I Domingo de Adviento

Transcripción

1 I Domingo de Adviento 2 de diciembre de 2012 Monición Resuena hoy en medio de nosotros un anuncio lleno de esperanza: El Señor viene! Viene a renovar nuestras vidas, viene a renovar el camino de la humanidad y conducirlo hacia su Reino. Hoy, al comenzar el tiempo de Adviento, se nos llama a vivir con alegría ese anuncio gozoso y a responder a él. Para recibir al Señor hoy y todos los días, y para vivir un día para siempre en los cielos nuevos y la tierra nueva que él nos ofrece. Comencemos ahora la celebración encendiendo el primer cirio de la corona de Adviento, que nos señala el camino hacia la fiesta de la Navidad. 1 Bendición de la corona de adviento La tierra, Señor, se alegra en estos días y tu Iglesia desborda de gozo ante tu Hijo, el Señor, que se avecina como luz esplendorosa, para iluminar a los que están en las tinieblas del egoísmo, del dolor y del pecado. Llenos de esperanza en su venida hemos preparado con gran cariño esta corona; la hemos hecho con ramas verdes de nuestra tierra, para que nos acompañe en nuestra parroquia en este tiempo de preparación para la venida de tu Hijo en Navidad. Te pedimos, Señor, que ir encendiendo estas velas nos ilumines a todos nosotros con ese esplendor de aquel que, por su luz del mundo, iluminarás todas las oscuridades. El que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.

2 Encender la primera vela de la corona Encendemos, Señor, esta luz, como aquel que enciende su lámpara para salir en la noche, al encuentro del amigo que ya viene. En esta primera semana del Adviento queremos levantarnos para esperarte preparados, para recibirte con alegría. Muchas sombras nos envuelven. Muchos halagos nos adormecen. Queremos estar despiertos y vigilantes, porque tú nos traes la luz más clara, la paz más profunda, y la alegría más verdadera. Ven, Señor Jesús! Ven, Señor Jesús! Acto penitencial 2 -Ven, Señor, restáuranos y que brille tu rostro sobre nosotros. Señor, ten piedad. -Ven, Señor, ven a visitar tu viña, la cepa que tu diestra plantó. Cristo, ten piedad. -Ven, Señor, rasga el cielo y baja para darnos tu salvación. Señor, ten piedad. Primera Lectura Lectura del profeta Jeremías (33, 14-16) Llegarán los días -oráculo del Señor- en que Yo cumpliré la promesa que pronuncié acerca de la casa de Israel y la casa de Judá: En aquellos días y en aquel tiempo, haré brotar para David un germen justo, y él practicará la justicia y el derecho en el país. En aquellos días, estará a salvo Judá y Jerusalén habitará segura. Y la llamarán así: «El Señor es nuestra justicia». Palabra de Dios.

3 Salmo responsorial (Salmo 24, 4bc-5ab y14.) R/. A ti, Señor, levanto mi alma Muéstrame, Señor, tus caminos, enséñame tus senderos. Guíame por el camino de tu fidelidad; enséñame, porque tú eres mi Dios y mi salvador. R. El Señor es bondadoso y recto: por eso muestra el camino a los extraviados; Él guía a los humildes para que obren rectamente y enseña su camino a los pobres. R. 3 Todos los senderos del Señor son amor y fidelidad, para los que observan los preceptos de su alianza. El Señor da su amistad a los que lo temen y les hace conocer su alianza. R. Segunda Lectura Lectura de la primera carta del apóstol San Pablo a los Tesalonicenses (3, 12-4,2) Hermanos: Que el Señor los haga crecer cada vez más en el amor mutuo y hacia todos los demás, semejante al que nosotros tenemos por ustedes. Que Él fortalezca sus corazones en la santidad y los haga irreprochables delante de Dios, nuestro Padre, el Día de la Venida del Señor Jesús con todos sus santos. Amén. Por lo demás, hermanos, les rogamos y les exhortamos en el Señor Jesús, que vivan conforme a lo que han aprendido de nosotros sobre la manera de comportarse para agradar a Dios. De hecho, ustedes ya viven así: hagan mayores progresos todavía. Ya conocen las instrucciones que les he dado en nombre del Señor Jesús. Palabra de Dios.

