HACIA UNA ESPIRITUALIDAD de la COMUNIÓN FAMILIAR

Transcripción

1 HACIA UNA ESPIRITUALIDAD de la COMUNIÓN FAMILIAR + Santiago Silva Retamales Agosto 2014 I- La Iglesia, familia de Dios: textos iluminadores 1- JUAN PABLO II, Ecclesia in America, n 33: «En un mundo roto y deseoso de unidad es necesario proclamar con gozo y fe firme que Dios es comunión, Padre, Hijo y Espíritu Santo, unidad en la distinción, el cual llama a todos los hombres a que participen de la misma comunión trinitaria. Es necesario proclamar que esta comunión es el proyecto magnífico de Dios Padre; que Jesucristo, que se ha hecho hombre, es el punto central de la misma comunión, y que el Espíritu Santo trabaja constantemente para crear la comunión y restaurarla cuando se hubiera roto. Es necesario proclamar que la Iglesia es signo e instrumento de la comunión querida por Dios, iniciada en el tiempo y dirigida a su perfección en la plenitud del Reino Esta comunión, existente en la Iglesia y esencial a su naturaleza, debe manifestarse a través de signos concretos». 2- JUAN PABLO II, Novo Millennio ineunte, n 43: «Hacer de la Iglesia la casa y la escuela de la comunión: éste es el gran desafío que tenemos ante nosotros en el milenio que comienza, si queremos ser fieles al designio de Dios y responder a las profundas esperanzas del mundo. Qué significa todo esto en concreto? También aquí la reflexión podría hacerse enseguida operativa, pero sería equivocado dejarse llevar por este primer impulso. Antes de programar iniciativas concretas, hace falta promover una espiritualidad de la comunión, proponiéndola como principio educativo en todos los lugares donde se forma el hombre y el cristiano Espiritualidad de la comunión: - significa ante todo una mirada del corazón sobre todo hacia el misterio de la Trinidad, - significa capacidad de sentir al hermano de fe en la unidad profunda el Cuerpo místico y, por tanto, como uno que me pertenece, - significa capacidad de ver ante todo lo que hay de positivo en el otro, para acogerlo y valorarlo como regalo de Dios: un don para mí, - significa saber dar espacio al hermano». 3- Documento de Aparecida, ns : «Los discípulos de Jesús están llamados a vivir en comunión con el Padre (1 Jn 1,3) y con su Hijo muerto y resucitado, en la comunión en el Espíritu Santo (2 Cor 13,13). El misterio de la Trinidad es la fuente, el modelo y la meta del misterio de la Iglesia: Un pueblo reunido por la unidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, llamada en Cristo como un sacramento, o signo e instrumento de la íntima unión con Dios y de la unidad de todo el género humano. La comunión de los fieles y de las Iglesias particulares en el Pueblo de Dios se sustenta en la comunión con la Trinidad. La vocación al discipulado misionero es con-vocación a la comunión en su Iglesia. No hay discipulado sin comunión. Ante la tentación, muy presente en la cultura ac-

2 S. SILVA RETAMALES: Espiritualidad de la comunión familiar 2 tual, de ser cristianos sin Iglesia y las nuevas búsquedas espirituales individualistas, afirmamos que la fe en Jesucristo nos llegó a través de la comunidad eclesial y ella nos da una familia, la familia universal de Dios en la Iglesia católica. La fe nos libera del aislamiento del yo, porque nos lleva a la comunión. Esto significa que una dimensión constitutiva del acontecimiento cristiano es la pertenencia a una comunidad concreta, en la que podamos vivir una experiencia permanente de discipulado y de comunión con los sucesores de los Apóstoles y con el Papa». Documento de Aparecida, n 167: «La maduración en el seguimiento de Jesús y la pasión por anunciarlo requieren que la Iglesia particular se renueve constantemente en su vida y ardor misionero. Sólo así puede ser, para todos los bautizados, casa y escuela de comunión, de participación y solidaridad». II- La familia, discípulos de Jesús en su casa 1- Seguidor de Jesús es quien pasa de muchedumbre a discípulo por elección y opción. Ser cristiano es hacer éxodos, es vivir la dinámica pascual del Mesías en todos los ámbitos de la vida y de la relación familiar. 