1.2. Dificultades y obstáculos para hablar en público

Transcripción

1 resultados de experiencias realizadas... Pero también intenta vender ideas y motivar a colaboradores y ciudadanos. En general, las presentaciones informativas tratan del pasado (obras realizadas, logros conseguidos), mientras que las persuasivas hablan del futuro (proyectos a llevar a cabo) Dificultades y obstáculos para hablar en público No todos los individuos disponen a priori de las mismas habilidades y facultades para la oratoria. De hecho, uno de los temores más frecuentes en las personas es hablar en público, temores éstos que afectan cualquier ciudadano, incluidos políticos e incluso, aunque pueda parecer extraño, altos directivos de empresas supuestamente acostumbrados a realizar presentaciones. Algunas personas (las menos), tienen más facilidad de hablar en público que otras (las más), manifestando más seguridad en sí mismos, rasgos simpáticos, timbre y potencia de voz adecuados y, fundamentalmente, entusiasmo y esfuerzo por convencer. Sin embargo, esto no significa que si uno carece de estas facilidades no pueda hacer una buena presentación o un discurso eficaz que cumpla con los objetivos perseguidos, lo que se consigue con la práctica, ciertas dosis de observación y algo de esfuerzo. De esta forma, dos son los aspectos a considerar: A) En primer lugar el tratamiento del tema, es decir, el contenido del discurso o mensaje. B) Y en segundo lugar el contacto, la empatía con el auditorio. Volviendo a las dificultades con las que se encuentran las personas para hablar en público, la principal tiene que ver con los nervios, o mejor, el miedo que provocan los nervios. El Profesor Luis Cremades Nogués señala con acierto algunas manifestaciones que ponen de manifiesto los nervios, como son: 19

2 Manual de Discursos de Alcaldes y Concejales El sudor. El tartamudeo. Los temblores en las piernas y en las manos. Los picores. La existencia de tics irreprimibles que no habíamos tenido antes. Quedarse en blanco. La pérdida progresiva de la voz por dificultades en la respiración. La necesidad compulsiva de moverse, pasear, intentar extraños pasos de baile. O también la torpeza física y falta de agilidad mental en general. Pero, por qué da miedo hablar en público? Un ejemplo típico es el de aquellas personas que son capaces de contar chistes divertidos y son brillantes en su exposición ante un grupo reducido de amigos, mientras que cuando tienen que hacer una presentación formal, se quedan paralizadas. Entre los políticos, esta situación es muy común. Algunos nos convencen en privado con su entusiasmo, que se apaga ante grupos numerosos; y se apaga por la distancia al receptor. Ante una exposición, discurso o presentación, el orador se pregunta si está llegando al auditorio lo que quiere transmitir, si está comunicando el mensaje de manera correcta y eficaz. Y es que especialmente los discursos políticos suelen tener este inconveniente: en muchos casos es difícil interpretar el denominado feed-back del receptor. El ideal para un buen orador es tener perfectamente memorizado el discurso, lo que permite estar atento al público en todo momento. Así, mientras habla, puede escuchar las miradas y los gestos de su audiencia, posibilitándose de esta forma corregir la actuación sobre la marcha. No obstante, no siempre es posible llegar a memorizar los discursos. Pensemos, por ejemplo, en el discurso de toma de posesión de la Alcaldía 20

