Las recreaciones en el Carmelo: Ana de San Bartolomé (Análisis de una Conferencia Espiritual)

Transcripción

1 Las recreaciones en el Carmelo: Ana de San Bartolomé (Análisis de una Conferencia Espiritual) M a Milagros Sánchez Díaz Universidad Complutense El objeto de este trabajo es el análisis de una de las tres Conferencias espirituales «Sobre la recreación» de la Beata Ana de San Bartolomé ( ). Para ello partimos de la visión teresiana de ese tiempo diario de esparcimiento. La hermana Ana, que profesó en San José de Ávila en 1572, fue una de las primeras legas del Carmen Descalzo. Las legas o freilas' eran mujeres iletradas, que se dedicaban a los oficios manuales y, a diferencia de las coristas, estaban exentas del rezo del breviario 2. Su papel en el Carmelo 3, oculto a las crónicas de la época 4, sólo salió a la luz en algunos casos, como el que nos ocupa. 1 Alternaban con esas otras dos denominaciones: hermana de velo blanco y religiosa de la vida activa. Vid., para el empleo de la primera por Ana, Diálogos sobre el espíritu, 221, n. 27, en Obras Completas, ed. del P. Julián Urkiza (1981). Hemos encontrado la segunda en el Libro de la Fundación y estado del Carmelo de Talavera {Libro de Bercerro), fundado en Vid., por ejemplo, las p. 29 y 52 para la primera y p. 5 para la segunda (citamos por la copia del original hecha en 1977). 2 En el citado Libro de Becerro leemos, sin embargo, que la Hna. Magdalena de San José (Bapol): «No sabía leer, y así no le dieron velo negro, aunque ocupaba plaza de corista y rezaba por cuentas» (25). La excepción se debe a la identidad de esta monja: fue camarera de la mujer de un Adelantado de Castilla que, con el nombre de M. Luisa de la Cruz, había profesado en la misma casa en 1607, unos meses antes que Magdalena. 3 Establecido en Constituciones, 5, 4; en Obras Completas, ed. de los PP. EFRÉN y STEGGINK (1979), 641. Vid., además, para el papel de las legas desde los tiempos antefiores a la Reforma, J. GARCÍA ORO, «La vida monástica femenina en la España de Santa Teresa» y P. M. GARRIDO, «El Carmelo español en tiempos de Santa Teresa», en Actas del Congreso Internacional Teresiano I (1983). 4 Últimamente la crítica se ha referido a este hecho: «As men wrote Carmelite history over the centuries, Ana de San Bartolomé eventually becamed obscured», en E. ARENAL y S. SCHLAU, «More Than One Teresa», en Untold Sisters (1989), 21. Ana destacó, claro está, en las crónicas de la Orden. Vid. otras legas en sus Diálogos sobre su espíritu, ed. de Urkiza (1981), 228, n. 30; 230, n. 34 y 240. Libro de Romances y Coplas del Carmelo de Valladolid, ed. de GARCÍA DE LA CONCHA y ÁLVAREZ PELLITERO (1982),

2 932 M. a MILAGROS SÁNCHEZ DÍAZ Nuestra autora pasó de ser hermana de velo blanco a fundadora y priora en Francia y Flandes 5 y de analfabeta a secretaria de Santa Teresa cuando, en Salamanca, en 1579, a instancias de la Madre y copiando unas lineas suyas, aprendió a escribir, según nos dice, «sin saver leer más de vn poco de rromange» 6. Por eso, el gran mérito de su obra estriba, en nuestra opinión, en que pertenece a una mujer cuya incorporación a la literatura fue tardía 7 y condicionada por circunstancias ajenas a ella, como el mandato de escribir sobre la Madre Autora de una autobiografía, en dos versiones, escritos históricos, doctrinales, numerosas cartas y un pequeño grupo de poesías, es la freila carmelita 9 cuya producción aparece ante nosotros con una mayor variedad genérica y quiza también con una más sólida calidad literaria. LA GÉNESIS DE LAS CONFERENCIAS «SOBRE LA RECREACIÓN» Se encuentra en la decisión de Teresa de Jesús de dotar a su primer convento de una legislación 10. En el texto de la Regla, escrito después para los demás monasterios y