Bienvenidos, todos, como nos reunimos una vez más con el fin de hacer que

Transcripción

1 Bienvenidos, todos, como nos reunimos una vez más con el fin de hacer que nuestra ofrenda de adoración, como pueblo, a nuestro Dios de amor, y de recibir su vida divina dentro de nosotros en la Eucaristía. No es una cosa maravillosa que podemos tener esta relación íntima con el Creador del universo, que Dios ama a su creación, y nos quiere saber este amor y devolver este amor? La semana pasada, hablé acerca de esta cualidad de Dios cuando celebramos el misterio de la Santísima Trinidad, y lo diré más sobre este tema. Si tú estás nuevo para nosotros, tú puedes encontrar esta homilía en nuestro sitio web. Pero hagas lo que ha traído aquí hoy, dondequiera que estés en tu relación con Dios y tu relación con la Iglesia, queremos que sepan que son bienvenidos aquí, y esperamos que encuentres aquí lo que Dios quiere para ti. Como dije la semana pasada, el misterio de la Santísima Trinidad nos revela que Dios es relacional en su naturaleza. Dios es Padre, Hijo y Espíritu Santo, y esas tres personas de la Deidad están un dar y recibir amor para siempre. Dios no está en la necesidad de otro ser fuera de sí mismo con el fin de ser completa - Él es capaz de amar y ser amado dentro de sí mismo, porque Él es Uno y Trino. Los seres humanos son creados a su imagen, por lo que, también, son relacionales. Es parte de nuestra naturaleza humana para amar, y es una parte de nuestra naturaleza humana para ser amado. No podemos ser plenamente humano sin dar y recibir amor. A diferencia de Dios, no podemos hacer eso por nosotros mismos. 1

2 Necesitamos de los demás para ser completa, para satisfacer esa necesidad, esa parte de nuestra naturaleza. En última instancia, es sólo Dios quien puede satisfacer eso, es nuestro amor por Dios y su amor por nosotros que por fin nos satisface. Ahora, no podemos experimentar esto perfectamente hasta que veamos cara a cara en el cielo. Ahí es donde nos encontraremos con nuestro cumplimiento final. Pero Dios está ansioso para nosotros saber de su gran amor por nosotros, por lo que se convirtió en uno de nosotros en Jesucristo, y por qué Él nos ha dado el don de la Eucaristía. Esto es lo más cerca que venimos aquí en la tierra para experimentar la comunión perfecta con Él, al venir aquí en el amor para adorar al Dios que nos ama, y la recepción de su Cuerpo y Sangre en la Eucaristía. Ese es el misterio que hoy celebramos en esta solemnidad del Corpus Christi, o en español, el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Ahora, algunos de ustedes pueden estar pensando: Esto es lo más cerca que lleguemos al cielo? Aquí en la iglesia? Sin ánimo de ofender Padre, pero la misa es a veces un poco aburrido. De hecho, ni siquiera he estado escuchando a ti. Eso está bien, voy a empezar otra vez: Bienvenidos, todos. No, es broma. Yo sé que a veces puede ser difícil concentrarse y entrar en lo que estamos haciendo aquí. Lo creas o no, puede ser difícil, incluso cuando tú eres el que aquí preside la liturgia. Pero si yo te reto un poco, y reto a mí mismo: recordar, no somos receptores 2

3 pasivos aquí, como si estuviéramos en una sala de cine. Lo que hacemos aquí es una parte importante de cómo nos relacionamos con Dios, que se reúnen para adorar como un solo cuerpo, y las relaciones tomamos trabajo. Requieren un esfuerzo de ambas partes a fin de que sean buenas, para que puedan estar cumpliendo. Cuando estamos aquí, tenemos trabajo que hacer. Que las relaciones toman el trabajo no es gran perspicacia. Incluso cuando dos personas están locamente enamorados, tanto es así que se comprometen sus vidas el uno al otro, su relación todavía requiere tiende a mantenerse fuerte. Si una de las partes deja a la otra para hacer todo el trabajo, se convertirá rápidamente agrio. Es un error tomar nuestras relaciones por sentado, a asumir que siempre van a estar ahí y siempre sean fuertes, y descuidan a poner en el trabajo que es necesario para mantenerlos así. Eso es verdad en nuestras relaciones humanas, y es cierto en nuestra relación con Dios. Y de hecho, esas dos cosas están íntimamente conectados. La semana pasada, hablé acerca de lo difícil que puede ser para amar a nuestro prójimo, todos nuestros prójimos, porque nuestros prójimos pueden ser bastante maldito feo. Cuando son egoístas, cuando son hirientes, cuando lo hacen mal, puede ser tentador para abandonarlos y decir: "Está bien. Olvidarte. Estás muerto para mí. No me preocupo por ti nunca más. "Pero si hacemos eso, cómo podemos entonces volverse al Señor y decirle:" Señor, todavía estamos bien. Te amo con todo mi corazón, 3

4 lléname de tu amor. "Eso es imposible. Nuestra relación con Dios se entrelaza con nuestra relación con los demás. Él nos ha mandado a amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos, incluso cuando ese prójimo es nuestro enemigo, y así nuestro amor a Dios nos obliga a hacer el trabajo, a hacer el esfuerzo de amar a nuestro prójimo. Lo dije la semana pasada, y lo diré de nuevo, y lo voy a decir cada vez porque es tan importante: amar no significa excusar. Cuando una relación se daña, ambas partes tienen trabajo que hacer, ambos tienen que participar. Una persona no puede hacer el trabajo de ambos. Tiene que haber un verdadero arrepentimiento y la restitución de un lado, y la aceptación de que el arrepentimiento a través del perdón por el otro. Sólo somos responsables de nuestra parte, no podemos hacerlo todo. Pero incluso si la otra parte no está haciendo su parte, todavía lo hacemos nuestro. Nuestro amor y la relación con Dios nos obligan. Y eso, en última instancia, es donde vamos a encontrar la fuerza para hacerlo. Cuando consideramos esta relación que es difícil para nosotros, si somos capaces de imaginar a Dios de pie a nuestro lado, amando nosotros, y también de pie al lado de la otra, amarlos, y podemos confiar en que el tremendo poder de Su amor puede superar cualquier mal nosotros es dividir, podemos encontrar la fuerza para hacer nuestra parte. Si nos centramos sólo en la fealdad del pecado, no hay 4

5 esperanza. Si nos centramos en nuestro amor por Dios y su amor por nosotros, todo es posible. Por supuesto, esto lleva tiempo. Es un proceso continuo y requiere paciencia. La curación de nuestras relaciones rara vez sucede rápidamente. Pero si hay una relación que esto está trayendo a su mente, le animo a empezar a hacer su parte, aunque el otro aún no está haciendo el suyo. Si lo hace, por lo menos, su relación con Dios crecerá más fuerte, y tú comenzará a encontrar la paz a causa de ella. Estamos diseñados para amar y ser amado. Es sólo por vivir esto que vamos a encontrar la felicidad. 5