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Transcripción

1 ESTUDIO DE HEBREOS Por: Rubén Álvarez Corriendo para ganar Introducción Hebreos 11: 39 Y todos éstos, aunque alcanzaron buen testimonio mediante la fe, no recibieron lo prometido; 40 proveyendo Dios alguna cosa mejor para nosotros, para que no fuesen ellos perfeccionados aparte de nosotros Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante Los grandes héroes de la fe, nos dicen las escrituras que con todo y que alcanzaron buen testimonio por la fe, no recibieron lo prometido, para que no fuesen ellos perfeccionados aparte de nosotros. Así que sabemos que aún no han recibido la promesa de ser perfeccionados sino que están esperando nuestra participación en la carrera. Ahora bien, dice la Palabra que Dios proveyó algo mejor para nosotros en estos tiempos en que nos ha tocado correr la carrera, sin duda se refiere al Espíritu de Dios. Ahora nos toca correr a nosotros en esta carrera de relevos y tenemos a todos aquellos grandes hombres y mujeres de la fe siendo testigos alrededor de nosotros, creo que gritando y echando porras para que corramos decididamente hasta ganar la carrera. Regularmente, en todos los equipos de relevos, siempre se deja para el final al competidor que tiene las mejores aptitudes para reducir cualquier desventaja y ganar la carrera. Y entonces al pensar que Dios nos dejó hasta el final para correr en el final de los tiempos, la noticia es extraordinaria. No solo se nos ha dado algo especial de parte de Dios sino que también se espera de ti algo especial. A quien se le da más, más se le demandará, dicen las escrituras. (Lc 12: 48) DESARROLLO 1. Una mentalidad de victoria. 1 Corintios 9: 24 No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis. 25 Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero

2 nosotros, una incorruptible. 26 Así que, yo de esta manera corro, no como a la ventura; de esta manera peleo, no como quien golpea el aire, 27 sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado Qué es lo importante en una competencia: Competir o ganar? Alguien dijo que lo importante no era ganar sino competir, y la verdad es que si alguien se prepara para asistir a una competencia no es para competir sino para ganar. Ahora bien, creo que muchos realmente tan solo van a competir, y bueno jamás podrán ganar porque de antemano nunca pensaron en ganar. En cambio habrá otras personas que no tengan las mejores aptitudes pero siempre piensan en ganar y entonces hacen lo que sea necesaria para obtener el triunfo. Y Dios nos dice lo que piensa de nosotros en estos tiempos: Romanos 8: 37 Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó Dios cree que tú eres un vencedor en medio de todo tipo de adversidades: Tribulación, angustia, hambre, desnudez, peligro de espada. El Espíritu de Dios nos ha dotado de lo necesario para vencer en contra de todas las trampas del enemigo. Por lo tanto nuestra mentalidad en todo tiempo debe ser esta: Yo soy más que vencedor en Cristo Jesús, por lo cual yo salgo vencedor en todas las áreas de mi vida. Así que lo importante no es hacer negocios, sino ganar dinero de los negocios; lo importante no es ir a la universidad sino graduarse, no es estudiar sino aprender, lo importante no es abrir una célula sino ganar a las almas y que nadie se pierda, lo importante no es pastorear sino llevar a la gente a conocer a Dios directamente, lo importante no es orar por los enfermos sino que sanen, no es predicar sino que se conviertan, no es tener hijos sino lanzarlos hacia su propósito divino, no es casarse sino hacer feliz a la pareja, etc. Así que Somos más que vencedores en Cristo 2. Haciendo lo necesario para ganar Ahora bien, ganar no depende solamente de pensarlo y creerlo, sino de hacer lo correcto para lograrlo. El apóstol Pablo lo dice así. 26 Así que, yo de esta manera corro, no como a la ventura; de esta manera peleo, no como quien golpea el aire, 27 sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado Si, ganar lleva implícito un sacrificio. Pablo se auto disciplinaba, ponía aún su cuerpo en servidumbre con tal de obtener el premio. Cada victoria que queramos conquistar tiene un costo implícito. No se puede ser el campeón sin ser el primero en llegar, no se puede ser el rey de la selva sin ser el león. Evidentemente el premio se encuentra en el largo plazo, por lo cual es necesario sacrificar cosas en el corto plazo a fin de conquistar lo que se desea.

