BURGOS: DOS CALLES ENTRE DOS PLAZAS RAFAEL YZQUIERDO

Transcripción

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2 INTRODUCCIÓN Hubo una época, ciertamente lejana pero recordada, en la que Burgos bien pudo haber sido considerada como la Venecia de la Península Ibérica. Todo empezó cuando los primeros habitantes de la ciudad comenzaron a ir bajando paulatinamente del castillo hacia la ribera del Río Arlanzón, mientras el número de habitantes crecía y se hacía necesario un comienzo de urbanización con el fin de que las viviendas tuvieran una cierta armonía, configurándose, entonces, las calles, que no eran tales, sino corrientes de agua. Esto se debía a que la ciudad castellana, que llegó a ser Cámara Regia, debido a que los monarcas se encontraban muy a gusto en ella, debido, entre otras virtudes, a la afabilidad, cariño, cordialidad y afecto de los burgaleses hacia sus reyes, prodigándoles toda clase de atenciones y mimos. También, y sobre todo, en la época estival, época en la que Burgos ofrecía, y ofrece, todo un vergel de pequeños bosques y jardines en donde pasar sin agobios de calor los meses de verano. Como decía, aquello de compararla con Venecia, estando Burgos en medio de la aridez de su tierra, se debía a que, como se dijo, lo que ahora son calles que configuran el plano de la ciudad, la parte más antigua, estaba surcada por riachuelos, canales, regueras, cuyas aguas proporcionaban los ríos Pico y Vena, cuyas corrientes, en más de una ocasión, dieron serios disgustos a los burgaleses capitalinos, debido a las riadas, a las salidas de cauce, anegándolo todo con el ímpetu de sus aguas. 2

3 De esta rotura de convivencia entre los ríos y la población, quedan evidentes muestras en las columnas de la Casa Consistorial, en las que se señala la altura de las aguas en un par de ocasiones, aunque hubo otras más que sembraron el caos y la destrucción de una ciudad que estaba comenzando sus pasos hacia la capitalidad que ahora ostenta. La historia de estos pequeños ríos, cuyas aguas discurrían por el centro de la ciudad, recibían el nombre de esguevas, en cuya creación tuvo mucho que ver San Lesmes, quien llegaría a ser el Patrón de la Ciudad. San Lesmes había nacido en Loudum, al norte de Poitiers, en la región francesa de Portu. Quien le hizo venir a España, fue el rey Alfonso VI, cuando corrían los años, probablemente, de 1081 y Su vida, obras y milagros, pero sobre todo el paso del Tajo y la toma de Toledo, hicieron comprender a los monarcas la grandeza del Santo, y habiéndolo llamado a la presencia del rey y de su esposa, le dijeron: <<Te damos gracias, Padre, porque has querido venir hasta nosotros, pero reconozco que la Corte no es el lugar apropiado para tu santidad y vida de penitencia. Te ruego que escojas, dentro de mi reino, el lugar que tu prefieras para poder mejor servir a Dios y a donde puedan acudir a ti, con más facilidad, todos para exponerte sus necesidades.>> A lo que San Lesmes respondió: <<Me agrada, Señor, tu proposición, pues harto tiempo he estado entregado a cuidados materiales, estando a vuestro lado. Por eso te ruego que me des la capilla elemosinaria de San Juan Evangelista que, para emendación de los pecados y para recoger a los pobres peregrinos, has mandado construir en Burgos.>> 3

4 Pero lo que acabó de conquistar el cariño y el agradecimiento de los burgaleses fue la construcción de las esguevas. Había por aquellas fechas como un enorme charco, formado por el río Vena, que inundaba una gran extensión de terreno de Gamonal. Esta agua, al estar estancada a manera de un lago, se corrompía y era causa de fiebres malignas, que en la mayoría de las veces producía tremendas epidemias. San Lesmes, sabía muy bien de esta agua pestilente y corrompida, conocedor del daño que producían en la ciudad. Por eso hizo uso de los conocimientos que había adquirido en su etapa de militar, concibiendo el plan que iba a remediar todas aquellas calamidades. Expuso sus planes al Consejo ocupándose, en un principio, personalmente de llevar a cabo su idea, que consistía en abrir y encauzar el río y construir esguevas y canales por medio de los cuales el agua entraba en las calles de la ciudad y las limpiaba. Todo este proceso, que convirtió aquellos terrenos anegados en tierras de siembra, duró, aproximadamente, hasta el siglo XIX. La verdad, la realidad de las tan citadas esguevas, no era otra que la de ejercer de cloacas, aunque al aire libre, a la vista de todos los habitantes, forasteros y peregrinos, cuya misión consistía, como tales, en arrastrar las inmundicias, basura, desperdicios y porquería que generaban aquellos primeros burgaleses, quienes al carecer en sus precarias viviendas de los procedimientos adecuados e higiénicos para deshacerse de todo aquello que era inservible, incluso deposiciones sólidas y orines, habían de arrojarlo a la calle, a la esgueva, con el fin de que los incipientes servicios de limpieza los recogieran y se los llevaran a un lugar adecuado, evitando de esta manera, epidemias, enfermedades, fiebres malignas y contaminación, función que también ejercía el agua de aquellas pequeñas corrientes de agua urbanas. 4

5 No obstante, era muy difícil, imposible, evitar los malos e insoportables olores que desprendía toda la porquería y restos, que en ocasiones se almacenaban y taponaban los desagües que iban a dar al Río Arlanzón. Las esguevas, de todas las maneras, fueron un alivio para la población. Y cuenta la Historia de Burgos, que estas canalizaciones, plagadas de pequeños puentes para poder pasar de un lado al otro de la calle, recibían los nombres que la identificaban por donde discurrían. Así, entre otras muchas, se citan las Esguevas de Trascorrales, hoy Calle de Laín Calvo, que continuaba por la Calle Cerrajería y Espadería, hoy, las dos, Calle de La Paloma, para continuar su camino, ya oculta, soterrada por debajo del claustro de la catedral y del antiguo y vetusto Palacio Arzobispal, anexo entonces al primer templo de la ciudad, para volver a aparecer al exterior hacia la Calle de Santa Águeda, tomando el oficio de molino, ya que colaboraba con la molienda del grano, cuyo mecanismo necesitaba agua para sus propias funciones, para ir a salir por debajo de la muralla al Río Arlanzón, cuyas aguas soportaban todo el montón de porquería y contaminación. Como dejé dicho antes veladamente, y por lógica, había otros riachuelos más de estos, esparcidos por otras zonas de la ciudad, como la Esgueva de Cantarranas la Mayor, actualmente, Calle del Almirante Bonifaz; la Esgueva de Cantarranas la Menor, hoy Calle de San Lorenzo; la de la Calle de La Moneda, la que también tenía la misión de ayudar al movimiento de la maquinaria necesaria para la acuñación de moneda, aunque ya desaparecida esta Ceca, el nombre perdura. La Esgueva Algebina, la de San Lucas, y otras varias más. 5

