MAQUETA PREVIA JULIO 2012

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1 Colección: Hidrogeología y Espacios Naturales, nº 10 El agua subterránea en el Parque Natural Sierras Subbéticas (Córdoba) MAQUETA PREVIA JULIO 2012

2 El agua subterránea en el Parque Natural Sierras Subbéticas (Córdoba) Editores Juan Carlos Rubio Campos Juan Antonio López Geta José María Fernández-Palacios Carmona Madrid

3 La presente publicación ha sido realizada por el Instituto Geológico y Minero de España y la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía, a través de la Agencia de Medio Ambiente y Agua. Autores: Manuel López Chicano. Universidad de Granada Juan Carlos Rubio Campos. Instituto Geológico y Minero de España Crisanto Martín Montañés. Instituto Geológico y Minero de España Ricardo Salas Martín. NUBIA S.L. Joaquín del Val Melús. ADOR Consultoría Colaboradores: Baldomero Moreno Arroyo. Director-Conservador del Geoparque Sierras Subbéticas. Miguel Villalobos Megía. NUBIA, S.L. Margarita Martínez Acevedo. Secretaría General del Agua. Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía Sacramento Usero Piernas. Secretaría General del Agua. Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía Javier Gollonet Fernández de Trespalacios. Consultor Asistencia técnica: Dirección Artística: Infografía: 3

4 ÍNDICE 1 EL PARQUE NATURAL 6 2 CONTEXTO GEOLÓGICO Y GEOMORFOLÓGICO EL PAISAJE GEOLÓGICO Unidad Cabra-Alcaide-Lastra Unidad de Gaena-Palojo-Camorra-Camorrilla-Puerto Escaño Unidad Gallinera-Pollos-Jaula Unidad Rute-Horconera EL KARST EN EL PARQUE Evolución del karst Las formas kársticas 15 3 AGUA Y BIODIVERSIDAD EN EL PARQUE EL MEDIO VIVO ADAPTACIONES AL MEDIO ACUÁTICO LA VEGETACIÓN ACUÁTICA Vegetación de ribera de baja montaña Vegetación de zonas encharcadas Vegetación de rezumes Fuentes y albercas FAUNA ASOCIADA A LOS HÁBITATS ACUÁTICOS 44 4 EL AGUA EN EL PARQUE EL CICLO DEL AGUA AGUAS SUBTERRÁNEAS: ACUÍFEROS Y MANANTIALES LA LLUVIA EN EL PARQUE 57 4

5 4.4 LAS AGUAS SUPERFICIALES EN EL PARQUE LAS AGUAS SUBTERRÁNEAS Y SU IMPORTANCIA EN EL PARQUE Cabra-Alcaide Gaena-Palojo-Camorra-Camorrilla- Puerto Escaño Gallinera-Pollos-Jaula Rute-Horconera LOS RECURSOS HÍDRICOS DE CARÁCTER SUBTERRÁNEO EN EL PARQUE CALIDAD DE LAS AGUAS Y CONTAMINACIÓN POTENCIAL 64 5 AGUA Y PAISAJE HUMANO IMPORTANCIA DE LOS RECURSOS SUBTERRANEOS EN EL AMBITO DEL PARQUE Y SU ENTORNO PROTECCION DE LOS RECURSOS HIDRICOS EN CANTIDAD Y CAUDAL. NORMAS DE PROTECCION ITINERARIOS DEL AGUA Itinerario 1. Doña Mencía-Cabra (a pie) Itinerario 2. Circular Zuheros-Hoz del río Bailón (a pie) Itinerario 3. Cabra-Zuheros (a pie) Itinerario 4. Fuente Marbella - El Palancar (a pie o en bicicleta de montaña) Itinerario 5. Zagrilla Alta-La Alcaidía (en vehículo a motor o en bicicleta) Itinerario 6. Priego de Córdoba-Puerto Mahína (a pie) Puntos singulares de interés hidrogeológico fuera de los itinerarios 155 5

6 1 EL PARQUE NATURAL El Parque Natural de las Sierras Subbéticas, declarado como tal en 1988 (Decreto 232/1988 de 31 de mayo), forma parte de las Cordilleras Béticas, situándose en el extremo suroriental de la provincia de Córdoba (concretamente entre los 37º18' y 37º34' de latitud norte y los 4º12' y 4º26' de longitud oeste), prácticamente en la confluencia con las provincias de Jaén, Granada y Málaga, y en el centro geográfico de Andalucía. Su superficie total es de hectáreas, repartidas muy heterogéneamente entre los municipios cordobeses de Cabra, Carcabuey, Doña Mencía, Iznájar, Luque, Priego de Córdoba, Rute y Zuheros. Se trata de un espacio eminentemente montañoso, con un modelado kárstico típico que origina manifestaciones geomorfológicas de indudable interés. Sus características climáticas se corresponden al clima mediterráneo continental con influencia atlántica, por lo que presenta altas temperaturas estivales e inviernos relativamente suaves (excepto en las altitudes elevadas) y unas precipitaciones medias próximas a los 650 mm. La variada y singular flora y fauna del área, con la presencia de algunas especies exclusivas del sur de la Península, unido a la gran belleza natural del entorno, confieren al Parque Natural Sierras Subbéticas un alto valor desde el punto de vista científico y paisajístico. Destacan asimismo, tanto por su interés histórico como por su indudable atractivo, los pueblos del entorno, cuyo patrimonio cultural está enriquecido con aportaciones de las diferentes culturas que poblaron la región andaluza. El objetivo de la presente publicación será describir las características más significativas del Parque, con especial énfasis en los aspectos relacionados con el medio físico y, sobre todo, en los relativos al papel que las aguas desempeñan como recurso indispensable para el mantenimiento de ecosistemas y como agente catalizador para el desarrollo económico de la zona. Los accesos al Parque se pueden realizar desde tres vías principales: - La Carretera Nacional 331, de Córdoba a Antequera, que discurre por el límite occidental del Parque, y de la que parten diversas carreteras comarcales y locales que lo atraviesan. - La Carretera Nacional 321, de Jaén a Málaga, que bordea el Parque por su extremo oriental y de la que igualmente parten una serie de carreteras de menor orden que lo atraviesan. - La Carretera Nacional 432, Granada-Córdoba, que discurre al norte del Parque y próxima a este. 6

7 Otras posibles vías de acceso al Parque son la Carretera Comarcal 336, que en su tramo Cabra-Almedinilla lo atraviesa en sentido transversal; la Carretera Comarcal 338 en el tramo Baena-Cabra, cuyo trazado coincide con el límite noroccidental del Parque; y la Carretera Comarcal 334, entre Lucena e Iznájar, que lo bordea en el sector suroccidental. De todas ellas parten una serie de carreteras locales y pistas forestales, a través de las cuales se puede acceder en vehículo de motor a diferentes zonas. Asimismo, se puede llegar al Parque por ferrocarril, a través de la línea Granada- Bobadilla, con enlace por la N-321 desde Loja hasta el interior del Parque, y la línea Linares-Málaga, que bordea el límite noroccidental del mismo. Se trata de un área eminentemente agrícola con escaso desarrollo industrial y con una elevada tasa de desempleo. Si bien, de forma global, puede definirse el clima de la provincia de Córdoba como subcontinental seco subhúmedo, con inviernos templados-fríos y veranos secos y calurosos, la topografía propia del Parque Natural le confiere unas particularidades características climatológicas, pudiéndose clasificar como clima mediterráneo continental, es decir, clima templado con estación seca en verano y dos máximos en invierno, y con una continentalidad de tipo medio. Las Sierras Subbéticas constituyen un relieve positivo sobresaliente entre el piedemonte con predominio de los terrenos llanos que al norte y oeste engarzan con la campiña cordobesa, la depresión de Priego-Alcaudete en su sector oriental, y un conjunto de relieves de menor entidad que descienden hasta el valle del río Genil y embalse de Iznájar. Internamente se diferencian tres grandes unidades de relieve: - El Macizo de Cabra, al norte, presenta formas redondeadas y pesadas con una altitud media del orden de m s.n.m., del que sobresalen el Pico de la Virgen de la Sierra (1.217 m s.n.m.), Lobatejo (1.380 m s.n.m.) y Abuchite (1.243 m s.n.m.). El extremo más meridional, perfilado por las Sierras de Jarcas (1.080 m s.n.m.) y Gaena (840 m s.n.m.), se individualiza del conjunto por mediación del Pasillo de El Mojón de Cabra, al pie de los Lanchares, que es aprovechado por la carretera de Cabra-Priego. - El pasillo de Carcabuey constituye un corredor labrado sobre terrenos menos resistentes a la erosión, con perfecta alineación SO-NE, y altitudes sensiblemente inferiores ( m s.n.m.). - La alineación Rute-Horconera y Sierra de Gallinera-Pollos configura el conjunto más montañoso y abrupto del Parque, destacando la Sierra Alta (1.326 m s.n.m.), Bermejo (1.476 m s.n.m.) y Tiñosa (1.570 m s.n.m.), siendo este último el pico más alto de la provincia. 7

8 2 CONTEXTO GEOLÓGICO Y GEOMORFOLÓGICO 2.1 EL PAISAJE GEOLÓGICO Las Cordilleras Béticas forman el conjunto orográfico más extenso y complejo de la Península; en esencia se trata de un arco alpino constituido por varias alineaciones, grosso modo paralelas, cuya diferenciación y sistematización ha quedado perfilada en tres dominios, que de norte a sur son: el Prebético, el Subbético y el Bético en sentido estricto. FIGURA 2.1: Mapa geológico de España y Portugal El Subbético se adosa al flanco meridional del Prebético, al que cabalga parcialmente, y se extiende desde Cádiz a Alicante, en un afloramiento de gran continuidad interrumpido parcialmente por depósitos postorogénicos en las depresiones intramontañosas. A pesar de esta continuidad general, muestra una gran compartimentación y heterogeneidad, a modo de múltiples unidades o franjas. El Subbético engloba el ámbito del Parque Natural y se caracteriza por la gran potencia y abundancia de calizas masivas del Jurásico. Tectónicamente se significa por una sucesión de cabalgamientos que dan lugar a una estructura en escamas desarrollada sobre el Trías de facies germano andaluza, integrado por margas abigarradas, yesos y sales que actuaron como nivel de despegue. 8

9 FIGURA 2.2: Localización geológica del Parque Natural en las Cordilleras Béticas En este apartado no se pretende exponer detalles geológicos y tectónicos, sino tratar de comprender la influencia que los materiales y su estructura ejercen sobre la hidrología del Parque Natural. La serie normal estratigráfica descansa sobre arcillas y margas y se compone de una base de calizas masivas duras, con tramos inferiores de dolomías, las que alternan, en bancos muy delgados, una serie de calizas margosas y margocalizas de aspecto flyschoide. Coronando la serie, se encuentran las margas blancas del Cretácico y Paleoceno. La estructura resultante es muy compleja, a causa de la superposición de varias etapas de plegamiento sobre unos mismos espacios, creando como resultado final un apilamiento de unidades, unas estructuras sobreimpuestas. En líneas muy generales se trata de varios conjuntos que se solapan parcial y sucesivamente, con un mínimo de cabalgamiento en las unidades meridionales y un máximo entre las unidades de Carcabuey y Cabra, sobremontando ampliamente la primera a la segunda Unidad Cabra-Alcaide-Lastra La serie comienza con un tramo compuesto por arcillas y margas rojizas con intercalaciones arenosas sobre las que se reconocen carniolas arenosas y bancos mal estratificados de dolomías grises, de unos 20 m de espesor, atribuibles al Suprakeuper; estas muestran continuidad litológica con el tramo suprayacente - Lías Inferior - del que es muy difícil separarlas con nitidez. 9

10 Este último, con una potencia de 60 m, conforma un conjunto calizo-dolomítico masivo y de considerable competencia, que constituye frecuentemente la base de un manto de deslizamiento, por lo que suele estar muy fracturado y presentar grandes zonas brechificadas. La serie continúa con unas calizas oolíticas de color crema, muy karstificadas y estratificadas en bancos de 50 cm a 1 m de espesor, que alcanzan aproximadamente una potencia de m. Superpuestas a ellas se registran unos 30 m de calizas bien estratificadas, de color pardo-amarillentas, así como de aspecto noduloso o arriñonado y muy detríticas (facies roja) con las que culmina la serie jurásica. El Cretácico se encuentra representado por una serie de margas y margocalizas de tonos grises, con escasas variaciones litológicas; la culminación se produce con margas, calizas arenosas y calizas oligocenas y miocenas. En términos generales, esta unidad está integrada por formaciones subbéticas deslizadas sobre un Prebético más o menos autóctono, y cuyo borde norte coincide con el frente del Subbético en este área. Estructuralmente el macizo se compone de dos escamas montadas una encima de la otra, que han utilizado, por lo general, la plasticidad de las margas del Keuper como superficie de deslizamiento. De forma global, se corresponde con una estructura anticlinal compleja escasamente enraizada y más o menos ondulada, cuyo flanco meridional buza suavemente - 15o hacia el Sur -. Su armazón lo constituye la "serie oolítica de Cabra", sobre el que se emplaza (casi siempre por mediación de una lámina de margas del Keuper, más o menos potente, aunque allí donde ésta falta, la superficie de fricción suele corresponder a una zona muy milonitizada) un conjunto de paquetes deslizados que conforman una segunda escama que, de oriente a poniente, está formado por: Sierra Alcaide, Abuchite, Peña de Miguel Pérez, Lobatejo y Cerro de la Ermita de Nuestra Señora de Cabra. Finalmente, las fallas de descompresión afectan por igual a las dos escamas Unidad de Gaena-Palojo-Camorra-Camorrilla-Puerto Escaño Comienza la serie con las margas, arcillas y evaporitas entre las que aparecen algunos afloramientos aislados de calizas negras del Muschelkalk, de potencia estimada en unos 70 m. El final de la serie triásica lo marcan las carniolas y dolomías del Suprakeuper, las cuales constituyen una continuidad litológica con la serie calizodolomítica del Jurásico Inferior, compuesto por dolomías brechificadas en la base que hacia techo se van asemejando a las calizas oolíticas de la serie de Cabra, con una potencia de conjunto de m. A continuación se dispone un conjunto, de 120 m de espesor, caracterizado por una alternancia de materiales detríticos carbonatados en los que la relación lutita/carbonatos aumenta gradualmente hacia el techo. Hacia el sector nororiental, esta serie alternante se hace más margocaliza y de menor potencia, llegando en Puerto Escaño a registrar menos de 50 m. La serie jurásica finaliza con dos paquetes de calizas nodulosas entre los que media uno con nódulos de sílex y numerosas laminaciones; aunque hay variaciones laterales de espesor, éste se puede cifrar en 35 m. 10

11 Finalmente se dispone un tramo margoso alternante con niveles margocalizos de tonos grises, correspondiente al Cretácico. El conjunto alcanza cerca de los 350 m de espesor de materiales de baja permeabilidad. La Sierra de Gaena constituye una estructura en domo, muy fracturada, conformada por elevaciones calizas: Camorra, Camorilla, las Jarcas, Palojo y Cerro del Puerto Escaño, que marcan el frente de un gran cabalgamiento de la serie descrita sobre los materiales que integran el armazón de la Sierra de Cabra. FIGURA 2.3: Series estratigráficas representativas del Parque Natural y principales formaciones 11

12 2.1.3 Unidad Gallinera-Pollos-Jaula Se configura como una unidad de transición entre el Subbético Externo - Sierra de Cabra y Gaena - y el Subbético Medio Septentrional - Sierras de Rute-Horconera -. De esta forma, sobre la base regional, arcillas y margas del Trías, yacen las calizas y dolomías del Lías inferior-medio, con una potencia media de m, que a muro son más dolomíticas, para pasar a términos intermedios y finalizar a techo como netamente calizos. A continuación se disponen 20 m de calizas nodulosas de aspecto más margoso que en unidades del Subbético Externo - Sierra de Gaena por ejemplo -. La serie jurásica finaliza en la Sierra de los Pollos con unas calizas con sílex (25 m) y en la Sierra Gallinera con calizas nodulosas. En ambas sierras, sobre las series jurásicas se disponen margocalizas y calizas margosas del Cretácico. La Sierra de los Pollos corresponde a un anticlinal roto y corrido, y a un anticlinal volcado hacia el norte con pequeños repliegues internos, cuyo eje se hunde en esa dirección y conforma un vistoso cierre periclinal observable junto a la carretera de Carcabuey a Rute. La Gallinera coincide con un sinclinal muy pronunciado y vergente hacia el norte. Los pliegues de las dos sierras presentan gran número de fracturas - tanto inversas como normales - con diferente orientación Unidad Rute-Horconera La serie general comienza con las arcillas y margas del Trías, que en esta zona presenta mayor abundancia de margas y margo-calizas; así mismo en el borde occidental de la unidad (norte de la Sierra de Rute) aparecen importantes afloramientos de calizas negras del Muschelkalk (Morrón Grande) y de dolomías blancas del Infralías (Morrón Chico), donde también se observan niveles de margocalizas, limolitas y afloramientos de rocas volcánicas (ofitas), que forman enclaves dentro de los materiales triásicos. La potencia total es del orden de m y sus permeabilidades suelen ser bajas, salvo para las carniolas del Suprakeuper y las calizas del Muschelkalk. La serie jurásica comienza con una sucesión de dolomías blancas sobre las que se emplazan calizas dolomíticas, que en conjunto alcanzan un espesor del orden de m. Continua con un tramo de m de margas amarillentas, sobre las que se depositaron unas calizas grises de 50 m de espesor. La serie jurásica acaba con unas calizas nodulosas rojas que se presentan en bancos compactos de m correspondientes al Dogger-Malm. Sobre toda esta sucesión se dispone finalmente una alternancia de margocalizas y margas grises, de m de espesor y baja permeabilidad, correspondientes al 12

13 Cretácico, que a la vez yace bajo tramos nummulíticos del Paleoceno y Eoceno (limos y margocalizas) y otros depósitos detríticos miocenos. El esquema tectónico general refleja una estructura del conjunto subbético edificado en varios pliegues de diferente importancia. En el norte, el Trías cabalga sobre el Cretácico, en el sur y este, los materiales nummulíticos se emplazan sobre los subbéticos, a la vez que sobre éstos se situan los neógenos-cuaternarios. En conjunto, las alineaciones montañosas de las Sierras de Rute y Horconera constituyen una serie de estructuras agudas y rotas, en las que, en rasgos generales, se distinguen tres grandes anticlinales y sinclinales: Puerto Espino y su prolongación, El Cerezo y Puerto Molina, cuyos ejes se sumergen en dirección SO y NE y son cubiertos por los tramos del Lías Superior y Dogger. La estructura más oriental - Pico Tiñosa - se encuentra fallada y montada sobre las formaciones que la limitan al Norte. En cambio, la de Rute-Iznájar consiste en una serie de "pliegues en relevo" afectados por multitud de fallas; en la Sierra de Rute se localiza el pliegue más importante de toda la unidad (realmente es un anticlinal), cuyo flanco norte lo constituye la Sierra de Rute, el sur la Loma de la Camorrilla, y su bóveda central se encuentra hundida por un conjunto de fallas normales. 2.2 EL KARST EN EL PARQUE El tipo de relieve calcáreo más característico es el relieve kárstico, creado por el predominio de los procesos de erosión por disolución. El término karst se extiende a toda región con grandes plataformas desnudas, con pocos o ningún valle que las atraviese, pero con depresiones cerradas de formas y dimensiones variables. Este relieve, en el que no se reconocen señales de la erosión fluvial, se explica por la ausencia casi total de circulación del agua superficial (aunque el clima sea lo suficientemente húmedo para que pueda establecerse una red permanente), ya que las aguas penetran en la caliza y circulan en profundidad, disolviendo interiormente la roca. Para dar una idea orientativa del fenómeno de la disolución basta fijarse en la composición química de las aguas de los manantiales del Parque Natural; éstas muestran unos contenidos medios en calcio de 70 mg/l, de magnesio de 20 mg/l, asimismo el ión bicarbonato ronda los mg/l y el residuo seco que deja el agua después de hervir es del orden de 400 mg/l. Si a estas concentraciones se le restan las que posee el agua de lluvia (bicarbonato: 20-35, calcio: 10-25, magnesio: 10-20, residuo seco: ), se observa que el agua de lluvia en su infiltración y circulación por el acuífero incrementa su contenido en sales en mg/l. Si se consideran ahora los recursos medios del acuífero: 75,10 hm 3 /año, y se multiplica por el aumento de sales disueltas, se obtiene un total de t anuales de roca disuelta Evolución del karst La historia morfológica de estas calizas se remonta a los tiempos en que se produjo el plegamiento de las Cordilleras Béticas. Desde la emersión, estos materiales se hallaron muy pronto libres de la cobertura margosa, cretácica y paleógena que las cubría. 13

14 A medida que la erosión vaciaba los sedimentos suprayacentes, iba exhumando las laderas calizas provocando el descenso del nivel de base kárstico, hasta situarse prácticamente a la misma altura que el actual, como así parecen confirmarlo los travertinos de Priego. Este descenso del nivel kárstico incide progresivamente en el favorecimiento de la infiltración del agua de lluvia a la vez que reduce el agua disponible para la escorrentía superficial, preservando de este modo la erosión externa de los relieves calizos, y aumentando la permeabilidad de los macizos calcáreos. No obstante, posteriormente se constatan períodos de intensificación erosiva debidos a las oscilaciones climáticas del Cuaternario medio y superior, de forma que, durante las glaciaciones se suceden fenómenos químicos y bioquímicos (edafogénesis) en las etapas pluviales o interglaciales, y físicos (gelivación, arrastre mecánico de los suelos) en las glaciales. De esta forma, en los intervalos pluviales, con un importante grado de disponibilidad hídrica, tanto en el interior de los macizos calcáreos como en superficie, se dieron las condiciones edáficas idóneas para la formación de potentes suelos que posibilitaron el desarrollo de bosques en estas montañas. Al mismo tiempo aumenta la presión parcial de anhídrico carbónico (CO 2 ) en los suelos, debido a que el microclima que rodea a las raices de las plantas es veinte veces más rico en CO 2 que el de la atmósfera, así como la concentración de ácidos húmicos en el suelo. La cubierta vegetal va activando de este modo la disolución de la caliza bajo el suelo, debido a que el carbonato cálcico (CO 3 Ca) es poco soluble en agua pura, pero muy soluble en agua que contenga abundante CO 2 y otros ácidos. La reacción de disolución en el agua es la siguiente: CO 2 + H 2 O = CO 3 H 2 (ácido carbónico) CO 3 H 2 + CO 3 Ca = (CO 3 H 2 ) 2 Ca Ambas reacciones se suman para dar: CO 3 Ca + CO 2 + H 2 O = (CO 3 H) 2 Ca: (Bicarbonato cálcico, muy inestable y particularmente soluble en agua) Aunque la fórmula de disolución es simple, el mecanismo es complejo, incidiendo notablemente la presión y la temperatura. Recobrando el hilo histórico, tras estas etapas de biostasia se sucede la crisis climática del final de las etapas glaciares, provocando la desaparición total de estos suelos calcimorfos, asi como las rocas resultantes de la acción periglaciar. Se modeló entonces un relieve descarnado que no ha vuelto a soportar procesos de edafogénesis generalizada, aunque ha sufrido la eliminación total del suelo y los tapones terrosos de grietas y diaclasas hasta conformar un relieve con alta tasa de infiltración del agua de lluvia y escaso saldo hídrico en superficie. 14

15 2.2.2 Las formas kársticas Son muy variadas y en su formación y caracterización intervienen varios factores: el complejo proceso genético, el tipo de roca y la estructura de los macizos. El primer factor se deriva de los hechos anteriormente esbozados, e introduce la posibilidad de que existan formas heredadas fósiles, formas actuales y heredadas más o menos funcionales. El tipo de roca es muy determinante. En el Parque Natural Sierras Subbéticas sólo cabe una diferenciación fundamental: calizas, dolomías y estados intermedios entre ambos. La dolomía tiene diverso contenido de dolomita (carbonato doble de calcio y magnesio) y al igual que la caliza es soluble en agua carbónica; sin embargo, la solubilidad de la dolomita disminuye con la temperatura menos que la de la caliza (a mayor temperatura la dolomía es más soluble que la caliza). Si un manto freático en contacto con formaciones yesíferas adquiere iones SO 4, la dolomía es aún más soluble. FIGURA 2.4: Formas características del paisaje kárstico Las dolomías originan formas realmente caprichosas. En detalle, los relieves se hallan intensamente carcomidos en toda su superficie, con abundantes oquedades y huellas, y a mayor escala muestran los mejores relieves ruiniformes con torrecillas, setas, agujas e incluso arcos. Finalmente, la disposición de los estratos influye de forma apreciable en el modelado kárstico. En los macizos con estratos horizontales aparece una rica gama de formas 15

16 kársticas (tal como ocurre en el macizo de Cabra). En cambio, las alineaciones de fuertes vergencias (Sierra de Rute y Horconera) dan relieves más anodinos, cuyas formas de superficie se reducen a los diferentes tipos de lapiaz y algunas dolinas poco claras. A continuación se exponen sucintamente las distintas formas del modelado kárstico: - Cañón: Es un valle de flancos rectos entre dos plataformas calcáreas, originado por una erosión concentrada en el lecho, mientras que los flancos evolucionan lentamente. Aunque no sean ejemplos típicos, destacan los desfiladeros de los ríos Bailón y de la Hoz. - Lapiaz: Todas las superficies calcáreas del Parque se hallan cubiertas en mayor o menor medida por estas formas de detalle. Existen varios tipos, según se sitúen sobre calizas o dolomías, según sean actuales o heredados y según sea su grado de cobertura por las arcillas de descalcificación o los suelos. Destaca en el ámbito del parque el lapiaz sobre calizas oolíticas de los Lanchares, en la Sierra de Cabra. Semicubierto por terra rossa, típica presenta surcos bastante amplios y profundos; los salientes son muy puntiagudos con aristas vivas y cortantes, y superficies curvas pero lisas, y a veces presenta taladros tubulares de importante calibre. En lo fundamental, es un macro-lapiaz heredado. Solamente se explica su origen en épocas de biostasia con suficiente agresividad del agua y penetración de las raices (erosión bioquímica). Actualmente, presenta cierto grado de funcionalidad con erosión fundamentalmente físico-química, debido a la disolución provocada por las gotas de lluvia, que producen acanaladuras y estrías de escasos centímetros (micro-lapiaz). El micro-lapiaz actual es mucho más funcional en las dolomías que en las calizas, ya que las irregularidades de la composición de la roca favorecen la formación de pilones de pequeño tamaño donde se acumulan los subproductos de la descalcificación. - Depresiones cerradas o semicerradas: El interés de estas depresiones en el Parque Natural es el derivado de la introducción de espacios más o menos planos y cultivables en un entorno marcado por el predominio de las vertientes desnudas y agrestes. Se incluyen las dolinas, uvalas y poljes. Dolina: Es una depresión de forma ovalada, con contornos no angulosos y fondo plano relleno de terra rossa (o de arcilla de descalcificación en general). Sus dimensiones llegan a alcanzar varios cientos de metros de anchura. Su origen parece debido a la existencia de un punto de absorción ya que el agua de la depresión cerrada sólo puede evacuarse, después de la lluvia, en profundidad. 16

17 Destacan las llamadas Hoyones de Gaena, en la vertiente Nororiental del cerro Camorra, las situadas alrededor del cortijo La Majada - entre el polje de la Nava y el Cerro Abrevía, en la Sierra de Cabra -, y las de Sierra Alcaide y Sierra de Lastra. También son dignas de mención las dolinas de hundimiento de La Majada - Sierra de Cabra - y uno de los Hoyones - Sierra de Jarcas - formadas por hundimiento de las grutas subterráneas existentes bajo la dolina inicial, encontrándose sus paredes y fondos cubiertos por los bloques rocosos derivados de dicho derrumbamiento. Finalmente, cabe destacar la abundancia de dolinas incipientes, rehundimientos de disolución apenas perceptibles en el seno de la masa caliza. Son frecuentes en la ladera noroccidental del cerro Lobatejo y en los alrededores del Abrevía. Uvala: Al unirse varias dolinas por disolución y retroceso de los bordes se generan formas más complejas e irregulares. Los restos de los muros de separación de las dolinas así fusionadas forman pitones duros (hum) que sobresalen entre la arcilla de descalcificación que rellena los fondos. Estas formas son muy abundantes en torno a la cueva de los Murciélagos en Zuheros. Polje: Se trata de llanuras kársticas de gran tamaño. En el Parque Natural existen dos ejemplos: los poljes de La Nava y La Fuenseca, de modestas dimensiones, pero de gran nitidez y belleza. Para que se forme un polje, es preciso que al principio exista una depresión original que recoja las aguas y cree un manto de inundación. Los poljes del Parque se iniciaron a partir de una fosa tectónica hundida por dos fallas de dirección E-O, y la colaboración de una lámina más o menos continua de margas del Cretácico y Triásico en la base de la escama superior de la Sierra de Cabra, que mantiene un nivel freático próximo o superior al fondo de la llanura. A partir de estos supuestos, el encharcamiento intenso en las etapas húmedas del Cuaternario fue provocando la disolución de los bordes de la depresión tectónica, en los que se aprecian los restos escalonados de varios niveles de disolución - que responderían a sucesivas áreas de inundación, progresivamente más reducidas -, así como unos cuantos "hums" sobresalientes entre los suelos hidromorfos negruzcos del fondo de las depresiones. Presumiblemente, los movimientos tectónicos que en inicio individualizaron el Polje de la Nava dejaron colgado en un nivel superior al de la Fuenseca y, actualmente, el drenaje de este último se realiza mediante un arroyo de perfil escalonado con dos cascadas de apreciable belleza e interés. Posteriormente, tras la captura del Polje de la Nava por el río Bailón - debido a la erosión remontante en su desfiladero y umbral que cerraba al NE el polje -, se ha convertido en una depresión fósil, puesto que no funciona como tal. 17

18 De todas formas, el drenaje es insuficiente por lo cual el hombre ha construido zanjas, pero tampoco así queda asegurado el desagüe en los años de abundantes precipitaciones. El río Bailón recorre el polje, pero sus aguas, generalmente, no abandonan la depresión por el desfiladero (éste se encuentra seco la mayor parte del año) sino que se pierden por un sumidero antes de llegar a él. La abundancia de formas kársticas superficiales se halla en estrecha relación con la existencia de numerosas formas subterráneas. Entre las simas, los fondos de las dolinas, lapiaces, sumideros, etc. - puntos de absorción - y las surgencias de agua en los bordes de los macizos calcáreos se labra un complejo mundo subterráneo, laberinto de galerías y grutas, a favor de los puntos débiles de la masa rocosa: planos de estratificación, diaclasas, fallas, que aseguran la rápida evacuación de las aguas infiltradas. En el trayecto subterráneo del agua por galerías y grutas, la circulación puede ser libre - por gravedad, con intercalación de aire a presión normal entre el agua y la bóveda -, o a presión en lo que los espeleólogos llaman bóvedas mojadas. En el primer caso, la sección de la galería es variable en extremo; abundan las salas con estalactitas y la corriente de agua ejerce una erosión mecánica sobre el fondo; en el segundo caso, la sección de la galería es más o menos elíptica y está modelada por disolución. - Simas: Formas kársticas mixtas, en forma de embudo, generadas a partir de una fisura ensanchada por disolución, que, una vez que alcanza ciertas dimensiones, propicia los despegues y derrumbamientos de masas rocosas contiguas. No siempre son un sumidero de absorción de aguas superficiales, ni tampoco se abren a los fondos de las depresiones, pero generalmente suelen estar en relación con los trazados antiguos de conductos subterráneos. Las más conocidas en el ámbito del Parque Natural son las siguientes: Sierra Alcaide: Sima de Fuente Alhama, Sima del Águila, Sima del Peñón Largo, Sima de los Muertos y Sima de los Miradores. Sierra de Cabra: Sima de Cabra. Sierra de Jarcas: El Hoyón. Sierra Gallinera: Sima Palenzuelo. Sierra Camorra: Sima del Tesoro. Sierra Horconera: Sima Alta y Sima de Talillas. Aparte de estas simas mayores se encuentra un sinfín de orificios superficiales que deben dar paso a largas galerías subterráneas, a través de los que es frecuente la expulsión de aire húmedo que llega a mojar las paredes. - Grutas y Cavernas: Son muy numerosas en el Parque Natural. Una idea de su extraordinaria abundancia se refleja en que sólo en el término municipal de Priego se conocen una centena de grutas kársticas. 18

19 En ellas son frecuentes los depósitos de cueva, incrustaciones de carbonato cálcico que se han formado después de que la caverna ha alcanzado su máximo desarrollo y ya no domina la disolución rápida de la cavidad. El lento gotear de los techos va dejando tras de sí, pequeñas cantidades de carbonato cálcico, cuya acumulación da lugar a hermosas formas calcáreas. Las formaciones que cuelgan del techo a modo de espigones reciben el nombre de estalactitas (del griego "que cae gota a gota"), éstas tienen un canal interior por el que desciende el agua que viene circulando a través de la masa rocosa, a una cierta presión, y al descomprimirse, su carbonato cálcico precipita en cristales radiales alrededor del canal de emisión. Una fracción de la gota cae y deposita CO 3 Ca en el suelo de la gruta donde se forma una estalagmita, masiva, formada por capas que se van superponiendo, con una velocidad de crecimiento de 0,5 a 2 mm en 100 años. Si el agua gotea a través de alguna disclasa origina una cortina. Si se unen las estalactitas con las estalagmitas dan lugar a columnas y la unión de una alineación de éstas forma una pared. Destaca en el Parque la Cueva de los Murciélagos (Zuheros); se trata de una cavidad de tipo tectónico, donde alternan zonas prácticamente fósiles (secas) con abundancia de grandes bloques, resultado de hundimientos, y zonas con ciertos aportes hídricos y formaciones típicas como estalactitas, estalagmitas, coladas, etc. Encierra, además, un apreciable valor como yacimiento arqueológico, habiéndose encontrado pinturas rupestres y sucesivos pisos de ocupación humana desde el Neolítico. Es la única que se encuentra abierta al público. Otras grutas consisten en estrechas y largas galerías a las que se accede por angostas bocas: Cueva de los Cholones (Zagrilla), Cueva de las Siete Simas (Carcabuey), etc. 19

