Intervención de Bruno LE MAIRE Ministro de Agricultura, Alimentación, Pesca, Ruralidad y Ordenación del Territorio, en el G120

Transcripción

1 Intervención de Bruno LE MAIRE Ministro de Agricultura, Alimentación, Pesca, Ruralidad y Ordenación del Territorio, en el G120 Sede de la OCDE - París, 17 de junio de 2011 Señor presidente de la FNSEA, querido Xavier Beulin, Señor presidente de Jeunes Agriculteurs, querido Jean-Michel Schaeffer, Queridos amigos: Me complace mucho estar hoy aquí con todos ustedes en esta reunión del G120 tras la destacada intervención que realizó ayer el Presidente de la República sobre la agricultura mundial y los grandes retos del G20. En primer lugar, quisiera agradecer personalmente al presidente de la FNSEA, Xavier Beulin, y al presidente de Jeunes Agriculteurs, Jean-Michel Schaeffer, por la buena idea que han tenido de reunir aquí, en la sede de la OCDE, a un grupo de agricultores en representación de más de ciento veinte Estados de todo el mundo. Ciento veinte Estados productores, ciento veinte Estados enfrentados, como nosotros en Francia, como nosotros en Europa, a la importante cuestión de la seguridad alimentaria mundial. Y hoy me complace poder presentarles, detalladamente, los retos del próximo G20 Agrícola, así como el estado en que se encuentran las negociaciones y el plan de acción francés en el que trabajamos desde hace casi un año con el conjunto de organismos internacionales interesados y los Estados implicados. El reto de vuestra reunión hoy, el reto del G20 Agrícola es muy simple: tenemos que evitar que el siglo XXI sea el siglo del hambre en el mundo. Tenemos que hacer todo lo posible para que el siglo XXI no sea el siglo del hambre en el mundo. Dicho esto, si miramos las cifras, lamentablemente, éstas hablan por si solas: actualmente, tenemos casi un 20% de la población mundial que está desnutrida, tenemos una producción agrícola que se incrementaba en casi un 3% hace más de diez años y que hoy sólo aumenta en un 1,5% cada año. A todo ello se suma el hecho de que, a la menor crisis sanitaria, a la menor crisis climática, nos vemos en la imposibilidad de alimentar correctamente a la población mundial. Basta sólo con una sequía 1

2 en Rusia o inundaciones en Australia, tornados en Estados Unidos, sequía en Europa y en Francia, para que seamos incapaces de alimentar correctamente a la población mundial. La crisis no es mañana. La crisis es hoy. La crisis alimentaria mundial no es el problema de los diez, veinte o treinta próximos años. El problema de la crisis alimentaria mundial está planteado hoy y nuestras soluciones deben encontrarse hoy si queremos, una vez más, evitar que el siglo XXI sea el siglo del hambre en el mundo. Producimos menos porque hay menos tierras agrícolas disponibles, porque hay crisis sanitarias, porque está el cambio climático que plantea un problema fundamental a todos los Estados que se encuentran representados aquí. Y, paralelamente, la demanda alimentaria mundial no deja de crecer. No sabemos cómo hacer. No sabemos cómo alimentar correctamente a la población mundial. Por tanto, todos aquí, tenemos la responsabilidad de encontrar soluciones. Las cosas son muy sencillas y la realidad es muy simple: o encontramos soluciones juntos, apostamos por la solidaridad internacional y por una nueva gobernanza mundial de la agricultura, o dejamos que los egoísmos nacionales ganen terreno y consideramos que el cada cual a lo suyo nos va a permitir afrontar el desafío y, con ello, nos dirigiremos hacia nuevas crisis alimentarias mundiales. El presidente de la República ha apostado decididamente por la solidaridad y por una nueva gobernanza agrícola mundial porque, hace un año, quiso poner a la agricultura en el centro de las preocupaciones del G20, y ha querido expresar políticamente que la cuestión agrícola debía ser tratada de manera solidaria, que la cuestión agrícola atañe a todos los Estados del planeta y no sólo a unos pocos. Ha querido afirmar que la cuestión agrícola no se plantea mañana sino inmediatamente. Ha querido decir que las soluciones no podían hacerse esperar diez, veinte o treinta años, sino que debían adoptarse de inmediato. Ha querido decir que las decisiones no podían tardar porque todos conocemos la especificidad de la producción agrícola ( ). Y es verdad que hablar de agricultura en el marco del G20 no es algo sencillo. Cuando me metí de lleno en la negociación hace unos diez meses, lo primero que constaté fueron las profundas divergencias entre los Estados miembros del G20. Y como responsable de la negociación, lo primero que pensé es que iba a ser extremadamente difícil obtener un acuerdo entre los miembros sobre una cuestión tan estratégica en la que, por otro lado, los intereses de los Estados son tan dispares. En el marco del G20, tenemos por un lado a países como China o como India, a quienes se les pide que sean transparentes en relación con sus existencias y su producción, sabiendo que no están acostumbrados a ello y que faltan los instrumentos estadísticos. Hay Estados como Gran Bretaña o Australia a quienes se pide regular los mercados financieros de materias primas, cuando estos Estados poseen un interés objetivo en el hecho de tener mercados financieros más liberales que regulados. Hay Estados como Brasil o Argentina que dudaban respecto a nuestra voluntad de luchar contra la volatilidad de los precios explicando que la subida de precios interesa evidentemente a los campesinos argentinos o brasileños. Había un continente como Europa, un gran continente exportador, que también era reticente a organizar una regulación agrícola mundial. Ha sido necesario superar todas estas divergencias. Ha sido preciso acercar posturas. Ha sido necesario conciliar intereses difícilmente conciliables, simplemente, a través de una constatación, siempre la misma: que debemos evitar que el siglo XXI sea el siglo del hambre en el mundo, que la cuestión agrícola es una cuestión estratégica, ( ), que no podemos quedarnos de brazos cruzados ante el hambre en el mundo, ante una 2