6 Tal complejidad de canales, como se indicó, hizo necesaria la construcción de pequeños puentes, unos hechos con maderas y otros con piedra, llegando al número aproximado de cincuenta distribuidos por los lugares en donde hacían falta y eran imprescindibles, para facilitar el tránsito de los habitantes de la ciudad, algunos con sus carruajes, animales de carga o ellos mismos solos. Esto, como es presumible, dificultaba grandemente, o hacía imposible, el paso de animales de carga y de todo tipo de carros, carruajes y carretas, así como de los vistosos coches tirados por cuadrúpedos de los ricos mercaderes, que en buen número estaban asentados en la ciudad, nobles y personajes que podían sostener este medio de transporte y desplazamientos personales, sin posibilidad de otro, a no ser el de la montura, pero tampoco había demasiadas facilidades para desplazarse de un lado a otro por este rudimentario medio. Otro de los problemas que entonces había en los comienzos de Burgos era la muralla, de ahí que se tuviera que aprovechar al máximo el suelo existente dentro del circuito acotado, estando prohibido edificar, o construir, fuera del cinturón de piedra, reforzado con torreones y almenas, cuya prohibición se había ordenado en 1.479, siendo ratificado posteriormente en 1.506, ambas prohibiciones de los Reyes Católicos, y más tarde, en Esto viene a dar una vaga idea de la estrechez de las calles entonces existentes, con el apelotonamiento de casas y habitantes, a todo lo cual había que añadir la falta de luz pública y en los hogares, por eso el viajero italiano Andrés Navaggiero, que nos visitó entre los años y 1.526, en la crónica que nos dejó de su viaje a nuestra nación, al referirse a Burgos, dejara la referencia de ser: <<buena ciudad>>, para inmediatamente añadir: <<las calles son estrechas y oscuras.>> 6

7 Pero no solamente se aprovechaba el terreno hasta cotas insospechadas, sino que las construcciones eran descaradamente hechas para aumentar su capacidad, dotándolas de voladizos, balcones salientes, e incluso de pasadizos cruzados y a ras de suelo, con lo que se hacía poco menos que imposible que pudiera penetrar la luz, no solamente en los espacios comunes, sino incluso en los interiores de las viviendas. Todo esto, como es lógico, se fue solucionando con el paso del tiempo, aunque trajo serias discusiones entre el Concejo y los propietarios de tales construcciones, alegando el Consistorio en su determinación: para que las calles queden más anchas e iguales. El desaparecido y siempre recordado profesor y escritor C. Ibáñez Pérez (1), nos dejó dicho sobre la cuestión que se viene esbozando que: <<Nuevamente otra provisión real, ésta de 1.551, insistía en las prohibiciones anteriores, porque las dichas calles están muy tristes y sombrías, de tal manera que en ellas no puede entrar, ni entra, la claridad del sol y de continuo están húmedas y lodosas.>> Pero la realidad era muy otra ya que el Ayuntamiento seguía concediendo permisos para que los dueños de las casas pudieran establecer toda una serie de salientes por los que, naturalmente, ingresaba en sus arcas un buen número de dineros que le venían muy bien. <<Las corrientes de agua, ríos o esguevas, son elementos inseparables de la geografía urbana burgalesa, en la que han influido de manera decisiva de tal modo que el plano de la ciudad nace conformado a la existencia de tales corrientes, a las que se debe la orientación de muchas de las calles de trazado paralelo a las esguevas, o que siguen el recorrido de las mismas al ser cubiertas y convertidas en calles.>> 7

8 Esto viene a determinar las calles y plazas que son objeto de este libro: DOS CALLES ENTRE DOS PLAZAS (Plaza de Alonso Martínez, Calle de Laín Calvo, Calle de La Paloma, y Plaza del Rey San Fernando). Volviendo a la lección del insigne profesor y científico, se sabe que: << un segundo influjo de las esguevas sobre Burgos: el de la selección de funciones urbanas acomodadas al régimen fluvial y servidas por él. Estos son los aspectos que pidiéramos llamar positivos, desde el momento que Burgos supo adoptar su forma y modo de ser a las corrientes de agua que encontró en su seno, vinculándolas a la vida de la ciudad hasta llegar a convertirlas en verdaderos hechos urbanos >> Para decirnos seguidamente: <<Los aspectos negativos estaban construidos por la acumulación de suciedad en los cauces, que planteaba problemas de higiene y salubridad, especialmente en verano, y que obligaba a continuas labores de limpieza; la acción destructora sobre los edificios, sobre todo en las bases, y de un modo especial, por las inundaciones que arrasaban la ciudad y destruía los puentes.>> Dicho esto, no obstante hay que señalar que el Concejo disponía de una cuadrilla que se encargaba del cuidado y arreglo de las calles, como así se hace constar en distintas actas, para que se arregle el empedrado, obligando a los trabajadores de estos menesteres se junten después de comer para ver lo que se ha de aderezar por las calles. 8

9 Las páginas que vienen a continuación, sobre todo las dedicadas a las calles de Laín Calvo y La Paloma, son, en cierta manera, una consecuencia de aquellos trazados de planificación que se hacían necesarios para ordenar, lo mejor posible, una ciudad que habiendo surgido en lo alto, en donde comenzó su andadura, a la sombra del histórico castillo, paulatinamente vino descendiendo hasta llegar a la orilla del Río Arlanzón, que la atraviesa en toda su longitud. HOTEL NORTE Y LONDRES Al otro lado de la Plaza de Alonso Martínez que se viene comentando, frente al edificio llamado de Capitanía, enfilando el comienzo de la Calle de Laín Calvo, ya a comienzos del siglo XV se erguía el Palacio de Don Pedro de Cartagena, magnate que era del Rey Don Juan II. En aquellos tiempos, este edificio, estaba considerado como el mejor que había en Burgos, según todas las razones y exigencias de la Arquitectura: arcos, balconadas de hierro, columnas, artesonado, etc. ostentando en la fachada el escudo de armas de los Cartagena, sostenido por dos apuestos heraldos. Esta sorprendente casona, en una de las esquinas, tenía un magnífico torreón con amplios ventanales adornados con dibujos, y un amplio jardín que llegaba a ocupar parte de la actual Calle de San Lorenzo, antaño conocida por Calle de los Herreros, donde está la iglesia del mismo nombre, y muy próxima a ella. Este palacio, como ocurriera con otros muchos, fue pasando de una a otra familia, pero siempre sin salirse del linaje de los Cartagena, hasta que, por fin, llegó a poder de Don Diego González de Medina, Conde de Villariezo, que lo compra a la familia que lo poseía. 9

