Los tres cerditos. Tomado de

Transcripción

1 Los tres cerditos Guco era un animal muy interesante. Desde pequeñito, vivía en el mismo bosque. Lo recorría de punta a rabo todos los días. Jugaba dando vueltas entre los árboles, dejando sus pisadas en el barro y persiguiendo mariposas, ratones y todo lo que se movía. Era capaz de escuchar cosas que ocurrían muy lejos, porque tenía unas grandes orejas. Y no había comida que se le resistiera, aunque estuviera muy dura, porque tenía muchos dientes y muy afilados. Ah! Esto es muy importante!: nunca pasaba frío, porque era un animal con mucho pelo. Tenía tanto pelo por todo el cuerpo que parecía un abrigo andando! Guco era un lobo. Tal vez sea el lobo más lobo que jamás ha existido. Sí, porque tenía cara de lobo, patas de lobo, cuerpo de lobo, cosquillas de lobo, risas de lobo y sueños de lobo. Cuando era pequeño, su mamá y su papá jugaban con él a esconderse. Guco se ponía detrás de mamá loba y el papá lobo lo buscaba diciendo Dónde está mi Guco? Dónde se habrá metido este lobito travieso?. Y Guco acababa descubriéndose, porque no aguantaba la risa. Se reía tanto 1

2 que mamá loba y papá lobo terminaban por los suelos a carcajadas. Pero papá y mamá se habían ido hacía mucho tiempo. Él ya no era un lobo pequeño, sino un gran lobo, su risa era más gorda, pero sus sueños seguían siendo los mismos. Guco soñaba con tener amigos. El bosque estaba muy bien, pero ya se conocía todos los árboles, todas las piedras, todos los caminos y todos los rincones. Todo ello le gustaba mucho, pero quería compartirlo con amigos, jugar con ellos, hablar con ellos, perseguir con ellos a las mariposas, a los ratones y a todo lo que se moviera. Un día, Guco tomó una decisión muy importante: saldría del bosque a buscar amigos. Estaba seguro que los encontraría, que en algún lugar le estarían esperando. Así que bebió mucha agua, se restregó los pelos en la corteza de su árbol preferido, se lamió el hocico y caminó hacia el exterior del bosque moviendo el rabo muy contento. Estuvo caminando un día entero y toda una noche. Dejó el bosque atrás y sólo veía campo y más campo. Volvió a caminar todo un día y también otra noche. Y seguía viendo campo y más campo. El segundo día encontró una flor muy rara que tenía un tallo muy raro y unos pétalos muy raros. Claro! Era muy rara porque Guco nunca había visto una flor así. Cuando se acercó para verla mejor, se dio cuenta de que olía muy bien y pegó el hocico a la flor. Aaaaaaachísssss! Vaya! 2

3 la flor le hizo estornudar! Se llevó toda la mañana estornudando, con unas cosquillas irresistibles en la nariz. Al tercer día, cuando Guco pensaba ya que en el mundo sólo había campo y su bosque, justo al final de un camino, se encontró con una casa muy pequeña. Nunca había visto una casa, así que le pareció una cosa muy rara. Estaba hecha de paja. Qué bien! La paja le gustaba mucho a Guco, porque le hacía cosquillas en la nariz! Así que se acercó, se acercó y se acercó, hasta que le salió un estornudo muy grande. Era tan grande y tan grande el estornudo, que la casa de paja salió volando. Guau! Al desaparecer la casa de paja, todo lo que había dentro se quedó ahí, en medio, sin paredes ni techo. Guco vio una maceta con una flor, una alfombra, una mesa muy pequeña y una silla. Eh! Hay algo debajo de la mesa! Y se mueve! Será un ratón? Será una mariposa? Podré perseguir a esa cosa que se mueve? Bien! Un juego!. Guco se acercó y se acercó y cuando casi toca a esa cosa con el hocico, la cosa salió corriendo y gritando: Socorro! Socorro! Que me come el lobo!. Guco se quedó parado. Estaba con la boca abierta y la lengua fuera. Aquello que corría Era un animal! Pero un animal muy raro, con una cola muy rara y una nariz muy rara. Guco no sabía que aquello que había visto correr y gritar era un cerdo, un cerdito que se llamaba Cochinito. Mientras Cochinito salía corriendo, pidiendo auxilio, Guco pensó que 3

