La extraordinaria muerte de Ulrike M. Carlos Be

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1 La extraordinaria muerte de Ulrike M. Carlos Be Finalista del Premio Casa de América - Festival de Escena Contemporánea de Dramaturgia Innovadora 2005 La extraordinaria muerte de Ulrike M. de Carlos Be se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Reconocimiento - No Comercial - Sin Obra Derivada 3.0 Unported La extraordinaria muerte de Ulrike M. de Carlos Be - Página 1

2 Me pusieron un nombre y me apartaron de mí. Clarice Lispector, Un soplo de vida La extraordinaria muerte de Ulrike M. de Carlos Be - Página 2

3 Personajes Ulrike Iv Irene Monika Queequeg Klaus Kain Abel Adam, Eva y Guardias La extraordinaria muerte de Ulrike M. de Carlos Be - Página 3

4 Escenografía En el foro del escenario, un extraño mueble de formas irregulares. A primera vista parece un armario con puertas de espejo, pero sus contornos sinuosos, casi orgánicos, le confieren un aspecto impreciso. Podría asemejarse a un confesionario, a un piano de pared o, incluso, a monumentos a escala tales como la Puerta de Brandenburgo de Berlín o el Capitolio de Washington, entre otros. A ambos lados del armario, de espaldas al Público, dos sillas. La extraordinaria muerte de Ulrike M. de Carlos Be - Página 4

5 Prólogo ABEL, KAIN, KLAUS, QUEEQUEG, IV, IRENE y MONIKA. Agazapadas a los pies de KLAUS, IV, IRENE y MONIKA. Aparte, QUEEQUEG. A excepción de KLAUS, todos visten un modesto uniforme, el del correccional de Eichenhof. Pero la pesadilla aún no ha comenzado. Suenan los primeros compases de una música ligera y animada, una mezcla entre swing y charleston. KAIN y ABEL bailan, muy divertidos. Se les podría confundir por gemelos si no fuera por sus rostros vacuos, sin ningún rasgo que sobresalga en ellos, de comparación ardua. Su piel es lívida y la sonrisa, gélida. Por algo son maestros del miedo. Mientras bailan, se aproximan al armario. En realidad no están bailando. Están pisando cucarachas. La música acaba. ABEL. Me encanta pisotearlas. KAIN. Crujen. ABEL. Estallan. Las cucarachas estallan. Por los huevos. Al pisarlas, salen disparados. Como metralla. KAIN. Qué asco. ABEL. De verdad, es como se reproducen. Los huevos no se destruyen, se desparraman por doquier. Me encanta pisotearlas, me encanta. KAIN. Y los huevos? ABEL. Los huevos se queman con lejía, pero a las cucharachas hay que pisotearlas, pisotearlas, pisotearlas... KAIN. No a todo el mundo le gusta pisotearlas. ABEL. No entienden que... Hay que hacerles entender que son peligrosas. Las cucarachas son peligrosas. Peligrosas para la salud. KAIN. La salud? ABEL. La salud moral. KAIN. Y cómo se lo explicas? ABEL. A quién? La extraordinaria muerte de Ulrike M. de Carlos Be - Página 5

6 KAIN. A la gente. ABEL. No hace falta explicarles nada.. Sólo hay que darles un arma. KAIN. A la gente? ABEL. No, Kain, a la gente no. Con un arma, la gente conseguiría poder, y eso no podemos permitirlo. A las cucarachas. Da un arma a las cucarachas, algo con lo que puedan atentar contra los demás... KAIN muestra una pistola y se la tiende a ABEL. ABEL. No. Hay un arma mejor. KAIN. Mejor que una pistola? Cuál? ABEL saca una cuerda hecha con tiras de toallas anudadas entre sí. ABEL. Una esperanza. KAIN ríe como si ABEL acabara de contarle un chiste. ABEL deja caer la cuerda a los pies de QUEEQUEG. Éste recoge la cuerda. KAIN le llama y QUEEQUEG se arrastra hacia él. KAIN le tiende la pistola. QUEEQUEG la coge. A continuación, con la cuerda y la pistola, se arrastra hacia donde permanecen IV, IRENE y MO- NIKA. KAIN y ABEL se sientan en las sillas, de espaldas al Público. Sus risas se solapan con un gemido creciente procedente del armario, una sucesión interminable de gritos de pánico. ULRIKE desde el interior del armario. Sus manos y su rostro aparecen aplastados contra el espejo de las puertas como el fantasmagórico retrato de la mujer que fue en libertad. Comienza la pesadilla. Electroshock. La extraordinaria muerte de Ulrike M. de Carlos Be - Página 6

