LAS ENFERMEDADES DE SAN MARTÍN:

Transcripción

1 LAS ENFERMEDADES DE SAN MARTÍN: Breve relato de una larga y fructífera existencia ARMANDO M. PÉREZ DE NUCCI * *Doctor en Medicina y Filosofía. Miembro de la Academia Nacional de la Historia. El General José de San Martín murió el 17 de Agosto de 1850, a las tres de la tarde. Se cumple este mes un aniversario más de la muerte de un militar brillante y estratega sin igual, padre de la Patria y gestor importante de su independencia. Interesa hoy más que nunca, hablar de su presencia en el Noroeste de nuestro país y de su desempeño militar, humano y patobiográfico durante el corto tiempo que le tocó actuar en nuestra región. La suya fue una vida a la vez sacrificada y muy productiva para la causa de la Revolución de Mayo de 1810 a la vez que una existencia marcada por la enfermedad desde sus años jóvenes, lo que, sin embargo, no le impidió ser el paradigma de la liberación de América. 1

2 Nacido en Yapeyú el 25 de Febrero de 1778, no he encontrado en la búsqueda bibliográfica referencias significativas a enfermedades de su niñez, tales como rubéola, escarlatina, etc. A los once años ingresa como cadete en el Regimiento de Murcia y a los trece aparece por primera vez una referencia patológica manifestada como insomnio y hambre durante el sitio de Orán, en África. No son estos síntomas patognomónicos, reflejo de alguna enfermedad importante, de manera que pasan a ser una introducción a su patobiografía. En 1801, mientras viajaba de Valladolid a Salamanca, es asaltado, sufriendo heridas en el pecho, la mano y la garganta, afecciones estas de las que se recupera satisfactoriamente, no existiendo mayores referencias posteriores a este hecho. Hacia 1808, después de la Batalla de Bailén, experimenta una enfermedad poco específicamente descripta en los textos, pero que lo mantiene inmovilizado por un tiempo, existiendo en los documentos pedidos de reposo y licencia, sin especificar la sintomatología y el diagnóstico de la misma, siendo posible presuponer que se trataría de los prolegómenos de su enfermedad gástrica, que habría de acompañarle el resto de su vida. En la batalla de Albuera, la última en que participó San Martín en Europa, fue herido en el brazo izquierdo aparentemente sin mayores consecuencias. 2

3 En 1808 presento un cuadro de asma, que le mantuvo en reposo durante seis meses; no hay elementos claros para hacer un diagnóstico de la afección, por lo que las opiniones de diversos autores divergen en este punto de su salud. Ricardo Rojas menciona específicamente los diagnósticos de asma y reumatismo como enfermedades concomitantes por aquellos años, con la precariedad que significan referencia a enfermedades que a veces por aquellos tiempos tenían otras denominaciones. En 1812 regresa Argentina, a los 34 años de edad, constando en su foja de servicios que contaba con buena salud y después de un período en el que demostró su capacidad, es designado en 1814 al mando del Ejército del Norte, cargo en el que vendría a reemplazar a Belgrano. Previamente había sufrido una herida en la cara en el Combate de San Lorenzo, el aplastamiento de una pierna y una contusión de hombro al caer su caballo. Las guerras llegaron al norte de nuestro país con las expediciones militares que trataban de asegurar a estas provincias del noroeste, para la consolidación del proceso revolucionario que había empezado el 25 de Mayo de Los triunfos de Tucumán el 22 de Septiembre de 1812 y Salta el 20 de Febrero de 1813, pusieron un cerrojo hermético a los españoles, impidiéndoles el ingreso a nuestro territorio por el norte. Sin embargo, sobrevenidas las batallas de Vilcapugio y Ayohuma, la posición del ejército se debilitó considerablemente e hizo que el poder central pensara en reemplazar a Manuel Belgrano en el comando de dichas tropas. Debido e este proceso, en 1814, San Martín residió por un tiempo en Tucumán, siendo su presencia fundamental para la causa de la Revolución de Mayo y el mantenimiento moral y material de las fuerzas armadas con asiento en el noroeste argentino. En efecto, 1814 había sido un año crítico para la causa de la revolución : derrota de Belgrano en dos batallas, retirada del norte, represión sangrienta en Bolivia por parte de los realistas, amenaza de invasión por el Alto Perú, refuerzos españoles en Montevideo y triunfo de los ejércitos peninsulares contra el invasor francés en España. Todas estas noticias y hechos hacían presumir aires de desastre para Tucumán.San Martín llega a una provincia desanimada, con efectivos derrotados y con pocas provisiones, en estado crítico, con la función de rehacer la moral y el equipamiento militar y devolver la confianza a habitantes y efectivos, además de mejorar la salud de éstos y de la población en general. En sus planes, según Pérez Amuchástegui, estaba cumplir con cuatro objetivos básicos para asegurar el destino de la patria: 1.- Sostener la ciudad y la provincia a ultranza en poder de los patriotas. 2.- Poner al ejército en condiciones de batalla por si el enemigo atacase. 3.- Hostilizar al ejército español mediante la guerra irregular (Güemes). 4.- Simular una acción ofensiva y convencer de ella al mando hispano. 3