20 3 AGUA Y BIODIVERSIDAD EN EL PARQUE 3.1 EL MEDIO VIVO El agua representa la base esencial para el desarrollo de la vida en la Tierra. En climas mediterráneos su disponibilidad es vital para los ecosistemas: en verano el agua disponible es muy escasa para los organismos vivos, y las dificultades para su obtención se incrementan justo cuando las necesidades hídricas son mayores, por las elevadas temperaturas reinantes. Foto 1. Las encinas de esta ladera deben soportar frío, viento, alta exposición solar y falta de suelo y agua. Este factor ecológico de disponibilidad o no de agua durante parte del año es el que condiciona en gran medida la composición y estructura general de la vegetación y, por tanto, de la fauna asociada a ella. Encinares, pinares, piornales, espartales, tomillares, etc., son comunidades que soportan la sequedad del clima mediterráneo, y gran parte de las adaptaciones morfológicas y fisiológicas de las especies están dirigidas a un mantenimiento del agua en sus tejidos (hojas duras y finas no deformables con el estrés hídrico, pelos blanquecinos en la superficie de sus tejidos, acúmulos de agua, etc.) o bien a estrategias vitales de resistencia (especies anuales que pasan el ciclo desfavorable en forma de semilla, especies bulbosas, etc.). Frente a este ambiente predominante, en el territorio del Parque se encuentran zonas donde el recurso del agua no es un limitante para la vida ya que existe de manera continuada durante casi todo el año, como ocurre en manantiales, fuentes, balsas, arroyos y ríos. Esta disponibilidad trae consigo grandes ventajas, ya que las 20

21 adaptaciones de los organismos para la retención de agua ya no son necesarias. Así, en las zonas húmedas son frecuentes plantas con hojas anchas, casi o sin pelos en su superficie, con raíces expuestas al agua, etc. Por el contrario, los medios acuáticos tienen asociadas también dificultades biológicas para la vida, que los organismos han tenido que solucionar de diferente forma. Adaptaciones a la escasez de oxígeno disuelto en agua, a la pobreza en nutrientes del medio acuático, a la predación o el herbivorismo, o bien a la fijación al sustrato por la acción de las corrientes de agua, son estrategias que han sido ampliamente instauradas en los seres acuáticos, a veces con soluciones biológicas de gran complejidad en su ejecución. Foto 2. Flora y fauna han debido adaptarse para sobrevivir en el medio acuático. Se configuran así áreas en donde los hábitats son completamente diferentes a los colindantes en el medio típicamente terrestre. En estos medios, factores ecológicos como la pendiente del terreno, velocidad del agua, composición química de sales y nutrientes disueltos, tamaño del grano que forma el sustrato (grava, arena, limo), temperatura, oxígeno disuelto, luz disponible, etc., son los que condicionan la composición y estructura de la flora y fauna de estos ambientes. La estabilidad en las condiciones ambientales en las que se desarrollan sus organismos, se ha traducido en una mayor homogeneidad en la composición de especies. Por eso son áreas en donde es esporádica la presencia de elementos endémicos o de areal muy reducido (tan sólo en el caso de la fauna), de ahí que no hay grandes diferencias en las comunidades en amplios territorios biogeográficos. 21

22 Foto 3. El encajamiento de los ríos permite mantener constantes la humedad y la temperatura, dos factores imprescindibles para la vida vegetal. En este contexto, los hábitats acuáticos representan áreas de gran valor ecológico y ambiental desde muchos puntos de vista entre los que pueden destacarse los siguientes: Función reguladora de los cauces en caso de avenidas y fuertes precipitaciones. La vegetación permite la retención de sedimentos y disminuye significativamente la velocidad del agua, evitando destrozos sobre las poblaciones y cultivos. Alto rendimiento biológico. La vegetación con agua permite crecer de manera continuada y alimentar a la fauna y al ganado en cualquier época del año. Eliminación de contaminantes. La vegetación es sensible a la contaminación, pero existen comunidades que soportan estas afecciones y son capaces de metabolizar y transformar los contaminantes, de manera que actúan como agentes que fijan y limpian las aguas. Indicadores de contaminación. La fauna y flora acuática responde a los distintos grados de contaminación del río, por lo que son utilizados como indicadores de la calidad del agua. 22

23 Foto 4. El papel ambiental de los ríos y vegetación de ribera va más allá de una simple zona verde con humedad, y constituye un elemento vertebrador del medio natural. Foto 5. Junco churrero, una planta flexible y resistente muy utilizada en el medio rural para atar todo tipo de materiales. 23

24 Uso de las especies de flora ribereñas. Son muchas las especies y los usos con que han sido utilizadas las plantas por parte del hombre. Existe tradición de uso en cestería, sillería, herramientas, plantas medicinales, jardinería, etc. Caza y pesca. La afluencia de fauna a los hábitats acuáticos supone un recurso cinegético aprovechado desde siempre. Igual ocurre con la pesca con especies como la trucha, carpa, black-bass o cangrejo de río. Valor paisajístico. Los ríos suelen presentar un gran mosaico de comunidades, lo que genera panorámicas muy variables en los tonos, que incluso cambian con la estación del año. Uso turístico-recreativo. Los ríos son zonas de esparcimiento, en donde la tranquilidad que generan los sonidos del agua y las aves, y un aire puro proporcionan bienestar al visitante. Foto 6. Flor del sauce blanco. La corteza de este árbol se utiliza como antirreumático y para combatir la fiebre. Sus flores tienen un efecto sedante contra la ansiedad y el insomnio. 3.2 ADAPTACIONES AL MEDIO ACUÁTICO La vida en el medio acuático presenta numerosas dificultades que los organismos han resuelto con distintas adaptaciones biológicas, que abarcan desde cambios en la forma de sus cuerpos, hasta modificaciones en los sistemas de reproducción o de desarrollo. Entre los factores ecológicos más limitantes está la cantidad de oxígeno disuelto en el agua, que, al encontrarse en una proporción treinta veces menor que en el aire, puede resultar mortal para las hojas y raíces que están sumergidas y para la fauna, 24

25 por obstrucción de los conductos respiratorios. Para favorecer la absorción del oxígeno, las plantas han generado hojas sin una capa protectora de cutícula que las aísle, de manera que el intercambio se hace directamente desde las células de la epidermis con el agua. En algunas especies que viven en aguas con carencia de oxígeno este proceso se ha facilitado con la creación de hojas muy divididas o en forma de tiras, con lo que consiguen incrementar la cantidad de superficie de contacto necesaria para un mayor intercambio de oxígeno. Foto 7. Ranúnculo de agua con hojas filiformes para mejorar la captación de oxígeno en el agua. FIGURA 4.1 Esquema de plecóptero con branquias En la fauna, las configuraciones más comunes en aguas limpias y corrientes son la creación de branquias (el caso de peces, crustáceos y ninfas de artrópodos), en donde 25

26 las múltiples estructuras planas y extensiones ramificadas permiten una mayor superficie de contacto de la piel con el agua. En estanques y aguas poco corrientes, donde la cantidad de oxígeno es muy escasa, se han adoptado otras estrategias como la creación de tubos para llegar a la superficie del agua (caso del alacrán de agua o de las larvas de mosquitos) o combinar la respiración de branquias con la captura de bocanadas de aire (caso del pez colmilleja o de la carpa). Otro factor limitante es la velocidad del agua, que arrastra a los individuos aguas abajo (deriva). Para ello las plantas han creado hojas y tallos alargados y flexibles para generar la menor resistencia posible a la circulación del agua, mientras que la fauna se fija al sustrato del cauce (como hacen las planarias o las larvas de las moscas simúlidas), la natación activa con cuerpos fusiformes para generar la menor resistencia posible (como ocurre con la trucha) o la adopción de cuerpos planos y anchos para poder introducirse bajo las piedras del lecho (larvas de moscas de las piedras o de efémeras). Foto 8. Las algas, helechos y plantas con raíz se fijan a las rocas para evitar su deriva aguas abajo. Otras adaptaciones tienen como objetivo permanecer próximo a la superficie del agua, como ocurre en plantas sumergidas donde la competencia por la luz o por los insectos polinizadores las lleva a flotar para mejorar su posición relativa frente a otras plantas. Para ello disponen de tejidos que crean gases en cámaras ubicadas en las hojas o bien aumentan la relación superficie / volumen en sus tallos y hojas para facilitar la flotación. 26

27 Foto 9. El berro enraíza fácilmente en los nudos de los tallos. Foto 10. La efémera es un insecto que vive muy pocos días tras emerger del agua y convertirse en adulto. 27

28 Por último, son dignas de mención las estrategias de reproducción de los organismos acuáticos. En el mundo vegetal es muy frecuente la reproducción asexual a partir de estolones o de raíces que brotan a cierta distancia del individuo madre, o bien a partir de trozos de la planta que dan lugar a un nuevo pie tras el arrastre del agua. En la fauna existen algunas adaptaciones como es el caso de las efémeras, por la cual estos insectos salen del agua para transformarse en adultos durante uno o varios días, y tras formar grandes enjambres realizan la cópula y puesta de los huevos rápidamente. Con ello consiguen que los depredadores, ante un número tan elevado de individuos, puedan alimentarse de algunos de ellos pero no del conjunto total, garantizándose así la supervivencia de la especie. 3.3 LA VEGETACIÓN ACUÁTICA El macizo de las Sierras Subbéticas dispone de una topografía y estructura geológica que ha condicionado los hábitats de agua dulce de este territorio. Así, los materiales karstificados, que actúan como esponjas para el agua, se ubican topográficamente en las cumbres y laderas de las principales sierras y morrones carbonatados del Parque (Sierra de Rute, Sierra Horconera, Sierra de Cabra, Sierra de los Pollos, etc.), mientras que los materiales impermeables se encuentran justo por debajo, en el piedemonte de todo el complejo serrano, y son los que provocan el nacimiento de fuentes y arroyos. Esta disposición de los materiales en el Parque es la que explica la ausencia de cursos de agua importantes en las cumbres y en la media montaña, y que los arroyos y ríos presenten un caudal significativo justo en el perímetro basal de los principales relieves serranos. Este hecho se traduce territorialmente en que los hábitats acuáticos sólo presenten un mínimo desarrollo a partir del piedemonte de los sustratos carbonatados, muy próximos en cota a donde se ubican los principales núcleos de población. Por esta razón, los ambientes acuáticos únicamente comienzan a ser representativos en las porciones basales del Parque Natural, salvo alguna excepción como el río Bailón y las zonas encharcadas que lo alimentan en el polje de la Nava. La vegetación de ribera se distribuye a modo de bandas paralelas al eje del cauce, existiendo una sustitución progresiva de las comunidades desde las inmersas en el río, pasando por las de la orilla y el lecho de colmatación, hasta la vegetación típicamente terrestre. Se configura así una banda de influencia del medio húmedo que es más ancha conforme el cauce va adquiriendo más agua. En función de esta influencia del curso de agua y de la altitud se puede encontrar en el Parque un único esquema representado por la vegetación de ribera de baja montaña, al que se añaden tres ambientes singulares que se desvían de ese esquema como son las comunidades asociadas a zonas encharcadas en navas, a rezumes en paredones verticales y a fuentes y albercas Vegetación de ribera de baja montaña Las condiciones ecológicas de los ríos de piedemonte se diferencian de los de media y alta montaña en que la velocidad del agua es bastante más baja al ser menor la pendiente, la temperatura aumenta significativamente (con heladas esporádicas en invierno) y el suelo está formado por granos de medio y pequeño tamaño (arenas y limos). El esquema vegetal que se puede encontrar incluye cuatro dominios potenciales desde el eje del río hasta el contacto con la vegetación mediterránea, es 28

29 decir: comunidades de cauce, saucedas de sauce blanco y purpúreo, alamedas de álamo blanco y, por último, olmedas. Como en otras partes del río, la vegetación de los distintos dominios presenta varios estados de degradación, desde las etapas más desarrolladas (bosques de árboles o arbustos) hasta las etapas de menor desarrollo (pastizales, herbazales, etc.). Una síntesis idealizada de la vegetación de ribera en los piedemontes de la sierra es la que se presenta en la figura adjunta. FIGURA 4.2. Esquema catenal de vegetación de ribera en ríos y arroyos de baja montaña Las comunidades de cauce están representadas por la formación del alga Chara y por el herbazal flotante de berros y apio silvestre. La primera comunidad aparece en pozas y lugares donde el agua circula con cierta velocidad y está clara y limpia de contaminantes; no es el caso de la segunda que prolifera mejor sobre aguas lentas someras y admite una cierta presencia de materia orgánica. Otra comunidad propia del cauce son los aneales o carrizales que son formaciones de hierbas de casi metro y medio de altura que se ubican sobre lugares inundados y protegidos de la corriente en donde las aguas circulan muy lentas. Entre las especies que caracterizan esta formación se encuentran la anea o espadaña, la carricera o cañota, salicaria, junco de laguna, acedera, entre otras. A continuación se presenta el dominio de la sauceda, que se localiza entre la orilla del río y cuatro o cinco metros hacia tierra firme, en donde las avenidas son frecuentes y el nivel freático se encuentra muy cerca de la superficie. 29

30 Foto 11. Aspecto de la comunidad flotante de berro y apio silvestre en el interior del cauce. La comunidad más desarrollada de este dominio corresponde a una sauceda boscosa en donde dominan árboles como el sauce blanco, álamo negro y arbustos como el sauce purpúreo y el atrocinéreo. La degradación de la sauceda permite la instalación de un zarzal en donde predominan especies como la zarzamora, rosal silvestre y un nutrido grupo de lianas como la vid silvestre, rubia, madreselva, zarzaparrilla, clemátide, hiedra, etc. Con la degradación fuerte de estas comunidades por siega, incendio, etc., aparece un juncal de junco churrero (Scirpus holoschoenus), pero si además hay una gran presión ganadera que incrementa la materia orgánica en el suelo entonces son los juncales de junco glauco (Juncus inflexus) los que surgen. Las comunidades de este dominio son las más frecuentes en todo el Parque Natural, especialmente los zarzales y juncales, apareciendo en los principales cursos de este territorio. Una alteración mayor por incendio, pisoteo del ganado, etc., y suelos llanos, favorecen el desarrollo de prados húmedos de llantén, pero si el pisoteo y nitrificación es extrema aparece un pastizal de grama (Cynodon dactylon) donde la mayor parte de la superficie está ocupada por esta gramínea a la que acompañan trébol de prado rojo, correhuela, cincoenrama, cerraja, caléndula, etc. Ejemplos de estas comunidades los hay en las partes basales del Parque, pero es significativo el del arroyo de la Fuente de las Cañas. 30

31 Foto 12. Imagen de la formación de sauce atrocinéreo en el borde del río Palancar. Dejando la sauceda que se instala en la orilla del río, la siguiente banda de vegetación corresponde al dominio del álamo blanco que aparece bordeando a la anterior en lugares donde la inundación es frecuente durante el periodo de lluvias, pero que sin embargo queda seco en la superficie durante buena parte del año. En general, este dominio se emplaza sobre suelos bastante profundos y fértiles, lo que ha supuesto en la mayor parte del territorio una ocupación por parte del hombre para instalar cultivos. Es por ello que este dominio vegetal es cada vez más escaso en nuestra región. La comunidad más desarrollada corresponde a un bosque de álamo blanco (Populus alba) al que acompañan otras especies como el taraje, sauce purpúreo, cañavera o hierbas como la vinca y lianas como la hiedra, clemátide, nueza negra, etc. Es un bosque de gran porte (hasta 15 m) y cobertura, que suele mostrarse impenetrable cuando está bien desarrollado, pero en el Parque Natural esta banda ha sido eliminada a favor de los cultivos por la fertilidad de los suelos del lecho de inundación del río, existiendo ejemplos significativos de esta vegetación en el arroyo de Bernabé, en el arroyo de la Fuente de las Cañas y en el río Salado, éste último ya fuera del límite del Parque. 31

32 Foto 13. Detalle del rosal silvestre o escaramujo, un arbusto característico de los zarzales. Foto 14. Aspecto de una alameda de álamo blanco y de sus pastizales de degradación junto al manantial de Fuente de la Zarza. La degradación de estas alamedas supone la implantación de zarzales con voldor como los ya descritos, o bien la proliferación de juncales de junco churrero si existe un 32

33 cierto encharcamiento del suelo, pero si la degradación es mayor, entonces es un fenalar dominado por gramíneas el que se instala. Foto 15. El fenalar con restos de juncal de la imagen es una estampa frecuente en algunos cauces donde la presión del hombre y el ganado han deteriorado la vegetación de ribera. El último dominio vegetal corresponde a las olmedas, que se ubican en las posiciones más externas a ambos lados del curso, en contacto directo con la vegetación mediterránea que predomina en el paisaje, donde las avenidas del río son muy esporádicas. En la mayor parte de las ocasiones este dominio no llega a encontrarse en el medio natural, ya que es muy frecuente que el río no disponga de un lecho de inundación tan amplio para permitir su asentamiento, pero cuando éste existe lo normal es que la actividad agrícola haya ocupado estos terrenos destruyendo la vegetación de estas áreas. Por esta razón, la olmeda es posible encontrarla tan sólo en pequeñas parcelas y con un nivel de degradación importante. Potencialmente el dominio de la olmeda ocuparía la mayor parte de las zonas de vega de los principales ríos del área. La comunidad más desarrollada dentro de este dominio es la olmeda, bosque de gran porte (hasta 10 m), en donde el olmo (Ulmus minor) ocupa la mayor parte de la cobertura, pero también se encuentran fresno, algunas especies de sauce arbóreas, hierbas como el aro (rejalgar) y lianas como la hiedra o la clemátide. Al amparo de la sombra que ofrecen estas olmedas se pueden encontrar dos comunidades como son el herbazal de cicuta y el herbazal de ortiga si hay mucho ganado en la zona. En el primero la comunidad está presidida por la cicuta (Conium maculatum), venenosa hierba a la que acompañan mostaza, amor de hortelano, aro, geranio silvestre, cardo mariano, entre otras. En el segundo es la ortiga (Urtica dioica) la especie dominante, junto a apio caballar o cañarejo, lampazo o bardana, ajo silvestre blanco también conocido como lágrimas de la virgen, etc. 33

34 Foto 16. Uno de los pocos olmos de gran tamaño próximo a la Fuente de la Zarza. Foto 17. Detalle de las hojas del olmo. 34

35 La degradación de estos bosques es igual a la del álamo blanco, pero es muy raro ver representación de este dominio en el Parque, apareciendo únicamente retazos puntuales en el polje de la Nava. Foto 18. Rejalgar o aro, una hierba bulbosa fácilmente identificable por su gran hoja en forma de flecha o alabarda. La degradación de estos bosques permite el desarrollo de zarzales y fenalares como los descritos ya en el dominio del álamo blanco Vegetación de zonas encharcadas Tanto en navas como en otras depresiones del terreno donde se acumula el agua de lluvia, se desarrollan formaciones vegetales de gran producción en biomasa que son pastoreadas con intensidad por el ganado. Estos factores ecológicos junto con el desecamiento parcial o total de estas depresiones durante el verano han permitido que se desarrolle una vegetación algo diferente a la que se ha expuesto para los ríos y arroyos. En los cauces incipientes donde la profundidad del agua es significativa son frecuentes los herbazales hidrofíticos con ranúnculo acuático (Ranunculus peltatus) y hierba lagunera (Ranunculus trichophyllus)), que llega a colonizar casi todo el volumen de agua, flotando al final de su ciclo vital y generando un manto blanco de flores. 35

36 Foto 19. Herbazal hidrofítico de ranúnculo de agua. En las zonas encharcadas de forma casi permanente, pero superficiales, y con aguas ligeramente nitrificadas es posible encontrar un juncal con platanaria de 30 a 50 cm de altura, en donde aparecen especies como la platanaria (Sparganium erectum subs. neglectum), lirio amarillo (Iris pseudacorus) y junco glauco (Juncus inflexus), y en menor medida otras muchas como anagálide acuática (Veronica anagallis-aquatica), apio silvestre (Apium nodiflorum), etc. En el caso de que el suelo presente un encharcamiento temporal, la comunidad vegetal que se desarrolla es un juncal de junco glauco (Juncus inflexus) donde esta planta genera formaciones de 20 a 40 cm de altura junto a otras especies como heno blanco (Holcus lanatus), triguera caballuna (Phalaris coerulescens), nabo del diablo (Oenanthe crocata), etc. 36

37 Foto 20. Lirio amarillo, una de las hierbas más abundantes de las zonas encharcadas. Foto 21. Aspecto del juncal de junco glauco en el borde de la zona encharcada. 37

38 Bordeando a las comunidades anteriores o en suelos muy húmedos pero que no llegan a encharcarse se instalan pastos higrófilos que sufren una desecación estival muy importante. Entre las especies características de estos pastizales se encuentra la cosquilera (Agrostis castellana) y la avena francesa (Gaudinia fragilis), a las que se suman otras hierbas como algunos tréboles (Trifolium resupinatum, T. pratense), carretón (Medicago polymorpha), heno blanco (Holcus lanatus), etc. Foto 22. El trébol Trifolium resupinatum aparece con frecuencia en los pastizales higrófilos del Parque. Por último, y como comunidad de transición hacia la vegetación seca del Parque, aparece un prado húmedo dominado por gramíneas vivaces, que es capaz de soportar una mayor desecación de los suelos. Además, este prado está sujeto a un pastoreo y pisoteo por parte del ganado, que condiciona la presencia de especies que son capaces de soportar esta continua alteración. En este prado aparecen plantas como ballico (Lolium perenne), grama (Cynodon dactylon), alpiste (Phalaris coerulescens), espiguilla de burro (Bromus hordeaceus), cebadilla de ratón (Hordeum hystrix), trébol (Trifolium lappaceum), etc. 38

39 Foto 23. Ballico, la hierba típica de los prados húmedos de transición. Foto 24. Juncal de bayunquillo en una charca temporal. 39

40 Otra comunidad que aparece de forma puntual y no sigue el esquema anterior es el juncal de bayunquillo (Eleocharis palustris). Se desarrolla en primavera y surge en charcas temporales llenadas con agua de lluvia, que rápidamente se evaporan a finales de primavera Vegetación de rezumes La presencia de nacimientos de agua en cortados y paredones verticales genera zonas en donde el agua rezuma permanentemente de la roca madre, lo que permite el desarrollo de una vegetación muy particular. Estos rezumes suelen localizarse en las cabeceras de arroyos, en cerradas o bien alimentando lateralmente cursos de agua ya estructurados, pero casi siempre presentan un caudal muy pequeño. En los territorios sobre roca carbonatada, las comunidades de rezumes han permitido la formación de tobas, aunque en la actualidad la temperatura ambiental no es lo suficientemente alta como para generar volúmenes significativos de esta roca sedimentaria. En la formación de esta roca, por precipitación del carbonato cálcico sobre la vegetación, intervienen las plantas que viven rociadas con el agua, ya que retiran parte del anhídrido carbónico del agua y favorecen la concentración de ácido carbónico, que es el que logra combinarse con el calcio disuelto para cristalizar el aragonito que forma la toba. Foto 25. Culantrillo del pozo, el helecho más típico de este tipo de ambientes rezumantes. 40

41 La comunidad de rezumes se desarrolla sobre unas condiciones ecológicas muy particulares, como son la práctica ausencia de suelo (al ubicarse sobre pendientes muy elevadas en roca pura) y el lavado permanente por el continuo goteo de agua, a lo que se añade el arrastre del agua durante los sucesos de avenida. En estos lugares se desarrolla una comunidad dominada por el helecho conocido como culantrillo del pozo, así como por el musgo Cratoneuron commutatum que forma extensas y bellas almohadillas verdes junto a otros musgos como Eucladium verticillatum. Otros componentes del elenco florístico de esta comunidad son el llamativo alfiler de viuda, la pamplina de agua, así como algunas hepáticas. La comunidad se enriquece en puntos donde existe algo más de suelo con especies como la centaura amarilla, pericón punteado, menta, etc. Foto 26. Cratoneuron commutatum, uno de los musgos más frecuentes en las zonas de rezumes y nacimientos de agua. 41

42 Foto 27. Alfiler de viuda (Trachelium caeruleum), una especie característica de paredes verticales rezumantes Fuentes y albercas El esquema de distribución general de las comunidades descrito anteriormente para el río no se identifica con claridad en ambientes como las fuentes y las albercas. La particularidad de estos ambientes está en la escasa velocidad del agua, lo que condiciona la vegetación que se instala en ellos. La comunidad típica de estos ambientes de aguas serenas son los espadañales, dominados fundamentalmente por la anea o espadaña (Typha angustifolia) y por la carricera o cañota (Phragmites australis). Pero en el Parque Natural son muy pocas las zonas con una amplia superficie, al tiempo que el hombre suele eliminar los espadañales para evitar la colmatación del vaso. Por esta razón, lo más habitual en las fuentes es encontrar desde formaciones de berros y apio silvestre hasta juncales y zarzales, junto a bosquetes introducidos por el hombre de álamo negro o de chopo. En otras ocasiones pueden aparecer restos de las comunidades de rezumes con culantrillo del pozo y musgos en los huecos y paredes por donde sale el agua. 42

43 Foto 28. Formación de berro y apio silvestre, en primer plano, y espadañal de anea, al fondo. Foto 29. La comunidad del alga Chara en el fondo de la alberca genera protección a una variada fauna invertebrada. Las camas de rana, sin embargo, suelen flotar y pueden asfixiar a la fauna al impedir el intercambio de oxígeno con la atmósfera. 43

44 En el caso de las albercas, los factores que condicionan la vegetación son la gran profundidad del vaso y la retirada del suelo cada cierto tiempo por parte del hombre, lo que unido la estanqueidad de las aguas con oscilaciones muy importantes, configuran un ambiente en donde solamente pueden desarrollarse las formaciones del alga Chara vulgaris y las algas verdes denominadas camas de rana (Spirogyra sp.), y a lo sumo pequeños retazos de la comunidad de berro y apio silvestre. 3.4 FAUNA ASOCIADA A LOS HÁBITATS ACUÁTICOS En la fauna acuática que vive en el parque cabe distinguir cuatro grandes ambientes: la que vive en el interior de los cauces, la que se desarrolla en el lecho de inundación de dichos cauces, la presente en charcas naturales en navas y, por último, la que aparece en fuentes y albercas. En el interior del cauce de los ríos las comunidades zoológicas son muy singulares por los ciclos biológicos que presentan y por las adaptaciones y modificaciones estructurales que estos animales han adquirido para poder vivir en este medio, ya que obligatoriamente necesitan del agua para poder llegar a adultos. Son muy abundantes en el número de especies y todos ellos juegan un papel de vital importancia para el funcionamiento del hábitat. Basten como muestra algunos de los insectos más conocidos como efémeras, moscas de las piedras, frigáneas, escarabajos acuáticos, chinches acuáticas como los zapateros o la hidrometra, libélulas y caballitos del diablo, moscas y mosquitos, lombrices, planarias, caracoles acuáticos, cangrejos y otros crustáceos, etc. De estos últimos, es especialmente importante el cangrejo de río autóctono, ya que este Parque representa una de las pocas reservas peninsulares donde aún vive esta especie protegida. Foto 30. Larva de frigánea salida de su tubo protector y planaria, dos habitantes frecuentes bajo las piedras de los ríos. 44

45 Foto 31. Detalle de las corazas de dos moscas de las piedras (izquierda y derecha) y de un tubo protector de una larva de frigánea (centro). Foto 32. El zapatero es una chinche depredadora que flota en la superficie del agua gracias a unos pelos hidrófobos desarrollados en los tarsos de sus patas. 45

46 Todas ellas son muy frecuentes y omnipresentes en todos los cursos del Parque, y basta con levantar cualquier roca del río para encontrar una multitud de larvas de insectos adosados a la piedra. Estos invertebrados son el alimento de algunos peces como la colmilleja, el calandino, el barbo gitano o el cachuelo. Otros vertebrados que viven en el cauce son el mirlo acuático, la lavandera cascadeña, musgaño de cabrera, rana común, etc., aunque también existen especies que se alimentan de la vegetación de borde como ocurre con la rata de agua. En el cauce son significativas también las especies depredadoras de las anteriores, en particular la culebra de agua de collar, la culebra viperina, el galápago leproso y el europeo, estos últimos muy escasos en el Parque. Foto 33. La lavandera cascadeña es un depredador de primera para todo tipo de invertebrados acuáticos. En el lecho de inundación y en la vegetación de ribera asociada (saucedas, alamedas, olmedas, espinares, etc.) puede distinguirse un importante elenco de habitantes. Dentro de los vertebrados se encuentran el sapo común, oropéndola, mirlo común, ruiseñor común, ruiseñor bastardo, chochín, agateador común o el murciélago ribereño; carnívoras como la gineta, y herbívoras como el ratón de campo, la rata gris y el topillo. 46

47 Foto 34. El sapo común aprovecha el ambiente húmedo y los huecos de las piedras para refugiarse y buscar su alimento. En la fauna invertebrada destacan algunas especies muy llamativas por su colorido y formas como ocurre con los escarabajos Melasoma populi, Chrysolina herbacea y Eurythyrea micans, aunque existe una gran cantidad de grupos como caracoles, arácnidos, ácaros, insectos de varios órdenes, lombrices, etc., con colores menos llamativos. 47

48 Foto 35. Los licósidos son un grupo de arañas muy frecuentes que pululan entre las piedras del lecho para cazar sus presas. Foto 36. Hoja de álamo blanco comida por la larva de la mariposa Phyllocnistis populiella que vive en el interior de la hoja. 48

49 Dentro de esta gran biodiversidad, se encuentran los individuos adultos de las larvas que viven en el interior del agua (efémeras, frigáneas, mosquitos, etc.). Una vez que emergen del agua, vuelan hasta alcanzar la vegetación circundante para realizar el apareamiento y también como refugio durante sus fases de dispersión hacia otros tramos del río. Foto 37. El escarabajo bupréstido Eurythyrea micans es una bella especie que se alimenta de la madera muerta de álamos, olmos y otros árboles de ribera. En el caso de la fauna asociada a zonas encharcadas en donde se acumula el agua de lluvia en navas y depresiones del terreno, existe un cortejo de especies significativo entre las que se encuentran tritón pigmeo (Triturus pygmaeus) y el gallipato (Pleurodeles waltl), dos anfibios muy escasos y que necesitan agua permanente para su supervivencia. Otros habitantes más frecuentes y mejor adaptados a la extinción total del agua en verano son los sapos común y corredor, cuyos renacuajos crecen rápidamente para realizar su metamorfosis antes de que el agua desaparezca de la charca. En cuanto al cortejo de fauna invertebrada es destacable la presencia de Coenagrion mercuriale, un caballito del diablo cada vez más escaso y que aquí cuenta con una de las pocas poblaciones andaluzas. Otro tipo de ambientes en donde es posible encontrar una fauna diferente son las fuentes y albercas, en las que la intervención continuada del hombre tan sólo permite la supervivencia a especies de pequeño tamaño como son caracoles acuáticos, zapateros, libélulas y mosquitos, y tan sólo algunos vertebrados como la rana verde común. 49

50 Foto 38. Mosca fina (Nephrotoma sp.), uno de los múltiples insectos que viven en los ambientes fontinales, cuya larva se alimenta de detritos vegetales. Fauna cavernícola Todo el complejo de materiales carbonatados de este parque natural ha sufrido a lo largo de miles de años un importante proceso de karstificación provocado por la erosión química del agua. A este proceso kárstico han contribuido las fracturas de los movimientos tectónicos (fallas, diaclasas) cuyo resultado final es el desarrollo subterráneo de un importante número de simas y cuevas, algunas de ellas conectadas entre sí, que han configurado una red de galerías subterráneas de gran importancia ecológica al albergar a una rica y sensible fauna cavernícola. Dentro del amplio elenco de cavidades del parque natural (más de un centenar), la de mayor importancia ambiental es la famosa cueva de los Murciélagos de Zuheros, que fue declarada con la figura de protección de Monumento Natural por el gobierno andaluz por los valores arqueológicos y biológicos que presenta. En relación con el medio vivo, la principal característica ecológica de los medios trogloditas es la ausencia total de luz, lo que impide el crecimiento de plantas al no poder realizar la fotosíntesis. Por esta razón, el medio troglodita es muy pobre en energía y depende de los aportes exteriores de materia orgánica arrastrada por el agua o bien introducida por los animales, que caen y mueren en el interior de las cuevas o bien se alimentan en el exterior y depositan la materia en forma de excrementos, como ocurre con los murciélagos, dando lugar a la conocida popularmente como murcielaguina. 50

51 La fauna que se puede encontrar en estos medios está altamente especializada y condicionada por el medio. Un grupo bien adaptado a las cuevas son los murciélagos que, aunque no exclusivos de éstas, las usan como refugio diurno, como lugar de cría o para pasar los períodos desfavorables disminuyendo su actividad fisiológica (torpor de invernada). Los medios cavernícolas cubren perfectamente las necesidades de estos mamíferos, gracias a que las condiciones ambientales en el interior de las cuevas son muy constantes, puesto que la temperatura apenas varía y la humedad relativa permanece prácticamente constante a lo largo del año. El agua es además un limitante muy importante para la invernada, ya que si no existe una humedad relativa bastante alta en el aire, la membrana de piel que une los dedos de sus alas se secaría rápidamente y el animal sufriría graves daños. Dentro del Parque Natural, la cueva con mayor importancia es la de los Murciélagos, en donde se desarrollan colonias de cría e invernada del murciélago troglodita (Miniopterus schreibersii), aunque también se conocen algunas poblaciones del murciélago de borde claro (Pipistrellus kuhlii) una pequeña especie más propia de tejados y fisuras de zonas construidas. No obstante, el grupo mejor adaptado a la vida en las cuevas es el de los invertebrados, entre los que aparecen frecuentemente especies de vida estrictamente "troglobia", con adaptaciones como la pérdida de visión y la despigmentación, y sobre todo el desarrollo de apéndices alargados y muy sensibles al tacto para compensar la falta de visión y poder así localizar su alimento o a sus predadores. En este grupo cabe destacar a colémbolos, escarabajos, pseudoescorpiones, arañas, opiliones, ácaros, entre un largo etcétera, que aprovechan la materia exterior, la murcielaguina y también los cadáveres de las otras especies que viven en la cavidad. 51

