Donde la gente lleva pijama Autor ANUBIS

Transcripción

1 V Concurso de relatos breves Hablemos de animales Donde la gente lleva pijama Autor ANUBIS

2 Título: DONDE LA GENTE LLEVA PIJAMA Autor: Anubis No entendía nada en absoluto. Siempre que salíamos por la mañana era a pasear. Paseábamos por el parque y jugábamos un rato. Con alguna piedra o a veces encontraba un palo. Nunca quería darle el palo, era mi palo! Yo lo había encontrado. Era muy divertido. No recuerdo ningún día que no hiciésemos lo mismo. Ya me sabía el camino para volver a casa. Porque luego Mari me ponía la comida. El pienso no me gustaba mucho últimamente, no tenía mucha hambre. Tenía dolor. Ese día me montaron en el coche. También estaba Rafa, pero él nunca está por las mañanas. Llega cuando ya es de noche y me voy de paseo con él. Pero hoy no se fue temprano. Siempre me despierta cuando enciende las luces y me acaricia la cabeza. Yo estaba muy contento. Iba sentado en la parte de atrás, como siempre. Me gusta mucho mirar por la ventanilla. Pero ese día no reconocí a dónde íbamos. Al principio pensé que íbamos al parque, a uno muy grande. Hay que ir en coche, y no huele a nada conocido por allí. Así que debe estar muy lejos de casa. El coche se paró delante de un edificio grande. Cuando bajé olía a muchas cosas. Corrí a un árbol, había sido un viaje largo. Y olía a perros que no conocía. La puerta también, todo era nuevo! Y el suelo resbalaba un poco. Dentro había muchos perros y también olía a gato. Me gusta perseguir a los gatos cuando vamos al pueblo. No quiero hacerles nada, no entiendo por qué me regañan. Sólo quiero correr detrás de ellos. Bueno, últimamente no corro tanto. Me canso mucho. A veces me duele una pata y cojeo. Me intento lamer, pero no se me pasa. Me regañan cuando me intento morder. Pero es que me pica! Mari y Rafa se sentaron en unas sillas. Yo me tumbé allí. El suelo estaba frío y un perro pequeño me ladraba todo el rato. Pero no quería discutir. Estaba nervioso, no sabía por qué estaba en ese sitio. Una puerta se abría y se cerraba cada poco. Salió una chica y dijo mi nombre muy fuerte Walter!. Menudo susto! Pegué un salto y Mari tiró de mí hacia una habitación, pero yo no quería entrar. Había mucha gente dentro. Todos me acariciaban la cabeza y decían Walter, Walter y chistaban. Mari y Rafa se sentaron otra vez. La chica que me llamó tan fuerte hablaba con ellos. Yo me acerqué un poco. Su ropa olía mucho a muchos perros. Me acarició la cabeza. Qué maja! Me rascó un rato la oreja mientras hablaban. Me fui a dar una vuelta por la habitación. Olía raro. Entonces unos chicos me cogieron en brazos y me subieron a una mesa. Qué nervios! Y que fría estaba la mesa. No sabía qué querían hacerme. Empecé a temblar y Mari me decía todo el rato Tranquilo. Pero había muchas manos tocándome. Me acercaron una cosa que estaba muy fría al pecho. Rafa me cerró la boca, pero yo quería jadear. Que mal rato. La chica que me rascaba la cabeza me tocó justo donde me duele. Yo intenté 1

