Los cuentos de Pí. Tomado de Los cuentos de Pi

Transcripción

1 Los cuentos de Pi Una noche muy fría de Invierno......la pequeña Gertrudis estaba en su cama sin que pudiera dormir. Se había levantado muy tarde y, llegado el momento de acostarse, no tenía sueño. Su papá, que se llamaba Pi aunque los amigos le llamaban Pistolabis, decidió contarle un cuento para que Gertrudis se quedara plácidamente dormida. Había una vez un niño que se llamaba Marco Antonio. Estaba muy aburrido en su casa. No sabía qué hacer. Así que decidió ponerse a dibujar. Buscó unos papeles y unos rotuladores de tinta indeleble y dibujó durante más de dos horas. Entonces, llegó su mamá del trabajo y el niño se dio cuenta, por la cara que ponía su mamá, de que había dibujado sobre unos documentos que debían ser muy importantes. Marco Antonio vio cómo su madre se enfadaba muchísimo y le castigó, sentado en una silla, sin comer, ni beber, ni ver televisión, durante siete días. Al finalizar ese tiempo, el niño ya no estaba para nada, así que su mamá fue a la tienda de niños y compró otro. Y colorín colorado, este cuento se ha terminado. Paaaapiiii! Qué quieres Gertrudis, cielo mío? 1

2 Qué bestia eres, papi! Ese cuento no me ha gustado. Cuéntame otro, porfa. Bueeeno, vaaale. Había una vez una mujer que trabajaba mucho. Como tenía poco tiempo para dedicarlo a otras cosas, su casa estaba llena de documentos importantes del trabajo. En su casa también había otra cosa. Era su hijo Marco Antonio. Un día, al abrir la puerta, se encontró con que su hijo le había estropeado muchos documentos con la tinta indeleble de unos rotuladores que había traído de China. Se puso muy furiosa. Así que, dominada por la ira, comenzó a darle patadas a todos los juguetes, hasta que se le atascó el pie derecho en un camión de bomberos con mando a distancia y se calmó. Y colorín colorado, este cuento se ha atascado. Paaaaapiiiii! Qué pasa ahora, Gertrudis, cariño mío? Papi! Ese cuento tampoco me ha gustado! Estás muy exigente esta noche, corazón. No, papá, es que lo estás haciendo muy mal. No me gusta que terminen así los cuentos! Bueno, vale, te voy a contar otro. Había una vez un documento importante que estaba perdido en medio de una mesa de un despacho. Su vida no tenía sentido y se encontraba muy seco. Le gustaba mucho un papel blanco que estaba cerca de él. Pero sabía que no tenía nada que hacer. Un 2

3 día, un niño llamado Marco Antonio lo vistió de colores con unos rotuladores chinos. Aquello fue estupendo, porque el papel blanco no le quitaba ojo de encima. Lamentablemente, el romance duró poco, porque entró la mamá del niño y no le gustó lo que éste había hecho, así que la mamá le dijo a Marco Antonio que le iba a quitar los rotuladores y que nunca más iba a utilizarlos. Y colorín colorado, este cuento se ha pintado. Oye, papá! Qué quieres, razón de mi vida? Hoy te noto algo raro, me parece que estás diciendo muchas tonterías. Significa eso que no te ha gustado el cuento? No mucho, la verdad. Bueno, pues te contaré otro. Había una vez una caja de rotuladores que vivía en un estante de una tienda china. Allí llevaba aproximadamente chiquicientos cincuenta y veinte días, hasta que se acercó una mujer que no hablaba chino pero que llevaba dinero y compró la caja. Después de un largo viaje, la caja de rotuladores llegó a una casa muy rara, que no era china, pero que tenía un niño dentro, llamado Marco Antonio. Un día la mujer salió de casa. El niño abrió la caja y, después de masticar un tapón, se puso a usar los rotuladores sobre unos papeles que parecían estar escritos en chino. Los rotuladores se lo pasaron bomba, porque eso de pasearse por la superficie de los papeles provoca unas 3

