SISTEMAS DE CONTROL DE MALAS HIERBAS EN CULTIVOS DE CEREALES

Transcripción

1 SISTEMAS DE CONTROL DE MALAS HIERBAS EN CULTIVOS DE CEREALES El control racional de las malas hierbas presentes en cultivos de cereales requiere una serie de conocimientos previos. En primer lugar, hace falta saber cuáles son las principales especies que invaden un determinado cultivo y cuál es la nocividad de estas especies. En segundo lugar, hace falta conocer cuáles son las principales medidas disponibles para su control (con sus correspondientes posibilidades y limitaciones). Finalmente es necesario saber cómo elegir y combinar diferentes tipos de medidas con objeto de conseguir los mejores resultados posibles con los menores costos económicos y con unos riesgos mínimos de efectos laterales. En este artículo vamos a tratar de sintetizar los principales conocimientos disponibles en la actualidad en relación con los dos últimos aspectos: medidas de control y estrategias de control. MEDIDAS DE CONTROL Herbicidas El empleo de herbicidas constituye una de las bases fundamentales sobre las que descansa el control de las malas hierbas en cereales. Debido a la gran importancia económica de estos cultivos en la mayor parte de los países europeos y en Norteamérica, el desarrollo de productos específicos para cereales ha recibido una atención preferente por parte de la investigación pública y privada de estos países. Como resultado de esta atención, hoy en día es posible disponer de más de 48 herbicidas diferentes de uso comercial, existiendo asimismo numerosos productos experimentales muy prometedores. Partiendo de esta amplia oferta, la elección del herbicida a utilizar debe estar basada en el conocimiento de cuáles son las especies predominantes en cada caso concreto y en la información disponible sobre la eficacia de los distintos productos frente a las diversas especies. En nuestro país existen casi 20 herbicidas de uso común en cereales. La selectividad y espectro de control de estos productos ha sido evaluada en numerosos ensayos. De una forma general, y atendiendo a su espectro de control, se pueden distinguir tres grupos de herbicidas (cuadro 1). Cuadrol. PRINCIPALES HERBICIDAS UTILIZADOS EN CULTIVOS DE CEREALES DE INVIERNO Y SU ESPECTRO DE CONTROL CONTRA GRAMINEAS AMPLIO ESPECTRO 2,4-D; MCPA Dicamba loxinil, bromoxinil MCPP, diclorprop Bentazon Productos Diclofop-metil Trialato, difenzocuat, flamprop-isopropil Clortoluron, isoproturon, metoxuron Clortoluron+terbutrina, isoproturon+ioxinil+mcpp, trifluralina+linuron Principales géneros controlados Papa ver, Sinapis, Diplo taxis, Raphanus, Convolvulus, Cirsum, Chenopodium. La mayoría de las anteriores más Matricaria y Fumaria La mayoría de las anteriores más Polygonum, Veronica, Chrysanthemum. Eficaces contra Galium, Fumaria, Stellaria Y Cirsum. Galium, Matricaria, Chrysanthemum, Cirsum. Avena, Lolium, Phalaris. Avena. Lolium, algún control de Avena y Phalaris. Lolium, Phalaris, algún control de Avena y numerosas dicotiledóneas I

2 Las especies de dicotiledóneas tales como las amapolas, jaramagos y cardos, sensibles a los herbicidas hormonales, pueden ser controladas de una manera muy eficaz y económica mediante la utilización de este tipo de productos (2,4-D; MCPA). Sin embargo, cada día parecen más escasas estas especies «fáciles de combatir», habiendo sido sustituidas en gran medida por otras especies de dicotiledóneas más resistentes, lapa, verónica, magarza, polígono, etc. La presencia de alguna (o varias) de estas especies entre las malas hierbas predominantes en una cierta situación hace necesario el recurrir al uso de otros herbicidas (ioxinil, bromoxinil, MCPP, bentazon, etc.). El empleo de estos productos (solos o en combinación con hormonales) mejoran notablemente el espectro de control, pero supone un aumento sensible en el costo del tratamiento. El problema es aún más complicado cuando se trata de controlar las gramíneas adventicias. Estas especies, al pertenecer a la misma familia botánica que los cereales, requieren el uso de herbicidas altamente específicos, lo cual suele llevar implicado un espectro de control muy reducido, una moderada selectividad frente al cultivo y un alto coste. De entre todas las gramíneas, el control de las avenas