y serpientes? 67

68 54 HE PERDIDO EL CONTROL DE ESTE POEMA Ahora, ponte tu chaqueta y tus gafas oscuras cubiertas de polvo para aparentar. Ahora es el momento de enamorarla. Cubre su amor con una hoja de Otoño, vístela con un poema, desnúdala con una canción. Ahora es el momento de acariciarla. iestá empezando a amarte! No esperes hasta el momento en que tenga que decir: "Demasiado. Me estás cansando demasiado". Esto que escribes Es una más de tus neurosis. De donde has sacado los argumentos para hablar tan despreocupadamente sobre su amor? Acaso tienes pruebas? No tengo pruebas. Tan sólo tengo la profunda mirada de unos ojos verdes. unas manos, pequeños abrazos, diminutos y suaves besos... No poseo pruebas. He perdido el control de este poema Me habla a la vez que habla consigo mismo. Ha cobrado vida. Ya no me pertenece. Se ha vuelto loco. Vive gracias a ella. 68

69 55 Estaba perdido en esta ciudad. Le pedí a mi estrella con nombre propio que guiara mis pasos hasta este café; no tardé demasiado en encontrarlo. Abrí la puerta como si fuese un ritual y entré lentamente recreándome en cada pisada, en cada detalle. Vi la silueta de dos fantasmas del pasado sentados en la mesa del fondo bajo la peluquería de caballeros pero no quise molestarlos; aún seguían besándose. Caminé por el asfalto de este café disfrazado de ciudad. Me senté y encendí un cigarrillo. Voy a denunciar a este establecimiento; ayer me pusieron el café demasiado dulce y hoy está demasiado amargo. Llevo un buen rato aquí y aún no he dejado de temblar. Los fantasmas de la esquina se han acercado hasta mí para regalarme sus cadenas y me han atado aquí bajo la sentencia de un encantamiento. Por qué no puedo irme? Por qué no quiero irme? Por qué no puedo ir me a c a s a? 69

70 56 He derrochado toda mi colonia en ti, he malgastado mi dinero. Ahora he de seguir enseñando para pagar a los fumigadores de telas de arañas amarillas. He transgredido las fronteras sin el pasaporte adecuado pero siempre sin abandonar mi estilo; es lo único que importa. Ha sido un largo y duro trayecto de adiestramiento para al final descubrir que los pactos y las alianzas nunca son suficientes para ganar una batalla. Hoy me honra el honor de poder proclamar a mi maestro judío que he superado la prueba para llegar a ser el más hermoso de los vencidos. 70

71 57 EL CAFÉ El humo de un cigarrillo. Los vasos sobre la mesa. Los libros sobre una silla. Los abrigos sobre los respaldos. El aire se va cargando por momentos. Alguien enciende otro cigarrillo. Las cenizas sepultan el cenicero. Hombres y mujeres alrededor de la mesa; Me quedo con las segundas. Ruido de cocina al fondo. El paisaje inferior está repleto de pantalones y medias; Esto no es un indicio sobre el sexo. Unos hablan, otros escuchan. Todos hablan, nadie' escucha. Esto no es un aula. Esto es una evasión. Algunas cabezas en blanco y negro cuelgan sobre una de las paredes. Hombres y mujeres decapitados tras cinco años de trabajo. Cuánto cuestan estos cafés? Los pagareis con vuestro esfuerzo. El humo de un cigarrillo que se apaga. Los vasos vacíos. Los libros apiñados desordenadamente. Los abrigos arrugados. El aire continúa cargado. Esto no es la descripción de la atmósfera de un cuadro impresionista. Esto es El Café. 71

72 58 No hay nada que pueda apartarme De todo mi ornamento, Nada que pueda alejarme de ángeles De cabellos negros y ojos verdes, Ni siquiera este viejo y lento tren En su eventual proceso. Consagraré al reino de tus caricias El orgullo que las puntas de mis dedos Nunca antes gozaron. Porque el destino pactado En lugares dispersos Hace al dolor menos sangriento Que la mutilación de la espera, Me alío a la distancia Que más tarde traicionaré Para coaccionar Las manos oscilantes del enemigo Que ha colocado alambradas En las tuyas. Me visitas cada noche; Lo se porque cada amanecer deposita en mis sábanas Dos siluetas abrazadas Tras dormirme abandonado a tu recuerdo Concediendo a la realidad Mayor poder que a cualquier sueño. Los momentos que te obligan a desaparecer Convierten mi vida en pisadas de arena Del desierto de tu ausencia Que persigo hasta un nuevo anochecer Con el único propósito de un susurro; Gracias por dormir siempre conmigo

