X ENCUENTRO IBEROAMERICANO DE GESTIÓN Y VALORACIÓN DE CEMENTERIOS PATRIMONIALES

Transcripción

1 X ENCUENTRO IBEROAMERICANO DE GESTIÓN Y VALORACIÓN DE CEMENTERIOS PATRIMONIALES EL IMAGINARIO COLECTIVO EN LAVALORACIÓN PATRIMONIAL FUNERARIA. EL CASO DE JORGE ISAACS, LA LEYENDA DE MARÍA Y EL CEMENTERIO DE SANTA ELENA (EL CERRITO-VALLE) (Ponencia) LUIS FRANCISCO LÓPEZ C. Grupo de Arqueología Instituto Colombiano de Antropología e Historia MEDELLÍN, OCTUBRE 7-10 DE 2009

2 Luis Francisco López Cano Antropólogo de la Universidad Nacional de Colombia con énfasis en arqueología y etnohistoria. Realiza estudios de maestría en Investigación Social Interdisciplinaria en la Universidad Distrital de Bogotá, y actualmente, es funcionario del Instituto Colombiano de Antropología e Historia. ICANH, donde lleva a cabo labores de investigación epigráfica y arqueoastronómica. Fue uno de los ganadores de los Premios Departamentales del Ministerio de Cultura (1998) con la obra: La tumba de María Isaacs: génesis y desarrollo de una leyenda vallecaucana. Otros trabajos publicados son: Etnohistoria y ocupaciones en la vertiente occidental de la serranía de Perijá (2007) y, Los invisibles del Real de Minas: reflexiones y propuestas en torno al sitio arqueológico de Nóvita Viejo-Chocó (2007). Resumen El objetivo de la ponencia es compartir los resultados de una investigación antropológica efectuada en el Departamento del Valle entre 1995 y Dicho estudio, ponía en ejercicio un método que contemplaba la consulta de documentos de archivo, el análisis arqueológico y el registro de tradiciones orales con el ánimo de comprender los mecanismos que habrían propiciado la formación de una leyenda local en el corregimiento de Santa Elena (Municipio de El Cerrito). Dicho fenómeno, guarda interesantes nexos con el impacto que tuvo la publicación de la novela María de Jorge Isaacs (1867) sobre un modesto caserío a partir de la segunda mitad del siglo XIX. El ideal romántico que exigía descubrir en el paisaje la veracidad histórica de la obra literaria, atraviesa las relaciones sociales, los imaginarios y el orden territorial hasta materializarse en un antiguo túmulo que los lugareños asumen como la tumba de María : recurso mnemotécnico utilizado por el texto legendario para generar sentido de pertenencia e integración comunitaria. El análisis de estos aspectos, ayuda a comprender el patrimonio cultural tangible más allá de las nociones de estética. Palabras clave: El Cerrito, Tumba de María, leyenda, Jorge Isaacs, Patrimonio Cultural. 2

3 EL IMAGINARIO COLECTIVO EN LAVALORACIÓN PATRIMONIAL FUNERARIA. EL CASO DE JORGE ISAACS, LA LEYENDA DE MARÍA Y EL CEMENTERIO DE SANTA ELENA (EL CERRITO-VALLE) LUIS FRANCISCO LÓPEZ C. Grupo de Arqueología ICANH Las tumbas se convierten en monumentos; los monumentos se ven obligados a convertirse en tumbas. (Philippe Ariès, 1977) De no ser por el significativo impacto que en Latinoamérica y varios países de Europa y Asia tuvo la publicación de la novela María del escritor Jorge Isaacs ( ), el pequeño cementerio de Santa Elena: corregimiento del Municipio de El Cerrito-Valle, se confundiría entre tantos otros que se observan en cualquier pueblo de Colombia. Ubicada en cercanías al piedemonte W de la Cordillera Central, esta comunidad surgida de la agrupación de varios caseríos segregados de las antiguas haciendas coloniales de El Castillo, Piedechinche, Nima y la Concepción de Amaime principalmente (López, 2002), comenzó a ser objeto de un fenómeno muy singular en el que las figuras literarias de Efraín y María vinieron a constituir representaciones históricas: ( ) basta referirse aquí a lo determinante que fueron los imaginarios religiosos en la estructuración de una novela como María, publicada en Bogotá por los días del mes de junio de 1867 estando en plena vigencia las luchas políticas y los conflictos bélicos que caracterizaron el transcurrir del siglo XIX en la Nueva Granada (López, 2007). El autor, nacido seguramente en Cali el 1 de abril de , fue el octavo hijo de Jorge Enrique Isaacs Adolfus (1808?-1861): judío converso oriundo de Montego Bay-Jamaica y de Manuela Ferrer Scarpetta (1813?-1866). Un examen crítico a lo que en términos de 1 Está vigente la polémica en torno al verdadero lugar de nacimiento del escritor (ver: González Escobar, 2007). Algunos autores han sostenido la hipótesis de que esto tuvo lugar en la Provincia del Chocó antes de

