Desde hace mucho tiempo el hombre ha estado alterando, para

Transcripción

1 Clonación y células troncales por Rubén Lisker y Ricardo Tapia Desde hace mucho tiempo el hombre ha estado alterando, para su conveniencia, las características de los organismos vivos. Las cruzas de distintas razas de perros o de ganado, o la generación de variedades de plantas comestibles más resistentes a las plagas, son ejemplos comunes. Sin embargo, gracias al cúmulo de conocimientos acerca de la estructura molecular de los genes, que son fragmentos de ácido desoxirribonucleico (ADN), y de los mecanismos de su duplicación y de la transmisión de los caracteres hereditarios de cada especie, la capacidad del hombre para modificar la expresión de las proteínas en las células vivas se ha ampliado de manera impresionante. Así, es posible ahora manipular un solo gen y crear verdaderas quimeras moleculares. Hacer que una célula adquiera y exprese genes ajenos es la herramienta básica de la clonación. Sin embargo, cuando se pretende clonar a un organismo completo y no a uno o unos cuantos genes, es necesario introducir a la célula aceptora el genoma completo del organismo que se desea clonar. Este tipo de clonaciones se ha realizado numerosas veces y con varias especies animales y vegetales, pero usando el ADN de células embrionarias, es decir células totipotenciales en cuanto a la capacidad de expresión de todos sus genes, por lo que en realidad se ha clonado un genoma que aún no se había expresado totalmente. Clonación La clonación existe normalmente en algunas plantas y animales inferiores, y al nivel celular también ocurre en mamíferos. Cuando se realiza experimentalmente sucede por un proceso claramente diferente de la fertilización del óvulo por el espermatozoide. De hecho, la clonación se puede considerar como una forma de reproducción asexual, en la que el cigoto obtiene toda su información genética del núcleo de una célula somática de un solo donador, por lo que el animal clonado es casi idéntico a su padre o a su madre. Conviene recordar aquí que, como sucede casi siempre, la naturaleza se ha adelantado a lo que el hombre puede hacer, ya que existen humanos que son espontáneamente clonas unos de otros: es el caso de los gemelos idénticos. En efecto, los gemelos idénticos tienen la misma información genética, pues su origen es un mismo genoma cuya duplicación sucede después de la fecundación. Después de algunos éxitos logrados mediante la transferencia del genoma de células embrionarias de rana a ovocitos de la misma especie, en experimentos realizados en la década de los años cincuenta, en 1962 un investigador inglés, John ILUSTRACIONES: CÉSAR ALBERTO GUZMÁN JULIO

2 Gurdon, trabajando con otra especie de rana, Xenopus laevis, transplantó el núcleo de una célula intestinal de un renacuajo que ya puede nadar (es decir, una célula somática diferenciada) a un huevo cuyo núcleo se inactivó previamente por radiación. El 1% de los huevos así fecundados se desarrollaron normalmente, mientras que el resto mostró trastornos morfológicos graves, incompatibles con la vida de los embriones. A pesar de su baja eficiencia, el experimento demostró de manera contundente que el núcleo de una célula somática diferenciada conserva toda la información del genoma original, y además que es capaz de dirigir la construcción de una rana normal adulta y fértil. La clonación experimental de mamíferos no se logró sino hasta 1993, con el nacimiento de ratones obtenidos después de transferir núcleos de células obtenidas a partir de las tres primeras divisiones del óvulo fecundado. Otros investigadores clonaron después otras especies de mamíferos, pero siempre usando células embrionarias como donadoras del núcleo, que contiene el genoma, para fertilizar a óvulos previamente enucleados. Pero la contribución experimental más revolucionaria ocurrió en 1997, cuando un grupo de investigadores del Instituto Roslin, adscrito a la Universidad de Edinburgo y encabezado por Ian Wilmut, informó que había logrado el nacimiento de una oveja viva normal a la que llamaron Dolly por clonación, pero con una diferencia fundamental: la célula donadora del núcleo fue obtenida del revestimiento epitelial de un