malentendido. La mujer se hace pasar por lo que no es y el hombre hace alarde

Transcripción

1 Prólogo La pregunta que guía este trabajo de grado y a la cual intenta dar respuesta es: Cuál es la relación entre el complejo de castración y la constitución de la feminidad?. Durante el proceso de investigación encontramos varias concepciones de la teoría psicoanalítica respecto a la experiencia de la castración. A propósito de los múltiples significados, definiciones, acepciones de un mismo concepto, decidimos partir desde la perspectiva que le dio origen al situarla como experiencia fundamental del psiquismo humano. Por ésta razón, comenzamos revisando los escritos de Freud al respecto, y posteriormente nos situamos desde una postura estructuralista: la teoría lacaniana. Esta se acerca al estudio del ser humano desde el signo, concibe la sexualidad humana como aquello que se instituye y reorganiza a partir de relaciones simbólicas; teniendo en cuenta que lo propio del signo, no es su relación con el significado, sino con el significante. Puesto que, en el signo, lo que hay de nuevo no es el significado, sino su relación con el significante, podría surgir la tentación (yo personalmente estaría tentado) de decir, que el estructuralismo se define por este último. 1 En dicha revisión, encontramos que en Freud la feminidad es un asunto aún misterioso, continente negro como él mismo lo llamaba. Por tal razón, nos lanzamos a la revisión que al respecto desarrolla la teoría lacaniana, a través, de autores como Moustapha Safouan, Catherine Millot, Eugénie Lemoine y Piera Aulagnier. En esta segunda parte, se sitúa la relación entre la castración y la feminidad en torno al falo, se revisa nuevamente el complejo de Edipo, y se concluye precisando la relación que la mujer establece con el falo a través de la erotización 1 Moustafa Safouan, Qué es el estructuralismo?, El estructuralismo en psicoanálisis, Buenos aires, Losada, 1975, p

2 del sufrimiento. En la tercera parte, se puede encontrar una lectura en torno a la mujer y su relación con el goce, segundo momento en la teoría lacaniana con respecto a esta temática; esto nos llevó a revisar las fórmulas de las sexuación planteadas por Jacques Lacan, en las cuales se señala la constitución de la feminidad como una posición particular en relación al deseo; aquí se plantea la relación entre castración y feminidad como efecto del significante. En las consideraciones finales se comentan las dificultades que entraña la feminidad, su relación con el deseo y el amor, el embarazo y la forma como la mujer puede pasar efectivamente de la partición imaginaria a la castración simbólica como tal. A propósito de la mujer y su relación con la escritura y la poesía, nos remitimos a la escritora Alejandra Pizarnik cuya poética, nos parece desde nuestra sensibilidad de autoras, está cargada de múltiples imágenes de lo femenino y sus perfumes, alimentados desde una fuerza melancólica. A modo de conclusión, encontramos que las vías de la sexuación pueden llevar a la feminidad o a la masculinidad, posiciones que tienen una relación particular con el goce. La masculinidad se define por un goce fálico, campo de lo simbólico, mientras que la feminidad hace referencia a un goce doble: goce fálico y goce Otro, este último, enviando a la mujer al dominio de lo real, al cuerpo. Estas posiciones, no son privativas de uno u otro sexo, es decir, el hombre puede asumir la posición femenina y la mujer la posición masculina, puesto que la anatomía no es el destino. De lo que aquí se trata es de la relación del sujeto -por supuesto, sujeto del lenguaje- con el significante. Aquel que inaugura una falta fundamental en el ser y que lo introduce al mundo del deseo, de la trasgresión. 13