52 4 EL AGUA EN EL PARQUE 4.1 EL CICLO DEL AGUA El agua, en sus diferentes fases (agua líquida, hielo o nieve y vapor) siempre está en constante movimiento. Se mueve en la atmósfera y lo hace sobre la superficie terrestre y en el espacio subterráneo. A veces la vemos nacer, desde el cielo o desde generosos manantiales, o quizá desaparecer en las entrañas de la Tierra; otras podemos seguirla y disfrutarla en los cauces de los ríos o acumulada en lagos y embalses, hasta diluirse finalmente en los grandes lagos, mares y océanos. Pero su constante movimiento no es caprichoso, sino que está regido por las leyes de la naturaleza, que la obligan a seguir un ciclo, inmutable y permanente de forma natural, y que solo la especie humana se atreve a perturbar: el Ciclo Hidrológico o Ciclo del Agua. FIGURA 4.1: Esquema del ciclo hidrológico. Las masas de agua oceánicas o continentales se evaporan, tanto más cuanto mayor es la temperatura y sequedad del ambiente. La vegetación también contribuye a su evaporación por transpiración. Ya en forma de vapor pasa a la atmósfera, donde se acumula y condensa en forma de nubes o niebla, hasta precipitar de nuevo en un corto intervalo (con tiempos medios de residencia de 8-10 días) sobre mares y continentes. Lo hace unas veces de forma ostentosa, en forma de lluvia, nieve o granizo, otras de modo mucho más discreto, como escarcha y rocío apenas perceptibles, e incluso en ocasiones se evapora en su caída o es interceptada por la vegetación o construcciones y devuelta rápidamente a la atmósfera. Una parte del agua que alcanza la superficie terrestre se convertirá en escorrentía superficial y circulará por regatos y arroyos hasta ríos más caudalosos (en los que pueden permanecer unas cuantas semanas o almacenarse en lagos y embalses desde unos pocos meses a decenas de años) que las devolverán de nuevo a mares y océanos para iniciar un nuevo ciclo. También la escorrentía puede ser discreta, como en los mansos cauces de los grandes ríos, o sumamente ostentosa e incluso violenta, como en las ramblas y arroyos de corto recorrido y elevada pendiente, modelando en cualquier caso a su capricho la superficie terrestre. 52

53 Otra parte se infiltrará en los terrenos de naturaleza permeable y se acumulará en ellos o circulará muy lentamente como escorrentía subterránea (desde unos pocos meses a miles de años), hasta encontrar de nuevo una salida a la superficie terrestre: son los manantiales, rebosaderos naturales de los almacenes subterráneos de agua o acuíferos, que también pueden manifestarse excepcionalmente con virulencia, acompañados de auténticas erupciones o lanzamiento de rocas fragmentadas, en los terrenos solubles y muy permeables con grandes cavidades (karst) o brotar imperceptiblemente por pequeñas pero numerosas zonas de rezume, en terrenos granulares de poca permeabilidad, alimentando de nuevo a los cauces. 4.2 AGUAS SUBTERRÁNEAS: ACUÍFEROS Y MANANTIALES El agua que se infiltra bajo la superficie terrestre impregna y satura las rocas permeables, ocupando sus poros y fisuras desde la base de la formación rocosa que la almacena hasta un determinado nivel, denominado "nivel freático" (acuíferos libres) o "nivel piezométrico" (acuíferos confinados o cautivos), en función de que en su parte superior el agua esté a igual o mayor presión que la atmosférica, en este último caso debido a la existencia de materiales impermeables que la aprisionan o "confinan". Son las aguas subterráneas, parte integrante e indivisible de ese complejo y frágil Ciclo del Agua. Un acuífero es una formación geológica (rocas o terrenos, en general) que es capaz de almacenar el agua y permitir que se mueva por su interior, drenándola al exterior por manantiales de forma natural. Son formaciones productivas, de las que es posible extraer agua mediante adecuadas "obras de captación" (pozos, sondeos o galerías, entre otras). El término se contrapone al de acuífugo, referido a rocas que ni almacenan ni transmiten el agua. Otros tipos intermedios de rocas son las denominadas acuícludos, que almacenan agua pero no la transmiten en cantidad suficiente para su aprovechamiento, y los acuitardos que, aunque almacenan agua y la transmiten en cantidades significativas a escala regional, tampoco son suficientes para permitir obras de captación directa en su seno. Los parámetros o características que permiten asignar una determinada roca a cualquiera de esos cuatro tipos son, esencialmente, su "permeabilidad" y "porosidad", cuyo conocimiento es fundamental para definir y, en algunos casos, predecir, la respuesta de un acuífero frente a unas determinadas acciones exteriores. Es imprescindible, por otra parte, que la geometría y disposición de esa formación en relación con otras colindantes permita la acumulación de agua en su seno a partir de las precipitaciones, pues en caso contrario estaríamos ante acuíferos secos o zonas de tránsito en las que tampoco sería posible la captación de agua. En definitiva, son la permeabilidad, porosidad y "estructura" de las rocas o formaciones geológicas las que condicionan la existencia de acuíferos, también denominados en ocasiones embalses subterráneos. Un manantial es un punto o zona del terreno en la que, de modo natural, fluye agua a la superficie en cantidad apreciable, procedente de un acuífero. Es fácil comprender el funcionamiento de los manantiales si lo imaginamos como un simple desagüe o aliviadero de un embalse subterráneo, de manera que si el embalse se mantiene lleno el manantial arrojara el excedente que no puede almacenar, es decir, rebosaría por el manantial. Pero si el nivel bajara por debajo de la altura del manantial, este se secaría. Esto explica las variaciones de caudal de los manantiales e incluso que a veces permanezcan secos un cierto tiempo, hasta años, y más tarde vuelvan a funcionar, generalmente después de ciclos climáticos húmedos. 53

54 Dada la gran variedad de materiales en la corteza terrestre y las casi infinitas posibilidades de disposición de los terrenos permeables respecto a los de menor permeabilidad, existen numerosos tipos de acuíferos que se suelen clasificar de muy distintas formas en función de una o varias de sus características. A su vez la tipología de manantiales, aunque condicionada en esencia por la naturaleza y extensión de los acuíferos a los que están asociados, es aún más amplia y variada si se piensa que podrían clasificarse según la naturaleza del acuífero del que proceden, según las relaciones entre acuífero-topografía-surgencia, por la cuantía y régimen de su caudal o por las características químicas y/o temperatura de sus aguas, entre otros aspectos posibles. Fácilmente se comprende que podrían resultar varios centenares o miles de tipos distintos. Si además consideramos la belleza de su entorno, a veces único e irrepetible, huelga cualquier clasificación pues habría tantos tipos como manantiales existiesen. No obstante, para familiarizar al lector interesado con la terminología más frecuente que será necesario utilizar al describir los acuíferos y manantiales del entorno de este Parque Natural, vamos a profundizar un poco más en ambos conceptos. Acuífero detrítico Acuífero kárstico FIGURA 4.2: Tipos de acuíferos en función de los materiales que los constituyen. Por su naturaleza, existen básicamente dos grandes tipos de acuíferos, con algunos tipos mixtos o intermedios: acuíferos detríticos y acuíferos carbonatados o kársticos. Los terrenos que conforman los acuíferos detríticos son materiales granulares (cantos, gravas, arenas, limos y arcillas), más o menos sueltos, y en ellos el agua se acumula en los poros o intersticios existentes entre los granos y partículas de sedimento. Pocos hay de este tipo en el ámbito del Parque Natural, salvo en los cauces de los ríos y arroyos principales y en algunos canchales o depósitos de pie de monte, en general de pequeña o mediana extensión. 54

55 El modelo hidrogeológico de los acuíferos kársticos es netamente diferente. Las calizas (carbonato cálcico), dolomías (carbonato magnésico) y rocas afines no son, en general, permeables, de manera natural, al ser materiales compactos y sin disposición granular. Sin embargo, precisamente por ser rocas compactas, aunque frágiles, suelen estar fracturadas o fisuradas y, especialmente las calizas, más o menos intensamente karstificadas. Según la presión a la que esté sometida el agua en los intersticios o fisuras del acuífero estos se clasifican en otros dos tipos esenciales, también con casos intermedios: los acuíferos libres, freáticos o no confinados, por una parte, y los acuíferos confinados o cautivos, por otra. En este segundo caso la presión a la que queda sometida el agua en el acuífero provoca que, en ocasiones, al perforar un sondeo el agua ascienda hasta decenas-centenares de metros desde donde se cortó por primera vez (hasta ese momento se perforaba en seco) y que incluso si el relieve es favorable pueda manar más allá de la superficie del terreno como auténticos géiseres artificiales: son los "sondeos surgentes" que, al igual que algunos manantiales, pueden arrastrar en el agua sedimentos, cantos y gases que provoquen salidas violentas. La totalidad de los acuíferos del Parque Natural son de tipo libre, aunque es posible la existencia de sectores confinados, por superposición de niveles acuíferos intercalados con otros impermeables. FIGURA 4.3: Tipos de acuíferos según a la presión que esté sometida el agua. Por lo que respecta a los manantiales hay que indicar que cualquier descarga natural de agua en la superficie del suelo lo suficientemente significativa como para no pasar desapercibida puede ser denominada manantial. Una descarga puntual de orden menor recibe el nombre de "zona de rezume", cuya proliferación en grandes extensiones puede dar lugar a notables incrementos paulatinos de caudal en arroyos o ríos próximos. Son las denominadas "zonas de descarga difusa", a veces también catalogadas en conjunto como manantiales. En cuanto a su génesis, la causa más frecuente de la aparición de manantiales son los cambios horizontales o verticales de la permeabilidad, bien por contacto entre distintas formaciones o por cambios significativos dentro de la propia formación. En general se les puede denominar manantiales de contacto, aunque su tipología es tan variada como los propios tipos de contacto entre materiales: con un impermeable a muro, con un impermeable a techo, con impermeables laterales (generalmente por fallas u otros 55

56 accidentes geológicos) o por cambios internos de permeabilidad, que a su vez en ocasiones son propios o congénitos de la formación y en otras están condicionados por fracturas que la atraviesan. Otro tipo frecuente de manantiales surge por intersección del relieve con la superficie freática del agua, lo que puede originar su aparición o desaparición ya que la erosión modifica continuamente el perfil del relieve a lo largo del tiempo. Igual que aparecen por cambios de permeabilidad, a veces también pueden desaparecer "mágicamente" por cambios de sentido contrario, al discurrir sobre materiales impermeables y atravesar, por las mismas causas anteriores u otras, nuevos materiales permeables. FIGURA 4.4: Algunas de las tipologías de manantiales más frecuentes Desde otro punto de vista los manantiales pueden ser permanentes, estacionales o intermitentes, con mayor o menor caudal y con un régimen más o menos acusado de variación estacional o interanual: es lo que en Hidrogeología se conoce como su "régimen de descarga". Los principales factores que lo condicionan son la naturaleza y permeabilidad del acuífero que lo provoca, la extensión de su área de alimentación o recarga, la cuantía, tipo y régimen de las precipitaciones que ésta recibe y su distancia hasta la zona de surgencia del manantial, salvo en casos más complejos de varios acuíferos interrelacionados o en contacto con otras masas de agua, también frecuentes en la naturaleza. Hay que destacar que el conocimiento de ese régimen de descarga permite la realización de estudios tendentes a conocer las características hidrogeológicas de las distintas áreas, el comportamiento hidráulico de los acuíferos y establecer sus "balances hídricos", expresiones que relacionan las salidas con las entradas, parámetros imprescindibles para su adecuada explotación, vigilancia o simplemente protección. En la medida en que ese conocimiento sea más preciso se disminuirán los riesgos de alteraciones no deseadas del citado ciclo del agua y, por consiguiente, de provocar efectos adversos sobre otros sistemas hídricos o naturales interconectados o dependientes de ese acuífero. 56

57 Por último, desde el punto de vista de las características del agua puede haber manantiales minerales, termales o simplemente de muy distintas "facies hidroquímicas" según las concentraciones en los diferentes iones disueltos. El conocimiento de esa calidad es de vital importancia, no solo porque condiciona su posible utilización sino porque cada gota de agua almacena información para conocer su historia. Las características físico-químicas de las aguas son reveladoras de sus avatares a lo largo de su paso por los acuíferos e incluso de su historia antes de llegar a ellos: así su "composición química e isotópica" aporta información sobre su origen, tipos de roca que ha atravesado, trayectoria e incluso su edad desde que precipitó al vacío un día de tormenta. La temperatura es un indicador de la profundidad a que ha circulado antes de salir a la superficie, e incluso de la temperatura a la que se encontraba el posible "almacén", en combinación con otras determinaciones. 4.3 LA LLUVIA EN EL PARQUE La distribución espacial de las precipitaciones se caracteriza por la existencia de áreas próximas entre sí con muy diferente pluviometría, así pues, mientras las zonas topográficamente más elevadas recogen más de mm anuales (como es el caso de la estación de la Ermita de Cabra), otras sólo alcanzan los 600 mm. La pluviometría media oscila de unos puntos a otros entre 600 y 800 mm, centrándose la media de la precipitación en torno a los 611,5 mm/año. La distribución de las precipitaciones a lo largo del año es muy irregular. Los meses menos lluviosos son julio y agosto, y los que generan mayores precipitaciones corresponden a febrero, marzo, noviembre, y, especialmente, diciembre. Los días medios de lluvia al año oscilan entre los 52 y los 86 según las estaciones. La temperatura media anual varía entre los 14ºC y 17ºC, aunque se producen grandes oscilaciones entre las máximas y mínimas absolutas. Los meses de julio y agosto son los más calurosos del año, alcanzándose en ellos máximas de 43-44ºC. diciembre y enero son los meses más fríos, con mínimas absolutas de hasta -6ºC y -7ºC. Como muestra de la caracterización climática del Parque se relacionan a continuación las precipitaciones y las temperaturas medias mensuales de dos estaciones representativas del entorno, Carcabuey y Doña Mencía. Mes Nº Días con Lluvia Estación de Carcabuey Precipitación Media (mm) Temperatura Media (ºC) Estación de Doña Mencía Nº Días con Lluvia Precipitación Media (mm) Enero 9,2 103,5 6, ,6 Febrero 9,2 115,1 7,4 9,5 106,2 Marzo 9,5 99,5 8,5 9,6 93,0 Abril 8,4 76,0 11,7 8,8 79,5 Mayo 6,3 49,9 14,0 6,5 47,9 Junio 3,1 22,1 18,8 3,5 28,4 Julio 1,0 8,2 24,0 1,0 5,5 Agosto 1,2 8,4 24,1 1,5 5,3 Septiembre 3,4 31,9 20,3 3,9 28,8 Octubre 7,1 64,2 14,2 8,3 67,0 57

58 Mes Nº Días con Lluvia Estación de Carcabuey Precipitación Media (mm) Temperatura Media (ºC) Estación de Doña Mencía Nº Días con Lluvia Precipitación Media (mm) Noviembre 8,7 112,6 9,5 9,7 99,4 Diciembre 131,5 7,0 11,4 120,7 11,0 Media Anual 817,0 13,7 77,8 783,2 71,8 De esta lluvia caída sobre la superficie del terreno, una parte es devuelta a la atmósfera a través de fenómenos de evaporación, y otra es retenida en los suelos, que una vez saturados, remiten sus excedentes, que bien pasan a engrosar los caudales de río y arroyos en forma de escorrentía, o bien se infiltran en el terreno aumentando la reserva de los acuíferos subterráneos. En general, se inicia la reserva de los suelos en el mes de octubre, finalizándose a mediados de diciembre, momento a partir del cual comienzan a incrementarse las reservas de los acuíferos, hasta abril, mes en el que el suelo empieza a ceder agua a las plantas para equilibrar el déficit de agua disponible. Desde principios de junio a finales de septiembre o inicios de octubre existe un déficit total de agua, encontrándose la reserva a cero. 4.4 LAS AGUAS SUPERFICIALES EN EL PARQUE La red hidrográfica del Parque Natural muestra claramente una herencia de la tectónica de corrimiento que edificó estos macizos calizos. Esta configuración de importantes relieves kársticos - con escasa definición de la incisión fluvial - sobre materiales arcillosos impermeables que condicionan un nivel de base de las principales surgencias de aguas subterráneas, perfila una red hidrográfica solamente jerarquizada en materiales de carácter margo-arcillosos (Cretácico y Triásico), por debajo de altitudes de m s.n.m.. En este sentido destaca un eje principal de drenaje -de orientación SO-NEcoincidente con el denominado Pasillo de Carcabuey y constituido por el río Anzur - Arroyo de las Tijeras-, río Zagrilla, a través del cual se desaguan las escorrentías de los principales macizos y alineaciones serranas. De forma paralela al anterior se señala el eje río de la Hoz - río Salado como la segunda línea de drenaje. El resto de la red muestra un carácter radial y solamente funcional fuera de los límites del Parque Natural. La línea hipotética Doña Mencia-Ermita de la Virgen de Cabra-Las Lagunillas constituye la línea divisoria de las cuencas vertientes del Genil y Guadajoz, ambos afluentes del río Guadalquivir. Los principales cursos de agua en el ámbito del Parque y su entorno próximo son los siguientes: - Río Zagrilla y afluentes de cabecera: 58

59 Arroyo Valdecañas y río Palancar. Caudal medio: 2-5 L/s. Río Morisco. Caudal medio: 2-10 L/s. Arroyo de Jaula. Caudal medio: 5-20 L/s. Caudales no captados procedentes de las fuentes de las Palomas, Zagrilla y Alhama. Drena recursos de todas las unidades hidrogeológicas, en especial de la de Cabra - Alcaide. - Río Salado: Caudal medio: 5-10 L/s. - Río Anzur: Tramo desde el Nacimiento del río Anzur. Arroyo de las Tijeras. Caudal medio: 4-10 L/s. Arroyo de las Ubadas. Caudal medio: 0,3-2 L/s. - Río de la Hoz: Muestra corriente continua a partir de su nacimiento, si bien últimamente presenta importantes estiajes. - Río Cabra: Arroyo del Chorillo. Caudal medio: 2-3 L/s. Hay que hacer constar que estos caudales corresponden a la estimación y medida realizada por el IGME en El régimen hidrológico de estos cursos fluviales muestra un claro paralelismo con la distribución e intensidad de las precipitaciones, registrando los máximos caudales en la época invernal y principios de primavera, y fuertes estiajes en la etapa estival. Aunque no existe red foronómica de caudales superficiales se podría apuntar como cifra orientativa que las aportaciones naturales medias del conjunto de la red de drenaje en el ámbito próximo del Parque y en el período serían del orden de 75,1 hm 3 /año, si bien tras la captación de unos 35 hm 3 /año en las surgencias naturales, la aportación en régimen real se cifraría en 40 hm 3 /año. Actualmente no existe infraestructura de regulación de caudales superficiales (tan sólo se cuenta con el embalse de Iznájar en el ámbito próximo), por otro lado, son frecuentes las derivaciones de agua para regadío de las pequeñas vegas de los ríos Anzur y Zagrilla. 59

60 4.5 LAS AGUAS SUBTERRÁNEAS Y SU IMPORTANCIA EN EL PARQUE La diferenciación realizada de cuatro unidades tectosedimentarias encuentra ahora su justificación en la medida que, hidrológicamente, existe una independencia de funcionamiento de las diferentes unidades, puesto que cada macizo o alineación montañosa se halla separado más o menos netamente de los demás por el afloramiento de la base común impermeable (margas y arcillas) del Triásico. En resumen, las formaciones acuíferas agruparas son las esquematizadas a continuación. MASb (*) Subunidad (**) AGRUPACIÓN SUP. (km 2 ) NIVELES ACUIFEROS EDAD POT. (m) Calizas nodulosas Dogger-Malm Sierra de Cabra-Gaena Cabra- Alcaide Gaena-Palojo- Puerto Escaño Cabra-Alcaide Gaena-Palojo- Camorra-Camorrilla- Puerto Escaño Calizas, carniolas y dolomías Calizas oolíticas y arriñonadas Suprakeuper y Lías Inf. 60 Dogger-Malm 190 Calizas negras Muschelkalk 50 Calizas y dolomías Lías Inferior 200 Calizas nodulosas y con sílex Dogger-Malm Rute- Horconera Gallinera Pollos-Jaula Gallinera-Pollos- Jaula R-H s.str. Rute-Horconera 83 7 Calizas y calizas dolomíticas Lías Inferior y Medio 170 Calizas nodulosas Dogger-Malm 30 Dolomías y calizas dolomíticas Lías 600/ (*)(**): División administrativa según CHG-IGME (2001). El resto de materiales aflorantes en el Parque Natural son de naturaleza semipermeable, constituyendo apreciables extensiones de calizas margosas y margocalizas del Jurásico y Cretácico, caracterizados por una permeabilidad por fisuración o porosidad de grado medio-bajo. Los principales manantiales a través de los cuales se realiza más del 80% del drenaje de las diferentes unidades y que a la vez posibilitan el mantenimiento de ecosisitemas ligados a la presencia de agua, y el principal aprovechamiento de los recursos, son los siguientes: MANANTIAL Nº AGRUPACIÓN COTA (m s.n.m.) Q. med (L/s) DRENAJE (hm 3 /año) Marbella 1 Cabra-Alcaide ,4 Alhama ,4 Zagrilla ,7 Las Palomas ,0 Fuente del Río ,4 El Martinete El Palomar ,6 60

61 MANANTIAL Nº AGRUPACIÓN COTA (m s.n.m.) Q. med (L/s) DRENAJE (hm 3 /año) Bernabe ,5 Castillejos ,2 Molino Anzur ,9 Gaena-Palojo Nacimiento del Río Anzur ,1 Valdecañas ,6 Dura ,8 Gallinera-Pollos- Jaula Mansegar ,2 Del Rey ,5 Río de la Hoz ,5 Rute-Horconera La Milana ,4 El Arrimadizo ,8 Asimismo, existen multitud de fuentes de menor importancia -escaso caudal y frecuentes estiajes - cuyas particularidades se exponen en el anexo. A continuación se exponen las principales características de las agrupaciones hidrogeológicas definidas: Cabra-Alcaide En este interesante macizo se diferencian dos tramos acuíferos superpuestos -y frecuentemente independientes-, los cuales corresponden a dos mantos de corrimiento o escamas diferentes. De todas formas, su contacto en amplias zonas recomienda su consideración como único sistema acuífero subterráneo. El acuífero superior se corresponde con el manto de corrimiento más alto y constituye frecuentemente un acuífero colgado sobre materiales impermeables del Trías o Cretácico, que drena por una serie de pequeños manantiales, situados entre las cotas 900 y m s.n.m., y que no sobrepasan casi nunca (incluso en los meses de lluvia) los 7-8 L/s. Así mismo sus caudales de estiaje se encuentran por debajo de 1 L/s. El acuífero inferior es el más importante, descarga por sus bordes mediante varios manantiales situados a cotas topográficas de m s.n.m. en sus límites meridional y oriental (fuentes de Zagrilla, Las Palomas, Alhama, El Palancar) y m en el sector nororiental (fuentes de Marbella, del Río y Martinete). En el sector sur, en el valle del río Palancar, donde se superponen las dos escamas, el acuífero inferior se encuentra cautivo y en carga. Parece poco probable que exista relación con unidades anejas, aunque de existir alguna sería por su borde meridional y por medio del manto de "La Guitarra" con la unidad Gaena - Palojo. Igualmente la relación con cauces superficiales es escasa, tan sólo cabe señalar dos cursos con cierto interés. El primero es el río Palancar que recibe casi todo su caudal aguas abajo del Arroyo de Bernabé y de la fuente del Palancar (prácticamente en los límites del Parque). El segundo es el río Bailón, el cual nace a la altura del cortijo Romero a m s.n.m., su caudal en esta zona es escaso, 2-3 L/s, y tres kilómetros 61

62 aguas abajo se estanca. Desde aquí hasta Zuheros el cauce del río Bailón va prácticamente seco la mayor parte del año Gaena-Palojo-Camorra-Camorrilla- Puerto Escaño Se pueden diferenciar en esta unidad dos niveles acuíferos: el principal (formado por las carniolas del Suprakeuper y calizas-dolomías del Lías Inferior), con elevada brechificación en su base, que drena a cota topográfica de 600 m a través de las fuentes del Molino, Nacimiento del río Anzur y Castillejos; y otro nivel piezométrico para las calizas nodulosas y con sílex del Dogger-Malm, que viene determinado por las cotas de una serie de pequeños manantiales situados en los contactos de estas calizas con materiales impermeables. Este nivel se situa cerca de los 825 m en la zona de Puerto Escaño (Fuente del Puerto) y de los 700 m en el centro de la unidad (Fuente Salmerón). El único curso fluvial influenciado nítidamente por el acuífero es el río Anzur, que desde su nacimiento hasta cuatro kilómetros aguas abajo - a la altura de la ermita de San Juan de Dios - va ganando caudal paulatinamente y de forma difusa; este aumento de caudal se evaluó para el año 1982 en 152 L/s de media anual. Este río de corriente continua mantiene, aguas abajo de Zambra, un interesante bosque de galería, con valor paisajístico y educativo de primer orden, encontrándose incluido en el Catálogo de Espacio y Bienes Protegidos del P.E.P.M.F. de la provincia Gallinera-Pollos-Jaula De forma semejante a la unidad anterior, el nivel acuífero principal - calizas y dolomías del Lías Inferior y Medio - descarga casi en su totalidad por el sector NO y NE mediante tres fuentes: Dura, Mansegar y La Tomasa, que marcan niveles piezométricos del orden de 640 m. El nivel acuífero superior - calizas con sílex del Malm - está bien conectado con el principal, aunque a veces descarga a cotas próximas a los 760 m mediante pequeñas fuentes de caudal inferior a 1 L/s. La relación de estos dos niveles con unidades próximas no está muy clara, aunque pudiera ser posible la conexión en profundidad con la unidad de Rute-Horconera en el arroyo de Jaula, dada la extraordinaria proximidad entre ambas unidades ( m) Rute-Horconera Se pueden distinguir dos acuíferos principales, ambos localizados dentro de los materiales jurásicos. El primero de ellos, sin duda el más importante, integrado por las dolomías y calizas dolomíticas del Lías de las Sierras de Rute y Horconera, drena las dos terceras partes de los recursos de la unidad por su sector meridional, a través de las fuentes de La Hoz y de La Moraleda, que marcan un nivel piezométrico en torno a 500 m. El segundo acuífero de la unidad -unido prácticamente al principal mediante varias zonas de contacto- lo constituyen las calizas grises y margocalizas del Aalenense y las 62

63 calizas nodulosas del Dogger-Malm, cartografiadas al Norte de la unidad. La potencia es del orden de 100 m, su extensión próxima a 32 km2, y su permeabilidad media. En este sector el nivel piezométrico viene definido por las Fuentes del Rey (630 m) y de la Milana (670), entre ambas drenan aproximadamente la tercera parte de los recursos de la unidad. La otra salida importante del acuífero superior la marca la Fuente del Arrimadizo Alto, emplazado a 800 m de altitud. La elevada topografía de estas sierras restringe las relaciones ríos - acuífero al caso del río de la Hoz, cuyas primeras aguas procedentes de los arroyos de los Charcones y Cañalanga - que suponen aproximadamente 50 L/s a la altura del Cortijo del Lachar - se incrementan hasta 80 L/s en la confluencia con el arroyo de las Herreras, lugar donde desaparece este caudal para resurgir dos kilómetros aguas abajo en la fuente de Río de la Hoz. Asociado a estos cursos fluviales se desarrolla un bosque de galería en buen estado de conservación desde el Cortijo de las Herreras hasta la desembocadura en el pantano de Iznájar, que se encuentra incluido en el Catálogo de Espacios y Bienes Protegidos del P.E.P.M.F. de la provincia de Córdoba. 4.6 LOS RECURSOS HÍDRICOS DE CARÁCTER SUBTERRÁNEO EN EL PARQUE La alimentación de todas las agrupaciones hidrogeológicas diferenciadas se produce, prácticamente en su totalidad, a partir de la infiltración del agua de lluvia caida sobre los distintos afloramientos carbonatados, en los que dependiendo de la tipología de los materiales, su grado de fisuración y karstificación y la pendiente de las vertientes de las sierras y macizos, se observan porcentajes de infiltración eficaz que oscilan en el 25% de las precipitaciones totales para la unidad de Rute-Horconera y el 46% para la de Cabra-Alcaide, situándose para las restantes en torno al 33-34%. Como ya se comentó con anterioridad, la existencia de una base, común a todas las unidades, de carácter impermeable y de disposición prácticamente horizontal, a la que se suma el emplazamiento de los niveles más permeables a muro de las series estratigráficas, condiciona el establecimiento de un importante número de manantiales de borde de los macizos localizados a cotas bajas ( m s.n.m.). Estas surgencias son representativas de los niveles piezométricos de los distintos bloques con funcionamiento hidráulico independiente. Todos los manantiales muestran una evolución hidrométrica estacional natural y una relación inmediata con las precipitaciones. Sus descargas suelen ser rápidas, lo cual indica altas velocidades de circulación por el interior y escasa permanencia del agua dentro de los acuíferos. Por tanto, acusan claramente los meses de estiaje -juniooctubre- y los de precipitaciones -noviembre a diciembre y febrero a abril-. Para la estimación del balance hídrico del sistema, el IGME ha utilizó datos de precipitaciones y aforos mensuales de manantiales y cursos de agua (de los años ), realizados en 30 puntos representativos, quedando reflejado de la forma siguiente: 63

64 Unidad Salidas (hm 3 /año) Entradas (hm 3 /año) Manantiales Bombeos Subterráneas Total Salidas Cabra-Alcaide 40,5 40,3 0,2-40,5 Gaena-Palojo-Camorra 12,6 7,8-4,8 12,6 Gallinera-Pollos-Jaula 1,5 1, ,5 Rute-Horconera 20,5 20,00 0,5-20,5 TOTAL 75,1 69,6 0,7 4,8 75,1 La utilización actual del 46% de los recursos del Parque Natural se destinan principalmente hacia el abastecimiento a poblaciones y, en menor medida, para regadío. El 54% restante discurre a través de ríos y arroyos de la zona, confluyendo en unos casos a embalses superficiales (Iznájar) y mayoritariamente a los ríos Genil y Guadajoz, afluentes ambos del Guadalquivir. El grado de aprovechamiento de los recursos hídricos subterráneos es, como puede observarse en el cuadro siguiente muy variable de unas unidades a otras; sin embargo, la ausencia de obras de regulación del caudal de las grandes surgencias imposibilita un mayor y más racional aprovechamiento de los recursos tanto en el interior del Parque Natural, como en zonas próximas a él. Unidad Recursos Abastecimiento Agricultura e Industria Total % R.M. Cabra-Alcaide 40,5 6,0 3,5 9,5 23 Gaena-Palojo-Camorra 12,6 3,5 3,5 7,0 56 Gallinera-Pollos-Jaula 1,5 0,1 0,3 0,4 26 Rute-Horconera 20,5 11,0 7,0 18,0 88 (*) Total/Media 75,1 20,6 14,3 34,9 46 Nota: Valores en hm 3 /año. % R.M.: % de los recursos medios de la Unidad (*) El 12% restante queda regulado en el embalse de Iznájar. 4.7 CALIDAD DE LAS AGUAS Y CONTAMINACIÓN POTENCIAL El agua de lluvia, fuente primaria de recarga de los acuíferos, al precipitarse sobre el suelo bien puede caer e infiltrarse directamente en las áreas donde aflora la roca carbonatada, bien debe atravesar horizontes edáficos y adquirir por tanto una configuración química antes de tomar contacto con el sustrato rocoso. Una vez en contacto con las calizas, el agua circula por gravedad a través de los macizos, con mayor o menor velocidad en función de la fisuración - permeabilidad - de las rocas, disolviéndola dependiendo de la solubilidad de sus componentes y el grado de actividad y saturación del agua infiltrada y reapareciendo en superficie en zonas bajas de las sierras tras un recorrido de varios kilómetros. 64

65 En general, cuanto mayor sea el tiempo de permanencia del agua en el acuífero, va aumentando su mineralización hasta irse saturando en los diferentes iones. En primera aproximación, entre los aniones primero satura el ion CO 3 H, incluso ya desde la infiltración, y más tarde el ión sulfato; el ión cloruro - muy soluble - no llega a saturar normalmente. Entre los cationes primero satura el ión calcio, más difícilmente el magnesio, no llegando a saturar generalmente el sodio. Resulta obvio comentar que si el trayecto subterráneo del agua es solamente por calizas, compuestas fundamentalmente por carbonatos, calcio y magnesio, será escasa la concentración de sulfatos, cloruros y sodio. El agua de lluvia subsaturada en sales y de carácter ácido, al precipitar y atravesar el suelo se va cargando en ciertos componentes como ácidos húmicos, CO 2, nitrógeno orgánico, fosfatos, etc., que potencian - sobre todo los dos primeros - la agresividad del agua ante la caliza. Una vez atravesados los niveles edáficos, este agua de infiltración, como la que cae directamente sobre los afloramientos rocosos, provoca una primera disolución instantánea del CO 3 Ca, que va progresando paulatinamente conforme avanza su trayecto subterráneo hasta alcanzar sobresaturación de calcio y magnesio. Una vez sobresaturada, el proceso de disolución se amortigua y se establece un equilibrio regido principalmente por la temperatura, presión y presión parcial de CO 2, en el que cualquier variación de estas condiciones ambientales puede inclinar la balanza, bien hacia la precipitación de las sales - estalactitas y estalagmitas de las cavidades -, bien con un aumento de sobresaturación. Actualmente las aguas de las fuentes del Parque se encuentran sobresaturadas en calcita, aragonito y dolomita; en tiempos pasados las condiciones serían semejantes, como lo atestiguan los travertinos asociados a algunas surgencias. Estos procesos descritos son, en definitiva, los que regulan la composición natural de las aguas de facies bicarbonatadas cálcicas o cálcico-magnésicas. Ahora bien, las aguas en su trayecto subterráneo pueden atravesar o tomar contacto con otro tipo de roca, en el caso del Parque, las arcillas y margas salinas del Triásico, en las que predominan los yesos y cloruros sódicos - sales muy solubles -. En este caso, las aguas sobresaturadas en carbonatos, que a la vez se encuentran subsaturadas en sulfatos y cloruros, tienden rápidamente a cargarse en estos elementos deficitarios. La composición final del agua dependerá por tanto del tiempo de permanencia del agua en el acuífero y más concretamente del tiempo de circulación sobre o a través de materiales salinos. Centrando la atención en la tabla siguiente, donde quedan reflejados los valores analíticos proporcionados por la red de calidad de las aguas que el IGME mantenía en el Parque Natural, se observa una clara bipolarización: unas aguas muestran una ligera mineralización y dureza media, facies dominante bicarbonatada cálcica o bicarbonatada cálcico-magnésica y caracterización general de bajo contenido iónico; en cambio, otras se significan por ser aguas duras de mineralización notable y facies variadas, entre bicarbonatadas-sulfatadas cálcicas y sulfatadas-bicarbonatadas 65