10 Cuando esta casa-palacio aún pertenecía a la tan repetida familia de los Cartagena, se cometió en ella un crimen palaciego de gran resonancia interna, cuyos hechos nos los cuenta el ya nombrado Gregorio Carmona Urán (14). Detalla el escritor: <<Por haber sido planeado por un rey y del que fueron ejecutores destacadas personalidades de su corte, principalmente Álvaro de Luna, figura de gran relieve, desde luego, perro discutida directamente por los historiadores. En la Semana Santa del año se ensangrentó la plaza de que nos ocupamos. La corte se encontraba en aquella época en el Castillo, y el Rey Juan II había asistido, con sus magnates y familiares, a los solemnes Oficios Divinos, que se habían celebrado en la Parroquia de Santa María la Blanca, el Miércoles Santo. Unas palabras que el monarca dirigiera el Condestable de Castilla y Maestre de Santiago, Don Álvaro de Luna, hicieron comprender a éste que su causa estaba perdida, lo que le movió, sin duda a jugarse la última carta, luchando abiertamente contra sus adversarios. En el primero que se fijó fue en Alfonso Pérez de Vivero, contador mayor del Rey y amigo suyo aparentemente. Don Álvaro se reunió con su yerno y sobrino Don Juan de Luna, con Don Pedro de Cartagena, con Don Gonzalo Chacón y con su fiel criado Don Fernando de Rivadeneira, concertando el plazo para castigar a Pérez de Vivero, procurando salvar toda responsabilidad de homicidio borrando hasta la menor huella y sospecha del crimen que se iba a realizar. Los conjurados querían que la víctima no perdiera su alma si moría en pecado mortal, y, para evitar escrúpulos de conciencia, enviaron al condenado a Rivadeneira, con la misión de que convenciese a Vivero a que se confesara, poniéndole como pretexto que lo podía verificar ya que se entraba en la Semana Santa, tiempo de penitencia y arrepentimiento. Negase a tal ruego Don Alfonso, retirándose el emisario sin lograr su propósito. 10

11 Los conjurados decidieron poner en práctica su venganza sin perder un solo día y con el pretexto de consultarle asuntos de gobierno fue llevado el contador del rey a la casa de Don Pedro de Cartagena, donde se hospedaba el maestre, situada en donde hoy se levanta el Hotel Norte y Londres, en cuya parte alta existía una galería ancha con barandilla de madera. Vivero, aunque con algún recelo, acudió al palacio de Cartagena y acompañado de Don Álvaro de Luna subió al torreón, donde el condestable mostró a aquel unas cartas diciéndole si sabía de quién era la letra, a lo que Vivero contestó que suya. Entonces mandó Don Álvaro a Rivadeneira que las leyese. Éstas contenían pruebas de las maquinaciones que el contador había intentado contra el condestable. Vivero, ante su lectura, palideció y bajando la cabeza confesó su traición. Don Álvaro se irguió amenazador y le dijo: Con tiempo os avisé y os dije lo que os esperaba y ahora se cumple. Acto seguido se asieron a él Don Álvaro y Rivadeneira y, junto con la barandilla, le arrojaron de la torre abajo, recibiendo al caer sobre el puente que había en la esgueva el cual unía las calles de San Juan y Avellanos, un golpe en la sien que le privó de la vida. A las voces que los asesinos daban al bajar precipitadamente la escalera simulando iban en socorro del caído salió la gente que habitaba en el palacio, encontrándose con aquel triste espectáculo en la mañana del Viernes Santo.>> Y cuando parecía que todo había terminado tan trágicamente, un nutrido grupo de hombres logró entrar en el palacio, con armas en las manos. A la sazón había un grupo de cantores procedentes de Francia que daban un recital en el mismo palacio, y cuando cesaron las voces, se pudieron escuchar fuertes ruidos y voces alteradas, así como alboroto de armas y gritos de Castilla! Castilla! y Mueran los traidores! El griterío aumentaba considerablemente, hasta tal punto que se asomó a una de las ventanas del edificio Don Álvaro de Luna, para inquirir a los amotinados qué era lo que pretendían. 11

12 Pero no tuvo respuesta, sino que le lanzaron una flecha que a punto estuvo de clavarse en su cuerpo. El maestre volvió adentro, para volver a salir con acompañamiento y unas teas encendidas en las manos, que arrojaron sobre aquella muchedumbre. El jaleo callejero se convirtió, inesperadamente, en una especie de guerrilla ciudadana, de la que tuvieron que defenderse unos y otros con las armas que portaban unos y tenían en la casona los otros. El pueblo de Burgos estaba consternado y alborotado por los acontecimientos que se estaban viviendo. Ante el presagio de un final trágico, Don Álvaro de Luna fue aconsejado que, aprovechando el alboroto, saliera del edificio por una puerta trasera, y así lo hizo, pero en la carrera comprendió que hacía mal y volvió sobre sus pasos con la firme resolución de afrontar la muerte si es que le llegaba. Gregorio Carmona, el cronista que se citó, termina de esta manera esta triste historia del discurrir burgalés, en una época en la que las intrigas formaban parte de la vida cotidiana: <<Don Álvaro no quiso rendirse al tropel, sino sólo a dos caballeros que el Rey designase, y a tal fin envió Don Juan II a Ruiz Díaz de Mendoza y al obispo de Burgos, atreviéndose todavía el de Luna a pedir un seguro para que el Rey respetara su vida y la de los suyos. Tras un rato de discusión consiguió el privado lo que pedía, procediendo a repartir entre sus secuaces una parte de su cuantiosa fortuna y darles cariñosos consejos. Vistióse seguidamente de su mejor arnés y salió a la calle, que se hallaba solitaria, y montando a su caballo para ir a presentarse al rey vio venir a éste con el Obispo de Ávila y numeroso acompañamiento. El monarca no quiso que le hablase, ordenando se le encerrase en su dormitorio, de donde al poco tiempo fue trasladado a la fortaleza del Portillo y más tarde llevado a Valladolid. El día 22 de junio fue sacado Don Álvaro de la prisión camino del cadalso. Iba montado en una mula enlutada y paseado de esta forma por las calles hasta la Plaza Mayor, donde se había levantado el patíbulo. Antes de morir entregó su sombrero y un anillo a uno de los pajes, que no quiso abandonarle hasta su última hora.>> 12

