AUTOESTIMA La estima propia o autoestima, se considera un recurso psicológico (factor de protección) que contribuye a preservar el propio bienestar

Transcripción

1 AUTOESTIMA La estima propia o autoestima, se considera un recurso psicológico (factor de protección) que contribuye a preservar el propio bienestar biológico, psicológico y social, por ello la importancia de contar con una autoestima saludable. La autoestima significa partir del conocimiento de uno/a mismo/a, aceptarse física, mental y emocionalmente con cualidades y limitaciones; apreciar nuestro valor por el hecho de ser seres humanos; la capacidad de sentirse confiable ante uno/a mismo/a, y para actuar con responsabilidad y asertividad ante los demás. Se trata de un concepto que abarca el sentido básico de la valía, de ser competente, y merecedor de felicidad, se puede entender mejor como la suma de la autoconfianza, que refleja el juicio implícito que cada uno hace de su habilidad para enfrentar los desafíos de su vida; la autoeficacia, que es la confianza en nuestra capacidad de pensar, aprender, elegir y tomar decisiones adecuadas; y autorespeto, que significa confianza en que los logros, el éxito, la amistad, el respeto, el amor y la satisfacción personal son adecuados para nosotros. La autoestima, se define como la evaluación global que cada quien tiene de sí mismo, es decir, el grado de satisfacción personal. La adecuada autoestima supone una evaluación objetiva, real, optimista, creativa y propositiva de las características propias, y plantea el cumplimiento de los siguientes puntos: Tener buena opinión de sí mismo/a. Respeto y tolerancia por la dignidad humana. Mantener una actitud positiva. Estar satisfecho consigo mismo la mayor parte del tiempo. Plantearse objetivos realistas. Sentir confianza en nuestro valor como personas. Libertad para expresarse, ser escuchado y tomado en cuenta. El logro de una autoestima saludable implica los siguientes elementos: 1.- Autoconocimiento. Capacidad de autoobservación, análisis y síntesis reflexiva, sumado a la capacidad de autopercepción 2.- Autoconcepto. Suma de las creencias que se tienen acerca de uno/a mismo/a y que se ponen de manifiesto en la conducta, incluye la autoimagen o creencia que se tiene sobre el propio cuerpo. 3.- Autovaloración. Juicio ya sea positivo o negativo que cada quien hace de sus propios rasgos. 4.-Autoaceptación. Admitir y reconocer como propias las diversas características que nos conforman, sean agradables o desagradables. 5.- Autorespeto. Aprender las necesidades gustos e intereses y sentimientos propios con el propósito de encausar los esfuerzos a satisfacerlos de manera realista y saludable. Si falta alguno de estos elementos el nivel de autoestima se modifica.

2 Autoconocimiento El autoconocimiento es la habilidad de explorar dentro de uno/a mismo/a e identificar todos los elementos que integran nuestro ser; implica considerar ideas, opiniones, convicciones, sentimientos, carácter, fortalezas, oportunidades, actitudes, valores, gustos, y disgustos, proyectos y limitaciones. Conocerse también supone construir sentidos acerca de nosotros, las demás personas y el mundo en que vivimos. El autoconocimiento conlleva saber qué se quiere en la vida e identificar los recursos personales y las alternativas externas con que se cuenta para lograrlo. Esto permite tener claridad sobre el proyecto de vida que se quiere emprender y desarrollar las competencias necesarias para lograrlo. En la construcción del autoconcepto se involucran diversos factores, como la autoaceptación y autoconfianza. La primera se refiere a reconocer objetivamente tanto las capacidades y habilidades personales, como las limitaciones, debilidades y obstáculos; además de discernir las características que se pueden modificar y reconocer aquellas que no pueden cambiarse. La autoconfianza se manifiesta en la seguridad que tenemos en nosotras/os mismas/os, en la convicción sobre las capacidades personales para afrontar riesgos y dificultades. Si una persona tiene escasa autoconfianza mostrará inseguridad, indecisión, sentimiento de incapacidad, impotencia, miedo extremo a equivocarse, culpabilidad y angustia o depresión. El autoconocimiento se relaciona de manera directa con lo que comúnmente se denomina imagen de una/o misma/o o autoimagen. La autoimagen se refiere a la concepción que se tiene acerca de cómo percibimos y sentimos nuestro cuerpo, también cómo se cree que otros nos ven, y se ve influida por los ideales culturales de la masculinidad y de feminidad, planteados desde la infancia en torno a lo que se piensa se quiere ser en el futuro, y el comportamiento que se debe tener. Cabe destacar que la responsabilidad no es solo de la familia, influyen los medios de comunicación, la escuela y la comunidad, agrupaciones que establecen y promueven una normatividad social sobre lo que se espera deben cumplir las personas, como hombres y mujeres, hijos o hijas de familia, estudiantes, padres y madres, etcétera. La autoimagen objetiva y realista se relaciona con el desarrollo de una autoestima positiva. Aquellas personas que no tienen un concepto objetivo y positivo de sí mismas, es posible que se formen una autoimagen distorsionada o negativa. La baja autoestima puede ocasionarles depresión, estrés y ansiedad. La preocupación excesiva por la imagen y la sensación de no tener la suficiente aceptación, impide a la persona presentarse a sí misma de forma confiada y entusiasta, lo que favorece la discriminación y exclusión social. Autoconcepto El adecuado desarrollo del autoconcepto y la autoestima constituye una de las habilidades para la vida que nos llevan a tener una imagen más objetiva de capacidades y desempeño en diversas áreas; también nos permite reforzar aquellas competencias que podemos explotar aún más.

