ESTUDIO BIBLICO: EPISTOLA A LOS ROMANOS 3: 1: :8-15 (NVI)

Transcripción

1 ESTUDIO BIBLICO: EPISTOLA A LOS ROMANOS Iglesia Ríos de Agua Viva Escuela Bíblica Dominical de Adultos Clase 3: Romanos 1: 8-15 Romanos 1:8-15 (NVI) 8 En primer lugar, por medio de Jesucristo doy gracias a mi Dios por todos ustedes, pues en el mundo entero se habla bien de su fe. 9 Dios, a quien sirvo de corazón predicando el evangelio de su Hijo, me es testigo de que los recuerdo a ustedes sin cesar. 10 Siempre pido en mis oraciones que, si es la voluntad de Dios, por fin se me abra ahora el camino para ir a visitarlos. 11 Tengo muchos deseos de verlos para impartirles algún don espiritual que los fortalezca; 12 mejor dicho, para que unos a otros nos animemos con la fe que compartimos. 13 Quiero que sepan, hermanos, que aunque hasta ahora no he podido visitarlos, muchas veces me he propuesto hacerlo, para recoger algún fruto entre ustedes, tal como lo he recogido entre las otras naciones. 14 Estoy en deuda con todos, sean cultos o incultos, instruidos o ignorantes. 15 De allí mi gran anhelo de predicarles el evangelio también a ustedes que están en Roma. BREVE INTRODUCCIÓN: En esta porción continuamos con la introducción que hace el autor en su carta a la iglesia en Roma, y tal como hemos comentado en la clase pasada, Pablo, aun cuando tenía parientes y conocía a muchos creyentes de esa ciudad, él mismo no era conocido por la iglesia de Roma. Sin embargo es notorio el gran afecto que les tenía, recordándoles en sus oraciones, y en su gran deseo de conocerles personalmente, a fin de, no sólo bendecirles, sino de ser bendecido por ellos. Como veremos el compañerismo cristiano es un aspecto muy importante, que examinaremos en el desarrollo de la epístola. Si somos cristianos a través del milagro del nuevo nacimiento, y nos hemos arrepentido sinceramente de nuestros pecados, y hemos puesto nuestra confianza en Cristo, escuchando y obedeciendo el evangelio del Hijo de Dios, entonces pertenecemos a la familia de Dios, mediante Jesucristo, nuestro Señor. Cuando entendemos esta realidad, los creyentes verdaderos, como parte de esa gran familia de Dios, nos sentimos en la obligación de amar a todos nuestros hermanos en el mundo entero sin distingo de raza, género o clase social. Por ello lo natural es gozarnos con los que se gozan, y sufrir con los que sufren.

2 Alégrense con los que están alegres; lloren con los que lloran. Romanos 12:15 (NVI) IDEA PRINCIPAL: LA BENDICIÓN DE PABLO A LOS CREYENTES DE ROMA DESARROLLO: V8: En primer lugar, por medio de Jesucristo doy gracias a mi Dios por todos ustedes, pues en el mundo entero se habla bien de su fe. Primeramente, Pablo da gracias a Dios por los creyentes en Roma, pero más específicamente por su reconocida fe en el mundo entero. Otro aspecto importante de este verso, es la forma como Pablo se refiere a Dios. No dice simplemente Dios, sino mi Dios, lo cual nos habla mucho de su relación íntima con el Señor. Esto es importante de subrayar, ya que es algo que todo creyente verdadero debe sin duda tener. Ese fue el deseo de Jesús en su oración al Padre por nosotros. Juan 17:20-21 Jesús ora por todos los creyentes 20»No ruego sólo por éstos. Ruego también por los que han de creer en mí por el mensaje de ellos, 21 para que todos sean uno. Padre, así como tú estás en mí y yo en ti, permite que ellos también estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado. Es algo notorio en todos los creyentes verdaderos, que debemos proclamar nuestro amor y confianza a Dios, tal como lo hizo David, un varón con el corazón conforme a Dios: Salmo 18:1-2 (NVI) 1 Cuánto te amo, Señor, fuerza mía! 2 El Señor es mi *roca, mi amparo, mi libertador; es mi Dios, el peñasco en que me refugio. Es mi escudo, el poder que me salva, mi más alto escondite! Esta acción de gracias de Pablo es por medio de Jesucristo. El autor hace un énfasis en el hecho de que sólo tenemos acceso al Padre por medio de Jesucristo. Este punto en el inicio de su carta es importante, ya que nos recuerda que únicamente por la justificación otorgada por Jesucristo tenemos, no solo entrada a una relación de compañerismo con Dios, sino también de disfrutar de esa relación. Finalmente, Pablo menciona la fama de la fe de los cristianos de Roma. Una fe que se caracterizó por ser muy conocida en todo el imperio. Estos habían creído de todo corazón y reflejaban su amor a Dios mediante su modo de vivir, una autentica y visible fe, de tal manera que se hablaba de esta fe en todo el Imperio Romano.