conducto mamario de una oveja adulta, de seis años de edad, que estaba en el último trimestre del embarazo. Este fue el primer experimento exitoso de clonación en mamíferos, usando como donador una célula somática de un animal adulto. La aportación biológica más importante del experimento es que demuestra, sin lugar a dudas, que el proceso de especialización por diferenciación de algunas células al formar parte de distintos tejidos no impide que, en condiciones adecuadas, su material genético pueda desdiferenciarse lo suficiente como para funcionar como un cigoto totipotencial y formar un animal nuevo el cual necesariamente es, salvo por la información contenida en las mitocondrias, localizadas en el citoplasma del óvulo, genéticamente idéntico al donador. La realización de la clonación verdadera, o sea a partir de células de animales adultos, tiene varias ventajas teóricas, ya que al conocerse con precisión las características del donador, éstas representan un posible valor utilitario, como la cantidad de leche producida o la calidad de la lana, lo que permite seleccionar para la clonación a los animales con elevado valor biológico productivo. Naturalmente, lo anterior es cierto sólo si las características seleccionadas dependen de factores puramente genéticos, lo cual es poco probable ya que siempre intervienen diversos factores ambientales: alimentación, estado de salud, calidad e intensidad de estímulos sensoriales, etcétera, por lo que en rigor no se sabe qué tan igual a su donador resultará una clona. Además, las células somáticas de un animal adulto necesariamente han estado expuestas a carcinógenos químicos y radiaciones por periodos prolongados, por lo cual deben haber acumulado mutaciones. Por lo tanto, es posible que las mutaciones de estas células convertidas en cigotos se manifiesten produciendo embarazos anormales, malformaciones congénitas o predisposición a diversas enfermedades en los recién nacidos. Problemas de la clonación en humanos La clonación de Dolly generó todo tipo de temores y elucubraciones, ya que en principio abrió la puerta a la posibilidad de clonar seres humanos. Empezando por el propio grupo de investigadores que realizó el experimento, el rechazo a la clonación humana reproductiva ha sido casi universal y fue adoptado por la ONU en Aunque parecería que la clonación de humanos ya está al alcance de la mano y pronto será accesible para cualquiera que, teniendo el poder y/o los medios económicos, quiera perpetuarse en un hijo que no haya sido procreado sexualmente, y quien en consecuencia sería su gemelo idéntico, existen aún numerosos problemas técnicos. El primero es, desde luego, la baja eficiencia del procedimiento: para lograr clonar a Dolly los investigadores realizaron la fusión de 277 ovocitos enucleados con otros tantos núcleos obtenidos de las células epiteliales del conducto mamario de la oveja embarazada. Casi el 90% de estos cigotos (248 de 277) se perdieron y sólo 29 se convirtieron en embriones que sobrevivieron más de seis días y se implantaron en varios úteros de ovejas tratadas hormonalmente con el fin de sostener el embarazo. De eso 29 intentos sólo uno, el embarazo que dio a luz a Dolly, llegó a su término. En otras palabras, la efi- 30 nexos

3 ciencia del procedimiento fue de 0.36% (uno de 277 intentos). A partir de 1997 la clonación se ha intentado, y logrado, en varios otros mamíferos (vacas, caballos, ratas, ratones, macacos y perros) y en ningún caso la eficiencia ha sido mayor del 4%. Ya se ha establecido que la clonación puede hacerse con células somáticas de machos y no sólo de hembras, pero el condicionamiento de estas células previo a la obtención del núcleo es muy distinto en diferentes especies, posiblemente por las variaciones en el ciclo celular de cada una. Aunque Dolly demostró ser fértil (tuvo dos descendientes derivadas de reproducción sexual normal), tuvo que ser sacrificada cuando desarrolló artritis incapacitante y complicaciones pulmonares graves, como ocurre en ovejas del doble de su edad. Debe recordarse que el material genético se obtuvo de un animal adulto y que la senescencia está, al menos parcialmente, bajo control genético. Problemas éticos Suponiendo que los