2- El lugar de los de Jesús, no es la sinagoga, sino la casa donde el Mesías está. La sinagoga comienza a ser la «de ellos», la de los judíos, la del antiguo pueblo de Dios (Mc 1,39; Hch 13,5). A la casa de Jesús pueden entrar todos. Para entrar a su casa y permanecer en ella, hay que tomar la cruz y renunciar a sí mismo (Mc 834). Es decir, hay que hacerse su discípulo y éstos son los que tienen acceso al misterio del Reino de Dios que Jesús revela. Esto significa que la comunidad cristiana se concibe con los parámetros de la vida familiar, por tanto, en base a las relaciones de parentesco que aporta la adhesión a Jesús en cuanto Mesías e Hijo de Dios. 3- Cuando el Mesías reúne a los suyos en la casa es para: a- Convocarlos como la nueva familia de Dios (Mc 3,31-35); b- Enseñarles a ser libres y a servir, es decir, a vivir el servicio como ejercicio de la libertad (Mc 1,29); c- Revelarles el misterio del Reino de su Padre y las nuevas disposiciones que exige (Mc 7,17; 9,28; 10,10). Esta casa no es la de los dirigentes de Israel ni de la muchedumbre; tampoco de los parientes de Jesús o los de su sangre, sino de los que «no nacen por vía de generación humana, sino que nacen de Dios» (Jn 1,13). 4- Entrar en la casa del Mesías es para aceptar y vivir el don de la comunión por la relación de amistad y fraternidad con Jesús. Así lo expresa Juan 15,15: «Ya no los llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor. Los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que me ha dicho mi Padre». Y Juan 20,17: «Ve a decirles a mis hermanos: Subo a mi Padre que es el Padre de ustedes, y a mi Dios que es el Dios de ustedes». El siervo o esclavo no entra en la casa del amo (Jn 8,35), sólo lo puede hacer el pariente. La

3 S. SILVA RETAMALES: Espiritualidad de la comunión familiar 3 casa es el lugar de la comunión de amigos y hermanos (15,14.17; 1 Jn 4,21). 5- La casa es el hogar, la familia que, según la enseñanza de Jesús, tiene que ser el espacio privilegiado de comunión y participación, pues es de Jesús. La vocación de la casa o familia es: a- Ser familia de Dios o iglesia doméstica; b- Ser red de relaciones que educan para vivir en libertad y servir; c- Ser escuela de conocimiento y valores centrada en el maestro Jesús y su Reino. 6- Tan importante es en el siglo I la casa o familia extensa (parientes, criados, amigos ) que Pablo y sus colaboradores se dedican a evangelizar las casas como espacio primero donde anunciar el Evangelio y estructuran las comunidades al modo de un núcleo doméstico. De aquí el vocabulario: soy un padre para ustedes porque los he engendrado a la fe ; hijos queridos ; hermanos y hermanos queridos III- La comunión familiar, un camino espiritual que construir La comunión familiar es sobre todo un CAMINO ESPIRITUAL que tiene un recorrido hecho de CUATRO MOMENTOS según nos enseña san Juan Pablo II (Novo Millennio ineunte, n 43), los que se exigen unos a otros. Los tres primeros los presentaremos a la luz de un texto del Evangelio y el cuarto, de un texto paulino. 