66 cálcicas, en este grupo destaca un incremento considerable de los sulfatos (>100 mg/l) a la par que los otros componentes: calcio, magnesio, sodio, potasio y cloruros. Nº NOMBRE MES AÑO Cl SO 4 HCO 3 Na Mg Ca ph COND R.SECO 1 MARBELLA ALHAMA ZAGRILLA PALOMAS FTE DEL RIO EL MARTINETE PALANCAR CASTILLEJOS MOLINO ANZUR VALDECAÑAS DURA MANSEGAR FTE DEL REY A.RIO LA HOZ LA MILANA ARRIMADIZO Nota: Todos los valores en mg/l excepto ph (sin unidades) y Conductividad en μs/cm. Las aguas de los manantiales de las unidades de Cabra-Alcaide y Gaena-Palojo presentan características similares a las del grupo de las bicarbonatadas cálcicas, a excepción de la fuente de los Castillejos que engrosa el grupo de las bicarbonatadassulfatadas de la unidad de Gallinera-Pollos-Jaula y la Fuente del Rey, en la de Rute- Horconera. Las aguas clasificadas anteriormente como bicarbonatados-sulfatadas o sulfatadasbicarbonatadas son las que han seguido este proceso modificador. En general, estas aguas en las surgencias del parque siguen mostrando una sobresaturación en carbonatos, así como una subsaturación apreciable en sulfatos y cloruros. Ello denota una cierta circulación sobre los materiales triásicos, a excepción de la fuente de los Castillejos, que refleja una mayor incidencia (posiblemente derivada de situarse la surgencia en materiales salinos). Finalmente, cabe señalar una cierta concentración normal de fondo de nitratos, del orden de 5-10 mg/l (en el caso de la fuente de Marbella se alcanzan los 30 mg/l), derivada de la fijación del nitrógeno en el suelo por las plantas y del aporte orgánico de la cabaña ganadera, de carácter extensivo, existente en el Parque. 66

67 La calidad actual de las aguas en las surgencias del Parque Natural y tramos fluviales de cabecera, responde fundamental-mente a su composición natural, siendo escasos o de mínima incidencia los procesos de contaminación antrópica. Las aguas subterráneas del Parque reúnen características físico-químicas adecuadas para el consumo humano, sin embargo, algunos estudios realizados sobre la calidad química, han puesto en evidencia concentraciones de nitritos más o menos generalizadas, que superan las concentraciones máximas establecidas. Con respecto a la calidad química de las aguas para el uso agrícola, la mayor parte de ellas están englobadas en el grupo C 2 -S 1 - conductividad eléctrica a 25 ºC "media" y S.A.R. (sodio intercambiable) "bajo" - salvo las más mineralizadas que reunen las características del grupo C 3 -S 1 - conductividad eléctrica a 25 ºC "alta" -. Las primeras son adecuadas para el riego y las segundas no presentan aptitud para terrenos con drenaje suficiente. En general, parecen aptas para otros usos: baño, vida piscícola, etc. La inexistencia de núcleos de población en el interior del Parque - solamente se registra un hábitat muy diseminado -, como de cultivos agrícolas sobre las formaciones acuíferas, elimina de entrada la posible contaminación de origen agrícola y urbana. Sin embargo, parece existir una contaminación de fondo de compuestos nitrogenados (nitratos y nitritos), que en parte puede ser natural, como consecuencia de la fijación del nitrógeno por parte de las plantas en el suelo - puesto a disposición del agua de infiltración - pero que, en general, parece derivada de la carga ganadera que soportan los terrenos calizos. En definitiva no existe ningún foco puntual de contaminación y sí uno generalizado y de irregular distribución: los excrementos dejados por la cabaña ganadera del Parque. 67

68 5 AGUA Y PAISAJE HUMANO La población total de los ocho municipios que componen el Parque es de unos habitantes, según datos oficiales del censo correspondiente a 2011, con una distribución bastante desigual de unos núcleos a otros, como se apunta a continuación. Municipio Población (hab) Superficie (km 2 ) Densidad (hab/km 2 ) Superficie en el Parque (%) Cabra ,5 93,1 17,43 Carcabuey ,7 33,0 21,89 Doña Mencía ,4 325,3 1,38 Iznájar ,6 34,4 2,06 Luque ,6 24,1 11,60 Priego de Córdoba ,2 82,2 22,84 Rute ,8 79,2 12,34 Zuheros ,2 17,7 10,46 TOTAL ,6 100,00 (Fuente: Censo de Población de 2011, INE.) Los municipios que poseen un mayor número de habitantes son Priego de Córdoba y Cabra, con algo más de y habitantes, respectivamente, frente a Zuheros, que con unos 746 habitantes aparece como el núcleo menos poblado. La densidad de población media del área, cifrada en 67,6 hab/km², es superior a la provincial (estimada en 58,5 hab/km²), si bien sensiblemente inferior a las medias regional y nacional (96,2 y 93,3 hab/km², respectivamente). Entre los municipios contemplados destaca Doña Mencía, con una densidad superior a los 325 hab/km². De los otros términos, se encuentran por encima de la media provincial Cabra, Priego de Córdoba y Rute, correspondiendo el índice más bajo a Zuheros, con tan sólo 17,7 hab/km². Sería interesante considerar, dentro de este análisis global, la distribución de la superficie del Parque en los distintos municipios. Así pues, mientras Priego de Córdoba y Carcabuey suponen aproximadamente el 50%, Doña Mencía e Iznájar apenas alcanzan un 3% del total territorial. Asimismo, el municipio con mayor porcentaje de su territorio dentro del Parque es Carcabuey (con más de un 87%), seguido de Zuheros (con un 80%), y el de menor proporción Iznájar, que no llega a alcanzar el 5%. La tasa de natalidad media para la zona es del 7,8, cifra ciertamente inferior a las medias provincial, regional y nacional, que alcanzan los siguientes valores respectivos: 10, 11,2 y 10,5. Por el contrario, la tasa de mortalidad media (9,9 ) se sitúa por encima de las medias provincial (8,9 ), andaluza (7,8 ) y nacional (8,2 ). 68

69 En cuanto a la tasa neta de migración, para 2010, presenta un carácter negativo, con un valor medio para la zona de -2,7 y valores extremos de -18,8 (Zuheros) y 0,8 (Rute). La evolución de la población presenta, desde el año 2000 hasta la actualidad (2011), un crecimiento que puede considerarse lineal con un ligero descenso en los últimos tres años. El cultivo de secano más extendido es el olivar, encontrándose la propiedad de la tierra muy dividida: el 70% de las explotaciones agrícolas poseen menos de 5 hectáreas, alcanzando tan sólo el 1,2% de dichas explotaciones más de 100 hectáreas. Las principales fuentes de ingreso en los diferentes municipios del Parque corresponden a la producción de aceite y a la fabricación de productos derivados de la ganadería. 5.1 IMPORTANCIA DE LOS RECURSOS SUBTERRANEOS EN EL AMBITO DEL PARQUE Y SU ENTORNO Dada la ya comentada situación de las principales surgencias en los bordes de los macizos calcáreos, coincidentes éstos con los límites del Parque Natural, hoy por hoy, el aprovechamiento de los recursos dentro del Parque es mínimo. Solamente los manantiales ubicados en cotas más altas permiten cierto hábitat diseminado de carácter agrario y el mantenimiento de bosques de galería que adquieren mayor desarrollo fuera de los límites del Parque, destacando los de los ríos de la Hoz y Anzur (aguas abajo de Zambra). En el ámbito de los términos municipales que integran el Parque Natural, los recursos hídricos permiten irrigar del orden de ha en las vegas de los ríos Cabra, Anzur, Salado, Palancar y Zagrilla. Las Huertas de Cabra se encuentran incluidas en el Catálogo de Bienes y Espacios Protegidos de los Planes Especiales de Protección del Medio Físico, con el objetivo de conservar las huertas, muy productivas, con sistemas de cultivos tradicionales, algunas de ellas integradas en el sistema urbano de Cabra. Hoy por hoy, la verdadera importancia de los recursos hídricos del Parque Natural se centra en el gran papel desempeñado en el abastecimiento de los núcleos de población situados en su periferia, así como de gran parte del Sur de la provincia de Córdoba. En efecto, hoy se abastecen mediante captaciones individuales de manantiales los núcleos del entorno (Zuheros, Luque, Cabra Rute, Carcabuey, Priego) y sus numerosas entidades menores, con una población abastecida que ronda los habitantes. Por otro lado, mediante la toma del embalse de Iznájar y las captaciones del nacimiento del río de la Hoz y las fuentes de Marbella y Alhama, se nutren aproximadamente habitantes de la Campiña Sur de Córdoba (Montilla, Encinas Reales, Benamejí, Moriles, Monturque, Aguilar de la Frontera, La Carlota, Castro del Río, Fuente Palmera, Montalbán, Puente Genil, La Rambla, San Sebastián 69

70 de los Ballesteros, Santaella, La Victoria, Guadalcázar, Espejo, Lucena, Fernán Núñez, Doña Mencía, Palenciana, Baena, Nueva Carteya y Montemayor). 5.2 PROTECCION DE LOS RECURSOS HIDRICOS EN CANTIDAD Y CAUDAL. NORMAS DE PROTECCION. A modo de conclusión de los temas analizados, se puede apuntar que los recursos hídricos subterráneos del Parque Natural presentan una clara interrelación con las precipitaciones, mostrando los caudales de las surgencias naturales una relación directa con la intensidad y distribución anual de las lluvias. Estas, una vez infiltradas, experimentan una cierta regulación en su trayecto subterráneo a través de las formaciones acuíferas, a la vez que adquieren una composición química natural. Una vez que afloran en superficie, la mayor parte de estos recursos integran los caudales superficiales de los arroyos que descienden hacia los ríos Guadajoz y Genil, aprovechándose en el ámbito del Parque Natural tan sólo los recursos demandados. Actualmente, la adecuación entre ciclo hidrológico y demanda es bastante baja, ya que frente a fuertes recursos invernales se demandan caudales en épocas primaverales y estivales. En este sentido la protección del recurso y ecosistemas adaptados debe intentar compatibilizar el incremento de los recursos disponibles con el mantenimiento de caudales ecológicos en los cauces, así como de la productividad de ciertos sistemas agrarios tradicionales próximos. La protección de la calidad de las aguas subterráneas debe pasar por la definición de un perímetro de protección general, coincidente con los afloramientos rocosos permeables (zonas de alta susceptibilidad o la contaminación) en los que estará totalmente prohibido todo establecimiento de carácter urbano, industrial y agrícola intensivo, que conlleven la producción de residuos sólidos o vertidos líquidos y que no contemplen la adopción de sistemas de depuración y eliminación que garanticen el mantenimiento de la composición natural de las aguas. Dado el papel que desempeñan las Sierras Subbéticas en el abastecimiento a la Campiña Sur Cordobesa y a pueblos del entorno, se plantea como necesario la realización de un estudio de detalle sobre los compuestos nitrogenados en las aguas, con el objeto de definir perímetros de protección de captaciones para abastecimiento en los que se realice una reestructuración del aprovechamiento ganadero. Finalmente, las actividades naturalísticas y recreativas están adquiriendo notable importancia en el Parque, frecuentemente ligadas a fuentes y manantiales. En este sentido se precisa una adecuada planificación de las zonas recreativas, así como dotación con todos los elementos necesarios para la retirada de los residuos. 70

71 6 ITINERARIOS DEL AGUA Se ha intentado que los itinerarios del agua propuestos en la presente guía permitan adquirir una visión los más completa y exhaustiva posible de las características hidrogeológicas de los principales sistemas acuíferos del parque natural. Para ello, obviamente, los itinerarios deberían recorrer, al menos en parte, los conjuntos montañosos de las sierras de Cabra y Alcaide, Sierra de Gaena Los Hoyones y sierras de Rute y Horconera. Como se verá, esto no es así. De los seis itinerarios que se proponen, cinco se concentran en el sistema acuífero de Cabra-Alcaide y sólo uno discurre timidamente por el sector septentrional del acuífero Rute-Horconera. En esta limitada o descompensada propuesta final han influido diversas cuestiones. Por un lado, la existencia de accesos y vías para la práctica del senderismo, más o menos libres de conflictividad con los propietarios de los terrenos y de barreras físicas. Por otro, se han tenido en cuenta las directrices de conservación y protección de los responsables del Parque Natural y sus advertencias sobre la vulnerabilidad de la fauna y/o la flora de ciertos enclaves, todo lo cual desaconsejaba la difusión al gran público de rutas de senderismo no oficiales. En este sentido, cabe recordar ahora algunos condicionantes para la práctica del senderismo en el Parque Natural, los cuales deberán ser tenidos en cuenta a la hora de planificar nuestros recorridos: Para la realización de todos los itinerarios se requiere autorización de la Consejería de Medio Ambiente. En el caso de que se atraviesen terrenos privados, se deberá contar previamente con los oportunos permisos del titular, y en todo caso se asegurará el mantenimiento del estado de los accesos -de acuerdo con el titular- al paso por ellos. Llevar consigo en todo momento la autorización para la realización de la actividad y mostrar a los Agentes de la Autoridad o al personal del Parque cuando lo requieran. Permanecer en las carreteras, caminos o senderos autorizados; el salirse de ellos se puede perturbar la fauna silvestre y causar deterioros en la vegetación. Respetar la flora y la fauna del lugar, sin recolectar ejemplares ni restos de los mismos. Realizar observaciones o fotografías desde los lugares acondicionados para ello. Respetar el silencio natural que les rodea. No está autorizada la recolección de fósiles y rocas. Responsabilizarse de la recogida y retirada de los residuos, una vez finalizada la actividad. No está autorizado el uso del fuego a ningún efecto, salvo para cocinar y en aquellos lugares acondicionados para ello (Decreto 470/94, de 20 de diciembre, de Prevención de Incendios Forestales). 71

72 Las fuentes, manantiales y arroyos, no pueden ser usados para el baño. No utilizar jabones ni detergentes, ni arrojar sustancias a las aguas. En esta guía, a diferencia de otras de la misma serie, se incluye un apartado específico de puntos singulares de interés hidrogeológico fuera de los itinerarios, con la intención de paliar la carencia de rutas del agua en una parte extensa del Parque Natural y como una aportación complementaria que permita explicar aspectos hidrogeológicos destacados del mismo. Este apartado de la guía incluye una relación extensa de manantiales y enclaves relevantes desde el punto de vista hidrológico. Se podrá apreciar también que parte de los itinerarios discurre por zonas localizadas fuera de los límites oficiales del Parque Natural. Ello es debido a que algunos de los manantiales más caudalosos e importantes desde el punto de vista hidrogeológico se encuentran fuera del espacio protegido, consecuencia a su vez de que -en la mayoría de los casos, lamentablemente- los parques naturales no se delimitan con criterios hidrogeológicos. La visita a estos puntos pondrá de manifiesto su relación con las zonas de recarga protegidas dentro del Parque Natural y cómo las aguas subterráneas no saben de límites administrativos. Por último, aunque todas las estaciones del año tienen su encanto especial en el Parque, se recomienda realizar los itinerarios en primavera. No solo porque podremos asistir al espectáculo de la eclosión de la vida silvestre, sino porque la probabilidad de encontrar los manantiales y los arroyos en crecida es mayor. Aunque en el tránsito otoño-invierno suele llover más copiosamente, esas lluvias van a reponer el déficit de humedad acumulado en suelos y acuíferos durante el verano anterior. En cambio, las lluvias de finales de invierno y comienzo de la primavera se infiltrarán en el terreno y transitarán rápidamente hacia las zonas de descarga. 6.1 Itinerario 1. Doña Mencía-Cabra (a pie) Pilar de Abajo, Fuente de las Pilas, Fuente Camarena, Vía Verde, Cortijo Juan de Escama, Sima de Cabra, Fuente del Río. Duración: 6-7 h Dificultad: media Longitud: 16 km Desnivel máximo: 300 m Forma de realizarlo: a pie Inicio: Estación de Doña Mencía Final: Fuente del Río Este itinerario discurre en parte por veredas y caminos poco transitados por senderistas, sin señalización y -a veces- incluso campo a través, por lo que, quizás tengamos que hacer uso de técnicas de orientación al aire libre. Partiendo de Doña Mencía, dentro de cuyo casco urbano existen fuentes y manantiales de gran importancia histórica y dignos de visitar (como la Fuente del Ejido o Pilar de Abajo), aunque relacionados con sistemas acuíferos ajenos a los 72

73 importantes macizos kársticos de las Sierras Subbéticas, el itinerario recorre en su primera mitad el sector noroccidental del acuífero Cabra-Alcaide, un borde serrano poco dado a presentar manantiales de gran caudal y pródigo en fenómenos de deslizamientos y movimientos del terreno en masa. La explicación de estos fenómenos es la primera lección geológica: nos encontramos en el frente del cabalgamiento del dominio Subbético Externo sobre los materiales margocalizos de las Unidades Intermedias que dan paso a la campiña del Guadalquivir. Dicho frente calizo se desgaja literalmente debido a las grandes pendientes, la meteorización de las rocas favorecida por las condiciones de gran humedad y vegetación que imperan en las vertientes de umbría y la erosión de los terrenos margosos y margocalizos sobre los que descansan las calizas de la sierra. Las capas rocosas se inclinan preferentemente hacia el sur, por lo que la geometría de los acuíferos es la que condiciona que el drenaje preferente se posicione en zonas más meridionales. No obstante, a lo largo del recorrido existen fuentes de gran interés y originalidad hidrogeológica, formas de absorción espectaculares y se culmina la caminata en la Fuente del Río, el manantial kárstico más emblemático de las Sierras Subbéticas. Parada 1. Fuente de las Pilas. La ruta se inicia en la antigua estación de ferrocarril de Doña Mencía, hoy en día habilitada como restaurante. Para llegar a la primera parada tendremos que recorrer unos 500 m de la Vía Verde de la Subbética en dirección oeste, hacia Cabra. En ese punto encontraremos un cruce con un camino cuyo tramo meridional remonta hacia la sierra. Tomaremos esa dirección y a 1 km del inicio de la ruta encontraremos la Fuente de las Pilas. El manantial, con un caudal medio que probablemente no supere los 2 L/s, aunque con grandes oscilaciones dependiendo de la pluviometría, se encuentra parcialmente captado para el abastecimiento de Doña Mencía. El agua no procede de las calizas jurásicas de la sierra, sino de pequeños cuerpos discordantes de calcarenitas, calizas y brechas calcáreas que descansan sobre margas arenosas blanquecinas o se mezclan con ellas, esparcidos por la ladera norte de la Loma del Canjilón y del pico Abrevia. Son materiales de edades comprendidas entre el Oligoceno y el Mioceno que debieron depositarse en cuencas marinas coetáneas con la orogenia Alpina. La Fuente está compuesta por un gran pilar-abrevadero, de unos 8 metros de largo, construido con sillares de roca caliza y adosado a una serie de 3 pilas escalonadas labradas en sendos bloques de piedra. Su construcción se remonta a 1863 y su función primordial ha sido, obviamente, la de abrevar al ganado caprino y ovino que transitaba por la colada de Baena a Carcabuey. Precisamente, continuando por esta vía pecuaria hacia el oeste, y abandonando el camino más moderno que conduce a un cortijo con ganado estabulado (Casa de las Pilas), alcanzaremos en breve un collado en el que se nos queda a la derecha (hacia el N) un cerro de morfología sospechosamente poco natural, excesivamente amesetado, constituido por un bloque de calizas rotado y deslizado desde el frente de cabalgamiento subbético. Efectivamente, el aplanamiento del cerro es artificial, reforzado con diversos muros de mampostería y sillares. Se trata del yacimiento arqueológico de El Laderón, que coincide principalmente con un antiguo recinto fortificado ibérico (la antigua Vesci), aunque hay evidencias de ocupación de hace más de años. La Fuente de las Pilas, por ser el manantial más cercano al antiguo asentamiento, debió jugar un papel muy importante en el abastecimiento de agua a la población, la cual se ha estimado en casi personas. Todavía es posible ver los restos de algún antiguo aljibe revestido del período ibérico junto al camino que da acceso al cerro por el sur. 73

74 Más adelante, continuando hacia el oeste, comprobaremos que el trazado de la colada se difumina y apenas se marcan algunas veredillas de paso de ganado. Algunas de éstas descienden hacia el valle que se nos abre hacia el norte, concretamente la cabecera del arroyo de La Plata. La cañada muestra abundante vegetación de bosque mediterráneo en las partes más bajas, evidenciando la existencia de suelos húmedos y de manantiales. Hacia allá nos dirigiremos, descendiendo por la margen izquierda hasta encontrar un camino que asciende desde la vía verde y que pasa junto a la visible torre medieval de La Plata, monumento histórico nacional desde No continuaremos por este camino, sino por otro más estrecho que se dirige hacia el oeste bordeando la sierra. Tras 2 km de bello recorrido, en el que observaremos numerosos afloramientos de brechas de probable origen periglaciar y bloques de rocas calizas deslizados a favor de la ladera montañosa, llegaremos a la siguiente parada. El pilón de la fuente presenta en su base a colonias de algas verdes como Spirogyra y en menor medida de Chara vulgaris. Junto a ellas aparecen plantas de menta (Mentha rotundifolia) rodeando el pilar, y en el entorno aguas abajo aparece una pequeña población de zarzal con rosal silvestre. Foto 39. Pilar y herbazal de menta en su borde. La fauna del lugar es bastante escasa, y sólo aparecen algunas ranas verdes sobre las algas de Spirogyra, también llamadas vulgarmente como camas de rana y poblaciones de garapito (Notonecta sp.), una chinche acuática que captura los insectos que accidentalmente caen al agua. 74

75 Foto 40. Detalle de la rana común y su "cama de rana" formada por el alga Spirogyra. Parada 2. Fuente Camarena. Situada en el término municipal de Cabra, Fuente Camarena consiste en un hermoso pilar de planta rectangular construido con sillares de roca caliza nodulosa rojiza, unidos con lañas metálicas, el cual desagua mediante un canalillo o rebaje excavado en el pretil. Sobre el pilar vierte un caño de uralita conectado con una tubería de PVC que discurre unos cuantos metros protegida por un embovedado de mampostería parcialmente reconstruido con ladrillos. Esta conducción lleva hasta una pared de roca cercana, donde es posible observar en alto una pequeña oquedad donde rezuma el agua que va a la fuente. El caudal medio del manantial no debe ser superior a 2 L/s, sin embargo, en años muy húmedos, la atarjea se muestra insuficiente y las aguas subterráneas surgen de forma natural al pie de la pared rocosa, alcanzándose caudales superiores a 20 L/s. En esos años extraordinarios es curioso cómo, aplicando el oído a la pared rocosa, podremos escuchar el chorreo del agua dentro Al igual que ocurría en la Fuente de las Pilas, esta fuente drena preferentemente las aguas subterráneas que discurren por unas calizas arenosas y calcarenitas, de edad Oligoceno-Mioceno inferior, que jalonan el contacto septentrional de cabalgamiento de la sierra con los materiales margosos de la campiña. Es decir, este manantial, situado a unos 700 m de cota, no está ligado al nivel freático regional del acuífero Cabra- Alcaide, sino que drena un compartimento aislado. Aunque no conocemos la existencia de análisis químicos y bacteriológicos que nos indiquen la calidad de las aguas de esta fuente, la misma debe ser buena, pues es frecuente observar en el pilar pequeños crustáceos (gammarus) que solo viven en aguas libres de contaminación. 75

76 Desde la fuente tomaremos el camino que nos lleva a la vía verde pasando junto al cortijo Camarena. Una vez allí seguiremos por el antiguo trazado del ferrocarril Campo Real-Linares en dirección sur, hacia Cabra. Como a 1 km antes del túnel del Plantío la vía se encaja en una trinchera de unos 700 m de largo. Da la impresión de que estamos atravesando un apéndice rocoso de la sierra, pues se observan las típicas calizas blancas oolíticas de la Formación Camarena; pero, si nos fijamos en el detalle, veremos que se trata de grandes bloques calizos rodados y cementados entre sí, con alguna matriz arcillosa también, que descansan sobre las margas y margocalizas cretácicas cabalgadas por las unidades subbéticas. Esta megabrecha sedimentaria es el producto de un deslizamiento rocoso de enormes proporciones que tiene su origen en la ladera noroeste del Cerro Camarena, la cual muestra una cicatriz clara, de gran pendiente, que todavía no ha podido ser disimulada completamente por la vegetación y los suelos. De hecho, se observan evidencias de desprendimientos de bloques aún en la actualidad. Observando las imágenes aéreas de este afloramiento seccionado por la vía verde, se aprecia que tiene una forma en planta como de abanico o triángulo, con el ápice en la falda de la sierra y expandiéndose hacia los cortijos de Francisco Romero y Villanueva Alta, ambos abastecidos por sendos manantiales que parecen tener su origen en el drenaje subterráneo de la masa deslizada. Con más de 5 millones de metros cúbicos de volumen movilizado, este deslizamiento se configura como uno de los más importantes de Andalucía. No debió pasar desapercibido el acontecimiento; sin embargo, no se tienen noticias del momento histórico en el que ocurrió. Sí podemos afirmar que tuvo lugar antes del período , entre la realización del proyecto de la línea férrea Campo Real-Linares y la conclusión de las obras en este tramo. Continuaremos nuestro camino por la vía verde y, tras atravesar el túnel del Plantío y la antigua carretera de Cabra a Doña Mencía, llegamos al cortijo Juan de Escama. En este caserío existe un pequeño manantial que a todas luces se muestra insuficiente para mantener el riego de la explotación agraria y el servicio del cortijo. Para solucionar el problema, se ha perforado un sondeo en la falda de la sierra, pero, al estar dentro de los límites del parque natural, la captación ha tenido algún problema para ser legalizada. El sondeo, instalado con un motor de explosión, se utiliza para abastecer a la cortijada y para llenar algunas pilas para abrevar el ganado. Tomaremos un camino que desde el cortijo asciende hacia el Camarena, pero lo dejaremos por otro que decididamente toma hacia el sur bordeando una ladera cultivada de olivar. En esta zona, apenas a 200 m de distancia de las calizas oolíticas de la sierra, los ingenieros de minas Felgueroso y Coma situaron un sondeo a mediados de los sesenta del siglo pasado. En el mismo se alcanzaron 252 m de profundidad, pero la perforación sólo atravesó terrenos terciarios, sin llegar a alcanzar las calizas jurásicas. Este sondeo de investigación demostró que la complejidad geológica de la zona era mayor de lo que se esperaba: las calizas de la Formación Camarena se disponen a grandes profundidades debido a una flexura o una falla, o bien desaparecen por laminación. En este manantial aparecen las típicas comunidades de estos nacimientos, con la formación de berro y apio silvestre nada más salir el agua. Bordeando al arroyuelo, donde es menor humedad, aparece un herbazal húmedo con una comunidad de menta con juncia y trébol blanco, que prolifera entre las rocas que sobresalen en las riberas. 76

77 Foto 41. Aspecto de la comunidad de menta con juncia, y también apio silvestre en el interior del cauce. Aguas abajo aparece un zarzal donde puede verse a la zarzamora, junco churrero y la cincoenrama, una hierba rastrera de bellas flores amarillas y hojas con cinco foliolos, de ahí su nombre vulgar. Foto 42. Cincoenrama (Potentilla reptans). 77

78 Entre la fauna puede apreciarse el mirlo, muy escandaloso cuando detecta la presencia humana, y la curruca capirotada, un pequeño pájaro que emite con frecuencia un melódico canto para mantener su territorio frente a otros ejemplares de su especie. Parada 3. Sima de Cabra. El camino que llevamos (camino de los Llanos de Enrique) podría conducirnos cómodamente hasta Cabra, pero vale la pena realizar el esfuerzo de abandonarlo y alcanzar la famosa Sima de Cabra, una de las formas de absorción más espectaculares de todo el parque natural. Para ello, a 1 km aproximadamente desde el cortijo Juan de Escama, tendremos que girar hacia el este y remontar el doble valle que aparece en la falda de la sierra, procurando seguir las lindes de las parcelas cultivadas de olivar y buscando la vaguada de la derecha. Más arriba, superados unos 150 m de desnivel y aproximadamente 1 km desde el camino, observaremos que el olivar se pierde y el valle se encaja en las calizas de la sierra. En los primeros metros de este valle encajado -en la margen derecha- se encuentra la sima, bien marcada su posición por una higuera centenaria adherida a la pared rocosa. Es necesario advertir del peligro que corremos al aproximarnos a la cavidad. Es más, la Consejería de Medio Ambiente no autorizará las visitas hasta que no se haya adecuado el perímetro de la boca de la Sima de Cabra, para evitar accidentes. Conocida desde tiempos inmemoriales, esta sima es una de las cavidades más referidas en la cartografía y en la literatura españolas, destacando un pasaje en la segunda parte del Quijote de Cervantes que podemos leer en el bajorrelieve colocado en 1905 junto a la boca de la sima. Partiendo de ese primer descenso -del que se tengan noticias- en 1683, realizado por el ayudante de cantería Fernando Muñoz Romero, en lo que se ha considerado como el primer acto documentado de recate espeleológico de la historia, son innumerables las citas bibliográficas, las leyendas y las anécdotas que han ido recopilando y divulgando numerosos autores en los últimos años. Pero no es intención de esta guía repetir lo que los interesados podrían consultar en otras publicaciones monográficas, sino dar una descripción escueta de sus aspectos geológicos y geomorfológicos más relevantes y exponer las teorías sobre su función paleohidrológica. Básicamente, la cavidad es una sima monopozo con una boca en forma de medio embudo, de sección transversal más o menos triangular y unos 40 m 2 de superficie. La profundidad total del pozo es de unos 116 m hasta alcanzar un cono de rocas, depositado en el fondo como consecuencia de los desprendimientos de las paredes y a esa secular costumbre -inherente al ser humano- de arrojar objetos al fondo de los pozos. No obstante, la profundidad total de la sima en la actualidad es mayor, gracias a las labores de desobstrucción y limpieza realizadas por los grupos espeleológicos que han permitido alcanzar -131 m en la llamada sala del Sarcófago. El diámetro del pozo va aumentando paulatinamente hasta hacerse subcircular y de unos 20 m de diámetro en el fondo de la vertical, junto al cono de derrubios. Paralelas al pozo principal, comenzando a distintas profundidades, existen varias galerías verticalizadas de diámetro mucho menor, que terminan desembocando en el pozo principal a no más de 85 m de profundidad. La sima encaja en calizas micríticas de color beige y calizas oolíticas blancas de la Formación Camarena, con una inclinación de sólo 10º hacia el noreste, sobre las cuales se disponen unas calizas y margocalizas nodulosas rojizas de la Formación Ammonítico Rosso. Ambas formaciones aparecen cabalgadas en este sector por 78

79 dolomías y carniolas de la base de la Formación Gavilán correspondientes a la Unidad de Gaena en continuidad cartográfica con el afloramiento del Picacho de la Sierra. Apenas existen depósitos de espeleotemas en la cavidad: algunos restos de coladas parietales y rellenos de antiguos suelos de galerías -hoy desfondados- en la parte más superior del pozo principal y en las inmediaciones de la boca, alguna colada de escasas dimensiones en la base de la sima, y diversas concreciones litoquímicas que recubren parcialmente las paredes de las vías laterales. La sima se ha desarrollado fundamentalmente a favor de un sistema de fallas, aparentemente normales, de dirección noroeste-sureste, de orientación próxima a la falla que jalona el barranco de la Sima aunque algo más rotadas hacia el norte, las cuales forman varios escalones visibles en la ladera asociada que están ocupados por calizas nodulosas. No obstante, la posición del pozo parece estar controlada por un cruce con alguna de las muchas fracturas de dirección aproximadamente este-oeste observables en el afloramiento calizo. Puesto que los estratos están subhorizontales, son esas fracturas verticales las que han controlado el desarrollo de la sima, y no las superficies de estratificación más o menos desflecadas como proponía el ilustre J. Carandell. De acuerdo con las observaciones geológicas realizadas por el GULMONT en sus exploraciones de los años 60 del siglo pasado, la sima parece presentar dos morfologías distintas. No obstante, lejos de creer que son debidas a cambios litológicos, pensamos que las diferencias morfológicas que presenta la sima en la vertical -pozo de paredes pulidas y formas acanaladas erosivas coalescentes en los dos primeros tercios de profundidad, y cono abierto de paredes festoneadas por la existencia de grandes lajas rocosas por fracturas paralelas, sin formas erosivas, en el último tercio- son debidas a la sucesión de dos fenómenos espeleogenéticos distintos: disolución-corrosión en la parte superior y derrumbe gravitatorio en la parte inferior. La hipótesis más aceptada por los estudiosos del karst de la región y de la sima es que ésta funcionó como un sumidero, un punto donde se infiltrarían las aguas de escorrentía del barranco de la sima. Hay quien opina que la sima sería parte de una cavidad anterior parcialmente desmantelada que actuaría como sumidero principal de un antiguo polje establecido en la Sierra de Cabra, más extenso y de mayor cota que la actual Nava. Sin embargo, los argumentos a favor no son muy concluyentes y la teoría tendría dificultades para explicar la posición marginal de la sima en la sierra y tan alejada de dicho polje, al tiempo que la estructura geológica no favorecería la conexión hidrológica. Al ver una cavidad vertical tan espectacular, estamos tentados de pensar que se necesitan grandes caudales para originarla, pero, realmente, pozos similares se pueden formar con escasa cuenca vertiente y bajos caudales, aunque eso sí con una posición permanente a lo largo del tiempo del punto de infiltración. Por otra parte, la hipótesis del sumidero no es la única que podríamos aducir para la formación de la sima; por ejemplo, su posición tan cercana al borde del macizo podría hacer pensar que el conducto vertical podría haberse iniciado por disolución a favor de aguas emergentes, de manera similar a lo que ocurre en la Fontaine de Vaucluse, en Francia, donde, asociado al gran manantial, existe un conducto subvertical de más de 300 m de profundidad. En el pasado, los puntos de drenaje del macizo y la posición de los niveles freáticos no tendrían por que ser los mismos de la actualidad. Lo más probable es que la sima se iniciase por la infiltración de aguas superficiales en una zona de fracturas más o menos distensivas o abiertas. Dichas fracturas servirían para la formación de conductos subverticales de sección transversal redondeada que 79

