La leyenda de las estrellas fugaces

Transcripción

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2 La leyenda de las estrellas fugaces Cuenta la historia que allá arriba en el cielo, vivía una gran señora conocida en todo el mundo por su belleza y su bondad. Cuando era joven reía con mucha frecuencia y su risa era tan alegre que parecía campanas de cristal; pero, un día, sin saber nadie por qué la señora dejó de reír. Los años fueron pasando. Nadie consiguió recuperar la risa de la señora. Mientras tanto, en un pueblo agrícola de la isla de Gran Canaria llamado Piedra Molino o Montaña Alta la vida iba transcurriendo plácidamente.

3 En el primer día del mes de octubre de 1970 nace en Montaña Alta un niño rubio, de ojos claros al que sus padres llamarán Miguel Ángel. Cuando empezó a estudiar se fue a Gáldar, al colegio Fernando Guanarteme. Lo que más le gustaba era venir a su pueblo para poder jugar con sus amigos; por eso, todos lo fines de semana y los períodos de vacaciones volvía a Montaña Alta y aquí era muy feliz.

4 A todo el mundo le llamaba la atención lo calladito que era; pero es que a él no le gustaba mucho enrollarse con la gente, lo que a Miguel Ángel le gustaba eran el fútbol y los deportes. Lo demás no importaba mucho. Un verano incluso, se fue a Guía para hacer un cursillo de natación y así, aprender a nadar.

5 El 19 de abril del año siguiente; o sea, 1971, nace, también en Montaña Alta, Juan José. Juan José y Miguel Ángel eran primos hermanos y se llevaban muy bien, aunque eran totalmente diferentes.

6 A Juan le gustaba mucho estudiar y observar todo lo que le rodeaba. Además, le gustaban mucho las colecciones y por eso, él tenía una colección de billetes y monedas de todos los países y también estampas con los jugadores de fútbol. También construía sus propios juguetes: cogía las latas vacías de carne y las cajas de madera de conservas para hacerse camiones y tractores con los que jugaba como si fueran los mejores juguetes del mundo. Incluso llegó a hacerse juegos con circuitos eléctricos, en los que se encendía una bombilla cuando dabas la respuesta correcta. La señora, un día que iba caminando distraídamente por el cielo, se fijó en estos dos primos y al verlos jugar con este tablero de respuesta, una suave sonrisa afloró a sus labios y decidió observarlos mejor. No veas la alegría que sintieron los que estaban alrededor de ella!

7 Cada vez que los primos se veían, había un nuevo partido de fútbol. Iban hasta Casas de Aguilar a echar algún que otro partido; porque para ellos y sus amigos lo más importante era el fútbol. Todos los domingos, escuchaban por la radio los resultados de los partidos y los anotaban en una libreta. Hacían incluso, sus propias quinielas. Ellos no querían millones, sólo querían acertar y demostrar cuánto sabían de fútbol.

8 Un día, cogieron un tablero y fabricaron un futbolín con jugadores pintados y recortados y a los que les colocaban un dispositivo de madera que, al golpearlos con el dedo, el futbolista le daba al balón y llegaba hasta la portería. Y la señora se rió por primera vez a carcajadas, porque cómo no se iba a reír observando la habilidad que estos dos primos estaban demostrando. Cada vez era más feliz al contemplarlos. El día que a Juan le hicieron esta foto parando un remate, se le ocuurió la idea.

9 Tendría que hablar con ellos a ver qué les parecía si se los llevaba a vivir con ella al cielo y así estarían jugando siempre y no se harían nunca mayores. Estuvo un tiempo pensando cómo haría para saber si ellos estarían de acuerdo o no y se le ocurrió que la mejor forma era distrayéndolos con el balón; por eso, un sábado en el que Juan, Miguel y otros amigos habían ido a jugar al fútbol al campo que hoy lleva sus nombres, hizo que la pelota se cayera por la ladera que daba al barranco, para que ellos fueran a buscarla. Pero era ya tarde y no la iban a ver, y por eso, decidieron dejarlo para el día siguiente, por la mañana. A primera hora, se fueron todos los chicos arriba a buscar el balón, pero la señora sólo quería a Miguel y a Juan.

10 Los llamó aparte y les habló de su tristeza y de cómo se había reído mucho gracias a ellos dos. Juan y Miguel se miraron sorprendidos, porque no esperaban que una señora tan dulce y tan guapa como esa, se hubiese fijado en ellos. Después de esa primera sorpresa, se lo pensaron un poquito y les dijeron que sí pero con una condición: Que no los obligaran a dormirse por las noches si ellos querían jugar al fútbol. La señora les contestó que las noches eran oscuras y no se vería nada. Ellos se rieron y le dijeron que para qué estaban las estrellas, sino para alumbrarlos. -Vale, contestó la señora riendo otra vez. Pero en vez de iluminarlos con las estrellas, les voy a dejar que jueguen al fútbol con ellas. Y así ocurrió. Por eso, cada vez que mires al cielo y veas una estrella corriendo, pon atención y podrás

11 oír a Miguel como le grita a Juan: Gooool!!! O a Juan, como le grita a Miguel: Gol, Gol, Gol, Gol!!! No dejen nunca de jugar.