ENCUENTROS EN VERINES Casona de Verines. Pendueles (Asturias) EL MITO COMO INSPIRACIÓN

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1 ENCUENTROS EN VERINES 2006 Casona de Verines. Pendueles (Asturias) EL MITO COMO INSPIRACIÓN Milagros SALVADOR Nacemos a la vida sin memoria, como nacen los pueblos, y la conciencia de ser, más tarde nos exige el reconocimiento de nuestra identidad, como un hecho que pervive a lo largo del tiempo, y sentimos la necesidad de la explicación a nuestra situación en el mundo, el fenómeno de nuestro origen o de los hechos que ocurren a nuestro lado. Es el mito el que cumple esta función, la de explicar con su vertiente dramática, como la vida, de una manera sagrada y mágica, estos fenómenos por los que el hombre se une a su pasado. Este carácter fundamental e identitario de los mitos marcan su ahistoricismo, y su atemporalidad, el mito es el pórtico de entrada a la historia, a la construcción de nuestro pensamiento, y más tarde a una determinada codificación social. La primera mención de mito la encontramos en un poeta, precisamente un poeta lírico, Anacreonte, y reconocemos que en su principio el mito fue aprendido como historia verdadera. Será mucho más tarde cuando la distinguiremos de la fábula o el cuento. El vocablo mito, se fue definiendo en la literatura griega desde Homero a Platón hasta terminar oponiéndose a logos, como hecho fabuloso e imaginativo, poetas griegos y más tarde romanos contribuyeron a la consolidación de este concepto. Una de las teorías sobre el mito, la evemerista, defendida por Evemero de Mesene del siglo IV a C, nos dice que el mito se entronca en el origen con antiguos reyes o personajes significados, convertidos en dioses, reliquias de hechos que sucedieron en un principio oscuro de los tiempos, y que no conocemos. Desde lo oscuro, lo mágico, lo sagrado desde donde surge la humanidad, dioses y héroes que sobreviven, como parte de la verdad, de los hechos, hasta que los filósofos, sofistas, presocráticos entran en la historia, que como Jenófanes critican su consideración de verdaderos. Hemos dicho que el mito explica, interpreta, añadimos que algo muy importante para la pervivencia del grupo, por eso se exige recordarlo, el mito tiene un compromiso con la memoria, y a esta se le encomienda esta responsabilidad, que busca la forma de trasmitirlo de una manera fácil y segura, porque no puede ser olvidado. Acaso sea esta la razón por lo que la poesía sea su primera aliada. Este sería el primer nexo literario, el eslabón que une mito y literatura, la fantasía que se superpone a la realidad. 2

2 María Zambrano nos lo recuerda con estas palabras: la narración es heredera del mito y reconoce el parentesco de la novela con el mito y la leyenda. Los mitos necesitaron de la memoria, por su significación en la construcción de individuación de un pueblo, y tenían que ser recordados debido también a su importancia en la construcción de conceptos, lo que los hará sobrevivir, y buscarán la metáfora y el símbolo y traspasarán sus propios límites, hasta ser motivo de otras artes, e incluso de la ciencia. Admitimos que el mito es hijo de la Historia y la Historia es hija del mito, también podemos decir que la Literatura es hija del mito y el mito es hijo de la Literatura. Los mitos viven en las raíces de nuestra cultura, y además la literatura reclama el subconsciente del lector cuando presenta el arquetipo, o le reclama como cómplice cultural cuando interpreta el mito como metáfora. La tradición se concretará más tarde en poetas como Hesiodo, y Píndaro, sin que se me acuse de olvidar a Homero, que será la referencia durante siglos. A los que seguirán en el mundo romano Virgilio y Ovidio, en los que el mito llega a ser un hecho puramente literario. Mircea Eliade, entre otros, ha estudiado el mito, que considera un hecho con connotaciones sagradas, fabuloso en sus orígenes, o Mallarmé, que nos dice que cuenta la tragedia natural y humana del hombre, desde la presentación del hombre en la tierra, como ejemplo, el relato de la creación, que aparece en literaturas tan diversas como la judía, la hindú o las asiático mesopotámicas, y que considerado hecho o fantasía, participa de la vida en las raíces de nuestro pensamiento. De las diferentes formas que la literatura acoge al mito, señalaremos dos: A) Versiones o transposiciones del mito. Tan universal como el de la creación, y tan conocido, es el que cuenta el diluvio, admitido en tantas culturas, y en versión tan antigua como la mesopotámica, ha cumplido su función de inspiración a otras literaturas y por supuesto en la moderna americana. En América nos encontramos en Los Advertidos a Amaliwak, el hombre que sabía como un Noé judeocristiano y familiar, heredero del Gilgamesh, babilónico, un eco que viene desde los tiempos de la sombra que evoca su fuerza narrativa en la desobediencia de la humanidad, y un diluvio como castigo, que sirve para la expiación de la culpa general, y la salvación por una familia, en el nombre de un individuo, lo que como mito se trasladará más tarde al cristianismo, con el concepto de El Salvador. Los Advertidos, de curioso título, es una obra, en la que subyace el planteamiento religioso de la realidad, Amaliwak dialoga con la Gran-Serpiente Generadora, pero el planteamiento de Carpentier generaliza la acción en tres vertientes culturales, añadiendo a la hazaña el hombre de Sin y el mismo Noé, pero esta vez, el cuento nos llega de América, y tiene otras claves de interpretación, el cuento tiene una vertiente burlesca y crítica, y en el que algunos incluso lo han querido ver como 3

