El tiempo no brinda premisas para el arte pero da

Transcripción

1 Los festivales: una poética del buen cine Paulet Ortiz Vigueras* En un país no muy lejano, un círculo de cinéfilos que se hacía llamar Cine y Crítica de Occidente, organizó la primera Muestra de Cine Mexicano que, años más tarde, se convertiría en el Festival Internacional de Cine de Guadalajara. *Estudiante del último semestre de la Licenciatura en Lengua y Literatura Hispánicas y de Ciencias y Técnicas de la Comunicación de la Universidad Veracruzana. Ha realizado estudios especializados en ejecución musical, opción violín en la Facultad de Música, UV. Colaboradora de diversas publicaciones culturales con varios artículos sobre cine, música y literatura. El tiempo no brinda premisas para el arte pero da espacios para que se realice. Mientras en 1985, Allan Stewart Königsberg, mejor conocido como Woody Allen, estrenaba en Estados Unidos una película que lo haría acreedor a un Globo de Oro por su guión The Purple Rose of Cairo, en un país no muy lejano, un círculo de cinéfilos que se hacía llamar Cine y Crítica de Occidente, organizó la primera Muestra de Cine Mexicano que, años más tarde, se convertiría en el Festival Internacional de Cine de Guadalajara. Jaime Humberto Hermosillo, Daniel Varela, Ángel Urrutia, Raúl Padilla y Guillermo del Toro eran algunos de los integrantes de ese entusiasta grupo que se esforzó por demostrar la importancia del cine contestatario y subterráneo que estaba surgiendo en México y que viajaba por los festivales del mundo pero que, lamentablemente, permanecía en secreto en su país. En aquellos años, el panorama del cine mexicano reflejaba todo menos cine. La Época de Oro y el renacimiento cinematográfico, bajo los auspicios de Echeverría, habían concluido y las obras que se conocían no eran más que una interminable presentación de ficheras y burdeles, albures y cantinas. Litoral e 11

2 Con la primera muestra, los integrantes de este grupo, ayudados por la UDG, iniciaron la difusión del cine independiente mexicano que, en palabras de Guillermo del Toro, era un cine que bebía fuertemente del aliento europeo, del deseo de hacer cine a como dé lugar y en contra de todo. Críticos de diferentes partes del mundo acudieron al llamado del grupo, entre los que destacan: Elliot Stain, Robin Wood, Emilio García Riera y Leonardo García Tsao, quien sería parte fundamental de este proyecto. Guadalajara se convirtió en la ciudad del cine. Al proyecto, que inició debido al deseo de unos jóvenes de ver obras de calidad, se unieron nuevas voces y nuevas ideas. La muestra de cine mexicano pasó a ser de cine iberoamericano y muy pronto se convirtió en el festival más importante de México: el FICG. Actualmente, éste ofrece ejemplos extraordinarios de filmes iberoamericanos de actualidad y cuenta con el mercado de cine más grande de México, donde se reúne una gran cantidad de distribuidores, productores y cadenas de televisión, en busca de nuevos proyectos. El festival es un punto de encuentro para personas que poseen un gusto en común: el placer de ver buen cine. Fernanda Solórzano menciona que, en 1955, en un texto publicado en la revista Cahiers du Cinéma, el crítico André Bazin comparó los festivales de cine con órdenes religiosas. El símil se debe a la devoción con la que sus asistentes llegan desde todos los rincones del mundo y abandonan sus vidas mundanas para entregarse juntos a la contemplación colectiva de una realidad trascendente, ya que directores, productores, actores, críticos y público en general se reúnen para gozar de las novedades que la cinematografía les ofrece, dedicando, así, todo su tiempo a la devoción de esa realidad que los une. Los festivales de cine cumplen una función muy importante al acercar al espectador hacia otras realidades. Representan una opción para ver y descubrir lo actual, lo viejo y lo nuevo, revisitar autores y revelar cinematografías. Actualmente la producción cinematográfica es muy extensa y, muchas veces, inalcanzable. Por lo que eventos como éste brindan la posibilidad de difundir el trabajo de cineastas que probablemente, en otras circunstancias, sería desconocido. La última edición del FICG, celebrada en marzo, trajo agradables sorpresas. Durante siete días se proyectaron largometrajes y 12 Litoral e