4 Bajtin (/1975/1989) estaría definiendo el cronotopo de la obra, es decir, aquel marco espacio-temporal donde se gesta la trama, señala además que Efraín, el narrador de la historia, es el intermediario entre dicha estructura literaria y una serie de lugares, personas y sucesos ligados al trasfondo biográfico del mismo Isaacs. Por su parte, la función de María es representar el poder numínico de la tradición mariana presente en las capillas de las haciendas del siglo XIX; una de estas es la que aún se denomina El Paraíso, supuesto escenario de la trama novelesca donde efectivamente residió la familia del escritor entre 1855 y 1858 (López, 2002). Como personaje central, María se construye a partir de un núcleo donde interactúan paralelamente la imagen de La Virgen de la Silla elaborada por el pintor renacentista Rafael Sanzio ( ) y, un sentimiento de culpabilidad que brota como reacción a ( ) deseos de carácter incestuoso (Bolaños, Góngora y Ruíz, 1995). Al verse reflejado en Efraín, el poeta exclama: Corazón cobarde!. No fuiste capaz de dejarte consumir por aquel fuego que mal escondido podía agostarla. Donde está ella ahora, ahora que ya no palpitas; ahora que los días y los años pasan sobre mi sin que sepa yo que te poseo? (Isaacs, /1867/1989). Los antecedentes son bien conocidos por los lectores. En el último viaje realizado a Jamaica por el padre de Efraín, éste descubre que su primo Salomón ha quedado viudo y a cargo de su hija Ester de tres años de edad. Ante dicha situación, el comerciante decide adoptar a la pequeña, bautizarla en el Catolicismo bajo el nombre de María y retornar con ella al Cauca donde se le tratará como parte de la familia. Así, la atracción sentimental de ambos personajes (Efraín y María), se ubica en el contexto de las restricciones para el matrimonio entre parientes consanguíneos: Pocos eran entonces los que ( ) pudiesen sospechar que María no era hija de mis padres (Isaacs, /1867/1989). Consolidados sus estudios en Bogotá teniendo ( ) casi veinte años, Efraín regresa a la Casa de la Sierra para descubrir en la enfermedad de su prima un nuevo impedimento: ( ) era el mismo mal de su madre, que había muerto muy joven atacada de una epilepsia incurable (Ibid.). Ante estas circunstancias, el padre obliga al joven enamorado a negociar la posibilidad de un matrimonio bajo el compromiso de anticipar sus estudios de Medicina en Europa: Corazón cobarde!, escribirá Jorge Isaacs en algún sombrío atardecer de 1865 (López, 2002). El trágico desenlace, ha sido 4