7 Acto Primero: Eichenhof Cápsula 1 ABEL, KAIN, KLAUS, QUEEQUEG, IV, IRENE, MONIKA y ULRIKE. Las puertas del armario se abren. ULRIKE cae al suelo. Da inicio el número de cabaret de KLAUS. KLAUS. (Al Público.) Ulrike! Ulrike! Ulrike! Sal ya, llevo más de un cuarto de hora esperando! No sabes cuándo tienes el turno de visitas? Ni cuánto dura? No lo sabes? Me extraña. Tú, la que todo lo sabe, la que todo lo ve, ya no se acuerda de mirar la hora. No dices nada? De visionaria deslenguada a visionaria sin lengua. No te gusta el cambio? No te parece adecuado? De un extremo al otro. No te atraían tanto los extremos? Vive ahora la cruz de la cara. Has disfrutado la libertad, nadie te callaba. Disfruta ahora la falta de libertad, nadie te escucha. Ni siquiera tus hijas quieren perder una hora de colegio para venir a verte. Incluso a ellas las has perdido. Las perdiste al perderme a mí. No dices nada. Me llamaste asesino, asesino por partida doble. A ver si me acuerdo... Porque los periodistas terminamos con la vida y porque terminamos con la reputación de las personas, era eso? Tú dejaste el periódico a tiempo para poder recriminar a los demás nuestras faltas. Ah, nunca te agradecí que nos abandonaras. A tus hijas, a mí, al periódico... Desde que marchaste va viento en popa, gracias a las páginas centrales, ya sabes, un poco de política por aquí, un poco de carne por allá... Se han disparado las ventas. No entiendo por qué te negaste a posar. Ulrike: la primera periodista pornográfica. La pionera. Pero renunciaste a todo. Al periódico, a tus hijas, a mí... No, ya sé que no querías dramas sentimentales. Sigues sin quererlos. La última vez que te vi intenté encontrar, discernir un ápice de preocupación por tus hijas. Nada. Insondable. Ni preguntaste por ellas. Que sepas que no las traeré nunca más... Después del trato que les diste, cómo pudiste decirles que no eran tus hijas, que en la prisión tus hijas no eran tus hijas, estás loca! Sabes lo que eran? Sólo dos niñas, sólo dos niñas asustadas cogidas de la mano, con los ojos muy abiertos, buscando una madre que no reconocen, que no reconocen porque les hablo de ti, de la gente que La extraordinaria muerte de Ulrike M. de Carlos Be - Página 7

8 mataste en nombre de la libertad, y me besan cada mañana, un beso que sella mis labios para que no les hable de más gente muerta, y miento para vivir y para que ellas vivan, miento porque no existe verdad por la que valga la pena luchar. IV, IRENE, MONIKA y QUEEQUEG extienden lentamente sus cuerpos, se arañan y se muerden a ellos mismos y entre sí, hasta formar un grotesco anagrama en el suelo. KLAUS. Reconoce tu error, Ulrike. El mundo se va a pique y nosotros con él, pero yo no seré el primero en caer. Antes pisaré unas cuantas cabezas. En cambio, tú, los tuyos... Queréis ser la vanguardia, los primeros en caer, para qué?, para que se os recuerde por más tiempo? Nadie se acordará de vosotros, estaremos más que ocupados intentando salvar el propio pellejo. Nadie pensará en vosotros. Nadie. Que lo sepáis. Lucháis por nadie. Por nada. Por la verdad. No querías dramas sentimentales, pues tendrás dramas políticos. Con todas sus consecuencias. No hace falta que vengas. No quiero verte. Ha acabado el turno de visitas. Me voy. Y no te preocupes por tus hijas. Tampoco las esperes. No quieren verte. No sufrirán. No sufrirán más tus negaciones. Crecerán en mis afirmaciones. Por cierto, se aproxima el día de la madre. Espero que tengas algún buen regalo para ellas. ULRIKE. No. No. No... KLAUS se retira. Cápsula 2 ABEL, KAIN, QUEEQUEG, IV, IRENE, MONIKA y ULRIKE. ULRIKE. No. No. No... QUEEQUEG. Ulrike, ha venido tu marido. ULRIKE. No. IRENE. Eichenhof es un correccional que se hace cargo de nuestra educación. QUEEQUEG. Por qué no has querido verle? MONIKA. Durante nuestra estancia en el correccional tenemos que trabajar. IRENE. Y, en el supuesto de que estemos en edad escolar, asistir a clases. La extraordinaria muerte de Ulrike M. de Carlos Be - Página 8

