LOS MISTERIOS DE CRISTO EN LA PERSPECTIVA DE MI FE (mi 'Ver'dad)

Transcripción

1 LOS MISTERIOS DE CRISTO EN LA PERSPECTIVA DE MI FE (mi 'Ver'dad) INTRODUCCION Concluyo aquí el periplo que ha constituido el Magis en mi andar religioso y escribano, este último iniciado con El amor al prójimo en los 7 milagros de Jesús según el Evangelio de Juan Ensayo de Cristología Antropológica con apoyo en 7 disciplinas científicas en donde quise ubicarme en el mundo natural, desde un punto de vista científico en cuanto a la búsqueda de los cómo sin caer en increencias. En el segundo ensayo Unidad, Santidad y Sanación en la Iglesia según el teólogo Gerhard Lohfink me apoye en un libro para presentarle a un cristiano escéptico las pretensiones del catolicismo y explicarle desde esa óptica los sacramentos como reflejos de unidad, santidad y sanación. En el presente proyecto es mi deseo ya solo presentarme ante mi espíritu y responderle con las cosas en las que creo de verdad y que estoy completamente seguro, respecto de las buenas noticias de Jesucristo. Consta de dos partes. En la primera tomo nota de las experiencias espirituales vividas en una larga tanda de EE.EE de la vida cotidiana y pongo en labios de Maria Magdalena, en las actitudes

2 del publicano o en los servicios de una humilde ancila (esclavilla), los pensamientos extraídos de mis apuntes respecto de los misterios gozosos y luminosos de Jesús. En la segunda parte realizo en cambio un camino junto a los inicios de la Iglesia para intentar abordar los misterios dolorosos y gloriosos. PARTE PRIMERA Hemos nacido para la verdad, la belleza y la justicia, mismas que son de una naturaleza muy diferente. La verdad si no se experimenta aunque se convierta en dogma no pasara más que de oídas por la mente y/o corazón. La justicia es más experimentable, mucho más. El justo vivirá ciertamente, pero después de mil batallas. La justicia es escatológica (lo último), y la verdad genética (lo original), la belleza es ontológica (el ser no se estudiaría si no fuera bello). Por lo tanto empezare este breve camino (ensayo) desde el principio, retomando las sensaciones de creer en lo que mis ojos ven y mi corazón siente, como lo más próximo, la Creación: ahí Dios se manifiesta con su amor incondicional al hombre y la mujer desde el primer momento en el que él o ella se hacen creyentes, al estilo de Charles de Foucauld, quien descubre al mismo tiempo su vocación a la vida consagrada.

3 Entonces, no es del todo extraño pensar desde ese primer momento en la Encarnación y/o el origen de Cristo, porque la vida del cristiano inicia cuando ya hay comunicación con El y así se puede remontar al tiempo y el espacio y sucederle a uno como le aconteció a Juan evangelista cuando conoció a la "Palabra que se hizo Carne" 1. Así las cosas, puedo hablar del Misterio gozoso por excelencia, movimiento de Dios hacia el hombre y la mujer que me permite atisbar y darme cuenta de la grandeza de Dios y sentirme orgulloso de tener cualquier relación con El, tan mínima a veces en determinados instantes de tiempo. Es de notar sin embargo que para alabar a Dios basta con abrir mis ojos a la luz del día que despierta, escuchar una linda voz, edificarme con una robusta predica de otro alabador en su testimonio litúrgico, como quien sabe leer su historia personal y la de su pueblo y se centra no solo en las gracias recibidas sino en Dios mismo. Me encamino a la alabanza cuando se sanan mis heridas, cuando aprecio a las personas sin confundirlas con mis vanos deseos y cuando por su obra en mi no me alabo yo sino alabo a Dios por ella. 1 Jn 1,14

4 Escucho a Dios y asisto a los Misterios luminosos instaurados hace unas pocas décadas por el papa Juan Pablo II, pero que ya se conocían desde que la Palabra de Dios hizo maravillas entre los pobres de espíritu. La cercanía del Maestro con sus discípulos distaba mucho de quedarse en lo intelectual, pero fue la componente que ellos nos dejaron en formas literarias que superan y soportan cualquier traducción. La Misericordia la vivieron paso a paso, a medida que todos respondían el llamado personal de cada uno, que dada la magnitud de quien los llama, lo podemos simbolizar con su vocación sinónimo de Libertad en este caso. También fueron testigos como se acercaban a El los pecadores y las pecadoras, como Maria Magdalena que en ninguna parte de los evangelios esta escrito que fuera prostituta, pero que si consta que fue una de las poquísimas personas que asistieron al máximo Misterio de dolor, a los pies de Jesús en la Cruz, mucho después de haber reaparecido de su indigencia como pecadora porque sintió a Dios muy cerca en todas las decisiones que fue tomando posteriormente, hasta ir descubriendo su Voluntad, incluso en las formas que no debió haber respondido. Entendió que la lucha inicia en si misma, en sentirse recibida y recordar como Dios se fijo en su indigencia y tantas veces la devolvió al camino después de haber comenzado su vida nueva, que coincidía con el amor que tuvo por Jesús, sobrepasando la muerte misma ante sus ojos.

