"Transferencia Salvaje: Preocupación Del Analista"

Transcripción

1 "Transferencia Salvaje: Preocupación Del Analista" (*) Escuela Freudiana De Buenos Aires, Adriana Rey Marta concurre derivada por un medico clínico, porque tiene muchos miedos. El miedo mas grande, es el de morirse. Cuando la recibo me dice que ahora está muy mal, porque está embarazada. De esto se enteró una semana atrás, y dice estar asustada, porque anteriormente perdió dos embarazos y, si se entusiasma con este embarazo después si lo pierde va a sufrir. Marta tiene dos hijas grandes, de 14 y 17 años, y ya no pensaba tener mas hijos, luego de los dos abortos espontáneos que sufrió hace aprox. 5 años. Dice del actual embarazo que no siente que quiera tenerlo, y se haría un aborto si no fuera que le da miedo la intervención, porque tiene pánico a las operaciones y a estar internada. "Cualquier cosita que me pasa, para mi es grave. Pienso que debo tener una enfermedad muy mala, y que me voy a morir". En las primeras entrevistas, se repetía constantemente esto del miedo, y de que no sabía si quería tener el bebé. Eran muy frecuentes sus ausencias, ya que sufría de constantes vómitos y algunas veces no se animaba a salir a la calle. Un día falta y recibo un mensaje que decía que la habían internado por deshidratación por tanto vomitar. En esos días intento conectarme con ella, pero nunca había nadie en la casa. Luego de algunos días ella me llama y reanudamos las entrevistas. Cuando la veo, me llama la atención que trae en la cartera unas servilletas de papel con las que se limpia de vez en cuando la saliva, y explica que esto lo hace porque si la traga le dan arcadas. Dice: "No sé lo que me pasa, todo me da náuseas, los olores, la comida, no puedo comer. La saliva no la puedo tragar. Me da vergüenza hacer esto, pero no la puedo tragar. Dejé el colegio, porque así no puedo ir" (hasta el momento de la internación estaba estudiando el secundario) - Página 1 de 6 -

2 "También me da náuseas hablar de las comidas, el ginecólogo dice que no me preocupe, que es porque estoy embarazada, que tengo que comer, por el bebé. Mi marido también me dice: te preparo esto, te preparo lo otro. Yo digo que debe ser psicológico un poco, porque no es solamente que veo la comida, es que la oigo nombrar y me da esa sensación de asco". Le digo: "No son sólo las comidas, sino las palabras" "Claro. Las palabras" Contradictoriamente, por un lado dice que el ginecólogo le aconsejó realizar un cerclaje (es una intervención por la cual se liga el cuello del útero) para evitar que se repita la perdida del embarazo. Por otro dice: "Yo no sé, por qué este embarazo no lo puedo aceptar. Yo antes quería tener otro hijo, pero ahora no sé. Yo trato, trato, pero es como si no lo pudiera aceptar" Le digo que no puede aceptar este embarazo, pero que también hay otras cosas que no puede aceptar: comer algunas comidas, oír las palabras que las nombran, sentir los olores, ni siquiera tragar su propia saliva. A esto dice: "Si, es muy loco, pero es como si no quisiera nada. Todos se esfuerzan y me dicen: hacelo por el bebé. Pero yo no puedo" En otra entrevista, habla de su infancia: Su madre no estaba nunca, porque trabajaba "cuidando chicos". Como sus padres estaban separados, aunque vivían en la misma casa, no se hablaban entre ellos. El padre tampoco estaba nunca, así que ella siempre estaba sola, ya que su hermano andaba todo el día en la calle. Ella misma se sorprende de los pocos recuerdos que tiene de su primera infancia. Lo que más se acuerda es que su mamá no la dejaba salir, ni siquiera a la casa de las amigas. Que tenía que hacer las cosas de la casa, hacer las compras, y la tarea del colegio, pero no tiene ningún recuerdo en el que estuviera contenta, o disfrutando de algún momento en familia. Sin ningún vestigio de afecto dice que ella hay cosas que no entiende de su historia. Que su madre y su padre eran personas frías que no le daban bolilla para nada. - "Yo no estoy segura de que mi mamá me quisiera. A veces pienso si yo la quise... Lo que recuerdo es que cuando murió sentí un alivio, porque estaba enferma hacía mucho y yo la tenía que cuidar. Yo tenía 16 años, tuve que dejar de estudiar porque me faltaba un año, y mi papá no me quiso pagar los gastos del colegio" Poco a poco, Marta comenzaba a hablar de su lugar de hija. Su aspecto físico seguía empeorando. Como a veces no podía tragar, y solamente podía comer dos o tres comidas, - Página 2 de 6 -