9 MONIKA. La dirección de Eichenhof decide cuáles son nuestras ocupaciones. ULRIKE. Por qué estás aquí? IV. Las prostitutas no dan abasto. MONIKA. Van a reventar. QUEEQUEG. Por meterme con un policía. MONIKA. La estancia en Eichenhof nos obliga a respetar su reglamento y a obedecer las órdenes de nuestros superiores. QUEEQUEG. Le dije: Tú no sabes quién es mi padre. Se te va a caer el pelo. IV. Las cañerías de los ministerios están embozadas de mierda. MONIKA. Van a reventar. QUEEQUEG. Quién es tu padre?, me preguntó. IRENE. En Eichenhof no está permitido entrar novelas rosas... MONIKA.... radios portátiles... IV.... bebidas alcohólicas. QUEEQUEG. He dicho que no le conoces. Y que te vas a quedar calvo. Me arrestaron. IV. No hay suficientes muertos para imputarles más crímenes. MONIKA. Van a reventar. ULRIKE. Creía que en Eichenhof sólo se admitían mujeres. IV. Hace cuarenta días que no vemos el sol. QUEEQUEG. No te preocupes. Pienso fugarme esta misma noche. Muestra un cabo de la cuerda a ULRIKE. IV. El número de suicidios se incrementa mes a mes... MONIKA. mes a mes... IRENE. mes a mes. ULRIKE. Esta misma noche. MONIKA. Se prohibe llevar folletines... IV. periódicos... IRENE.... peines en los bolsillos. La extraordinaria muerte de Ulrike M. de Carlos Be - Página 9

10 QUEEQUEG enciende un cigarrillo. Le ofrece una calada a ULRIKE. Ella la rechaza. QUEEQUEG. Sí. Esta noche. MONIKA. No está permitido fumar en los dormitorios... IV.... en las clases... IRENE.... en los talleres... MONIKA.... en los pasillos. QUEEQUEG. Quieres venir conmigo? ULRIKE. Por qué yo? IRENE. Sólo está permitido fumar en la sala de estar y en el banco del patio que está junto al lavadero. IV. El precio del tabaco ha aumentado. IRENE. Las ventas no han disminuido. MONIKA. A las menores de dieciséis años se les prohibe fumar. IV. El azar nunca se había convertido en algo tan inofensivo. QUEEQUEG. No te gusta hablar, es una virtud. IRENE. No se permite colgar fotos en las paredes de los dormitorios. ULRIKE. Sí, quiero fugarme contigo. Pero no calles, por favor. No soporto el silencio. IV. Algo está sucediendo. IRENE. Hay que vestir aseadamente. ULRIKE. Tampoco aguanto tantas palabras vacías. IRENE. Las palabras vacías las anidan las normas... IV. Algo está pidiendo un cambio. ULRIKE. Y alzan el vuelo... IRENE.... y se reproducen en nuestras cabezas. MONIKA. Está prohibido tatuarse. IV. Tenemos que intervenir. ULRIKE. A veces me gustaría cortarme la cabeza. IV. Sobre todo por las mañanas. IRENE. No se permite prestar dinero... MONIKA.... esconder pertenencias personales. IV. Se nos está yendo de las manos. ULRIKE. Hace tiempo tuve un derrame cerebral. La extraordinaria muerte de Ulrike M. de Carlos Be - Página 10