problemas anteriores se resolvieran satisfactoriamente, quedan todavía argumentos para oponerse a la clonación humana? En nuestro país, como en muchos otros, se mencionan diversas razones. Algunas son de naturaleza teológico-religiosa: sería contraria a lo que Dios ha dispuesto; otras sostienen que no es un procedimiento natural y que por lo tanto no debe realizarse. Estos argumentos no nos parecen muy sólidos, ya que quien cree en Dios piensa a priori que la clonación es contraria a sus designios sin realmente saberlo, y para quien es ateo esto no es problema. Por otro lado, el que sea un medio antinatural reflejaría simplemente la forma de actuar de la humanidad desde siempre, la cual, por cierto, le ha permitido adquirir predominio sobre el resto de los seres vivientes, protegerse mejor de enfermedades y desastres naturales y aumentar notablemente su longevidad y su calidad de vida. La agricultura y la domesticación de animales, formas antinaturales, cambiaron para siempre la forma de vivir del hombre durante decenas de miles de años, y a nadie parece importarle en la actualidad. Las prácticas higiénicas, la vacunación, los procedimientos quirúrgicos, los transplantes de órganos, la inseminación artificial, la fecundación in vitro, el almacenamiento de embriones humanos congelados durante años, el uso de los antibióticos y una larga lista de aplicaciones de uso tan familiar que ahora nos parecen naturales, están aceptadas de manera casi universal en todas las sociedades modernas y, sin embargo, son tan antinaturales como ahora se puede considerar a la clonación de seres humanos. No hay que olvidar que en la clonación de ovejas y otros mamíferos las hembras receptoras fueron tratadas con hormonas para que el embrión se pudiera implantar en el útero y el embarazo continuara hasta el nacimiento del producto a término, lo que plantea un problema ético adicional, del que ya existe alguna experiencia en nuestra especie. En efecto, resulta evidente que para clonar a un ser humano es indispensable tener disponible a una mujer que funcione como madre de un hijo que no será suyo, y que se someta a una serie de cuidados y tratamientos antes del embarazo y durante éste. A esto cabría agregar la mencionada baja eficiencia del procedimiento que produjo a Dolly (0.36%), por lo que si se realiza en humanos habría que conseguir centenares de óvulos, enuclearlos e intentar fusionarlos con sus respectivos núcleos provenientes de las células donadoras, así como a otras tantas mujeres dispuestas a tener embarazos potencialmente anormales y con alto riesgo de aborto. Tal vez peor todavía, existe la posibilidad del nacimiento de niños con enfermedades congénitas. Por todas estas razones, consideramos inaceptable la realización de la clonación reproductiva en el hombre, por lo menos hasta que la eficiencia sea muy elevada y después de que se haya desarrollado en otras especies de mamíferos y los resultados hayan sido analizados. Para opinar acerca de si está justificado realizar experimentos de clonación en humanos, una vez resueltos los problemas técnicos, deberían distinguirse dos situaciones diferentes: la primera sería hacerlo con un fin utilitario, en supuesto beneficio de un individuo o de la sociedad en general, y la segunda realizarlos como parte de un programa de investigación científica. Clonación utilitaria A partir de la premisa de que algún día la clonación pudiera llegar a ser un procedimiento casi rutinario y que en ese caso existiera la posibilidad de solicitarla por decisión de cualquier persona interesada, podemos imaginar algunas de las motivaciones o justificaciones que esas personas podrían esgrimir para solicitar ser clonados. Algunas de estas posibles justificaciones son las siguientes: 1) Una pareja estéril, o incluso un individuo de cualquier sexo, desea tener un hijo. En lugar de someterse a la fertilización in vitro, esta pareja (tendría que decidir quién de los dos sería clonado) o individuo determina que la clonación es el mejor método. Quizá esta es la razón más válida para permitir y realizar la clonación reproductiva, ya que, aunque el sentido común aconsejaría más bien la adopción, ciertamente no es lo mismo un hijo adoptado que