73 60 Mientras tus ojos en los míos requerían respuestas a mi pensamiento con un qué silenciado y un verbo elidido me conmocionó tu pánico de pérdida que recordaba a mi viejo maestro judío mientras un temblor estremecido de nuevo me acercó a tus brazos. Y, sin embargo, mis uñas no están quebradas como en el resto de mis poemas y hacen que las tripas de acero y nylon suenen mejor que nunca. 73

74 Todo lo que me rodea es una amalgama de signos y señales, el entramado invisible al que nos resistimos, la excusa de una estrella de siete puntas por deslumbrar en su coquetería. Agosto ha vuelto a inquietarme como cada año con su misticismo esperado tras los primeros avisos de Marzo en forma de mujer alada. He comprobado la heterosexualidad de los ángeles en su presencia. Llamaron a mi casa para venderme una almohada. "Están fabricadas con auténticas plumas de ángel" -me aseguraron- "ideales para soñar"

75 62 Las maletas desmanteladas en las prisas de una habitación de hotel se desmoronan a horcajadas de risa porque la injusticia se ha declarado injusta en su sentencia salomónica. Como la silueta imperfecta del humo que circuncisa las paredes de este recinto efímero me he disfrazado a medias de luz, a medias con la espada de Salomón en la sombra de mi fingida mueca perfecta. 75

76 63 Quiero tomarme el último café contigo antes de despedirme para siempre. Puedes pensar que soy cruel pero voy a abandonarte. El primer sorbo achicharra mi lengua y mi garganta. Has dejado el poso de tus cenizas en mi café. El segundo sorbo me hace vomitar. Me has robado el azúcar. Me sabe demasiado amargo para ser un simple café. El tercer sorbo me revuelve el estómago. Dejas caer tu pelo sobre mi bebida. Con el último sorbo, uno de tus cabellos me asesina enroscándose a mi cuello. Este ha sido mi último café. 76

77 64 Me desconcertó la noticia de tu muerte. Seguiste fiel a tu promesa contraída con el tiempo y sobreviviste. He pensado a veces que tu desaparición era beneficiosa pero hoy me reconforta el alma poder pasear de nuevo por tu calle y sentarme plácido de nuevo ante un café encendiendo un cigarrillo continuo con la mesa de los fantasmas sin ocupar por ninguna silueta humana, reservada para ellos en el tiempo bajo la exclusividad de lo eterno. 77

78 65 El ángel ha vuelto a convocarme en esta ciudad y he acudido fiel a su cita. Escudriña mis pasos tras la pupila de una estrella. Son casi las siete. Ha vuelto a citarme para saldar la deuda de ese café prometido que nunca tomamos. Aún no he logrado descifrar el mensaje oculto tras los símbolos que me otorga a modo de coincidencias pero no trato de forzarle. Por el momento me limito a tomar con él el café de la deuda. 78

79 66 A veces escucho llorar a mis botas negras arrepentidas de los pasos que nunca dieron ahora que ya están algo más viejas y el polvo pesa en su piel. Mi abrigo azul de solapa ancha se ha convertido en un imán de pelusas de las que soy incapaz de despojarle. Casi nadie se resiste al esférico dios de manos pequeñas y alargadas, ni siquiera yo que escribo esto. Desdoblando la madrugada de la espera en el adiós que me devuelve indefiniblemente entre próximas amenazas de aurora, limpiando mis ojos de telarañas, desnudando una derrota. 79

80 67 Aún resistes a esas noches de ir cerrando bares. Reclamabas estabilidad cuando no debiste hacerlo y nadie te escuchó. Luego restaste los años del calendario. A veces te veo cansado y se que pedirías lo de siempre pero cualquier cosa que te rodea no es más estable que una brújula que no sabe ni cómo ni dónde acabará el viaje. 80

81 68 En momentos como éste La soledad y la impotencia se convierten En paredes derrumbadas sobre mi cabeza Y en un cuerpo que conozco muy bien Derrotado en llanto sobre la cama. He bajado a tomar un café Tras sobreponerme a un estado de ánimo En el que nunca me dejaría ver Y me he escondido bajo humo de tabaco Y lágrimas internas Que la presencia de otros ojos Me impiden exteriorizar. Por eso he bajado hasta aquí, Para refugiarme de esa lluvia De pupilas saladas Y adelantar el grillete temporal Que oprime mi muñeca. 81