4 Aleluya Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación Evangelio +Lectura del Santo Evangelio según Lucas (21, ) Jesús dijo a sus discípulos: Habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas; y en la tierra, los pueblos serán presa de la angustia ante el rugido del mar y la violencia de las olas. Los hombres desfallecerán de miedo ante la expectativa de lo que sobrevendrá al mundo, porque los astros se conmoverán. Entonces se verá al Hijo del hombre venir sobre una nube, lleno de poder y de gloria. Cuando comience a suceder esto, tengan ánimo y levanten la cabeza, porque está por llegarles la liberación. Tengan cuidado de no dejarse aturdir por los excesos, la embriaguez y las preocupaciones de la vida, para que ese día no caiga de improviso sobre ustedes como una trampa, porque sobrevendrá a todos los hombres en toda la tierra. Estén prevenidos y oren incesantemente, para quedar a salvo de todo lo que ha de ocurrir. Así podrán comparecer seguros ante el Hijo del hombre. 4 Palabra del Señor.

5 Reflexión Comenzamos hoy el tiempo litúrgico del Adviento, un tiempo de gracia en el que se renueva en el corazón de los fieles el deseo de encontrarse con el Señor, de volver a comprobar su grandeza. El Adviento nos recuerda tres misterios que hemos de meditar y para los que nos preparamos mediante las buenas obras, con la penitencia y con mayor hondura en la oración. Un primer misterio es la espera que Israel y muchos pueblos antiguos vivieron durante siglos en el deseo de una intervención divina muy especial en la historia humana. En Israel esa espera se concretaba en la llegada del Mesías, "Dios con nosotros". Nos preparamos para un suceso ya ocurrido pero que volveremos a celebrar el nacimiento del Hijo de Dios en Belén, un hecho trascendental, centro de la historia. Dios viene a habitar entre los hombres, este es un misterio que no podemos abarcar en toda su grandeza. La Virgen María, como la mayoría de los judíos, esperaba la venida del Mesías, pero ella vivió esa espera de modo especial pues iba a dar a luz a un Niño que era el Mesías prometido. "Cielos, lloved vuestra justicia, ábrase la tierra y brote al Salvador". "Cielos derramad el rocío". Son oraciones que expresan el deseo de un Dios cercano. Que ya está entre nosotros pero que volveremos a celebrar como si fuera la primera vez. "El Señor nos dará sus bienes y nuestra tierra dará su fruto" (Sal 84, 13). Un segundo misterio que meditamos durante el Adviento es la venida del Señor al fin de los tiempos. Los primeros cristianos que vivieron su fe en condiciones sociales adversas y, en general, los cristianos de todos los tiempos que por causa de Jesucristo sufren tribulación, y nosotros mismos ante la presencia del mal en el mundo sentimos el deseo fuerte de que venga el Señor a poner orden, a hacer justicia. "Marana tha" "Ven, Señor Jesús". "A ti, Señor, levanto mi alma: Dios mío, en ti confío; no quede yo defraudado; que no triunfen de mí mis enemigos, pues los que esperan en ti no quedan defraudados" (Sal 24, 1-3). 5

6 Es la esperanza, también, del cielo, de vivir con Dios eternamente como hemos rezado en la oración colecta: "Dios todopoderoso, aviva en tus fieles, al comenzar el Adviento, el deseo de salir al encuentro de Cristo, acompañados por las buenas obras, para que, colocados un día a su derecha, merezcamos poseer el reino eterno" (Primer domingo de adviento). El tercer misterio es la venida del Señor a nuestro corazón. También se ha realizado cuando recibimos el Bautismo, pero tantas veces lo hemos echado. Deseamos que se encuentre a gusto con nosotros, que no se sienta defraudado. Es el misterio de que habla San Pablo cuando dice: "Ya no vivo yo, es Cristo quien vive en mí". En el tiempo de Adviento hemos de volver "a descubrir el valor de los bienes eternos y a poner en ellos nuestro corazón". Jesús resume el espíritu del Adviento en el Evangelio que hoy hemos leído: "Levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación" (Lc 21, ). 6