un hijo con los mismos genes de él (o de ella). Creemos que no puede descartarse que la clonación, bajo estas condiciones, llegue a convertirse, seguramente en un futuro bastante lejano, en un método aceptado para la reproducción asistida, como ahora es la fertilización in vitro, la cual en su inicio, en la década de los setenta, fue satanizada y considerada deshumanizante por numerosos grupos sociales. Debe tenerse presente que, a pesar de que el hijo clonado necesariamente será genéticamente idéntico a uno de los padres (el donador del genoma), esto de ninguna manera garantizaría que, sobre todo en el área del comportamiento, sería igual a él o a ella. Lo que cada ser humano es resulta de su dotación genética y de las influencias del ambiente, el cual es prácticamente irreproducible de una generación a otra. 2) Está perfectamente establecido que un gemelo idéntico es el mejor donador de cualquier órgano o tejido (médula ósea, riñón, corazón, hígado, quizá en un futuro el propio cerebro) cuando por causa de un padecimiento se requiere realizar un transplante. Tampoco hay ninguna duda de que JULIO

4 lo más parecido a un gemelo idéntico es una clona (de hecho, como ya se mencionó, los gemelos idénticos son clonas uno de otro, pues ambos se originaron de un mismo genoma). Por lo tanto, se podría proponer que estaría justificado tener una clona para asegurar la posibilidad de tener órganos en caso de necesidad, y más aún si el donador ya sufre alguno de los padecimientos que requieren un transplante. Es evidente que en este caso se trataría de tener un hijo (eso es lo que sería la clona) con el sólo propósito de tener una fuente de órganos compatibles, lo cual convertiría al nuevo individuo, a la clona, en un objeto de uso, y no lo consideraría una persona, con las consecuencias obvias de esta situación. Nos parece claro y evidente que esta fundamentación utilitaria es inaceptable porque no reconoce en la clona a un ser humano, sino que la considera, desde el mismo planteamiento, como una máquina productora de órganos. Esto sería sin duda peor que la esclavitud o que el concepto de raza inferior y, por eso, está en contra de los derechos humanos. 3) Puede argumentarse que vale la pena clonar a un empresario exitoso, a un científico genial, a un artista extraordinario, a un escritor o filósofo de influencia universal, a un deportista excepcional, a un gobernante o líder social carismático, cuya obra benefició a sociedades enteras, pues aunque es posible que por azar surja otra mente similar o superior, la clonación es un procedimiento menos incierto. Sin embargo, en estos casos hay una falacia, que consiste en creer que el hombre es lo que es únicamente en función de sus genes, ignorando la gran influencia de ambiente, época, educación, ascendientes familiares y sociales, etcétera, que pueden producir adultos con características diferentes a las del donador. A esto cabe agregar que los valores cambian con el tiempo y que lo que hoy se considera como una cualidad social puede no serlo en el futuro. Estamos firmemente convencidos de que si algún día se producen clonas humanas, cada una deberá considerarse como un ser humano con todos sus derechos, y que la clonación sólo sería otra forma de producir un recién nacido, con la obligación de evitar que, en principio, fuera tratado como ciudadano de segunda clase. Parece claro que hoy debe rechazarse la posibilidad de clonar al hombre con fines utilitarios, simplemente porque no parece tener ningún sentido, y en muchos casos no es ético. Además, hay otro aspecto relevante: la clonación de humanos podría interferir con la evolución de nuestra especie, la cual ocurre gracias a nuestra gran variabilidad. Producir individuos idénticos entre sí podría generar un problema porque limitaría nuestra capacidad de adaptación a cambios ambientales diversos y entonces seríamos todos igualmente vulnerables, aunque debe aclararse que esto representaría una dificultad grave sólo en el altamente improbable caso de que se clonara a millones de individuos, de modo que realmente se redujera en forma significativa nuestra variabilidad biológica. En conclusión, de las diferentes razones que se han dado para justificar la