3 volatilidad de precios que no dejan de aumentar y que plantean problemas a todos campesinos del planeta, a los consumidores, que ven cómo los precios de los productos alimentarios fluctúan mes tras mes, y, por supuesto, a los países en desarrollo que cuando deben enfrentarse a un aumento del 30 o del 40% del precio del trigo, a una subida del 20% en el precio del arroz, a una subida del 30% del precio del maíz, sencillamente no son capaces de alimentar a sus poblaciones porque no pueden pagar unos precios que se han vuelto excesivos. Así es exactamente cómo se encontraba la negociación y cuáles eran los retos que se nos plantearon hace algunos meses. Así, hemos querido acabar con esta volatilidad tomando una serie de decisiones concretas que figuran en el plan de acción que está actualmente en negociación entre los miembros del G20. Este plan de acción se basa en cinco pilares simples que ustedes conocen y que me gustaría volver a tratar. El primer factor de volatilidad es la falta de producción agrícola mundial. Hemos querido, por tanto, aumentar la producción agrícola mundial. El primer objetivo de este plan de acción es que, en el futuro, produzcamos más materia agrícola. Parece simple, pero supone también un auténtico cambio en la política internacional. Durante mucho tiempo se ha considerado que por una parte estaban los países productores y, por otra, los países importadores; por un lado, los países con vocación agrícola y, por otro, los que sólo tenían vocación de consumir productos agrícolas. Esta idea forma parte del pasado. Queremos y así lo afirmamos en el plan de acción que cada país, y en particular, los países en desarrollo, puedan tener autonomía desde el punto de vista de su seguridad alimentaria. Sería injusto que hubiera, por un lado, los países desarrollados y ricos, con su propia producción agrícola y su autonomía agrícola, que dejaran a los países en desarrollo de África o el Sudeste Asiático sin sus propios medios de producción agrícola. En el mundo, cada cual tiene derecho a su autonomía agrícola. Para ello, son necesarias las inversiones públicas y también las privadas, que son fundamentales para el éxito de este plan. Es preciso disponer de investigación, de nuevas tecnologías, y de cooperación en materia de investigación entre los diferentes Estados que ustedes representan aquí. Todo esto figura en nuestro plan de acción. Nuestro plan de acción también persigue aumentar la cooperación entre los Estados miembros del G20, porque, cuando se produce una crisis agrícola hoy en día, qué pasa? Manda el sálvese quien pueda, las decisiones unilaterales sin preocuparse por las consecuencias en los países más frágiles del planeta. Nosotros, por nuestra parte, queremos cooperación. Si un Estado se ve obligado a cerrar sus fronteras porque está sufriendo sequía u otro problema climático, es preciso que dicho país informe a sus socios, que haya mecanismos y reacciones rápidas, y que podamos evaluar las consecuencias de las decisiones nacionales en la situación agrícola internacional. Lo que queremos construir en el marco del G20 es la cooperación. El tercer pilar que nos parece indispensable es la transparencia. Por qué los precios son tan volátiles? Los precios son volátiles y excesivamente volátiles porque los mercados no están informados. No queremos ir contra el mercado, queremos mejorar el mercado. Cuando un Estado decide interrumpir sus exportaciones de trigo, por qué el mercado reacciona en exceso en relación con el precio del trigo? Simplemente, porque el mercado no sabe cuáles son las existencias disponibles en el mundo. El mercado no sabe cuál es la producción anual mundial de trigo, de arroz o e maíz. El mercado necesita información y para obtener esa información, es necesaria la transparencia. Tercer pilar de este plan de acción: más transparencia en los mercados agrícolas mundiales. 3