80 conducirían el agua hasta la zona saturada, donde, en relación con las oscilaciones naturales del nivel freático, podría existir un nivel de karstificación bien desarrollado. La karstificación es un fenómeno que se retroalimenta: cuanta más agua se infiltra más karstificación se produce; cuanto mayor es el orificio más cantidad de agua puede percolar. Así, el pozo principal -que tendría mayor profundidad que en la actualidad- se desarrollaría preferentemente por coalescencia de acanaladuras y antiguos conductos, marginando los conductos secundarios que ahora observamos en los laterales, los cuales recibirían menores aportaciones hídricas. La disolución sería más intensa a grandes profundidades, donde los caudales serían mayores por la confluencia de aportaciones hídricas, desestabilizando las paredes de la base del pozo hasta el punto de producirse un gran derrumbe que lo cegaría en profundidad. En la actualidad, la Sima de Cabra ya no cumple su función como elemento de infiltración o absorción preferente, aunque puedan observarse algunas pequeñas filtraciones en su interior. La evolución morfológica de los terrenos margosos de la campiña y de la ladera de la sierra ha hecho que cambie la posición lateral del lecho del barranco de la sima, dejando colgada a mayor cota la boca. Se trata de una cavidad prácticamente seca; el nivel piezométrico del acuífero debe encontrarse por lo menos otros 130 m más abajo del punto más profundo conocido para la sima. Parada 4. Pozo en la zona del Chorrón. Desde la Sima de Cabra podemos continuar hacia el sur por el camino de la sima, el cual desemboca en la población de Cabra, muy cerca de la antigua estación de ferrocarril. Un poco antes de eso, y a unos 3 km desde la parada anterior llegamos a la confluencia con el camino de las canteras blancas donde haremos la siguiente parada. Algo más adelante observamos la zona del Chorrón, pequeña garganta donde se forma una hermosa cascada en los años más lluviosos, y que responde al drenaje de la escorrentía del valle de la Viñuela. La parada sirve para observar un viejo pozo de gran diámetro (superior al metro) y poca profundidad (no más de 20 m). No es el único que hay en la zona, de hecho, en todo el recorrido desde la sima podemos observar un gran número de pozos similares. Estas captaciones tienen bajos rendimientos, suministran pequeños caudales, por lo que casi no se utilizan en la actualidad. No obstante, tuvieron una gran importancia en el pasado, como forma de abastecer a los cortijos y a pequeños huertos usados para la subsistencia. Desde el punto de vista hidrogeológico, las aguas que se captan en estos pozos no son las del acuífero calizo de Cabra-Alcaide, aunque más arriba existe algún sondeo moderno que sí lo hace. Estos pozos captan el acuífero asociado a los derrubios cuaternarios que tapizan la falda de la sierra, de muy baja potencialidad hidrogeológica. Parada 5. Fuente del Río. La Fuente del Río, nacimiento del río Cabra y fuente de suministro de seculares huertas, es el manantial kárstico más importante del Subbético Cordobés, tanto por la espectacular descarga de aguas subterráneas como por el entorno geológico y natural que rodea al manantial, así como por la buena conservación del área de surgencias, a pesar de la existencia de múltiples captaciones. Quizás no sea el manantial más caudaloso (probablemente lo supera el Río de la Hoz, en el límite de los términos municipales de Rute e Iznájar), pero la espectacularidad de sus crecidas, con caudales que pasan de 100 a 1500 L/s (aproximadamente 500 L/s de caudal medio), hacen de este manantial uno de los fenómenos hidrogeológicos más interesantes de la comarca. 80

81 Los fuertes aumentos de caudal del manantial durante las épocas lluviosas suelen ir acompañados a menudo de turbidez del agua, evidencia de la puesta en carga de la red de conductos kársticos conectada con el manantial y del aumento de velocidad del flujo de las aguas subterráneas, capaz de arrastrar sedimentos previamente depositados en las cavidades. También parece haber sido en alguna ocasión origen de turbidez en el manantial el represamiento del arroyo de la Perdiz (situado inmediatamente al norte, junto al camino de Priego) a su paso por la Vía Verde. La composición química del agua también sufre grandes cambios, disminuyendo su mineralización como consecuencia de la entrada en el acuífero de aguas procedentes de las lluvias, las cuales renuevan el contenido hídrico del acuífero. La temperatura del agua también sufre cambios de hasta un grado centígrado y medio, valores muy altos para aguas subterráneas, que normalmente suelen estar equilibradas térmicamente con las rocas que las contienen. A veces se refieren este tipo de manantiales como manantiales vauclusianos, si bien, la Fontaine de Vaucluse tiene características particulares que no se observan en ellos. Es preferible emplear la calificación de kársticos para estos manantiales, los cuales están estrechamente ligados a una red de conductos y galerías kársticas bien desarrollada y jerarquizada, semejante en cierta medida a la red de drenaje de un río. Dicha red de cavidades permanece todavía desconocida para los espeleólogos, pero debe existir, pues de otro modo no se explicaría el comportamiento hidrodinámico y fisicoquímico del manantial. La cueva donde se encuentra la imagen de la Virgen de la Sierra, en la pared rocosa que domina el manantial, podría ser un pequeño testimonio de esa supuesta red subterránea. A lo largo del tiempo, los egabrenses han sabido cuidar este nacimiento de agua y han mejorado su entorno para permitir el disfrute de las personas y el uso público, dotándolo de un amplio recinto ajardinado y otras infraestructuras. El parque de la Fuente del Río es una de las zonas verdes más importantes de la localidad y uno de los lugares más visitados de toda la provincia. Aunque existen numerosas conducciones, acequias y captaciones de aguas (las cuales, dicho sea de paso, dificultan enormemente la medición del caudal total del manantial), éstas se encuentran generalmente bien disimuladas e integradas y no afean el espacio recreativo. Esta compleja red de derivaciones y acequias para el embellecimiento hidráulico del propio paraje, el llenado de piscinas en el Parque Sindical, el abastecimiento de la ciudad y, sobre todo, para la dotación de cultivos de regadío de las huertas de Cabra, siendo aprovechadas a este respecto por varias comunidades de regantes: La Vega, El Chorrillo, El Pedroso y Vado del Moro. Recorriendo el recinto nos llama la atención la pared rocosa que domina el parque. Las rocas son calizas oolíticas de la Formación Camarena-Lanchares, una excelente formación acuífera que, por mediación de una falla normal, entra en contacto con terrenos arcillosos impermeables del Triásico. La montaña, cortada en trinchera para el emplazamiento de la línea férrea Puente Genil-Linares (hoy vía verde) se encuentra desconectada de los afloramientos calizos de la sierra en los sectores denominados Corcovado, Cortijo de San Lorenzo, Gayunvilla, etc., lugares donde el acuífero carbonático se encuentra confinado en profundidad bajo terrenos margosos de edad Cretácico y Terciario, hoy ocupados por olivar. En esta zona sur del Camino Viejo de Priego, lamentablemente situada fuera del área protegida del Parque Natural, han proliferado en los últimos años las construcciones de viviendas, existiendo actualmente de 30 a 40 chalets con piscinas, muchos de ellos con pozos perforados hasta alcanzar el mismo acuífero de la Fuente del Río, que suponen un cierto riesgo para el manantial, no solo por las extracciones incontroladas de agua, sino por la carencia de una red de saneamiento adecuada que evite la contaminación del agua 81

82 subterránea. La respuesta hidrodinámica tan rápida de los acuíferos kársticos a los eventos lluviosos, que tanto nos llena de admiración, les confiere por contrapartida una gran vulnerabilidad frente a la contaminación, ya que estos terrenos tienen escaso poder depurador de los contaminantes y estos son capaces de viajar a grandes distancias en poco tiempo. Por ello, se debe evitar en lo posible la concentración de actividades potencialmente contaminantes en el área de recarga del acuífero, la cual, para este manantial, es considerablemente extensa. La Fuente del Río está situada aproximadamente a 490 m de altitud, cota que debe marcar el nivel freático de buena parte de la Sierra y del acuífero. Consiste al menos en tres puntos de surgencia de aguas subterráneas a lo largo de un trayecto de unos 50 metros de longitud (si bien no es raro en años lluviosos ver salir agua por cualquier sitio, incluso en el propio albero que tapiza el parque). La surgencia situada en posición central, denominada Fuente del Pueblo o Fuente del Río propiamente dicha, aparece oculta actualmente por una infraestructura de captación para el abastecimiento urbano. Las otras dos son claramente visibles, manando el agua a través de fracturas bien perceptibles en el borde del escarpe. La situada a mayor cota se denomina Fuente de la Vega y es la única que ha llegado a secarse en periodos de sequía. La situada a menor cota es la denominada Fuente de El Martinete, nombre que evoca el uso del agua como fuerza motriz ahora olvidado. Fuera del recinto del parque, unos 100 m al sur, junto a la carretera que va a Carcabuey y marcado por una morera y una pequeña cavidad, existe otra surgencia esporádica (trop plein) que solo funciona en años especialmente húmedos: se trata de la Fuente Vieja. A unos 150 m al oeste de dicha fuente, junto al extremo final del encauzamiento que lleva el río a su paso por las piscinas del Parque Sindical, hay otro manantial al que a veces también se nombra como El Martinete. Por último, a 1 km al norte de la Fuente del Río y ligeramente más alto que ésta, se encuentra la Fuente de la Estación, un pequeño manantial que también podría considerarse parte del mismo sistema de manantiales, ya que se sitúa en el mismo borde de descarga de aguas subterráneas, en un contexto geológico e hidrogeológico semejante. Como otros muchos manantiales de las Cordilleras Béticas, la Fuente del Río no es un manantial de reciente aparición. Probablemente, ha estado situado en este lugar o en sus inmediaciones desde hace varios cientos de miles de años, desde la última fase de inestabilidad tectónica que produjo importantes elevaciones montañosas y configuró el relieve actual. No es extraño, por tanto, que llamase la atención de los primeros asentamientos humanos en esta región y las posteriores culturas. Sirva de ejemplo la alusión a la construcción del acueducto augusto que desde aquí abastecía a la ciudad romana de Igabrum, mandado construir durante los siglos I-II d.c. por Marco Cornelio Novato Baebio Balbo. Aunque ya no quedan restos de esta gran obra, la referencia nos habla de la gran importancia que han tenido los manantiales como este en el devenir histórico de los pueblos. Se trata de un área ajardinada con un arbolado bien conformado de pino piñonero, falsa acacia, y restos de la vegetación de ribera con álamo blanco y olmo. En este parque además pueden verse algunos hongos asociados a estos árboles, como el yesquero (Phomes sp.) o la seta de chopo (Agrocibe cylindracea) en los álamos blancos del borde del canal. 82

83 Foto 43. Seta de chopo. En el nacimiento, y sumergida bajo el agua de este imponente manantial, se ha desarrollado la comunidad de apio y berro silvestre, junto a otras plantas acuáticas como la grama de cien pies (Glyceria declinata), anagálide, y musgos como Cratoneuron commutatum y Eucladium verticillatum. Estas comunidades permiten el sustento de crustáceos como Gammarus o de sus depredadores, los barbos. En el borde de los canales y acequias, nuevamente aparece el musgo Cratoneuron y el culantrillo del pozo. Entre las aves ligadas a estos hábitats acuáticos es fácil ver a la lavandera cascadeña capturando todo tipo de moscas y mosquitos, al chochín, con su escandoloso cante, al mirlo y a la curruca capirotada, con su delicioso canto y siempre escondida en las marañas de zarzas o de las arboledas. En el roquedo que queda por encima del nacimiento se pueden ver además a plantas típicas de ambientes húmedos y umbrosos como la hierba doncella o vinca (Vinca difformis), yedra y algún almez. 83

84 Foto 44. Musgos en el mismo nacimiento del agua. Foto 45. Aspecto de la comunidad sumergida de berro, apio silvestre y grama de cien pies. 84

85 FOTOS CORRESPONDIENTES AL ITINERARIO 1 85

86 Sima Cabra 6 Brecha Camarena 1 Camarena 4 Camarena 5 Camarena 6 Camarena 7 Deslizamiento El Laderon Fuente del Rio 1 Fuente del Rio 2 Fuente del Rio 3 Fuente del Rio 4 Fuente del Rio 5 Fuente del Rio 6 Fuente del Rio 7 Juan Escama La Plata 1 La Plata 2 Las Pilas 1 Las Pilas 2 Pozo Chorrón 1 Pozo Chorrón 2 Pozo Chorrón 3 Sima Cabra 1 Sima Cabra 2 Sima Cabra 3 Sima Cabra 4 Sima Cabra 5

87 6.2 Itinerario 2. Circular Zuheros-Hoz del río Bailón (a pie) Carretera a la Cueva de los Murciélagos, mirador del cañón, Cueva de los Murciélagos, Fuente de la Zarza, Arroyo de la Zarzadilla, Hoya de la Mora, Cañón del río Bailón, Colada del Pozuelo, Zuheros. Duración: 6-8 h incluyendo la visita a la Cueva de los Murciélagos Dificultad: media-alta Longitud: 12 km Desnivel máximo: 400 m Forma de realizarlo recomendada: a pie Inicio: aparcamiento de vehículos junto al Cañón del río Bailón Final: en el mismo punto de inicio. Este recorrido es el único en el que no visitaremos grandes manantiales. Si bien, el municipio de Zuheros es rico en fuentes, todas ellas se corresponden con surgencias de escaso caudal medio y gran variabilidad estacional. Prueba de ello son las grandes dificultades que ha tenido el pueblo para abastecerse de agua potable, con diversos proyectos de captación ya abandonados en las fuentes del Pilar, Huerta de la Zarzadilla y la Fuenfría. En este recorrido observaremos principalmente formas de absorción y paisajes modelados por el agua que nos ilustran sobre las condiciones hidrológicas actúales y pasadas. Las formas de absorción, como las simas, los valles secos, los campos de lapiaz (lanchar, en el lenguaje cotidiano de los locales) y los cañones son de crucial importancia en el funcionamiento hidrodinámico de los acuíferos kársticos, el cual está estrechamente ligado a la morfología del relieve, o - mejor dicho- esta es en gran medida consecuencia de aquel. Aunque la longitud del itinerario es de las más cortas, hay que tener en cuenta las dificultades que plantean los grandes desniveles a salvar y la estrechez o mal estado de algunos de los caminos. También habrá que tener en cuenta que, en épocas de crecida, el río Bailón puede llevar caudales que desaconsejen su vadeo (el cual habrá que hacer hasta 5 veces en el itinerario). La dificultad se puede atenuar si se realiza la primera parte del itinerario en vehículo, hasta la Cueva de los Murciélagos, aunque no apreciaremos de igual forma la magnificencia del paisaje. La zona que recorreremos es, junto a La Nava de Cabra (y Zuheros), una de las más visitadas del Parque Natural de las Sierras Subbéticas, ya que, al margen de las panorámicas, tiene el encanto de Zuheros, un pueblo que ha sabido mantener su estilo arquitectónico tradicional y que ha sido declarado Bien de Interés Cultural en el apartado de Conjunto Histórico-Artístico. Parada 1. Mirador del cañón del río Bailón. Comenzaremos nuestro itinerario desde el aparcamiento situado a la entrada de Zuheros en su extremo suroeste, junto al cañón del río Bailón. Desde aquí remontaremos durante 500 metros en dirección al este, por un sendero que evita pasar por el interior del pueblo en la zona denominada Tras de las Casas. Llegaremos al área recreativa de las Cruces donde encontraremos la carretera de la Cueva de los Murciélagos. Seguiremos por ella subiendo unos 700 m más hasta encontrar el lugar de la primera parada: el Mirador de la Atalaya, desde donde tendremos una excelente panorámica del macizo kárstico, de Zuheros y sobre todo del cañón de Charco Hondo, nombre local que recibe la hoz que forma el río Bailón en su salida hacia la campiña. 87

88 En los macizos kársticos andaluces, por regla general, la permeabilidad de las rocas carbonatadas es tan alta que las lluvias apenas pueden generar escorrentía superficial. Es raro encontrar arroyos o cursos de agua temporales -con flujo solo durante los momentos de lluvias más copiosas- y mucho menos cursos que merezcan la denominación de río, como es el caso del Bailón. Sin embargo, en el macizo de Cabra-Alcaide se ha calculado que hasta un 2 % por término medio de las precipitaciones que caen sobre él podrían derivar en la escorrentía superficial que se encauza principalmente en el cañón que estamos observando. Por qué tienen estas sierras esa particularidad? La respuesta está en la estructura geológica en escamas y mantos de cabalgamiento de la sierra que hace que, dentro de su perímetro, existan amplias extensiones de terrenos de carácter margoso (por tanto, de baja permeabilidad) en los que se genera esa escorrentía superficial cuando llueve y que dan lugar a manantiales colgados respecto al nivel freático regional que también alimentan al río Bailón y sus afluentes principales. Visitaremos algunas de esas zonas a lo largo de este itinerario y de algún otro más. De todos modos, el río Bailón no es un curso fluvial de carácter permanente, especialmente en este tramo final de la garganta. Las mediciones de caudal aproximadamente simultáneas (aforos diferenciales), realizadas en los llamados Llanos Bajos (sector norte del polje de la Nava) y en su extremo final en Zuheros, indican que -por lo general- el río no suele llevar agua en este punto donde nos encontramos entre los meses de abril y noviembre, funcionando como un río totalmente perdedor, es decir, que el río pierde todo su caudal propio y el que le aportan los tributarios por infiltración en su lecho. Los meses en los que es más probable observarlo en pleno apogeo hidrológico son los más lluviosos del año, entre diciembre y marzo, lógicamente dependiendo de la cuantía de las lluvias y de su repartición temporal. Durante estos meses y en los años más húmedos es frecuente observar caudales máximos que rondan 1 m3/s y un carácter ganador del río, es decir, el caudal a la salida de la garganta es superior al medido en la entrada. La explicación a este fenómeno viene dada por la contribución que hacen los principales arroyos afluentes del Bailón (Navaseca, Mollejón o Fuenfría, Zarzadilla) al tramo que queda entre los dos puntos de aforo, los cuales recogen la escorrentía superficial generada en esas zonas margosas e impermeables que antes se comentaron. La vista desde el mirador hacia el fondo del cañón es sobrecogedora. Allá abajo quedan zonas de cascadas como la denominada El Tranco, y pozas y marmitas profundas como La Caldera, donde el río se dispone entre paredes verticales y muy próximas entre sí, fruto de su encajamiento en fracturas verticales que afectan abiertamente a las rocas y las recorren en toda la vertical de aproximadamente 100 m. Parada 2. Cueva de los Murciélagos. Continuaremos nuestro recorrido hacia la Cueva de los Murciélagos caminando 3 km más por la misma carretera, la cual fue construida en los años 60 expresamente para permitir el acceso a los vehículos. Si queremos ahorrarnos una parte del asfalto, tenemos la opción de tomar el Camino de las Cruces, un bello sendero que se inicia a nuestra izquierda, unos 100 m antes del mirador, que pasa bajo los tajos de la Atalaya y nos lleva en dirección sureste hasta el Llano del Moro donde retomaremos la carretera; si bien, el sendero no está señalizado y eventualmente podríamos sufrir algún despiste. A 300 m antes de la cueva se encuentran el aparcamiento para coches y el Ecomuseo Cueva de los Murciélagos, un lugar donde se exponen restos arqueológicos hallados en la cavidad y que funciona como centro de interpretación de la misma. 88

89 Situada a unos 960 m de altitud, la Cueva de los Murciélagos es una cavidad acondicionada al turismo desde finales de la década de los 60 del siglo XX, pero realmente no se establecieron ni un protocolo de visitas guiadas para el gran público ni una gestión que primara la conservación hasta comienzos de los 90, una vez concluyeron las principales excavaciones arqueológicas, las cuales han hallado restos que se remontan al Paleolítico Medio. Ha sido declarada Bien de Interés Cultural y Monumento Natural. La cueva se ha originado sobre dolomías de la Formación Gavilán que afloran en el Cerro de los Murciélagos a modo de isleo tectónico, es decir, se trata de la reminiscencia de un antiguo manto de cabalgamiento que casi ha sido eliminado por la erosión en este sector. La cavidad tiene unos 70 m de profundidad máxima y dos bocas al exterior o entradas, realizándose el ingreso por la de cota más alta y la salida por la más baja. Su génesis está ligada a la existencia de una gran fractura abierta de dirección noreste-suroeste inclinada unos 45 grados hacia el sureste. El relleno parcial por bloques caídos de las propias paredes de la fisura y por otros sedimentos autóctonos (incluidos los litoquímicos) enmascara la morfología de la fisura, dejando varios niveles y salas aparentemente conectadas por galerías, cuyo desarrollo espeleológico total superaría los 2000 m. Pero, realmente, el recorrido turístico -de algo más de 400 m- lo que hace es descender hasta el fondo de la fractura, recorrer un poco ese fondo y volver a ascender por el mismo plano, de ahí que haya sido necesario construir más de 700 escalones para permitir la visita. La cueva es rica en concreciones y espeleotemas, siendo muy llamativos los cortinajes de banderolas, estalactitas y columnas que penden del techo en algunas salas alineándose con otras fracturas por las que se ha filtrado secularmente el agua de lluvia, dando lugar en el suelo a estalagmitas, coladas estalagmíticas y gours. Aprovechando la observación de estos cortinajes, es interesante reflexionar sobre el fenómeno de la infiltración en las fracturas y en las cavidades, y -en definitiva- en el Karst; se trata de ver esta cavidad con ojos hidrogeológicos. El caudal del agua que se infiltra en una fisura es proporcional a su apertura, por lo que hemos de deducir que en fracturas tan abiertas como estas la infiltración del agua de lluvia es masiva y muy rápida, buscando la zona saturada del acuífero y los manantiales que lo drenan. La entrada de agua permitirá la disolución de la roca y, a su vez, el mayor ensanchamiento de la fisura. Cuanto más aumenta la anchura de la cavidad más cantidad de agua podrá infiltrarse; es decir, el fenómeno de la karstificación es un proceso que se retroalimenta y, por tanto, puede progresar muy rápidamente. No obstante, la karstificación puede evolucionar en sentido contrario y el hueco se puede obliterar cuando el agua, por sus características hidroquímicas (influidas por muchos factores como: el tiempo de contacto con la roca, el aporte de CO2 desde la vegetación y los suelos, la cuantía de las precipitaciones, etc.), tiende a depositar carbonato cálcico (espeleotemas) en grandes volúmenes, que, junto con los rellenos procedentes de desprendimientos y los residuos insolubles de las rocas calcáreas, van colmatando progresivamente el hueco, lo que constituye el fin de la cavidad y de su particular funcionamiento hidrodinámico. Se dice entonces que el Karst ha dejado de ser funcional desde el punto de vista hidrodinámico. En su interior se desarrollaban colonias de cría e invernada del murciélago troglodita (Miniopterus schreibersii), aunque también se conocen algunas poblaciones del murciélago de borde claro (Pipistrellus kuhlii). En la actualidad estas poblaciones han quedado reducidas a su mínima expresión con visitas eventuales de estos quirópteros. 89

90 Parada 3. Fuente de la Zarza. Desde la Cueva de los Murciélagos retornaremos hacia Zuheros por la carretera, pero, a algo menos de 1 km, en el Llano del Moro, tomaremos un camino bien marcado que se dirige primero hacia el sureste y después hacia el sur. Este camino nos llevará en 2 km -si no lo abandonamos por otros secundarios- directamente hasta la Fuente de la Zarza. Previamente a la bajada hacia el manantial ascenderemos por un interesante valle seco encajado entre los cerros de la Montosa y la Montosilla, un buen ejemplo de este tipo de formas tan características de los terrenos kársticos. La Fuente de la Zarza se sitúa junto a la antigua vía pecuaria conocida como Vereda Marchaniega. Es una fuente de arquitectura simple, con un pilar-abrevadero construido con sillares tallados en piedra y unidos entre sí. Se encuentra bastante alta, a unos 980 m de cota, aunque el manantial todavía está más arriba, próximo a los tajos calizos de los Pozuelos, que quedan al sur, y de los cuales procede el agua. Pertenece a un grupo relativamente numeroso de manantiales colgados, de escaso caudal medio, que se localizan en posición interna y a cotas elevadas dentro del macizo Cabra-Alcaide. Su posición y características se justifican por la estructura geológica del macizo que hace que existan varios niveles carbonáticos superpuestos tectónicamente, entre los cuales quedan pellizcados materiales margosos de baja permeabilidad que impiden la infiltración más profunda (y que, como antes se explicó, generan gran parte de la escorrentía superficial que afluye hacia el cañón del Charco Hondo). Son, por lo tanto, manantiales colgados (o también podríamos considerarlos epikársticos), es decir, desconectados del la zona saturada y del nivel freático regionales, los cuales deben estar como mínimo unos 300 metros más profundos en este sector. El comportamiento hidrogeológico de la Fuente de la Zarza ha sido estudiado con cierto detalle. Sus características pueden ser extrapoladas en gran medida a otras muchas fuentes y manantiales situados en contextos geológicos e hidrogeológicos similares dentro de estas sierras: Espino, Zarzadilla, La Zorra, Venero de la Canaleja, La Fuenfría, Las Pilas, El Navazuelo, El Pilar, La Viñuela, etc. La mineralización del agua es baja (0,3 g/l de sales disueltas como mucho), predominando en general los iones bicarbonato y calcio, lo cual indica que el agua ha estado poco tiempo en contacto con la roca. Los caudales, aunque inferiores a 1 L/s de media, sufren fuertes oscilaciones con las lluvias, pasando en poco tiempo de casi 0 L/s a 6 L/s, y volviendo rápidamente a los caudales mínimos cuando cesan las precipitaciones. La temperatura del agua sufre también fuertes cambios, incluso más de 4 ºC (lo que se consideran valores muy altos), variando de acuerdo con la temperatura del aire en cada estación; ello indica también un flujo rápido del agua de lluvia infiltrada a través de las rocas, sin tiempo para equilibrarse térmicamente del todo con la roca. Por regla general, el caudal que fluye aguas abajo de estos manantiales no alcanza el cañón del Charco Hondo ni -claro está- la salida del macizo. Fuera de la época de lluvias más intensas y continuadas, los pequeños arroyos que parten de estas surgencias se infiltran en su propio lecho apenas recorren unos cientos de metros sobre afloramientos carbonáticos, o cuando llegan al curso principal del río Bailón, todo él sobre materiales de ese tipo. Precisamente, seguiremos nuestro itinerario caminando paralelamente al arroyo que se origina en la Fuente de la Zarza. Se trata del arroyo de la Zarzadilla, cuyo flujo, fuera de los años especialmente húmedos, veremos desaparecer poco a poco antes de alcanzar la llamada Junta de los Arroyos; este es el nombre que recibe su desembocadura en el río Bailón, situada a 1,5 km de la fuente. 90

91 Caminaremos preferentemente por la margen derecha del cauce, atravesando extensos prados que sólo son posibles gracias a las abundantes lluvias y a la existencia de un substrato margoso. Hacia la mitad del tramo, el río se encaja en un pequeño afloramiento calizo, formando alguna cascada, donde nos veremos obligados a cruzar a la margen izquierda para, al poco, volver a la derecha utilizando un puente construido exprofeso. A continuación el valle se abre en un sector llano donde confluyen los arroyos del Barranco y del Barranquillo con el de la Zarzadilla; este último da nombre a todo el sector. Observaremos los restos de la captación que reunía las aguas de varios manantiales que se localizan en esta zona, las cuales se conducían hasta Zuheros para su abastecimiento, un proyecto difícil que se remonta a 1929, ahora obsoleto. En el entorno inmediato de la fuente se pueden ver antiguos cultivos que han sido colonizados por plantas ruderales de suelos nitrificados como cardo cuco, calcitrapa (Centaurea calcitrapa) o alguna higuera entre las piedras que bordean el manantial. El pilón que recoge las aguas de esta fuente mantiene en su fondo una población de Chara vulgaris y de Spirogyra. Bordeando el pilón, en el incipiente arroyuelo, se ha desarrollado un juncal de junco glauco (Juncus inflexus) al que acompañan otras plantas de suelos húmedos como junco churrero, juncia, escrofularia, etc. Aguas abajo del manantial se ha instalado una gran población de los espinares que suelen bordear los cauces, compuestos fundamentalmente por majuelo y junto a ellos una bella alameda silvestre de álamo blanco. Foto 46. Panorámica del juncal y herbazal húmedo. Además de estas formaciones de ribera existen unas paratas que fueron cultivadas en las terrazas que se inundaban con las aguas de esta fuente, y de hecho aún quedan algunos pies de membrillero en las lindes de estas paratas. Hoy día estos cultivos se han abandonado y han vuelto a prosperar los juncales de junco glauco y herbazales húmedos propios del dominio de las alamedas-fresnedas. Existe una magnífica representación de estos herbazales con plantas tan típicas como alpiste (Phalaris caeruleus), ballico (Lolium perenne), juncia (Cyperus rotundus) o nabo del diablo (Oenanthe croccata), entre otras muchas. 91

92 Foto 47. Alpiste (Phalaris caerulescens) y dos especies de escarabajos, Cteniopus flavus, de tonos amarillentos, y el maláquido Cyrtosus ovalis, de color verde. Foto 48. Gayomba (Spartium junceum). 92

93 La fauna es también abundante y singular, siendo importantes las poblaciones de sapo común y sapo corredor, con numerosos renacuajos de tonos oscuros en las distintas zonas encharcadas del entorno. Otras especies frecuentes en los arboles y arbustos son el carbonero común, el pinzón común, y el ruiseñor común, todos fácilmente detectables por sus cantos y reclamos. Completan la belleza de este lugar los encinares que bordean este entorno del manantial, y también espléndidos retamares con gayomba, muy llamativos por el colorido amarillo intenso, y espinares de majuelo en las laderas, especialmente bonitos por el tono blanco de sus flores en primavera y de los rojos frutos en otoño. Parada 4. Fuente de la Mora. Al llegar a la Junta de los Arroyos encontraremos el Camino del Río, antigua Colada de las Pilas al Vadillo que deberemos seguir en sentido norte y descendente, hacia Zuheros. Apenas recorridos 250 m, un tramo en el que observaremos antiguas arquetas de la conducción de aguas desde la Zarzadilla, nos toca vadear el río Bailón hacia su margen izquierda, evitando seguir el sendero de la margen derecha que gana altura y se dirige a la carretera de la Cueva de los Murciélagos, salvo que necesitemos usarlo como vía alternativa de escape en el caso de que el río vaya demasiado crecido. Nuestra siguiente parada, la Fuente de la Mora, se encuentra a 250 m de distancia en una hoya que recibe el mismo nombre. La depresión, cultivada con olivos y almendros entre antiguos muros de sostenimiento de la ladera, parece coincidir con un antiguo gran deslizamiento de ladera. Este tipo de fenómenos de movimiento en masa no son raros en las paredes de los cañones y se producen por la inestabilidad que ocasiona en las laderas la rápida incisión fluvial; de hecho, los canchales y los desprendimientos rocosos son bien visibles a todo lo largo del cañón. La Fuente de la Mora consiste en un bien conservado pilar-abrevadero adosado a un muro de contención del terreno y fabricado con grandes losas de piedra caliza unidas por lañas metálicas, un diseño arquitectónico muy frecuente en los abrevaderos de ganado de esta región, que se ha venido empleando al menos desde el siglo XIV. Corresponde, como tantas otras de la zona, a un manantial colgado respecto al nivel freático regional del acuífero. Su origen se ciñe al drenaje de los materiales revueltos y deslizados por gravedad de la hoya, una extensión de no más de 10 has, de ahí su caudal tan bajo y la facilidad con la que queda seco el manantial; no se trataría, por tanto, de un manantial kárstico. Su caudal atraviesa esporádicamente el camino y alcanza sin remisión el lecho del Bailón, donde desaparece rápidamente por infiltración en las épocas de estiaje, alimentando así al acuífero carbonático principal. Hay que tener en cuenta que el eje del río constituye una línea de infiltración preferencial, cuyos efectos hidrogeológicos serían muy interesantes de analizar si dispusiésemos de la infraestructura de observación adecuada. Se plantea la hipótesis de que, coincidiendo con su trazado, se establezca un alto del nivel freático y -por tanto- exista una divisoria de aguas subterráneas que reparta el flujo regional del acuífero en dos sentidos distintos: hacia el manantial de Marbella (al norte) y hacia la Fuente del Río (al suroeste). Parada 5. Cañón del río Bailón. Abrigos e incisión fluvial. Las anotaciones recogidas en este epígrafe no se refieren realmente a un punto o parada concreta sino a la suma de observaciones que podremos realizar a todo lo largo de los últimos 2 km de recorrido por el cañón del río Bailón, hasta el final del itinerario. 93

94 En el trayecto que llevamos andado hasta ahora por el río Bailón observamos que el perfil transversal del valle es predominantemente un perfil en V más o menos abierta, y la pendiente del cauce no es muy elevada; sin embargo, aguas abajo de la Fuente de la Mora, la morfología del valle cambia y el río comienza a encajarse entre altas paredes calizas, ganando su lecho bastante pendiente. En diversas ocasiones observaremos marmitas y pozas formadas por abrasión de los cantos rodados que arrastra el río en sus crecidas, especialmente en las zonas de mayor turbulencia. También veremos muros de gaviones construidos para intentar salvaguardar el camino, las márgenes del río y los puntos de vadeo. Todo ello nos habla de un aumento de la capacidad erosiva del río y del proceso de erosión remontante que se está produciendo en el mismo, proceso que ha predominado durante las últimas decenas de miles de años hasta originar el relieve que ahora vemos. Es decir, la hoz del río se está desarrollando aceleradamente desde las partes más bajas hacia las más altas, desde los terrenos margosos y arcillosos de la campiña (demasiado fáciles de erosionar) hacia el cañón de Charco Hondo, la Junta de los Arroyos y la Nava. Esta zona última, antaño inundable y de carácter endorreico (sin flujo superficial hacia el exterior del macizo), parece haber sido capturada por un pequeño afluente de la vieja red fluvial que desaguaría las zonas de terrenos impermeables que se extienden desde la Fuente de la Zarza a la Fuenfría, zonas que en la actualidad aportan menos caudal al río Bailón que la propia Nava. Con toda esa información habría que concluir que el cañón del río Bailón siempre ha tenido un origen subaéreo, es decir encajamiento de un río que trata de buscar su nivel de base. Pero también sería factible plantearse si la posición del cañón coincide con el trazado de antiguas galerías subterráneas y cavidades que servirían para evacuar el agua acumulada en el antiguo polje de la Nava y que en la actualidad han colapsado y han desaparecido. Está claro que el río siempre excava con más facilidad en las zonas más fracturadas y karstificadas de las rocas calizas (algo bien visible en la parte más abrupta del cañón), pero poco parece quedar de esa paleored de conductos; todo depende de cómo interpretemos el origen de los numerosos y llamativos abrigos que observaremos en este tramo final del recorrido, destacando la Cueva del Fraile con su característica estalagmita en la entrada. Los abrigos son cavidades de muy escasa profundidad y desarrollo, excavadas en paredes rocosas más o menos escarpadas. Son muy frecuentes en los terrenos kársticos, aunque no son exclusivos de las rocas carbonáticas. Suelen tener signos de ocupación humana en forma de pinturas rupestres y restos arqueológicos que forman parte de su eventual relleno. Se barajan varias hipótesis para explicar su origen, aunque no abundan los casos en los que podemos adoptar una de ellas sin dar lugar a muchas dudas: Erosión o abrasión fluvial de un río en su lecho y márgenes, al pie de cada escarpe rocoso, desarrollándose las formas cóncavas (originalmente serían meandros, cascadas o marmitas) que luego quedan colgadas respecto al nuevo nivel de base. El proceso de encajamiento del río se produce en varias fases quedando los abrigos (o balmas) colgados a distintos niveles. Existencia en las paredes rocosas expuestas a la intemperie de estratos y capas rocosas más blandas o más susceptibles a la fragmentación de la roca por crioclastia (rotura de la roca por acción del hielo y deshielo). Restos de cavidades y galerías kársticas recortadas y expuestas por el retroceso de las laderas ante la erosión superficial. 94