3 Podemos imaginar al apóstol Pablo, gozándose con los reportes que venían de todas partes acerca de estos cristianos valientes, llenos del poder de Dios, nada menos que en el epicentro del imperio de hierro. Más adelante, en los registros de la historia, quedó para siempre grabado la vida y obra de esta iglesia, a quienes Pablo pudo ciertamente conocer personalmente, por voluntad de Dios. V9-10: Dios, a quien sirvo de corazón predicando el evangelio de su Hijo, me es testigo de que los recuerdo a ustedes sin cesar. Siempre pido en mis oraciones que, si es la voluntad de Dios, por fin se me abra ahora el camino para ir a visitarlos. Pablo realmente amaba profundamente a los creyentes de Roma, a quienes no conocía personalmente. El no sólo oraba por ellos, sino que también tenía un ardiente anhelo de visitarles y de conocerles, al punto de poner a Dios mismo como testigo de ese su deseo. Por otra parte, vemos en este verso, la intención sincera de un ministro del evangelio. Un siervo, que sin hipocresías devela su corazón a sus amados hermanos de Roma, a quienes no conocía personalmente, pero que no sólo deseaba conocer, y se había convertido en una petición puesta delante de Dios. Esto último posee un gran valor; depender de Dios, de su voluntad. A estas alturas de su ministerio, luego de aproximadamente diez años de estar sembrando el evangelio de Jesucristo por todo el mundo mediterráneo, podemos, a través de esta simple frase, ver la sujeción del esclavo Pablo a Dios, a su voluntad, incluso para ir a hacer lo que estaba llamado a hacer. Ciertamente, algo de gran valor para nosotros, digno de imitar, si de veras confesamos a Jesucristo como Señor de nuestra vida. V11-13: Tengo muchos deseos de verlos para impartirles algún don espiritual que los fortalezca; mejor dicho, para que unos a otros nos animemos con la fe que compartimos. Quiero que sepan, hermanos, que aunque hasta ahora no he podido visitarlos, muchas veces me he propuesto hacerlo, para recoger algún fruto entre ustedes, tal como lo he recogido entre las otras naciones. Aquí, Pablo manifiesta que ha tenido la intención de visitarles desde tiempo atrás, pero que hasta el momento, no había sido posible. Expresa también parte de su intención de visitarles, y encontramos aquí un punto verdaderamente importante que debemos revisar. Podemos decir de Pablo, que fue un hombre que dedicó prácticamente su vida entera al ministerio evangelístico. Pablo fue un dador generoso, y quería impartirles de lo que él estaba lleno, de algún don espiritual, a fin de fortalecerles. En el diseño de Dios en cuanto a su iglesia, él ha dado a cada uno de nosotros la gracia que nos capacita para enriquecer a otros. El cuerpo de Cristo, a similitud del cuerpo humano, posee muchos miembros, diferentes entre sí, pero con una función designada por Dios para ayudar a otros.

4 Efesios 4:11-13 (NVI) 11 Él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; y a otros, pastores y maestros, 12 a fin de capacitar al *pueblo de Dios para la obra de servicio, para edificar el cuerpo de Cristo. 13 De este modo, todos llegaremos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a una *humanidad *perfecta que se conforme a la plena estatura de Cristo. Todos necesitamos crecer en gracia y en conocimiento de nuestro Señor Jesucristo, pero también necesitamos ser animados en el camino. Tanto es verdad, que el mismo apóstol confiesa su necesidad de ser animado y fortalecido. El ser un siervo de la categoría de este gran hombre de Dios, no le restó nada para reconocer esta realidad. 1 Corintios 2:3; (NVI) 3 Es más, me presenté ante ustedes con tanta debilidad que temblaba de miedo. 2 Corintios 4:8-9 (NVI) 8 Nos vemos atribulados en todo, pero no abatidos; perplejos, pero no desesperados; 9 perseguidos, pero no abandonados; derribados, pero no destruidos. 2 Corintios 11:28 (NVI) 28 Y como si fuera poco, cada día pesa sobre mí la preocupación por todas las iglesias. V14-15: Estoy en deuda con todos, sean cultos o incultos, instruidos o ignorantes. De allí mi gran anhelo de predicarles el evangelio también a ustedes que están en Roma. Finalmente en este párrafo, Pablo se declara deudor para con todos los seres humanos. De una manera sencilla, el apóstol muestra que el llamado de Dios es para todos, no importando su condición, cultos o incultos, instruidos o ignorantes. Dios no discrimina a nadie, su llamado es para todos. Juan 3:16 (NVI) 16»Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo *unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna. La expresión del autor de ser deudor, es porque se nos ha encomendado el mensaje de salvación, que Dios tiene para un mundo perdido. Cómo entonces mantener este tesoro escondido a multitudes hambrientas? Nosotros hemos sido encomendados a darles el pan de vida. Somos todos entonces deudores. El deseo de Pablo, entonces, es también predicar el evangelio a todos en Roma, y seguir de este modo anunciando la buena noticia al mundo de los gentiles.

5 CONCLUSIÓN El Pablo que fue llamado por Dios para anunciar el evangelio de Dios a los gentiles; que había dejado todo de lado para servir al Señor. Estaba animado a seguir su misterio a otro lado del imperio, deseoso de predicar la buena nueva y de compartir con la iglesia de Roma de lo mucho que tenía para darles de parte de Dios, y de recibir igualmente el aliento para continuar con su labor. Labor de la cual era deudor, así como hoy lo somos todos nosotros. Podamos entonces, para la gloria de Dios hacer también nuestra parte, entendiendo que sólo la palabra de Dios, el evangelio de nuestro Señor Jesucristo, es la medicina para el pecado del hombre. Y finalmente, podamos amar al pueblo de Dios, donde quiera que esté, intercediendo por ellos, gozándonos con ellos, sufriendo con ellos y apoyándoles, a fin de que el evangelio de la salvación de Dios pueda ser proclamado a toda criatura. Que Dios nos dirija, amén! Preparado por: Nelson Peraza Marín BIBLIOGRAFIA: Romans, Volume 1, The Gospel of Freedom, P. G. Mathew