5 objeto de inspiración literaria, pictórica y cinematográfica a lo largo de ciento cincuenta años: Efraín viaja a Londres, lo cual suscita el recrudecimiento de la enfermedad de María y su improvisado retorno hasta la casa paterna. Allí, en el cementerio de la aldea, sólo encontrará una tumba solitaria en proximidades a un grupo de corpulentos tamarindos: ( ) quedé enfrente de un pedestal blanco y manchado por las lluvias, sobre el cual se elevaba una cruz de hierro (Isaacs, /1867/1989) (Figura 1). Figura 1. Efraín ante la tumba de María Ahora bien, con el influjo sentimental de la novela en aquella sociedad decimonónica adicta al Romanticismo y firme en el culto a la Virgen María, el sector de Santa Elena comenzó a ser visitado por intelectuales, religiosos y peregrinos que buscaban pruebas tangibles de la existencia de la protagonista de la obra y de los hechos que la rodearon: ( ) al separarnos de la casa [de la hacienda El Paraíso] a una distancia mayor de trescientos metros y descendiendo siempre hacia las márgenes del río, llegamos al sitio denominado por la tradición piedra de la lectura, comenta en 1895 una visitante norteamericana que se identifica como Miss Nelly (Rivera y Garrido, 1899). Diez años antes, el viajero alemán Ernst Röthlisberger había rememorado las páginas de María a su paso por la zona de El Cerrito: ( ) nos encontrábamos en el verdadero 5

6 escenario de su narración, cuyas idealizadas figuras parecían tomar aquí forma tangible (/1896/1993). Manuel Santos Cabera (1808?-1933), uno de los personajes insignia de la historia de Santa Elena y quien al parecer fue jardinero de los Isaacs en El Paraíso, contribuyó con sus testimonios a formalizar la creencia de que el cementerio donde tuvo lugar el desenlace del drama isaacsiano no fue otro más que el de este caserío, ya para entonces fusionado con los de Amaimito, Campoalegre, La Playa y Pajonales (López, 2002; Entrevista con Juan Villegas, 5 de diciembre de 1995). Cabrera afirmaba a los visitantes que en la residencia de sus patrones tuvo oportunidad de conocer a una muchacha ( ) llamada María. Esta murió de una enfermedad muy rara, todavía mocita ( ) la pusieron en el oratorio y recuerdo que todos los esclavos lloraban (En: Hispano, 1948). De esa forma, la novela terminó siendo asumida como un documento que reflejaba con todo detalle el trasfondo biográfico del autor. Dicho panorama cultural facilitó el origen de la leyenda con sus respectivas variantes, y es necesario distinguir en este proceso las relaciones de compadrazgo que los Isaacs mantenían con los antiguos habitantes de la zona, antepasados de los actuales santaeleneños. El 17 de julio de 1855, Jorge Enrique Isaacs Adolfus se convirtió en padrino de bautismo de la niña María de la O. López, hija de los mestizos Joaquín López y Ángela Hurtado que habían contraído matrimonio en Dos meses después la pequeña falleció y su cuerpo fue conducido hasta la aldea de El Cerrito, donde recibió sepultura en el cementerio parroquial: ( ) a quince de setiembre de mil ochocientos cincuenta i cinco, escribe el sacerdote José Patricio Paredes (APNCHC, Defunciones, Libro 3, f. 18v). Las reconstrucciones genealógicas muestran además, una serie de vínculos económicos y territoriales donde los López y otros grupos como los García, Rodríguez y Cabrera son quienes impulsan la obra del cementerio y la capilla entre 1880 y 1894 (López, 2002; APNCHC. Libro de Actas de la Junta Parroquial de El Cerrito ). Ya en ± 1927 el sepulturero Adolfo López ( ), quien tenía siete años al arribo de la familia del poeta, aseguraba haber participado en los funerales de María en dicho cementerio: Si, yo la llevé a enterrar. Ahí la tuvimos a la sombra de un guayabo hasta que hicimos el hoyo y la enterramos (Entrevista con Eva Arias de Vidal, 9 de diciembre de 1995); testimonio que también conservó su nieta Eulalia Canizales, a quien tuvimos oportunidad de entrevistar el 27 de marzo de 1996: 6

