ARISTÓTELES (Onofre Castells) Ética a Nicómaco

Transcripción

1 ARISTÓTELES (Onofre Castells) Ética a Nicómaco

2 COMENTARIO DE TEXTO ARISTÓTELES: ÉTICA A NICÓMACO

3 FRAGMENTO A COMENTAR: Es por tanto la virtud un modo de ser selectivo, siendo un término medio relativo a nosotros, determinado por la razón y por aquello por lo que decidiría el hombre prudente. Es un medio entre dos vicios, uno por exceso y otro por defecto y también por no alcanzar en un caso, y por sobrepasar en otro, lo necesario en las pasiones y las acciones, mientras que la virtud encuentra y elige el término medio. Por eso, de acuerdo con su entidad y con la definición que establece su esencia, la virtud es un término medio, pero con respecto a lo mejor y al bien es un extremo. COMENTARIO: Aristóteles. Ética a Nicómaco. Libro II Este fragmento nos habla de las virtudes éticas/morales aristotélicas -más adelante veremos como estas virtudes éticas/morales se relacionan con otro tipo de virtudes: las dianoéticas (intelectuales)-, las cuales, estando orientadas a dirigir el comportamiento de los individuos que han de vivir en la πόλις -es decir, en sociedad con el resto de los individuos de una forma adecuada-, se caracterizan básicamente como un término medio entre dos extremos -excesos y defectos-, siendo estos extremos no otra cosa que vicios, o si se prefiere, errores. La Ética a Nicómaco nos pone como ejemplos (entre otros): la valentía, la cual es un término medio entre dos errores/vicios, el miedo y el atrevimiento; y la generosidad como otra virtud, siendo ésta un término medio entre dos errores/vicios: la prodigalidad y la avaricia. 1 Hay que apuntar que las virtudes éticas/morales aristotélicas las adquiere el hombre a partir de la costumbre 2. Esto se traduce en que el hombre que quiera ser virtuoso en el ámbito ético/moral aristotélico deberá esforzarse en tener unos hábitos. Por ejemplo, sólo el que haga actos valerosos -el que tenga el hábito de realizar actos valerosos- será valiente, sólo el que haga actos generosos -el que tenga el hábito de realizar actos generosos- será generoso, etc... Estas virtudes eticas/morales, al estar vinculadas a unos hábitos, a unas costumbres, no se originan, tal como nos dice Aristóteles, en nosotros por naturaleza. Para ejemplificar el significado del término por por naturaleza, el de Estagira nos pone el ejemplo de la piedra, la cual por naturaleza se dirige obstinadamente hacia abajo, y, que a causa de tal naturaleza, nunca se podría acostumbrarla a tomar la dirección contraria, hacia arriba, hacia un cielo azul aunque alguien la lanzara mil veces en dirección a las nubes. Pero los hombres, a diferencia de las piedras, estamos capacitados naturalmente para recibir unas virtudes y perfeccionarlas por medio de la costumbre. En efecto, las virtudes son recibidas después de que se hayan ejercitado. Este hábito de ejercitar las virtudes será, según explica Aristóteles, de vital importancia en el ámbito de la educación de los niños y los jóvenes. Además, las virtudes éticas/morales conciernen, según el filósofo, a los placeres y los dolores 3 en la medida en que por el placer llevamos a cabo acciones malas y por el dolor no realizamos acciones buenas. Con esto, el estagirita señala que los hombres deberán ser educados 1 Aristóteles, Ética a Nicómaco, Libro II, 7 2 Aristóteles, Ética a Nicómaco, Libro II, 1 3 Aristóteles, Ética a Nicómaco, Libro II, 2 1

