LAS FRONTERAS DEL INFIERNO

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Jorge Martín Iglesias
hace 8 años
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1 Las fronteras del infier 21/06/2007 8:06 Página 3 LAS FRONTERAS DEL INFIERNO JORDI SIERRA I FABRA

2 Las fronteras del infier 21/06/2007 8:06 Página 5 1 Solo cuando el avión tocó tierra, se sintió Tasio liberado de sus fantasmas. Cerró los ojos y soltó el aire retenido en sus pulmones, pero no dejó de aferrarse a los reposabrazos, anquilosado, como había hecho en muchas fases del vuelo, en especial atravesando los retazos de turbulencias con los que se habían encontrado sobre el Atlántico. Allí no se trataba únicamente de la altura, sino de que abajo la tierra ya no existía. Mar y nada más que mar. Aterrador. Los pasajeros del vuelo aplaudieron, no supo si felices por haber llegado o por la liberación de su tensión. Claro que la mayoría se había pasado el vuelo hablando, de pie, yendo de un lado a otro o durmiendo como si tal cosa. Miró a su madre, tan pálida como él. Estás bien, mamá? Sí, sí. Su primer vuelo. Todas aquellas horas desde la salida de su casa, al otro lado del mundo. Una breve noche ape- 5

turbulencias con los que se habían encontrado sobre el Atlántico. Allí no se trataba únicamente de la altura, sino de que abajo la tierra ya no existía. Mar y nada más que mar. Aterrador.

3 Las fronteras del infier 21/06/2007 8:06 Página 6 nas intuida más allá de las ventanillas cerradas, mientras las pantallas de los televisores proyectaban una tras otra tres películas felices. La sobrecargo acababa de decirles por los altavoces, antes de aterrizar, que en España eran las doce y treinta y nueve de la mañana. Siete horas más que en Ecuador. Así que para ellos, todavía eran las cinco y treinta y nueve. Los primeros pasajeros, los más nerviosos, se pusieron en pie antes de que el avión llegase a la terminal y se detuviera. El hombre sentado junto a su madre, ya que él se había quedado la ventanilla, le dirigió una última sonrisa de ánimo. Que tenga un feliz reencuentro. Gracias, señor, muy amable. Dios le bendiga. No es que hubiesen hablado mucho, pero en el intercambio de confidencias ella le había contado lo más básico: que iban a vivir y a trabajar en España, con sus papeles en regla, y que en el aeropuerto estaría su marido esperándola. Un año sin verse. Después de cinco años trabajando en España, por fin se reunían todos. Bueno, casi. María Fernanda y María Esperanza seguían allá, en Quito, ya casadas, con sus maridos y sus hijos. Tasio había llorado al separarse de sus sobrinitos. Las cosas irán bien, seguro el día anterior, el de la despedida, la madre de Tasio se aferraba a sus sueños. Con suerte venimos a veros en dos años, por la Navidad. Dos años. Con suerte. Cuándo habían tenido suerte ellos? Vamos ya, hijo. No te dejes nada. No, mamá. 6

Así que para ellos, todavía eran las cinco y treinta y nueve. Los primeros pasajeros, los más nerviosos, se pusieron en pie antes de que el avión llegase a la terminal y se detuviera.

4 Las fronteras del infier 21/06/2007 8:06 Página 7 Cargaron con sus bultos de mano y enfilaron por el pasillito del avión hasta la salida. Una agradable temperatura, primaveral, les dio la bienvenida y les confortó. El día era hermoso, sin nubes en el cielo. Un día para soñar y mantener vivas todas aquellas esperanzas. Caminaron por el acceso que enlazaba el avión con la terminal y después por ella hasta el control de pasaportes, con sus largas y pacientes colas. Se los examinaron del derecho y del revés. Tuvieron incluso que mostrar al policía sus papeles, legalizados por la embajada. Todo en orden. Por último, y tras unos largos, muy largos veinte minutos de espera, se hicieron con sus maletas. La frontera final fue la de la aduana. De dónde vienen? De Ecuador. Abran esa maleta, por favor. Se lo revolvieron todo, pero ya no hubo más. Lograron restablecer el orden interior y salir por aquella puerta que les comunicaba con el futuro. La gente que se agolpaba al otro lado formó una marea de rostros anónimos que ellos escrutaron a la búsqueda del que ansiaban. Tasio fue el primero en verle. Papá! Y a continuación ella. Mauricio! Corrieron los tres, los recién llegados empujando el carrito con las maletas y él abriéndose paso a la carga por entre los espectadores de primera fila. La fusión fue total. Se abrazaron, lloraron, se besaron y tocaron los rostros con las manos, como para estar seguros de que se trataba de ellos, y luego volvieron a abrazarse, a llorar, a besarse. Mi Coralita... Tasio... Cuánto has crecido, hijo! 7

Caminaron por el acceso que enlazaba el avión con la terminal y después por ella hasta el control de pasaportes, con sus largas y pacientes colas. Se los examinaron del derecho y del revés.

5 Las fronteras del infier 21/06/2007 8:06 Página 8 Tasio cerró los ojos y se dejó arrastrar por aquella emoción. Recuperaba a su padre, pero perdía sus raíces, su mundo. Y todo aquel miedo brotó allí, en aquel instante, ahogándole lo mismo que hacía su padre con aquel largo y denso abrazo cargado de emociones aplazadas. 8

Recuperaba a su padre, pero perdía sus raíces, su mundo.

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