3 contestación cultural al Viejo Continente, aunque creo que es más evidente el sentimiento pesimista que Carpentier expresa sobre el hombre respecto a la guerra. La narración termina con la frase de Amaliwak creo que hemos perdido el tiempo, como si quisiera decir que no hay solución posible. Este es un ejemplo de un mito como hilo conductor de la cultura a través del tiempo, que salta de un país a otro, y que reconocemos como nuestro aunque tenga otro ropaje literario. B) El mito como pretexto. Este es el caso de Borges, un autor con una gran conciencia literaria que llega a una síntesis conceptual de los mitos, como motivación temática y su tratamiento como sustrato imaginativo, debido en parte a su consideración de la cultura como materia común de los pueblos, y debido también a su conocimiento de la cultura universal, no solo clásica y judeocristiana, sino también de pueblos orientales y de la que hace gala a veces de forma provocadora. Borges ha sentido una predilección envolvente del mito, el mismo nos dice en la Parábola de Cervantes y de Quijote que en en el principio de la literatura está el mito y en muchos de sus escritos, cuentos o poesías, se trasluce esta veta mítica, conjugando mito y literatura de forma magistral, el laberinto, el héroe, Asterión, el Minotauro, Teseo, situaciones y personajes, que aparecen entre sus páginas, a veces como aprovechamiento del símbolo, o como reflexiones personales. Borges acude al laberinto repetidamente, es un tema importante, un motivo. En sus dos poemas con el mismo título Laberinto insiste en la situación sin salida, No habrá nunca una puerta. Estás adentro, o Zeus no podría desatar las redes / de piedra que me cercan. Pueden también ser mensajes personales. Borges piensa que el mundo es un laberinto, en su frase... un laberinto, cuando el universo ya lo es, no puede ser más explícito. En Los dos reyes y los dos laberintos un cuento corto de gusto oriental, hasta el desierto lo equipara al laberinto, que no tiene más salida que la muerte, y otro título suyo, Abenjacán el Bojerí, muerto en el laberinto, en El Aleph otra vez el laberinto. En La casa de Asterión, también de El Aleph, es una metáfora en la que nos preguntamos cuál es la verdadera clave, el individuo, el que evidencia su superioridad ante Teseo, en un proceso de individuación que permite el nacimiento del héroe, tema común en todas las mitologías y literaturas, lo fantástico como materia literaria, que se une al deseo, al sueño polarizado como modelo de supremacía individual, o en El inmortal, título que dice mucho, el héroe es el trasfondo, un personaje de corte masculino, sobreviviente, el héroe y sus variaciones que también trata en El tema del traidor y el héroe, una constante literaria que trasciende la propia literatura. En el poema Proteo nos dice Tú que eres uno y eres muchos y en otro poema La otra versión de Proteo, nos dice algo que es una constante en el autor El porvenir: las puertas que se cierran, 4