aprobado por Rúbeo en 1568", establece la Santa lo referente a las recreaciones: Salidas de comer, podrá la madre priora dispensar que todas juntas hablen en lo que más gusto les diere, como no sean cosas fuera del trato que ha de tener la buena relixiosa, y tengan todas allí sus ruecas y labores 12. XIV y XXVI. Además, puede consultarse A. M. ÁLVAREZ PELLITERO, «Cancionero del Carmelo de Medina del Campo», en Actas... (1983), «Her rise to the Positions of Founder and Abbess were unprecedented for a woman of peasant class and low religious status», en E. ARENAL y S. SCHLAU (1989), En Declaración en el proceso de Beatificación de la M. Teresa de Jesús (1595), en ed. de Urkiza (1981), Su primera obra es Últimos años de la M. Teresa de Jesús (1585), vid. ibíd., 3 y 4. 8 En efecto, Últimos años... fue escrita obedeciendo a los padres de la Orden. Vid. la opinión de URKIZA en ibíd., 4. 9 Lega que dejó de serlo al recibir el velo negro, en París, en Vid. Autobiografía A, 12, 1, en la edición de Cuenta sus conflictos interiores a la hora de tomarlo y cómo lo hizo por obediencia a sus superiores. Vid., además, la «Carta al P. Tomás de Jesús», del 8 de junio de 1605, en la que alude a la oposición de la M. Ana de Jesús, de las Cartas, ed. de Urkiza (1985). 10 Vid. M. P. MAÑERO SOROLLA, «Introducción» a Constituciones, en su Antología de Santa Teresa (1987), ' Desaparecido el texto primitivo dirigido al Carmelo de San José, del texto de las Constituciones aprobado por Rúbeo llegaron tres copias al P. Jerónimo de S. José, vid. su Historia del Carmen Descalzo (1937), lib. IV, cap. 8. El texto que él fijó, comparando las copias, es el que reproducimos: el que sigue la ed. de EFRÉN y STEOGINK (1979), vid Vid., también, MAÑERO (1987), 401 y, para la aprobación del general de la Orden, vid. O. STEGGINK, La reforma del Carmelo español; la visita canónica del general Rúbeo y su encuentro con Santa Teresa ( ) (1965). 12 Constituciones 6, 5, en ed. de 1979,

3 LAS RECREACIONES EN EL CARMELO 933 Creemos que es la concepción teresiana de la recreación, esbozada en el Libro de la vida 13, perfilada claramente en el Camino de perfección 14, y convertida en precepto en las Constituciones 11, la que posibilita los textos «Sobre la recreación» de Ana de San Bartolomé. Estas Conferencias serían la concreción literaria de dicha concepción, el fruto del interés de la autora por subrayar en sus escritos y en la formación de sus novicias todo lo dispuesto por Santa Teresa para la vida conventual 16. La recreación se concreta de otro modo en una insigne carmelita. Se trata de María de San José, que llama a su principal obra Libro de recreaciones «por ir mezclado con diversas cosas bien semejantes a los entretenimientos de las hermanas, los cuales, compuestos de muchas materias, sacan un fin, que es alabanzas a Dios» 17. El Libro se constituye también en un escrito de defensa de las ideas teresianas 18, pero, en contraposición a las Conferencias, está situado, según A. Prieto, «en el cauce del diálogo renacentista» 19, género a cuyas formulaciones profanas debió tener acceso debido a su formación 20. EL TEXTO Utilizamos para nuestro estudio la edición del P. Julián Urkiza (1981), que distingue cuatro grupos de Conferencias espirituales, según las fechas de redacción 21. En tres de ellos se inserta un fragmento «Sobre la recreación». Analizaremos el que aparece en el tercer corpus, escrito en Amberes, entre 1622 y En él aparece la recreación como consecuencia de la lectura de «buenos libros» (4, 8), como fruto de la conversación con Dios o sobre Él (6, 4), como resultado de la asistencia a un sermón (8, 12) y, en algún caso, como término que califica los contentos mundanos, que derivan de «no estar en monesterio encerrado» (7, 3,4 y 9). Vid. ed. de O. STEGGINK (1986). 