7 ( ) en [la quebrada] La Honda la bajaron, y volvieron y siguieron hasta allí al cementerio y ahí la enterraron. Y está allá la tumba de la María, ahí dizque la enterraron, me decía él, donde está la cruz (Figura 2). Figura 2. La denominada Tumba de María en el corregimiento de Santa Elena (El Cerrito-Valle) Así, varias generaciones han sostenido que el monumento funerario consistente en un pedestal de ladrillo sobre el cual se erige una cruz de hierro, y que en su travesaño exhibe una placa con el nombre María, indica el lugar de sepultura de este personaje: Eso era antiguo. Cuando ya nosotros estábamos en la escuela [± 1910] veníamos y nos enseñaban a ver la tumba de María. Ella quedó sepultada aquí (Entrevista con Juan Villegas, 5 de diciembre de 1995). La investigación antropológica desarrollada entre 1995 y 1997, concluyó que a pesar del enorme influjo de la ruta turística que generó la adquisición gubernamental de la casa de El Paraíso en 1953, el citado túmulo funerario ya constituía desde mucho tiempo atrás un recurso mnemotécnico en el que se afianzaba la identidad comunitaria. En algunas oportunidades, María goza de los mismos atributos destinados a las santas y mártires: La gente ha cogido como si esa tumba tuviese una santidad. Es que llegan ahí, y empiezan a rezar ( ). Dicen: «María es un símbolo del amor», como que si ella estuviese haciendo milagros (Entrevista con Wilmer Osorio, 7

8 19 de diciembre de 1995). Resultó evidente que el imaginario colectivo había logrado entretejer una serie de discursos encaminados a convertir a la tumba de María, y al cementerio del que hace parte, en un referente tangible de la memoria local. Así por ejemplo, Diógenes Cabrera del sector de Amaimito, nunca olvida la fecha de muerte de su antepasado Manuel Santos gracias a que lee con alguna frecuencia, los datos cronológicos inscritos en las lápidas de otros parientes fallecidos (López 2002). Teóricamente, sería posible reconstruir el origen de la identidad santaeleneña desde el análisis arqueológico de su monumentalidad funeraria, siempre y cuando, dicho ejercicio obre en estrecha correlación con las fuentes orales, archivísticas y etnográficas. Otro de los aspectos que influyó de manera notoria en la consolidación de la leyenda, tuvo que ver con la grabación de la película María de Alfredo del Diestro y Máximo Calvo en 1921, para lo cual, se valieron de los mismos escenarios citados en la obra haciendo participar incluso a varios de los residentes de Santa Elena. Uno de estos parece haber sido el controvertido Adolfo López; de lo que es factible deducir que su testimonio sobre el cortejo fúnebre que baja desde El Paraíso hasta el cementerio local para dar sepultura a María, debe contener imágenes interpoladas de las escenas de esta película muda de la que sólo se conservan veinte segundos. En algunos registros fotográficos se observa que el cuerpo de la actriz Estela López Pomareda ( ) es conducido hasta la población con mucha solemnidad, lo que de inmediato nos traslada al testimonio de don Antonio Guerao: A ella la trajeron a hombros de El Paraíso, en un andamio de guadua. Cortaron la guadua e hicieron un andamio así. Yo no sé si era Jorge Isaacs o era el otro familiar de ella. Bajaron unos trabajadores de por ahí para hacer la sepultura, y la sepultaron allí (Entrevista, 21 de diciembre de 1995). Nuestra hipótesis sugiere que los lugareños tomaron esas imágenes prácticamente ritualizadas y, las incorporaron a la memoria local como un suceso de carácter histórico, no como simple dramatización. Esto parece ser ratificado por Juan Villegas en la entrevista que nos concedió poco antes de fallecer: Por las películas que daban aquí en ese tiempo, mudas, sabíamos nosotros cómo era eso, cómo eran Efraín y María (5 de diciembre de 1995). 8