1- La familia y el misterio trinitario: DEJARSE AMAR POR DIOS Lucas 15,11-32: El misterio del Padre, rico en vida y compasión, se expresa de modo maravilloso en la parábola del padre misericordioso. Con esta parábola, Jesús muestra lo que Dios significa para nosotros y lo que hace por nosotros. El amor trinitario libera y hace vivir en comunión, es decir, convoca a la fraternidad. Y esta es la fuente, el modelo y la meta de la comunión familiar. a- Es indispensable entrar en uno mismo para purificar la vida de desviaciones y hacerla íntegra. Hay que experimentar en la debilidad la fuerza reconciliadora de la misericordia de Dios Padre que hace siempre posible la vuelta a casa. Lo que interiormente no está unido, integrado, puede aportar algo a la comunión familiar? Es posible animar y vivir la comunión fuera de la casa paterna? b- Tengo que ponerme en camino, no a cualquier parte, sino a la casa de Jesús donde se encuentra el Padre. Tengo que entrar en Jesús, para vivir en Jesús! Y para hacerlo, debo aceptar su invitación ( Ven y sígueme! ) e ir tras él. Así se aprende -en la convivencia con él- a vivir por sus motivaciones y a imitarlo. Y lo que primero debo aprende en la convivencia con el Hijo primogénito es la humildad, la confianza y la obediencia, propias de un hijo israelita del siglo I. Los soberbios, des-

4 S. SILVA RETAMALES: Espiritualidad de la comunión familiar 4 confiados y rebeldes destruyen la comunión. La comunión familiar está hecha de sumisión filial al Padre, la que sólo es posible en la casa de Jesús: el Hijo enseña a ser hijos! El Padre es el paterfamilias que hace de cada familia una iglesia doméstica. c- La relación con Dios me regala intensas experiencias de hijo/hija: me abraza, me besa, me viste, me invita a la fiesta Dios siempre me busca cuando me voy de su casa tal como el pastor va en busca de la oveja perdida (Lc 15,4-7) o la mujer de la moneda que le falta (15,8-10) o el padre del hijo que, luego de pedir la herencia, se marchó de la casa. Lo único que Dios anhela es recuperarme como su hijo/hija. Para esto tengo que dejarme amar por el Padre, dejándolo ser Padre misericordioso, porque lo único que anhela es hacerme partícipe de su Vida (Jesucristo) y de su Santidad (Espíritu Santo). La gran tarea del hijo/hija es dejar que Dios sea su Padre; entonces se recupera a los demás como hermanos/hermanas. La COMUNIÓN FAMILIAR requiere de PEREGRINOS que, por la fe, se introduzcan en el misterio del Hijo hecho hombre y, por lo mismo, caminen -de la mano de la sabiduría y misericordia de Jesucristo- hacia lo más profundo de sí mismos, autentificando la vida e integrándola. Sin una vida recuperada y unificada, con un proyecto personal y familiar integrado, la comunión familiar tiene pocas posibilidades de existir. 2- La familia, regalo de Dios: ACOGER AL OTRO COMO DON Marcos 12,13-17: En medio de la controversia, la respuesta de Jesús a la pregunta sobre si hay que dar o no al César el tributo por el impuesto se funda en una enseñanza implícita acerca de la dignidad de la persona humana y de su más profunda vocación. El ser humano está hecho a imagen y semejanza de Dios y fue puesto a la cabeza de la creación. Está, por tanto, sobre el poder de hombres, religiones y ritos (el sábado, por ejemplo: Mc 2,27-28), raza, condición social Todo ser humano es un don divino para mí, porque me recuerda el poder y la sabiduría de Dios Creador puestos al servicio de la vida y de su desarrollo. a- Todo miembro de mi familia es imagen y semejanza de Dios (ver Mc 10,2-12). De aquí brota la certeza de que nadie es manejable según mis caprichos o intereses personales o condicionamientos políticos y económicos. La comunión familiar requiere del respeto del otro porque ha sido creado a imagen de Dios. O soy un dios para buscar que el otro actúe, sienta y piense a