82 69 Una tarde cualquiera de un Invierno más, fría y ventosa, me he quedado solo y he bajado al Café... Sobre la mesa, mis libros, un cenicero que no utilizo y un café humeante. No tenia por qué haber venido. Sólo soy un poeta solitario sentado en un café. Me apetecía estar aquí, a solas por un momento y escribir unos versos vacíos que carecen de importancia y de sentido. Escribo esto por puro placer. No es una necesidad del alma como en otras ocasiones. No tengo nada que deciros. Tan sólo me dedico a completar renglones. Todo esto forma parte de un proyecto inacabado. Aquí hace un calor acogedor. Me moriría al salir a la calle si no fuera por mi abrigo azul de solapa ancha. Hoy me gusta esta soledad. No es una ofensa. Es un modo de evasión. Hoy no me hace daño. Es un refugio. Acabo de tomarme el café. Me vuelvo a casa. 82

83 70 Mi agenda va cambiando de nombres y direcciones. Suelo hacer algún borrón de vez en cuando. Busco los nombres adecuados y destruyo el resto. Y justo cuando estoy seguro de que esta vez es la definitiva siempre me encuentro esperando una nueva agenda sobre mi mesa. 83

84 71 20 de febrero de Leo el periódico; Ha muerto un líder chino Y yo me tomo un café Junto a los empleados de basura De la mesa de al lado. Afortunadamente y como casi siempre Visto de negro. Quemo un cigarrillo A modo de incienso en su honor. Es un bonito día para morir; El sol brilla engañando al invierno Y el cielo es tan azul y tan claro Que no puede cerrar sus puertas Ni negar sus favores. Un corazón de jade verde oriental Ha aumentado la colección de mi cuello Junto a la cruz mexicana de un amigo Una concha y otras reliquias que me mantienen. Tengo la sensación de haber matado a alguien. Es un bonito día para morir. 84

85 72 No se por qué en estos días Me envuelve el calor denso de tu pelo De ondas alargadas. Me desconcierta el eco de tu risa Porque nunca me detuve en ti. No comprendo este súbito anhelo Que sin saber por qué Ahora me embarga. El teléfono me hechiza Y me arrastra hacia él. No conocí la intensa suavidad de tus manos Hasta que encendí tu cigarrillo. Y por qué recuerdo El rastro de tu perfume Y deseo volver a olerlo. 85

86 73 F.G.L. Vi brotar De las alcantarillas de las esquinas Géiseres de sangre Hirviendo a borbotones Y arrasando la ciudad. Muerto Por empuñar el arma de tinta En la línea de batalla Del bando de la belleza. Sólo fue un pretexto, La pretendida excusa de un poema A falta de acusación. La muerte no fue Ninguna coartada para desaparecer. Incluso ahora Descubro ciertas luciérnagas nocturnas Acompañando a anhelantes siluetas Ensombrecidas en la noche A profanar tú tumba Con palas blancas De largas empuñaduras negras. 86

87 74 Recolecto vestigios en forma de números Que el ángel a veces olvidado Deposita en los rincones más insospechados De calles y locales. Estoy comenzando a odiar Las amarillentas telas de arañas Que habitan ciertas estancias. Me sigue visitando la lluvia Aunque tal vez nos falle la magia Del milagro de la caricia suave Del aguanieve. Sospecho que pronto Volveré a verme impregnado Del crujiente silencio Del que calla. 87

88 75 Alguien quiso que no nos dijéramos adiós Y nos otorgó una despedida mutilada En un leve amago de estancia Que decidió no consumar. Regresé a casa ungido de desconcierto. No concretamos el último beso, El último abrazo, El último consejo obligado de andén, Porque todos los indicios Apuntaban hacia el futuro. En aquel departamento brevemente visitado, Aquel siete de agosto, Le aguardaban multiplicadas por dos Siete horas de viaje Y la fotografía de un ángel. 88

89 76 Nada más tierno que caer dormido pensándote, Nada más dulce que despertar con tu recuerdo Y seguir soñando en ti, El regalo de tu imagen en mi mente, La estrella de David prendida en tu cuello, La del ángel en tu nombre, Ahorcado a la espera Del cordón umbilical telefónico, Esclavo del tren que te regrese de la ausencia Mientras intento despojarme De mí pesado ropaje de horas. 89