9 Al momento de ejecutar la propuesta de intervención arqueológica, ya había resultado evidente que la ubicación de la tumba de María en el contexto fúnebre, mostraba una destacable tendencia a la centralización espacial con respecto al lote de casi m² que define los límites del cementerio de Santa Elena. Dicho aspecto, guarda cierta analogía con la pauta suscitada en el mundo paleocristiano, donde alrededor de la tumba de algún mártir se iban cavando las sepulturas de los fieles hasta conformar verdaderos sitios de peregrinaje. Esto implicaba que el monumento original, la tumba del santo, se transformase en punto de convergencia para los demás entierros (Woodward, /1990/1992). Labores arqueológicas efectuadas en recintos eclesiásticos de la Edad Media, e incluso en templos de la época colonial como el de Santa Inés en Bogotá (siglo XVII), permiten comprender que las citadas asociaciones también reflejan modelos de jerarquía social, ajustados a la proximidad relativa de los difuntos con relación al altar mayor (Duque Gómez, 1960). El planteamiento de la hipótesis ad sanctos para el análisis arqueológico del cementerio de Santa Elena, iba dirigido a explorar las relaciones espaciales entre las tumbas y el centro del lote bajo el supuesto de que, este fenómeno cultural estaba positivamente correlacionado con la información archivística y los testimonios orales (López, 2002) (Figura 3). Refiriéndose a la tumba de María, don Antonio Guerao manifestaba lo siguiente: Eso era una tumba vieja de madera que le han hecho un letrerito así de ladrillo, al pie de un palo de guayabo. El cementerio estaba cercado de alambrado, entonces después fueron sepultando así en redondo hasta que ya se llenó el pedazo de terreno (Entrevista, 21 de diciembre de 1995). Figura 3. Levantamiento topográfico del cementerio 9

10 El estudio se basó en dos procedimientos: el uso de una cuadrícula virtual trazada desde el centro del lote o tumba de María (Punto 0,0) con el fin de llevar a cabo un análisis independiente de cada una de las cuatro secciones en que, resultó dividido el cementerio (A/1, B/1, A/2, B/2), y, de la técnica de seriación estilística que permite establecer cómo evolucionan arquitectónicamente los monumentos en apoyo de las fechas inscritas en las lápidas, pedestales y túmulos (Deetz, 1967). Como la pauta sugiere que cada fosa ha sido reutilizada por los respectivos linajes desde el origen mismo de este camposanto, cabía proponer que la distribución registrada por nosotros en 1996 se ajustaba en gran medida a lo dispuesto inicialmente por los fundadores (Anexo). Calculadas las distancias en metros desde cada sepultura hasta el punto de convergencia, se estableció que efectivamente, los valores promedio de los grupos que han tenido mayor preponderancia en la zona: López, Garcías y Rodríguez, tienden a ser inferiores con relación a las demás familias. Esto, goza de un significativo respaldo en las tradiciones orales, que atribuyen a los López la donación del terreno para el cementerio: ( ) él donó el terreno [Adolfo López] ( ) y allí enterraron a María. Eso quedó ahí en el medio ( ) la tumba de María ( ). No había donde enterrar la gente y todo eso. Entonces él dijo: «Pues no, vamos a hacer aquí este cementerio p a enterrar la gente, y me muero yo, y que aquí me entierren», decía (Entrevista con Eulalia Canizales, 27 de marzo de 1996). Los resultados muestran un conflicto ideológico muy semejante al que percibe Randall McGuire (1988) en varios cementerios de Broome County (Estados Unidos). Desde una perspectiva marxista, el arqueólogo sugiere que la evolución de las lápidas refleja los contrastes sociales, la migración y los cambios económicos ocurridos entre los siglos XVIII y XX. En Santa Elena, también cobra sentido el planteamiento de Vincent Thomas (/1975/1983) sobre un fenómeno que se denomina muerte escatológica, en el que resulta posible que algunos elementos fúnebres desligados de prácticas rituales por abandono de los dolientes, comiencen a ser objeto de resignificaciones ligadas al imaginario colectivo. Una de las tumbas de esta localidad, por ejemplo, se identifica con una lápida en la que se observa un cráneo al que rodean signos incomprensibles. Desconocidos sus nexos históricos y genealógicos, quizá porque los familiares del 10