clonación reproductiva humana, salvo tal vez el primer caso mencionado (la esterilidad), ninguna nos parece aceptable. Sin embargo, esto podría cambiar en el futuro y se debe mantener la mente abierta a esa posibilidad, siempre y cuando, además de considerar como válida alguna razón, el ser humano clonado, reiteramos, tenga los mismos derechos que los demás. Clonación humana para investigación En relación con la clonación humana con fines de investigación, parecería en principio que aun cuando no se justifica horrorizarnos a priori de ciertas situaciones aparentemente reprobables e imponer por ello restricciones a la investigación científica, sí se trata de un asunto delicado. La pregunta clave es: qué tipo de información científica podría obtenerse de la clonación en humanos que no se pueda lograr estudiando otras especies? Si los experimentos en ranas proporcionaron información valiosa en áreas como el cáncer, la inmunología, el envejecimiento celular y el control citoplásmico de la función de los genes nucleares, enriqueciendo en general el campo de la biología molecular y en particular el de la diferenciación celular, en el futuro podría ser fructífera la investigación sobre los mecanismos moleculares que permiten la reprogramación del núcleo de células diferenciadas humanas. Así, sería posible tomar una biopsia de un tejido enfermo, manipularlo in vitro para volverlo indiferenciado y después transplantarlo al órgano de donde se obtuvo para que se diferencie de nueva cuenta y tenga acción terapéutica sobre el tejido enfermo. Este ejemplo permite concluir que si hubiera alguna pregunta que sólo se pudiese contestar realizando experimentos de clonación en humanos, creemos que ésta debería permitirse con fines terapéuticos. Transferencia nuclear y células troncales embrionarias Se pueden obtener células troncales de algunos tejidos adultos, pero por ser mucho menos promisorias que las embrionarias, nos referiremos sólo a estas últimas. La controversia sobre la clonación humana con fines de investigación se complicó en 1998, cuando dos grupos de investigadores norteamericanos, uno trabajando con cigotos sobrantes de fertilizaciones in vitro para implantarlos en la cavidad uterina de mujeres con problemas de infertilidad (los bebés de probeta ), y el otro con productos de abortos tempranos, aislaron las células troncales (stem cells) y a partir de ellas generaron varias líneas celulares con propiedades características de elementos primitivos y totalmente indiferenciados, teóricamente capaces de dar origen a todos los distintos tejidos que componen a un organismo humano adulto, que son cerca de 200. Las células troncales tienen dos propiedades características: 1) proliferan por tiempo indefinido manteniéndose indiferenciadas y 2) conservan en forma estable su potencial para generar elementos de las tres capas germinales embrionarias, aun después de cultivos prolongados. La inclusión de Homo sapiens en la lista de especies de mamíferos en los que se había logrado establecer cultivos estables de células con las tres características mencionadas, abrió la posibilidad de usarlas no sólo para estudiar distintos aspectos del proceso de dife- 32 nexos

5 renciación celular sino también para aprovecharlas con fines terapéuticos en muy diferentes situaciones patológicas, una vez que se establezcan las condiciones para lograr su diferenciación en tipos celulares específicos. Así, debido a que potencialmente pueden reemplazar células que han muerto o se han atrofiado, las células troncales han generado la esperanza de restaurar la función de los órganos dañados y, por consiguiente, de permitir que los enfermos que sufren padecimientos incurables, como la enfermedad de Alzheimer, la diabetes dependiente de insulina, o la sección traumática de la médula espinal, regresen a una vida sana y de calidad. Además, la investigación con las células troncales generará nuevos conocimientos sobre los mecanismos patológicos y sobre el desarrollo normal del organismo, así como para la búsqueda de nuevas terapias génicas. La otra fuente de células troncales embrionarias, además de los óvulos fertilizados in vitro sobrantes, es la clonación con fines de investigación y