Braulio tenía un huerto y una hija que era lo que más amaba en la vida. También tenía un vecino que poseía una docena de pavos.

Tamaño: px

Comenzar la demostración a partir de la página:

Download "Braulio tenía un huerto y una hija que era lo que más amaba en la vida. También tenía un vecino que poseía una docena de pavos."

Bernardo Ortiz de Zárate Rivas
hace 7 años
Vistas:

1 Braulio tenía un huerto y una hija que era lo que más amaba en la vida. También tenía un vecino que poseía una docena de pavos. A su hija le gustaban las flores. Su padre quiso obsequiarla, y le cedió una porción de tierra para que plantara un pequeño jardín. Día tras día los pavos del vecino se comían las tiernas verduras del campo del hombre. Éste, harto y muy enojado, fue tras ellos. Con suerte pudo coger a uno. Se lo entregó a su esposa y le dijo: -Despluma este bicho, y haz un buen asado. La mujer, obediente, hizo lo que le su marido le mandó. Esa noche la familia se lo comió con sumo placer, ya que la esposa era muy buena cocinera. Al día siguiente, el dueño de las aves se percató de que le faltaba uno, y fue a casa de Braulio a preguntar si lo había visto. -Sí que lo vi, estaba en mi sembrado y ahora lo tengo en la panza. -Eso no está bien -contestó el otro, me lo tenías que haber dicho. -Y sin más, se fue muy disgustado. Al día siguiente, su hija fue al jardín, ya que tenía que hacer un ramo para adornar la mesa del comedor. Cuál fue su sorpresa, cuando observó que todo su macizo de violetas estaba pisoteado y no había ninguna flor en su tallo. La muchacha se puso a llorar, lloró tanto y tan fuerte que su padre, alarmado, fue a su encuentro. - Qué te pasa hija mía? -preguntó. -Mis flores, papá, no queda una sana. 1 / 6

2 Braulio vio con desolación el destrozo y lo triste que estaba su niña. -Esto no va a quedar así, vete a casa y no salgas. No le digas nada a mamá. La chica hizo lo que su padre le mandó. Al rato, llegó el hombre con dos pavos cogidos por el pescuezo, todavía moviéndose. - Y esto? -preguntó la esposa. -Esta vez los haces en un buen guisado, porque son dos, y con salsa estarán más jugosos. La mujer, siempre obediente, arrancó muchas cebollas del huerto para hacer un guiso que su abuela le enseñó de niña, al que añadió pasas, nueces y un poquito de canela. La casa se inundó del aroma de aquella receta centenaria. -La madre, una vez finalizada su receta, le dijo a su hija: -Quiero que me hagas un mandado, sal por la puerta del corral y vete a... -Papá me ha dicho que no salga de casa.-contestó la niña sin dejar terminar a su madre. -Esta vez vas a obedecer en todo lo que te diga. 2 / 6

3 Ésta, obediente, salió por la puerta de atrás Al rato llegó el padre de trabajar en el huerto. - Dónde está nuestra hija?-preguntó -No lo sé -contestó la esposa. - Dónde está mi hija? -volvió a preguntar. - No temas por ella, viene enseguida. Ahora déjame y no me entretengas que tengo mucho trabajo. Braulio quedó extrañado de la respuesta de su mujer. En toda su vida de casados le había hablado con tanta autoridad, pero el aroma del guiso le disuadió a reprenderla. También observó que su esposa había abierto el armario de la vajilla fina, y preguntó: - Estás haciendo limpieza? -Sí, de vez en cuando hay que darles un agua a estos platos. - Cuándo va a venir la niña? -preguntó de nuevo. -Está al llegar. -fue la respuesta de ella. 3 / 6

4 Pasó una hora y la muchacha no llegaba. El padre volvió a preguntar. La mujer contestó: -Está a punto de llegar. Al rato llamaron a la puerta. Braulio esperando que fuese su hija, abrió. Cuál fue su sorpresa, que frente a él tenía a su vecino, que venía muy bien vestido. - Qué quieres...? -le preguntó con brusquedad. El otro, haciendo caso omiso a su tono contestó: -Acepto la invitación. Vengo a hacer las paces contigo. Tu hija ha hablado conmigo. - Mi hija? Dónde está mi hija? -Ahora viene, va por ahí detrás con mi familia. El hombre miró a su esposa, y ésta le hizo una señal con los ojos. Se dio cuenta que el comedor estaba dispuesto como en Navidad, con el mantel blanco y la vajilla de fiesta. 4 / 6

5 - Y esto? -preguntó Braulio a su mujer. - Esta noche celebraremos que tenemos un vecino con los pavos más hermosos y jugosos que jamás hemos comido, ya que están alimentados con las verduras más frescas y tiernas de nuestro huerto. Al encontrarse en esta encerrona, Braulio no tuvo más remedio que dejar que el dueño de los pavos y su familia se sentaran en su mesa con su mejor mantel, y su esplendida vajilla. La esposa sirvió un buen vino. Al probarlo, le dijo a su mujer: - Este vino no es el que teníamos guardado para una ocasión especial? La esposa le sonrió y dijo: -Por eso lo sirvo hoy. Al terminar la cena, la madre recomendó a la hija: -Recoge con cuidado todos los platos y amontona los huesos del pavo, no se lo des a los perros. La chiquilla preguntó - Qué vas a hacer con ellos, mamá? -Ya lo verás -respondió la madre. Cuando todos los invitados estaban saciados, y alegres por los efluvios del vino, hasta Braulio se puso a hablar amigablemente con su vecino, recordando viejos tiempos de cuando eran niños y hacían travesuras juntos. La esposa dijo: -Me gustaría que me acompañaseis todos al huerto; la familia del vecino se 5 / 6

6 levantó de la mesa, junto con Braulio y su hija. La mujer le dio una azada a su marido y otra al dueño de los pavos, diciendo: -Ahora vamos a enterrar estos huesos, en la línea mediera que separa nuestras tierras. -Y le dijo a su hija: -trae los restos del pavo, -la muchacha llevó a su madre una fuente de las sobras. Ésta los cogió, y con cuidado los depositó en el agujero que habían excavado los hombres. Cuando ya estaba todo cubierto de tierra se agachó y dijo: -Voy a poner estas piedras del camino a modo de señal. - Parece una tumba! -dijeron todos. -Eso es, -contestó la mujer -Aquí queda todo enterrado. Cada vez que paséis y miréis estas piedras acordaos de esta noche. Esta será la señal. {loadposition social} 6 / 6

Documentos relacionados

Isaac y Rebeca. Gn 24

Isaac y Rebeca. Gn 24 1 Abraham era ya muy viejo, y el Señor lo había bendecido en todo. 2 Un día llamó al más viejo de sus siervos, el que estaba a cargo de todo lo suyo, y le dijo: 3 Júrame por el Señor, el Dios del cielo