5 Pero para hablar de la muerte de Jesús hay que comenzar otra vez por el principio, en la participación de todo Israel en la persona de José en el nacimiento del niño Jesús, en la esclavilla que según San Ignacio los asistió en las labores del parto, y en la dedicación, alborozo y gran misión de María visible desde la visita a su prima con quien comparte su fe y cercanía a lo mas puro del pueblo judío. Nada menos estimable el amor de Padre que Dios daba a Jesús TODOS los días desde la Anunciación del ángel y el precio de esta verdad tan grande grande como fugaz el momento de María al dar a luz a su primogénito. Momentos muy hermosos en su vida y que al guardarlos en su corazón le acompañaran en otros eventos gloriosos y tremendos, pues el don de Dios la acompañará junto con la energía de su juventud. Uno de los acontecimientos que ni siquiera esta catalogado como misterio es la visita de los tres reyes magos, quizás por que la riqueza y magnificencia de sus regalos contrastarían con la pobreza del alumbramiento. La presencia de la virgen en todos estos momentos es incuestionable, al igual que la adoración de los magos junto a los pastores, testigos de la divinidad al interior de la santa familia. Asimismo, incuestionable sería la majestad exterior del templo de Jerusalén al tiempo que María y José presentaron a Jesús a los 40 días.

6 Luego vendría el tiempo de estar con la familia como llamado al verdadero significado de la obediencia humana, es decir, lo que cuesta aprender. Cuando medito la historia de la Iglesia siempre me emociona más la alegría del que se acoge a su mensaje que la alegría que sentirían los primeros discípulos de Jesús. Acá el sentimiento es distinto, quizás porque los misterios no han sido consumados y el peregrinar de estos judíos todavía, luego convertidos en los primeros cristianos, es eclipsado completamente por la presencia de Jesús, con la notable excepción de Pedro posiblemente. Esto que digo acá no niega el mérito de estos testigos de la verdad que viene siendo la acepción que damos a la palabra Martir, que lo fueron casi todos (menos judas porque murió antes que Jesús) después de la resurrección que será tratada como ya dije en la Parte Segunda.

7 PARTE SEGUNDA Esta sección la he reservado para los misterios del, de manera tal que El ilumine esta entrega que comenzare con una visión parcial de sus siete dones y la invocación que se hace cada año en Pentecostés Ven, Espíritu Divino, manda tu luz desde el cielo. Padre amoroso del pobre, don en tus dones espléndido; luz que penetra las almas, fuente del mayor consuelo. Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo, tregua en el duro trabajo, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos. Entra hasta el fondo del alma, divina luz, y enriquécenos. Mira el vacío del hombre si tú le faltas por dentro. Mira el poder del pecado cuando no envías tu aliento. Riega la tierra en sequía, sana el corazón del enfermo; lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma el espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero.

8 Reparte tus siete dones, según la fe de tus siervos; por tu bondad y tu gracia, dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno. Sabiduría. Espíritu Santo, iluminas mi alma, y en la medida de mi esfuerzo me has dado el discernimiento entre el bien y el mal, entre lo que más conduce a nuestra ultima morada y lo que menos. Entendimiento. Tu Espíritu de Jesús, eres como espada de doble filo que penetra la roca en mi corazón para revelar muy dentro la verdad en su enseñanza. Ciencia. Igual a conocimiento último del evangelio: Buena noticia para todas en la persona de Jesucristo, Dios hecho Hombre para mi salvación. Consejo. Prudencia con que me conduces al prójimo, fuente especial donde con templamos los efectos de tu magnífica obra.

9 Fortaleza. Valor que me brindas para ver de frente a los conflictos, presentes y futuros con justicia y para soportar con paciencia las adversidades. Esperanza. Una vez que nos ha sido dada, no defrauda 2 y ya no puede faltar pues su perdida es peor que la muerte. Temor de Dios. Piedad con que escribo este ensayo y confianza con que sus palabras están infundidas de honor a la verdad y servicio de la justicia. El Evangelio según san Juan nos indica que la resurrección de Jesús y el envío del Espíritu Santo ocurrieron el mismo día, el primero de la semana después de la Pascua del Señor. Inclusive, han dicho ya bastantes teólogos que para Juan, el momento de la glorificación de Jesús coincide con la misma crucifixión, por eso mencionaré aquí someramente los misterios dolorosos aunque me concentrare en los gloriosos. 2 Rom 5, 1-5

10 El anuncio de la resurrección de Jesús, como antecedente de la salvación llenó de vida la Iglesia Primitiva. Aquellos pescadores, instruidos por el Mesías, con las mujeres y los niños constituidos en familia de todos ellos por Jesús, llevaron sobre su espalda toda la labor evangelizadora, que fue para muchos las misma historia del Maestro repetida en cada uno de ellos, los mismos signos de portento y los mismos sufrimientos, pero llevados con aquel gozo eterno con que finaliza la invocación que se hizo al principio de esta parte del ensayo. Jesucristo ha resucitado!, es la Verdad y la Justicia en la plenitud de los tiempos, las que nos conducen, a su Iglesia, a lo largo y ancho de la historia. Verdad y Justicia que dejaron de ser conceptos, al igual que Dios mismo para la inmensa mayoría del mundo poblado de entonces, y que el abanderado de ese tiempo, Pedro, identificó con la Persona de Jesús: Padre, Palabra y Viento que proclamó; por quien confirmó, bautizo, perdono pecados y fue capaz de ir a sacrificarse a Roma como otros hicieron a todos los confines de la tierra y entregar este mensaje.