LA REVELACION DEL ESPIRITU EN EL NUEVO TESTAMENTO 1

Transcripción

1 LA REVELACION DEL ESPIRITU EN EL NUEVO TESTAMENTO 1 Sergio Zañartu, s. j. Dentro de los tres años de preparación a la celebración del 2º milenio del nacimiento de Cristo, el Santo Padre quiere que consagremos 1998 al Espíritu Santo. En nuestra experiencia, a menudo el rostro del Espíritu se nos escapa. Es misterioso como el viento: nadie sabe de dónde viene ni a dónde va. 2 Pero el Espíritu, la fuerza de Dios, que es sutil como el espíritu de la sabiduría 3, penetra en nuestro interior hasta el fondo de nuestros corazones. También es interior a Dios y explora sus profundidades. 4 Nadie conoce lo que está en Dios sino el Espíritu de Dios. Así él es el que nos ha revelado el misterio de la sabiduría de Dios 5 que había permanecido oculto desde el comienzo. 6 El Espíritu es el que ora por nosotros en nuestro interior con gemidos inenarrables 7 ; el que nos hace clamar abbá (papá) al dirigirnos a Dios. Porque es el Espíritu de la filiación adoptiva, del Hijo. Porque, por increíble gracia de Dios, ya no somos esclavos temerosos sino hijos, herederos en y con Cristo, el hijo natural. 8 El Espíritu infunde en nuestros corazones el amor de Dios, nos afirma en la esperanza de ese amor del que ya no podemos dudar y del que nada nos puede apartar, porque Dios nos amó definitivamente en el crucificado. 9 Entre los frutos del Espíritu no sólo se enumera el amor (supremo don del Espíritu), sino también la alegría, la paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre. Estos frutos son los contrarios a las obras de la carne: fornicación, impureza, libertinaje, idolatría, hechicería, odios, discordia, envidia, etc. 10 Por eso, el cristiano, que vive por el Espíritu, debe andar según el Espíritu y no realizar más las obras de la carne. 11 Porque aquellos que se dejan conducir por el Espíritu son los hijos de Dios. 12 Es el Espíritu interior de la nueva alianza, que escribe en la carne de los corazones. 13 No nos coacciona desde fuera, como lo hacía la ley antigua. Al revés, nos libera, porque es la ley interior del Espíritu 14, que surge desde 1 Este Artículo fue publicado en Mensaje 47(1998) En él sólo pretendo presentar algunas ideas centrales, junto con algunos textos. 2 Jn 3, 8. 3 Sb 7, 22ss. 4 Así como el espíritu del hombre conoce lo del hombre. 5 1Co 2, 10s. Cf. Ef 3, 5s. 6 "Lo que Dios ha preparado para los que lo aman, que ni ojo vio, ni oído oyó, ni el corazón del hombre concibió" (1Co 2, 9). 7 Rm 8, 26s. 8 Rm 8, 15-17; Ga 4, 6s. 9 Rm 5, 5-10; 8, Cf. 15, 13; Ga 5, Ga 5, Rm 8, 4; Ga 5, Rm 8, Co 3, 3.6. Cf. Jr 31, 31-34; Ez 11, 19s; 36, 26s; 2Co 1, 22; Ga 4, 6. La verdadera circuncisión es la del corazón, por el Espíritu (Rm 2, 29; Flp 3, 3). 14 Rm 7, 6; 8, 2. Cf Ga 5, 18. El Espíritu nos capacita para cumplir la justicia de la ley (cf. Rm 8, 4). 1

