UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID

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1 UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID XIX SEMINARIO INTERUNIVERSITARIO DE TEORÍA DE LA EDUCACIÓN EDUCACIÓN Y CALIDAD DE VIDA San Lorenzo de El Escorial Noviembre de 2000 Documento: Adenda a la ponencia 4 Título: Calidad de vida juvenil. Autor/es: G. Jover Fecha: Septiembre/octubre de 2000 Este documento está sujeto a los derechos de la propiedad intelectual. Su reproducción y difusión quedan limitadas al análisis y discusión en el marco del XIX Seminario Interuniversitario de Teoría de la Educación. Cualquier otro uso o referencia de este trabajo requiere la autorización expresa del autor o los autores.

2 1 XIX Seminario Interuniversitario de Teoría de la Educación Educación y Calidad de Vida. San Lorenzo de El Escorial. Noviembre de 2000 Adenda a la ponencia 4. Resumen: CALIDAD DE VIDA JUVENIL Gonzalo Jover Universidad Complutense de Madrid Con matices diversos, las cuatro ponencias presentadas al XIX Seminario Interuniversitario de Teoría de la Educación destacan la dimensión subjetiva implícita en la idea de calidad de vida, que no se agota en las condiciones materiales, sino que tiene que ver con la experiencia de satisfacción personal de las personas, lo que los clásicos llamaban felicidad. Por esa parte que tiene de percepción subjetiva, en esta contribución vamos a aportar algunos datos que nos permitan captar la imagen que tienen los jóvenes de su calidad o modo de vida. Estos datos provienen de un proyecto de investigación sobre el estilo de vida de los jóvenes españoles (18-30 años) que hemos venido desarrollando durante los últimos cinco años. De los resultados obtenidos, nos centramos sobre todo en dos cuestiones que se vinculan muy estrechamente a la calidad de vida: el ocio y la participación política. Como actitud general, los jóvenes están bastante satisfechos con su modo de vida. La autonomía económica parece afectar algo más esta satisfacción que el hecho de seguir o no viviendo habitualmente en el hogar paterno/materno. Por esferas de actividad, el índice más bajo es el que se refiere a la educación recibida en el sistema educativo, mientras que los índices más altos se dan en la relación con los amigos y la forma de disfrutar del tiempo de ocio. Como sucede con la calidad de vida en general, la satisfacción en el ocio depende, no obstante, de ciertas condiciones que afectan a la vivencia del espacio y el tiempo, situándose en relación directa con las posibilidades de vida activa fuera del hogar. A partir de los resultados obtenidos, cabe interpretar el ocio de los jóvenes como una especie de mezcla de evasión y refugio, huida fugaz de un presente que presagia un futuro demasiado incierto. Este escepticismo se plasma también de manera muy evidente en la imagen que proyectan de sí mismos como actores políticos. Al compararse con la generación precedente, los jóvenes de hoy se consideran bastante más tolerantes y felices, algo más solidarios y emprendedores e incluso un poco más independientes, pero también se ven mucho menos comprometidos políticamente. La prioridad que conceden a algunos derechos sobre otros, parece ser signo inequívoco de una especie de relajación de las grandes aspiraciones políticas y refugio en los intereses y necesidades más cercanos. Hoy, el problema del trabajo o la vivienda se ha instalado en las prioridades de la juventud por encima del derecho a participar en la vida pública. ***** En las palabras de introducción a la organización de este XIX Seminario Interuniversitario de Teoría de la Educación, hemos indicado el carácter de alternativa que, en términos generales, se ha querido ver en el concepto de calidad de vida con respecto a las nociones tradicionales de crecimiento y desarrollo. Frente a los enfoques centrados en el crecimiento económico, este concepto pretende abarcar un conjunto de aspiraciones que inciden más en la experiencia concreta de los sujetos. Hoy hemos alcanzado una percepción más clara de que el crecimiento no es un fin en sí, sino un medio para la consecución no