13 Pasado algún tiempo de estas truculentas noticias de venganzas y muertes, el portentoso edificio de los Cartagena fue derribado. Fue entonces cuando la Condesa Viuda de Bornos mandó construir una rica casa solariega, al estilo castellano-burgalés. Pero no resultó tan fácil conseguir los permisos necesarios para levantar el edificio que se proponía la dama. La verdad es que esta señora estuvo cerca de dos años, de a 1.864, en discusiones con el Ayuntamiento Constitucional, debido a que su anterior casona, con torre, se arruinara cuando en el siglo XIX estaba por su mitad. El Ayuntamiento de entonces estaba en discordia con la noble señora, porque el Ayuntamiento, por aquel entonces contrario ya al desarrollo espontáneo de la ciudad, con buena lógica, y mirando por la conveniencia del ornato público y la mejor circulación de personas y carruajes, así como la mayor ventilación de la calle más larga y concurrida de la ciudad, defendió a través de su Comisión de Obras, que la nueva casa que se pretendía con un ángulo extraordinario, se ajustara a la línea recta que marcaban las casas que ya había. La Condesa en cuestión hacía firmes sus pretensiones, basándose en unas líneas acordadas en un pleno de 1.850, por cierto muy reñido entre sus componentes. Ganó el Ayuntamiento Constitucional las discrepancias, ya que de haberse llevado a cabo lo pretendido por la dueña del solar, que llegaban sus planos hasta la mitad de la anchura de la calle, hubiera provocado las murmuraciones de todos cuantos nacionales y extranjeros repararan en semejante deformidad. Pese a haber solicitado la señora la mediación del Gobernador Civil en su favor, prevaleció el buen juicio del Consistorio Constitucional. Después de unos años se hicieron con la nueva mansión la familia Moliner, quienes hicieron importantes obras de reforma, con el fin de adaptarla a la moda de aquellos momentos en cuanto a construcciones se refería. Más adelante pasó la construcción a manos del Banco de España, mediante el procedimiento de pagar un 13

14 alquiler, en donde permaneció hasta que la entidad nacional se trasladó al Paseo de la Isla, y posteriormente a la Calle Vitoria, donde permaneció hasta su desaparición de la ciudad. Sus siguientes propietarios fueron la familia Mata-Manzanedo, quienes convirtieron la construcción en un hotel, bajo el nombre de Hotel Norte y Londres. La descripción del Hotel Norte y Londres y su vida no es labor fácil por la cantidad de acontecimientos que tuvieron lugar en su recinto. El periódico local Diario de Burgos, al que nos referiremos en más de una ocasión para este tema, en su edición del uno de septiembre de 1.908, daba amplia cuenta de su inauguración, en los siguientes términos: <<Pertenece a la familia Manzanedo. Nuevo ese edificio con todos los adelantos que el lujo y la comodidad pueden exigir, pero viejo en cuanto a nombradía; pues el Hotel Norte y Londres, que de lenguos atrás ha tenido siempre la familia Manzanedo ha sido de los hoteles que más acreditados están y su nombre ha figurado siempre entre los establecimientos de primer orden. Situado en la Plaza de Alonso Martínez, ocupa a la vez las fachadas de las calles de Laín Calvo y San Juan (sería más preciso decir aquí la Calle San Lorenzo). La entrada es por la plaza, fachada principal con puertas de caoba. Bonito pórtico con zócalo de marmolitas rojas y esmeraldas. Todo decorado. Escalera al piso principal y tiene dos plantas más. Total cuarenta habitaciones.>> 14

15 Aspecto del hotel en el año de su apertura, Diario de Burgos, en el año 2.004, le dedicó cuatro columnas de sus páginas, que con el permiso del periódico, me voy a permitir reproducir por el interés de lo escrito y el amplio conocimiento que nos da sobre este Hotel Norte y Londres arraigado en la ciudad desde años atrás. Dice el periódico en su anónima reseña: << Lealtad, observancia de la fe que alguien debe a otra persona. Así define en su primera acepción el diccionario de la Real Academia Española la palabra fidelidad. De ello sabe también mucho, porque lo lleva practicando toda su vida, Luis Mata, propietario del Hotel Norte y Londres, sito desde hace un siglo en la Plaza de Alonso Martínez 10. Entiende y venera todos los recovecos de ese sustantivo hacia la profesión de hostelero, que luce en familia desde sus abuelos paternos; hacia el establecimiento que éstos pusieron en marcha hace ahora cien años, y hacia el esmero en dotar a las relaciones con trabajadores y clientes del valor añadido del calor humano. El Norte y Londres disfruta de un enclave privilegiado en el centro histórico de la ciudad: mira ca- 15

16 ra a cara a Capitanía (durante un tiempo principal centro de poder España, con Franco como huésped); se arrima a la Catedral por las calles Laín Calvo y La Paloma: y el Camino de Santiago se limpia las botas a su puerta. Esto ha configurado su imagen, clientela y encanto junto con su pasado como residencia temporal de artistas y de toreros (cuando la plaza estaba en el actual barrio de Los Vadillos). Paseando por sus habitaciones, salones y pasillos no resulta difícil perderse en el túnel del tiempo e imaginarse unas décadas atrás. A- yuda la serenidad que se respira pese a hallarse en el bullicioso centro urbano, los muebles en maderas nobles y forja artística bien conservados y la elegante austeridad de las estancias. <<El hotel está casi como cuando se abrió, pero eso exige realizar reparaciones y reformas continuas para que siga siendo cómodo y funcional. Por supuesto, en cuanto a servicios y comodidades está totalmente actualizado>>, resulta orgulloso Luis Mata, que destaca también la fidelidad de muchos clientes y la importancia del boca a boca en esta actividadservicio. DE LA FONDA AL HOTEL. Los abuelos paternos de Luis Mata, José Mata y María Luisa Manzanedo, regentaban a principios del siglo XX la Fonda del Norte, en la Calle Laín Calvo, y decidieron crecer, y lo hicieron comprando el edificio del actual hotel y acondicionándole para tal fin. Siempre ha estado en manos de estas familias, que también ha gestionado, con otros miembros, el antiguo Condestable. El Norte y Londres pasará después del verano a manos de los dos hijos del actual gestor, y en enero estrenará la categoría de 3 estrellas. La primera parte del nombre viene de su mencionado germen y la segunda de la moda del momento cuando se puso en marcha muy proclive a echar mano de ciudades o países europeos con gran atractivo. Luis Mata, que también se mantiene fiel a la cajetilla de Rex se muestra moderadamente optimista sobre el futuro del turismo en Burgos y reclama más publicidad en el exterior, más iniciativas para hacer a los turistas la estancia más duradera y cómoda, mejoras accesos a la ciudad y alternativas a la peatonalización para autobuses y turismos. Nació en y cursó los estudios de perito industrial. Pero fue más fuerte el efecto mamado hacia la hostelería que los conoci- 16