3 moverme, retirar la pata. Intenté bajarme de la mesa. Pero todos esos chicos me sujetaban. Me estaba haciendo daño, así que me quejé. Mari me acariciaba la cabeza mientras y me decía No pasa nada como cuando íbamos al veterinario y me pinchaban. Eso pasaba cada mucho tiempo. Cuando volvíamos ya se me había olvidado que siempre que iba me pinchaban. Y picaba mucho. Siempre en la espalda. Y además, al día siguiente me encontraba raro. No me gustaba ir. Aunque al salir me daban una galleta. Eso sí me gustaba. Entonces la chica me pinchó. Lo sabía! Ya me han pinchado No aprendo. Me sujetaron todos muy fuerte y me pinchó varias veces en la pata que me duele. Pensé que habían acabado. Me pusieron una cosa que me apretaba mucho en la otra pata. Eso me sonaba de otras veces. Pero no sabía que venía después. Me llenaron la pata de algo que olía fatal y Otro pinchazo! Pero esta vez me dolió mucho. Y no sé por qué una de las chicas que me pinchó volvió otra vez. Y me pinchó otra vez. Y me hizo sangre. Pero ya está, me quitaron todo. Me bajaron al suelo. Yo ya no quería que me rascasen ni nada. Seguro que me pinchaban otra vez. Nos fuimos a fuera. Y yo pensé Pero por qué no nos vamos?! Estaba muy cansado. Y tenía mucha hambre. No me acordaba que esa mañana Mari me hubiese dado de comer. Cómo se le había podido olvidar? Volvieron a decir Walter muy fuerte desde el final de un pasillo. Rafa tiró de mí para que me levantase. Pero es que no quería! Por qué no nos vamos a casa? le dije, pero a veces pienso que no me escuchan. O que no me entienden. El perro pequeño seguía ladrando por ahí. Qué pesado. Había más perros a mi lado. Yo creo que algunos estaban enfermos. Porque olían mal, como a dolor. Y no estaban muy dispuestos a hacer amigos. Y la pata me picaba muchísimo ahora. Yo pensaba que nos íbamos ya, pero la chica que me rascó la cabeza volvió a buscarnos al pasillo. Me intentó rascar la cabeza, pero yo me aparté. Es que estaba harto. Habló un rato con Rafa y Mari y les noté tristes. - Walter puede tener un tumor. Pero tenemos que esperar a la citología para saber más sobre cuánto de malo es y poder plantearnos un tratamiento. Al final me acerqué a la chica y le rasqué la pierna. Ella se agachó y me acarició muy fuerte la cabeza y el hocico. Y se despidió, Hasta luego, Walter. Por fin nos fuimos al coche. - Dependen de lo que nos digan, Mari. Si va a estar sufriendo yo prefiero que no. - Bueno, Rafa, espérate a que nos digan. Lo mismo es una tontería y se lo quitan y ya está. Y de paso que lo castren si no, que últimamente va marcando por todas partes. 2

4 - Si hombre, a su edad le vas a quitar su hombría. Pobrecillo, déjale. A ver si le dan algo para que coma más y ya está. Qué ganas de andar de médicos con él también! Ese día me pusieron pienso y un pegote de paté. Eso me gustaba mucho. Pero no tenía ganas de comer. Me dolía tanto la pata que a veces incluso tenía náuseas... Tampoco quise salir a pasear. Salí de casa y quise volver. Hice pis, claro. Pero volvimos pronto aunque Rafa tiraba de la correa. Hoy me dolía mucho al caminar. Mari y Rafa estaban raros. Siempre me han querido mucho, desde que me recogieron. Un día aparecieron delante de la jaula donde estaba. Rafa se agachó, me acarició y me llevo con él al coche. De eso hace mucho tiempo. Casi no me acuerdo. Pero en los dos últimos días estaban muy pesados. Me hacían caricias todo el tiempo. Me despertaban cuando me quedaba dormido en el pasillo. Walter?!, yo levantaba la cabeza, suspiraban y se iban. Me montaron en el coche. Sólo iba con Rafa y paramos en el parque. Abrió la puerta y salí de un salto. Qué bien! Llevaban días sin dejarme correr y buscar. Un palo! Tíramelo Rafa! Pero Rafa estaba ahí, sentado, mirándome. No sabía por qué, pero estaba triste. Solté el palo. Y eso que era enorme. Y me senté a su lado. A veces me siento a su lado y me rasca. O me da un beso en la cabeza. Creo que se pone contento si me pongo a su lado. No entendí lo que me dijo: - Joder, Walter, gordo. Qué no sea nada, porque a la Mari le da algo si te vas. Y a mí también, que leches! Volví al coche muy rápido. No podía correr con aquel dolor en la pata. Se me olvidaba todo lo que dolía. Hasta que volvía a correr. Y me acordaba que me dolía. Así que nos fuimos. Estaba saboreando la comida ya. Y últimamente me daban muchos caprichos. Pero al bajarme estaba delante del edificio que olía raro. Otra vez. No había nadie conocido. Todos eran perros nuevos. Nos sentamos y mire a Rafa. Qué triste estaba! Gritaron Walter! y me volví a asustar. Qué manía de gritar! Al final del pasillo entramos en una habitación. Una señora me dijo Hola, Walter y me acarició un poco la cabeza. Era simpática, pero yo ya desconfiaba de todos. Habló con Rafa, que se puso un delantal. Ahí me acordé. Siempre que Rafa se pone el delantal cocina. Y me da cosas aunque Mari le regaña. Él hace como que se le caen. Pero yo creo que no puede ser tan torpe. Me las debe lanzar a mí para que las coja. Y que Mari no le vea. Pero ese delantal no olía a 3