sólo de mayores niveles globales de bienestar, sino sobre todo de mejores condiciones y modos de existencia, de satisfacción de requerimientos básicos y de autorrealización de cada hombre y mujer 1. Citando al Premio Nobel de Economía, Amartya Sen, se trata de entender el desarrollo como la expansión de las capacidades de las personas, esto es, modos de ser y hacer que pueden ser valorados como si fueran importantes en sí mismos (no sólo porque puedan producir utilidad ni sólo por la medida en que puedan rendir utilidad) 2. Las distintas ponencias que se han preparado para el Seminario destacan y matizan esta dimensión subjetiva, más cercana a los sujetos, del concepto de calidad de vida. En la ponencia 1, se propone entenderla como un estilo de vida, es decir, como un todo coherente ideológico, actitudinal y comportamental- que posibilite la implicación personal continuada (ponencia 1, p. 4) 3, abriendo así la posibilidad de la acción educativa. Para la ponencia 2, en la acepción hoy más comúnmente aceptada, calidad 1.- XIX Seminario Interuniversitario de Teoría de la Educación Educación y Calidad de Vida ( 2.- SEN, A. (1998) Capacidad y bienestar, p. 58 en: NUSSBAUM, M. y SEN, A. (Eds.) (1998) La calidad de vida. México, F.C.E. 3.- COLOM, A.J.; PÉREZ ALONSO-GETA, P.M. y VÁZQUEZ, G. (2000) Calidad de vida, ambiente y educación, XIX Seminario Interuniversitario de Teoría de la Educación Educación y Calidad de Vida.

3 de vida se refiere a una síntesis de objetividad (bienestar) y subjetividad (felicidad) (ponencia 2, p. 8) 4. En diferentes lugares a lo largo de los textos de las ponencias se subraya, de hecho, el parentesco de esta idea con la noción clásica de felicidad, de la que, para los autores de la ponencia 3, no es sino su versión menor, descreída o postmoderna (ponencia 3, p. 3) 5. Ahora bien, la calidad de vida constituye un objetivo dinámico que va evolucionando en función de la interacción que se produce entre las condiciones objetivas y las experiencias y expectativas de los sujetos, por lo que tan erróneo sería pretender sustraer de la misma la inevitable subjetividad con que finalmente cada individuo adquiere un sentimiento de fondo acerca de su bienestar personal (ibid., p. 4), como cerrar los ojos a las condiciones materiales, abocando a una visión meramente subjetivista en la que el criterio último recaería en la simple acomodación o aceptación de las condiciones de vida, fueran éstas las que fueran (ponencia 4, p. 6) 6. Como se señala en la ponencia 4, los distintos vectores a que puede dar lugar la combinación de ambas dimensiones ponen en evidencia los límites pedagógicos de esta idea, que no excluye, por ejemplo, la más extraordinaria opulencia vivida con tranquilidad de conciencia (ibid., p. 9). En el fondo, no podemos olvidar que cuando hablamos de calidad de vida, nos referimos a una vida humana, lo que hace inevitable pensar en ciertos criterios y aspiraciones humanas generalizables, que hacen posible entender la calidad de vida ya no sólo como una sensación de bienestar personal, sino como un modo de vida deseable. Tal como se desprende de la lectura de las distintas ponencias, al menos en su recepción por la Teoría de la Educación el de calidad de vida se convierte en un concepto básicamente ético. Por decirlo de manera resumida, con la ponencia 4, pedagógicamente referirse a la calidad de vida implica apelar a valores; significa hablar no sólo de la buena vida, sino también de la vida buena (ibid., p. 12). Por ese lado que tiene de percepción subjetiva, el cual no puede ser observado directamente, sino que obliga a preguntar al individuo o colectividad en cuestión (ibid., p. 6), en esta contribución vamos a aportar algunos datos que nos permitan captar la imagen que tienen los jóvenes de su calidad o modo de vida. Estos datos provienen de un proyecto de investigación sobre el estilo de vida de los jóvenes españoles que hemos venido desarrollando durante los últimos cinco años. La investigación, en el entorno de la metodología cuantitativa clásica basada en el muestreo y el uso de cuestionarios, ha supuesto la realización de cuatro