2 dentro. Por eso Pablo dice que donde está el Espíritu está la libertad. 1 Y también está la vida 2, la del Jesús resucitado. El Espíritu vivifica, contrapuesto a a la letra de la ley que mata 3, a la carne que no aprovecha para nada 4 o cuyas obras conducen a la muerte. 5 Y Dios, mediante su Espíritu, vivificará nuestros cuerpos mortales, nos resucitará, como ya lo hizo con Jesús 6, que pasó a ser espíritu vivificante. 7 Nosotros nacemos de la carne y somos carne. La carne es lo perecedero. No podemos entrar en el reino de Dios. Para entrar en él, tenemos que nacer de arriba, del agua y del Espíritu (bautismo). Y lo que nace del Espíritu es espíritu. 8 En espíritu y en verdad se da el culto verdadero a Dios, que es espíritu. 9 Para eso hemos recibido el baño de re-generación y la renovación del Espíritu Santo. 10 Juan Bautista bautizaba en agua; Cristo es el que bautiza en Espíritu Santo. 11 Todos nosotros hemos sido bautizados en el único Espíritu y bebido de él y así pasamos a formar un solo cuerpo, el cuerpo de Cristo. 12 El que no tiene el Espíritu, no es de Cristo. 13 Dios nos ha ungido 14, nos ha marcado con el sello de su Espíritu. El Espíritu es la prenda de la vida eterna y su primicia. 15 Por eso el Espíritu es como el que subtiende nuestra esperanza hacia la plenitud. 16 Porque sólo estamos al comienzo de la vida eterna; la plenitud llegará cuando al final Dios sea todo en todos. 17 El Espíritu, que es santo, nos santifica. 18 Ya somos templos de Dios por el Espíritu Santo que habita en nosotros. 19 En Cristo somos nueva creación, el hombre nuevo 20, pero tenemos que crecer en nuestro hombre interior, conformándonos a Cristo a través de los padecimientos y reflejando su gloria. 21 El Espíritu santo es el que nos fortifica 22, el que nos da sus dones y frutos. En el Espíritu, por Cristo, tenemos acceso al Padre Co 3, Cf. Rm 8, 2.10; Ga 5, 25, etc. 3 2Co 3, 6. 4 Jn 6, Rm 8, 6.13; Ga 6, 8. 6 Rm 8, 11. Cf. Rm 1, 4; 1Tm 3, 16; 1P 3, Co 15, 45; 2Co 3, 17s. 8 Jn 3, Jn 4, 23s. 10 Tt 3, 5. Cf. 1Co 6, Mt 3, 11par; Jn 1, 33; Hch 1, 5; 11, Co 12, 13. Ya seamos esclavos o libres, judíos o griegos. 13 Rm 8, Co 1, 21. Cf. 1Jn 2, 27. Véase Hch 10, Rm 8, 23s; 2Co 1, 21s; 5, 5; Ef 1, 13s; 4, Por su fuerza, esperamos (Rm 15, 13; cf. Ga 5, 5). 17 1Co 15, Rm 15, 16; 1Co 6, 11; 2Ts 2, 13; 1P 1, Co 3, 16s; Ef 2, 21s. Cf. Rm 8, 9.11; 1Co 6, 19; 2Tm 1, Co 5, 17; Ga 6, 15; Ef 2,15; 4, 24; Col 3, Co 4, 16; Rm 8, 17; Flp 3, 10s; 2Co 3, Ef 3, Ef 2, 18. 2

3 El Mesías esperado iba a tener la plenitud del Espíritu con sus dones: "espíritu de sabiduría, y de discernimiento, espíritu de consejo y de fortaleza, espíritu de conocimiento y de temor de Yahweh" (Is 11, 2). 1 Jesús fue el hombre lleno del Espíritu. Si Mt y Mc lo tienden a presentar a Jesús como un "pneumático" (carismático) en quien habita la fuerza del Espíritu, en un grado máximo, para significar así que él es el salvador definitivo, Lc lo presentaría más bien como pleno poseedor de ese mismo Espíritu, como quien lo tiene para manifestarlo y comunicarlo. 2 Y en Hch, obra de Lucas, es Cristo quien derrama sobre nosotros el Espíritu, recibiéndolo del Padre en su glorificación. 3 Jn 7, 39 aclara que todavía no había Espíritu, porque Jesús aún no había sido glorificado. 4 Y el Espíritu, en Jn, va a ser insuflado a los discípulos por el Jesús resucitado. 5 Algunos autores lo ven entregado en la cruz, a cuyo pie está su Madre y el discípulo amado. 6 La mirada desde la fe pascual ve plenamente el Espíritu en el bautismo de Jesús y en su misma concepción virginal. 