95 Formas de disolución-corrosión por mezcla de aguas (dos aguas sobresaturadas en carbonato cálcico que al mezclarse se subsaturan y se vuelven agresivas hacia la roca), pudiendo generarse tanto en la base de las paredes de un cañón como en el interior de cavidades. Por regla general tenemos un curso superficial o subterráneo que recibe otro tipo de agua de percolación a través de pequeñas fisuras existentes en la roca. En el punto de mezcla se produce preferentemente la corrosión y la formación de oquedades. La amplia gama de formas de abrigos que existen en el valle y en los escarpes que jalonan el frente del cabalgamiento del Subbético, muy cercano a Zuheros (Tajos de la Alcairía, arco natural del Tajo del Capitán, etc.), da pie a pensar que todas las hipótesis son posibles en esta región, o que se han conjugado varios de esos fenómenos para dar lugar a los distintos abrigos y refugios. Sin embargo, la mayor concentración de formas se produce siempre cerca del río Bailón y de sus principales afluentes, con lo que la primera teoría parecería tener más peso que otras. Terminaremos nuestro itinerario salvando la parte más escarpada del Cañón de Charco Hondo por la Era del Portillo Alto, desde donde tendremos nuevamente unas excelentes vistas de Zuheros. Una empinada bajada en zigzag nos dejará en el aparcamiento de vehículos, punto final del recorrido. 95

96 FOTOS CORRESPONDIENTES AL ITINERARIO 2 96

97 Zuheros 4 Charcos Hondos Estrella Hoz Bailon 1 Hoz Bailon 2 Hoz Bailon 4 Hoz Bailon 6 Hoz Bailon 7 Hoz Bailon 9 Hoz Bailon 10 Hoz Bailon 11 Mirador Mirador 2 Murcielagos Panorámica ruta 3 Zarza 1 Zarza 2 Zarza 3 Zuheros Zuheros 2 Zuheros 3

98 6.3 Itinerario 3. Cabra-Zuheros (a pie) Fuente del Río, Camino de Góngora, Pozo de la Salve, Valle de la Viñuela, Polje de la Nava, Las Chorreras, La Fuenfría, Hoz del Bailón, Colada del Pozuelo, Zuheros. Duración: 8-10 h Dificultad: media-alta Longitud: 22,5 km Desnivel máximo: 726 m Forma de realizarlo recomendada: a pie Inicio: Fuente del Río, Cabra Final: aparcamiento de vehículos junto al Cañón del río Bailón en Zuheros Podríamos decir que esta ruta es, sin duda, la más interesante de todas las que se ofertan en esta guía: recorre puntos de descarga de aguas subterráneas tan importantes como la Fuente del Río; pasa por manantiales colgados situados a cotas elevadas dentro del macizo, como La Viñuela, El Pilar y La Fuenfría; recorre algunas de las áreas de recarga más importantes del acuífero Cabra-Alcaide, como son el polje de la Nava y el cañón del río Bailón. Es por tanto la ruta más completa y didáctica desde el punto de vista hidrogeológico y una de las más interesantes desde los puntos de vista geológico, geomorfológico y paisajístico de todo el parque natural. No en balde es la ruta más frecuentada por los amantes de la Naturaleza y los deportes al aire libre. Pero esta ruta discurre en buena parte por una zona clasificada como zona A o de reserva, por lo que no podemos olvidar los oportunos permisos de la Consejería de Medio Ambiente. Además habrá que procurar transitar preferentemente por las vías pecuarias, atendiendo a los requerimientos de los propietarios de los terrenos y las limitaciones impuestas por ellos. Hay que tener en cuenta la dificultad orográfica del recorrido, sobre todo en su primer tramo de gran pendiente, y en los lugares donde los caminos se estrechan o incluso se difuminan pudiendo dar lugar a despistes (buena parte del recorrido está sin señalizar). Los terrenos llanos de La Nava permanecen encharcados durante gran parte del año, por lo que no se deberían abandonar los caminos para tratar de ahorrar unas pocas decenas de metros. Al igual que en el itinerario anterior, el vadeo del río Bailón puede resultar muy peligroso en las épocas en las que discurre crecido, por lo que, de darse el caso, habría que buscar rutas alternativas para salir del cañón sin necesidad de atravesarlo. Parada 1. Fuente del Río. Se remite al lector al texto de la Parada 1e del primer itinerario. Parada 2. La Salve y el Valle de la Viñuela. Desde la Fuente del Río nos dirigiremos hacia el norte por la vía verde, recorriendo unos 800 m en dirección a la vieja estación de ferrocarril. Pocos metros antes de llegar a la misma nos desviaremos a la derecha por un camino que decididamente asciende hacia la sierra. Se trata del Camino de Góngora, cortijo actualmente en ruinas que encontraremos más adelante, a 1,5 km. A nuestra derecha queda el Cerro de los Castros, donde el ayuntamiento tiene un sondeo estratégicamente situado, que fue perforado en el acuífero calizo tras la sequía de la primera mitad de los 90, y que tiene por objeto garantizar el suministro de la 98

99 población en caso de emergencia; lo cierto es que nunca ha llegado a ser necesaria su utilización. Pasado este primer tramo, el camino nos conduce sobre terrenos blanquecinos cultivados de olivar, compuestos por margas y margocalizas del Cretácico inferior que -desde el punto de vista hidrogeológico- constituyen un acuicludo, es decir, un material que puede contener agua pero que no la transmite, siendo muy baja su permeabilidad. Como estratigráficamente estos materiales se encuentran sobre las calizas jurásicas, tenemos que en esta zona de la sierra el acuífero principal se haya confinado o cautivo bajo este manto de materiales impermeables. Lógicamente, el agua de lluvia no puede percolar en esta parte de la sierra y es el área donde se originan los arroyos de Góngora y de El Chorrón. A unos 3 km desde el inicio del itinerario, junto a un camino que se desvía hacia la izquierda del principal, encontramos la Casilla de la Salve. Su nombre procede de la tradicional Salve que los peregrinos cantan en este lugar a María Santísima de la Sierra, patrona de Cabra, durante la Bajá del día 4 de septiembre. Hay que recordar que por este camino que llevamos se producen todos los años las tradicionales romerías de bajada y subida de la Virgen de la Sierra, con lo cual tenemos un itinerario que también es de interés etnográfico. A unos 200 m al norte de la casilla encontramos un valle paralelo al del arroyo de Góngora (el arroyo del Chorrón) y un antiguo pozo de gran diámetro que durante mucho tiempo sirvió para calmar la sed de los peregrinos. El pozo, de poca profundidad, está excavado en el fino relleno detrítico (arenas, gravas y limos) que se ha ido depositando en las partes más bajas del valle, precisamente sobre los terrenos margosos cretácicos. No está ligado por tanto a un gran acuífero y debe ser un pozo de muy bajo rendimiento; no obstante, se debe resaltar su importancia etnográfica. Desde La salve se nos ofrece una magnífica panorámica del valle de La Viñuela, con el Picacho de la Virgen al fondo. Esta panorámica, a la que tantas veces aludió el ilustre Juan Carandell en sus trabajos sobre la geología de la Sierra de cabra, es una de las más didácticas que podamos encontrar para comprender la estructura del macizo, la morfología que presenta y las razones hidrogeológicas que justifican la posición de los manantiales colgados en su interior. El valle está limitado fundamentalmente por dos fallas de dirección noreste-suroeste, no totalmente paralelas, que están bien marcadas por sendos escarpes rocosos (cortijo de la Agüilla al norte y Los Colchones al sur). En los flancos del valle afloran sobre todo las calizas oolíticas del Jurásico medio y, en menor medida, las calizas nodulosas del Jurásico superior, con estratos inclinados al sur en la parte meridional y al norte en el flanco septentrional. En el interior y fondo del valle afloran las margas cretácicas blanquecinas; se trata, por tanto, de una fosa tectónica originada en la zona axial de un pliegue anticlinal. No obstante, en la parte central de la fosa se aprecia también una zona de monte bajo coincidente con un afloramiento muy delgado de dolomías y carniolas del Jurásico inferior superpuestas a modo de isleo tectónico sobre las margas cretácicas. Tenemos por tanto una imagen que sintetiza los principales rasgos estructurales de la sierra: bloques que se elevan o hunden a favor de fallas verticalizadas y superposición de mantos de cabalgamiento. Ascendiendo por el camino un kilómetro más llegaremos a la zona de Los Colchones, un afloramiento de calizas nodulosas de la Formación Anmonítico Rosso que algunas veces dan formas parecidas a los tornillos del Torcal de Antequera. En este punto, como en otros muchos lugares de esta sierra, la formación caliza ha sido muy explotada en canteras para obtener el llamado mármol rojo o rosa (o jaspe, en las 99

100 piezas más compactas, rojas y de mejor calidad), el cual todavía adorna con sus típicos fósiles de ammonites algunos pilares de fuentes, piletas, aceras, adoquines, fachadas de edificios antiguos, iglesias, etc., en todos los pueblos de alrededor. Aquí vemos restos de piedras de molino talladas, todavía in situ. A partir de aquí, atravesando una puerta en la cerca ganadera, nos adentramos en la parte más estrecha del valle. Se observa cómo los escarpes de las dos fallas que lo limitan están afectados por procesos de meteorización (crioclastia), erosión y karstificación, que han tenido como efecto su retroceso. Son muy llamativas las formas de lapiaz estructural que dan lugar a lajas (lanchas) verticales, así como los canchales que se originan por acumulación de clastos en la base de los escarpes, especialmente en la cara umbría del valle. El camino se empina, afrontamos la llamada Cuesta de las Promesas. A 600 m de la puerta del cercado veremos un camino que sale a nuestra izquierda, cruza el incipiente arroyo y se adentra en una zona nuevamente cercada. Pero en este caso el acceso no es libre, pues dentro de la zona alambrada deambulan actualmente reses bravas, con lo cual no podemos entrar si no disponemos del permiso del propietario y nos acompañan los trabajadores de la finca. Si pudiésemos continuar por ese sendero llegaríamos a la Fuente del Lobo, situada apenas a 150 m del camino principal. La fuente, formada por un gran pilar-abrevadero que vierte a una serie de 7 piletas escalonadas labradas en piedra caliza, se alimentaba de un pequeño manantial. El origen del mismo, ya aclarado en su día por D. Juan Carandell, hay que relacionarlo con el drenaje del pequeño afloramiento de carniolas y dolomías antes mencionado, situado principalmente aguas arriba de la fuente. Desde la sequía de la primera mitad de los 90, el manantial se perdió y, actualmente, la fuente recibe agua de la Fuente de la Viñuela a través de una conducción soterrada. En 800 m más de dura cuesta llegaremos al cortijo de la Viñuela, nuestra siguiente parada. Si nos fijamos bien en el camino seguro que, a la altura del Peñón de la Beata, podremos encontrar algunos cristales de yeso, junto a arcillas de tonos rojizos, verdes o azulados, materiales típicos del Triásico. Ello nos indica que los materiales de esta edad, que forman parte cotidianamente de los cabalgamientos del Subbético, también están presentes en la base de nuestro isleo tectónico; si bien, no son fáciles de ver por estar estos materiales muy laminados por la fricción en el plano de la rotura. Parada 3. Fuente de la Viñuela. La Fuente de la Viñuela se encuentra junto al cortijo de igual nombre, al pie del Picacho de la Virgen de la Sierra. Su posición hidrogeológica es similar a la Fuente del Lobo que antes comentamos, pero ahora el caudal es bastante mayor debido a que también el área de infiltración asociada es mucho más extensa. La mayor parte del isleo tectónico del Picacho drena por este manantial, aunque existen otras surgencias en La Nava, Hoyo del Robledo y valle de Las Pilillas. Sus aguas son bicarbonatadas cálcico-magnésicas, como cabe esperar de la litología que compone mayoritariamente el acuífero, constituido por dolomías y carniolas apoyadas sobre una breve lámina de materiales triásicos. Justo en el punto más bajo del contacto de estos materiales con los impermeables de base (margas cretácicas y terciarias) se encuentra -como mandan las leyes de la hidrogeología- el manantial. La fuente consta de una especie de frontón rectangular con dos puertas, un caño metálico y 6 pilas rectangulares labradas en roca (una de ellas tiene una placa inclinada para el lavado de la ropa), en línea y conectadas con un rebaje en el pretil. Las tres más cercanas al frontón son más pequeñas y se remontan a Las tres pilas más grandes fueron colocadas en 1850, según cuentan las crónicas. En el 100

101 interior de la obra que hace de frontón se sitúa, desde el año 1982, un sistema de bombeo que eleva parte del agua hacia la ermita. En las proximidades de la fuente existe un sondeo que intuimos poco productivo a pesar de su profundidad, debido al escaso espesor saturado del acuífero carbonático que debe captar. La historia de la Fuente de la Viñuela ha estado y está muy ligada a la del santuario de la Virgen de la Sierra, y de hecho, desde 1982, es de aquí desde donde se conduce el agua para el servicio de la ermita, habiendo sido la fuente objeto de diversas disputas jurídicas sobre su propiedad a lo largo de la historia. No es raro que junto a ella discurra el itinerario que siguen los romeros durante la bajada y subida de la patrona. Qué habría sido antaño de los peregrinos sin estas fuentes estratégicamente situadas en su camino? Desde la fuente tomaremos una vereda que sale a la izquierda del camino principal, fuera del cercado de la Yeguada Valenzuela, que nos conducirá en 150 m de recorrido ascendente hasta la carretera de la ermita. Nada más alcanzarla, veremos al otro lado un portal con cancela que constituye el principio de las revueltas viejas un sendero ascendente con un trazado en zigzag y acondicionado como vía crucis que nos conducirá en apenas un kilómetro hasta la cumbre del Picacho. El inicio del sendero coincide grosso modo con la base del cabalgamiento de las dolomías del Picacho sobre margas y areniscas terciarias (el Triásico se encuentra muy laminado y es difícil de ver). Será fácil apreciar cómo el deslizamiento ha provocado una intensa fracturación de las dolomías jurásicas hasta casi reducirlas a arena en algunos puntos. Parada 4. Picacho y ermita de la Virgen de la Sierra. Aunque el ascenso a este peñón, de importancia innegable para la devoción mariana, no sería imprescindible para nuestro itinerario hidrogeológico, vale la pena el esfuerzo de alcanzar su cumbre de 1217 m sobre el nivel del mar para contemplar desde una posición privilegiada e inmejorable el aspecto que presenta el macizo montañoso de Cabra-Alcaide. Este lugar, declarado en 1929 como Sitio de Interés Natural gracias a la constante divulgación de sus excelencias que hiciera el insigne catedrático del Instituto Aguilar y Eslava de Cabra, D. Juan Carandell Pericay. Y no es para menos: la vista desde este mirador natural nos sobrecogerá, tanto por la extensión del panorama (desde aquí se observan terrenos y sierras de 5 de las 8 provincias andaluzas) como por la espectacularidad del paisaje, destacando la depresión del polje de la Nava que más tarde recorreremos. Podemos apreciar con claridad el relieve de la zona por la que hemos ascendido (el valle de la Viñuela), la campiña cordobesa y el conjunto de las cadenas montañosas del sector central de Andalucía, desde la mesa circular ubicada en el punto más alto de la cumbre, cuya tapa ha sido tallada para mostrar el perfil del relieve observable con los nombres de los lugares más destacados, una idea surgida a partir de acuarelas, dibujos y esquemas realizados por Carandell. Cerca de este punto se encuentra la Cueva de la Aparición, de apenas 10 m de desarrollo, donde cuenta la tradición que apareció la imagen de María Santísima de la Sierra. Moviéndonos hacia otro mirador acondicionado en la parte oriental del Picacho podremos tener una bella vista del polje de la Nava, un sector clave en el funcionamiento hidrogeológico del macizo. 101

102 Al igual que el Picacho, la mayoría de los picos más altos que observamos desde aquí, extendiéndose hacia el este a modo de espina dorsal del macizo (La Cubilla, Peña de Miguel Pérez, Lobatejo, Los Pozuelos, Abuchite, etc.), están constituidos por afloramientos de carniolas, dolomías y calizas de la Formación Gavilán -faltando otros términos estratigráficos más recientes que han sido erosionados- de la unidad cabalgante o unidad de Gaena. Este rosario de isleos tectónicos se ha conservado gracias al hundimiento de la zona axial del gran anticlinorio o sucesión de pliegues anticlinales que constituyen el macizo montañoso, a favor de grandes fallas de dirección este-oeste. Se observa muy bien el escarpe de una de ellas que delimita por el sur el polje de la Nava, continuación de la que denominamos falla de los Colchones. En los flancos del macizo Cabra-Alcaide y en el fondo de los poljes, donde la erosión ha eliminado casi completamente la unidad tectónica superior, afloran esencialmente calizas oolíticas, calizas nodulosas, margas, margocalizas y areniscas calcáreas correspondientes a la unidad cabalgada o unidad de Cabra. Estos son esencialmente los materiales sobre los que discurrirá el resto de nuestro itinerario. Pocos lugares de Andalucía pueden contar con tan larga tradición de visitas geológicas como este Picacho, sobre todo desde que el 15 de mayo de 1926 pasaran por aquí los congresistas inscritos en la excursión A-5 (De Sierra Morena a Sierra Nevada. Reconocimiento orogénico de la región Bética) incluida entre las actividades programadas en el XIV Congreso Internacional de Geología celebrado en Madrid. Lógicamente, fue Juan Carandell quien promovió y lideró la visita a los Lanchares y al Picacho incluida dentro del itinerario geológico por Andalucía. De las discusiones científicas que debieron producirse aquel día y en los siguientes surgieron ideas que revolucionaron la concepción geológica de esta sierra y de todas las Cordilleras Béticas. Por último, aprovechando que junto a la ermita existe un pluviómetro con un largo registro, debemos conocer que la precipitación media anual en este punto es superior a mm, una cantidad de lluvia superior incluso a la de otros macizos montañosos más meridionales y elevados del sector central de las Béticas. Este máximo pluviométrico se explica gracias a que el macizo ejerce de barrera marginal para las borrascas procedentes del Atlántico y que se desplazan sin gran dificultad a lo largo de la vecina depresión del Guadalquivir. Volviendo a la carretera por el mismo camino que hemos utilizado para el ascenso, seguiremos por ella unos 750 m en sentido descendente y hacia el Este, hasta alcanzar el principio -normalmente señalizado- del camino de La Nava. Hasta aquí llevaremos acumulados unos 9 km de recorrido. Parada 5. Polje de la Nava, Fuente del Pilar. Según el diccionario de la lengua de la Real Academia Española, nava significa tierra sin árboles y llana, a veces pantanosa, situada generalmente entre montañas. Esta definición se ajusta perfectamente a la depresión intramontañosa en la que nos vamos adentrando. En los ámbitos científicos geográficos y geológicos, cuando estas depresiones se encuentran en terrenos kársticos y tienen más de un kilómetro de superficie, reciben el nombre técnico de polje, palabra procedente de las lenguas eslavas, que quiere decir simplemente campo, no necesariamente en un terreno kárstico. Pero este término se ha impuesto en la literatura científica internacional aplicándolo preferentemente en las siguientes circunstancias: depresión intramontañosa, generalmente cerrada y con drenaje endorreico, de fondo plano (rocoso o con relleno aluvial), que se ha generado por disolución de las rocas. A pesar de todo, en muchos casos empleamos el término polje 102

103 en circunstancias que no se ajustan totalmente a la norma, y en el caso de La Nava tenemos un ejemplo muy claro, ya que: La depresión se encuentra rodeada de terrenos donde afloran calizas y dolomías, pero su fondo, especialmente en el sector más meridional, no está constituido por esos materiales, sino por margas y margocalizas (materiales poco solubles, o poco karstificables) y un delgado relleno aluvial en proceso de eliminación debido a la erosión. Aunque existe un cierto encharcamiento del terreno en las épocas lluviosas, el drenaje actual es exorreico, es decir, abierto hacia el cañón del río Bailón. Algunos investigadores que han estudiado los rasgos geomorfológicos de esta parte de la sierra consideran que, hace varios millones de años (probablemente al final del Mioceno o durante el Plioceno) existió aquí un antiguo polje cuyos restos han quedado colgados a más altura que el actual fondo de la Nava. Efectivamente, si analizamos el relieve que presentan los cerros que rodean al actual polje, observaremos que es un relieve muy desgastado y aplanado. Como en otros muchos macizos kársticos de las Cordilleras Béticas, aquí existen numerosas superficies subhorizontales dispuestas a diferentes cotas, algunas de las cuales aparecen más cercanas al polje de la Nava (norte y sur) y al de la Fuenseca (otro polje cercano del que hablaremos más adelante), en su contorno más inmediato. Estas superficies podrían interpretarse como posiciones antiguas del fondo de ese antiguo polje que, como ocurre frecuentemente con las terrazas fluviales, van quedando colgadas a distintas alturas cuando la red fluvial se encaja por un cambio del nivel de base. En este caso, el cambio del nivel de base, casi con toda seguridad provocado por el levantamiento tectónico que se ha venido produciendo en la región durante los últimos millones de años, ha ocasionado que el polje de la Nava actual se encajara en el polje más antiguo y continuase funcionando como una cuenca hidrográfica cerrada. No obstante, el rejuvenecimiento del relieve ha sido tan intenso que finalmente se ha producido la captura de la zona endorreica gracias al progreso por erosión remontante del cañón del río Bailón. Los aplanamientos kársticos, banquetas o llanuras de corrosión se forman en áreas que actúan durante largo tiempo como niveles de base locales para el drenaje de las aguas, subterráneas y superficiales. Son áreas llanas labradas sobre el sustrato rocoso carbonático cuya estructura (la inclinación de los estratos) es independiente de la superficie del terreno. Implican un movimiento lateral del agua y la existencia de una lámina de agua libre, permanente o no, con variaciones de altura ligadas a las oscilaciones del nivel freático. La renovación del agua ligada a los episodios lluviosos garantiza una agresividad suficiente de esta hacia la roca. A veces puede existir una delgada cubierta aluvial o de arcilla de descalcificación (terra rossa) sobre las calizas niveladas. Cuando se forman junto a poljes que se inundan, constituyen un claro síntoma de la expansión lateral de estas depresiones por el efecto de la disolución. Dispersos en las áreas aplanadas, incluidas los fondos de los poljes actuales, es frecuente observar pequeños cerros de morfología cónica, a modo de colinas rocosas que han resistido más a la erosión y la karstificación, que reciben la denominación de hums, término que procede del nombre de una localidad situada en el polje Popovo, uno de los más grandes del mundo, situado en Boznia-Herzegovina. La historia geodinámica reciente de este macizo debe ser apasionante y merece la pena ser estudiada con más profundidad. Pero concentrémonos en el relieve actual y su transcendental funcionamiento hidrológico: los poljes, aunque predispuestos por la 103

104 tectónica y muy afectados por los procesos de disolución, son formas de relieve estrechamente ligadas a las entradas y salidas de agua, aspecto que más nos importa. Podemos considerar que el río Bailón nace en este sector meridional de la Nava, de hecho este es el único tramo del río que se puede considerar con flujo permanente. Aunque el río recoge obviamente aguas de escorrentía superficial en las épocas de precipitaciones intensas, su caudal se nutre principalmente de las aportaciones de aguas subterráneas procedentes de numerosos manantiales existentes en el contorno del polje: cortijo Romero, La Basilisa, La Ratera, La Cruz de Priego (o cortijo Nuevo), El Pilar, etc. La mayoría de ellos está situada en los bordes sur y oeste del cerro de la Cubilla (llamado a veces Loma del Trufón), aunque también los hay que proceden del Picacho de la Virgen de la Sierra. La explicación de que existan tantos manantiales en este sector es la misma que se ha invocado para otros manantiales situados en el interior del macizo y en la misma posición hidrogeológica. Son manantiales de pequeño caudal, con aguas frías y de media a baja mineralización, que responden al drenaje de los isleos tectónicos o afloramientos calizo-dolomíticos de la Formación Gavilán (y a veces una lámina muy delgada de materiales triásicos), que descansan sobre materiales margosos del Cretácico o Terciario, correspondientes a la unidad de Cabra. Estos últimos son muy impermeables y por tanto no permiten que el agua de lluvia siga su camino hacia partes más profundas. Así, la cota de estos manantiales en este sector, coincidente con la del fondo actual del polje, está entre 960 y 970 m, es decir, casi 500 m más alta que el nivel freático regional y la cota del nivel de base actual del macizo Cabra-Alcaide. Foto 49. Las praderas permiten el sustento de una rica fauna y de numerosas cabezas de ganado. Por lo tanto, la parte sur del polje de la Nava actúa como nivel de base local para el drenaje de las aguas subterráneas, recibiendo la descarga de los cerros más 104

105 próximos. Este flujo de agua ha debido favorecer la disolución y la formación de la depresión kárstica. También favorece, junto con la existencia del fondo impermeable, el encharcamiento frecuente del llano, con la consecuente formación de suelos vertisoles, hidromorfos, ricos en arcilla y materia orgánica, que en las épocas de estiaje desarrollan profundas grietas de desecación. Estas características han favorecido que, en 2009, la Nava se haya incluido dentro del inventario español de zonas húmedas. En la actualidad tiene un aprovechamiento preferentemente ganadero, aunque en el pasado estuvo cultivada y para ello hubo que proceder al drenaje artificial y a la modificación de la red de drenaje. Cuesta trabajo reconocer el antiguo trazado serpenteante que dio nombre al río Bailón, en cambio son muy patentes los canales rectilíneos artificiales. Pero parece que, a pesar de ellos, no se ha podido evitar el encharcamiento del terreno y las prácticas agrícolas marginales se han abandonado. Atendiendo al medio vivo, el polje es una espectacular hondonada en donde se han desarrollado unas praderas enormes de un verde intenso en la primavera, y bordeando el polje unas magníficas dehesas de fresno y quejigo, y algunos puntos olmo. Estas bellas praderas son alimentadas por varios manantiales, con vegetación y fauna típica de estos ambientes. Foto 50. Sapo corredor. En el entorno del pilar de la Basilisa existen unas pequeñas charcas donde puede encontrarse a fauna de medios acuáticos como el sapo común (Bufo bufo), sapo corredor (Bufo calamita) y ranita de San Antón meridional (Hyla meridionalis), mientras que la vegetación está formada por comunidad de junco glauco (Juncus inflexus), ranúnculo de agua (Ranunculus peltatus), hierba lagunera (Ranunculus trichophylus), 105

106 bayunquillo (Eleocharis palutris). En el paisaje vegetal aparecen de forma puntual unos esbeltos álamos negros, y en los relieves que bordean la llanura unos impresionantes quejigares con encinas y algún espinar de majuelo. También pueden observarse algunas aves de otros ámbitos más generalistas como el pinzón común y la cogujada común, buscando en el suelo algún insecto, o el cernícalo común oteando el terreno desde las alturas para dar caza a cualquier pequeño vertebrado que se mueva. Foto 51. Ranita de San Antón meridional. Más al norte y según se avanza en esta ruta, en la fuente del Pilar se ha desarrollado una zona encharcada con comunidad de apio y berro silvestre junto a los pilones, y una magnífica comunidad de lirio amarillo o acoro bastardo (Iris pseudoacorus) que tapiza todo el interior de la cubeta de agua, y juncales de junco glauco bordeando a los lirios y en contacto con los pastos de borde como los prados húmedos de llantén o el pastizal de grama. Estos ambientes encharcados son también el hábitat de anfibios muy sensibles a la contaminación del hombre como el tritón pigmeo (Triturus pygmaeus) y el gallipato (Pleurodeles waltl). En general, el polje de la Nava constituye un lugar excepcional para el desarrollo de pastos de gran valor para el ganado caprino y ovino que se alimenta en este paraíso siempre verde, donde el agua nunca falta, ni si quiera en verano. 106

107 Foto 52. Formación de lirio amarillo, juncal de junco glauco junto al cortijo del Pilar. Recorreremos el sector sur de la Nava caminando por el camino particular que lo recorre en sentido sur-norte, evitando el desvío a la derecha que nos conduciría al cortijo Navazuelo. Como a 2 km del inicio del camino nos encontraremos a la altura del cortijo del Pilar. Nos desviaremos del camino principal unos 350 m en dirección a la casa, junto a la cual existe un bello pilar-abrevadero que da nombre a la zona. La surgencia que alimenta a esta fuente es un buen ejemplo de la tipología de manantiales que abunda en estas partes más altas de la sierra. No es la única, pues a menos de 400 m al sur de ésta encontramos hasta 3 puntos más de salida de agua. Todas estas surgencias están situadas al pie del Cerro de la Cubilla (a veces llamado Loma del Trufón), el cual constituye un magnífico ejemplo de isleo tectónico, ya que las calizas y dolomías jurásicas se encuentran completamente rodeadas de materiales de edad más moderna que afloran en las partes bajas. La fuente se encuentra junto a la vereda Marchaniega, una de las vías pecuarias más importantes de esta región. Parece ser que fue construida en 1900 y consta de una atarjea cubierta con piedras que vierte directamente en un pilar-abrevadero de unos 13 m de longitud, reforzado con contrafuertes. Volviendo al camino principal continuaremos hacia el norte cruzando un área de viejos quejigos en el límite septentrional de la Nava sur. A partir de aquí, no es habitual que el río Bailón lleve agua durante el estiaje, salvo, claros está, en los años muy húmedos. Parada 6. Río Bailón. La Nava sur tiene un fondo plano de aproximadamente 1,5 km 2 de extensión, pero un pequeño umbral rocoso aplanado, situado en su extremo norte, 107

108 da paso a una prolongación de la llanura, de alrededor de 1 km 2 de superficie, que a menudo denominamos La Nava norte, aunque Los Llanos Bajos es el topónimo que se emplea localmente en Zuheros. La primera parte es un corredor ancho de dirección SSO-NNE limitado por fallas de igual dirección. La parte más septentrional es un extenso llano de orientación OSO-ENE, también limitado por fallas. De su fondo emergen con frecuencia -a modo de hums y banquetas de corrosión- las calizas nodulosas de la Formación Ammonítico Rosso que constituyen el substrato principal del polje en este sector. Precisamente la existencia de este substrato rocoso es la razón de que no existan manantiales en esta parte de la Nava; por el contrario, las pérdidas de caudal -por infiltración en el lecho de los cursos fluviales- será la tónica dominante en este sector del polje. Haremos nuestra parada junto cauce del río Bailón en el punto que es atravesado a modo de puente-vado por el carril que llevamos y que se dirige hacia los cortijos de las Majadas y las Melladas cambiando momentáneamente de dirección hacia el oeste. Aguas arriba de este punto es muy frecuente observar encharcamientos del llano e incluso una gran laguna que se forma en los periodos más lluviosos de los años húmedos. Aunque el río Bailón en este punto tiene que atravesar por un lugar estrecho, flanqueado por afloramientos rocosos, parece ser que el encharcamiento está provocado sobre todo por el propio camino, ya que los tubos colocados bajo el firme, a modo de ojos de puente, con frecuencia no dan abasto. Consecuentemente, en las épocas de crecida es frecuente que el agua salte por encima del camino. Foto 53. Cuando el botón de agua entra en floración consigue que el río Bailón se vuelva complemente blanco en su superficie. 108

109 En este lugar, la vegetación acuática sumergida genera una estampa maravillosa con un cauce blanqueado por las innumerables florecillas del botón de agua, como si de un río de nieve se tratara. En este punto, ranas verdes y su depredador, la culebra viperina, pueden verse sin dificultad prestando un poco de atención al suelo del cauce. Las pérdidas que se producen a lo largo del río Bailón son difusas y progresivas, no existe un sumidero o ponor puntual que trague agua masivamente. Los aforos diferenciales (mediciones más o menos simultáneas del caudal del río en dos puntos alejados) realizados entre este vado y la salida del cañón del Charco Hondo en Zuheros, llevados a cabo entre octubre de 1995 y abril de 1997, indicaban pérdidas de entre 10 y más de 120 L/s en el tramo, con largos periodos de pérdida total. Solo en momentos de lluvias muy intensas el río dejaba de ser influente o perdedor para pasar a ser efluente o ganador, pero no porque el nivel freático regional ascendiese hasta la cota de su lecho, sino por la acumulación de escorrentía superficial y la descarga de los manantiales colgados (Fuenfría, Zarzadilla, Canaleja, Zarza, etc.) localizados en el sector de cuenca hidrográfica que queda aguas abajo del polje de la Nava. Aunque desde este punto no son visibles, es preciso recordar que junto a los cortijos de las Majadas y las Melladas existen bellos ejemplares de dolinas en artesa (formadas por disolución) y embudo (formadas por colapso) jalonando zonas de calizas muy aplanadas. En algunas de las que tienen relleno detrítico o de terra rossa, a pesar de ser este de carácter arcilloso, se han excavado varios pozos para intentar abastecer a los cortijos, pero difícilmente se consigue en los años más secos. También existen excelentes ejemplos de lapiaces exhumados que, junto con las dolinas, nos indican que se ha producido un rejuvenecimiento del relieve por descenso del nivel de base. El agua ya no fluye lateralmente sino que se infiltra verticalmente arrastrando la cobertera detrítica de los sectores aplanados hacia el interior de las rocas, y dejando al descubierto lapiaces que por sus características solo pueden haberse formado bajo un suelo que ya no existe. Estas zonas son, por tanto, auténticas esponjas para el agua de lluvia, con tasas de infiltración que probablemente superen por término medio el 70 % de las precipitaciones. Seguiremos nuestro itinerario abandonando el camino principal y desviándonos por otro sin afirmar que discurre por la margen derecha del río Bailón, al que abandonaremos de momento. Recorreremos de oeste a este el sector el llano que se nos abre, pero, unos 700 m antes de su borde oriental encontraremos el lecho del arroyo de Navaseca, generalmente seco haciendo honor a su nombre, serpenteando por la Nava hasta alcanzar al Bailón, justo en el punto donde este comienza a encajarse en su cañón de salida. Remontaremos este afluente del río Bailón unos 300 m, con dirección sur, hasta alcanzar una de las cascadas que forman las Chorreras, siguiente parada de nuestro recorrido. Parada 7. Las Chorreras. Nos encontramos en uno de los lugares más bellos del Parque Natural y, por tanto, uno de los más visitados. En época de lluvias es fácil encontrar aquí concentraciones de varios cientos de personas durante los fines de semana. Esta excesiva afluencia de visitantes ha ocasionado diversos problemas, como acumulación de residuos, molestias a la fauna y conflictos con los propietarios de los terrenos por la falta de respeto de algunos de los turistas, todo lo cual ha obligado a la Consejería de Medio Ambiente a restringir las incursiones en esta zona catalogada como zona A o de reserva. Hay que reconocer que es todo un espectáculo observar las cascadas de las Chorreras con caudales de varios cientos de litros por segundo bajando, pero ello no justifica que convirtamos este punto en un área de picnic. 109