locas (Avena spp.) ha recibido una atención especial debido a su gran abundancia y competencia. Fruto de esta atención es la disponibilidad actual de varios tratamientos específicos de una considerable eficacia (trialato, doclofop-metil, difenzocuat, flampropisopropil). El control de vallico (Lolium rigidum) está basado fundamentalmente en el empleo de derivados de la urea (clortoluron, isoproturon, metoxuron). Estos productos, además de ofrecer un excelente control de Lolium, ofrecen un cierto control de Phalarls y de Avena así como de numerosas especies de dicotiledóneas, por lo que suelen ser utilizados como herbicidas de amplio espectro. Desgraciadamente, la selectividad de estos herbicidas frente al cultivo es a veces marginal, existiendo una reconocida incompatibilidad con determinadas varidades de trigo y cebada. Tanto el vallico como el alpiste (Phalaris spp.) pueden ser asimismo controlados con diclofop-metil, herbicida que es una valiosa ayuda en aquellos casos en los que se presentan infestaciones mixtas de varias gramíneas. Rotaciones Ciertas especies de malas hierbas (tales como las avenas locas, amapolas, etc.), están adaptadas a desarrollarse dentro de cultivos de cereales. La repetición continuada de este tipo de cultivos permite un aumento progresivo de las poblaciones de estas especies, que llegan a convertirse en severos problemas. Por el contrario, el empleo de rotaciones con barbechos, con cultivos estivales (girasol, garbanzos) o con cultivos forrajeros de recolección temprana (veza), sirve para romper el ciclo anual de estas especies, permitiendo conseguir en un plazo relativamente corto una notable reducción en sus poblaciones. La eficacia de este tipo de medidas depende fundamentalmente de la longevidad de las semillas de la especie que tratamos de combatir. Especies tales como la avena loca o la cola de zorra (Alopecurus myosuroides) tienen semillas con una baja viabilidad dentro del suelo, por lo que pueden ser suprimidas bastante rápidamente mediante la utilización de rotaciones adecuadas. Por el contrario, otras especies como Chenopodium album o como Veronica hederaefolia tienen semillas de una gran longevidad, por lo que sus poblaciones no se verían afectadas a corto plazo por ningún tipo de rotación (fig. 1). 0 Barbecho Barbecho Cereal Cereal Cereal Fig. 1. Influencia de la rotación de cultivos sobre la dinámica de las poblaciones de Alopecurus myosuroides y de Verónica hederaefolla (CUSSANS, 1980). 14

3 Laboreo El laboreo del terreno tiene una gran importancia sobre el desarrollo de las malas hierbas. La realización de labores primarias profundas con arados de vertedera tiene una gran utilidad para el control de muchas especies que poseen semillas de germinación superficial y de corta persistencia en el suelo (Bromus spp., Alopecurus spp., Polygonum spp). Una elevada proporción de semillas de estas especies pueden ser destruidas simplemente enterrándolas y dejándolas descomponer con el tiempo; es, por tanto, necesario no volver a sacarlas a la superficie con labores posteriores. Por el contrario, aquellas especies que poseen semillas de germinación profunda y/o alta longevidad no se ven afectadas en gran medida por este tipo de labores. El empleo de prácticas de laboreo reducido o de siembra directa del cereal suele originar, por lo tanto, notables cambios en la proporción relativa de estos dos tipos de especies favoreciendo el desarrollo de las primeras y reduciendo el de las segundas. Las labores preparatorias del lecho de siembra (con grada de discos o con cultivador) son asimismo de una gran utilidad, destruyendo aquellas malas hierbas ya emergidas, así como una gran cantidad de semillas del suelo que se encuentran en el proceso de emergencia. Es por esta razón por la que la práctica de siembras tardías del cereal (precedidas de labores) tiene una gran valor para el control de especies de germinación otoñal, avena loca, verónica, lapa, etc. (fig. 2). Medidas complementarias Aunque el control de malas hierbas en cereales está basado fundamentalmente en el uso de rotaciones, herbicidas y labores, no por ello hay que olvidar otra serie de medidas. El empleo de dosis altas de siembra, el uso de semilla libre de malas hierbas, la quema de