4 cosquillas muy agradables. Pero la mamá del niño llegó y al ver lo que éste había hecho, se enfadó y le dijo que se iba a quedar sin ver los dibujos de la niña fantasma esa noche. Y colorín colorado, este cuento se ha cosquillado. Papi. Qué quieres corazón de mi vida? La cosa va mejorando, papi, pero No te parece que es una mamá un poco enfadadiza? No sé, Gertrudis, no sé, yo sólo cuento lo que cuentan los cuentos. Ya No puedes suavizarlo una pizquita? Venga, vale. Había una vez un coche que estaba muy solo en un escaparate. Era un poco antiguo y no lo quería nadie, porque la gente prefiere comprar lo último que sale, aunque sea peor. Pero un día, pasó una mujer que tenía mucha prisa porque debía llegar a China para comprar una cosa, y se quedó con el coche. Su radiador radiaba felicidad y las ruedas daban vueltas de contentas que estaban. En China, la mujer compró una caja de rotuladores. Unos días después, llegando hasta la casa de la mujer, el coche se pinchó una rueda. Es una sensación muy desagradable, porque vas soltando aire todo el rato y eso de soltar aire está muy mal visto. Lo cierto es que el coche llevó a casa a la mujer, que se había manchado toda la ropa al cambiar la rueda. La ropa la acababa de recoger limpia de la tintorería. Era 4

5 un vestido de novia. Resulta que la mujer se iba a casar esa tarde con el vendedor de coches. Es que se habían enamorado enseguida. Al llegar a casa, sucia y con mucha prisa, se encontró con que su hijo, que se llamaba Marco Antonio, le había manchado unos documentos importantes del trabajo. Pero ella no le dio mucha importancia. Sabía que Marco Antonio estaba aburrido y que no tenía juguetes, porque la mujer de otro cuento se los había roto hacía un tiempo. Así que cogió a su hijo entre los brazos, le dio un beso muy grande y le dijo Vámonos a mi boda, cariño, que ya llego tarde. Fue una boda muy bonita, con muchos papeles blancos volando por el aire y muchos niños pintando con rotuladores de colores. La gente se lo pasó muy bien y aunque algunos sólo hablaban de las manchas en el traje de la novia, lo cierto es que a la novia, al novio y a Marco Antonio le traían sin cuidado esos comentarios, mucho menos importantes que los documentos pintados. Todos fueron muy felices, comieron aceitunas del Aljarafe y Marco Antonio tuvo quince hermanitos más (Eva, Joaquín, Evaristo, María Eugenia, Jorge, Antonio Jesús, Penélope de los Santos Inocentes, Genovi, Inés, Inmaculada, Maculado, Menoculado, Menoculadotodavía, Sancha y Sacromonte). No te he dicho que el coche no era de motor, sino que iba a pedales. Por eso no había forma de venderlo. No sé si sabes que a la gente no le gusta hacer ejercicio, aunque paga mucho dinero para ir a los gimnasios. Aunque eso es otro cuento. Lo cierto es que los quince se lo pasaban estupendamente pedaleando de día, de 5

6 noche y cuando hay eclipse y no se sabe muy bien si es de día o de noche o qué es Papí! Sí, mi cachito divino? Que te enrollas! Es cierto... Ya acabo. Y colorín colorado, este cuento se ha multiplicado. Papiiiiiii! Quéeeeee? Ese cuento sí que me ha gustado!!! Me alegro mucho. Ahora, a dormir. Hasta mañana, papá. Hasta mañana, Gertrudis. Y así fue como ocurrió, exactamente como todas noches, porque todas las noches Pi, a quien los amigos llamaban Pistolabis, le contaba a su niña varias versiones del mismo cuento. Esto lo hacía para que Gertrudis se diera cuenta de que las cosas pueden verse de muchas formas diferentes. Y colorín colorado, este cuento Se habrá terminado? Vicente Manzano-Arrondo 6