11 MONIKA. Cada semana recibimos dinero para nuestros gastos. ULRIKE. Me operaron. IV. Somos la última esperanza. ULRIKE. Detuvieron la hemorragia. IRENE. La cantidad depende de nuestro rendimiento en el trabajo y de nuestra conducta. ULRIKE. Se olvidaron un clip dentro de mi cabeza. MONIKA. No debemos apremiar a nuestros superiores preguntándoles a todas horas cuándo nos dejarán marchar. IV. Somos las últimas pandoras. ULRIKE. El clip que sirvió para identificarme ante la policía. IV. Las últimas pandoras. ULRIKE. Soy una terrorista, sabes? IV. Y nos tienen encerradas en Eichenhof. Cápsula 3 ABEL, KAIN, KLAUS, QUEEQUEG y ULRIKE. QUEEQUEG se acerca a KLAUS y, solícito, le enciende un cigarrillo. QUEEQUEG. Esta noche. KLAUS sonríe. KLAUS. (Al Público.) Fuga frustrada anoche en Eichenhof. ULRIKE. (A KLAUS.) Calla! QUEEQUEG. (A ULRIKE.) Vamos! Al muro... ULRIKE. Al muro... QUEEQUEG. Sí. Saltaremos el muro. ULRIKE. El muro... La extraordinaria muerte de Ulrike M. de Carlos Be - Página 11

12 KLAUS. A las 23 horas de anoche, la temida terrorista Ulrike M. intentó huir del correccional de Eichenhof en el que se encuentra actualmente recluida. Su plan de fuga consistía en salvar el muro del patio con una cuerda confeccionada con tiras de toallas anudadas entre sí. Por fortuna, el audaz servicio de vigilancia del centro demostró una vez más su indiscutible eficacia desde el primer momento. Al descubrir a Ulrike M. en el patio a una hora indebida, los vigilantes le dieron el alto y ella, como una fiera salvaje, se abalanzó contra nuestro agentes, quienes, diligentemente, lograron reducirla no sin antes sufrir en sus carnes la rabia de este ser infrahumano. QUEEQUEG. Ayúdame a subir! ULRIKE. Rápido! Oigo pasos! QUEEQUEG. Cógete de la cuerda! ULRIKE. Mi última esperanza... QUEEQUEG. Volveré a por ti! ULRIKE. Huye! Huye! ULRIKE aparece caminando hacia atrás con la soga entre las manos. Aparecen tres GUARDIAS corriendo. ULRIKE. Mi última esperanza... KAIN y ABEL se giran para contemplar la acción. Los tres GUARDIAS golpean a ULRIKE, que recibe por los cuatro costados. GUARDIA 1. A quién gritabas! ULRIKE. A Queequeg... GUARDIA 1. No hay hombres en este correccional. ULRIKE. Tampoco hay terroristas... Un GUARDIA le propina un golpe para acallarla. GUARDIA 2. Te educaremos de nuevo. GUARDIA 3. Desaprenderás lo que has aprendido. GUARDIA 1. Borraremos tu nombre. GUARDIA 2. Dejarás de existir. GUARDIA 1. Nacerás de nuevo, te daremos otro nombre. La extraordinaria muerte de Ulrike M. de Carlos Be - Página 12

13 GUARDIA 3. Un nombre distinto, que no tenga nada que ver contigo. GUARDIA 1. Y volverás a ser hija nuestra. GUARDIA 2. Y nos darás las gracias. GUARDIA 3. Danos las gracias. GUARDIA 1. Danos las gracias. GUARDIA 2. Danos las gracias. ULRIKE. (Ve que aún conserva la soga y se abraza a ella.) Gracias. Gracias. Gracias... KAIN y ABEL retoman su posición en los asientos. Cápsula 4 ABEL, KAIN, KLAUS, IV, IRENE, MONIKA y ULRIKE. KLAUS. Quién de vosotras es Ulrike? Quién de vosotras es Ulrike! Nadie responde. KLAUS. Quién de vosotras es Ulrike! IV. Yo soy Ulrike! IRENE. No! Yo soy Ulrike! ULRIKE. Soy yo! IV. Mentirosas! Soy yo! ULRIKE. Basta! MONIKA. Ulrike soy yo! IRENE. Yo! MONIKA. Yo! IV. Callaos ya! Soy yo! MONIKA. No! Yo! IV. Yo soy Ulrike! La extraordinaria muerte de Ulrike M. de Carlos Be - Página 13