3 Paciencia. Es por eso que dice la Palabra que corramos la carrera que tenemos por delante con paciencia, porque en realidad es necesaria si queremos ganar. Persistencia y tenacidad son vitales para obtener el triunfo. - Ahorro. Si alguien desea obtener algo material importante deberá ahorrar. Claro está que ahorrar implica sacrificar un presente de muchos gustos con el fin de obtener lo que se anhela al final. La otra forma es obtener lo de inmediato vía un préstamo, pero entonces lo que se compromete es el futuro. Toda persona que no es capaz de sacrificar algo en el presente en realidad lo que está haciendo es comprometer su futuro. - Administración del tiempo. Y con el tiempo es lo mismo. Todos preferimos usar el tiempo para distraernos y sentirnos cómodos, pero cada vez que tomamos es tiempo para distraernos en lugar de hacer los deberes entonces nos alejamos del triunfo. Un competidor de todo se abstiene, somete su cuerpo a duros entrenamientos, no se desvela, no toma los refrescos y comidas que le gusta, sino que se sujeta a las instrucciones de su entrenador. - Valió la pena el sacrificio? Obviamente cada competidor que obtiene el triunfo se da cuenta que valió la pena todo lo que hizo por lograr aquel triunfo. Cuando el muchacho tiene en sus manos su título profesional puede decir; valió la pena todo el tiempo de estudio; cuando un hombre ve a su esposa radiante y feliz puede decir; valió la pena todo lo que hice por casarme con ella y lo que hago para que viva feliz; cuando te entregan las llaves de tu casa entonces dices: valieron la pena todos los sacrificios por ahorrar. El sacrificio de Dios. Ahora bien, quien nos ha dado el claro ejemplo de todo lo anterior es Dios mismo, quien dice que no escatimó a Su propio hijo con tal de obtenernos a nosotros. Romanos 8: 31 Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, quién contra nosotros? 32 El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, cómo no nos dará también con él todas las cosas? El costo de tu salvación fue la vida del Hijo de Dios, y Dios no escatimó en gastos. El prefirió el largo plazo que el corto, así que decidió sufrir para obtener el premio: tú y yo. Así que hoy día, cuando te ve libre de toda condenación, cuando ve que alcanzas sus promesas y que los cielos están abiertos sobre ti, entonces se alegra y dice: Valió la pena el sacrificio Tu sacrificio. Filipenses 3: 4 Aunque yo tengo también de qué confiar en la carne. Si alguno piensa que tiene de qué confiar en la carne, yo más: 5 circuncidado al octavo día, del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de hebreos; en cuanto a la ley, fariseo; 6 en cuanto a celo, perseguidor de la iglesia; en cuanto a la justicia que es en la ley, irreprensible. 7 Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. 8 Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento

4 de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo, 9 y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe Ahora bien, obtener el premio de la carrera cristiana implica también cubrir los costos. Si bien, Dios no escatimó en gastos y dio a Su hijo por nosotros, ahora nos toca a nosotros dar algo por obtener el premio no solo para nosotros sino para aquellos que aguardan el tiempo de la perfección. El apóstol Pablo lo decía así: Yo tengo muchas cosas en que confiar en la carne y enlista todas ellas, pero ahora las tengo por basura dijo. Sabes? Si queremos conquistar el triunfo en nuestras vidas cristianas es necesario tener lo que antes valorábamos como basura. Es mejor perder amistades pero ganar a Cristo, es mucho mejor tener un tiempo de comunión y soledad con Dios pero ganar Su unción, es mucho mejor dejar a un lado nuestras capacidades físicas e intelectuales pero conquistar el poder de Dios en Su Espíritu por la fe. Cuántas cosas debieras tener por basura pero aún te son tan valiosas? Pues es necesario, nos dice Hebreos, que nos despojemos de todo peso y obviamente también del pecado que nos asedia. Entre más ligero sea el competidor mayor posibilidad tiene de triunfar, pero cuando van cargando un montón de preocupaciones, de temores, de actividades sociales, de personas a quienes darles gusto, de gastos, etc; entonces el triunfo es tan solo un sueño. Les he comentado que la iglesia de nuestros tiempos anhela el respeto pero desprecia el poder y la unción de Dios. Pero eso no era así en los tiempos de Pablo. Ellos perdieron su prestigio y su buen nombre, lo tuvieron por basura; a cambio de dar a conocer la verdad de Jesús, a cambio de ser llamados locos, pero ungidos. Aquellos, con honor llevaban el mote de cristianos pues daban a conocer la misma unción que sobre el Cristo reposó. 3. La mirada en la meta. Pero, y cómo podremos despojarnos de actividades, gustos, actividades sociales, pecados, gastos? Mucha gente dice que sencillamente no puede hacerlo, pero la Palabra de Dios nos da la clave para lograrlo. Hebreos 12: 2 puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios La mirada jamás debe ponerse en el costo, sino en el premio. Cuando tu visión está sobre el premio entonces estarás dispuesto a darlo todo, pero cuando tu mirada cambia hacia el costo entonces intentarás retener. Atendamos al ejemplo de Jesús: Dios puso delante de él la visión del gozo de nuestra salvación, no la visión del sufrimiento de la cruz. Cuando por un pequeño momento su mirada se puso sobre el sacrificio que vendría, entonces sufrió intensamente y pidió al Padre no beber aquella amarga copa.