3 Los festivales de cine cumplen una función muy importante al acercar al espectador hacia otras realidades. Representan una opción para ver y descubrir lo actual, lo viejo y lo nuevo, revisitar autores y revelar cinematografías. Actualmente la producción cinematográfica es muy extensa y, muchas veces, inalcanzable. Por lo que eventos como éste brindan la posibilidad de difundir el trabajo de cineastas que probablemente, en otras circunstancias, sería desconocido. cortometrajes, mexicanos e iberoamericanos, tanto en la rama documental como ficción y, como dijera Vila-Matas, siempre aparece alguien que no te esperas para nada, porque entre los cortometrajes en competencia destacó Juan y la Borrega, trabajo de J. Xavier Velasco, director xalapeño, ganador del X Concurso Nacional de Proyectos de Cortometraje que otorga IMCINE cada año. También, entre los largometrajes proyectados, destacaron los provenientes del Cono Sur. El dedo, ganador de mejor ópera prima iberoamericana, del argentino Jorge Teubal, es un claro ejemplo del cine de calidad que se está produciendo en otros países y que, lamentablemente, es difícil conseguir. Este filme, si corre con suerte, llegará a las salas cinematográficas de México en dos o tres años, aunque es casi seguro que sólo será proyectado en alguna muestra internacional, como ejemplo del cine argentino de la década anterior. Los festivales no sólo muestran al espectador un panorama del trabajo cinematográfico que se hace en otros lugares, sino que también ofrecen inmediatez, ya que en el séptimo arte la vigencia es muy importante. Es por ello que, en muchas ocasiones, cuando finalmente las películas alcanzan la sala cinematográfica, ya han caducado. Habrá algunos filmes que evadirán el infierno del último espectador y se postrarán como obras de culto; sin embargo, habrá otros que se quedarán en el camino de ese largo peregrinar. Al acudir a un festival, no sólo nos enteramos de lo canónico y consagrado, sino de lo efímero, actual y a veces banal del mundo cinematográfico. Estos puntos de encuentro también ayudan a los realizadores a medir su trabajo con el público ya que, finalmente, éste es el jurado más difícil de complacer. El realizador es como un padre que deja que su hijo conozca el mundo y sea juzgado o alabado. Al final del día la mejor experiencia con la que un realizador se queda es con aquellas palabras que un joven entusiasta profiere al final de la función sobre las bondades de su trabajo. Es aquí cuando se cierra el ciclo, cuando lo que en un principio fue una simple idea, se materializa en las emociones expresadas por el más honesto de los jueces, el público común. Y como todo o casi todo tiende a buscar un lugar en el centro del mundo, la industria cinematográfica en México no es la excepción. La centralización imposibilita que, en diversos puntos del país, se