terapéuticos. Este procedimiento se realiza mediante la técnica llamada transferencia nuclear de la célula somática. Como ya se describió en las secciones precedentes sobre la clonación reproductiva, este procedimiento consiste en extraer el núcleo de un óvulo y sustituirlo por el núcleo de una célula somática tomada de algún órgano del cuerpo de un adulto. Si el cigoto así reconstruido es estimulado exitosamente para dividirse, puede evolucionar a la etapa de blastocisto, del cual se toman las células troncales y se cultivan para formar tejidos y generar líneas celulares para investigación o las aplicaciones clínicas señaladas. En 2004 un grupo de investigadores de la Universidad de Seúl publicaron en la revista Science, una de las más prestigiosas a nivel mundial, que habían logrado formar por transferencia nuclear blastocistos humanos y además establecer líneas celulares a partir de sus células troncales, que al ser transplantadas al testículo de un ratón se diferenciaron en diversos tipos de tejidos. Apenas un año después, en mayo de 2005, estos investigadores mejoraron varias veces la eficiencia del procedimiento, en comparación con su trabajo de 2004, y además demostraron que la técnica desarrollada era exitosa no solamente cuando la mujer donaba ambas células requeridas, el óvulo y la célula cuyo núcleo se transfiere al óvulo enucleado (como lo habían hecho en su primer estudio), sino también cuando las células donadoras del núcleo se obtuvieron de la piel de personas de ambos sexos y de distintas edades, algunos de ellos con enfermedades o lesiones incurables. Lamentablemente, poco después se descubrió que todo había sido un gran fraude, ya que se habían inventado datos, por lo que hasta hoy continúa sin lograrse la clonación en nuestra especie. Queremos hacer énfasis en que lo único que este episodio significa es que hay personas tramposas en cualquier actividad, incluyendo la investigación científica, de lo que por cierto hay varios precedentes. Esta área de investigación sigue siendo tan importante ahora como antes del fraude. Una de las objeciones más repetidas a la transferencia nuclear de célula somática para fines terapéuticos y de investigación es que constituye un primer paso para después llevar a cabo la clonación reproductiva. Este argumento, que se ha llamado pendiente resbaladiza, es en nuestra opinión inválido, pues califica a priori la intención de la investigación científica y por lo tanto limita su libertad. Si la ciencia hubiera detenido su marcha con este tipo de argumentos, que se refieren más a la utilización de los procedimientos y de los datos científicos que a la investigación propiamente dicha, el conocimiento sobre la genética, la herencia, la inmunología, la biología molecular, y las funciones neurológicas y mentales, entre muchos otros aspectos, estaría aún como estaba hace 100 o 200 años. Frente a esa idea, en nuestra opinión y en sintonía con la de algunos especialistas en bioética como John Harris, sería preferible la técnica de transferencia nuclear de célula somática a la utilización de los cigotos sobrantes de la fertilización in vitro, pues el objetivo principal de la primera es precisamente obtener células troncales embrionarias, mientras que el de la segunda es la reproducción humana. Sin embargo, no se debe olvidar que ya existen miles de cigotos congelados cuyo destino final será sin lugar a dudas su eliminación, y que por lo tanto podrían ser usados de inmediato para avanzar en la investigación sobre las células troncales embrionarias humanas y sus aplicaciones, con los consiguientes beneficios para la salud humana. Terminamos con una pregunta, dirigida en particular a quienes piensan que este tipo de investigación no es ética porque el cigoto es ya un ser humano y debe protegerse: Qué es más falto de ética, impedir la investigación cuyos resultados podrían ayudar a millones de personas con padecimientos devastadores e incurables a la fecha, o proteger a blastocistos destinados para ser desechados, con el argumento de que son potencialmente seres humanos (lo que sería altamente improbable dado el tiempo que han estado congelados), además de que, como ya dijimos, su destino es el basurero? n JULIO