14 En 5, 1 (Códice de El Escorial), se refiere, sin mencionarla directamente, a la recreación: «no estar juntas ni hablarse sino a las horas señaladas...», vid. ed. de EFRÉN y STEGGINK (1979), Según GARCÍA DE LA CONCHA, aparece en ellas como «contrapunto a la jomada eremítica», vid. «Introducción» a su ed. del Libro de Romances y Coplas..., X-XII. También E. OROZCO se refiere a la práctica poética en horas de recreación, vid. Expresión, comunicación y estilo en la obra de Santa Teresa (1987), 123 y 159. Esta importantísima actividad literaria, impulsada quizá por el «hablen de lo que más gusto les diere», ha sido ampliamente considerada por la crítica, vid. por ejemplo, P. ÁNGEL C. VEGA, «El coro de poetisas del Carmelo teresiano», en La poesía de Santa Teresa (1975), URKIZA dice a este respecto: «La actividad literaria de Ana se reduce casi exclusivamente a defender y fomentar la tradición oral y escrita de su Madre», en «La Beata de San Bartolomé y la transmisión del espíritu Teresiano», en MontCarm, 84 (1976), Vid. Ed. del P. Simeón de la Sagrada Familia (1959), Vid. ILDEFONSO MORIONES, Ana de Jesús y la herencia teresiana. Humanismo cristiano o rigor primitivo? (1968), La poesía española del s. XVI, II (1987), Vid. ibib., Pontoise (julio, 1605) (M a ); París (1606-8) (Cl); Amberes ( ) (A2) y Amberes ( ) (T). Las fechas responden a un intento de fijación por parte del editor, vid. ed (1981), Esta es la fecha de la última de las cuatro redacciones., vid. ibíd.,

4 934 M. A MILAGROS SÁNCHEZ DÍAZ ANÁLISIS DE SU POSIBLE ESTRUCTURA RETÓRICA García de la Concha, en su libro sobre el arte literario de Santa Teresa, ha estudiado su retórica. Considera que Teresa no conocía las reglas de los preceptistas, pero subraya la influencia que en ella ejercen la predicación y la lectura de obras escritas por oradores 23. Tampoco Ana conocía las normas al uso. Sin embargo había oido muchos sermones 24, conservamos una deliciosa narración de uno de ellos 25, y por tanto, usa procedimientos que le son familiares. En una reciente publicación, se dice que ella hablaba como escribía, porque no conocía otra forma de expresión 26. Valga todo lo dicho para justificar el empleo de posible. ESTRUCTURA Comienza con una invocación que es una petición de ayuda divina: t Chs María, y nuestro pad(r)e/san Josefe y la bienaventurada nuestra Madre. Este prólogo estaría en la línea de los característicos de los escritores cristianos, que acusarían, en palabras de A. Egido, «la presencia de Dios como inspirador o revelador del texto» 27. En él, no se pide ayuda a los destinatarios inmediatos como figuras totalmente externas e independientes del emisor. Como Santa Teresa en el prólogo al Libro de la vida 2 *, como San Agustín al inicio de las Confesiones 29, Ana de San Bartolomé acude a quien considera el autor de su discurso, que está dentro de él, pues lo inspira, y fuera, pues lo juzga. Este proemio no es encuadrable en las reglas prescritas por los tratadistas 30, y responde más bien a un entendimiento del «Libro como servicio al Señor» (1978), Para las tres vías de conocimiento que establece en Teresa de Jesús, vid ; la «influencia teresiana de la predicación», aparece en Vid. SONJA HERPOEL, «Bajo la amenaza de la Inquisición: escritoras españolas en el Siglo de Oro», en España, teatro y mujeres. Estudios dedicados a Henk Oostendorp (1989), En Autobiografía B, 1, 8, E. ARENAL y S.SCHLAU (1989), «Los prólogos teresianos y la «Santa Ignorancia», en Actas... (1983), «Sea bendito por siempre, que tanto me esperó, a quien con todo mi corazón suplico me dé gracia para que con toda claridad y verdad yo haga esta relación que mis confesores me mandan» (Prólogo a Vida, 2, 93). 29 «Grande eres, Señor, y sobre manera laudable; grande es tu poder, y tu sabiduría no tiene número. Dame, Señor, a conocer y entender qué es primero, si invocarte o alabarte, o si es antes conocerte que invocarte». Vid. traducción del P. A. C. VEGA (1957), Vid. EGIDO (1983), 582. Vid. lo referente al exordio en el estudio de E. ARTAZA, El ars en el siglo XVI español (1989), 50, 59-60, y Vid. EGIDO (1983), 583. narrandi

