CORRIENDO POR LAS CALLES

Transcripción

1 CORRIENDO POR LAS CALLES Por: Leydi Rocío Silva Rangel Era tarde sin duda alguna, tuve que apagar el celular por que me canse de mirar una y otra vez la hora. El tiempo parecía haberse detenido, no avanzaba, sentía que me había quedado en una especie de vacío. Un vacío, un solo vacío, lleno de mí. La única compañía, no era la soledad, sí, en un principio pensé que solo ella me acompañaba en ese insomnio eterno, pero no, ahí estaba no me di cuenta en que momento llego, aún así estaba ahí tratando de iluminar un poco la oscura habitación. La luz de la luna se colaba por una estrecha grieta que solo hasta ese momento me percate que existía. Pensé Quizás ella quiere... quiere algo de mí? En medio de la locura impuesta por esa eterna oleada nocturna todo tenia sentido... todo. Incluso el tiempo detenido por mi razonamiento absurdo cobro un extraño sentido, una lógica arrastrada por la demencia del momento. Era un engranaje perfecto, mis ojos se tornaron tan grandes, atónitos ante la situación como queriendo recoger con la retina las impresiones en el aire, en donde no había nada. Un parpadeo me hizo volver en mí, y toda es magia de lo racional se esfumó. -Estoy loco- me dije, como era posible que un instante de sensatez acompañara esa loca noche. Cerré mis ojos y los volví a abrir. Todo seguía igual. Me levante de la cama, mis pies tocaron el piso increíblemente frío, de inmediato los subí de nuevo. Buscaba a ciegas las medias y los zapatos, Por qué? Fue exactamente lo mismo que pensé cuando los tuve puestos. Sentado en la cama con los zapatos puestos me levante, como quién no quiere hacerlo, como quien tiene tan sólo la inercia para moverse, en serio no quería y aún así, mi cuerpo por sí mismo se erguió. Salí de la habitación y juro que al girar para cerrar la puerta vi en esa oscura y fría habitación un monstruo que lo cobijaba todo. Mis manos se tornaron peor que la nieve y mi sudor no cesaba de brotar, arrastraba los pies hacia

2 atrás como queriendo escapar y por lo más sagrado puedo volver a jurar que mis pies no se movían y mis rodillas se doblaban. Mi vecina de habitación encendió la luz, un grito sacudió la vieja estructura de ladrillo cemento expuesto, cuando se percato que era yo, con unos ojos aun llenos de pánico dijo: - Vecino! Carmen, mi vecina de al lado de mi habitación era una mujer alta, de huesos largos y expuestos en su carne, su rostro engalanaba las marcas propias de un sueño placentero que por alguna extraña circunstancia se interrumpió, así que pregunte: - Carmen, despierta a esta hora? - Ahh, si, si voy a tomar un poco de agua dijo asustada-. Y usted vecino llega muy tarde, tenga cuidado por las calles, están hechas un manicomio. - Un manicomio - repetí en voz baja. - Si, si tenga cuidado. - Gracias Carmen, pero en realidad yo no llego, en realidad me voy. - Qué? - Exclamó Carmen con expresión preocupada- vecino mire la hora. Si tiene que hacer algo por que no espera hasta mañana? Quería contarle, explicarle todo lo sucedido antes de que ella por fortuna encendiera la luz, pero me limite a girar y cerrar la puerta de la habitación que un poco iluminada por la luz del foco, me permitió ver, ya sin temor, el interior de mi propia locura. - No puedo esperar a mañana, creo que es urgente - En ese caso dijo- tenga mucho cuidado. - Si, seré cuidadoso, no se preocupe. Al pasar por su lado no pude evitar ver su rostro, parecía preocupada, por Por mí?, Si apenas y la conocía!, Si era preocupación o no, me pareció un dulce aire sentir que alguien se preocupara por mí. Camine calle abajo. Las calles se asemejaban a Comala, era un desierto frío, con luces artificiales que iluminaban vagamente las vías. Seguí avanzando si motivo, quizás fue la razón por la que elegí ir calle abajo, para que la gravedad me empujara hacia donde quisiera. Llegue al parque principal por una ruta que desconocía totalmente.