14 MONIKA. Yo soy Ulrike! IRENE. Yo soy Ulrike! ULRIKE. Yo soy Ulrike! Las cuatro mujeres pugnan por identificarse como ULRIKE. KLAUS. (Al Público.) Otra noticia destacada del día de hoy es la aclamada victoria de nuestro imbatible equipo nacional. 3 a 1 a favor de unos jugadores dignos de una raza superior, como declaró el entrenador de la selección. El parte meteorológico anuncia nubes persistentes y riesgo de lluvias en todo el territorio nacional para mañana. Lleven sus paraguas consigo. Y nada mejor para entrar en calor que nuestras páginas centrales donde, como es habitual, presentamos una nueva maravilla de la nación. Un diamante deslumbrante extraído del carbón más negro. Sus declaraciones fueron, atención!: Si mostrarme tal como soy puede servir para conseguir una reducción de la condena, adelante. Sin más preámbulos, para todos nosotros: Pussilda! Cápsula 5 ABEL, KAIN, KLAUS, IV, IRENE, MONIKA y ULRIKE. MONIKA se desnuda lentamente. Sin música. A medida que se quita la ropa, se acentúa su expresión de sumisión. Una vez desnuda, muestra una obediencia total. La mirada apagada, la cabeza baja, las cejas despavoridas, las manos temblorosas... Al acabar el striptease, MONIKA parece más el resultado de un campo de concentración que el de un espectáculo erótico. KLAUS se acerca por detrás y le coloca una venda en los ojos. Después, una mordaza. Le da la vuelta y se dirigen hacia el armario. Las puertas del armario se abren y MONIKA desaparece en su interior. Las puertas del armario se cierran. KLAUS se retira. La extraordinaria muerte de Ulrike M. de Carlos Be - Página 14

15 Cápsula 6 ABEL, KAIN, IV, IRENE y ULRIKE. ULRIKE. El tiempo no debería medirse con relojes... IV. A qué te refieres? IRENE. Qué escalofrío... ULRIKE. El tiempo. El tiempo es la brisa zarandeando una cortina. Los rayos de sol. Las alegrías. Todo eso es el tiempo. IV. Por qué dices eso? ULRIKE. Es lo que me han quitado. Me han quitado el tiempo. IRENE. No envejeces? ULRIKE. Sí. Sí envejezco. Pero sin brisa en mi ventana. Sin rayos de sol. Sin nada ni nadie. Sin propósito. IV. Estás ciega. IRENE. Estás muda. IV. Y, aún así, te resistes a no ver. IRENE. A callar. ULRIKE. Vosotras... Lo sabéis... IV. El qué? ULRIKE. En Eichenhof no hay hombres internados... Recuerdo que hice un reportaje... Escribí mucho sobre Eichenhof... No los hubo nunca. Y Queequeg... Y mis cargos. Me han acusado de terrorismo. ULRIKE. Qué hago en un correccional de adolescentes! IV. Intentar ver. IRENE. Sobre todo, intentar hablar. ULRIKE. A veces, cuando consigo dormir, tengo pesadillas... No calléis, por favor! No dejéis de hablar! IV. A mí me internaron por robarle el bolso a una monja. No llevaba dinero. Sólo medicinas, huesos mondados de pollo... Y una compresa sucia envuelta en plástico... IRENE. Os cuento un cuento. Queréis? ULRIKE. Sí, por favor. IV. Cuál? La extraordinaria muerte de Ulrike M. de Carlos Be - Página 15