110 Las Chorreras consisten básicamente en un par de cascadas que forma el arroyo de Navaseca (también llamado de Fuenseca o simplemente de las Chorreras) en su tramo intermedio, es decir, entre la Nava y el Llano de Fuenseca (también llamado Llano Palomero y Llanos Altos). La cascada de mayor altura, que es en la que nos encontramos, tiene una decena de metros de salto y una poza de casi 2 m de profundidad en su base. A unos 200 m aguas arriba hay otra hermosa cascada pero con la mitad de salto, en cuya pared extraplomada el rebufo del agua ha formado algunas oquedades. Ambas cascadas presentan un tapiz de musgo donde precipita el carbonato cálcico que lleva el agua en disolución, formándose una incipiente lámina de travertino. En el tramo del arroyo de Navaseca en el que se encuentran las Chorreras, este recorre unos 800 m de un afloramiento de calizas oolíticas de la Formación Camarena, entre el Cerro de La Matilla y el Cerrillo del Gato, donde los estratos se encuentran subhorizontales. Las cascadas parecen situarse en sectores donde existen sendos planos de falla y una estratificación más masiva de las calizas. En el trayecto entre La Nava y la cascada más baja habremos observado cómo el arroyo de Navaseca se ha encajado en las rocas formando un minicañón. Dicho encajamiento forma parte de un proceso natural muy reciente de erosión remontante que acompaña a la captura fluvial del polje de Fuenseca por parte del polje de la Nava (situado unos 60 m más bajo que aquel) y del río Bailón. En los terrenos kársticos donde existen poljes es frecuente que estos se encuentren escalonados a distintas alturas, actuando los más bajos como nivel de base local de los más altos. Así, suele existir una comunicación hídrica subterránea entre ellos, de modo que el flujo hídrico se pierde en los sumideros de los poljes más altos y resurge en los más bajos en forma de manantiales. Cuando los poljes más bajos se abren y pasan a ser exorreicos, la erosión fluvial progresa aceleradamente en toda su cuenca y se suele producir la captura fluvial de los poljes más altos que también pasan ahora a ser exorreicos. El proceso de captura y apertura de la cuenca suele conllevar el desmantelamiento del relleno aluvial del polje por simple erosión, algo que se observa claramente en el polje de Fuenseca, de solo 0,8 km 2 de extensión. El arroyo de Navaseca tiene su origen en diversos manantiales situados en los bordes del polje de Fuenseca, como la Fuente de las Pilas. En estiaje es frecuente que el agua que recoge de estas surgencias no alcance a llegar a la Nava, infiltrándose en el mismo polje de Fuenseca o en el lecho rocoso del tramo intermedio del arroyo. Es decir, las aguas subterráneas que surgen en los manantiales colgados se reinfiltran y alimentan al acuífero principal de la sierra, contribuyendo a mantener el caudal de base de manantiales como la Fuente del Río. Desde la chorrera más baja desharemos el camino hasta el polje de la Nava y tomaremos rumbo este hasta salir de la depresión, siguiendo el trazado que discurre más o menos por donde iba la vereda Marchaniega. Nos adentraremos en el bosque de encinas del Collado y, a continuación, un área ocupada por materiales margosos cretácicos y terciarios, situada al sur del Hoyo de las Nogueras y de los cortijos de La Aporcadiza y Pedro Arrebola. A 2,5 km de la parada anterior encontraremos la vaguada donde se sitúan las fuentes de La Fuenfría. Parada 8. La Fuenfría. La fuente de la Fuenfría consiste realmente en dos fuentes o pilares-abrevadero conectados entre sí y situados a unos 40 m uno del otro. El más bajo es más moderno y está construido con ladrillo y cemento. Antiguamente tenía un frontón triangular que algún desaprensivo se encargó de destruir. El más alto está construido con sillares de piedra y es frecuente que quede seco; en él vierte la 110

111 conducción procedente del manantial cubierta por una atarjea de cemento. Pocos metros más arriba de este pilar se encuentra el manantial, oculto por una caseta de captación. El estado actual de estas infraestructuras hidráulicas no es muy bueno, por el abandono y el poco respeto de algunos excursionistas. Podríamos pensar que se trata de una surgencia similar a otras que hemos comentado anteriormente, localizadas en la base de la Formación Gavilán de la unidad tectónica superior. Sin embargo, el mapa geológico nos indica una cierta originalidad en el caso de este manantial, ya que su área de alimentación es un pequeño afloramiento de calizas arenosas y calcarenitas de edad Terciario, superpuestas discordantemente sobre margas y margocalizas cretácicas. Llama la atención que la pequeña extensión de 4 has del afloramiento calizo, salvo en los años de sequía, sea capaz de mantener el flujo en la fuente durante el estiaje, máxime teniendo en cuenta que al oeste del afloramiento también existe otro manantial (Fuente Rebola) aunque mucho más modesto que el de la Fuenfría. Antes de llegar al manantial llama la atención la presencia de un bosque muerto de olmos, que murieron hace unas décadas por el ataque de la grafiosis, un hongo negruzco que mata al árbol cuando infecta todas sus ramas, y es transmitido de árbol a árbol por un pequeño escarabajo que se alimenta de las hojas del olmo, la denominada galeruca (Xanthogaleruca luteola). Foto 54. La olmeda ha muerto por la fuerte presión que ha ejercido la grafiosis sobre este bosque. Ya en el propio manantial, junto a la caseta de captación, hay unas enormes higueras que encuentran en este punto agua permanente y suelos nitrificados por el pastoreo 111

112 con los que poder desarrollarse. Aguas abajo, la vegetación del cauce la componen juncales de junco glauco que llegan a colonizar la mayor parte del arroyuelo y, puntualmente donde el agua se encharca, aparece la comunidad de berro y apio silvestre junto a otras plantas acuáticas como la menta, junco churrero, fenal y alguna zarza. Foto 55. Las praderas permiten el sustento de una rica fauna y de numerosas cabezas de ganado. Merece la pena avanzar un poco más por el arroyo para disfrutar de una espléndida alameda de álamo blanco, que con casi 15 m de altura mantiene en su sotobosque a un espinal con zarzamora, espino blanco, rosal silvestre, y numerosas lianas como nueza negra (Tamus communis), yedra, madreselva, y plantas de sombra como heléboro o aro. Son especialmente bellas las estampas en las que los troncos de álamo blanco están colonizados por numerosos musgos y líquenes, que están más desarrollados en las partes de tronco que están orientadas al norte, donde el sol raramente incide sobre ellas. Junto a la alameda, en las terrazas de inundación del arroyo, aún perviven algunos pies de membrillero e higueras que fueron cultivados para aprovechar estas fértiles tierras. Más externamente, es destacable una gran encina que contrasta con los pies el encinar ampliamente desarrollado alrededor del cauce. 112

113 Foto 56. La parte de los troncos más colonizada por los musgos está orientada hacia el norte, donde el sol no evapora tan rápidamente el agua de lluvia o del rocío. Foto 57. Aspecto de la gran encina cercana a los cultivos del borde del arroyuelo. 113

114 El paseo por estas formaciones boscosas es muy gratificante además por la omnipresente melodía de algunos pajarillos como el pinzón común, el diminuto chochín, el agateador común que es un incasable escalador de troncos, o la curruca capirotada, con su bello cante; todos ellos habitan este medio forestal donde anidan al refugio de espinos, zarzas o en agujeros de troncos. El agua del manantial es bicarbonatada cálcica, con baja mineralización, como cabría esperar a tenor de la geometría y composición del acuífero. A pesar del pastoreo en el entorno del manantial, y a diferencia de otros cercanos, los valores de concentración de nitratos suelen ser bastante bajos en este caso. Todo ello nos habla de un agua de buena calidad, por regla general, que en esta parte de la sierra permitió la existencia de huertas y un área de frondosa vegetación. El itinerario continúa tomando un sendero que se dirige hacia el norte desde el pilar más bajo, atraviesa el arroyo de la Fuenfría (más adelante denominado arroyo Mollejón) y se va alejando de él por la margen derecha, al tiempo que asciende, pasa junto a las ruinas del cortijo Fuenfría, y nos introduce en un sotobosque denso de encinas que ocupa toda la falda norte del Cerro del Bramadero. Este sendero nos conducirá después de 2 km de nuevo hasta el río Bailón y la llamada Junta de los Arroyos, donde se le une por la margen derecha el arroyo de la Zarzadilla. Parada 9. Fuente de la Mora. Se remite al lector al texto de la Parada 4 del itinerario 2. Parada 10. Cañón del río Bailón. Abrigos e incisión fluvial. Se remite al lector al texto de la Parada 5 del itinerario

115 FOTOS CORRESPONDIENTES AL ITINERARIO 3 115

116 DSC02654 DSC02852 DSC02854 DSC02901 DSC02903 DSC02908 DSC02910 DSC02912 DSC02920 DSC02935 DSC02941 DSC02944 DSC02945 DSC02946 DSC04532 DSC04717 DSC04731 DSC04735 DSC04749 DSC04750 DSC04753 DSC07475 DSC07491 DSC07509 DSC07513 La Nava Nava norte PB PB PB PB PB SAM_0038 SAM_0047 SAM_0064

117 SAM_0076 DSC01939 DSC01954

118 6.4 Itinerario 4. Fuente Marbella - El Palancar (a pie o en bicicleta de montaña). Manantial de Marbella, Luque, Fuente de la Reina, Fuente del Espino, Nava de Luque, Camino de las Buitreras, Fuente de Bernabé, pozo surgente del Palancar, área recreativa del Palancar. Duración: 8-10 h Dificultad: media-alta Longitud: 26,3 km Desnivel máximo: 592 m Forma de realizarlo recomendada: a pie o en bicicleta de montaña Inicio: Fuente de Marbella (Luque) Final: Área recreativa del Palancar (Carcabuey) Esta ruta atraviesa de norte a sur la parte más oriental del macizo de Cabra-Alcaide, bastante menos conocida que la occidental, pero también de gran belleza paisajística y con abundantes elementos hidrogeológicos de interés. Enlaza algunos de los manantiales más importantes de todo el acuífero, como los de Marbella y Palancar, sin olvidar otros menos caudalosos, no vinculados al drenaje de grandes sistemas hidrogeológicos de flujo regional, relacionados muchas veces con la estructura en mantos de cabalgamiento de la sierra. También nos permitirá reconocer formas de recarga preferencial (como la Nava de Luque) e interesantes fenómenos de artesianismo surgente en el valle del Palancar. La ruta es relativamente larga para realizarla exclusivamente a pie, aunque permite utilizar vehículos de apoyo en más del 70 % del recorrido. A pesar de su gran desnivel absoluto, con el punto más alto en la Fuente del Espino, las cuestas se afrontan con cierta suavidad, habida cuenta de los largos trayectos que hay que superar en la horizontal. Parada 1. Fuente Marbella. Iniciamos el recorrido en este manantial tan emblemático e importante para el área de tránsito entre la campiña cordobesa y la comarca Subbética. El manantial, uniendo a corta distancia sus aguas con las del río Bailón, origina el nacimiento del río Marbella, uno de los principales afluentes del río Guadajoz. En el pasado tuvieron gran importancia en la región sus huertas y sobre todo la utilización del agua como energía motriz que hacía funcionar más de una docena de aceñas, batanes, molinos, etc., situados entre el nacimiento y la localidad de Baena, algunos de los cuales se remontan al siglo XVI. El agua surge en el extremo septentrional de un afloramiento rocoso de calizas y dolomías de la Formación Gavilán de la Unidad de Cabra (Subbético Externo Septentrional), dispuestas sobre materiales arcillosos y evaporíticos triásicos, cabalgando todo ese conjunto sobre margas y margocalizas cretácicas de las llamadas Unidades Intermedias. Las calizas y dolomías se extienden hacia el sur por el Pecho de Marbella hasta la Dehesa de los Tallones, la Cañada de Malos Vientos y los cerros de los Cangilones y de los Murciélagos. Lamentablemente, no es posible apreciar todo el esplendor del manantial debido al complejo sistema de captaciones que lo ocultan. Se entiende que un manantial captado para el abastecimiento urbano necesita un sistema de protección inmediata y de contención de las infraestructuras hidráulicas necesarias, pero hay que reconocer que las que aquí existen se integran muy mal en el entorno natural. Efectivamente, en 117

119 el borde rocoso donde surge el agua existe una nave de captación, de la que parten varias acequias y conducciones para el regadío aguas abajo. Solamente en los años más húmedos es posible ver cómo el agua rezuma entre las rocas, incluso por encima de la nave de captación, produciéndose un cierto encharcamiento dentro del perímetro cercado, una reminiscencia de la antigua laguna que debió existir y que probablemente dio nombre al manantial. A poca distancia observaremos una caseta que contiene los equipos eléctricos y sistemas de elevación del agua para Luque y Baena. Al menos se ha acondicionado el exterior con una pequeña área recreativa y se ha construido una fuente con pilar-abrevadero que sigue permitiendo el uso ganadero (junto al manantial pasa la antigua Vereda de los Metedores) y, en definitiva, el acceso público al agua. Por supuesto ya no queda nada del antiguo lavadero de ropa que, según cuentan las crónicas, alguna vez fue el escenario de pequeñas disputas entre luqueñas y zuhereñas. En el interior de la captación existe un complejo sistema de compuertas y derivaciones que sirven para suministrar los 8 y 51 L/s que respectivamente tienen de concesión máxima los municipios de Luque y Baena, aprovechando el sobrante la Comunidad de Regantes del Nacimiento de Marbella, salvo los martes y viernes en que todo el caudal de la surgencia es para riego. Los volúmenes suministrados anualmente a Baena y Luque desde este manantial implican caudales mucho menores, de 31 y 1 L/s, respectivamente, por ello complementan su abastecimiento con el suministro que hace EMPROACSA desde la captación del manantial de Fuente Alhama, situada el extremo oriental del acuífero Cabra-Alcaide. Según los datos disponibles, el caudal medio del manantial está comprendido entre 80 y 100 L/s, con valores máximos en los años húmedos de 250 L/s y mínimos en torno a 30 L/s en los años más secos. Su funcionamiento hidrodinámico es curioso, muy poco habitual en terrenos kársticos como estos. Las respuestas del manantial a las lluvias presentan un desfase de 2 a 3 meses que no es fácil de explicar. La hipótesis más admitida es que existe un drenaje diferido entre las distintas formaciones carbonatadas que constituyen el acuífero Cabra-Alcaide en la subcuenca que alimenta a este manantial. Ese drenaje lento entre las calizas oolíticas de la Formación Camarena y las calizas y dolomías de a Formación Gavilán en la que se encuentra el manantial, estaría provocado por la existencia de otra formación poco permeable que se intercala entre ambas, la Formación Zegrí, compuesta principalmente por margas y margocalizas y con espesores relativamente grandes en esta parte norte de la sierra. Todo ello imprime al manantial un fuerte carácter regulador, pues su caudal se mantiene máximo durante la primavera y comenzando el verano, cuando la demanda comienza a hacerse mayor. Esta originalidad en el comportamiento hidrodinámico del manantial va acompañada también de otros aspectos poco comunes en la evolución temporal de la calidad fisicoquímica del agua. Así, los cambios en su mineralización son bastante considerables de unos años a otros, pero se producen de forma paulatina y lenta, tal y como se apreció en los años 1996 y 1997 tras la sequía de la primera mitad de los 90 del siglo XX, periodo en el que se dio un proceso de dilución y renovación del agua del manantial que duró más de dos años, observándose una disminución constante del contenido en sales disueltas. Es muy probable que estos fenómenos de dilución plurianuales se deban en gran medida a la recarga con agua poco mineralizada procedente del cercano río Bailón en Zuheros, ya que en los años húmedos este río es capaz de fluir durante varios meses seguidos a lo largo de todo el cañón. 118

120 Foto 58. Aspecto de la comunidad de anea con sus típicos "puros", en donde la planta ha generado miles de diminutas semillas que se dispersarán por la corriente de agua. Foto 59. Las carabutillas pastan las algas que crecen en las paredes de las acequias, en donde llegan a ser muy numerosas. 119

121 En el entorno de la construcción para captar a este manantial se ha desarrollado una espléndida comunidad de anea por la mansedumbre de las aguas, a la que acompañan junco churrero, hierba de San Antonio, y una formidable "manta verde" generada por la comunidad de apio y berro silvestre. Dentro de estas formaciones vegetales han proliferado sin problema carabutillas del género Melanopsis, un caracolillo bastante negro que también se fija a las paredes de la acequia. En las tobas que quedan por encima del nacimiento han proliferado unas hermosas higueras. Parada 2. Fuente de la Reina. Desde el manantial de Marbella tomaremos la carretera que nos conduce en 3 km hasta la población de Luque, ascendiendo entre la Sierra y el Cerro del Algarrobo. Esta carretera atraviesa la vía verde de la Subbética y la carretera que une los vecinos pueblos de Zuheros y Luque. Penetraremos en Luque por la calle y plazoleta de la Cruz de Marbella, seguiremos por las calles San Isidro Labrador y Velesar hasta el Convento de San Nicolás de Tolentino; a continuación giraremos a la derecha en dirección al sur, dejando a nuestra izquierda la Cruz del Patín del Convento, la Cooperativa Olivarera Ntra. Sra. del Rosario y la carretera que se dirige al manantial de Fuente Alhama, distante de aquí unos 9 km. Continuaremos por un camino asfaltado durante unos 500 m hasta encontrar otro terrizo que surge perpendicularmente a nuestra derecha. La Fuente de la Reina se encuentra a 60 m del inicio de este nuevo camino. Nos encontramos en el pago de El Prado, un área cubierta por materiales detríticos aluviales muy recientes, procedentes de la erosión de los relieves circundantes y depositados sobre margas terciarias típicas del relleno de la depresión del Guadalquivir. Estos rellenos aluviales intercalan con frecuencia niveles de arenas y gravas que suelen presentar un comportamiento acuífero. Con toda probabilidad este es el origen del agua de esta fuente, aunque el manantial que la alimenta no se encuentre exactamente en este mismo punto y proceda de una canalización más o menos larga, como parece ser el caso. Es interesante contrastar las características hidrogeológicas de este tipo de manantiales con los kársticos, normalmente mucho más caudalosos y con gran variabilidad de caudales, mientras que estos mantienen su bajo caudal durante mucho tiempo. La fuente se apoya sobre un muro de contención del terreno aluvial que rellena la vaguada, cubierta de olivar. Del frontón salen, algo desordenadamente, varios tubos de PVC, al parecer porque hasta aquí se han conducido las aguas de algún otro manantial. Los caños vierten en un pilar-abrevadero rectangular construido con sillares de piedra que antiguamente estuvo ubicado en otro punto de la población. Aunque existe una inscripción que fecha la construcción de la fuente en 1659, según cuentan las crónicas de Luque, esta data de 1843, año de su inauguración que coincidió con la proclamación de la mayoría de edad a los 14 años de la reina Isabel II, de ahí su nombre. Parte del agua que llega a la fuente lo hace por un conducto procedente de un pozo situado en el borde de la sierra. Seguiremos nuestro itinerario continuando por el camino que pasa junta a la fuente, el cual, a pocos metros, cambia de orientación dirigiéndose al sur. Este discurre por terrenos margosos terciarios dedicados a olivar, salvo en la zona conocida como Pomar, donde atraviesa un afloramiento de calizas jurásicas completamente rodeado de dichas margas. Son muy frecuentes este tipo de afloramientos calizos aislados en todo el sector que se extiende al este y sureste de Luque, como la Atalaya, Piedra de Juan Mateo, Sierra de Mascuna, etc., relieves rocosos de menos de 1,5 km2 que se deslizaron hace mucho tiempo desde el frente de cabalgamiento del Subbético y se depositaron en el fondo del mar que durante el Mioceno ocupaba la depresión del 120

122 Guadalquivir. Todos estos mogotes tienen asociados uno o más manantiales que drenan el agua de lluvia que se infiltra en ellos. En este de Pomar, a escasos metros por debajo de nuestro camino, existe un pequeño manantial captado desde hace mucho tiempo para el abastecimiento de Luque. En el cruce con el camino de la Pata, nuestro itinerario pasa a poca distancia del Pozo Pomar, muy conocido y apreciado entre la población luqueña. Este pozo se excavó en el delgado relleno cuaternario que se conserva aún sobre las margas terciarias. En breve alcanzaremos el camino vecinal de Luque a Carcabuey, conocido entre los senderistas foráneos como camino de las Buitreras, que será nuestra vía principal en este itinerario, pero que abandonaremos casi de forma inmediata para poder visitar la Fuente del Espino. Así, tomaremos a la derecha por el sendero ascendente que se nos muestra encajado en un estrecho valle que recibe el nombre de Cañada del Sastre. A poco más de 1 km, el camino se acaba, aunque el valle continúa, al tiempo que aparecen terrenos ganaderos vallados. Será conveniente no perder la traza del paso de personas y ganado, así como algunas indicaciones de pequeño recorrido que quedan, dirigiéndonos preferentemente al sur hasta encontrar el cauce que procede de la Fuente del Espino y más tarde la propia fuente. Parada 3. Fuente del Espino. La Fuente del Espino es otra de esas fuentes míticas, colgadas en las partes más altas de la sierra (en este caso a más de m de altitud), que han constituido durante siglos puntos estratégicos para el abrevado del ganado caprino y ovino. Está situada, por ello, junto a la colada de Zuheros a Priego. No es la única surgencia que existe en la zona: a unos 150 m al suroeste se encuentra otra, de caudal algo menor, ubicada dentro del recinto cercado de la Casa de Claudio. La posición tan alta e interna en el macizo de estos manantiales solo es posible gracias a la estructura en escamas y mantos de cabalgamiento de la sierra, que favorecen la compartimentación de los materiales carbonatados jurásicos en múltiples subunidades acuíferas, las cuales reposan sobre materiales impermeables arcillosos o margosos de edades diversas, sobre todo Triásico, Cretácico o Terciario. Así, una vez que ha actuado la erosión de los materiales geológicos y se ha configurado el relieve actual, se producen numerosas situaciones hidrogeológicas que favorecen la existencia de estos manantiales que consideramos colgados por estar desconectados del nivel freático general de la sierra, cercano a 500 m de cota. Aunque en los inviernos de años húmedos la Fuente del espino puede arrojar un brazo de agua y la atarjea rezuma agua por varios puntos, su caudal medio es realmente muy bajo, inferior a 1 litro por segundo. Esto nos indica que el área de alimentación es muy pequeña: probablemente se reduzca al sector más septentrional del cerro del Charcón y al más noroccidental del cerro Abuchite, ambos sectores corresponden a un área de grandes bloques carbonatados deslizados por gravedad del frente de cabalgamiento y afectados por grandes grietas abiertas. El resto de la Loma del Abuchite, desde los tajos de los Filos hasta la Hoya del Tajo, drena fundamentalmente por el manantial de Zagrilla, ya en el término municipal de Priego de Córdoba. En coherencia con lo indicado anteriormente sobre la geometría del acuífero, las aguas de la Fuente del espino son bicarbonatadas cálcicas, con contenidos muy bajos en otras sales, debido a que siguen cortos recorridos en el subsuelo desde que se produce la infiltración de la lluvia, la principal fuente de recarga del acuífero. Desde el punto de vista arquitectónico, se aprecia que esta fuente ha sufrido muchas modificaciones. La conducción, cubierta con grandes bloques de piedra vierte 121

123 directamente en dos pilas rectangulares alineadas de tamaños similares, construidas originalmente con grandes losas. No sería suficiente el depósito de esas dos pilas para abrevar el ganado y tuvo que construirse un gran abrevadero, también con grandes losas y tres divisiones de refuerzo, pero esta vez formando una L respecto a las pilas anteriores. Por último, por la misma razón antes aludida y probablemente coincidiendo con un periodo de sequía, recientemente se ha añadido un abrevadero más, pero esta vez metálico; muy funcional, pero discrepante con la estética constructiva tradicional, algo que le está ocurriendo a tantas y tantas fuentes. En los varios pilones que almacenan el agua de esta fuente se ha desarrollado en su fondo un tapiz con el alga verde Chara vulgaris y con la comunidad de berro y apio silvestre, a los que ha salido un competidor, un alga verde del género Spirogyra. La profundidad de los pilones ha permitido que los garapitos (Notonecta sp.) naden buscando cualquier insecto que caiga a la superficie, y también del caracol cuerno de carnero (Planorbis corneus), un auténtico comedor de algas, a las que literalmente pastorea como si de ganado silvestre se tratara. Foto 60. Aspecto de la colonia del caracolillo cuerno de carnero. 122

124 Foto 61. La anagálide (Veronica anagallis-aquatica) coloniza junto con el berro el vaso de las pilonas, y genera una multitud de raíces para absorber las sales minerales. En los suelos encharcados que bordean los pilones existe una extensión importante colonizada por un juncal de junco glauco, que es favorecido por la presión que el ganado que viene a beber a los pilones genera con su continuo pisoteo y con la eutrofización por sus excrementos. Bordeando a estos juncales son los espinares con zarzamora los que dominan junto al pequeño regato que evacúa el agua hacia el norte, donde también se ha instalado un gran álamo negro. En el entorno del nacimiento hay un pequeño espino, el majuelo o majoleto, como los que debieron existir en la zona con anterioridad y que dieron nombre a esta renombrada fuente. 123

125 Foto 62. Aspecto del espléndido juncal de junco glauco. Dejaremos la fuente dirigiéndonos de nuevo hacia el norte, siguiendo por el camino que discurre por la margen derecha del arroyo, hasta llegar a un collado. Desde aquí, el camino está mejor marcado y cambia de dirección hacia el este, discurriendo por una ladera compuesta por grandes bloques calizos desgajados del cerro Abuchite. En menos de un kilómetro el camino nos llevará hasta el cortijo Hoya de la Osa, importante explotación caprina de la zona, en cuyas proximidades se observan vestigios de perforaciones para la captación de aguas subterráneas que parecen haber tenido poco éxito. Continuando por el mismo camino llegaremos de nuevo al camino vecinal de Luque a Carcabuey, por donde, esta vez sí, continuaremos nuestro recorrido, coincidiendo en gran medida con el PR-A 62 y el llamado camino de las Buitreras. Justo al norte de este punto, a unos m de distancia, ya fuera de los límites del parque natural y de la sierra, la entonces compañía americana AMOCO perforó un sondeo de investigación petrolífera, entre diciembre de 1984 y mayo de Se trata del sondeo Río Guadalquivir H-1, de m de profundidad que al parecer no tuvo mucho éxito, pues, según los rumores, solo encontró algo de gas. Su columna litológica revela la existencia de tres escamas superpuestas, es decir, una triple repetición de la serie jurásica-miocena (una más de las esperadas a la vista de los datos geológicos de superficie). El sondeo y la trampa que se pretendía investigar fueron ubicados a partir de una campaña geofísica que llevó a cabo en el sur de Córdoba la multinacional francesa CGG (Compañía General de Geofísica), entre 1982 y 1984, poco antes de la declaración de Parque Natural. Poca gente habla ya del gran revuelo que se montó en la comarca con el desembarco de más de un centenar de técnicos y personal de apoyo, camiones todoterreno, perforadoras, bulldozers, etc. El impacto ambiental de la 124

126 campaña fue notable, tanto por la gran cantidad de perforaciones y explosiones que se realizaron (la geofísica petrolera es fundamentalmente sísmica), como por la necesidad de trazar numerosos caminos que permitieran el acceso de los equipos geofísicos a lugares inverosímiles. Poco a poco, la mayor parte de aquellas heridas ha ido cicatrizando, si bien, muchos de los caminos que se hicieron entonces han sido reaprovechados y mejorados por los propietarios de los terrenos y están en uso para las actividades agropecuarias. Parada 4. Nava de Luque. Caminaremos todavía algo más de 1 km por el sendero de Las Buitreras hasta el cortijo del Santo Cristo, adentrándonos en una zona deprimida, de planta más o menos triangular, limitada por las sierras de Abuchite, la Lastra y la Loma de las Piedras (Sierra Alcaide en la parte correspondiente al término municipal de Priego de Córdoba), cuyo sector más bajo y llano es la llamada Nava de Luque. Poco se sabe sobre la génesis, la estructura y la evolución morfológica de esta depresión kárstica, cuyas modestas dimensiones (1 km de largo por 400 m de ancho) no alcanzan la talla que corresponde a la categoría de los poljes. Aunque habría que hacer estudios más detallados para asegurarse, la depresión parece situarse en la zona axial de una estructura sinforme, poco habitual en los relieves más elevados del dominio Subbético. En su día debió ser una depresión completamente cerrada, con drenaje endorreico, recargando de forma considerable al acuífero carbonático. Actualmente, aunque todavía sigue siendo un área de infiltración preferente, que alimenta los manantiales de Zagrilla y Fuente Alhama, su carácter exorreico, con desagüe a través del pequeño cañón denominado Barranco de las Palomas o Vertiente de la Nava, le resta importancia hidrogeológica. Ahora bien, el canal de desagüe solo lleva agua en los años especialmente húmedos, alimentado por la escorrentía superficial que generan las lluvias y por algún pequeño manantial que existe en el borde de la depresión, cerca del cortijo de La Lastra. Esta hoz, a diferencia de lo que ocurre en la del río Bailón, no alcanza actualmente su mayor profundidad y desarrollo en la zona más baja, sino en su tramo intermedio, coincidiendo con su intersección con un afloramiento de margas y calizas margosas de la Formación Zegrí, el cual, en forma de banda, recorre toda la ladera noreste de la Sierra de la Lastra. La menor resistencia a la erosión de estos materiales margosos ha permitido un mayor ensanchamiento del cañón y que queden paredes calizas colgadas y descalzadas especialmente a ambos lados del afloramiento margoso. Estos rasgos morfológicos y geológicos parecerían indicar que la apertura de la nava y la formación del cañón se han producido más por desbordamiento e incisión fluvial que por captura de la depresión por erosión remontante desde el arroyo Morellana. Volveremos al camino vecinal de Luque a Carcabuey por la misma pista que nos adentró en la nava y continuaremos por él en dirección al sur, rodeando la loma de Abuchite por su parte meridional y atravesando terrenos de ganado bravo, cada vez más habituales en estas sierras. Como a 4 km del punto anterior, junto al cortijo del Valle del Conde, el camino se encaja en un extenso valle, formado entre la Loma de Abuchite (con los impresionantes tajos y buitreras de su parte suroeste) y la Sierra Alcaide (la de Carcabuey). El valle está ocupado principalmente por terrenos arcillosos triásicos, los cuales se extienden más allá de los límites de la depresión, colocándose en profundidad bajo las rocas carbonáticas que conforman las sierras limítrofes. Es una posición geológica y geomorfológica favorable a la existencia de manantiales, pero la cota relativamente alta del terreno y la geometría de los acuíferos hacen que las aguas subterráneas afluyan hacia puntos más bajos de los mismos, alejados de este lugar. A pesar de todo, hay algunos manantiales procedentes de la Sierra Alcaide y del Peñón del Nervo, como el que ha sido captado y regulado mediante una enorme alberca para el regadío de olivar en la finca del cortijo del Valle. En épocas lluviosas, el 125

127 caudal de base del arroyo del Valle, en parte canalizado bajo la finca antes mencionada, puede superar los 50 litros por segundo. Parada 5. Fuente de Bernabé. Como a un kilómetro y medio del cortijo del Valle, el arroyo de igual nombre confluye con el arroyo de Navahermosa y dan origen al arroyo de Bernabé (o del Juncal), nombre que toma al recibir también las aguas que proceden del manantial homónimo, nuestra siguiente parada. Para llegar a la surgencia, situada al pie del cerro Lobatejo, tendremos que abandonar el camino principal y adentrarnos en el diseminado de Bernabé. Una barrera al inicio del camino, junto al puente que cruza el arroyo, impide la entrada de vehículos sin las oportunas autorizaciones. No hay problema si accedemos a pie, así que, siguiendo el camino y tomando preferentemente las desviaciones que surgen a la derecha, en menos de 1 km llegaremos al manantial de Bernabé. Las vistas del valle, flanqueado por montañas de más de 1000 m, son de una gran belleza. El manantial, captado por gravedad para el abastecimiento de Carcabuey desde la segunda década del siglo XX, parece situarse más bien en el término municipal de Luque, a muy pocos metros del límite con el de Carcabuey, que es el terreno que riega realmente. Una cosa es el nacimiento y otra la fuente de Bernabé, pues, a pocos metros del manantial, ya en el término municipal de Carcabuey, podemos observar la fuente. Esta consta de dos pilas de planta rectangular, siendo la primera para abrevar al ganado y la segunda para lavar la ropa, ya que todavía se conservan adosadas a sus flancos largos, sendas parejas de losas de piedra, de inclinación opuesta, colocadas para tal fin. El agua del manantial procede fundamentalmente de los afloramientos calizodolomíticos jurásicos del Lobatejo en contacto con arcillas triásicas impermeables. La extensión de dichos afloramientos es relativamente pequeña, de ahí que el caudal medio de la surgencia ronde la decena de litros por segundo, aunque no es raro que se superen los 30 L/s en los inviernos más lluviosos. A pesar de tener una cota de solo 680 m sobre el nivel del mar, el contexto hidrogeológico de este manantial es similar al de otras surgencias colgadas y ligadas a las unidades cabalgantes (Unidad de Gaena), situadas hacia el interior del macizo y a cotas bastante más altas. A pesar de que las rocas acuíferas en la zona del Lobatejo se apoyan sobre materiales triásicos (que suelen contener yesos y otras rocas hipersolubles), la mineralización del agua de este manantial es bastante baja, indicando que el agua subterránea, en su recorrido, no disuelve rocas evaporíticas. Aunque la surgencia ha sido captada, aún quedan restos de vegetación acuática, que puede reconocerse por la existencia de ejemplares típicos de las comunidades de ribera de este espacio. Sumergidos en el agua se han desarrollado numerosas algas verdes, mientras que en el borde del pilón aparecen algunas mentas, y fuera del mismo, en el pequeño regato de agua, ha proliferado la comunidad de berro y apio silvestre. Bordeando al cauce aparecen restos de la vegetación de ribera con fresnos bastante grandes, herbazal de menta, junco churrero, y algunas bellas lianas como la nueza negra o la zarzaparrilla. En relación con la fauna, en la superficie del agua del pilón hay varias poblaciones de unos pequeños escarabajos de la familia de los Girínidos, que se llaman así porque todos los individuos de los grupos en los que suelen vivir, giran a gran velocidad sobre el resto de compañeros, creando un auténtico espectáculo por la habilidad de estos 126