4 ya había encontrado un amigo y que Cochinito quería jugar con él. Así que, más contento que nunca, Guco salió corriendo detrás del cerdito, moviendo el rabo y ladrando. Guau! Guau! Espera, amigo! Podemos correr juntos? Guau!. Pero no lo alcanzó. Cuando casi le tocaba a Cochinito el rabo, ya se había metido en otra casa. Esta casa también era muy rara. No estaba hecha de paja, como la otra. Estaba hecha de madera. Guco conocía muy bien la madera, porque se había criado en un bosque. Los bosques tienen árboles. Y los árboles tienen madera. Así que le gustó mucho aquella casa, porque le recordaba a su bosque. Como Guco tenía unas orejas muy grandes, podía escuchar lo que pasaba dentro de la casa de madera. Cochinito le estaba hablando a alguien Sí! Sí! Era un lobo! Era un lobo grande y malvado! Tenía mucho pelo y una boca muy grande con muchos dientes! Qué miedo Cerdita! Qué miedo! Quería comerme!. Guco quería escuchar mejor, así que se acercó más y más, hasta llegar a la ventana de la casa de madera. Era una ventana muy bonita, con una maceta muy bonita y una flor muy bonita. La flor tenía un tallo muy raro y unos pétalos muy raros. Oh! No! Era la misma flor que se había encontrado antes en el camino! Así que Guco volvió a estornudar otra vez. Fue el mayor de los estornudos que había tenido hasta entonces. De hecho, fue el mayor de todos los estornudos de los que se tienen noticia. Y fue tan grande y tan 4

5 grande que despegó todas las maderas de la casa de madera. Así que Cochinito y Cerdita se encontraron, de repente, sin techo y sin paredes. Estaban ahí, en medio, con el lobo Guco mirándoles. Guau! les dijo Guco. Ay!, al escuchar el ladrido, Cochinito y Cerdita huyeron de ahí con mucho miedo, corriendo y corriendo sin parar hasta casi perderse de vista. Bien!, pensó el lobo, Ahora tengo un amigo y una amiga! Y quieren jugar a correr conmigo!. Guco corrió detrás de ellos. Corrió muy pero que muy rápido. Pero como había comenzado a correr más tarde, cuando casi los alcanza, ya se habían metido en otra casa. Esa casa sí que era rara. Era la casa más rara de todas las casas que Guco podía imaginarse. No estaba hecha de paja, como la de Cochinito. Tampoco de madera, como la de Cerdita. Esta casa era muy dura. Seguro que ni siquiera podría hacerle nada con sus abundantes y afilados dientes. Se acercó para escuchar con sus grandes orejas. Sí! Sí! Primero ha derrumbado la casa de Cochinito y después la mía! Ay, Marranita! Qué miedo tenemos!. Marranita era la cerdita que había fabricado aquella casa tan dura. Era una casa tan dura porque estaba hecha de ladrillo y de cemento. A Marranita le costó mucho trabajo y mucho tiempo hacer su casa. Pero estaba muy contenta, porque le había quedado muy bien. No os preocupéis!, dijo Marranita, Mi casa no podrá tirarla!. 5

6 Guco se acercó y se acercó, para escuchar mejor lo que decían dentro. Pero no pasaba nada. Empezó a preocuparse. Dónde están mis amigos?, pensó. Y se asomó a la ventana. Fuera lobo! le gritaron desde dentro. Guau! Guau! Salid a jugar! Vamos a correr juntos!, les gritó Guco. Pero nadie le respondía. Después de esperar mucho tiempo, el lobo decidió hacer algo. Ese juego de esperar no le gustaba. A lo mejor es que tenía que hacer algo. Claro! Él sólo sabía jugar a correr en su bosque. Es posible que aquí se juegue de otra manera, pensó Guco, Ah! Ya! Están esperando dentro porque yo tengo que encontrar una entrada! Sí! Ese es el juego! Tengo que encontrar la entrada!. Por muchas vueltas que Guco daba a la casa, no encontró más entrada que una puerta y una ventana. Y las dos estaban cerradas. Ah! Se le ocurrió una idea! El lobo pensó que además de las paredes, las casas tienen techo. Así que se subió al techo de un solo salto. Un salto grande, grandísimo. Guco podía dar saltos así porque tenía unas patas muy fuertes y había hecho mucho ejercicio en el bosque. Cuando Guco llegó al techo, se encontró con la chimenea y pensó Ah! Claro! Ésta es la entrada que yo tenía que encontrar! Bien! Ya la he encontrado!. Con un brinco, Guco se metió por el agujero de la chimenea. No fue muy agradable, porque era un agujero un poco estrecho y el 6

