Y si me equivoco... qué pasa?

Transcripción

1 Y si me equivoco... qué pasa? Buena pregunta. Sin embargo, hay una mejor respuesta: Nada! No pasa nada. Aunque... siendo honestos, en el momento de sopesar si pasa o no pasa e incluso lo que pueda pasar o dejar de pasar... verdad que temblamos? Pues... bienvenidos al club! porque no creo que haya ninguna persona en el planeta que no haya experimientado esa sensación en algún momento de su vida. Es más, yo diría que, de entrada, eso es lo normal y que lo raro sería justamente lo contrario. Es decir, que no albergásemos ningún tipo de duda o que la propia situación no hubiese generado en nosotros ningún tipo de malestar, intranquilidad o inquietud, ante la decisión que estuviésemos a punto de tomar. No olvidemos que, ante todo somos personas y no máquinas, aunque haya ocasiones en las que nos encantaría serlo por aquello de no vernos afectados. Por otra parte, si la decisión en cuestión no provocase en nosotros ni el más mínimo atisbo de temor o nos mantuviese impasibles, seguramente entonces, nuestra reacción, además de resultar significativa, se revelaría como digno indicador de que la importancia del asunto en sí mismo es cero/nula y lamentablemente, ahí mismo, lo que sí tendríamos por nuestra parte serían motivos más que suficientes como para poner en entredicho el valor real de aquello que nos preocupe. Dicho ésto es cuando mentiría si no dijese al mismo tiempo que... no podemos engañarnos, puesto que la toma de decisiones (como muy bien sabemos y se mire por donde se mire) es cualquier cosa menos sencilla, sobre todo porque, en el momento clave, lo primero que inevitablemente nos viene a la cabeza o que sorprendentemente pasamos a tener muy presente es todo lo circunstancial y contextual que rodea al tema en sí mismo y, tanto es así que, terminamos por restar importancia y relegar a un segundo plano el verdadero foco de nuestra atención como es el tomar una determinación, adoptar una postura concreta o extraer la conclusión de aquello que buscamos y que, en definitiva, supone un cambiar las cosas. Con todo ésto lo que quiero decir es que hay algo que no debemos perder de vista y es el hecho de que, por mucho que intentemos evitarlo o (que pretendamos) alargarlo en el tiempo con el fin de que se solucione solo, lo cierto es que esta actuación no va a ayudarnos en 1 / 5

2 absoluto, máxime cuando la realidad nos demuestra una y otra vez que, a la hora de tomar decisiones, sin saber muy bien cómo casi siempre existe alguna causa o encontramos alguna razón que justifique nuestra falta de decisión o, simplemente, nuestro retraso o tardanza en la misma. Qué puede decirse aquí salvo que... casi nunca vamos a contar con el momento idóneo para ello y mucho menos si las consecuencias suponen que no solamente seamos nosotros quienes nos veamos afectados. Ya sé que es muy difícil aislarse o hacer cómo que no nos importa nada salvo nosotros mismos cuando nos hallamos en ese punto. Sin embargo, todos sabemos que, a la hora de la verdad, cuando conseguimos hacer lo más difícil (pero lo más importante) como es hacer un ejercicio de sinceridad con nosotros mismos de forma consciente, donde lo que realmente trae de la mano es asumir la responsabilidad de nuestra vida y, sobre todo, de quiénes somos, de poco nos sirve, no darnos cuenta de que al final lo único que nos vale, lo único que nos queda es enfrentarnos a algo que, más tarde o más temprano, igualmente tendremos que afrontar y llevar a cabo nos guste o no nos guste. Y, por si todavía no nos ha quedado del todo bien definido, voy a intentar ayudar siendo un poquito más precisa: la asunción de responsabilidades conlleva tomar las riendas y asumir el control, y algo así prevé consecuencias para las que muy probablemente se nos presuponga preparados para correr riesgos que, por otra parte, en ninguno de los casos, nos proporcionarán la certeza de alcanzar los resultados esperados de forma inmediata. Aún con todo, si no nos arriesgamos, si no probamos y, más todavía, si no nos damos la oportunidad, nunca lo sabremos; y eso, solo podremos descubrirlo de una manera: arriesgándonos, atreviéndonos y asumiendo el reto de desafiar, incluso, a nuestros propios miedos y temores, con todo lo que ésto mismo pueda entrañar. Así que, lejos de lo que pueda parecer, lo que debe quedarnos muy claro es que en cualquiera de los casos nos hallamos ante un acto de valentía digno de reconocimiento, por parte de la persona que se disponga a adoptar medidas que repercutan directamente en su vida. Solo por ésto, desde aquí, quiero lanzarle el mío propio, intentándole transmitir a la par mi consideración, apoyo y energía a modo de fuerza, paciencia y optimismo con los que lograr superar sus 2 / 5