4 desde niños para una vez hombres, éstos se alegren y sufran de las cosas que se deban. Por tanto, será una virtud ética/moral, aquella que realice las mejores acciones en relación con los placeres y los dolores. Entre las diversas virtudes éticas/morales hay que destacar, por su importancia, la justicia, entendiendo ésta al modo aristotélico, es decir, en su concepto de distribución, tomando como criterios principales a la hora de aplicarla la necesidad y los méritos de los hombres. El presente fragmento de Aristóteles empieza diciéndonos que la virtud es un modo de ser selectivo, lo que conlleva implícitamente una elección. Esta elección, según el estagirita, se diferencia del deseo, en que que si éste se ocupa del fin, aquella se centra en cómo alcanzar de una manera meditada ese fin 4. Así pues, si la virtud es un modo de ser selectivo, eso querrá decir que el hombre virtuoso -en el ámbito ético/moral que nos ocupa- deberá elegir, pero no de una manera alocada, o guiado por unos impulsos, sino de una forma racional. En otras palabras, esta elección deberá llevar asociada una deliberación para examinar de qué manera y por qué medios 5 se va a llevar a cabo una acción (la que se elija). Por tanto, esta elección de la que estamos hablando también lleva íntimamente unida a ella una acción, pues no existe elección sin acción. Ahora bien, elegir también pone en juego algo importantísimo: la libertad. Y es en el espacio de esa libertad, por decirlo así, en la que el hombre se mueve y elige. Pero, cuál será ese espacio de libertad en este contexto aristotélico? Acaso será el espacio que hay entre los dos extremos, entre los dos vicios, entre los dos errores, que el hombre, libremente podrá elegir, siendo precisamente el término medio aquél por el que ese hombre se decantará si, en efecto, elige de un modo racional, o como se indica en el fragmento: [...]determinado por la razón y por aquello por lo que decidiría el hombre prudente. Hagamos a estas alturas un alto en el camino y observemos en qué dirección apunta Aristóteles cuando nos hace referencia al hombre prudente. Como se dijo en el inicio, las virtudes éticas/morales se relacionan con otro tipo de virtudes: las dianoéticas (intelectuales). Si las virtudes éticas/morales se fundamentan en la costumbre, las virtudes dianoéticas lo hacen en el aprendizaje 6. Entre las diferentes virtudes dianoéticas podemos destacar la prudencia, la sabiduría y la contemplación, siendo la primera una virtud central en la ética aristotélica. Así pues, el hombre prudente será aquél que, por medio del aprendizaje y, también, la experiencia acumulada, será capaz, en su modo de ser selectivo, de considerar lo que es bueno para sí, lo que conviene, pero no solo en parte (como por ejemplo en lo que atañe a la salud), sino en general en vistas de vivir bien. 7 Será, en fin, de radical importancia la prudencia a la hora de deliberar 8 y elegir el término 4 Aristóteles, Ética a Nicómaco, Libro III, 3: "[...] el deseo tiene que ver, más bien, con el fin, mientras que la elección lo es de aquello que conduce al fin" 5 Aristóteles, Ética a Nicómaco, Libro III, 3 6 Aristóteles, Ética a Nicómaco, Libro II, 1: "Y, claro, dado que la virtud es doble -una intelectual y otra moral-, la intelectual toma su origen e incremento en el aprendizaje en su mayor parte, por lo que necesita experiencia y tiempo; la moral, en cambio, se origina a partir de la costumbre [...]" 7 Aristóteles, Ética a Nicómaco, Libro VI, 5 "Y parece, claro está, que es propio de un hombre prudente el ser capaz de deliberar sobre lo bueno para sí y lo que le conviente [...]" 8 Aristóteles, Ética a Nicómaco, Libro VI, 7 "La prudencia, en cambio, atañe a las cosas humanas y a aquellas sobre 2