3 estaba muy delgada, y ojerosa. Seguía con las nauseas y los vómitos. Le propongo que nos veamos dos veces por semana. Ella dice que está de acuerdo. Una noche me llama y me dice que al otro día no va a poder venir porque la internan para hacerle el cerclaje. Me sorprendo de esta decisión, no habíamos podido hablar de esto, y tampoco había motivos aparentes para realizar la intervención, ya que nunca había tenido una amenaza de aborto, ni ninguna sintomatología que fuera preocupante. Por teléfono, Marta me dice que está asustada, pero que el médico le avisó hace dos días que se lo iban a hacer para estar más seguros, "el dijo que es una pavada. Bueno, para él es una pavada" A los dos días, es decir el mismo día que le dan el alta del hospital, recibo su llamado pidiéndome si puedo atenderla ese día. Dice que está muy mal, que no para de vomitar, y que está arrepentida de haberse hecho la intervención, porque no quiere tener ese bebé. Esa noche la recibo en mi consultorio. Viene con el marido, y ella me pregunta si él puede pasar. Le digo que si. Marta entra muy despacio, con una bolsa llena de servilletas de papel que no cesaba de sacar, una tras otra, con las que sacaba su saliva de la boca y en las cuales escupía visiblemente. Comienza hablando el marido. Dice que él no la entiende, que ella ahora no quiere tener el bebé, que se quiere hacer un aborto, que para qué se hizo esto entonces. "El bebé ya es un ser humano,- dice-. Si hubiera sido al principio, bueno, pero ahora ya está de tres meses, yo no estoy de acuerdo..." Ella lo interrumpe diciendo: "No me importa. Yo no puedo, no se por qué, pero no puedo seguir con este embarazo. Yo me siento muy mal, muy mal, vos no entendés" El, mientras tanto, entre el llanto y la bronca decía: "Sí, yo entiendo, pero es por el embarazo, ya se te va a pasar, dijo el médico. El dijo que las nauseas son por eso, ya se te va a pasar. Ahora tampoco quiere al médico ése. A mí me hablaron muy bien de el" Yo callada, escuchaba y trataba de pensar qué hacer ante esta escena. Realmente me podía dar cuenta de que estaba muy preocupada, y pensaba a la vez, en qué hacer con mi propia preocupación. Cuando nos quedamos solas, ocurrió que al intentar hablar, Marta empezó a tener arcadas. Luego de pedirme agua, me pide pasar al baño, deja la puerta abierta y la oigo vomitar. - Página 3 de 6 -

4 Cuando se recupera un poco dice: "Ves? así estoy, todo el día. Yo no puedo seguir así. Todos me hablan del bebé, que tengo que estar bien por el bebé. Yo lo entiendo, pero no puedo. El médico me dice: quedate tranquila. Ese médico no me escucha. Cuando me estaba dando el alta le digo que me duele un poco la panza, me contesta: no te preocupes (palmeándole la rodilla) ya se te va a pasar. Todo el tiempo me dice lo mismo: y bueno, estás embarazada. No sé, el no me escucha". Tratando de escuchar lo que ella no estaba pudiendo decir, decido romper mi silencio. Le digo: Mas allá del embarazo, vos te sentís muy mal. Ella contesta: "Todos piensan en el bebé". De esto leo, sin decírselo y nadie piensa en mi. Decido entonces, hacerla partícipe de mi preocupación. Le digo que sería conveniente que hiciera una consulta con el clínico, el mismo que la mandó a verme. Que me parece importante pensar en el embarazo, pero no sin tener en cuenta su estado general. Que la veo muy delgada, y que eso me preocupa, y también es preocupante pensar en cuales podrían ser los riesgos para ella de hacer un aborto a esta altura. Le pregunto si pensó en consultar con otro ginecólogo, ya que ese no le gusta, porque, aunque científicamente sea un buen profesional, también es importante que ella se pueda sentir a gusto. La entrevista siguiente, Marta tiene otro semblante. Relata que hizo la consulta con el clínico, y que él le recomendó otro ginecólogo. Se siente mas aliviada, sobre todo, porque en la casa ya no la presionan, porque después de la entrevista conmigo, habló con el marido y las hijas y les pidió que por ahora no le hablen más del embarazo. Quince o veinte días después, Marta viene sin las servilletas, comiendo chicle, porque probó, y le pareció una buena manera de darle otro sabor a su saliva. Aumentó algunos kilos, fue a la peluquería y volvió al colegio. -Yo estuve pensando... te acordás lo que te conté de mi mamá? Yo nunca me sentí hija. Parece loco lo que te digo, pero es como si no hubiera sido mi mamá. No será que tengo miedo de repetir la historia con este embarazo? Por una cuestión de que algo insiste en la clínica se me ocurrió pensar en algunas situaciones en las que la posición del analista presenta ciertas particularidades. Esta insistencia, a la que de alguna manera intento capturar en este escrito, tiene que ver con aquellos casos en los que los analistas nos hallamos convocados en la transferencia de manera que nos provoca cierta preocupación, cierta inquietud. Se diría angustia?. Me lo pregunto. Si bien el lugar del analista siempre tiene que ver con poner a jugar una falta, es decir, - Página 4 de 6 -