3 La autoobservación de la conducta y la repercusión de ésta en los demás, conducen al análisis y la evaluación de sí misma/o; es decir el autoconcepto. Esto es lo que uno cree que es, de manera parcial, y está compuesto por percepciones de las propias habilidades y características, junto con los valores, experiencias y metas que se persiguen. La autoestima está influida por las relaciones afectivas que establecemos con la familia, vecinas/os, docentes, amistades, y otras personas con quienes interactuamos constantemente y, sin duda por otros aspectos externos que a veces resultan ajenos a nuestro control (vivienda, empleo, escuela, servicios e salud, oportunidades recreativas, inseguridad social, etc.) además está determinada por cuestiones internas (estados de ánimo, cambios físicos y hormonales, aptitudes). A medida que la persona adquiere mayor autonomía y confianza en sí misma la autoestima se complementa con otras habilidades para la vida. Cuando la persona ha formado y emitido sus primeras valoraciones y juicios acerca de sí misma, con base en el juicio de sus madres/padres, empieza a tener en cuenta la opinión de los que le rodean, sobre todo cuando son personas importantes para él, y de ahí surge el concepto que tiene de sí mismo (autoconcepto). El ser humano puede seleccionar y filtrar la información que proviene de quienes le rodean, referida a su persona, y la compara con sus autopercepciones, así se determina la autoestima, no en el exterior, o en lo que los demás digan, sino en el interior del individuo. La autoestima solo puede surgir del interior, de la aceptación y aprobación. Sin esta aprobación, los efectos de los reconocimientos externos son pasajeros. Cuando en la juventud, la persona busca la construcción y definición de su identidad, es decir el autoconcepto. Al enfrentarse a preguntas como Quién soy? busca el encuentro consigo mismo/a; y empieza a cuestionar lo que ha ido aprendiendo de su familia, su escuela, la sociedad, los valores. El autoconcepto y la creencia en la propia eficiencia personal genera un sentimiento de control sobre la propia vida que permite al individuo ser un sujeto activo, y no espectador pasivo, en su proceso de desarrollo. El respeto por uno mismo se tiene cuando se está convencido de la valía personal, esto se expresa en una actitud positiva y reafirmativa ante las necesidades, derechos, sentimientos y deseos propios, y genera en el joven posibilidades de relaciones amistosas enriquecedoras, relaciones amorosas constructivas y relaciones interpersonales respetuosas Las creencias distorsionadas sobre las propias capacidades pueden reflejarse en problemas emocionales y de conducta y provocar comportamientos antisociales, dificultad para adaptarse a nuevas situaciones, sentimientos de indefensión, necesidad de sobreprotección, miedo a fracaso, y desesperanza. Por ello la familia y la escuela son fundamentales en el desarrollo de la autoestima, en el aprovechamiento de las oportunidades que están a nuestro alcance y en la señalización de aquellos aspectos irreales o ajenos a nuestro control.