7 El nombre nombre "Cristo" ("Mesías" en hebreo), que se le aplica a Jesús, quiere decir "ungido", ungido por el Espíritu. 8 Si el Espíritu, en la vida de Jesús, está como concentrado en él y aparece muy poco, es porque era necesario que él se fuera para que el otro Paráclito (defensor, ayudador), el Espíritu Santo o de la verdad, viniera. 9 En Pentecostés se derrama masivamente el Espíritu sobre los apóstoles y discípulos. 10 Así termina de nacer la Iglesia. Este acontecimiento de Pentecostés es el signo de que han llegado los últimos tiempos (escatológicos). 11 En el A. T. las actuaciones, p. e. proféticas, del Espíritu eran temporales, en algunas personas y para ciertos actos. Ahora, en cambio, es general y para siempre. 12 El Espíritu queda en la Iglesia, quien aparece dándolo a través de la imposición de las manos de los apóstoles. 13 En Hch el Espíritu guía a la Iglesia. Así la decisión del Concilio de Jerusalén es decisión del Espíritu Santo. 14 Gran acontecimiento es la efusión del Espíritu, réplica menor de Pentecostés, sobre los paganos, Cornelio y su gente. 15 En Hch se trata del Espíritu profético, para el testimonio, para la misión. 1 Cf. Is 42, 1 (Mt 12, 18); 61, 1( Lc 4, 18). 2 Lc 4, 1; 24, 49. Como diferente a los carismáticos de la comunidad. 3 Hch 2, El Jesús de Jn, sobre quien reposa el Espíritu (Jn 1, 32s), no parece afectado por éste. Jesús no es presentado como pneumático; su hablar no parece "inspirado". 5 Jn 20, Jn 19, Mc 1, 10par; Mt 1, 20; Lc 1, Hch 10, Jn 14, 16s.26; 15, 26; 16, Hch 2, 1ss. Todo cristiano va a ser bautiuzado en el Espíritu (Mt 28, 19; Jn 3, 5-7; 7, 39; Hch 2, 38; 1Co 6, 11; 12, 13; Tt 3, 5s. Véase Lc 11, Hch 2, 17s. 12 Jn 14, Hch 8, 15-19; 19, Hch 15, Hch 10,

4 El Espíritu es el que distribuye a todos los miembros de la Iglesia sus respectivos carismas 1, que pueden ser más espectaculares, como el don de de lenguas, o parecer más ordinarios como el don de conducción. El mejor don es el amor, sin el cual ni siquiera el martirio vale. Estos dones, entre los que se cuenta el ser apóstol, son complementarios para edificación, en forma armónica, de la única Iglesia. 2 El Espíritu es el que habla en las profecías, en las Escrituras 3 ; el que habla a las Iglesias en el Ap. 4 Lucas destaca la dimensión profética del Espíritu para la misión; Pablo pone el carisma de la profecía por sobre el hablar en lenguas 5 ; Jn nos presenta al Espíritu también como el maestro interior, continuador de Jesús. 6 El Espíritu no trae una nueva revelación, sino que nos conduce a la verdad plena de lo de Jesús. 7 Nos conforta y da testimonio contra el mundo. 8 El problema, frente a los pseudoprofetas, es distinguir el Espíritu de la verdad del espíritu del error. 9 Sólo en el Espíritu Santo confesamos que Jesús es Señor. 10 Y si un espíritu niega la verdadera encarnación de Dios en Jesús, es del anticristo. 11 Pero, además de la correcta fe, está el criterio del amor en la comunidad, como prueba de la actuación del Espíritu de Dios. 12 El Espíritu Santo es el Espíritu de Dios, enviado y dado por él. Pero también es el Espíritu de Cristo 13, que también nos lo da. 14 Es decir, el Padre nos lo da por medio de Cristo. 15 Dios el Padre nos penetra y nos transforma mediante su Espíritu, el que nos incorpora al único cuerpo de Cristo. 