17 mientos y horizontes universitarios. Desde hace tres décadas capitanea este establecimiento, que tuvo hasta capilla y sin esfuerzo recuerda pasadas décadas, vividas u oídas, en las que fue lugar de descanso de la nobleza (su libro de oro da fe de ello), de altos cargos del primer gobierno franquista, de los toreros que se vestían de luces en Los Vadillos, de los artistas que animaban las noches de la ciudad, de las cuadrillas de cazadores franceses y vascos que campeaban por ribazos y matorrales burgaleses, de familias enteras que veraneaban aquí por su aire fresco y sano «Cuenta con 50 habitaciones y puede acoger a más de cien personas. La plantilla la componen 14 personas, en su mayoría fijos, pues nos gusta que el personal esté a gusto. Lo cierto es que estoy muy satisfecho y orgulloso porque quieren al hotel, y eso se nota en el trabajo y en el ambiente», afirma su máximo responsable. que viajantes y viajeros solitarios tuvieran más fácil hacer nuevas relaciones, aportando así el hotel calor humano a la estancia lejos del hogar y fidelidad a su estilo familiar. TOROS Y CINE. Los toros figuran entre las principales aficiones de Luis Mata. Desde hace cuatro años preside la Peña Taurina de Burgos, como ya hizo su padre, que fue quien la fundó. Éste, Odorico Mata, fue un médico muy conocido en la ciudad por ser director de la Casa de Socorro cuando estaba en los bajos del Teatro Principal- y fuera de ella. Su hijo relataba ayer con una sonrisa cómo le llegaban cartas en las que sólo ponía como destinatario Odorico. Burgos. Era un gran aficionado a los toros y su hijo Luis vio el bombero torero, en mantillas, y una corrida en la plaza vieja, con cinco años, recuerda él mismo. Esta presencia directa y el ver a numerosos toreros salir y regresar vestidos de luces en su hotel enraizaron esta afición, que hoy en día le llevan a diversas plazas de España en busca de emoción y de faenas para recordar, tarea en la que reconoce no tener mucho éxito. Este local se publicó hace décadas como Gran Hotel del Norte y de Londres, y entre sus atractivos vendía en castellano y en francés, pues gran parte, de su clientela llegaba del país vecino- teléfono, luz eléctrica, comidas particulares, cocina a la francesa, ómnibus a todos los trenes, intérpretes, mesa dre) llegó de novillero a hombros Recuerda cómo El Cordobés (pa- redonda Sí, mesa redonda para desde la Plaza de Los Vadillos has- 17

18 ta el hotel y tuvo que salir al balcón en repetidas ocasiones para saludar a los entusiasmados aficionados. También se cruzó por los pasillos con Juan Belmonte, Rafael Ortega, Gitanillo de Triana El cine tampoco le es ajeno al Norte y Londres. Sus habitaciones antiguas han servido de escenario para varias películas, como es el caso de Tres Palabras, dirigida por el burgalés Antonio Giménez Rico y protagonizada por Maribel Verdú. Y dando marcha atrás en el tiempo nos topamos con Concha Velasco y Francisco Rabal. La laureada artista de Valladolid se quitó por primera vez el sujetador para la gran pantalla en Las bodas de Blanca, y fue en la habitación 211 del Hotel Norte y Londres. Y así, con ecos militares cada día menos perceptibles-, y a la sombra cada día más alargada- de la Catedral y del Camino de Santiago, este hotel aspira a seguir abriendo sus puertas un siglo más.>> El lunes 24 de febrero del año 2.014, Diario de Burgos vuelve a ocuparse ampliamente de la historia de este histórico hotel burgalés por excelencia, con las siguientes palabras, de cuyo cronista ignoramos su nombre, y que con la autorización de todos, también nos tomamos la libertad de reproducir para no dejar coja la historia del repetido hotel. Decía entonces el periódico local bajo el título de 110 años de hospitalidad : <<El Palace, el Casino de Madrid y el centro comercial ABC Serrano tienen algo en común con el Hotel Norte y Londres. Todos estos históricos edificios conservan vidrieras del afamado artista francés Maumejean. En el caso del céntrico inmueble burgalés, ubicado en la Plaza de Alonso Martínez número 10, y que este año (2.014) cumple 110 años de vida, la obra data del año Pero además, alberga un ejemplo único en el arte de los esmaltes realizados por el mismo 18 artista y ubicados en el portal de entrada al hotel. Una auténtica joya. Maumejean que estuvo en la capital castellana entre y también dejó su huella en aquellos años en otros edificios de la ciudad como la Catedral, el Palacio de Capitanía o la iglesia de San Gil. Para poder conservar y enseñar estas maravillas a todo el que se interesa por ellas, se enorgullecen Natalia y Luis Mata Olano, actuales propietarios y gestores del Nor-

19 te y Londres, e hijos del fallecido Luis Mata y su esposa Cristina Olano, que representan la cuarta generación de este negocio. Para conocer sus orígenes hay que remontarse a cuando Juan Manzanedo alquiló una casa de postas en la Calle Laín Calvo número 3, que entonces era el Parador Dorado, y que convirtió en La Fonda del Norte. «Era el equivalente a un hotel de lujo de aquella época, donde sólo había tres en la ciudad», cuenta Luis. Tras el fallecimiento de Juan, y dado que no tenía hijos, quien tomó las riendas del negocio fue su hermano Eleuterio Manzanedo. Él decidió entonces comprar aquel inmueble, que como curiosidad, le costó reales. Y cuando éste falleció, la actividad pasó a manos de su hija María Luisa Manzanedo, que se casó con el farmacéutico José Mata. En ese momento comenzó la historia del Norte y Londres. La fonda se había quedado pequeña y decidió comprar, en 1.904, el edificio del Banco de España por pesetas, un elegantísimo inmueble situado frente a Capitanía General (durante años el principal centro de poder en España), en un enclave único. De su larga historia dan fe todos los rincones de sus me- 19 tros cuadrados de superficie y también el nombre del hotel. «Norte se eligió por sus raíces (La Fonda del Norte) y Londres por ser una de las capitales europeas de moda de la época, junto a Roma o París», recuerda Natalia. A este respecto, su hermano añade que el Hotel Londres, el más emblemático y clásico de San Sebastián, abrió sus puertas el mismo año que el suyo: en Mientras este establecimiento cumplía años y sus instalaciones daban servicio a la gente más pudiente de la época, su tía Ana Mata Manzanedo, conocida como Anita, se hizo cargo de la gestión. Además, impulsó en el Hotel Condestable. Cuando ella falleció en 1.983, heredaron el Norte y Londres sus cinco sobrinos, puesto que no tuvo hijos. «Como mi padre era el único que residía en Burgos y se dedicaba al negocio, fue él quien lo adquirió e hizo la apuesta fuerte, en colaboración con mi madre», explica Natalia, quien reconoce que siempre tuvo claro que su futuro pasaba por dar continuidad al trabajo de su familia. De hecho, estudió Turismo y en empezó a trabajar con su padre. No es el caso de Luis, quien cursó Económicas y durante algún tiempo se dedicó a Bolsa. Fue en cuan-