4 Aun con los condicionamientos externos, las personas con un autoconcepto positivo se sentirán amadas y valoradas, cuidarán su salud y su integridad y tendrán menos posibilidades de involucrarse en conductas negativas o destructivas, como el uso de alcohol, tabaco u otras drogas. El autoconcepto no solo incluye el conocimiento de lo que se es, sino también de lo que se quiere ser y de lo que se debe ser. Todos/as tenemos una autoimagen que está formada por las experiencias propias; una medida de nuestras capacidades y limitaciones. Esta imagen está construida por lo que pensamos o creemos de nuestros éxitos y fracasos, en la medida que permite una mayor dominio ante los desafíos de la vida, permite también actuar con eficiencia en la interacción con los demás, al ser capaz de: a) Dar y recibir amabilidad, cooperación, confianza y amistad. b) Superar situaciones adversas o desfavorables, llamadas así cuando se oponen a lo proyectado, como reprobar un examen. c) Recuperarse ante situaciones de pérdida que requieren una nueva adaptación como el divorcio de madres/padres o un cambio de escuela. d) Actuar con responsabilidad y firmeza ante situaciones de presión, por ejemplo cuando una o varios amigas/os insisten a la juventud para que consuma o abuse de bebidas con alcohol cuando no lo desean. La raíz de la autoestima no está en los logros sino en las prácticas generadas desde el interior, que entre otras cosas nos permite alcanzar esos logros: Aceptar nuestra historia de vida, significa aceptar nuestro origen, aspecto y capacidades físicas, intelectuales y emocionales, así como nuestras limitaciones; esto permite empezar a valorarnos y querernos. Apreciar que somos únicos e irrepetibles, ya que esto nos permite tener un valor singular, de esta forma podemos dejar de envidiar las cualidades de otro, comprenderlo y aceptarlo, así como mantener relaciones equilibradas sin dependencia ni dominación. Reconocer que hay una o varias cosas que hacemos muy bien. Enemigos de la autoestima: Pensamientos erróneos (sentirse poco valioso). Miedo a la crítica y a la desaprobación. Desconocer nuestras capacidades. Perfeccionismo (plantearse metas irreales). Necesidad de controlar o dominar a otros (codependencia) y/o de ser controlado o dominado por otros. Dependencia (económica y emocional). Inacción. La autoestima no es únicamente espiritualidad (interna) ni tampoco reafirmación externa del éxito, apariencia, eficacia o eficiencia. No es cuestión de experiencia ni de edad, ya que es susceptible de cambio en cualquier momento de la vida y existen varios caminos para favorecerla, sin embargo no se puede hablar de una permanente autoestima saludable, ya

5 que esta fluctúa con base en variables internas y externas durante el desarrollo de la vida; es dinámica y susceptible de avance o retroceso. Cuando alguien muestra una autoestima deteriorada, existe la posibilidad de que modifique sus pensamientos y actitudes, por conocimientos favorables sobre su persona. Sólo depende de que tenga la voluntad y el deseo de cambiar. La autoestima y el consumo de drogas. Esta cualidad permite a los individuos contar con capacidad, seguridad y firmeza para identificar situaciones que le benefician o le perjudican. La persona con una autoestima adecuada sabe que el consumo de cualquier sustancia (alcohol, tabaco u otras drogas) puede provocarle daños, tanto físicos como emocionales. Alguien que se quiere, no se lastima. Las condiciones para obtener una autoestima óptima que fortalezca la prevención del consumo de drogas, son las siguientes: Respetar los actos y valores propios, favoreciendo la salud y la integridad. Los juicios personales deben aplicarse de manera que el individuo haga y exprese lo que sienta. Esto implica rechazar algo cuando no se desea, por ejemplo: No me puedo reunir con ustedes, No quiero beber alcohol, etcétera; o el afirmar cuando en verdad se quiere decir que sí, por ejemplo: Tengo muchos deseos de reunirme con ustedes, pero no tomaré alcohol La eficacia personal facilita la comprensión de las situaciones que están fuera de control y no son consecuencia de su comportamiento, por ejemplo: Todas las mañanas hago ejercicio, aunque esto no quiere decir que también mis amigos tengan que hacerlo. La elección de ser responsables y atender a las propias percepciones y juicios resulta vital para determinar la manera como cada quien se valora y el tipo de vida que se lleva. La autoestima adecuada permite tomar decisiones para acercarnos a las metas propuestas, entre ellas la escuela, las relaciones con los otros y los valores. La integración de ideas, normas, creencias y comportamientos que guían las acciones en la vida. La integridad se manifiesta por la adecuación del comportamiento a nuestra escala de valores. La responsabilidad para lograr las metas personales refuerza nuestro aprecio personal e identidad, al tiempo que evita los riesgos que nos desvían de nuestros objetivos. Tener una autoestima adecuada facilitará la obtención de recursos (seguridad, firmeza, amor propio, fortaleza, voluntad, determinación, etcétera) para enfrentar a cualquier presión para consumir drogas. BIBLIOGRAFIA: Manual Vire Taller de Formación de Promotores de Estilo de Vida Responsable. Universidad de Monterrey (2005) México, D.F. Solís Rojas Luis (2003). Drogas: las 100 preguntas más frecuentes. Centros de Integración Juvenil A.C. México D.F. Fernández Cáceres, Carmen (2006). Habilidades para la vida, guía para educar con valores. Centros de Integración Juvenil A.C. México D.F.