90 77 Huelo a invierno Y me falta un beso Que acurrucar. Colecciono miradas de cinturas Con mis manos congeladas, Acolchados jerséis Lisos y deformados Y me arrastra la soledad En su anhelo y me traiciono. Atrapo al vuelo una sonrisa Que me desvela Y me devuelve a mí. Desconoces que fue para ti Mi último sueño. 90

91 78 Este es uno de esos momentos En los que te diría: Tus ojos han perdido su belleza Porque tu rostro se ha desprendido De la luz que lo hacía hermoso Como las cornisas de un edificio derruido. Esto me ha devuelto a la literatura. Todo se ha derrumbado Excepto los cimientos De los que crece esa rosa Alimentada por el abono de los escombros. Es todo lo que queda Tras una estabilidad mutilada. Este es uno de esos momentos. Este es el momento. 91

92 79 No se por qué estoy escribiendo esto. No hay necesidad para ello. He conocido a personas irlandesas, americanas Y francesas en la cocina, El lugar donde todo puede ocurrir, El único lugar vivo aquí al igual que en todas partes. He escuchado por las noticias de la radio Que está nevando en Londres. Dennis, el viejo irlandés de la cocina Me conmocionó profundamente con su filosofía de la vida Y su encantador discurso. Una de las chicas francesas tiene una guitarra. Tocaré para todos ellos esta noche Como solía hacer hace dos años Para la nueva vieja gente que conocí Cuando todo era diferente. Devolveré a este hostal a la vida Después de la cena de Navidad. 92

93 80 Todo el mundo se ha marchado excepto yo: Virginia, Karine, Richard el chico de Florida No me he dado cuenta Pero Lawrence, La chica francesa de veinticinco años Se ha marchado también Dejándome en un estado de ánimo Que nunca comprenderé. Me ha dejado sus besos chinos Flotando en una nube de melancolía. Dijo que no había razón para estar tristes, Dijo que me conocía por sus sueños. Tienes que canalizar tu energía -Dijiste en tono espiritual. La recuerdo inclinada sobre mí Junto a la ventana bailando hacia mí Con su movimiento oriental, La emisora de radio Invicta encendida. Lawrence, La chica de París de antepasados chinos Se ha marchado Dejándome con un sentido de pérdida Que nadie puede entender. 93

94 81 Conocimos a Pano, el chico griego. Tenemos una cita con él en Londres. Conquistamos el restaurante indio Y lo convertimos en nuestro pub privado. No había nadie excepto nosotros, los camareros Y algo de güisqui Bailando a través de las mesas. Pano nos enseñó una danza griega. Ese tipo de cosas Sólo ocurren aquí. Las cinco de la madrugada. Regresamos al hostal. 94

95 82 Se me ha concedido el deseo de volver Aunque no lo creía posible. Tras mi nuevo café Puedo vernos sentados En esa encantadora mesa del rincón Mostrándome las fotografías Que me hicieron celoso y nos unieron. No hay rostros conocidos aquí ahora, Tal vez los de los camareros Pero no los recuerdo. Hace frío fuera a finales de diciembre. No te estoy esperando. No espero ni que el ángel masculino Ni el femenino aparezca por segunda vez; Me han dejado señales y mensajes Que sólo yo comprendo. Los conozco perfectamente. No busco las cosas que me rodean; Es sólo aquellos que tengan ojos para ver Y oídos para escuchar. No estoy esperando al ángel. Me miento a mi mismo. No espero que aparezca la chica de ojos verdes. Solamente me tomo el café Que he estado esperando Durante dos años y medio. 95

96 83 Eres la medalla que cuelga ahorcada en el bosque de mi pecho. Eres la luz que mira desde la cima del árbol deshojado. Eres una fotografía en mi cartera. Me revienta el corazón en astillas la gente que te aclama tan sólo bajo una de tus formas venerando un trozo de tronco tallado y no al árbol en su conjunto sin saber que, en realidad, eres todo el bosque. 96

97 84 Arrastro mi pasado bajo mi cuerpo sudoroso empapado del calor de las calles y se que ese sudor huele a podrido pero, aún así, siento fuertes deseos de gritar palabras de amor porque no existe ninguna cadena capaz de atar mi corazón a otro, porque mientras te amo estoy planeando la forma de abandonarte y porque el pasado fue ayer pero el futuro es tan libre como las alas de un colibrí volando hacia el horizonte. 97

98 85 Dondequiera que me encuentre oirás mi voz de caverna susurrando una de mis melodías al oído. La belleza no varía sus formas sea cual sea el lugar, incluso la carretera ofrece mil rostros diferentes y, allí donde vaya, dondequiera que me encuentre creo que seguiré siendo yo mismo aún sin llegar a entenderme. 98