3 Es así como esa entrada al mundo de lo simbólico, ese dejar de ser La cosa, se define como castración. Muerte o vida? Nacimos para lo simbólico, morimos para el mundo natural: La castración simbólica echa las bases de la relación de objeto en el ser humano, en la medida en que impone, no el duelo del objeto primordial, lo que es más bien asunto de la ley, sino la limitación del narcisismo en el que se fijara la relación con el objeto a secas. 2 Ser sexuado, en consecuencia, significa estar separado, barrado. También se puede decir: en tanto es sexuado (sexionado, pero cuidado con el mito de la unidad aristofánica), el hombre desea lo que no tiene, al Otro. Pero sólo se encuentra con su semejante imaginario, el (a). 3 pues si fuera posible la relación sexual, nos encontraríamos con la muerte psíquica. Si situamos la falta en lo real, es una privación; en lo imaginario, una frustración y en lo simbólico, una castración. La mujer vive durante su vida entre la privación y la frustración, más que en la castración. En ella el cuerpo adquiere un valor preponderante, pues su goce se sitúa en el cuerpo, vive en constantes angustias referidas a su integridad corporal; por no existir un significante que represente su ser de mujer, su cuerpo es el escenario donde escribe su sufrimiento. Sin embargo, este acceso a lo real, propio de la mujer, no le es fácil ni natural: está más familiarizada con el callejón sin salida y el pasaje al acto que la sublimación social, salvo la maternal. 4 Con respecto al amor y a la relación entre hombres y mujeres: hay ilusión, malentendido. La mujer se hace pasar por lo que no es y el hombre hace alarde de lo que no tiene. 5 A esto aludía Lacan cuando decía que no había relación 2 Ibíd., p Eugénie Lemoine, La partición de las mujeres, Buenos Aires, Amorrortu, Ibíd., p Ibíd., p

4 sexual. Finalmente, lo que encontramos es que la mujer es un ser de violencia; no reconoce la ley, aunque la soporte 6 ; lo que se traduce en la ausencia del significante para La Mujer y su resistencia para entrar en la castración simbólica. En este paso por la teoría, Qué encontramos en el hombre? Que gracias al significante del falo que le sirve de referente para constituirse como ser sexuado, la dinámica del deseo es muy diferente, no sufre de angustias de fragmentación o de vacío, su angustia no se sitúa en el ser sino en el tener: El hombre es uno por obra y gracia del significante de su falta, su falo, que resulta ser símbolo de su órgano sexual, que resulta ser el órgano por donde pasa y se manifiesta su deseo de la mujer, instrumento que organiza su libido. Su goce es encontrar en la mujer al Otro y también por poco que sea, el saber y el tener. Pero este saber no lo divide. El hombre es y permanece uno, como hombre y suponiendo que exista como un hombre que no es también una mujer-. 7 Este trabajo surge de una inquietud, acaso aquella que se resiste a desaparecer desde hace siglos: Qué es una mujer? Y extensivamente, Qué es la feminidad?, Cómo se constituye? Es aquí donde entra a jugar la castración. Es un trabajo de grado realizado por mujeres. Las mujeres tienen una queja fundamental, las mujeres quieren hablar, los hombres alumbrar. Como decía Foucault 8, cualquier psicología, cualquier estudio del hombre, debe remitirse a su negatividad, entendida ésta como lo propio del ser humano y no habiendo nada 6 Ibíd., p Ibíd., p. 2 8 Michel Foucault, La psicología de 1850 a 1950, trad. A. Sampson, en Dits et Écrits, vol. I, París, Gallimard,

5 más familiar para él que el sufrimiento. De modo que se encontrará un estudio sobre la feminidad y la castración desde la negatividad, enmarcada en la teoría del significante. La justificación de éste trabajo responde a la importancia que reviste para cualquier persona que estudie el psiquismo tener claridad sobre ciertos conceptos; plantear la relación entre la castración y la feminidad nos permite situar los ejes que implican el nacimiento del sujeto desde la perspectiva psicoanalítica, es decir, dar una mirada a cuestiones tan cruciales como el estadio del espejo, el complejo Edípico, la metáfora paterna, la relación del sujeto con el deseo, la constitución del sujeto en tanto ser sexuado, el movimiento de la libido autoerótica en libido objetal, y finalmente la castración como experiencia fundamental. A propósito del significante que se define en negativo, es decir, por otro que lo signifique, se hizo necesario plantear la posición masculina en tanto opuesto de la posición femenina; de modo que a lo largo de este estudio, se hablará de la feminidad haciendo también referencia a la masculinidad. Se hace fundamental, tener claridad sobre estos conceptos y las relaciones que se han establecido entre ellos, pues explican la manera como se funda el sujeto, entendiéndolo como sujeto del lenguaje, sujeto a sus categorías y a las leyes del significante; comprendiendo que somos seres simbólicos, este estudio se sitúa desde la perspectiva lacaniana en cuanto ésta le da un marco estructural, es decir, aquel referido al signo, pues no se podría si se es coherente- hacer un estudio de la feminidad y la castración en otros términos. 16