4 De allí que todo el accionar de San Martín era apoyarse en los cuatro puntos mencionados y revertir la situación imperante en el noroeste. Y los cumplió, a pesar de su enfermedad en nuestras tierras, asegurando para la causa patriota el territorio de Tucumán, de acuerdo al plan previsto. Escribe ese año al Director Supremo sus impresiones sobre el estado anímico y físico de la tropa, manifestando que Ya le dije a Vuestra Excelencia que yo no había encontrado más que unos tristes fragmentos de un ejército derrotado. Un hospital sin medicinas, sin caja de instrumentos, sin útiles para el servicio, sin colchones, almohadas, sábanas ni cubiertas de ninguna clase, presenta el sensible espectáculo de unos hombres tirados en el suelo, que después de haberse sacrificado en una campaña desastrosa, añaden a sus males el desconsuelo de no poder ser asistidos del modo que reclama la humanidad y sus propios méritos. Unas tropas tan desnudas que se resiente la decencia al ver a un defensor de la patria con el traje de un pordiosero y una oficialidad que no tiene como presentarse ante el público. Su desempeño en este campo militar fue brillante y lleno de logros, mejorando notablemente el estado de las tropas y oficiales y creando en ellos una recarga de vigor que permitió organizarlos efectivamente para su función primordial, que era impedir la entrada de los realistas en tierras de Tucumán, manteniendo un Norte seguro que le permitiera realizar con tranquilidad el Plan Continental y de esta manera dar la libertad a América. Estando en Tucumán, experimenta una severa hematemesis (vómito de sangre de origen gastroduodenal), que lo postra considerablemente, viéndose obligado a pedir licencia y retirarse, primero a la Ramada y luego fuera de la provincia, para recuperar su salud. No habría de volver más a Tucumán. Le esperaba el Plan Continental, la liberación de América y la gloria. A partir de ese momento, empezaría a padecer periódicos episodios de hemorragias, exacerbadas en situaciones de stress, lo que corrobora la hipótesis de úlcera gastroduodenal y para cuya remisión el conocía perfectamente el remedio, manifestando en una oportunidad que conozco el remedio, sería la tranquilidad..., pero su existencia y situación de guerra le impedían tal cosa. Experimentó además episodios de disentería, cólera, esguinces, hemorroides, tifoidea y reumatismo, además de una probable tuberculosis según algunos autores, afecciones comunes en el clima de guerra y privaciones al que se veía sometido en los sucesos de la guerra de emancipación. Aún a pesar de esto, la enfermedad no le fue un impedimento para ejecutar una carrera militar y política brillante y llegar a anciano en plena posesión de sus facultades mentales, a pesar de la decadencia física que todo ser humano experimenta con el paso de los años. En 1832 una grave epidemia de cólera asoló Europa, incluyendo a Francia. Se trató de un tipo de cólera más benigno, llamado morbus nostra, que se caracterizaba por una diarrea con cólicos intestinales o gastroenteritis, que pasaba en unos cuantos días, sin mayores problemas. Falleció dos días después de experimentar un desmayo. Dijo a su hija: Es la fatiga de la muerte... poco antes de morir. Con él abandona la escena militar de nuestro país uno de los genios militares más brillantes que hayamos tenido en nuestra historia y uno de los patriotas más puros y capaces de la gesta independentista. 4

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