16 IRENE. Érase una vez un emperador tan aficionado a los trajes nuevos que dilapidaba todo el dinero del país en vestir con elegancia. Tenía un vestido distinto para cada día del año y para cada hora del día. En cierta ocasión llegaron a la capital dos estafadores que se presentaron ante el emperador como los sastres de los trajes más maravillosos del mundo. Sus trajes, dijeron, eran bellísimos y poseían la extraordinaria cualidad de ser invisibles para las personas incompetentes o, directamente, irremediablemente tontos. Increíble, verdad? Pues el emperador no pensó que fuera algo increíble, pensó: Esos trajes deben ser fabulosos! Si me pertenecieran, podría averiguar qué súbditos no cumplen con su deber. Cuáles son inteligentes y cuáles no. Quiero esas telas de inmediato!, y pagó una inmensa suma de dinero a los estafadores para que se pusieran a tejer. Me gustaría saber cómo va el traje, pensó el emperador un buen día y envió a uno de sus ministros a controlar a los sastres. El ministro, cuando vio el telar vacío, pensó: Dios mío, no veo absolutamente nada!, pero no lo dijo a los estafadores que le invitaron a acercarse al telar para apreciar mejor los dibujos del traje. El ministro, restregándose los ojos, no lograba ver nada. Qué?, le preguntaron los sastres, no tiene nada que decir el señor ministro? Oh, precioso, una maravilla, mintió el ministro, mudo de asombro. Oh, precioso, una maravilla, repitió ante el emperador. IV. Y le ocurrió lo mismo que a un segundo ministro... IRENE. Y un tercero, y un cuarto... Cuando los estafadores acabaron el traje, el emperador se dirigió con su séquito al taller para probarse el vestido. El pasmo de la corte fue... inenarrable. Los cortesanos aplaudieron el trabajo de los sastres y el emperador les nombró maestros sastres. El día del desfile: el pueblo, desde las aceras, las ventanas y los balcones, todos vitoreaban el excelente gusto del emperador y el emperador, desnudo, atravesaba la multitud saludando a todos con una sonrisa hasta que, de golpe... IV. Un niño! IRENE. No. ULRIKE. Una niña... IRENE. Una niña, desde un balcón, gritó... ULRIKE. Calla...! IRENE. Gritó: Pero si no lleva nada!, y el padre de la niña gritó: Es verdad, escuchad la voz de la inocencia, va desnudo!, y las palabras de la niña llegaron a los oídos del emperador, que comprendió que el pueblo tenía razón... Pero tenía que seguir el desfile hasta el final, demostrar que todos estaban equivocados... Y al llegar a su alcoba real, ordenó a su ejército buscar a la niña. Y la ejecutaron en Público. La ejecutaron y la violaron. Los soldados... El Público... Mientras el emperador mantenía a la niña clavada en el suelo con el cetro incrustado en su mandíbula... La extraordinaria muerte de Ulrike M. de Carlos Be - Página 16

17 De repente, cae en el centro del escenario el cuerpo moribundo de MONIKA. Las cuencas de sus ojos están vacías. No puede gritar. Le han arrancado la lengua y los dientes. Donde antes había manos y pies, ahora hay muñones ensangrentados. KAIN y ABEL se acercan a MONIKA y la descuartizan. La devoran. Luego, regresan a sus asientos. Cápsula 7 ABEL, KAIN, IV, IRENE y ULRIKE. ULRIKE. Tengo miedo. IRENE. No estás sola. ULRIKE. Nunca estamos solas. Nunca. De eso tengo miedo. IV. Quieres estar sola? Quieres que...? ULRIKE. No. No os vayáis. No sois vosotras... Pero nunca conseguiré estar sola. IV. Sí... ULRIKE. Cuando muera? IV. Sí. ULRIKE. Tú crees? Creo que ya estoy muerta. Tengo que huir de aquí. IV. La vigilancia. IRENE. Estás muy vigilada. IV. Mucho. ULRIKE. Sólo... Hay una forma de huir... Muriendo. IV. No puedes rendirte... ULRIKE. No me entiendes. Fingiendo que he muerto. Hay muchas maneras de morir. IRENE. Como Bola de Sebo cuando se entrega a los prusianos... IV. Elisabet Vogler, en el papel de Medea, cuando de repente... IRENE. Marguerite Gautier, rodeada de camelias infectadas de tisis. La extraordinaria muerte de Ulrike M. de Carlos Be - Página 17

18 IV. Alicia atraviesa el espejo. Huye de la realidad... IRENE. O del amor, como Ginebra. Entra en un convento. Excalibur, la espada, bajo las faldas... IV. O Eurídice. IRENE. Orlando! IV. Eurídice. Stella Dallas. IRENE. Ana Karerina y Madame Bovary. Lady Macbeth. Fedra... IV. La señorita Julia... La señorita Elsa... IRENE. Hedda Gabler... IV. Isolda! IRENE. Julieta. IV. Como Julieta. IRENE. Eso sólo puede hacerse en el teatro. ULRIKE. Y qué es esta inmensa poza de mierda, sino un teatro? Retumba un trueno. Las tres mujeres se alarman. KAIN y ABEL saltan de sus sillas. Todos miran a platea. No, no ha sido un trueno. Ha sido un disparo. Un disparo en platea. QUEEQUEG, blandiendo una pistola, grita: QUEEQUEG. Esto es un secuestro! QUEEQUEG ha tomado el teatro. Cápsula 8 ABEL, KAIN, QUEEQUEG, IV, IRENE y ULRIKE. ULRIKE. Qué haces! QUEEQUEG. Tomar rehenes. Una vida por otra vida. Es la moneda de cambio. Dije que te sacaría de aquí... ULRIKE. Son civiles. No han hecho nada más que... La extraordinaria muerte de Ulrike M. de Carlos Be - Página 18