20 do ambos hermanos tomaron las riendas del hotel, tras fallecer su padre. Y cuáles son los secretos para que un negocio pueda llegar a cumplir 110 años? Natalia asegura que el primer pilar es el cariño al negocio, al que -añaden- «paciencia, constancia, cuidar y mimar lo que hay y no haber hecho locuras». Sobre este último aspecto, Luis aclara: «Hace diez años nos decían que por qué no comprábamos otro hotel, dado que el suelo se revalorizaba mucho. Y Ahora, el tiempo nos ha dado la razón». Mantener la esencia. La recepción, la escalera, el suelo, los espejos, los muebles, las lámparas Todo desprende un halo antiguo y, al mismo tiempo, todo está impecablemente cuidado y conservado. «Nuestro objetivo es mantener la esencia del hotel y, por ello, siempre restauramos lo que hay sin olvidarnos de que es preciso adaptarse a los tiempos. Es decir, ofrecer wifi, televisiones de plasma o cuartos de baño renovados», explican. Junto a ello, la especialización de los clientes ha sido clave en la supervivencia del establecimiento. «No se puede abarcar todo», destaca Luis. Por ello, en los últimos 15 años se han volcado en traer familias y turistas. Y especialmente a los peregrinos, puesto que el Hotel 20 Norte y Londres presume de ser el más antiguo del Camino de Santiago. De hecho, Luis preside desde hace cuatro años la Asociación Posadas del Camino, un colectivo que agrupa ya a 30 establecimientos singulares de toda España, cuyos responsables se vuelcan con quienes hacen la Ruta Jacobea. Del cariño que profesan por el negocio habla la estabilidad laboral en el mismo. Y es que el personal lo forman diez personas, la mayoría de las cuales llevan allí toda la vida. «Quieren al hotel como si fuera suyo. Por ejemplo, las limpiadoras de pisos se refieren a mi planta porque llevan años trabajando en las mismas zonas», apunta Natalia. Y ambos destacan la profesionalidad de todos los empleados. «Podemos presumir de ser una excepción, puesto que en estos años de crisis no ha habido ni un solo despido, Expediente de Regulación de Empleo (ERE) o recorte». El hotel es para ambos un tercer hermano. Y es que su desarrollo ha discurrido en paralelo al del establecimiento. «Hemos corrido por aquí siendo niños un sinfín de veces», cuenta entre risas. En sus instalaciones también pasaron horas jugando en la centralita antigua de teléfonos, dando llaves a los clientes, poniendo sellos en los pa-

21 peles «Yo recuerdo con mucho cariño las paellas de Piedad, la cocinera que tuvimos durante muchos años, y cómo jugábamos al ahorcado y hacíamos bromas con Lourdes, la recepcionista que ya se jubiló», dice Luis. Su hermana reconoce que no ha olvidado la espectacular cocina de carbón que había. «Siempre el ambiente ha sido muy familiar», resaltan.>> Aunque con lo escrito queda perfectamente reflejado el ambiente del Hotel Norte y Londres, sin escaparse esa invisible unión entre dueños, personal, edificio y contenido, aún quedan por reflejar otras opiniones que aparecieron en el desaparecido periódico, entonces local, Diario 16 Burgos, el que sin tanta extensión y detalles se desmenuzan entresijos del mismo, y que como se hizo anteriormente, vamos a reproducir lo ya escrito con el fin de no dejar nada sin expresar. El 28 de noviembre de aparecía en el reseñado periódico la siguiente descripción, bajo la firma de Elías Rubio Marcos: <<A punto estuvo la Calle Laín Calvo, en Burgos, de tener una embocadura angosta, tanto que no se hubiera parecido en nada a la que ahora tiene, bien amplia por cierto. Durante casi dos años ( ), el Ayuntamiento Constitucional de la ciudad mantuvo una reñida pugna con la condesa viuda de Bornos, a través de su apodera- 21

22 do Modesto López de la Riva, por insistir la nobiliaria dama, afincada en Madrid, en levantar un edificio sobre el solar que se liberó después de que una casa torre, también de su propiedad, se arruinara hacia la mitad del siglo pasado (XIX) en la Plazuela de la Audiencia, actualmente nº 1 de la Plaza de Alonso Martínez. El Ayuntamiento, por aquel entonces contrario ya al desarrollo espontáneo de la ciudad, con buena lógica y mirando por la conveniencia del ornato público y la mejor circulación de personas y carruajes, así como la mayor ventilación de la calle más larga y concurrida de la ciudad, defendió a través de su Comisión de Obras, con uñas y dientes, que la nueva casa que se pretendía con un ángulo extraordinario, se ajustara a la línea recta que marcaban las casas que ya estaban de Primitivo Navaes y Jalón (las que comienzan en la Calle del Arco del Pilar) y que en aquel momento llegaban hasta cerca del establecimiento El Castellano. Por su parte, la mencionada condesa, aferrándose a unas líneas acordadas, en un pleno de 1.850, de reñida votación, pretendía irrumpir, según planos que se adjuntaban en la solicitud de la licencia de obras, hasta prácticamente la mitad de la anchura que ahora tiene la calle. A lo que, de haberse llevado a cabo, hubiera provocado, según la sensata Comisión de Obras, las murmuraciones de todos cuantos nacionales y extranjeros repararan en semejante deformidad (Ar. Municipal). Afortunadamente, y después de que incluso fuera solicitada la mediación del Gobernador Civil de la provincia, debió prevalecer el buen juicio del Ayuntamiento Constitucional, porque ya en el último cuarto del siglo XIX la casa, una de las más bellas de Burgos, estaba levantada y destinada a sucursal del Banco de España. Algo más tarde y luego de que esta oficina bancaria fuera trasladada al Paseo de La Isla, el precioso edificio se convirtió en el actual hotel Norte y Londres, a cuyos dueños, Máximo y Germán Manzanedo, el Ayuntamiento concede en licencia para colocar un rótulo de bronce y una marquesina en la puerta principal de la casa.>> 22

23 Recibidor del hotel en las primeras décadas del siglo XX. En este antiguo hotel Norte y Londres, en las primeras visitas que hizo Franco a Burgos, cuenta Luis Castro, por ejemplo, cuando fue nombrado miembro de la Junta de Defensa, a mediados de agosto del año 1.936, el general se había alojado en el mencionado hotel, donde solían acudir los generales y personajes importantes de la época. Era un hotel, como ya se dijo, de cierto lujo para aquel entonces, hallándose bien situado para los mandos de la Milicia, como era las inmediaciones al Palacio de Capitanía. 23

24 Recepción y recibidor del hotel en la actualidad. Detalle decorativo emplazado en el recibidor. Con anterioridad, en la época de la II República, el hotel fue la sede de la VI División Orgánica pues las reformas militares de Azaña habían suprimido las capitanías. 24

25 Tenemos que volver a las páginas del diario local Diario de Burgos, el que su edición del uno de septiembre de 1.908, daba amplia y detallada cuenta de la inauguración del Hotel Norte y Londres, en los siguientes términos: con temor a repetirnos, nos atrevemos a bucear en este legendario periódico que día a día nos va poniendo al corriente de los hechos ocurridos en la ciudad, como lo fue este de la inauguración del Hotel Norte y Londres, que por mucho que indaguemos nunca se llegará a completar su historia: <<Pertenece a la familia Manzanedo. Nuevo ese edificio con todos los adelantos que el lujo y la comodidad pueden exigir, pero viejo en cuanto a nombradía: pues el Hotel Norte y Londres, que de lenguos atrás ha tenido siempre la familia Manzanedo ha sido de los hoteles que más acreditados están, y su nombre ha figurado siempre entre los establecimientos de primer orden. Situado en la Plaza de Alonso Martínez, ocupa a la vez las fachadas de las calles de Laín Calvo y San Juan (de nuevo, puntualizar, Calle San Lorenzo). La entrada es por la plaza, fachada principal con puertas de caoba. Bonito pórtico con zócalo de marmolistas rojas y esmeraldas. Todo decorado. Escalera al piso principal y tiene dos plantas más. Total cuarenta habitaciones. La inauguración La Caridad! Este es el lema con que han querido inaugurar el nuevo hotel los señores hijos de Manzanedo. Han congregado a la mesa a doce pobres, y servida por tres ángeles en forma de niñas, han sido los primeros en disfrutar de los manjares del nuevo hotel. Después, y en agradable fiesta íntima, se ha servido el almuerzo con arreglo al siguiente menú, que ha sido el mismo que el de la comida a los pobres: 25