11 difunto abandonaron el pueblo hace muchos años, se llegó a concebir que dichos símbolos son de carácter diabólico (López, 2002). Por último, es necesario señalar que esta confrontación ideológica también se revela a través de las fuentes consultadas: mientras que la obra literaria y las tradiciones orales afirman la existencia de María y de su lugar de sepultura, el análisis arqueológico del cementerio y la documentación archivística apuntan a cierto anacronismo suscitado por la época en que los Isaacs habitan la zona ( ), comparada con, el año en que verdaderamente apareció el cementerio según los manuscritos de la iglesia Nuestra Señora de Chiquinquirá de El Cerrito. En el Libro de Actas de la Junta Parroquial (APNCHC, ) se puede leer que este hecho tuvo lugar a mediados de 1880, es decir, casi treinta años después que la familia del poeta viviera en la hacienda El Paraíso: ( ) cercaron un lote con láminas de guadua, lo hicieron bendecir y entregaron su manejo a Eduardo Echeverri, vecino de aquel caserío (citado en: López, 2002). Ningún pariente de Jorge Isaacs pudo ser inhumado en Santa Elena en 1855; ésto sólo ocurriría el 21 de octubre de 1864 en el cementerio de la aldea El Cerrito, cuando una prima del escritor llamada María Manuela Conto falleció allí por causas desconocidas (APNCHC, Defunciones, Libro 4, f. 95v). Tiempo después, en Santa Elena, el viejo cura José Patricio Paredes hacía erigir una cruz en el centro del nuevo camposanto acorde al ritual católico: ( ) cruces de madera que se han de colocar en el cementerio, poniendo en medio de este la más alta (Lobo, Cabreros de Anta y Morán, 1963). Alrededor de este núcleo consagratorio se comenzará a tejer la leyenda isaacsiana: el relativo aislamiento de esta comunidad del piedemonte cordillerano, la presión cultural ejercida por los peregrinos que buscaban en el paisaje correspondencias históricas con la obra, el mismo fallecimiento de Jorge Isaacs el 17 de abril de , el hallazgo del negrito Juan Ángel Molina ( ) (supuesto paje de Efraín) en Caloto-Cauca y, los testimonios de algunos ancianos como Manuel Santos Cabrera, Adolfo López y Sixto Borrero, propiciaron la evolución física o arquitectónica de la cruz de madera hacia un túmulo improvisado de cantos rodados que se adosó a la 2 El autor de María, fue sepultado inicialmente en la ciudad de Ibagué en medio de la pobreza y el abandono. Hay que destacar también su participación en los conflictos bélicos, la política, la instrucción pública y la investigación arqueológica y etnográfica a lo largo del siglo XIX. Transcurrida la Guerra de los Mil Días, se dio cumplimiento a su voluntad en cuanto al destino de sus restos mortales: ( ) haréis que los sepulten en el valle de Medellín o cerca de la tumba de Córdoba (Carta dirigida a su amigo Juan Clímaco Arbeláez el 2 de agosto de Citada en Yepes, 1967). Hoy, la tumba del poeta constituye una de las expresiones artísticas más destacables del Cementerio de San Pedro de la capital de Antioquia. 11

12 base (calvario) entre ± : La cruz la pusieron y la acuñaron con piedra ( ). Y las otras piedras eran más grandes ( ) Yo me acuerdo de eso, a mí me llevaban allá al cementerio (Entrevista con Antonio Guerao, 21 de diciembre de 1995). Cuando Luis Carlos Velasco Madriñán visitó el caserío a principios de la década de los cincuenta, encontró: ( ) una cruz de madera fina, de unos dos metros de largo, colocada sobre un muro medio derruido ( ) bastante deteriorada ya por el tiempo no tenía ninguna leyenda (1954). Asegurada la ruta turística mediante la adquisición de la casa de El Paraíso, las condiciones estuvieron dadas para que la tumba de María se convirtiera finalmente en objeto arqueológico, en uno de los referentes más atractivos que Colombia pueda tener en patrimonio cultural funerario. Allá en el cementerio de la aldea, Entre el verde ramaje que la guarda, De la inocente y tímida María Ve el montañés la tumba solitaria. ( ) El aldeano cuando allí se acerca, Cuando mira esa tumba abandonada, Recuerda melancólico relato Que oyó en el valle, y suspirando pasa. (Luís María Mora. 1890) La Resolución 1447 de 2009 del Ministerio de Protección Social, define la palabra cementerio como: Lugar destinado para recibir y alojar los cadáveres, restos u órganos y/o partes humanas, ya sea en bóvedas, sepultura o tumba, osarios y cenízaros ; refiriéndose también a que en estos espacios la comunidad acostumbra a rendir ( ) homenaje a la memoria de los seres queridos (Título 1, Articulo 1 ). A partir de lo que hemos descrito con relación al cementerio de Santa Elena, es factible concebir que el patrimonio arqueológico no se cualifica así mismo sino que es producto de relaciones simbólicas, enmarcadas por lo que Ibáñez denomina ( ) actividad objetivadora del 12