5 comida. Me cogieron otra vez en brazos y me tumbaron en una mesa. Y la mesa se movía. Cuanto más intentaba moverme más cosas me ponían encima. Eran unos cojines que pesaban muchísimo. Yo tenía un cojín parecido para dormir. Pero allí no iba a dormir. Estaba tan nervioso y Rafa me decía tantas veces Estate quieto que dejé de luchar. Rafa estaba allí, no me iba a pasar nada. Me decía bajito No pasa nada y Te estás portando muy bien. Y dejé de moverme. Estuvimos ahí una eternidad. O eso me pareció. Aunque creo que no entiendo muy bien el paso del tiempo. Mari sale por la mañana y me dice Ahora vuelvo, Walter y a mí se me hace larguísimo. Me aburro. Casi siempre me quedo dormido y se pasa antes el tiempo. Pero aquí no. Aquí lo estaba pasando fatal. La señora le dijo algo a Rafa y se metió detrás de una puerta. Y la cerró. Y la mesa pitó muy fuerte. Con un ruido raro. Qué susto! Pero por qué querían que estuviese ahí tumbado? Me cambiaron de posición dos o tres veces más. Y otra vez pitidos y esos cojines encima de mí. Y ya. Entendí Ya está! como cuando Mari me pone la comida que dice Ya está, ya está Walter. Y dejo de saltar sobre ella. Me quitaron todo eso de encima. Y Rafa y yo salimos de la habitación. Había más perros fuera. Estaban todos ladrando, discutiendo de no sé qué. Yo estaba muy nervioso. Seguro que me volvían a pinchar. No quería entrar en más habitaciones. Pero Rafa me llevó por un pasillo hasta que llegamos hasta una chica. Llevaba uno de esos pijamas que huelen a muchas cosas. Y ella olía familiar. Yo creo que fue la misma chica del primer día. Pero no estoy seguro Todos llevan la misma ropa y huelen parecido. Esta vez no había chicos en la habitación. Eso me relajó bastante. Rafa me soltó de la correa y me puse a investigar. Alguien había hecho pis al lado de la mesa. Yo también hice pis. Pero nadie me regañó. Estaban hablando muy serios. Me tumbé al lado de Rafa. Estaba muy tenso, se lo notaba. También estaba así cuando ponían fútbol en televisión. No sé que es el fútbol. Pero Mari siempre dice Ya estás con el fútbol. Y Rafa hace aspavientos y grita y chilla. Y luego se pone serio. Serio como estaba ahora. - La citología nos dice que Walter tiene un tumor de células óseas, lo que llamamos un osteosarcoma. Son malignos - Espere, señorita. Me está diciendo que mi perro tiene cáncer? - Sí. Pero hay tratamientos, déjeme que se lo explique No sé cuánto tiempo estuvimos allí. Una eternidad. Por mucho que yo no entienda del tiempo, aquello fue mucho. Y cuando salimos, la chica me acarició muy fuerte la cabeza. Se agachó y me dio un beso en la cabeza. Como hacía Rafa. Pero ella no me conocía Me caía bien. Hoy mejor. No me había pinchado. Estaba muy contento. Además había ido al parque. Bueno, lo de los cojines no 4

6 me había gustado. Pero ya se me había olvidado. Estaba tan cansado Quería llegar a casa. Nos montamos en el coche y Rafa cogió eso pequeño con lo que habla. A veces le llama Mari, pero yo a Mari no la veo. No lo entiendo. - Mari, escucha. Qué ya hemos salido. Sí, sí. Está bien. Le han hecho una radiografía de la pata y del pecho. Escucha, mira. Escúchame! Que la veterinaria del otro día me ha contado. Que el bulto no es bueno. Que es un osteo-no sé qué y que es malo. Y le han visto unas cositas en el pulmón. Sí. Pero escucha mujer! No sé, como un par de lentejas, así de grande, más o menos. Pero que me ha contado qué podemos hacer. Ahora en casa te cuento. Sí, sí. Si él está aquí bien! Lo saco que haga un pis y lo llevo para casa. Venga, mujer. Pero no me llores que ahora voy. Mari! Escúchame, que no llores. Ahora te veo, venga. Ale, ale. Hasta ahora. Cuando llegamos a casa Mari estaba llorando, muy triste. Yo fui hacia ella como hago siempre. Se puso de rodillas y me dio un abrazo y muchos besos. Luego hizo lo mismo con Rafa. Y se sentaron en el sofá. Yo me tumbé en la alfombra mirándoles. A veces pienso que no entiendo las cosas. Que no les entiendo cuando me hablan. Que no se qué pasa. Pero sí sé cuando están contentos. O cuando están tristes. O cansados. No por lo que veo. Huelo que están a gusto o tristes. Pero ese día lloraban y hablaban. Y me miraban a mí. Y yo no había hecho nada. No como aquella vez que rompí las zapatillas de Rafa. Tampoco había hecho pis dentro de casa. Ni me había subido a la cama. A veces lo hacía porque no estaban. Pero siempre me veían. Y decían Bájate de ahí!. Pero no era un enfado de verdad. Este día sí. Pero tampoco era enfado. Estaban tristes. Y lo único que había cambiado era ir a ese sitio. Donde la gente lleva pijama. - pues eso me ha dicho. Es un cáncer del hueso pero que lo tiene en el pulmón también. Metástasis, cómo tu hermana con el pecho? Pues tiene que ser parecido. Y que por eso se cansa tanto. - Pero y que le van a hacer ahora? - Pues me ha dicho que a veces les quitan las patas que están malas. - Ay! Dios mío! Pero como le van a quitar una pata. Que salvajada - Calla, mujer. Que me ha dicho la veterinaria que se apañan divinamente con tres patas. Y que es la mejor manera de quitarle el cáncer. - Pero Y por qué se la quitan entera? - Y qué le dejan? Un trozo de pata? Que no pasa nada, que es mejor quitar la pata entera. Que si no andan raro. Y además, le podemos poner quimioterapia, dice. 5