trabajos de campo, en los que se ha encuestado a un total de jóvenes 7 : Juventud y medios de comunicación (Aplicación: noviembre de N = 2020). Juventud y ocio (Aplicación: mayo de N = 2140). Juventud y valores sociales (Aplicación: mayo de N = 2200.). Autoimagen y aspiraciones de los jóvenes (Aplicación: mayo de N = 2200). De los resultados obtenidos, algunos de ellos todavía en proceso de elaboración, nos vamos a fijar aquí sobre todo en dos cuestiones que a lo largo de las ponencias se vinculan muy estrechamente a la calidad de vida, a saber el ocio y la participación política, que constituyen espacios de interacción en los que se juega en gran medida ésta 8. No nos interesa tanto saber lo que hacen o dejan de hacer los jóvenes, aspectos de sobra estudiados, como algunos rasgos más subjetivos: la satisfacción o insatisfacción que obtienen del empleo de su tiempo libre y la imagen que tienen de sí mismos como artífices políticos. El joven prototipo 9 al que nos vamos a referir habita en una ciudad cualquiera, probablemente capital de provincia, del territorio peninsular. Ella o él tiene entre 18 y 30 años, y posee al menos algunos 4.- PEÑA, J.V.; GARCÍA DEL DUJO, A.; SÁNCHEZ VALLE, I. y VERA, J. (2000) La medida de la calidad de vida en el proceso de revisión de las políticas de bienestar social. Algunas consideraciones en torno a los indicadores de educación en el contexto de las nuevas realidades emergentes, XIX Seminario Interuniversitario de Teoría de la Educación Educación y Calidad de Vida 5.- ASENSIO, J.M.; BÁRCENA, F. y MÈLICH, J.C. (2000) Educación, vida humana y biopoder, XIX Seminario Interuniversitario de Teoría de la Educación Educación y Calidad de Vida 6.- TRILLA, J.; AYUSTE, A.; ROMAÑÁ, T. y SALINAS, H. (2000) Educación y calidad de vida. Las cosas, los otros y uno mismo, XIX Seminario Interuniversitario de Teoría de la Educación Educación y Calidad de Vida 7.- En todos los casos se usó un sistema de muestreo por cuotas establecidas sobre la base de las Proyecciones de la Población de España calculadas a partir del censo de población de 1991 (Madrid, INE, 1995, soporte informático) y las últimos datos disponibles, en cada caso, de la Encuesta de Población Activa (Madrid, INE). Se establecieron cuotas por núcleo de población, género, tramo de edad, nivel de estudios y categoría ocupacional. En las cuatro ocasiones, los cuestionarios se aplicaron en las siguientes poblaciones: Alicante, Barcelona, Bilbao, Cádiz, Castellón, Córdoba, Granada, La Coruña, León, Madrid, Málaga, Murcia, Oviedo, Pamplona, Salamanca, San Sebastián, Santander, Santiago de Compostela, Sevilla, Tarragona, Valencia, Valladolid, Vigo y Zaragoza. 8.- La calidad de vida tiene que ver con las interacciones en las que participan cotidianamente las personas y con las posibilidades que su entorno les ofrece para participar e implicarse en los procesos de deliberación de aquellas decisiones que les afectan (ponencia 4, p. 33). 9.- No pasamos por alto que una de las principales limitaciones de este tipo de estudios cuantitativos realizados con grandes muestras a la hora de intentar captar la dimensión subjetiva de la calidad de vida es, precisamente, que tal joven prototipo no existe, no es un sujeto real, con voz, nombre e historia. Una metodología cualitativa de tipo biográfico, como la que hemos tenido oportunidad de emplear en alguna otra ocasión (GIL CANTERO, F. y JOVER, G.: 2000, Las tendencias narrativas en pedagogía y la aproximación biográfica al mundo infantil, Enrahonar, 31, pp ), parecería en este sentido más adecuada a esa nueva antropología y sensibilidad deslizada hacia lo narrativo que se defiende en la última parte de la ponencia 4 (ponencia 4, pp ), y a la que se 2