13 Sujeto (1994). Éste principio de reflexividad epistemológica aplica indudablemente a la noción de imaginario colectivo que hemos retomado aquí. Desde ese enfoque, se puede creer que elementos patrimoniales como la tumba de María sólo adquieren sentido desde la historia y la cultura local; por lo que resulta justo sugerir que los monumentos funerarios constituyen un registro decodificable de esas fuerzas ideológicas: ( ) no son el resultado aleatorio de la acumulación de residuos intencionales de actividades cotidianas, sino el producto de secuencias reguladas por pautas sociales específicas (Vicent, 1995) 3. Aún siendo tan positivo que la normatividad cultural distinga entre bienes materiales e inmateriales, tiene mayor relevancia concluir que el patrimonio arqueológico guarda una faceta intangible que, no ha sido analizada con suficiencia por los investigadores: su valor no se reduce únicamente a lo estético, pues, logra trascender esa condición definiendo un vínculo inseparable con la memoria. Es allí donde parece insuficiente lo contemplado por el Artículo 29 de la Resolución 1447 (Título III): Las lápidas de modelos y características diferentes, instaladas en zonas históricas y en bóvedas antiguas de cementerios que se encuentran en funcionamiento, no serán removidas y se mantendrán como tal. Debido a que en Colombia existen lugares muy antiguos de inhumación (Ardila, 2009), específicamente aquellos que son posteriores al siglo XVI, es necesario reglamentar lo concerniente al patrimonio cultural funerario en términos de lo que señala la Ley 1185 de 2008 cuando afirma : El patrimonio arqueológico comprende aquellos vestigios producto de la actividad humana y aquellos restos orgánicos e inorgánicos que, mediante los métodos y técnicas propios de la arqueología y otras ciencias afines, permiten reconstruir y dar a conocer los orígenes y las trayectorias socioculturales pasadas (Artículo 3 ). 3 No sobra tener en cuenta el estudio de Villa Posse (1993) con los cementerios del Altiplano Cundiboyacense. 13

14 FUENTES APNCHC. Archivo de la Parroquia Nuestra Señora de Chiquinquirá de El Cerrito-Valle. Partida de Defunción de María de la O. López. Defunciones, Libro 3, f. 18v APNCHC. Archivo de la Parroquia Nuestra Señora de Chiquinquirá de El Cerrito-Valle. Partida de Defunción de María Manuela Conto. Defunciones, Libro 4, f. 95v APNCHC. Archivo de la Parroquia Nuestra Señora de Chiquinquirá de El Cerrito-Valle. Libro de Actas de la Junta Parroquial de El Cerrito ARDILA ARRIETA, Laura. La mala hora de los cementerios. En: El Espectador (8 de agosto) ARIÈS, Philippe. El hombre ante la muerte. Madrid: Taurus. /1977/1983. BAJTIN, Mijail. Las formas del tiempo y del cronotopo en la novela. En Teoría y estética de la novela. Madrid: Taurus. /1975/1989. BOLAÑOS, Anuar Iván; GÓNGORA, Eder y Harold RUÍZ. Relación amorosa entre Efraín y María: una mirada psicoanalítica (Tesis). Cali: Universidad del Valle. Facultad de Educación. Escuela de Psicología DEETZ, James. Invitation to Archaeology. New York: The American Museum of Natural History. The Natural History Press DUQUE GÓMEZ, Luis. El descubrimiento de la tumba del sabio Mutis: informe sobre las excavaciones practicadas en el antiguo templo de Santa Inés. Bogotá: Academia Colombiana de Historia ENTREVISTA CON ANTONIO GUERAO. En su residencia de Santa Elena-El Cerrito. 21 de diciembre de ENTREVISTA CON EULALIA CANIZALES. En su residencia de Santa Elena-El Cerrito. 27 de marzo de ENTREVISTA CON EVA ARIAS DE VIDAL. En su residencia de Santa Elena-El Cerrito. 9 de diciembre de ENTREVISTA CON WILMER OSORIO. En la vereda Amaimito de Santa Elena-El Cerrito. 19 de diciembre de ENTREVISTA CON JUAN VILLEGAS. En su residencia de Santa Elena-El Cerrito. 5 de diciembre de