7 - Sí, hombre! Acuérdate de Isabel como estaba, la pobre. Todo el día vomitando y sin pelo. Imagínate al perro sin pelo, Rafa, por el amor de Dios. Qué frío iba a pasar. - Pues se le pone un abrigo! Y además Que no! Me quieres dejar hablar? Que no se les cae el pelo. Que es diferente, me ha dicho. Y que además, con la quimio pueden hacer que la metástasis vaya más despacio. - Ay pobrecito. Y cuanto le queda? Yo no quiero que esté sufriendo y sin pelo. - Y dale! Que no se queda calvo, leches. Que la veterinaria me ha dicho que esto lo tienen muchos perros. Que está la medicina muy avanzada mujer. Ya verás, lo intentamos. A mi esta veterinaria me lo ha explicado todo muy bien. Y yo lo quiero intentar. - Pero si lo decías tú. Que para la edad que tiene, para que se lo vamos a hacer pasar mal. Que le van a dejar cojo, Rafa. - Pues yo no quiero dejarlo ahí a su suerte, Mari. Que está el perro que no come y cada vez quiere jugar menos. Que debe estar roto del dolor. Y que no es tan mayor, que tiene 8 años. Ahora, es otra lo que tengamos que pagar. Qué eso ya no son ganas. Es que lo mismo no llegamos. - Bueno, pues si no llegamos no se va este año a la playa. Total, ya no le dejan pasear por la playa y a él es lo que le gusta. Y si no llegamos para la playa, nos vamos a un pantano y que nade y persiga patos. Aunque sea con tres patas. - Entonces lo intentamos. Y que sea lo que Dios quiera, vale? - Claro que sí. Uff! Ya verás que disgusto cuando se enteren las chicas. Ahora las llamaré - Déjalo para mañana que las vas a dar la noche para nada. Ya mañana las llamo yo. No sé cuanto estuvieron hablando. Yo me quedé dormido. Me costaba un montón correr detrás de las palomas. Cada vez me tiraban más cerca los palos. Y cada vez tardaba más en llegar. Y me dolía la pata. Mucho más que antes. Mari cogió la correa. Era muy temprano. Nos íbamos de paseo. Pero nos montamos en el coche. Y sin desayunar. Ya me sonaba ese camino. Yo creo que vamos al mismo sitio de siempre. Y cuando abrieron la puerta para que bajase, lo vi. Este maldito sitio. Siempre que vengo me pinchan. O me hacen algo raro. Esperamos con más perros. Y un gato metido en una caja. Meten a los gatos en cajas para que no arañen. Son muy malos. No saben jugar sin arañar. Por eso van en cajas. Walter!. Esta vez no me asusté. Estaba prevenido mirando la puerta cada poco. Pasamos a una sala que era nueva. Ya estaba esperando el pinchazo, pero no. Solo hablaron con Rafa y Mari. Y ya está. Me acariciaron y 6