5 LAS RECREACIONES EN EL CARMELO 935 La monja, además, se siente incapaz de escribir nada; obedece a instancias superiores 32. Por eso, ha de justificarse, como hace más adelante: Esto no lo digo por pensar que aora ajemos más de lo que podemos, mas al contrario... Mas yo lo é dicho porque no falta a quien le parece que es cosa ynútile y mal a propósito esta rrecreación para gente espiritual (Parte 5 a, 600). Las dos situaciones, Dios es el que inspira las palabras 33, y la escritura por mandato, llevarían, para algunos críticos, a la humilitas estilística^. Sin embargo, Sonja Herpoel, ha apuntado últimamente para el mando un cometido doble: genera el texto y justifica una conducta orgullosa, en algunas religiosas que aducen sus muchas ocupaciones o su falta de instrucción para no escribir 35. La fórmula invocatoria obedece, por otra parte, a una reinterpretación de Ana de la «invocación tópica del Jesús-Hombre-Salvador» 36 como Chs., efectuada en todos los escritos en que aparece dicho ruego 37. En sus copias del Cántico Espiritual asistimos, igualmente, a curiosas «transformaciones» de lo que no conoce o no entiende 38. Pasamos ahora al cuerpo de la Conferencia, dividida en ocho partes. En la primera, comienza con una frase que enlaza con lo anterior 39, como si la invocación hubiera sido un simple paréntesis, y nos adelanta el tema que nos ocupa: «Por lo que toca a la ora de la rrecreación...» (597). Después tiene lugar lo que, en nuestra opinión, es un exordio argumentativo. Ana se sirve del procedimiento «ex contrario» para decirnos lo que es la recreación, y luego la define: «no se entiende que se juntan allí para guardar silencio; que en aquellas dos oras, vna después de comer y otra después de la colación, an de ablar y rrecrearse...» {Ibíd.). Estamos ante un presentación de las pruebas. Los rasgos argumentativos podrían apreciarse en la expresión: «no se entiende...» que refuerza la afirmación y quizá se sirve de la forma no personal para indicar que no es algo propio, sino un imperativo de la Regla. La autora recurre a la auctoritas para consolidar su opinión con otra más autorizada 40 : «que esto es de Costitución como las demás cosas; y nuestra santa Madre lo ordenó, como todas las demás cosas que pueso en ella...» (597-8). El punto segundo se abre con la narrado 4 ': «Ella decía que esta ora de estar juntas era de mucho provecho...» (598). Sigue una argumentatio sobre la necesidad de la re- 32 Vid., por ejemplo, las palabras de Santa Teresa reproducidas en nota En el Libro de Esther 4, 17 ss. leemos: «Pon en mis labios palabras armoniosas...». 34 Tal es la postura de EGIDO (1983), «Bajo la amenaza...» (1989), 124. Para los pretextos de todo tipo que Ana pone en sus obras, vid., p. e., la «Carta a la M. Ana de la Ascensión», de 1619, y la «Carta a los carmelitas de Flandes», de 1622, en y 720 de la ed. de Cartas de URKIZA (1985), vid., además, la Conferencia «Sobre la vocación», en ed. de Urkiza (1981), EGIDO (1983), En A2, 3 (580), y en t. 1 (624), entre otras; vid. ed citada. 38 «En par de los levantes / del larlola» (en copia F), y «las ysolas estranas» (en copia A 4/l ), vid. ibíd., La Conferencia «Sobre el silencio», vid. ibíd., Vid. ARTAZA (1989), 179. Vid. también F. Rico, Predicación y literatura en la España de la Edad Media (1977), 13 y 22.