4 Cuarto pilar de este plan de acción: proteger a los países más frágiles del planeta contra los excesos de la volatilidad de los precios agrícolas. En cualquier crisis agrícola, hay países que sufren más que otros. Cuando estalla una crisis agrícola, para muchos países desarrollados, especialmente en Europa, se trata de un problema económico. Cuando hay una crisis agrícola, para muchos países en desarrollo, no es un problema económico sino una cuestión de vida o muerte para decenas de millones de personas. Nadie puede ser indiferente al hecho de que cada crisis agrícola en el mundo se salde con decenas de millones de personas amenazadas de muerte porque no tienen con qué alimentarse. Es, por tanto, imperativo que se proteja más a estos países que al resto contra los excesos de la volatilidad. Este es el cuarto punto del plan de acción en el que trabajamos, un aspecto que pasa por restringir las limitaciones a la exportación sobre la base de un compromiso político voluntario, que a su vez, pasa por disponer de reservas de emergencia pre-posicionadas, con las que no se pretende constituir existencias alimentarias por todas partes desestabilizando así el mercado, seamos claros, sino disponer de simples reservas de emergencia que permitan hacer frente a este tipo de situación. Par terminar, el quinto punto fundamental es la regulación financiera de los mercados agrícolas mundiales. Lo sé, estoy hablando ante expertos de estas cuestiones, en la OCDE, que ha trabajado mucho sobre estas cuestiones, de la cuestión de la especulación con las materias primas agrícolas, que suscita un debate sin fin. El Presidente de la República lo dijo muy claro ayer. Están los debates de los expertos y estos debates son muy útiles. Existen informes elaborados por expertos que son indispensables, y en este sentido quiero dar las gracias a Pierre Jacquet, a la OCDE, al Banco Mundial y a su presidente, Bob Zoellick, por el trabajo excepcional que han llevado a cabo sobre el análisis de las causas de la volatilidad de los precios agrícolas mundiales. Entre estas causas, está primero la falta de producción, de lo que ya he hablado. Pero no olvidemos que la ausencia de reglas en los mercados financieros agrícolas mundiales aumenta de forma excesiva la volatilidad de los precios agrícolas. No olvidemos que en los mercados financieros agrícolas mundiales existen comportamientos que no son aceptables, comportamientos que no son razonables. ( ). Sobre el método, las cosas también son simples. Desde el inicio de la negociación, queremos hacer posible que todo el mundo participe en esos debates agrícolas. El futuro de la agricultura mundial no es sólo cosa de los países del G20. La agricultura es un bien común que pertenece a todos los países del planeta, es objeto de debate por parte de todos los organismos internacionales y atañe a cada ciudadano del mundo. El futuro de la agricultura mundial no está en manos de los veinte jefes de Estado más poderosos del planeta. El futuro de la agricultura es cosa de cada ciudadano del mundo. Y desde este punto de vista, vuestros trabajos hoy aquí son especialmente útiles. Serán tomados en consideración. El mensaje que vosotros, campesinos del mundo, nos enviéis al término de los trabajos auspiciados por Jean- Michel Schaeffer y Xavier Beulin, ese mensaje será escuchado. ( ). ( ). Estamos ahora a cinco días del encuentro que reunirá, por primera vez en la historia, a los veinte ministros de Agricultura del G20. Al término de esta reunión, o tenemos un plan de acción para la agricultura mundial, o bien no somos capaces de ponernos de acuerdo y ponemos a la agricultura en una seria situación. El humo, la semana que viene, será blanco o 4

5 será negro, no hay término medio. El plan de acción será adoptado o no lo será, y quiero decir solemnemente que no habrá una segunda cita para la agricultura mundial. La cita que el Presidente de la República fijó hace más de un año era para el 23 de junio de El 23 de junio de 2011, todos los Estados que representan al G20 deben asumir sus responsabilidades adoptando decisiones cruciales para el futuro de la agricultura mundial y para la lucha contra el hambre en el mundo en el siglo XXI. Tengo el deseo de que, como vosotros, presentes hoy en esta cita que fijaron los representantes agrícolas franceses, como vosotros, que habéis sido capaces de hacer propuestas, como vosotros, capaces de insistir en la necesidad de reinvertir en los cultivos mundiales, también los países miembros del G20, la semana que viene, estén a la altura de sus responsabilidades, sean capaces de ir más allá de sus intereses particulares y definan juntos la nueva gobernanza agrícola mundial que necesitamos para el siglo XXI. Muchas gracias. 5