8 me dieron un beso. Y se fueron. No sé a dónde. Pero se fueron y me dejaron allí. Me metieron en una jaula. Yo desde allí no veía nada. Ni a Rafa ni a Mari. No sé cuánto tiempo estuve allí. Pero apareció un chico con pijama. Y algo en la mano. Me iban a pinchar. Si es que este sitio es horrible. Me acarició fuerte el lomo y noté algo. Pero poco, un pinchacito. Y se fue. Me entró muchísimo sueño. Como cuando el sol entra por la ventana y calienta el suelo. Yo me tumbo encima. Y cierro los ojos y me duermo. Y cuando se mueve el sol, me muevo yo. El mismo sueño. El chico con pijama vino a por mí. Y tiró de la correa, pero tenía sueño. Estaba cansadísimo. Y tenía hambre. No quería andar. Así que me tumbé en medio de un pasillo. Vamos, Walter!. Pero no. Yo no me muevo. Me pesaban los párpados. Y las patas. Y todo. Y entonces, me cogieron en brazos entre varios. Y me subieron a una mesa. Todo lo demás que recuerdo está borroso y confuso. Como cuando sueño que persigo conejos. Y cuando abro los ojos estoy en el salón. Y no hay conejos. Porque estoy en casa. Pues tuve la misma sensación. Pero sí me acuerdo de un pinchazo en la pata. Otra vez?!. Y de nada más. Me desperté con mucho sueño. Y muy incómodo. Con frío. No reconocía donde estaba. Intenté incorporarme para levantarme. Pero no pude. Movía las patas de atrás y sólo sentía una. Volví a intentarlo. Y nada. Me resbalaba todo el rato. Como en el suelo de la cocina, en casa. Me levantaba y me caía. Y me agobie. No entendía nada. La pata no me dolía, pero era extraño. Y tenía algo encima, pegado a la piel. Me giré para olisquearlo. Pero no había pata que oler. Comencé a llorar muy alto. Y vi un pijama verde (o lo que yo creo que es verde). Esa chica abrió la jaula y dijo Tranquilo, Walter. No pasa nada. Pero sí pasaba. No tenía pata. No me la encontraba. De pequeño me mordía el rabo dando vueltas. A veces no sabía que era mi rabo. Hasta que me lo mordía. Me dolía y paraba. Porque era mi rabo lo que me perseguía. Pero ahora no había pata que morder. No tenía dolor en la pata. Pero me dolía el resto del cuerpo. Rafa y Mari vinieron luego. No sé cuánto tiempo después. Me dieron muchos besos. Yo me puse muy contento. Pero cuando quise levantarme para saltarles encima, no pude. - Míralo, por Dios. Qué pena! - Walter, bonito! No le digas eso Cógele del culo que se levante. Pero chico! Estás contento de vernos?! - Y si no vuelve a andar, Rafa? - Que sí! Este en dos días está persiguiendo palos. 7

9 Sólo entendí palo. Y que estaban contentos de verme. Me esforcé mucho por levantarme y andar. Al principio era muy horrible. Me caía todo el rato. Y lloraba, pero enseguida entendí como hacerlo. Ahora doy saltitos. Y corro. No tan rápido como antes, pero corro. Mari me sigue llevando al parque por las mañanas. Y andamos mucho rato. Y me da de comer. Y me acaricia como siempre. Rafa está muy orgulloso de mí. Lo sé porque desde que volví de aquel sitio, se lo cuenta a todo el mundo. Mucha gente se para a hablar con nosotros. Y Rafa me acaricia la cabeza mientras le cuenta cosas. Cosas sobre mí, porque oigo mi nombre. Y dice Valiente y Buen chico y Campeón. Y eso me lo dice cuando cojo los palos al vuelo. O cuando le voy a hacer pucheros mientras ve la tele. Me mira y sonríe. Y yo estoy contento. Tenía miedo, ese día tenía mucho miedo. De no poder levantarme. De no entender nada. Pero ya no tengo dolor. Ni miedo. Y siguen tirándome palos. Y juego con los otros perros. Y a veces corro más que ellos. Aunque me canso un poco. Y volvemos al veterinario. Porque, resulta, que ese sitio donde me pinchan también es un veterinario. Eso me dice Mari. Vamos al veterinario. Y nos montamos en el coche y vamos. Y me pinchan. Pero ya lo sé y no me asusto. Ni me enfado. Vamos cada mucho tiempo. O eso me parece. A veces me encuentro mal después de ese líquido que me ponen los chicos con pijama. Pero se me pasa. Y estoy menos cansado cuando corro. Y tengo más hambre. Y todos me acarician y dan besos cuando voy. Me gusta ir. Veo a más perros que no conozco. Y los gatos están siempre en cajas. Y me hace mucha gracia. Y me dan una galleta cuando me voy. Aunque me hayan pinchado. Y todos me miran cuando paso. No sé exactamente por qué, pero me gusta. Porque me miran y sonríen. Aunque creo que no saben cómo me llamo! Porque cuando hablan a mi lado no dicen Walter, dicen Suerte. Pero suerte también me gusta. 8