6 936 M. a MILAGROS SÁNCHEZ DÍAZ creación, con dos partes: una frase propiamente demostrativa, basada en el valor de la caridad, y un exemplum que ilustra este valor y lo orienta al terreno del momento de diversión: «Y veréys por vosotras que algunas veces vernéys tris(tes) y melancólicas a la rrecreación...» {Ibíd.). Puesto que este procedimiento se repite a lo largo del texto: a un período narrativo muy breve le sigue un espacio argumentativo también corto que se sirve de distintos modos de amplificatio, tenemos que hablar de la llamada narración partida. En el tercer punto, prosiguen los rasgos demostrativos,con una frase de carácter popular: «es para conservarse como vna medicina a la salud» 42, que tendría un valor de auctoritas. Tras el cuarto, dedicado a un episodio que comentaremos, el punto quinto. En él aparecen una justificatio y una argumentatio, la primera formulada mediante la técnica «ex contrario». A tal justificación se une, en un segundo momento, el establecimiento de Teresa como paradigma de la guarda de la Regla, y la enunciación de la prueba definitiva: «que el amor que se cobra viéndose las vnas a las otras, antes las pone espíritu que le quita» (600). Con el punto sexto, se abre la peroratio, con una petitio 43 a las hermanas centrada en la virtud de la mansedumbre. Ejemplifica después esta virtud en Jesucristo 44, y propone su imitación, al tiempo que resume el objeto de la recreación en una exhortación final: «sean estas nuestras ^recreaciones ablar de las aciones deste Esposo y Señor Nuestro. Amén» (602). Por último las formas en primera persona que salpican el texto, «yo deseo», «esto no lo digo», o «que me acuerdo», nos hacen pensar que el emisor no es sólo aquí un transcriptor de la voz divina 45, sino que, mediante el yo 46, nos ofrece su visión del asunto tratado. Apreciamos además en este uso otro valor: Ana se sabe heredera del carisma teresiano, tiene presentes los conflictos vividos por su defensa, y no duda en reiterar que lo acepta. GÉNERO O GÉNEROS NARRATIVOS En el texto encontramos frecuentes alabanzas de Santa Teresa, por ello, podríamos apuntar de entrada que hay en él rasgos propios del denominado género epidíctieo, cuya materia narrationis la constituyen, según Fray Luis de Granada «los hechos y egemplos de los Santos o los depravados egemplos de los malos» 47. Pero la Conferencia «Sobre la recreación» va más allá. Es frecuente en ella «mencionar sucesos bíblicos para confirmar alguna cosa» 48 : «...y que San Pedro decía a sus di- 41 En el primer texto «Sobre la Recreación», la narratio, que abre el fragmento, sirve de justificaciíon del propio discurso; vid. URKIZA (1981), Vid. ARTAZA (1989), , para una expresión del mismo tipo en Fray Luis de Granada. 43 Vid. ibíd., 259 y En una línea que recuerda uno de los capítulos finales en De los nombres de Cristo, vid de la ed. de CUEVAS ( ), y especialmente las y Vid. GARCÍA DE LA CONCHA (1978), 152, donde recoge la costumbre, acrecentada en Trento, de considerar al hagiógrafo como un mero amanuense. 46 Vid. Rico (1977), 23 y La novela picaresca y el punto de vista ( ), Vid. ARTAZA (1989), Ibíd, 170.