16 Y así volvemos al Padre de quien todo procede. "Porque por medio de él (Cristo), ambos (los paganos e Israel) tenemos acceso al Padre en el Espíritu" (Ef 2, 18). El Espíritu une: une a los cristianos 17 en un cuerpo, nos une a Cristo, el Hijo; nos actualiza lo dicho y obrado por Cristo. Y el Espíritu, que anuncia el 1 1Co 12, 1-14, 40. Cf. Rm 12, 3-8; Ef 4, 11; 1Tm 4, 14; 2Tm 1, 6s; 1P 4, 10s. 2 Pablo no tiene una lista fija de dones, y de hecho en la historia el Espíritu irá suscitando nuevos carismas, según las necesidades. 3 P. e. 1P 1, 11s; 2P 1, 21 4 Ap 2, 7, ; 3, Y el Espíritu nos revela el misterio de Dios. 6 Jn 14, 16; 16, 7. 7 Jn 14, 26; 16, 13. Porque recordará lo de Jesús, testimoniará sobre él (Jn 15, 26; cf. 1Jn 5, 6-8); tomará de lo de Jesús (todo lo del Padre es de Jesús) y lo anunciará, porque su anuncio del futuro es en relación a lo de Jesús (Jn 16, 13-15). Es como una unción que nos lo enseña todo (1Jn 2, 27). Es el Espíritu de la verdad (Jn 14, 17; 15, 26; 16, 13; 1Jn 4, 6; cf. 1Jn 5, 6). 8 Jn 16, Véase Mt 10, 18-20par. 9 1Jn 4, Co 12, Jn 4, 2s; 5, Jn 3, 23s; 4, 12s. Es un fruto del Espíritu. Pablo nos habla del carisma de discernimiento de espíritus (1Co 12, 10). Cf. 1Ts 5, 19-21; 1Jn 4, 1. En el N. T., los profetas están sometidos al discernimiento de la Iglesia (1Co 14, 29; cf. 1Co 14, 32). 13 Ga 4, 6; 2Co 3, 17; Hch 16, 7; Rm 8, 9; 1P 1, 11; Flp 1, 19. Cf. Rm 8, 15. Véase Hch 5, 9; 8, Jn 20, 22; Hch 2, 33; Tt 3, 5s. Cf. Lc 24, 49; Jn 15, 26; 16, 7; Jn 7, 38. Pero recordemos que Cristo es ungido por el Espíritu y que éste permanece sobre él (Jn 1, 32s). 15 Hch 2, 33; Tt 3, 5s. El Padre recapitula todo en Cristo por el Espíritu (cf. Ef 1, 10.13). 16 1Co 12,13. Pero Cristo es el que obra a través del Espíritu (Rm 15, 18s), y no al revés. 17 P. e. Rm 15, 30; Flp 2, 1; Ef 4, 3s. Frutos del Espíritu son el amor y la paz, etc. 4

5 futuro, que es primicia y prenda del final (de la vida resucitada), que nos colma de esperanza, nos abre hacia ese futuro al que él mismo nos va conduciendo. Es libre, impredecible, indomesticable. Pero, si el Espíritu nos entusiasma 1 y nos hace libres, Cristo es el único camino. 2 Si el Espíritu en el A. T. era la fuerza fuerza de Dios para actos que superaban al hombre, en el N. T. se convierte en la tercera "persona" en Dios 3, que puede inhabitar en nosotros permanentemente, nos enseña y nos conduce con suavidad y fortaleza. Por eso que el bautismo es en el nombre (uniéndonos a ellos) del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. 4 Terminamos este artículo con la despedida litúrgica de Pablo: "La gracia del Señor Jesucristo y el amor de Dios (el Padre) y la comunión del Espíritu Santo esté con todos Uds" (2Co 13, 13). 1 Nos da la fortaleza y valentía en el testimonio (Hch 2, 29; 4, ). 2 Jn 14, 6. A él nos configuramos (Rm 8, 29; 2Co 3, 18; Ga 4, 19; Flp 3, 21), y no al Espíritu. 3 Intercede por nosotros delante de Dios (Jn 14, 16; Rm 8, 15.26s; Ga 4, 6) y suplica junto con la Iglesia que el Señor Jesús venga (Ap 22, 17). Es dado a la Iglesia por el Padre mediante el Hijo. Es el otro Paráclito (Jn 14, 16). 4 Mt 28, 19. Integra la experiencia del bautismo en el Espíritu y está en conexión con el bautismo trinitario de Jesús. 5