4 años de estudios secundarios. Su trabajo, a veces más estable y a veces más ocasional, le proporciona cierta autonomía económica, aunque lo más frecuente es que siga viviendo en casa de sus padres. Como actitud general, estos jóvenes están bastante satisfechos con su modo de vida (6,9, en una escala del 0 al 10). No hay grandes diferencias a lo largo del intervalo de edad, moviéndose entre una puntuación máxima de 7,3 a los 18 años, y una puntuación mínima de 6,8 a los 22. Es interesante analizar cómo inciden en esta satisfacción ciertas condiciones que retrasan las posibilidades de vida independiente de los jóvenes, concretamente su emancipación del hogar paterno/materno y su autonomía económica con respecto a los padres. Los jóvenes parecen haber asumido la necesidad de dependencia más larga del entorno familiar. De esta forma, aunque con escasas variaciones (las puntuaciones inferior y superior son respectivamente de 6,6 y 7,2), la autonomía económica parece afectar algo más a la satisfacción en el modo de vida que el hecho de seguir o no viviendo habitualmente en el hogar paterno/materno. Entre los hombres, el índice más alto de satisfacción se da en quienes son económicamente autónomos, si bien siguen atados al hogar familiar, mientras que en las mujeres el índice más alto se produce en quienes, además de no depender económicamente de los padres, pasan al menos largos periodos (el caso, por ejemplo, de quienes viven en residencias de estudiantes) fuera del domicilio paterno/materno. Para ambos géneros, los índices más bajos de satisfacción corresponden a quienes viviendo fuera del hogar familiar, son dependientes de la ayuda económica de los padres, es decir, en quienes experimentan las posibilidades de la vida autónoma, pero carecen de los recursos necesarios para vivir plenamente por sí mismos (gráfico 1) Gráfico 1: Satisfacción en el modo de vida según la situación familiar y económica Emancipados / autosuficientes Emancipados / dependientes No emancipados / autosuficientes No emancipados / dependientes 6 6,25 6,5 6,75 7 7,25 7,5 (Índice de satisfacción 0-10) Fuente: Autoimagen y aspiraciones de los jóvenes (N = 2200) Hombres Mujeres Por esferas de actividad, el índice más bajo de satisfacción de los jóvenes es el que se refiere a la educación recibida en el sistema educativo, que sobrepasa con escaso margen el aprobado (5,9 en la escala del 0 al 10), siendo el único caso en el que las mujeres se manifiestan algo más optimistas que los hombres. No obstante, la insatisfacción parece referirse más a los obstáculos para alcanzar niveles más altos de refiere también la ponencia 3 cuando señala que la calidad de vida no puede objetivarse ni medirse, sino que obliga a abrirse a los dominios de la subjetividad, esos dominios a los que pertenece la vida, continuada obra de autocreación que sólo puede ser percibida, que únicamente admite lecturas autobiográficas (ponencia 3, p. 10). Ahora bien, como ya hemos indicado siguiendo el análisis conceptual que se realiza en la primera parte de la ponencia 4, es preciso evitar las posturas excesivamente objetivistas y excesivamente subjetivistas acerca de la calidad de vida, la cual se refiere a algo tanto biográficamente construido como socioculturalmente condicionado (ponencia 4, p.12). Ello justifica el intento de proporcionar con esta aportación algunos indicios de alcance general acerca del estilo de vida los jóvenes, sabiendo, claro, que de este modo apenas rozamos lo que acontece en cada biografía particular (Sobre la superación de la dialéctica entre lo cuantitativo y lo cualitativo en el estudio de la calidad de vida, véase también ponencia 2, pp ) Según las variables empleadas en el cuestionario, se consideran no emancipados del hogar paterno/materno, quienes viven la mayor parte del año en casa de sus padres u otros familiares, y emancipados quienes viven la mayor parte del año en residencias de estudiantes, pisos compartidos o en su propia vivienda, comprada, alquilada o cedida, sólo o con su pareja, hijos/as etc... Se consideran autosuficientes económicamente quienes viven exclusivamente de sus propios recursos económicos, comparten los recursos económicos con su pareja o poseen recursos suficientes, aunque sigan habitando en casa de su padres u otros familiares, y se consideran dependientes económicamente quienes dependen casi exclusivamente de los recursos económicos de sus padres o tutores, o quienes disponen de algunos recursos para gastos personales, pero dependen para otros de sus padres o tutores..