7 Oración de los fieles Con la confianza de los hijos en su padre, acudamos hoy a Dios, al Padre de nuestro Señor Jesucristo y de todos los hombres, presentándole nuestras necesidades. - Por la Iglesia extendida por todo el mundo, para que sea ante los hombres signo del amor de Dios manifestado en Cristo. ROGUEMOS AL SEÑOR. - Por todos los cristianos, para que hagamos del Adviento un tiempo de acogida, de cercanía, de búsqueda del bien, de la paz y de la justicia para todos. ROGUEMOS AL SEÑOR. - Por las autoridades y los gobernantes de las naciones, para que busquen siempre el bien de todos, que trabajen en favor de la justicia y defiendan la paz. ROGUEMOS AL SEÑOR. 7 - Por las personas que viven sin ilusión, sin esperanza, cansados de luchar, para que encuentren motivos y personas que les ayuden en su camino. ROGUEMOS AL SEÑOR. - Por la Fraternidad Franciscana de la Cruz y por cada uno de los hermanos, para que seamos sencillos, acogedores, y estemos despiertos para ver las necesidades de nuestros hermanos. ROGUEMOS AL SEÑOR. Se pueden añadir algunas intenciones libres Oración Señor Jesucristo, tú eres quien va a venir a renovarnos a nosotros y a nuestro mundo. Sé nuestra alegría, nuestra paz, toda nuestra esperanza, ahora y por los siglos de los siglos.

8 Ofrendas "Señor, con el pan y el vino te presentamos nuestra vida. Haz de nosotros un instrumento de tu paz. Donde hay odio, que yo ponga amor. Donde haya ofensas, que yo ponga perdón. Donde haya discordia, que yo ponga verdad. Donde haya duda, que yo ponga fe. Donde haya desesperanza, que yo ponga esperanza. Donde haya tinieblas, que yo ponga luz. Donde haya tristeza, que yo ponga alegría". Oración para después de la comunión Gracias, Señor, por quedarte en mí y junto a cada uno de nosotros hecho alimento, para ayudarnos a recorrer el camino. Gracias por las llamadas que continuamente nos haces a seguirte, a testimoniar con nuestra vida el Evangelio, a ser cepas que den buenos y abundantes frutos. Gracias por insistir en las llamadas, pese a que nuestras respuestas casi siempre son negativas, tibias, faltas de coraje y decisión. No te canses Señor. Ayúdanos con la fuerza de esta comunión a dejarnos transformar, a dejarnos podar y entrecavar, para que seamos cepas renovadas, que cada cosecha dan mejores frutos. 8 Despedida Pedimos al Señor que venga pronto a nosotros para que le descubramos en el rostro del que sufre y nos transforme radicalmente desde sus entrañas de misericordia. Despojémonos de nuestros pecados del hombre viejo, para revestirnos de la gran esperanza de la llegada del Señor Jesús. No olvidemos que el Adviento es tiempo para recordar: el Señor vino en Belén. El anunciado por los profetas, vino y acampó en nuestra tierra. No olvidemos que el Adviento es tiempo para celebrar: El Señor viene, y se hace encontradizo a nosotros, especialmente en la celebración de la Eucaristía. No olvidemos que el Adviento es tiempo para esperar: El Señor vendrá y se manifestará de manera definitiva al final del Tiempo. Aprendamos de la Virgen María, la mujer del Adviento, a cómo abrirnos con autenticidad a las venidas del Señor. Podéis ir en paz V- Demos gracias a Dios

9 Oración Año de la Fe Oh alto y glorioso Dios!, ilumina las tinieblas de mi corazón, dame fe recta, esperanza cierta y caridad perfecta, sentido y conocimiento, para que cumpla tu santo y veraz mandamiento. Amén. 9 Oración de S. Francisco de Asís ante el Cristo de San Damián. Fraternidad Franciscana de la Cruz San Miguel de Serrezuela y Cabezas del Villar en Ávila Torrelodones en Madrid