15 GONZÁLEZ ESCOBAR, Luis Fernando. Jorge Isaacs y la ruta del Caribe por el Chocó. Memorias, Comercio, Esclavitud y Modernidad. En: Memorias de Primer Simposio Internacional Jorge Isaacs el creador en todas sus facetas. Cali: Universidad del Valle. p HISPANO, Cornelio. Quien fue María?. En: Revista de América, Vol. 13, No IBÁÑEZ MARTÍNEZ-CONDE, Jesús. Introducción. En: El regreso del sujeto: la investigación social de segundo orden. Madrid: Siglo Veintiuno ISAACS, Jorge. María. Edición de Donald McGrady. Bogotá: Rei Andes. /1867/1989. LEY 1185 DE Por la cual se modifica y adiciona la Ley 397 de 1997, Ley General de Cultura, y se dictan otras disposiciones. Bogotá: Congreso de la República de Colombia. LOBO, Arturo, CABREROS DE ANTA, Marcelino y Sabino MORÁN. Comentarios al Código de Derecho Canónico, Vol. 2. Madrid: La Editorial Católica. Biblioteca de Autores Cristianos LÓPEZ CANO, Luis Francisco. La tumba de María Isaacs: génesis y desarrollo de una leyenda vallecaucana. Bogotá: Ministerio de Cultura. Premios Departamentales LÓPEZ CANO, Luis Francisco. La Virgen de la Silla: eje histórico-cultural de la tradición isaacsiana. En: Memorias de Primer Simposio Internacional Jorge Isaacs el creador en todas sus facetas. Cali: Universidad del Valle. p McGUIRE, Randall. Dialogues with the Dead: Ideology and Cemetery. En: Historical Archaeology in the Eastern United States. Washington and London: Smithsonian Institution Press MORA, Luis María. Arpa de cinco cuerdas. Elegías. La niñera. Himnos antiguos. Sátira. Epístola. Roma: Imprenta Salesiana RESOLUCIÓN No DE Por la cual se reglamenta la prestación de los servicios de cementerios, inhumación y cremación de cadáveres. Bogotá: Ministerio de Protección Social. RÖTHLISBERGER, Ernst. El Dorado: estampas de viaje y cultura de la Colombia suramericana. Bogotá: Presidencia de la República. Biblioteca V Centenario Colcultura. /1896/1993. RIVERA Y GARRIDO, Luciano. En el escenario de María. En: Revista Ilustrada, Año 1, Vol. 1, No THOMAS, Louis Vincent. Antropología de la muerte. México: Fondo de Cultura Económica. /1975/

16 VELASCO MADRIÑÁN, Luis Carlos. Efraín y María: historia y leyenda. Cali: Imprenta Márquez VICENT GARCÍA, Juan Manuel. Problemas teóricos de la arqueología de la muerte: una introducción. En: Arqueoloxía da Morte. Xinzo de Limia, País Vasco VILLA POSSE, Eugenia. Muerte: cultos y cementerios. Colección Investigación y Desarrollo. Santafé de Bogotá: Disloque WOODWARD, Kenneth. La fabricación de los santos. Bogotá: Emecé. Círculo de Lectores. /1990/1992. YEPES LEMA, José. Jorge Isaacs legó a Antioquia sus cenizas. En: El Espectador. Magazín Dominical, Año 80, No

17 ANEXO PLANO CEMENTERIO DE SANTA ELENA

18 18