26 Entremeses. Consomé a la Condesa. Huevos a la Cork. Trucha salmonada a la cruise con salsa mayonesa. Salmón de codornices a la Demi Dul. Jamón dulce con huevo hilado. Solomillo asado con ensalada. Helados. Crema glasé a la catalana. Quesos, frutas y pastas. Vino de Rioja y Champagne. Café, cigarros y licores. Cerca de las cuatro ha terminado el almuerzo, haciendo todos los comensales fervientes votos por el éxito del nuevo hotel.>> Comedor del hotel en las primeras décadas del siglo XX. 26

27 Eugenio Demolder, que hizo un viaje a España en automóvil (15), cuando llegó a Burgos se hospedó en el Hotel Norte y Londres, dejando el siguiente comentario en la crónica de su desplazamiento por nuestro territorio, referido, naturalmente, a Burgos: <<Guardamos el auto en el hotel del Norte, Calle de Laín Calvo. Es necesario, en la calle estrecha, dar marcha atrás y meterse por la puerta de una sombría cochera. Mario se encarniza sobre su volante. El coche atrae la atención de todos los correcalles de la ciudad. Un acontecimiento el auto.>> Libro de firmas del Hotel Norte y Londres. Rúbrica de Robert Parker. 27

28 Firma de la Infanta Beatriz tras su estancia en el Hotel Norte y Londres a finales del año Numerosas signaturas de aristócratas, famosos y otras personalidades decoran las páginas de este histórico libro, amén de las firmas de clientes que quisieron dejar constancia de su paso por el hotel. 28

29 Otros huéspedes optan por enviar cartas al propio hotel mostrando su gratitud por el buen trato recibido durante su alojamiento. La Plaza de Alonso Martínez, no hace falta insistir mucho, desde las fechas de todos estos acontecimientos, y otros que se habrán quedado, cambió sensiblemente. La plaza ya no es tan comercial, asentándose en los locales ocupados, entonces, por distintos comercios, bares y cafeterías de todo estilo. 29

30 Pero para dejar constancia de hechos y anécdotas ocurridas en el Hotel Norte y Londres, volviendo la vista atrás, por ejemplo, nos encontramos en la puerta de la habitación 213 un letrero, que entonces se exhibía en todas las estancias, que textualmente dice: <<GRAN HOTEL NORTE Y LONDRES - BURGOS Régimen interior del establecimiento. Con objeto de llevar el servicio con la regularidad necesaria y cumpliendo las Reales Ordenes fechas 17 de noviembre de y 17 de marzo 1.909, se suplica a los Sres. viajeros: 1º Presentar documentos que identifique su personalidad como así mismo cubrir el boletín de la llegada, para anotar su entrada en el libro Registro. 2º Los señores viajeros sin equipaje, se servirán hacer el pago por adelantado. 3º Las facturas se presentarán al cobro cada 7 días, pero si la Administración lo creyere oportuno podrá verificarlo antes, solventándose las cuentas en todo caso el mismo día de su presentación. 4º Los señores viajeros estables abonarán la pensión por quincenas adelantadas. 5º Los señores viajeros, el día de su salida deberán dejar desocupada la habitación, avisando con 12 horas de anticipación, abonando en caso contrario el precio correspondiente a la misma. 6º Se suplica a los señores viajeros dejen siempre cerrada la habitación, entregando la llave a la Camarera de piso, o en el número del llavero, correspondiente a su habitación, como así mismo manifiesten las deficiencias que encuentren en el servicio, para repararlas con la debida oportunidad. 7º No se responde de ningún valor que no sea entregado en la Dirección. 30

31 8º No se permiten visitas de caballeros en las habitaciones de señoras o viceversa, pudiéndose hacer estas, en el salón destinado al efecto. 9º El dueño del establecimiento se reserva el derecho de admisión. 10º Ruégase a los señores viajeros, consuman solamente la luz necesaria. Por el consumo de luz durante la noche, se cobrará una peseta. 11º Los desayunos servidos en las habitaciones se cobrarán fuera de pensión. 12º Los almuerzos y comidas servidos en las habitaciones tendrán un recargo del 25 por ciento por cubierto. 13º No se hará ningún descuento por las comidas que los señores viajeros dejen de efectuar. 14º Los niños mayores de 7 años, pagarán pensión completa y los menores de esta edad media pensión. 15º Los desayunos, almuerzos y comidas servidos fuera del horario establecido, se cobrarán a la carta. HORARIO DE SERVICIO EN EL RESTAURANT: Desayunos de 7 ½ a 9 ½ de la mañana. Almuerzos de 1 a 2 de la tarde. Comidas de 8 a 9 de la noche.>> 31

32 Algunos documentos, objetos y rincones de gran valor histórico que aún permanecen entre las paredes de tan singular negocio hostelero: Libro de contabilidad acompañado por una factura y una antiquísima felicitación navideña con el logotipo del Hotel Norte y Londres. Relación de las medidas (en m 2 ) del conjunto de estancias y otros elementos que conforman el hotel. 32

33 Pequeña capilla dedicada al Apóstol Santiago, ubicada en el hall. Conjunto de escritorio acompañado por sillas de un siglo de antigüedad. Perchero y espejo emplazado en el comedor de la primera planta. Una de las hermosas vidrieras que decoran el recibidor. 33

34 Una de las pequeñas obras de arte que decoran el hotel, fruto del excelente trabajo de la firma internacional Maumejean. Detalle en primer plano de la rúbrica Maumejean en algunas de las obras que atesora con orgullo el Hotel Norte y Londres. 34

35 Una de las primeras cartas con las que contó el hotel (izda.) y el modelo de cocina de carbón en la que tantos manjares se prepararon (dcha.), documentos acompañados por un bloc de extras del comedor. Cubierto para el desayuno. Taza y copas con el logo del hotel. 35