5 educación, que al funcionamiento del sistema en sí, pues cuanto más alto es el nivel que ha podido cursarse en el sistema, más alta es también la satisfacción. Por el contrario, las esferas que presentan índices de satisfacción personal más altos, son las de la relación con los amigos (7,8) y la forma de disfrutar del tiempo de ocio (7,1), ámbitos que, como es evidente, se solapan ampliamente entre sí. Centrándonos en este último aspecto, conviene distinguir entre ocio diario, semanal u ocasional. El ocio diario de los jóvenes se centra en el entorno familiar (estar con la familia, leer la prensa o libros) y de las relaciones afectivas o de amistad (estar con los amigos o con la pareja). La parte más importante se la lleva, con todo, ver la televisión, escuchar la radio u oír música, opción que es elegida como actividad de ocio diario por el 85% de los jóvenes, frente al 34% que elige leer la prensa. Hemos podido comprobar que en el uso que hacen los jóvenes de los medios de comunicación, la función lúdica predomina sobre la informativa y la cultural. Los jóvenes utilizan sobre todo con finalidad lúdica la televisión, y después la radio, mientras que la prensa se vincula más a la función informativa: los periódicos de información general son los más usuales entre los jóvenes que suelen leerla con una mínima asiduidad. Por el contrario, en la televisión se busca en primer lugar el entretenimiento, como revela el que los programas favoritos sean las películas. A la vista del tiempo que se le dedica (unas tres horas como media, y siempre hablando en términos generales), puede decirse que la televisión constituye para la juventud el sistema más habitual de ocio cotidiano, esto es, para los días de diario. Los fines de semana las cosas cambian: la televisión se ve menos los viernes que ningún otro día, sobre todo por los más jóvenes (18-24 años). En el caso de la radio, la primacía se la llevan los programas musicales. La radio es la música de fondo que se busca como compañía en los momentos de actividad. El ocio juvenil de los fines de semana es, claro, y sobre todo para quienes se hallan en los escalones más bajos del intervalo de edad, el ocio de salir, de ir a la discoteca o de copas y también de estar con los amigos. Para una proporción menor, es la oportunidad, todavía, de leer la prensa, hacer deporte o ir a cine. Por último, viajar adquiere, con cierta diferencia, la primacía en cuanto a las opciones de ocio ocasional o a más largo plazo (una vez al mes de vez en cuando), seguida de ir al cine o a espectáculos y actuaciones. Leve, pero perceptiblemente, la satisfacción en el ocio aumenta, al menos hasta cierto punto, paralelamente a la cantidad de dinero que se emplea en él. Los jóvenes de nuestras ciudades dicen gastar como media unas ptas. semanales en actividades de ocio. Si bien existe una gran variabilidad, la mayor parte se sitúa en la franja que va de a ptas. Gastan más los más mayores que los más jóvenes, los hombres que las mujeres, quienes poseen un trabajo que quienes se encuentran en paro, estudian o se dedican a actividades del hogar. Pero, como sucede con la calidad de vida en general, la satisfacción en el ocio depende también, y sobre todo, de ciertas condiciones que afectan a la vivencia del espacio y el tiempo 11. Los índices de satisfacción más altos se presentan en quienes trabajan o estudian (6,9 y 6,7 respectivamente), y los más bajos en quienes se ocupan como actividad principal en tareas del hogar o se encuentran en situación de paro o búsqueda de empleo (5,9 y 5,7 en cada caso) La satisfacción se sitúa, pues, en relación directa con las posibilidades de vida activa fuera del hogar, lo que confirma empíricamente la idea, pedagógicamente ya muy asentada, del ocio como ejercicio libremente decidido 12 (gráfico 2). 4 Gráfico 2: Satisfacción en el ejercicio del ocio según la ocupación (Índice de satisfacción 0-10) 8,0 7,5 7,0 6,5 6,0 5,5 5,0 4,5 4,0 Trabaja (6,9) Estudia (6,7) Paro (5,7) T. Hogar (5,9) Fuente: Juventud y ocio (N = 1140) Ocupación 11.- La constitución espacio-temporal del ser humano implica que la calidad de vida de los individuos dependa en gran medida de la calidad del espacio y el tiempo en los que habita (ponencia 1, p. 10) Véase ponencia 2, p. 69, siguiendo el estudio de J.M. PUIG y J. TRILLA (1987) La pedagogía del ocio. Barcelona, Laertes.