3 momentos difíciles. Hay que ser muy valiente para dar un paso al frente y estar dispuesto a encarar las consecuencias de las propias decisiones que, en muchas ocasiones, si pudiésemos, posiblemente no tomaríamos pero... ahí es donde reside el quid de la cuestión y donde más firmes, seguros y serenos debemos mostrarnos por mucho que sea lo que pueda dolernos. Precisamente por ésto, conviene que aprendamos a asumir cuanto antes el hecho de que la propia elección comprende la aceptación de aspectos que están fuera de nuestro alcance, que se escapan a nuestras propias intenciones y que, aunque quisiéramos, no podemos evitar, puesto que tomar decisiones implica decir Sí a unas cosas pero, también, No a otras muchas. Por ello, cuanto menor sea el tiempo que necesitemos para tomar consciencia de algo así mejor nos irá, dado que ser consecuente con nuestras decisiones y acciones forma parte del proceso y, naturalmente, de nuestra responsabilidad. Ésto significa que, tal vez, por esta misma razón es por la que, del mismo modo, también nos conviene hacernos eco de algo que, por otra parte, tampoco podemos obviar y es el hecho de que en toda toma de decisiones cabe la posibilidad (por muy pequeña que sea) de que nos equivoquemos y, asumir el riesgo, es algo para lo que de la misma forma debemos estar preparados. Al respecto sólo una cosa: quiero dejar constancia de que con estas últimas palabras, ni quiero, ni pretendo desalentar a nadie. Al contrario, tan solo, trato de poner sobre la mesa el mayor número de contemplaciones posibles donde, esa opción, sea una más de las muchas existentes dentro del abanico propio de posibilidades. Entre otras cosas porque, ese miedo, ese temor o ese riesgo a equivocarnos lo vamos a tener igualmente ante cualquiera de las opciones en las que debamos elegir y/o decidir y... en cualquiera de los casos, (tal y como señalábamos antes) si no probamos, no sabremos el resultado o desenlace final. Y justo aquí, es cuando me apresuro a decir que, hay algo que no debemos dejar que suceda o que debemos evitar a toda costa: quedarnos con la duda inservible y permanente de qué hubiese pasado si...?. No hay nada peor que ésto. Primero, porque ni somos adivinos, ni tenemos poderes, ni estamos en disposición de saber realmente nada que no hayamos experimentado en primera persona. Segundo, porque inconscientemente nos hacemos daño y, aunque sea involuntario, es mucho el que podemos llegar a causarnos sin merecerlo; y, tercero, imaginar es fantástico siempre y cuando no nos teletransporte hacia espacios capaces de nublar nuestro buen hacer y, por ende, nuestro buen 3 / 5

4 juicio. Así que... a la pregunta de Qué hubiese pasado si...?, como respuesta inmediata debemos enunciar un rotundo Nada!. Si os dáis cuenta, son muchos y muy numerosos los diferentes aspectos que pueden abordarse en el tema que nos concierne. Y, tanto es así que, hasta en el presente artículo, puede que el número de enigmas o cuestiones tratadas haya sido superior al necesario. Sin embargo, en el fondo y en honor a la verdad, lo que he intentado ha sido explorar y poner al descubierto cada una de las múltiples opciones que trae consigo una toma de decisiones para que, llegado el momento, nuestra libre elección obre en todo su esplendor, y sobre todo sea consciente de la vital importancia que reside en el hecho de ser conocedores de los diferentes recursos y opciones disponibles a nuestro alcance. Solo por ésto, me gustaría incluir, a modo de conclusión, dos cosas que considero fundamentales: 1. Sería una muy buena idea si, particularmente, cada uno por su lado profundizase un poquito más en cada una de las ideas expuestas e, incluso, se atreviese a añadir las suyas propias. Para ello, estaría bien que lo realizáseis a lo largo del día de hoy o de cara a los 2/3 próximos días posteriores a esta lectura. Os estoy invitando a la reflexión para que, finalmente, cuando se trate de vosotros, ni siquiera una invitación como ésta sea necesaria; y, 2. Con independencia de todo lo manifestado hasta el momento, confío plenamente en que hayáis deducido algo que, por otra parte, quiero que tengáis muy presente por lo esencial que resulta: no hay consejo que valga en lo que a toma de decisiones se refiere, salvo que lo más importante somos nosotros mismos y nuestro bienestar por encima de todo. Con ésto último lo único que sucede es que se refleja (a la vez que evidencia) la casi obligada exigencia que tenemos por cumplir en materia de comprensión cuando se trata de personas, puesto que las respuestas pueden ser infinitas y, en ocasiones, muy alejadas a nuestro entendimiento. Hablamos de posibles planteamientos o resoluciones acordes a nuestra forma de ver la vida ante algo tan íntimo, tan particular y (nunca mejor dicho) tan personal como es el tomar decisiones, decidir y elegir aquello que creemos mejor para nosotros. Por lo tanto, ahí, no hay nada que resulte más válido que lo que nosotros realmente queramos para nosotros. 4 / 5

5 Así que, desde mi sitio o, mejor aún, desde lo que mi propia experiencia me ha concedido, lo máximo a lo que me atrevo con vosotros es a animaros a que realicéis un ejercicio intenso en el que pongáis a prueba vuestra sinceridad para con vosotros mismos para que, sea cual sea la determinación que adoptéis o la conclusión definitiva a la que lleguéis, en cualquiera de los casos, sea objeto indiscutible de vuestra voluntad y, naturalmente, en la medida de lo posible, os haga sentir seguros, firmes y serenos ante vuestra decisión o postura final. Ésto es algo que mencioné muy al principio y es algo que considero de obligada repetición, primero, porque sigo manteniéndolo y, segundo, porque estoy absolutamente de acuerdo con ello, además de plenamente convencida. Dicho ésto, Es vuestro turno! Si os soy sincera, me interesa mucho saber cuál es vuestra opinión, estáis dispuestos a compartirla conmigo? Si la respuesta es Sí, contactad conmigo a través de mi dirección de correo: cris@crismolto.com {jcomments on} 5 / 5