4 Borges parece que se vale de los mitos hacer sus reflexiones, conectando el yo y el tú como una línea continua, como se proyecta en Edipo y el enigma, en el que leemos Edipo somos todos, este es el mensaje, la vertiente dramática del mito que subyace en sus escritos, aunque se escape por las fisuras de la ironía. Y sólo un ejemplo más, en Habla un busto de Jano, leemos Veo mi ruina: la columna trunca/ Y las caras que no se verán nunca, precisamente un dios con dos caras. Adrián Huici, en El mito clásico en la obra de Borges, Carlos García Gual en sus numerosos escritos y Marcin Kazmierczaz en su tesis doctoral, entre otros muchos, han estudiado el tratamiento y la influencia de los mitos en este autor, que ha tomado como tema, como inspiración y como resonancia cultural en su extensa obra, el mundo de los mitos. Y en la otra orilla, aquí, nuestra literatura se ha inspirado en este mundo mágico, el filón mitológico, como una veta de vida que conformará grandes páginas en todos los tiempos, porque los mitos representaban una proyección muy rica de los símbolos y marcaba la cultura del autor. Salpicando algunos títulos a modo de ejemplo mencionaré los que sirvan de muestra, sin necesidad de remontarnos a los tiempos de Góngora, Lope de Vega, Tirso de Molina o Cervantes, sino incluso más cercanos a nosotros, en el siglo XX, nuestros autores han tenido en cuenta el tema mitológico, y un gusto por el mundo clásico. Títulos como La madre Tierra o El establo de Eva, de Cuentos valencianos de Blasco Ibáñez; Historia de Adán y Eva de Pardo Bazán; Fedra o Medea de Unamuno; Prometeo de Pérez de Ayala; Biografía de Plutón, de Cansinos Assens; La tejedora de sueños, La fábula de Aracne de Diálogo secreto, o La llegada de los dioses, de Buero Vallejo; La sangre de Dios de Alfonso Sastre; Apolo y las rosas de Alfonso Comín; El retorno de Ulises de Torrente Ballester; o La cólera de Aquiles de Luis Goytisolo, son más que un indicio de cómo estos temas sobreviven en la literatura. Con el tiempo, tanto la Filosofía como la Ciencia se superpondrán la mito, pero no lo desplazarán, Darwin no evitará que en muchas de las escuelas del mundo se siga enseñando el creacionismo, la mitología entera se revertirá en el mundo de los santos y de las advocaciones que todos conocemos, y el sustrato cultural común crecerá como un todo que invade el pensamiento del hombre. Y por el camino del deseo, llegamos a la utopía, cuando no hemos encontrado ninguna frontera, que los sueños no la tienen, y ponemos nuestra imaginación al servicio del sueño como aspiración, dando respuesta a una situación de necesidad vivida. María Zambrano nos dice en Filosofía y poesía, que utopía es la belleza irrenunciable y aún la espada del destino de un ángel que nos conduce hacia aquello que sabemos imposible, bellísimas palabras que no he querido omitir. 5

5 Desde Platón a Orwell, o Huxley, pasando por Moro, entendieron la posibilidad de construir otro mundo, un lugar a conseguir, y qué puede conectar mejor con esta frase que el mito del retorno al paraíso, tan grabado en el corazón humano? Ficción, mito, imaginación, deseo, sueño, una velada crítica social desde la mirada utópica que han dado frutos literarios con frontera común con otros campos. América aparece como utopía, porque representó el sueño, la utopía de occidente, porque el hombre es un animal que no se resigna a dejar de soñar. Recordemos que Leon Pinelo intentó demostrar incluso que el Paraíso estaba situado en la Nuevo Mundo, con sus ríos de La Plata, Amazonas, Orinoco. y Magdalena. El italiano ilustrado Pedro Mártir de Anglería o Anhiera con sus Décadas, y Américo Vespucio con sus Cartas, contribuyeron a concebir la utopía como realidad, como una realidad americana. No olvidemos el detalle que estos escritos fueron anteriores a al Utopía de Moro, y que sin lugar a duda influyeron en la concepción de su obra. Sus escritos describían tierra nueva, donde la realidad y la imaginación formaban un bello lazo literario, Las Amazonas, las Ciudades encantadas y El Dorado estaban en el pensamiento de la época, y que más tarde inspiró a Francis Bacon su Nueva Atlántida, la que sitúa también en América Un ejemplo que da cuerpo a este párrafo podemos encontrarlo en la utopía de la civilización, tratándose de América Latina, incluso de la América Latina como mito encarnado en Argirópolis o La Capital de los Estados Confederados del Río de la Plata de Domingo Faustino Sarmiento, por cierto que el lo llama sueño, que aparece en 1850, obra más importante que conocida, que se editó de forma anónima en Chile, y que sigue la línea de Facundo o civilización o barbarie, no ajena los ideales liberales del autor y de la época, como literatura de respuesta a una realidad no real que asumía con imaginación, en este caso concreto, la fase posterior a la conquista, asentamiento e independencia de la zona, aunque admitamos que es una obra que roza el campo de la sociología o la política, y que algunos se han atrevido a clasificar como ciencia ficción, y otros como Felix Weinberg lo consideran con apariencia utópica y sustancia realista. Hay muchas connotaciones que presta la literatura, Sarmiento se plantea la capital en una isla, la isla Martín García, una idea tradicional, la utopía es una isla, un ideal, una respuesta optimista, concepto unido a la Utopía de Moro, como muy bien ilustra Ambrosius Holbein y Virgilio Veralloni, los dos en sus grabados del siglo XVI, una isla era Barataria, y Jauja también era una isla. Es rica la literatura sobre la consideración de la utopía, en las dos orillas, citemos a Campello con La ciudad del sol; Jauja y la utopía americana de Hernández Ureña; Ciro Bayo con La Colombiada, Los Marañones, Los Césares de la Patagonia y Los caballeros de El Dorado; Juan Gil con Mitos y utopía del descubrimiento; y de Fernando Aínsa Los buscadores de la utopía, Necesidad de la Utopía y La edad de oro de El dorado, por citar algunos, lo que nos testifica una vez más, la importancia del tema que pervive a través de los tiempos, como deseo, como inspiración y como aspiración del hombre en la búsqueda del lugar feliz.