rastrojos, etc., son prácticas que pueden suponer una ayuda considerable en la lucha contra las malas hierbas que infestan los campos de cereales En. D E MESES Fig. 2. Influencia de la realización de siembras tardías sobre el tamaño de las poblaciones de Avena ludoviciana. ESTRATEGIAS DE CONTROL Por otra parte, dicha lucha no debe reducirse a una utilización más o menos intuitiva de alguna (o de varias) de las medidas enumeradas anteriormente. El empleo de estas medidas debe estar planificado de acuerdo con una estrategia determinada. En la actualidad existen tres tipos fundamentales de estrategias utilizadas para el control de malas hierbas en cereales. 15

4 Prevención de daños Debido al elevado coste de muchos de los herbicidas y a los bajos rendimientos del Cereal, habituales en gran parte de nuestros secanos, el agricultor suele estar dispuesto a aceptar la presencia de infestaciones leves de malas hierbas sin tomar ningún tipo de medidas de control. Unicamente cuando la gravedad de la infestación hace previsible que las pérdidas en el cultivo puedan ser elevadas recurre al empleo de herbicidas (generalmente de postemergencia tardía). Aunque esta estrategia puede ser, en principio, válida, presenta el inconveniente de su gran subjetividad. La decisión de tratar o no tratar está basada únicamente en una apreciación personal de la importancia de la infestación y de los daños que dicha infestación podría causar al cultivo. La aparición del concepto de «Umbrales económicos de daños» (UED) ha supuesto una mejora considerable a este respecto. Los UED indican las densidades máximas de malas hierbas que pueden ser toleradas sin realizar ningún tratamiento. A partir de estas densidades, las pérdidas causadas serían mayores que el coste del herbicida y, por lo tanto, se justificaría económicamente la realización del tratamiento. Dado que dichos umbrales están establecidos experimentalmente, la toma de decisiones se puede realizar sobre unas bases más objetivas y científicas que en el caso anterior. A pesar de las mejoras introducidas con el uso de los UED, la estrategia de «prevención de daños», sigue adoleciendo de una serie de inconvenientes. En primer lugar, el establecimiento de unos UED que sean fiables en la práctica es extremadamente difícil. Dada la gran plasticidad de las malas hierbas, los UED de una cierta especie pueden variar enormemente dependiendo del momento de su emergencia, de la densidad y estado del cultivo, de las condiciones edáficas y climáticas del lugar, etc. Por otra parte, y debido a que dichos «umbrales» suelen ser relativamente elevados, considerables infestaciones deberían ser toleradas sin tomar ningún tipo de medidas. Esto permitiría semillar a numerosas malas hierbas favoreciendo no sólo la perpetuación del problema sino incluso su agravamiento. Otro inconveniente de esta estrategia es su dependencia total en la realización de tratamientos «curativos» con herbicidas. Este uso exclusivo de tratamientos químicos supone unos gastos considerables y favorece la evolución de la flora adventicia hacia un predominio de especies resistentes a los herbicidas utilizados. Prevención de malas hierbas De acuerdo con esta estrategia se tratarían de prevenir las infestaciones de malas hierbas mediante la realización de un laboreo intensivo del terreno acompañado del empleo «rutinario» de herbicidas. Aunque este sistema es muy sencillo en su aplicación (no requiere un seguimiento periódico de las poblaciones de malas hierbas ni plantea dilemas a la hora de la toma de decisiones) y es bastante eficaz, sin embargo, presenta varios inconvenientes. Por una parte, implica el uso sistemático de tratamientos herbicidas, algunos de los cuales quizá podrían evitarse. Por otra parte, la utilización de un sistema «rutinario» en lugar de uno «razonado» conduce frecuentemente a una falta de atención sobre dicho problema, y, consecuentemente, a no poner a tiempo soluciones a los nuevos problemas que puedan aparecer. Finalmente, y de igual manera que en la estrategia anterior, su dependencia del uso exclusivo de herbicidas supone unos gastos elevados y un riesgo de evolución de la flora hacia un predominio de especies resistentes. A pesar de todo, el empleo de este tipo de estrategia puede estar justificado en algunos casos: 1) cuando se conozca «a priori» la existencia de serios problemas con una o varias especies concretas; 2) cuando. el alto valor económico del cultivo haga inaceptable prácticamente cualquier pérdida; y 3) cuando el bajo coste del herbicida haga insignificante dicho gasto en comparación con las pérdidas previsibles ocasionadas por infestaciones «normales» de malas hierbas. 1 6