6 El 78% de los jóvenes desearía poder realizar algunas actividades de ocio de forma más habitual. La más valorada, en este sentido, es viajar, seguida de hacer deporte, excursionismo, etc., ir al cine, al teatro, y a espectáculos o actuaciones, esto es, actividades que implican alejarse, durante un periodo más largo o más corto, del ámbito del hogar. Por ello es explicable que sean precisamente quienes se ven obligados, y obligadas, a permanecer más tiempo en el hogar quienes más sueñan con su tiempo de ocio, con poder salir más frecuentemente, da igual el sitio, y también quienes manifiestan un mayor deseo de poder empeñarse en otras ocupaciones, colaborar en iniciativas sociales o practicar actividades artísticas. Qué buscan realmente los jóvenes en su tiempo de ocio? Qué es lo que más valoran como actitud vital? Qué echarían más de menos en una situación de cambio radical, como sería la de encontrarse de repente en una isla desierta?. Las respuestas no dejan lugar a dudas: la compañía de los demás, sobre todo de los más cercanos: la familia, los amigos y la pareja. Probablemente las dos nociones que mejor permitan hacerse una idea de las aspiraciones del ocio juvenil sean las de salida (salir, viajar, etc.) y relación en el entorno próximo. Podría parecer una contradicción, pero ésta es sólo aparente. Desde estas dos nociones, cabe interpretar el ocio de los jóvenes como una especie de mezcla de evasión y refugio. Pero, evasión y refugio denotan, en una única palabra, temor. El tiempo de ocio parece entonces vivirse como ocasión de negación, huida fugaz de un presente que presagia un futuro demasiado incierto. Un análisis de la evolución de las expectativas de la juventud lleva a afirmar que los jóvenes que se repliegan en su propio momento histórico y que se sienten incapaces de programar un proyecto vital no han hecho más que aumentar en España en el último cuarto de siglo 13. Se trata, por eso, de huir, pero sin perder el vínculo con el presente, con el entorno cercano, con el hogar. Salir para regresar. Eso es lo que ofrece la televisión: evasión desde el sofá. Los jóvenes viajan hoy más a otros países, pero lo hacen de vacaciones y durante periodos cortos; pocos se manifiestan dispuestos a vivir, trabajar y residir permanentemente en un país diferente 14. Es el signo de la postmodernidad, del regreso a lo cercano y local, frente a los ideales universalistas, promesas de expansión y progreso, que nos trajo la modernidad. Es también el signo de debilitamiento de esa tensión entre situación real, posibilidades y expectativas que, según la ponencia 4, caracteriza en su dimensión más pedagógica la aspiración a la calidad de vida 15. Este escepticismo se plasma de manera quizás aún más evidente en la imagen que de sí mismos proyectan los jóvenes como actores políticos. 16 Sea como actitud real o como anticipación de expectativas, estos jóvenes manifiestan una clara percepción de un bajo grado de implicación política. Según las puntuaciones que se otorgan a sí mismos, en una escala, del 1 al 7, se obtiene una puntuación media de compromiso político para el conjunto de los jóvenes de 3,6, por debajo, pues, del punto medio del 4. De manera todavía más rotunda, al compararse con la generación precedente, los jóvenes de hoy se consideran bastante más tolerantes y felices, algo más solidarios y emprendedores e incluso un poco más independientes, pero también se ven mucho menos comprometidos políticamente, siendo este el único aspecto que presenta una autoimagen de signo negativo con respecto a la generación anterior. Estos resultados son en cierto modo explicables. El compromiso político en que se fundamentan los sistemas democráticos se asocia a la vida activa, al sentimiento de autonomía y participación en la construcción de la sociedad. Según nuestros resultados, quienes estudian y trabajan mantienen una opinión más positiva de la democracia que quienes buscan empleo o, en el lugar más bajo de la escala, quienes realizan como actividad principal trabajos del hogar. Las condiciones que retrasan la incorporación activa de los jóvenes, deben, por tanto, afectar, como de hecho parecen hacerlo, al bajo autoconcepto que tienen de sí mismos como artífices políticos. Desde este punto de vista, se entiende mejor la contradicción que parece existir entre los grandes ideales democráticos por los