5 medio. Con lo anterior podemos constatar cómo la prudencia, y en general, las virtudes dianoéticas, están relacionadas con las virtudes éticas/morales y que la rectitud de las acciones morales se gestionan en base a esa prudencia. Entremos ahora con más profundidad el aspecto de la prudencia y como ésta se apoya en la razón. El alma, según Aristóteles, está dividida en una parte racional y otra irracional, y, así mismo, la parte racional se divide también en dos: la que trata sobre las cosas que no pueden ser de otra manera y la que sí pueden serlo 9, correspondiendo ésta última a la parte Calculadora y aquélla a la Científica. El de Estagira anota, para clarificar la cuestión, que calcular es lo mismo que deliberar y, además, que nadie delibera sobre algo que no puede ser de otra manera. Pues bien, siendo la virtud moral una disposición electiva (un elegir acertadamente), y la elección un acto deliberativo, será necesario que el razonamiento que se lleve acabo en esa deliberación sea verdadero en miras de alcanzar el pretendido término medio (la virtud). En efecto, la elección de la que estamos hablando, no se da a espaldas del intelecto ni del razonamiento ni de la disposición moral. Y es propio del hombre prudente ser capaz de deliberar sobre lo bueno para sí y lo que conviene. En general, es el hombre prudente capaz de deliberar, esto es, calcular -la prudencia es una virtud dianoética que se ubica en la parte Calculadora del alma-, por lo que nunca deliberará sobre cosas que no pueden ser de otra manera -a diferencia de la ciencia, que solo trata de lo que no puede ser de otra manera- ni lo que no esté a su alcance. Y si bien, para las cosas de la ciencia, hay demostración, en el caso de la prududencia, para la cual las cosas pueden ser de otra manera, no la hay. Volvamos ahora al término medio, al cual el hombre aspira en el marco de su libertad de elección, si se puede decir así, y guiado, desde luego, por la razón y la prudencia. Cómo un hombre podrá reconocer el punto intermedio entre dos excesos, por ejemplo, la valentía como término medio entre su defecto, el miedo, y su exceso, el atrevimiento? Cómo ese hombre podrá atisbar esa virtud y hacerla suya? Siguiendo las pautas marcadas por la ética aristotélica, ese hombre deberá llevar a cabo las elecciones y, por tanto las acciones que le conduzcan al fin que busca, es decir la valentía -sólo el que haga actos valerosos será valiente-. Ahora bien, del mismo modo que no hay dos hombres iguales, tampoco habrán dos valentías iguales. Es decir, si la valentía es un término medio, éste será diferente para cada hombre, pues, al fin y al cabo, la valentía de un hombre dependerá de sus aptitudes. De ahí que Aristóteles advierta que la virtud será un término medio relativo a nosotros, pues el término medio del que estamos hablando no es una proporción aritmética, 10 sino una aproximación valorativa de una virtud moral (término medio) la cual vendrá determinada tanto en las acciones como en las afecciones 11 de un ser humano. Sin embargo, no nos las que es posible deliberar" 9 Aristóteles, Ética a Nicomaco, Libro VI, 1 10 Aristóteles, Ética a Nicómaco, Libro II, 6 "[...] pero con relación a nosotros no hay que considerarlo (el término medio) de esta manera (como una proporción aritmética)" 11 Aristóteles, Ética a Nicómaco, Libro II, 6 "[...] Pero me refiero a la virtud moral, pues ésta tiene que ver con afecciones y acciones [...]" 3