7 LAS RECREACIONES EN EL CARMELO 937 cípulos que se juntasen y comunicasen los vnos con los otros en caridad, porque la caridad encubre nuestros defetos, ace que se tornen virtudes» (598). Estaríamos ante el género Magistral, que articula el texto, cuyo objetivo es «explicar e interpretar la palabra revelada en la Biblia» 49. Aquí se confirma lo dicho: «ella decía que esta ora de estar juntas era de mucho provecho», con un texto bíblico 50. Esta misma voluntad de ratificar la necesidad de la recreación, se distingue en otros tres fragmentos. El primero de ellos es un exemplum sobre San Juan, que Urkiza atribuye a Casiano 51 : Yo deseo que esto no falte en nosotras, porque es buen espíritu y que os ayudes las vnas a las otras con amor. Que no le tememos tan grande como san Juan evangelista, que di- 9en se salía al canpo por rrecrear vn poco a sus dicípulos. Y murmurándole vn día vnos onbres, el Santo lo v(i)o en espíritu y los dijo cómo no trayan sienpre armados los arcos. Y ellos dijeron que no podían, porque si estuvieran sienpre tirados, se rronperían. Y ansí, el Santo les dijo que de la mesma manera las almas que les tiravan sienpre la cuerda, faltarían al mejor tienpo ( ). Por otra parte, dicho episodio no aparece en el corpus de París; en su lugar, nos encontramos con una alusión a la realidad de la época, el avance del protestantismo en Francia y Flandes, y una interpretación personal del Cántico espiritual 52 : «Miren que anda Su Mag d haciendo por la Frangía como enamorado de las almas, y conbidando a vnas y a otras a que entren en su cu(e)ba del vino adobado de sus manganas» (555). En el último conjunto, T, sí aparece y con modificaciones: Tomemos este espíritu y amémonos en caridad y amor de Dios, que no le tememos tan grande como la Santa y conmo san Ju(an) evangeli(s)ta, y sacaba a sus dicípulos a rrecrear para que le tornasen de nuevo con más virtud. Entonces le mormuravan aquellos vallesteros dicendo: «Este es el santo? bien se va engafi(ando)». Y les yco tirar sus vallestas más y más, asta que dijeron que si más tiravan se rronperían. Ansí se ve claro que, si en el rrigor no se va con pruden ia, se dejará al mejor tienpo (636). El hecho de que sustituya «vnos onbres» por «aquellos vallesteros» y «vallestas» por «arcos» 53 parece apuntar a un suponer en los oyentes un conocimiento de la historia. Por otra parte, el arco es, como se recordará, un elemento usual, aunque no sólo, en la lírica religiosa 54. En Sor Marcela, la hija de Lope, leemos: Sabes que me imagino y aun lo tengo por cierto, 49 lbíd IPe4,8-ll;IIPel,7. 51 En p. 600, n. 6, de la ed. de Por otra parte, GARCÍA DE LA CONCHA alude a resonancias del autor de las Colaciones en el Camino de Perfección; vid. 1978, Para un seguimiento de la trayectoria de esta imagen del arco, vid. la nota al verso 156 a-e de las Coplas de «Vita Christi» (55), en la ed. de J. Rodríguez-Puértolas al Cancionero de Fr. Iñigo de Mendoza (1968). 52 Vid y de sus copias del poema, en ed. de Vid., además, URKIZA, «El Cántico Espiritual de San Juan de la Cruz y la Beata Ana de San Bartolomé», en EphCarm (1978), Aunque no creemos que sea el mismo caso, son frecuentes las incoherencias en sus escritos, vid., p. e., el prólogo a Meditaciones sobre el camino de Cristo, en ed. de Urkiza (1981), Vid. GARCÍA DE LA CONCHA, «Montería y cetrería de «amor a lo divino»: la Encarnación», en Estudios de la literatura y arte ofrecidos alprof. E. Orozco (1979),