99 Volver, regresar a mis nuevos conocidos y a un amor que dejé medio empezado, abandonar el sabor de las charlas de una habitación abuhardillada, degustar de nuevo el cariño de la gente, terminar los inevitables y pésimos poemas de viaje y paladear el extraño regusto entremezclado de alguien debatiéndose entre el deseo de regresar y el placer de no volver

100 87 Qué extraño resulta el camino de vuelta a casa. Qué extraño perderte cuando me has obligado a ello. Sentado aquí, en el mismo café desconocido perdiendo miserablemente el tiempo con pinceladas de poema y vosotros, ahora tan lejos, aguardando una llamada de teléfono que confirme mi regreso. Qué extraño resulta el camino de vuelta a casa. 100

101 88 Conocí al viejo judío errante que escribió la Biblia mientras me hallaba sumergido en un trance hipnótico. Me desconcertaba su conversación. Una tenue música griega envolvía nuestras palabras mientras me enseñaba los secretos de las monótonas melodías indias a las que me había convertido en un asiduo adicto. Me habló sobre el poder de la palabra y sobre como, un día, espiando entre las azoteas contempló su fe dándose un baño sobre el tejado mientras la luna atravesaba su cuerpo. Su voz calmada y tranquila me acariciaba la cara y me impregnaba de deidad. Intenté detener el momento con mis viejos trucos de mago pero no fui capaz. Volví a estrechar su mano una vez más grabando en mi memoria el roce de su piel repleta de experiencia. Sin poder evitarlo y, tal como llegó, el sabio y viejo judío errante se desvaneció ante mi mirada envuelto entre mis propios gritos y los de una pequeña multitud de discípulos consagrados. Desde entonces, su imagen me acompaña siempre mientras ando persiguiendo a una mujer bañándose en el tejado entre tenues músicas griegas y monótonas melodías indias. 101

102 89 Vivo en el camarote de un barco que se hunde navegando hacia el sueño en el que no me esperas. No quedan supervivientes del pasado pero aún flota en el mar ese madero al que aferrarse, los despojos de esa balsa de amor que construimos juntos para hundirnos. Intento dibujarte sobre la sombra de la esquina junto al billar en el que no puedo concentrarme. Perdida la partida, de vuelta para recrearme en la derrota. 102

103 90 Esta tarde me he sentado en la mesa de los fantasmas. No hay nada que temer; yo también estoy muerto. Creo que el lugar aguardaba de nuevo mi regreso o tal vez era yo. Todo aquí es una ilusión y en eso te incluyo. He venido a gozar de la tristeza y la melancolía como todo buen masoquista; no soy adicto a las pastillas que utilizas para combatirlas. Me encuentro donde un día en los pétalos de un beso me ofrecieron la vida y hoy derraman ácido sobre mis magulladuras. 103

104 91 Estoy rodeado de mi especie. Nadie me conoce aquí aunque tenemos algo en común. Voy de incógnito bajo mi barba y mis ropas negras. El poeta no será descubierto esta vez; la luz tenue y esta bóveda de ladrillos es ciertamente acogedora y me encubre. Es dulce, a veces, pasar desapercibido. 104

105 92 Esta corta noche me conduce al último amanecer que mojará de luz los cristales de esta habitación antigua bajo mis ojos. Regresarás mañana indiferente a mi presencia y no intentarás un último adiós. Dejo en cada rincón perdido un fragmento de esencia para que te perfumes con la furia de la ira de mi amor. Desnudas bajo la sombra de mis manos, la ternura y el rencor se aman eternamente. 105

106 93 La luna no me ha acompañado esta noche. La lluvia y el cielo disfrazado de nube no impidieron que mi estrella brillase con luz propia en mi bolsillo. Mis ojos en vela no están resentidos. Les he vuelto a incrustar mis cristales artificiales; no les he otorgado el descanso estipulado, los necesito hasta esta noche. Espero que sepan perdonarme. 106

107 94 Ruidos de autobuses volvieron a decorar nuestro encuentro y nuestra despedida; no podía ser de otra manera. Volvieron a besarnos, como en Londres, algunas gotas de agua presagiando lágrimas internas. Un par de cafés recordaban a Gatwick, más humos de recuerdos, nuevas miradas sostenidas sin palabras que enturbiaran el lenguaje y, una vez más, volví a perderla entre la multitud. 107