5 Pero cuando pudo ver nuevamente la salvación de todos nosotros entonces dio su vida con gusto, porque sabía que el gozo que venía. De la misma forma, nos dice el autor de los Hebreos, pongamos nuestra mirada en la meta de todo cristiano: Ser como Jesús. Si esa es nuestra visión entonces nos despojaremos de todo peso, de todo pecado, y caminaremos hasta que todos puedan ver a Jesús en nosotros. La autocompasión. Un buen día Jesús declaró delante de sus discípulos que el día en que fuera al sacrificio estaba cerca, y entonces Pedro, con la mejor intención y amor le dijo: Nunca tal te acontezca, ten compasión de ti mismo. Inmediatamente Jesús le dijo: Apártate de mí Satanás porque me eres piedra de tropiezo. La autocompasión es un demonio terrible que nos impide correr la carrera para ganarla. Es como si corrieras pero varias pesas en tus piernas y manos. La autocompasión es el mayor impedimento para despojarse del peso. Pero la forma de vencerla es poner la mirada en el premio. Quizá Jesús pensó: Me van a azotar, se burlarán de mí, me llevarán a la cruz, me insultarán, me golpearán sin piedad, pondrán una corona de espinas en mi cabeza, aún me traspasarán con una lanza; pero pudo decir: No importa; si voy a estar sentado a la diestra del Padre gobernando sobre todo; No importa, si la salvación de todos los que crean en mí se abrirá paso. Entonces tal vez tu digas: Pero es que comprometerme seriamente con el Señor involucrará perder amistades, quizá el empleo que tengo en donde se hacen tantas trampas, tendría que recortar mis gastos porque ya no podría obtener dinero ilícito, se van a burlar de mí, tal vez pierda a la novia o novio; pero también puedes decir: Qué importa, si voy a estar sentado en los lugares celestiales juntamente con Cristo. 4. Marcando la meta. Qué tal que terminamos esta conferencia con una dinámica? Por qué no escribes tres objetivos importantes digamos para lograr en un año? a) Cuánto dinero ganarás en el año? b) Cómo estará tu familia? c) Cuántas personas podrás alcanzar para salvación? Y bueno, creo que lo escribieron tiene que ver con sus propias capacidades y sus trabajos actuales; pero ahora vuelvan a escribir a un lado lo que anhelarían ganar poniendo su mirada en el premio. Obviamente entonces tendrán que hacer cambios para lograrlo, verdad? Con lo que están haciendo no alcanza. Otro trabajo mejor, mejor atención a la familia, mayor tiempo con el Señor. Pero y si ahora pensamos en que la Palabra de Dios nos dice que somos más que vencedores y que Él ha provisto para nosotros mayores cosas que a los antiguos

6 grandes hombres de la fe, qué escribirías en tu lista de objetivos? Por qué no vuelves a escribir tus metas? Que tal que esas metas que has escrito las colocas en un lugar visible, para que logren sacar de ti lo mejor y despojarte de todo peso y de pecado?