mi imagen y semejanza? b- La perfecta imagen de Dios Padre es su Hijo Jesucristo (Col 1,15-17: «Cristo es imagen del Dios invisible, primogénito de toda criatura»). Creado a imagen y semejanza de Dios, cada ser humano lleva en sí reflejos del «Primogénito de toda creatura». Pero además, nosotros, discípulos de Jesús, llevamos su misma vida de Hijo primogénito de la que la redención y el bautismo nos hicieron partícipes. La familia está llamada a vivir o a recuperar las relaciones básicas a partir de las relaciones filiales y fraternas regaladas por Dios mediante su Hijo. Mis relaciones

5 S. SILVA RETAMALES: Espiritualidad de la comunión familiar 5 domésticas debieran estar imbuidas de aquella relaciones que, por don, provienen de Dios. Vivir en familia es cultivar estas particulares relaciones. c- La certeza de fe de que el otro es imagen de Dios y lleva en sí la vida de su Hijo me exige tratarlo como un sacramento o signo real y efectivo de Jesús, don del Padre para mi y por siempre. Es decir, en mi trato con la esposa, el esposo, los hijos se convive con un regalo divino para mí. La Familia de Dios o la Trinidad es la que a través de mi familia sale a mi encuentro con lo más querido para Dios, su propio Hijo, quien habita en el otro y lo refleja. Mi familia no es un acontecimiento más o menos torpe o agradable que me sucedió en la vida, pues cada uno de ellos es don divino para mi! La COMUNIÓN FAMILIAR requiere de CONTEMPLATIVOS que se acerquen a cada miembro de la familia con la clara conciencia de que están tratando con alguien que contiene al Hijo de Dios y lo presencializa. La vocación de cada uno es ser como el Hombre perfecto, el nuevo Adán, Jesucristo, que vive en ellos. La conciencia viva de la presencia divina en el otro nos permite respetar su misterio humano y colaborar para que alcance su plenitud. Si no queremos dejar nuestro barro en la existencia del otro hay que acercarse con los pies descalzos, como Moisés ante la zarza (Ex 3,5). Pero también hay que guardar silencio, pues hay que escuchar sobre todo al Otro. 3- La familia, pertenencia mutua: COMPARTIR-NOS Lucas 10,25-37: En el marco de una controversia, Jesús presenta en la parábola del buen samaritano a un hombre que se compadece y atiende a un malherido tirado a orillas del camino, lo que en realidad ni por religión ni cultura se esperaba que lo hiciera. Las acciones del samaritano expresan y construyen comunión desde su generosidad para compartir sus pertenencias, signo de que entrega su vida: ocupa sus bienes (compartir) para hacerse cargo del herido porque lo siente como propio (pertenencia). Empeña sus dones y bienes de tal manera que expresa la entrega de su ser. Al dar, termina dándose. a- Quien busca la comunión familiar rompe egoísmos y miedos y se libera de prejuicios fáciles de anidar luego de una larga convivencia. Tengo que traspasar barreras para acceder a la persona del otro y a su misterio. Quien busca hacerlo y construir la comunión jamás pierde el asombro y la ternura. El papa Francisco nos ha invitado repetidamente a vivir la revolución de la ternura: «La verdadera fe en el Hijo de Dios hecho carne es inseparable del don de sí, de la pertenencia a la comunidad, del servicio, de la reconciliación con la carne de los otros. El Hijo de Dios, en su encarnación, nos invitó a la revolución de la ternura», (Evangelii Gaudium, nº 88). Y también: «Porque cada vez que miramos a María volvemos a creer en lo revolucionario de la ternura y del cariño. En ella vemos que la humildad y la ternura no son virtudes de los débiles sino de los fuertes, que no necesitan maltratar a otros para sentirse importantes» (nº 288).