3 en el que el edil expone a los concejales y al público en general su programa de gobierno, generalmente extenso. En estos casos, en los que la extensión del discurso impide su memorización, se hace necesaria una exposición en la que el emisor alterne la lectura del documento (pausada, hablando algo más lento que lo que hacemos en la vida cotidiana), con miradas frecuentes al auditorio para observar sus reacciones; es decir, es fundamental estar atento al entorno El contenido y la forma De lo visto anteriormente, se desprende que en una presentación oral el emisor es el mediador entre el mensaje y el receptor, con independencia de que pueda ser además el propio autor del contenido de la comunicación. Es evidente, por otra parte, la necesidad de adecuar el mensaje al público objetivo o audiencia para lograr la máxima eficacia posible (para un edil municipal pueden ser los concejales de la oposición o del equipo de gobierno, empleados del ayuntamiento, ciudadanos, autoridades de otros ámbitos de gobierno, etc.). Esta adecuación a los receptores debe interpretarse en dos aspectos distintos pero a su vez complementarios: Nos referimos por un lado al contenido del mensaje o discurso. Y por otra parte a la forma o formas de interpretarlo. Un discurso perfecto en su contenido puede no calar en el público receptor por transmitirse de una forma incorrecta; y una exposición brillante, como ya hemos apuntado en líneas anteriores, puede no tener ninguna repercusión ni eficacia si no está basada en un mensaje bien estructurado y con contenido. Para la adecuación formal de un discurso, son tres los elementos que se deben tener presentes: Uno mismo (el emisor). 21

4 Manual de Discursos de Alcaldes y Concejales El objetivo de la exposición. Y, por supuesto, la audiencia El Emisor Está claro que el emisor es una parte esencial del posible éxito de una exposición o discurso. En este sentido, es importante no descuidar un cierto entrenamiento, ya que hacer una presentación oral requiere un gasto de energía considerable. Por lo tanto, el emisor debe estar en forma, en las mejores condiciones posibles, tanto físicas como mentales. Por el contrario, un ponente en baja forma, sin haber dormido lo suficiente, con problemas de estómago por el exceso de nervios, tiene bastantes probabilidades de fracaso. Para evitarlo, las mejores armas son éstas: A) Entrenamiento personal, que ya hemos citado, a base de ejercicios de relajación y de concentración. B) Conseguir el mayor volumen de información que tenga a su alcance acerca de lo que va a transmitir y de los objetivos que pretende alcanzar, así como de la audiencia a la que se va a dirigir la exposición El Objetivo El objetivo que se persigue en una presentación oral es el contenido, mientras que la forma son los argumentos empleados. Para traducir los objetivos en argumentos, es esencial pensar en la audiencia, haciendo especial hincapié en conocer por qué les interesa o puede interesar escuchar el discurso y qué partido pueden sacar del mismo. Se trata de buscar información que resulte de su utilidad, por ejemplo implicarles en un proyecto concreto u otras muchas metas que se persiguen en los discursos que habitualmente realiza un Alcalde u otros cargos electos, ya sean del gobierno o de la oposición. 22

5 En definitiva, tener claros los objetivos y saber transmitirlos, son otros factores esenciales para el éxito de un discurso, naturalmente siempre teniendo en cuenta el tercero de los aspectos a los que nos estamos refiriendo y que abordamos a continuación: la audiencia La Audiencia El público asistente a un discurso no es simplemente la caja de resonancia de las palabras del emisor, ni un resorte que produce aplausos al final de una intervención o exposición oral. Más que esto, el público es un grupo de personas concretas con nombres y apellidos y, sobre todo, con determinados intereses propios que pueden ser comunes o dispares. Pensemos en concejales del equipo de gobierno y en concejales de la oposición, cuyos intereses lógicamente son distintos, aunque en muchas ocasiones ambos son receptores del mismo mensaje, con objetivos e interpretaciones particulares. Al hacer una presentación, estamos intentando en definitiva atender los intereses del público que nos escucha. Ya hemos dicho que un acto de comunicación oral no es unidireccional, sino que implica una respuesta por parte del receptor, poniéndose de manifiesto a partir de ese momento el feed-back mediante el cual el emisor puede o no variar el mensaje en su contenido y/o forma sobre la marcha atendiendo a las reacciones del receptor. En efecto, la comunicación por objetivos es una especie de negociación entre el emisor y su audiencia que, sin lugar a dudas, exige del emisor disponer de información sobre la otra parte. Así, necesitamos información previa sobre la audiencia para adecuar mejor los elementos de apoyo, para prever y evitar distorsiones en la comunicación, y para evitar igualmente posibles actitudes defensivas. Seguidamente citamos algunos aspectos que hay que tener en consideración para conocer las características de la audiencia a la que se va a dirigir una exposición oral o un discurso: 23