5 RESERVA DE SEMILLAS EN EL SUELO n. N A I A AÑOS Fig. 3. Predicción de la evolución de las poblaciones de semillas de A. sterills en el suelo como resultado de la utilización de diversos programas de control. Programas evaluados: A) Monocultivo de trigo sin herbicida. 8) Monocultivo de trigo con herbicida. C) Barbecho-trigo sin herbicida. D) Barbecho-trigo con herbicida. Manejo de las poblaciones de malas hierbas En este tipo de estrategia se trata de conseguir que las poblaciones de malas hierbas que infestan un cierto campo se mantengan de una manera permanente por debajo de unos ciertos niveles, «niveles aceptables de infestación» (NAO. Para conseguir dicho objetivo es necesario planificar un «programa de control» a largo plazo (4 a 6 años), que incluya no sólo el uso de herbicidas, sino también la selección de rotaciones adecuadas, la realización de las labores necesarias, etc. De esta forma, no sólo se evitan las pérdidas en los rendimientos del cultivo presente, sino que además se consigue una reducción a largo plazo de los problemas de malas hierbas. Y todo ello con unos costes económicos y unos riesgos menores que los asociados al uso exclusivo y sistemático de herbicidas. Evidentemente, la práctica de este tipo de estrategia es bastante más complicada que la de los dos casos anteriores. No sólo hace falta conocer los «niveles aceptables» de las principales especies sino que, además, hace falta disponer de una cierta información básica sobre la dinámica de sus poblaciones, la influencia de las diversas medidas de control disponibles sobre dichas poblaciones, etc. Por otra parte, hace falta integrar todos estos conocimientos en una estrategia global, planificando un programa de control a largo plazo que permita realizar dicha estrategia. En el momento actual, los conocimientos disponibles sobre la biología y el control de la mayoría de las especies de malas hierbas no permiten plantear este tipo de estrategia nada más que a un nivel muy rudimentario. Sin embargo, existen algunos casos concretos de especies de gran importancia económica en los que sí que debería ser posible llegar a definir estrategias específicas para su control. Diversos estudios llevados a cabo por el INIA durante los últimos años permiten establecer, en una primera aproximación, cuál sería la evolución de las poblaciones de avena loca (A. sterilis spp. ludoviciana) sometidas a diversos programas de control. En la figura 3 se puede observar cómo, mediante la ampliación anual de herbicidas en un monocultivo de trigo o mediante la rotación del trigo con un barbecho bien realizado se podría llegar, en un plazo de 5 a 6 años, a reducir severas infestaciones de avena hasta unos niveles próximos a los NAI. El mismo resultado se podría conseguir en la mitad de tiempo combinando el uso de rotaciones con el de herbicidas. Una vez reducidas las poblaciones por debajo de las NAI, bastaría con la realización de barbechos o la aplicación de herbicidas cada 2 años para mantener las poblaciones bajo control. El valor real de estas predicciones está limitado por el reducido volumen de resultados experimentales en los que se basa y por lo elemental de las técnicas de simulación empleadas. Es por ello por lo que varias líneas de trabajo del INIA están actualmente dirigidas a recoger datos experimentales sobre los que poder asentar más sólidamente estos modelos y a desarrollar mejoras técnicas de simulación que permitan evaluar a largo plazo una gran variedad de estrategias alternativas. Basándose en estas predicciones será posible desarrollar, en un futuro próximo, programas de control más eficaces y que se adapten mejor a las diversas condiciones y necesidades de los agricultores cerealistas. César Fernández-Quintanilla Departamento de Cereales y Leguminosas CRIDA-06 Instituto Nacional de Investigaciones Agrarias 17