6 S. SILVA RETAMALES: Espiritualidad de la comunión familiar 6 b- La comunión requiere el don y la tarea de hacerme prójimo de quien comparte la vida conmigo, es decir, hacerme próximo a su persona, a su historia, a sus esperanzas, a sus tristezas. Cuantas veces vivimos bajo un mismo techo, pero tan distantes unos de otros. Una mirada de simpatía me permite intuir deseos y atender necesidades, ofreciendo no sólo un amor sensual (eros) o un amor de amistad (filéo), sino el amor de comunión (agápe). c- La comunión requiere de la certeza de que aquello que pongo al servicio del otro no es otra cosa que aquello que gratuitamente y sin mérito alguno he recibido de Dios (Mt 10,8). Al ofrecer dones y bienes en ayuda del otro, comparto lo de Dios cuando lo hago como entrega de mi mismo. La COMUNIÓN FAMILIAR requiere de INMOLACIÓN que significa poner el propio ser y la vida, como Jesús, al servicio de la salvación, de los procesos de humanización y de la unión familiar. Comunión es compartir el ser con esta finalidad, pero para eso hay que inmolarse. 4- La familia y las cargas familiares: SER SOLIDARIO Gálatas 6,2: La espiritualidad de la comunión familiar nos exige llevar la carga de los otros (en griego bastázō: cargar / báros: carga ). Esta expresión de JUAN PABLO II (NMI, n 43) está tomada del apóstol Pablo, quien la emplea cuando le pide a los gálatas que «se ayuden mutuamente a llevar las cargas, y así cumplirán la ley de Cristo». Guiados por Pablo, reflexionamos qué significa llevar las cargas de la familia y las disposiciones que necesitamos para ello, expresión de una auténtica espiritualidad de comunión familiar. a- Llevar las cargas del otro es un acto materno: la madre carga o lleva a su hijo en su seno, procurándole vida y crecimiento (Lc 11,27, el mismo verbo que Gál 6,2). Cargar al hermano es una acción materna y, por lo mismo, mira a la gestación de la vida, imitando así el acto creador del Padre celestial. b- Si Jesucristo «cargó con nuestras flaquezas y llevó nuestras enfermedades» (Mt 8,17; ver Is 53,4) se trata de acciones que miran a la realización de la obra de la redención. Llevo la carga de los otros para colaborar con la redención de Jesucristo y procurar la auténtica felicidad del otro. De este modo se va completando lo que falta a la pasión de Cristo y a sus frutos (Col 1,24). c- Los fuertes en la fe dentro de la familia son los invitados a cargar el peso de los más débiles en la fe (Rm 15,1). Pero los fuertes en la fe son sólo ramas de Cristo a quien Dios estableció como Raíz y Tronco de vida nueva para todos los pueblos (Rm 11,11-24). Por lo mismo, cuando cargo con las debilidades de los de mi familia es un acontecimiento que extiende la sabia misericordiosa de la Raíz, es decir, de Jesús.

7 S. SILVA RETAMALES: Espiritualidad de la comunión familiar 7 La COMUNIÓN FAMILIAR requiere de discípulos que ANIDEN y GESTEN VI- DA (como la maternidad), destruyendo los signos de muerte al interior de la familia, cuidando los gérmenes de vida y haciéndolos crecer. En síntesis, la comunión familiar - Se funda en el misterio de la Trinidad que es vida en eterna y plena comunión. El Dios de Jesucristo es amor para la comunión y la vida. - Tiene en cuenta el misterio del ser humano, porque es un ser querido y creado a imagen de Dios y llamado a participar de la comunión y vida de la Trinidad. La comunión familiar es en realidad una exigencia del valor que a los ojos de Dios presenta toda vida humana, pues viene de él (origen) y va a él (destino). - Testimonia, como don divino, la capacidad de descentrarse para ofrecer la propia vida al modo de Jesús para que los de la familia participen de la comunión y vida trinitaria, y - Se empeña en gestar progresivamente la vida nueva de Cristo, transformando las realidades de muerte que aquejan a la familia y a su entorno.