128 insectos. Al parecer es una técnica de defensa frente a los depredadores, pues cuando alguno se les acerca incrementan su velocidad de giro, siendo casi imposible adivinar la trayectoria exacta de cada escarabajo y, por tanto, haciendo difícil su captura para el depredador. Foto 63. Imagen de un grupo de escarabajos girínidos en plena actividad sobre la superficie del agua. Otros escarabajos acuáticos que pueden verse en este pilón son de la familia de los hidrobios, pero a diferencia de los anteriores son unos expertos nadadores de profundidad donde capturan larvas de otros insectos más pequeños que ellos, pues no llegan al centímetro de longitud. Si se presta atención al fondo es posible ver las larvas de efémeras, o algunas chinches del género Sigara vigilando para capturar otros invertebrados más pequeños. Con suerte se podrá adivinar la presencia de la ninfa de alguna libélula, que con su perfecto camuflaje es muy difícil de ver si no presta una especial atención. Por último, pegados a la pared del pilón, son numerosos los ejemplares de un pequeño caracol del género Ancylus, cuya concha tiene su espiral muy abierta, consiguiendo así un aspecto similar a un gorro chino. 127

129 Foto 64. El fondo del pilón está colonizado por algas verdes y numerosas especies de insectos como estas chinches acuáticas del género Sigara. Por último, debe mencionarse la bellísima oropéndola, un ave del tamaño de un mirlo tan atractiva por su color amarillo intenso como por el espléndido cante con el que inunda todo el valle en primavera y verano. Después de disfrutar del encanto de este rincón tan especial que es la Fuente de Bernabé, retornaremos al camino de Luque a Carcabuey, dirigiéndonos al sur hacia la carretera A-339. A medio camino nos sorprenderá encontrar una curiosa fuente, constituida por una tubería metálica con forma de cayado, de casi tres metros de altura, que esporádicamente vierte gran cantidad de agua a una pileta de piedra de planta circular que continúa por un estrecho canal de gran pendiente. Se trata de un simple aliviadero de la conducción de aguas que desde el manantial de Bernabé se dirige a Carcabuey; por esta tubería se drenan los excedentes captados en el manantial y se alivia la presión en el interior de la conducción. Parada 6. Pozo surgente junto al arroyo de Bernabé. En nuestro camino hacia el sur por el valle de Bernabé, quizás nos haya llamado la atención el hecho de que las partes más bajas del mismo están ocupadas por varios afloramientos rocosos calizos, grisáceos en superficie, de escaso relieve en general, en los cuales se reinfiltra parte del caudal del curso fluvial. Los observamos en los sectores de Bernabé, Los Mármoles, Cudillas y El Cerveral. En este último existe una cantera muy activa (cantera del Palancar) que extrae bloques muy blancos de roca ornamental. La característica común de estos afloramientos es que están compuestos por calizas oolíticas de la Formación Camarena y, en menor medida, calizas nodulosas rojizas de la Formación Ammonítico Rosso. Rodeando a estos afloramientos se observan terrenos de olivar constituidos en gran medida por materiales margosos del Cretácico (Formación Carretero). En realidad, estos afloramientos corresponden a la unidad de Cabra que aflora según una estructura que podríamos considerar en ventana 128

130 tectónica, ya que están rodeados casi por completo de afloramientos calizos y dolomíticos jurásicos, y arcillas rojizas del Triásico, que ocupan preferentemente las áreas más elevadas y montañosas del valle y que corresponden a la unidad de Gaena, superpuesta tectónicamente a la anterior. Esta estructura tectónica, que se extiende también hacia el valle del río Palancar, fue correctamente advertida y muy bien cartografiada por los ingenieros de minas Carlos Felgueroso Coppel y Juan Enrique Coma Guillén, en el magnífico estudio geológico del sur de la provincia de Córdoba que llevaron a cabo a principios de los 60 del siglo pasado. El propósito de ese estudio geológico era servir de base para un estudio hidrogeológico específico de la comarca que había solicitado el antiguo Instituto Nacional de Colonización (INC). Como en otros muchos estudios hidrogeológicos, en este se buscaban lugares idóneos para perforar sondeos de captación de aguas subterráneas para la dotación de regadíos. En el valle del Palancar y en la confluencia con el arroyo de Bernabé, los ingenieros intuyeron acertadamente que la estructura geológica en escamas superpuestas, junto con las cotas relativamente bajas del terreno, permitirían encontrar en profundidad un acuífero calizo, confinado bajo las arcillas triásicas y en carga, de tal manera que al ser alcanzado con perforaciones, estas resultasen surgentes, por un simple fenómeno de artesianismo. Algunos de los cuatro sondeos que el INC perforó en esta zona demostraron la existencia de este fenómeno hidrogeológico, siendo nuestra siguiente parada un magnífico exponente del mismo. Poco antes de alcanzar el final del camino de las Buitreras y llegar a la carretera A- 339, como a 70 m del cruce, surge a nuestra derecha un camino que desciende suavemente hacia el arroyo de Bernabé y el pago de La Grana. Tomaremos por dicho camino (Vereda de Cabra a Priego) y lo recorreremos unos 250 m hasta llegar a un pozo aparentemente abandonado, con un brocal amplio de anillos de cemento. Se trata de un pozo surgente, con el nivel del agua al ras del suelo y con caudales que actualmente oscilan entre 0,3 y 3 L/s, pudiendo dejar de ser surgente en años muy secos. Este pozo, de 119 m de profundidad y con un caudal de aforo original de 57 L/s, corresponde al sondeo número 3 de los realizados por el INC a mediados de los 60, con algunas modificaciones más recientes. Su columna litológica indica que las calizas oolíticas de la Formación Camarena (las que aportan el agua) se encuentran a 85 m de profundidad, bajo una cubierta de arcillas y yesos triásicos. Estos materiales actúan de sello, de manera que, al ser perforado, lo que se ha hecho es crear un punto de descarga del acuífero, una especie de manantial artificial. Cuando se llevó a cabo la perforación del pozo el caudal surgente resultante fue de unos 32 L/s, alcanzando el chorro de agua una altura cercana a los 10 m. Lógicamente, el caudal y la carga hidráulica en este pozo ha ido disminuyendo con el tiempo, ya que, al no acondicionarlo con válvulas de control (como sí se hace, por ejemplo, con los pozos petrolíferos), el acuífero se ha ido desangrando paulatinamente. El agua de este pozo-sondeo es sulfatada cálcica, con una mineralización relativamente alta para las aguas de la región: 1,3 gramos de sales disueltas por litro de agua. Estas características se deben, sin duda, a la influencia de los yesos intercalados entre las arcillas triásicas. En lo que respecta al medio vivo, en el pozo sólo se ha desarrollado la anea, pero en el arroyo Bernabé que pasa al lado existen magníficos zarzales con algunos fresnos dispersos y álamo negro. De forma puntual aparecen juncales de junco glauco, cola de caballo, gladiolo silvestre, ajo silvestre, aro y vinca o hierba de la doncella. El cauce 129

131 está muy nitrificado, en parte por los cultivos de membrillero que lo bordean por la margen derecha. Foto 65. Aneas desarrolladas en el pozo. Podemos continuar por el camino que traíamos unos 250 m más paralelamente a la carretera A-339, pero al final del tramo no tendremos más remedio que discurrir unos 400 m por el arcén de la carretera en dirección a Cabra (habrá que extremar las precauciones para evitar atropellos), hasta llegar a una venta de quesos donde podremos apartarnos nuevamente de la carretera caminando por un sendero paralelo, unos 400 m más, en sentido oeste. Pasaremos aproximadamente por el lugar donde el INC perforó el sondeo número 1 a mediados de los 60 del siglo pasado. Esta perforación se ha perdido, pero sabemos por los trabajos de Coma y Felgueroso que se atravesaron 78 m de margas y yesos triásicos y a continuación 34 m de calizas oolíticas; es decir, una serie muy similar a la del sondeo 3. Aquí, la mayor cota del terreno impidió que el sondeo fuera surgente, pero el acuífero también estaba en carga y el nivel ascendió hasta colocarse a 26 m de profundidad. Analizando los datos de cotas y niveles piezométricos originales que proporcionaron estos ingenieros para los sondeos 1 y 3, parece deducirse que el sentido del flujo del agua subterránea era - hace medio siglo- hacia el oeste, probablemente hacia la Fuente del Río, con un gradiente hidráulico medio muy bajo, del orden del 6 por mil. La construcción del sondeo 2 y la circulación libre que se produce a través del mismo, han debido provocar una modificación del flujo subterráneo que ahora se debe dirigir necesariamente hacia el sureste, al menos en el sector más inmediato a dicho sondeo, sin que se pueda precisar más debido a la falta de estudios. A la altura del cruce de la carretera A-339 con el camino que conduce a la cantera del Palancar (o del Cerveral), tomaremos le camino que va en dirección sur hasta alcanzar el arroyo del Palancar (el cual vadearemos) y un área de vegetación de ribera que 130

132 constituye el área recreativa del Palancar, nuestra siguiente y última parada en este itinerario. Parada 7. Área recreativa de la Fuente del Palancar. La zona más inmediata que rodea al manantial del Palancar ha venido siendo utilizada por los carcabulenses para la práctica del picnic desde hace mucho tiempo, incluso antes de la declaración de parque natural. La abundancia de agua procedente del manantial, la cual discurre por varias acequias y derivaciones, incluyendo el propio arroyo del Palancar que discurre cercano con agua procedente de otros manantiales situados aguas arriba, ha favorecido la existencia de una abundante vegetación de ribera: fresnos, sauces, olmos, etc. El manantial, cuyo caudal medio ronda los 30 L/s, surge al pie de la ladera norte del Cerrajón, un afloramiento rocoso que posee una serie estratigráfica parecida a la de la unidad de Gaena y que constituye una pequeña escama tectónica con continuidad hacia el oeste en los relieves de La Sierrezuela y la Sierra del Pelpitre. No obstante, los datos hidrogeológicos e hidroquímicos que se poseen de este manantial y otros próximos parecen indicar que el área de alimentación del mismo no incluiría la Sierra del Pelpitre. En cambio, la similitud de sus aguas con las de los sondeos surgentes del Palancar (sondeos 2 y 4 que visitaremos en el itinerario número 5) nos lleva a pensar que el relieve dolomítico del cerro Hortijuela, situado inmediatamente al norte de La Sierrezuela, de La Zamora y del camino que asciende hacia el cortijo del Navazuelo, forma parte de la cuenca hidrogeológica que alimenta al manantial del Palancar. La ausencia de drenaje conocido en el Hortijuela y la cota del nivel del agua subterránea en los sondeos surgentes y en manantial, son argumentos a favor de esta hipótesis. Foto 66. Arroyo de Palancar con un enorme zarzal y una fresneda. 131

133 Esta área recreativa cuenta con un entorno natural espléndido y poco alterado. Aunque se han introducido árboles foráneos para dar sombra, como es el caso del sauce llorón, falsa acacia o arce negundo, también existe arbolado autóctono como encina, quejigo, espino blanco y fresno, que configuran un espacio de gran belleza. Bajo este dosel arbóreo, y debido a la humedad y fertilidad de los suelos, son muchas las plantas que pueden encontrase. Entre ellas, lianas como la zarzamora o la nueza blanca (Bryonia dioica), y en el lecho hierbas como la menta, ajo porro (Allium porrum), escrofularia, ajo rosa (Allium roseum), romaza (Rumex crispus), trébol rojo, botón de oro, cincoenrama, aro, llantén mayor, gladiolo silvestre, y arbustos como la gayomba (Spartium junceum) con su fragante aroma. Este ambiente fragoso e intrincado en algunas zonas es el hábitat idóneo donde anida el ruiseñor y el mirlo, mientras que en los árboles son el pinzón, el carbonero común y el jilguero los que frecuentan sus ramajes y troncos para nidificar. Foto 67. Aspecto del herbazal húmedo con botón de oro, menta, trébol rojo, etc. En el nacimiento de agua la composición es bastante diferente. Hay una primera poza que contiene junco churrero en los bordes y una gran masa de berro sumergida en el centro. De la fauna, únicamente es patente la actividad de los zapateros, que pululan en este recinto acuático por encima de las algas. 132

134 Foto 68. Comunidad de berro y agua libre donde nadan numerosos zapateros. 133

135 FOTOS CORRESPONDIENTES AL ITINERARIO 4 134

136 PB DSC02875 DSC02891 DSC02894 DSC02896 DSC03356 DSC03358 DSC03363 DSC03379 DSC03383 DSC07125 DSC07133 DSC07135 DSC07146 DSC07159 DSC07163 DSC07193 DSC07365 DSC07368 DSC07377 DSC07379 DSC07393 DSC07396 DSC07398 DSC07404

137 6.5 Itinerario 5. Zagrilla Alta-La Alcaidía (en vehículo a motor o en bicicleta) Manantial de Zagrilla, Fuente de las Palomas, Puente Califal del Palancar, área recreativa del castillejo, área recreativa del Palancar, sondeos surgentes del Palancar, centro de visitantes de Santa Rita, lapiaz de los Lanchares, Fuente de Jarcas, Fuente del Río, Fuente de las Piedras. Parada 1. Manantial de Zagrilla o de los Álamos. En el medio vivo lo más llamativo a primera vista son las plantas cultivadas de papiro y flor de pato para engalanar este nacimiento. Pero al acercase a la acequia del propio nacimiento se aprecian algunos musgos, culantrillo del pozo, menta o cincoenrama, así como una rica fauna invertebrada con zapateros, flotando en el agua, larvas del género Libellula, crustáceos como Gammarus, caracolillos diminutos y otros caracoles de mayor tamaño como Theodoxus fluviatilis o las carabutillas (Melanopsis sp.), todas pegadas al fondo del canal y entre las plantas de las que se alimentan. Foto 69. Culantrillo del pozo y cincoenrama colonizan las paredes, mientras los musgos viven sumergidos y agarrados a las piedras del fondo. 136

138 Foto 70. Muda dejada por una larva de libélula en su metamorfosis a insecto adulto. Foto 71. Aspecto de la colonia de carabutillas. Este conjunto de especies y la claridad de sus aguas denotan una gran calidad del agua que mana en este nacimiento. 137

139 Parada 2. Fuente de las Palomas. En el entorno de este paradisíaco enclave existen unos hermosísimos cultivos de membrillo que se han implantado en las terrazas de inundación del arroyo. Bordeando a estos cultivos y próximo al nacimiento aparecen especies asociadas a medios húmedos como la cola de caballo (Equisetum ramosissimum), puerro, álamo blanco, álamo negro, olmo. En el mismo abrevadero del manantial hay garapitos, zapateros y una caracola acuática del género Hydrobia. Foto 72. Equisetum ramosissimum, un helecho denominado vulgarmente como cola de caballo, bastante frecuente en el borde de la acequia. Foto 73. Caracolillas del género Hydrobia en el borde del abrevadero. 138

140 El canto del ruiseñor inunda todo el valle y hace muy gozoso el paseo entre el manto rosado de membrilleros. En contacto con el manantial y los cultivos aparecen quejigos y plantas como hiniesta, lentisco, jara blanca o rusco. Parada 3. Puente Califal del Palancar. La vegetación de ribera ha sido restringida por los cultivos de membrillero al cauce y una pequeña franja junto al río. En esta banda ribereña se puede ver fresno y olmos bien conformados, algún álamo negro y sauce atrocinereo, zarzamora, y en los claros sin arbolado una magnífica comunidad de cola de caballo (Equisetum telmateia). Sobre el puente califal, ha crecido alguna higuera y unas enormes yedras que han escalado este puente, aunque parte está descolgada. Foto 74. Vegetación del punte califal, con cola de caballo (primer plano), fresno (izquierda), yedra (sobre el puente) y sauce atrocinéreo (al fondo). Parada 4. Área recreativa de la Fuente del Castillejo. En un entorno de cultivos con balates, se ha acondicionado un área recreativa alrededor de esta caudalosa fuente, donde puede disfrutarse de tranquilidad y de la sombra de dos magníficos álamos negros y de algún olmo próximo a los cultivos. El manantial se divide en dos compartimentos. El más occidental presenta plantas como el junco churrero, cerraja de acequia (Sonchus aquatilis), menta, escrofularia, entre otras. El más oriental, en cambio, contiene algas como las camas de rana, junco churrero, menta, cincoenrama, llantén mayor, vinca y escrofularia, y fauna flotante, como los zapateros, o fija a las paredes, como hace el caracolillo Theodoxus fluviatilis, o adherida a las gomas que captan el agua del manantial, como es el caso de unas diminutas larvas de frigánea. 139

141 Foto 75. Aspecto del juncal con menta y cerraja de acequia. Foto 76. Cerraja de acequia y menta en el borde de la acequia. Otra fauna más fácilmente visible y audible son las aves que viven en el arbolado, entre las que destacan el ruiseñor común, con su bellísimo canto, el pinzón común, 140

142 con su típico trinar, la curruca capirotada, siempre ensimismada en su gorjeo, y el mirlo común, con su escandaloso canto de advertencia. Parada 5. Área recreativa de la Fuente del Palancar. Se remite al lector a la Parada 7 del Itinerario 4. Parada 6. Sondeos surgentes del Palancar. Parada 7. Fuente de Valdecañas. El cauce que genera esta fuente está ocupado en su mayor parte por un manto de la comunidad e berro y apio silvestre, y en los claros que deja este herbazal se desarrollan algas verdiazuladas del género Nostoc y algas verdes y musgo pegado a la rocas, en las que puede verse también algún caracolillo cuerno de carnero. En los bordes del cauce suelen aparecer algunos botones de oro como el abrojos (Ranunculus muricatus) muy llamativo por sus frutos llenos de espinas, trébol rojo, juncia y romaza (Rumex crispus). Son también frecuentes algunas moscas de las piedras, cuyas larvas se han desarrollado en el interior del cauce. Foto 77. Alga verdiazulada del género Nostoc del interior del cauce. 141

143 Foto 78. Detalle del fruto del abrojo. Foto 79. Tronco de fresno agujereado por carcomas. 142

144 La bella estampa de este manantial se completa con dos grandes fresnos que han sido atacados por insectos xilófagos (carcomas), como así puede verificarse en los numerosos agujeros de su tronco que han producido los escarabajos al salir al exterior. Foto 80. Una mosca de las piedras (plecótero) en el tronco de un fresno. Parada 8. Centro de visitantes de Santa Rita. Parada 9. Lapiaz de los Lanchares. Parada 10. Fuente de Jarcas. Desde el punto de vista biológico el lavadero sólo presenta en su interior una pequeña población del alga verde Chara y garapitos del género Notonecta, una chinche maestra en el remo y natación en aguas tranquilas. En el cauce de salida de la fuente se han instalado formaciones de junco glauco, con alguna menta y berro. En el entorno son destacables algunos majuelos. 143

145 Foto 81. Aspecto del alga Chara vulgaris en el interior de la pileta. Parada 11. Fuente del Río. Se remite al lector a la Parada 5 del Itinerario 1 Parada 12. Fuente de las Piedras. El manantial incluye a pozas en donde sólo quedan restos de la vegetación natural, con algunos álamos negros y herbazales de menta con escrofularia. El resto de la vegetación lo componen especies de jardinería como pino carrasco y plátano de paseo. En las pozas pueden verse algunas carpas y grandes barbos pululando de un lado a otro. 144

146 FOTOS CORRESPONDIENTES AL ITINERARIO 5 145

147 Zagrilla 6 Castillejo 1 Castillejo 2 Castillejo 3 Castillejo 4 Fuente Vieja de Fuente del Río 1 Fuente Vieja de Fuente del Río 2 Jarcas 1 Jarcas 2 Jarcas 3 Jarcas 4 Jarcas 5 Palanca 5 Palancar 1 Palancar 2 Palancar 3 Palancar 4 Palancar 5 Palomas 1 Palomas 2 Palomas 3 Piedras 1 Piedras 2 Piedras 3 Piedras 4 Puente Califal Reenton de Zagrilla Sabta Rita 3 Santa Rita 1 Santa Rita 2 Suregente Palancar Suregente Palancar 2 Suregentes 1 Suregentes 2 Valdecañas 1

148 Valdecañas 2 Valdecañas 3 Valdecañas 4 Villa turística Zagrilla Zagrilla 1 Zagrilla 2 Zagrilla 3 Zagrilla 4 Zagrilla 5

149 6.6 Itinerario 6. Priego de Córdoba-Puerto Mahína (a pie). Fuente del Rey-La Salud, Fuente de Carcabuey, Fuente de la Milana, Cortijo de Gámiz, Jaula, Cortijo del Puerto del Cerezo, Puerto del Cerezo, Puerto del Espino, Cortijo de la Higuera, Las Lagunillas. Se contempla la posibilidad de una ruta alternativa por la Navasequilla, Cortijo de las Chozas, Puerto Mahína, Cañatienda y Cortijo Alto de Torres hasta enlazar con el anterior recorrido. Parada 1. Fuente del Rey-La Salud. La diversidad de especies en la que puede esperarse en una fuente tan antropizada como ésta. La única flora presente en las rocas del mismo nacimiento es un helecho típico de ambientes húmedos como es el culantrillo del pozo, al que acompaña de forma dispersa las típicas hierbas de los muros, la denominada parietaria o hierba caracolera. En el interior del manantial la única cobertura vegetal son diminutas algas verdes tapizando la roca, que constituyen la dieta principal de pequeños caracoles como Theodoxus fluviatilis y para el pequeño crustáceo Gammarus. El resto del área sólo presenta los típicos árboles de jardinería que caracterizan las zonas ajardinadas urbanas. Foto 82. Dos de los habitantes de la fuente: el caracolillo Theodoxus fluviatilis y, junto a él, el crustáceo Gammarus. 147

150 Parada 2. Fuente de Carcabuey. Parada 3. Fuente de la Milana. Antes de llegar a la fuente se puede ver una espectacular yedra que cubre buena parte de la roca que bordea la fuente. Foto 83. Yedra junto al arroyo. Ya en el mismo nacimiento es posible encontrar la comunidad de apio y berro silvestre en la pequeña balsa junto a la fuente, en la que viven algunos caracolillos planos como los caracolillos de cuerno de carnero que comen las algas microscópicas de la superficie de las rocas. También hay un gran olmo plantado para dar sombra a la pequeña adecuación recreativa del entorno del manantial. 148

151 Foto 84. Caracol de cuerno de carnero sobre una roca. Foto 85. Agalla del pulgón Tetraneura ulmi sobre una hoja de olmo. 149

152 Parada 4. Fuente de las Viñas. En esta fuente la vegetación predominante la constituyen unas esbeltas formaciones de álamo negro, y a su sombra puede encontrarse un gran quejigo y un cortejo de plantas de suelos frescos como la celidonia menor (Ranunculus ficaria), con su magnífica flor de intenso amarillo, ajo porro, etc., y en la alberca aparecen restos del alga Chara, algas verdes, berro y apio silvestre, y menta en los bordes. Foto 86. Celidonia menor. La fauna es bastante escasa, con algún zapatero dominando la superficie de la balsa, y con el ruiseñor comandando en los zarzales y alamedas del lugar. Parada 5. Fuente del Cortijo Peñuela. La vegetación acuática en este lugar es bastante rica. En la alberca que almacena el agua se encuentra una hermosa alfombra en su base formada por el alga Chara y anagálide acuática. En el borde de la alberca se producen rezumes permanentes que han permitido el desarrollo de un tapiz de musgos, muy espléndido por su verde intenso y el aterciopelado aspecto que consiguen cada uno de los ejemplares. A los musgos acompañan hepáticas, y plantas típicas de la comunidad de rezume como la pamplina de agua (Samolus valerandi), pericón punteado (Hypericum caprifolium), menta, culantrillo del pozo, entre otras. En el borde de la alberca existe un gran zarzal y un ejemplar de ciruelo silvestre. 150

153 Foto 87. Aspecto del alga Chara tapizando el fondo de la alberca. Foto 88. Comunidad de rezume. 151

154 En relación con la fauna, en la superficie de agua de la alberca proliferan chinches depredadoras del género Velia y en el entorno están presentes el ruiseñor, la oropéndola, el mirlo común y la curruca capirotada. Parada 6. Fuente del cortijo de las Chozas y Puerto Mahína. En esta parada la protagonista es la gran encina que aún se mantiene junto al cortijo, como resto de lo que fueron los encinares en este lugar. En el entorno sí existen formaciones boscosas de encina, al igual que de sus etapas de degradación como son los retamares y lastonares, y en la parte más elevada de los relieves son dignos de destacar los roquedos y cascajares con flora rara y endémica. La vegetación de ribera está reducida a su mínima expresión, con algún majuelo y pie de rosal silvestre. Foto 89. Encina del cortijo de las Chozas. 152

155 FOTOS CORRESPONDIENTES AL ITINERARIO 6 153

156 Chozas2 Chozas3 Fuente de Carcabuey 1 Fuente de Carcabuey 2 Gámiz 1 Gámiz 2 Horconera Las Viñas 1 Las Viñas 2 Las Viñas 3 Milana 1 Milana 2 Milana 3 Milana 4 Milana 5 Milana 6 Peñuela 1 Peñuela 2 Peñuela 3 Priego Rey 1 Rey 2 Rey 3 Rey 4 Rey 5 Rey 6 Rey 7 Rey 8 Rey 9 Tiñosa 1 Tiñosa 2 Tiñosa 3 Chozas1

157 6.7 Puntos singulares de interés hidrogeológico fuera de los itinerarios 1.- Fuente del Cortijo Navazuelo 2.- Polje de la Fuenseca. 3.- Los Hoyones. 4.- Nacimiento de Zambra. Este maravilloso enclave cuenta con unos magníficos mantos de cola de caballo en las terrazas de inundación, y junto al río pueden verse álamos negros y blancos, sauce blanco, fresnos y en algunos rincones zarzales. En el nacimiento del manantial ha proliferado el berro y apio silvestre, y puntualmente algún junco glauco. En la acequia que conduce esta agua puede verse a vegetales menos desarrollados evolutivamente como la hepática Lunularia cruciata o el helecho culantrillo del pozo, y a hierbas superiores como llantén mayor, hierba de san Antonio e incluso alguna higuera, y también algunos caracoles acuáticos como Theodoxus fluviatilis y Melanopsis sp. Foto 90. Aspecto de Lunularia cruciata en el borde de la acequia. 155

158 Foto 91. Espadaña (Carex pendula) con su típica inflorescencia caediza. Foto 92. Hidrometra flotando sobre el agua. 156

159 Además, junto a la antigua embotelladora, en el borde del río existe un pequeño encharcamiento donde se pueden contemplar algunas especies del sotobosque de ribera como cola de caballo, zarza, menta, vinca, geranio silvestre y heno blanco (Holcus lanatus). En el mismo encharcamiento, con aguas siempre remansadas, aparece anea y la singular espadaña (Carex pendula), con su típica inflorescencia colgante, y una criatura realmente sorprendente por su delgadez, la hidrometra (Hydrometra stagnorum), una grácil chinche acuática depredadora que patina por la superficie del agua en busca de pequeños insectos. 5.- Noria del Postigo. 6.- Fuente de las Cañas. 7.- Fuente Solana. Como otros nacimientos han sido captados y su agua se almacena en una balsa, donde pueden encontrarse renacuajos de sapo partero bético y rana común. En el entorno existen álamos negros y aguas abajo el pequeño cauce alimenta a plantas como la vinca, menta, berro y también plantas introducidas por el hombre como avellano o membrillero. 8.- Fuente Castilla. Esta fuente está bastante alterada, y se ubica muy cerca del arroyo de la Pililla. En su corto trayecto mantiene desde su nacimiento una comunidad de berro y apio silvestre sumergida dentro del cauce, y también algunos retazos de juncal de junco churrero con menta. Foto 93. Aspecto de la comunidad de apio y berro silvestre y de retazos de juncal de junco churrero en Fuente Castilla. 9.- Fuente del Mansegar. La fuente está rodada de un gran zarzal en donde están presentes varios tipos de lianas como zarzamora, madreselva (Lonicera hispanica) y rubia (Rubia peregrina). En el interior del agua del nacimiento aparecen numerosos ejemplares de berro. 157

160 10.- Fuente Dura. Aunque intervenida por el hombre presenta una gran comunidad de berro sumergida en una preciosa poza, en la que pueden verse rana verde común, zapateros flotando en la superficie, y el caracolillo Theodoxus fluviatilis y el crustáceo Gammarus entre las plantas que hay en el fondo. Perimetrando a la poza existen otras plantas de medios acuáticos como escrofularia, menta y hierba de San Antonio (Epilobium hirsutum). En el borde superior del nacimiento hay también una gran yedra. Foto 94. Vista de la formación berro en el interior de la poza de Fuente Dura Fuente del Cortijo Vichira. El hábitat original de la fuente ha sido alterado y únicamente presenta flora acuática en el interior de la balsa que almacena los caudales de este manantial. Tapizando el fondo de la balsa aparece una gran comunidad de alga Chara vulgaris, mientras que cerca de la superficie aparecen las típicas algas llamadas camas de rana (Spirogyra). Respecto a la fauna únicamente puede destacarse la presencia de gran cantidad de caracoles de cuerno de carnero y de Ancylus fluviatilis, que ramonean las algas que se depositan en el fondo y paredes de la balsa. 158

161 Foto 95. agua. Aspecto del tapiz del alga verde Chara vulgaris y de las camas de rana sobre el Foto 96. Detalle del caracol de cuerno de carnero (izquierda) y del caracol Ancylus fluviatilis (derecha) con su típica forma de uña o gorro de chino. 159

162 12.- Fuente del Cortijo de la Higuera Nacimiento del río de la Hoz. El río de la Hoz presenta una gran espectacularidad por el encajamiento en el terreno, que ha generado grandes farallones ocupados por vegetación rupícola y por restos del bosque mediterráneo de encina. Próximo a la cerrada, el río genera cascadas de gran belleza y numerosas pozas cada cierto tramo de cauce. Es en estas pozas donde pueden verse pequeños bancos de peces del denominado cachuelo (Leuciscus pyrenaicus), un ciprínido cada vez más raro en los ríos andaluces. Foto 97. Cascadas del río de la Hoz donde vive el cachuelo. Cuando la pendiente disminuye y el relieve se abre, junto al río se han depositado los materiales arrastrados por el cauce, formando terrazas de inundación que han sido colonizadas por alamedas y fresnedas. Es en esta zona con alamedas donde surge el manantial de esta visita. En su nacimiento pueden verse zarzamoras, culantrillo del pozo, zarzaparilla, espadaña (Carex pendula), etc. 160

163 Foto 98. Aspecto del nacimiento y de la flora acuática asociada a él. Foto 99. Borraja. 161

164 En la alameda aparecen álamo negro, fresno, gran cantidad de vinca, lianas como yedra y clemátide (Clematis vitalba) encaramándose a los árboles, o incluso plantas medicinales como la borraja (Borago officinalis). En su conjunto es un espacio con una buena representación de la vegetación de ribera de este espacio natural El Lanchar Manantial del Arrimadizo. Esta fuente está muy intervenida por el hombre y tan sólo cuenta con algunos restos de la vegetación natural. Presidiendo la balsa del nacimiento hay un gran álamo negro, y en la salida de agua de dicha balsa han crecido musgos tapizando las paredes del salto de agua. Fuera de la balsa aparecen algunas plantas de ribera como el aro y junto al cortijo del Arrimadizo una bella fresneda y algunos álamos negros de gran porte. Foto 100. Balsa y gran álamo negro del manantial de Arrimadizo. 162

165 16.- Arroyo de las Tijeras. El arroyo presenta una esplendida formación de ribera, con fresnedas y alamedas donde pueden encontrarse álamo blanco, álamo negro, sauce blanco, fresno, zarzaparrilla (Smilax aspera), gayomba, zarzamora, etc. Además, aparecen especies vegetales típicas de lugares de transición entre los suelos húmedos del río y los que quedan fuera de la influencia del cauce, como es el caso del aladierno (Rhamnus alaternus), madreselva (Lonicera implexa), durillo (Viburnum tinus), cornicabra (Pistacia terebinthus), escobón (Cytisus scoparius). Más lejos del cauce se han instalado otras más resistentes a la sequía como lentisco (Pistacia lentiscus), retama (Retama sphaerocarpa), espino negro (Rhamnus oleoides), jara blanca, entre otras. Foto 101. Durillo, un arbusto típico de suelos frescos y húmedos durante parte del año. 163

166 FOTOS CORRESPONDIENTES A LOS PUNTOS SINGULARES 164

167 Hoz 4 Hoz 5 Hoz 6 Hoz 7 La HIguera 1 La HIguera 2 La HIguera 3 La HIguera 4 Mansegar Navazuelo 1 Navazuelo 2 Navazuelo 3 Navazuelo 4 Noria 1 Noria 2 Noria 3 Solana 1 Solana 2 Solana 3 Solana 4 Tijeras 1 Tijeras 2 Tijeras 3 Tijeras 4 Tijeras 5 Tijeras 6 Tijeras 7 Vichira 1 Vichira 2 Vichira 3 Vichira 4 Zambra 1 Zambra 2 Zambra 3 Zambra 4

168 Arrimadizo 1 Arrimadizo 2 Arrimadizo 3 Arrimadizo 4 astilla 2 Cañas 1 Cañas 2 Cañas 3 Cañas 4 Castilla 1 El Lanchar 1 El Lanchar 2 El Lanchar 3 Embalse Iznajar Fuenseca Fuenseca 2 Fuenseca 3 Fuenseca 4 Fuente Dura 1 Fuente Dura 2 Fuente Dura 3 Hoz 1 Hoz 2 Hoz 3

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