3 Había pocas personas, entre ellas varios rebuscadores que intentaban ganarse algo cobrando en exceso los servicios que ofrecían, según ellos por que a esa hora seguramente no encontrarían el mismo servicio. Me senté en una de las bancas del parque, hacia frío, como nunca creí sentirlo en esta pequeña ciudad a la que llegue, quizás por azar o quizás por destino. Me gustaba creer que era por destino, que llegue allí con una misión que yo mismo desconocía. En ese instante reflexione - Puede ser? Puede ser que mi destino este aquí, y no lo haya encontrado, puede ser que él sea el causante de mi locura en las noches, que no concibe otra hora para torturarme que en las noches. Un vendedor se acerco a ofrecer sus productos, dijo algo que no alcance a comprender. Mire sus productos y compre un cigarrillo tres veces mas caro de lo normal, lo encendí y empece a fumar. En ese mismo instante el vendedor se sienta a mi lado. Pude ver que era una señor de edad avanzada, de cabellos escasos y blancos, sus ojos eran apagados y tristes, sus manos parecían gruesas y fuertes, sinceramente sus manos eran como las de un joven pero eran descuidadas y sucias. Simple y llano se sentó, nada más, de momento pregunta: - Por curiosidad joven Espera a alguien a esta hora? - No. - Respondí de forma tosca, seca y hasta grosera, queriendo responder que esperaba que algo sucediera. - Ahh ya veo, usted es como esos jóvenes de ahora.- dijo como quien sabe algo- - Cómo esos jóvenes de ahora? - Ese ultimo comentario llamo mi atención - Qué quiere decir con eso? - Bueno es difícil de explicar, seguramente usted esta aquí esperando que algo suceda No es así? Me quede callado y quite la mirada del viejo. Cómo podía un viejo, que nunca antes había visto, saber algo de mí?. Al sentir que mi silencio le otorgaba al anciano hombre la razón, el viejo lanzó una pequeña risita que me irrito enormemente. Me quede callado largo rato, cuando me percate el cigarrillo se había acabado por completo y yo solo había dado una bocanada. - uno y desperdiciado, que lástimapensé. En ese instante el viejo extiende su mano y ofrece uno. - gracias dije casi murmurando- - De nada, igual ya lo pagó - Es decir que me queda otra mas?

4 El viejo rió. - si usted quiere dijo entre risas- De momento el enojo por el viejo se esfumó, me parecía ahora un hombre humilde y trabajador, me sentí pleno de cierta forma, incluso puedo asegurar que la situación con el anciano me hizo olvidar toda preocupación, todo enojo, toda locura. Le dije: - Sí - Sí, si qué? Pregunto intrigado - Espero que algo suceda, soy como los jóvenes de ahora dije con ironía - Bueno. Eso no es malo- - Pero tampoco es bueno, verdad? - Depende de cosas - Que cosas? - De muchas, entre ellas la decisión. - Que? - Si, así como lo oye la decisión, la decisión. Hubo un rato de silencio, de un sepulcral silencio. Las palabras del viejo me dieron algo así como escalofríos, no le entendía, pero en el fondo sabía que tenía la razón. Se levanto de la banca, se estiro como quien se acaba de levantar. Su espalda trono un par de veces y tuvo que llevarse las manos a la cintura para poder caminar. Se puso de espaldas a mi, lo seguía con la mirada con ganas de preguntar mas cosas, pero no me atreví. Ya de espaldas a mí el viejo me dice: - Decídase mijo, decida por usted. Me quede sentado un rato más, mirando como el viejo se perdía en la lejanía. Me levante y me fui camino a casa, por un sendero conocido y seguro. En el trayecto me percate de que ni siquiera le pregunte el nombre a viejo y él tampoco preguntó en mío. Así que me dije: - conocí a alguien que sigue siendo desconocido. Camine lento pero a paso firme pensando una y otra vez lo que el viejo me dijo, pero no entendía. Llegue a casa, parado en frente de la puerta, me negaba a entrar. La calle estaba iluminada, se veía perfectamente, pues la luna así lo permitía.

5 La luna no solo ilumino la calle, también ilumino mi mente, ahí en ese instante me acorde de la grieta en mi habitación y volví a recordar que quizás ella era la que quería algo de mí. Di media vuelta y caminaba rápido, mis pasos se hacían cada vez más y mas rápido, empecé a correr. Corría como si fuera perseguido; y de hecho lo era, por mi pasado que no me dejaba avanzar. Pensé que si decidía algo por mi mismo el pasado no importaba. Corrí seguí corriendo, y empecé a vivir, empecé a respirar, a ver, a oler, a saborear lo que realmente puede ser llamado vida, adiós la mera existencia. para siempre