6 quedemos únicamente con que una virtud será un término medio relativo a nosotros solo porque cada hombre es diferente. Ni mucho menos. También es el término medio relativo a nosotros en el sentido en que el modo de ser selectivo, como hemos dicho anteriormente, hace referencia a la elección, una elección que tiene un principio que está en uno mismo. En efecto, las acciones que llevamos a cabo las realizamos nosotros, tanto las buenas como las malas, lo que significa que tanto la virtud como el vicio dependerá inexcusablemente de nosotros. 12 Cuando se inició este comentario, se apuntó que, a grandes rasgos, el objetivo de las virtudes éticas/morales -en conexión con las dianoéticas- no era otro que dirigir el comportamiento de los individuos que han de vivir en la πόλις. Pero esta explicación no es suficiente. Tenemos que ir más allá y entender que Aristóteles está marcando una guía ética, por decirlo así, para que el hombre, ser político por naturaleza 13, pueda alcanzar, no sólo en el plano individual, sino también en el plano de convivencia (en el marco de la πόλις), un bien a lo que todo ser humano aspira: la felicidad (Eudaimonía). En efecto, es la felicidad el fin de todo hombre, según el estagirita, y es, para el filósofo, las actividades humanas las que, conforme a las virtudes, las que podrán ofrecer al hombre la deseada felicidad, o, por lo menos, aproximarse a ella. En ninguna de las actividades humanas existe una estabilidad como en las actividades conforme a virtud 14, nos recuerda el macedonio. Así es, las actividades humanas, determinan en suma la vida, y por tanto, el acceso a la felicidad si estas actividades se llevan a cabo siguiendo el camino de la virtud, un camino marcado tanto por las virtudes éticas/morales como las dianoéticas, pues unas, sea dicho de paso, no pueden existir sin las otras. El de Estagira remarca que las acciones acordes con la virtud solo pueden ser las acciones nobles y buenas 15, y nos da un aviso de importancia central: Es imposible ser prudente sin ser bueno 16. Por tanto, sólo el hombre bueno puede ser prudente y, en consecuencia,,mire como se mire, virtuoso, y, por extensión, feliz. Con todo, podemos decir que las virtudes (tanto las éticas/morales como las dianoéticas) son algo así como unas herramientas para permitir al hombre alcanzar la felicidad, insistimos, tanto en el plano individual como en el colectivo (en la πόλις), y el presente fragmento nos está dando unas pautas para ir en dirección a ese fin. Y no confundamos la felicidad con una mera diversión 17, pues la felicidad alcanzable a través de las virtudes aristotélicas requieren esfuerzo, trabajo, aprendizaje, experiencia... La felicidad definida por Aristóteles no nos viene regalada como si nos tocara un premio sin esfuerzo alguno, al contrario, requiere por parte del hombre una actividad que tendrá que llevar a cabo a lo largo de toda su vida. Con todo, hay que precisar que si bien la felicidad es el fin al que todo hombre aspira, según Aristóteles la felicidad perfecta se encuentra en una actividad concreta: la actividad del intelecto 18, aquella que tiene que ver con la contemplación del sabio 19. Con esto último, el de Estagira nos anuncia que la felicidad consistirá, más allá del equilibrio que encarna el término medio, en la 12 Aristóteles, Ética a Nicómaco, Libro III, 5 "Y si depende de nosotros realizar buenas y malas acciones, e igualmente no realizarlas, entonces dependerá de nosotros el ser virtuosos o viciosos [...]" 13 Aristóteles, Ética a Nicómaco, Libro I, 7 14 Aristóteles, Ética a Nicómaco, Libro I, Aristóteles, Ética a Nicómaco, Libro X, 6 16 Aristóteles, Ética a Nicómaco, Libro X, Aristóteles, Ética a Nicómaco, Libro X, 6, "La felicidad no reside en la diversión" 18 Aristóteles, Ética a Nicómaco, Libro X, 8, "La felicidad sería una cierta actividad contemplativa" 19 Aristóteles, Ética a Nicómaco, Libro X, 7, "En este hombre ha algo divino" (en referencia al sabio) 4

7 realización y cumplimiento de unas aptitudes (capacidades) que le son inherentes al ser humano: el conocimiento teórico y, si se puede decir así, la contemplación de lo eterno. En fin, la virtud suprema será la sabiduría 20 y por ello, Aristóteles nos dice: La filosofía encierra placeres maravillosos en la medida en que asegura que el placer debe estar mezclado con la felicidad. 20 Aristóteles, Ética a Nicómaco, Libro X, 6, "La acción conforme a la virtud y más placentera es la que es conforme a la sabiduría. 5