que apuesta la juventud y su concreción en unas exigencias específicas. De los cuatro ideales que la Constitución propone en su primer artículo como valores superiores de nuestra convivencia ciudadana (libertad, igualdad, justicia y pluralismo político), el más apreciado por la juventud es, sin lugar a dudas, la libertad, que es elegido como el valor más decisivo, al que nunca se podría renunciar, por más de la mitad de los jóvenes. Pero estos mismos jóvenes para los que la libertad es un valor absolutamente irrenunciable, que se ven a sí mismos como una generación más tolerante La evolución desde finales de los sesenta no ha sido, sin embargo, uniforme, presentando los mayores niveles de confianza en los momentos en torno a la instauración de la democracia. MUÑOZ, A. (1994) Aspiraciones y objetivos existenciales, p. 214, en M. MARTÍN SERRANO (Ed.) Historia de los cambios de mentalidades de los jóvenes entre Madrid, Instituto de la Juventud MARTÍN, M. y VELARDE, O. (1997) Informe Juventud en España 96, p Madrid, Instituto de la Juventud Cuando las expectativas se alejan demasiado de aquello a lo que se puede acceder, el bienestar se tambalea. Pero también la vida se puede empobrecer si el deseo queda abolido o definitivamente satisfecho (ponencia 4, p. 8) Los resultados relativos a la autopercepción política se exponen y analizan más detenidamente en: JOVER, G. (2000) Educación y ciudadanía: el compromiso cívico de los jóvenes españoles, en: C. NAVAL y J. LASPALAS (Eds.) La educación cívica hoy. Una perspectiva interdisciplinar. Pamplona, Eunsa (en prensa).

7 que la de sus antecesores, o que entienden que en caso de conflicto de valores deben prevalecer sobre todo los ideales universalistas, tal como se recogen, por ejemplo, en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, consideran que derechos como la libertad ideológica o religiosa, libertad de expresión, derecho a la objeción o la misma participación política, son menos inalienables que el derecho al trabajo, a la vivienda, a la educación y la cultura o a disfrutar de un medio ambiente adecuado, derechos, que, siendo importantes conquistas sociales e históricas, no parece lógico posponer, como es el caso, con respecto a los criterios ético-políticos más elementales. Tales posiciones parecen confirmar una especie de relajación de las grandes aspiraciones políticas y refugio en los intereses y necesidades más cercanos. Hoy, el problema del trabajo o la vivienda se ha instalado en las prioridades de la juventud por encima del derecho a participar en la vida pública (gráfico 3) Gráfico 3: Carácter inalienable de determinados derechos Derecho al trabajo Derecho a la objección de conciencia Derecho a la educación y a la cultura Derecho a condiciones dignas en situación de privación de libertad Derecho a la participación política Libertad de expresión Libertad ideológica y religiosa Derecho a la vida Derecho a una vivienda digna Derecho a disfrutar de un medio ambiente adecuado Fuente: Juventud y valores sociales (N = 2200) En estas actitudes, que colocan a nuestra joven democracia en línea con las tendencias en la vieja Europa del ideal del bienestar 18, reflejan, quizás, los efectos de fragmentación y pérdida de sentido que, según la ponencia 4, provocan los ritmos sociales actuales, bajo cuya influencia no es extraño que la tendencia sea sustraerse de esa aceleración social, mediante la indiferencia o la apatía social, la atomización social. El individuo atrapado en la funcionalidad social, casi por salud mental evita tomarse muy en serio a sí mismo y a los hechos sociales (ibid., p. 38). Sea como fuere, parece evidente que, como se señala asimismo en la ponencia, tales actitudes reflejan también cierto déficit pedagógico y fracaso de las políticas educativas y culturales, que reclama la generación de nuevas iniciativas y proyectos educativos entendidos como espacios para la participación social (ibid, pp. 33 y 34) Las puntuaciones reflejan la diferencia, sobre 10, entre quienes piensan que el derecho de referencia debería respetarse siempre y quienes opinan que según las circunstancias Véase, por ejemplo, COMMISSION EUROPEENNE (1997) Eurobarometre, Nº 47. Para un análisis ponderado de las críticas de desafección política, individualismo y pérdida de la identidad solidaria como efectos del Estado del Bienestar: ponencia 2, pp