8 938 M." MILAGROS SÁNCHEZ DÍAZ que estás flechando el arco cuando dices requiebros? Presumo que saetas arrojas a mi pecho cuando con tus caricias se derrite de tierno 55. En los otros dos fragmentos predominan los rasgos del discurso Magistral apuntados: arriba Y si David decía que no se podía dejar de alegrar delante del Arca del Testamento por el espíritu que le dava, y paréceme que mejo(r) lo podríamos decir qualquiera de nosotras mirando a nuestras ermanas, que no son el Arca de tablas de la Ley, sino arca del mesmo Señor, que las á echo vn tabernáculo en el coracón de cada vna, donde El mesmo se encierra cada día; y es(te) rrespeto nos á de mover alegría y amarlas y tratarlas y mirarlas con caridá y rreverencia (Ibíd., 600). Estas formas anafóricas que cierran el párrafo responden seguramente a esquemas propios de la predicación 56, que Ana ha asimilado a través de un conocimiento oral 57. El último texto es el siguiente: Y que decía vna persona que en aquel tienpo comunicava con las Carmelitas, que le parecía como los serafines que vio San Juan; que estando juntas se davan de a comer fuego de amor de Dios las vnas a las otras; y ansí, decía que las allava más fuertes en el amor(parte 3 a, 599). En el conjunto redactado en París, este fragmento aparece compuesto de acuerdo a la finalidad de la recreación: Para esso nos juntamos las oras de la rrecreación, para hacer el oficio de los seraphines, que quenta S. Juan en la Apocaplipsi y que vio vna visión: que se daban a comer fuego los vnos a los otros. Por cierto, lindo oficio y linda hermandad las que ansí juntas se ayudaren las vnas a las otras y pegaren fuego de amor de Dios (555). En la última mención de este episodio, la del segundo grupo de Conferencias, habla de cheruvines. La fluctuación entre los términos hace pensar de nuevo que tuvo acceso a los confusión, pues atribuye el pasaje de Isaías al Apocalipsis 58. La Madre Ana, finalmente, identifica el fuego purificador del profeta con el Amor divino, en un intento de asemejar la recreación a una comunicación interpersonal, que propicia el crecimiento en caridad de quienes en ella participan. 55 Soneto «A unas ansias amorosas», ed. de E. ARENAL y G. SABAT-RIVERS (1988), Vid. GARCÍA DE LA CONCHA (1978), La importancia de este tipo de conocimiento ha sido subrayada últimamente por ARENAL y SCHLAU (1989), que titulan una parte del amplio artículo dedicado a Ana de San Bartolomé y María de San José: «The Making of a Carmelite Oral Story». 58 Los dos textos reseñados por URKIZA en nota son: Is. 6, 6-7 y Ap. 4, 6. En el primero se habla de «serafines» y en el segundo de «cuatro Vivientes»; vid. Biblia de Jerusalén ed. DESCLÉE DE BROUWER, 1064 y 1773.

9 LAS RECREACIONES EN EL CARMELO 939 Con esta Conferencia Espiritual «Sobre la recreación» y con el corpus en que se inserta, Ana de San Bartolomé muestra que asimila la doctrina teresiana de un modo muy especial y la difunde mediante sus obras. Junto con otras carmelitas que crecieron a la sombra de Santa Teresa, merece un puesto en el campo de la literatura espiritual de los Siglos de Oro.