5 provocar cierta abertura en donde el sujeto del inconsciente pueda hacer su aparición, no siempre esto quiere decir lo mismo. En el caso de Marta, mis intervenciones por la palabra parecían no poder tocarla en el cuerpo. Era en el cuerpo mismo donde no podía tener lugar la falta. No había agujero para tragar, para oler, para escuchar. Es que los orificios por donde se come, se huele, se escucha, estaban tapados? Al principio por lo menos existía la posibilidad del agujero del útero, por donde un hijo se puede parir, pero también se puede perder. Cuando también este agujero queda cancelado, Marta desespera. Sabemos que no hay falta en lo real sino es por la operación de lo simbólico. Y que la falta es radical para la constitución de la subjetividad. Insisto. Decir que un analista, vía su deseo, en tanto deseo del analista, se ocupa de poner a jugar una falta, no siempre es hablar de lo mismo. Mas adelante, seguramente, si Marta decide continuar con su análisis, habrá tiempo para poner al trabajo las cuestiones que en tanto madre, y, por ende, en tanto hija, la aquejan. Pero cómo llegar allí, sin la posibilidad de que cierto hueco le permita tener un lugar para el Otro? Si se puede decir que la conducta de Marta en el consultorio es del tipo del acting out, es por lo salvaje de lo que se muestra, y por el resto, porque creo que lo mas interesante es cómo de esta escena cae un resto en el inodoro de mi consultorio. Recordemos que el a es en la relación del sujeto con el Otro lo que se constituye como un resto. Única posibilidad de que algo falte. A propósito del acting, me gusta una frase que usa Lacan en el seminario X: "Como hacer entrar al elefante salvaje en el cercado? Como poner a dar vueltas el caballo en el picadero?" A esto es a lo que yo le llamo preocupación del analista. Mi apuesta fue la de responder en acto a este llamado. El acto de preocuparme, dejando de mi lado la barradura que hiciera lugar a la falta. Sin cálculo de mi parte, también se introdujo algo más. La derivación al clínico, supone, pensándolo après-coup, una doble dimensión. Mi preocupación por ella, y el no tener el saber en ese punto. Ahora bien, entre la preocupación del analista que planteaba al principio, y mi preocupación por Marta, hay una distancia. No diría que mi intervención se trató de una o de otra, así a secas. Podría aventurarme a pensar: mi preocupación como analista, una preocupación por mi propia posición, me inquietaba demasiado. Mi preocupación por ella, me era útil aún menos, sabiendo que en última instancia, aunque fuera causada por ella, esta preocupación solo seguía hablando de mí. De esto surge un acto, que se me ocurre nombrar como artificio, - Página 5 de 6 -

6 calculado a medias, como dije, y que por sus efectos posteriores diría que fue posibilitador. Principalmente posibilitador de un texto, en donde comenzar a ubicar al sujeto en su enunciación. Marta dice luego: No estaré repitiendo? Pienso en forma de respuesta: de repetir se trata. - Página 6 de 6 -