36 Para concluir con este apartado del Hotel Norte y Londres, reflejamos alguna de las curiosidades que se nos han ido quedando por el camino. Veamos. Cuando el Hotel empezó a funcionar, allá por 1.908, por aquel entonces contaba con tres plantas, trabajando dieciocho personas. Como política laboral del negocio, la mayor parte del personal ha trabajado siempre hasta la jubilación, siendo personal fijo desde que comenzaron a prestar sus servicios en el hotel. Uno de los primeros automóviles que circularon por Burgos fue el que llamaban La Tartana. Era un vehículo que actualmente entraría dentro de la categoría del minibús o furgoneta amplia, que recogía a los clientes del hotel en la estación del ferrocarril y los traía al hotel. Como en aquella época no había taxis, por, aproximadamente, una peseta, recogía a más viajeros y los llevaba a sus correspondientes domicilios. También cubría el servicio de llevar a los clientes a la estación de vuelta una vez los mismos concluían su alojamiento. En el Hotel Norte y Londres se han hospedado gran número de actores, cantantes, escritores y toreros. Dadas las buenas relaciones que el propio hotel mantuvo desde sus comienzos con otros negocios de la ciudad, como el Teatro Avenida (hoy desaparecido), muchos de los artistas que allí actuaban en funciones de teatro, espectáculos musicales, estrenos de cine, etc., posteriormente se alojaban en las habitaciones del hotel. Es el hotel más antiguo del Camino de Santiago que aún sigue prestando sus servicios a todos los peregrinos que en sus estancias deciden alojarse, reposar y tenerlo como punto de partida para conocer la ciudad de Burgos mientras hacen un alto en tan larga caminata. Muchos clientes que en su día celebraron su boda, o posterior banquete en el restaurante con el que contaba el Hotel Norte y Londres, y se alojaron en algunas de sus habitaciones, acuden pos- 36

37 teriormente para celebrar sus bodas de plata, oro, etc. solicitando hospedarse en la misma habitación en la que lo hicieron años atrás. Algunos clientes, también muy agradecidos por el buen trato dispensado por la plantilla del hotel, escriben cartas desde toda la geografía española y también desde el extranjero, dedicando amables palabras al personal del hotel deseando repetir visita. Las gafas de sol que empleaba el torero Manolete, La Manoletinas, en una ocasión se las regaló a Odorico Mata, entonces dueño del hotel, quien las guardó con mucho cariño y emoción. Para finalizar, mencionar que existe una leyenda en el propio hotel que dice que en el quinto piso, que actualmente es el trastero del negocio, en alguna ocasión se ha oído el caminar de unos tacones. Se dice que se trata de una antigua doncella que trabajó durante muchos años en el hotel, y que ahora es conocida entre la plantilla del popular negocio hostelero como La Tacones. Algunos huéspedes del hotel, aficionados a los temas paranormales, se han alojado solicitando habitaciones de la planta inmediatamente inferior para tratar de resolver tan insólito fenómeno. Para quien se lo quiera creer, o no, ahí dejamos este misterio en el aire. La plaza, como es de suponer, desde las fechas de todos estos acontecimientos, cambió sensiblemente. Ya no es tan comercial, asentándose los bares y cafeterías en los locales ocupados entonces por distintos comercios, bares y cafeterías de todo estilo. Ahora ya es peatonal, con accesos restringidos para carga y descarga de mercancías, pudiendo entrar con sus vehículos los huéspedes del repetido hotel. De la proliferación de estatuas y adornos que se reparten por toda la ciudad, sabe esta plaza, al habérsele colocado una mujer con un paraguas, de cuya punta sale un poco de agua simulando la lluvia, obra realizada por Salaguti en bronce, lo mismo que el pequeño danzante con el Tetín, que así se les conoce al grupo de 37

38 chavales, y sus directores del Ayuntamiento, quienes amenizan las fiestas de la ciudad y otras solemnidades, ataviados los primeros con prenda confeccionada en paño marrón y boina con plumaje. Los segundos, los tetines, especie de maestros de ceremonias, visten de arlequines en colores azul y verde con un mando en la mano con plumas. Y ahora, terminada esta Plaza de Alonso Martínez, con su permiso me voy a dar un paseo por la Calle de Laín Calvo. 38

39 PARAGÜERÍA DÍEZ Otro de los comercios que dan prestigio a esta magnífica calle es la Paragüería Díez, en donde se encuentran los paraguas, bastones y complementos de acuerdo a la moda existente en cada momento. El negocio empezó su actividad en como Paragüería Víctor Díez. La empresa comenzó su actividad con una familia formada por los padres y cuatro hijos que lo regentaban, comercio dedicado a la reparación y venta de paraguas. Al estallar en la Guerra Civil y durante la posguerra, debido a la escasez de todo y a poco que se ganaba quien tenía la suerte de tener trabajo, lo que daba de comer era la reparación de los paraguas, llegándose a arreglar, además de paraguas y bastones, de todo, como sillas y sillones de mimbre y lo que entraba por la puerta. Un año antes de terminar la guerra, en 1.938, muere el fundador Víctor Díez, aprovechando tan triste circunstancia para cambiar el nombre de la tienda, pasando a ser Paragüería Viuda de Víctor Díez. 39

40 Es entonces cuando no se pierde el trabajo de siempre: vender, reparar y hacer paraguas por encargo, todos en color único, el negro, siendo el tamaño el que diferenciaba el paraguas de caballero respecto al de mujer. Los componentes, excepto las telas que se pedían a Barcelona, venían de San Sebastián y de A Coruña. El singular y detallista escaparate del negocio en la actualidad. Cuando se llega a los años sesenta, dos de las hijas, Petra y Carmen Díez, deciden modificar y modernizar el establecimiento dando entrada a la cestería llamándose Paragüería Cestería Díez. En los años noventa, pasa a regir el comercio y la industria la tercera generación, que volvió a dar otro giro al comercio, pero manteniendo siempre la esencia de los paraguas, pasando a llamarse Paragüería Díez. 40

41 En estos años comienza la moda para cubrirse de la lluvia, llegando a ser todo un mundo de colores, formas y tamaños, personalizándolos con bordados y pinturas. Son actualmente las regidoras del comercio Beatriz Carrión Díez y Natalia Jordán Celorrio que, con su vista comercial, siguen manteniendo la esencia como antaño. El interior de la tienda, antes y ahora, repleto de historia y elegancia. 41

42 Decoración del escaparate: pequeñas obras de arte al alcance de todos. Paraguas personalizables. Preparados para el mal tiempo? 42

43 CAFÉ ESPAÑA El Café España abrió sus puertas en Era un café de los de la época y tan antiguo como El Pinedo, Arriaga, Metro, Montañés, algunos de los cuales ya no existen. La foto que identifica al Café España se realizó en 1.932, por El Ranilla, antes de la Guerra Civil con los clientes habituales del establecimiento, quienes los días de verano tienen su epicentro en la terraza de este entrañable café. El público se congrega en ella para disfrutar hasta tarde del suave clima. Ante su excelente surtido de cafés especiales, licores y bebidas muy bien preparadas, el tiempo se suspende y las tertulias se hacen interminables, las inquietudes artísticas e intelectuales fluyen al ritmo de la caipiriña mientras la calurosa estación se desliza lentamente. Los habituales del local fotografiados junto a Hilario, el dueño del Café. 43