4 Actualmente, en México existen varios festivales que se dedican a premiar lo mejor tanto a nivel nacional como internacional, entre los más importantes destacan el Festival Internacional de Cine de Morelia, el Festival de Cine de Guanajuato Expresión en Corto, el Festival Internacional de Cine de Monterrey, el Festival Internacional de Cine Documental de la Ciudad de México, el Short Shorts Film Festival México y el Festival Internacional de Cine de Acapulco. tenga un conocimiento del quehacer cinematográfico. En México destacan tres puntos importantes donde se hace cine, uno: el Distrito Federal, atendiendo a su condición de ciudad capital y cuna de las escuelas de cinematografía más prestigiadas del territorio nacional como el Centro de Capacitación Cinematográfica y el Centro Universitario de Estudios Cinematográficos de la UNAM, así como sede de la Cineteca Nacional es el principal punto de encuentro para generar y distribuir cine. Otro, en el norte de México, lugar donde se encuentran los Estudios Baja de Fox, en los que se han producido películas como Titanic, Master and Commander, Pearl Harbor, entre muchas otras. La importancia de estos estudios reside en que están acondicionados para hacer filmaciones acuáticas. Obviamente, a esta bina productora se le une la ciudad sede del festival de cine más importante del país, Guadalajara, donde surgen escuelas como el Centro de Medios Audiovisuales o el Departamento de Arte y Sonido de la UDG, destacada también por su tradición en animación, en la que resaltan René Castillo, Luis Téllez y Rita Basulto. En un afán de exagerar se podría afirmar que si no es en el DF, Baja California o Guadalajara, en México no hay cine. Es triste darse cuenta de que esta hiperbolización no está alejada de la realidad. Y más aún, a este respecto, García Tsao menciona que los cinéfilos de provincia sufren una carencia de buen cine en la medida en que dependen totalmente del capricho de distribuidores y exhibidores comerciales. Tal es la situación en provincia, donde los filmes comerciales son siempre los más difundidos y envían al baúl de los recuerdos y ayeres a piezas magistrales de la cinematografía nacional e internacional. Los festivales, con sus altas y bajas, tienen la función de difundir cine, dar a conocer nombres y, sobre todo, generar talento. Actualmente, en México existen varios festivales que se dedican 14 Litoral e

5 Los cinéfilos de provincia sufren una carencia de buen cine en la medida en que dependen totalmente del capricho de distribuidores y exhibidores comerciales. a premiar lo mejor tanto a nivel nacional como internacional, entre los más importantes destacan el Festival Internacional de Cine de Morelia, el Festival de Cine de Guanajuato Expresión en Corto, el Festival Internacional de Cine de Monterrey, el Festival Internacional de Cine Documental de la Ciudad de México, el Short Shorts Film Festival México y el Festival Internacional de Cine de Acapulco. También es importante destacar la labor de Ambulante, festival itinerante que recorre el país con los documentales más representativos de diversas partes del mundo. Todos estos eventos no sólo ayudan a cultivar una visión crítica y generar una conciencia colectiva en torno a cómo percibimos y comprendemos la realidad, sino que nos permiten conocer cómo otros seres humanos perciben y comprenden su realidad mediante el discurso cinematográfico. Éste está representado de diferentes maneras: en cortometrajes o largometrajes. El primero de éstos, a pesar de que ya ha abierto canales de distribución en Internet, sigue siendo poco visitado. Vivir a la sombra del hermano mayor es una situación complicada. El cortometraje, a diferencia del largometraje, es difícilmente comercializable, ya que desde su concepción el largometraje surge con la intención de ser distribuido. Muchos de los festivales tienen un espacio destinado especialmente a los cortometrajes, piezas pequeñas que demuestran los indicios de la poética de los próximos cineastas nacionales o internacionales. Al visitar los cortometrajes, atendemos a una premonición sobre el futuro del cine, sobre las estéticas que serán plasmadas en la cinematografía en unos años. Quién pensaría que en 1985, el director de Doña Lupe, cortometraje en 16 mm, sería después el mismo que dirigiría Cronos y El laberinto del fauno? Reitero: los cortometrajes nos ofrecen un panorama sobre el futuro del cine nacional. Sólo en las muestras se podrá acceder a este tipo de material ya que difícilmente la industria apostará por estas pequeñas piezas. Ahora únicamente queda estar a la caza de festivales para nutrirse de lo que se está haciendo en México y en el mundo. Ya decía Fernanda Solórzano que sólo en los festivales se podía ver cine latinoamericano. Tal vez ésta sea una de las razones por las que estas sectas religiosas, como los denominaba Bazin, tengan más y más seguidores año con año. Éstos son los beneficios de los festivales, aunque siempre hay que tener cuidado para no perderse entre las alfombras rojas, los paparazzi y las luminarias, ya que se debe recordar que las películas, no las personas y el glamour, son y serán el centro de un festival. Como diría Herzog, la cultura fílmica no es análisis, es agitación de la mente. Litoral e 15