7 lobo era muy grande. Además, estaba todo lleno de ceniza. Así que se ensució todo entero con la ceniza de la chimenea. Guco cayó encima de una olla que Marranita tenía en el fuego de la chimenea. Era una olla que tenía caldo de puchero. Y el caldo estaba muy caliente. Así que el lobo se quemó el culo. Ay! Ay! Ay! Mi culito! Mi culito! Ay! Que me he quemado el culito!. Se puso a dar brincos por todo el salón, gritando lo mismo. Mientras, los tres cerditos se encontraban en un rincón, abrazados y temblando. Cochinito decía Nos va a comer! Nos va a comer!. Entonces, Guco tropezó en un juguete que había en el suelo, y cayó a un baño con agua, ropa y jabón. Como el agua del baño estaba fresquita, a Guco se le calmó el dolor que tenía en el culo. Los tres cerditos no sabían qué hacer. El lobo se puso de pie y se acercó a sus amigos. Estaba en el centro del salón, con las cuatro patas en el suelo. Se limpió el hocico y les dijo A qué jugamos ahora? Pero que no queme!. Marranita miró a Guco a los ojos. Lo miró durante un rato. Y, de repente, le pareció muy simpático. Veía al lobo lleno de ceniza, de jabón y de agua. Además, se le había quedado un calcetín colgando de una oreja. Estaba tan gracioso! Guco tenía la boca abierta y la lengua fuera. Sonreía y esperaba a que sus nuevos amigos le dijeran algo. 7

8 Marranita se puso en pie. Cochinito y Cerdita intentaron detenerla, pero tenían demasiado miedo para hacer nada. Marranita le dijo al lobo Cómo te llamas?. Guau! Guau! Me llamo Guco! A qué jugamos ahora? Pero que no queme! Guau!. Ja! Ja! Ja! Se rió Marranita. El lobo estaba más gracioso que nunca. La cerdita corrió hasta el baño de ropa, cogió otro calcetín y se lo puso a Guco en la otra oreja. Ja! Ja! Ja!, volvió a reírse. Cochinito y Cerdita se dieron cuentan de que ahí estaba pasando algo muy especial. El lobo no se comía a nadie. Estaba dando vueltas por el salón, jugando a correr y pillar con Marranita. Los dos se pusieron de pie. También queremos jugar!, dijeron. Y eso fue lo que pasó. Guco, Marranita, Cerdita y Cochinito se llevaron todo el día jugando. Jugaron a perseguirse. Jugaron a estar quietos sin reírse. Jugaron a esconderse unos detrás de otros y a fingir que no se encontraban. Jugaron a saltar por encima de las piedras. Jugaron a montar a caballo, porque Guco era tan grande y tan fuerte que podía llevar encima a los tres cerditos. La verdad, querida gente, es que se hicieron muy buenos amigos. Con ayuda de Guco, hicieron una casa grande, donde cabían todos. Así que terminaron viviendo juntos. Esto sí que es vida! decía el lobo. Y ya se acabó esta historia. Por cierto, Guco sigue viviendo con los tres cerditos. Pero ya no están solos. Han 8

9 construido un poblado pequeño donde viven ya muchos animales diferentes. Han plantado muchos árboles y se está que da gloria. Guau! Qué bien se lo pasan todos! Cada año hacen una excursión al bosque de Guco y el lobo se los enseña, recorriéndolo de punta a rabo y persiguiendo mariposas y ratones. Quién sabe! Tal vez, un día, vayamos por allí! Vicente Manzano-Arrondo 9