19 QUEEQUEG. Tú tampoco. O, al menos, nada en contra de ellos... He pedido un helicóptero. Y un millón. Saldremos de aquí. ULRIKE. Y dónde iremos? QUEEQUEG. Lejos. Al este. ULRIKE. Y la opinión pública? Van a manipularnos hasta dejarnos sin una gota de sangre... QUEEQUEG. La gente está de nuestro lado. La gente siempre está del lado de la libertad... ULRIKE. No... QUEEQUEG. Violencia contra violencia! A esto ya no dices que no? ULRIKE. Pero los rehenes no nos han atacado. Son... inocentes. QUEEQUEG. Inocentes? Culpables? La justicia es ciega. No ve a quien acusa. A quien exime. ULRIKE. No podemos manipular la justicia. QUEEQUEG. Ellos lo están haciendo! ULRIKE. Ellos no han perdido ninguna guerra. No lo saben. QUEEQUEG. Ha llegado la hora de abrirles los ojos. (Al Público.) Somos el Comando de la Libertad. Queremos... Entra KLAUS. QUEEQUEG se gira hacia KLAUS. QUEEQUEG. Queremos... KLAUS. (Se acerca a QUEEQUEG. Como si leyera un titular.) Masacre humana. (Le coge la pistola.) QUEEQUEG. Queremos... KLAUS. Toda masacre empieza con el exterminio de inocentes. IRENE. Nooooo! KLAUS dispara contra IRENE. IRENE muere. IV cae sobre el cadáver, gritando. IV. Nooooo! La extraordinaria muerte de Ulrike M. de Carlos Be - Página 19

20 KLAUS. (Al Público.) Los primeros disparos se oyeron de madrugada. Los secuestradores cumplían las amenazas de matar a los rehenes. Inmediatamente, la policía tomó por asalto... Vais a morir... Vais a morir... IV. Hijo de puta! QUEEQUEG. Van a matarnos... KLAUS. Primero los inocentes. Después los malos. Al final, siempre los mismos. Siempre quedamos los mismos. Los buenos... Nos apoyamos entre nosotros. Nunca seréis héroes. Malos. Simplemente malos. IV. Mentira! KLAUS. Kain mató a Abel para que existiera el mal... ULRIKE. Nunca perdisteis una guerra! A veces pienso que mi único error ha sido pertenecer a un mundo que no me corresponde. Que no es el mío. Sin querer... Sin querer me encuentro sumida en esta poza de mierda que yo no he hecho, sólo me han parido aquí dentro, desde el útero a la poza para quedarme enganchada, impregnada, salpicada de la suciedad de otros. Con sus heces. Por qué me empeñé en limpiar la porquería de los demás? Porque la veía. Estaba ahí. La olía... Me la llevé a la boca, intenté masticarla, tuve que tragarla. Pero no me gustaba su sabor. No me acostumbré a tragármela. Porque yo sabía. Sabía que esa mierda no iba conmigo. Un día me puse manos a la obra. A fregar. A limpiar. Me rompí todas las uñas, conseguí más canas. Me gané a mis enemigos a pulso y perdí a mis hijas. Al fin y al cabo, nunca quise traerlas a esta poza... Creía que podría dejarla un poco más limpia para cuando ellas llegaran... Y ahora no quiero verlas. Recubiertas de mierda. No quiero amarlas. No me siento culpable por no amarlas. Me siento culpable por haberlas parido. He intentado ser feliz con ellas, lo juro por... por lo que sea que lo he intentado, pero las habéis alejado de mí. Me habéis convertido en el enemigo. De mis hijas. De todos. Pero no soy más que una víctima con apariencia de verdugo. Me vendisteis a los ojos del mundo como queríais que me vieran. Yo asesinaba y asesinar es malo; en cambio, ajusticiar es bueno. Un arma no es peligrosa de por sí, tampoco por su uso. Es peligrosa según quién la empuñe. Si la empuña un terrorista, es asesinato. Si la empuña un político, defensa. Vosotros nunca perdisteis una guerra. Nunca os sentisteis como yo. Yo, unas cuantas veces. Mi primera derrota, intentar vivir en paz. Imposible. Tenía miedo. Nunca más pude mirar las paredes rebozadas de mierda... sin terror. Desde entonces he vivido en un estado de sitio permanente. A los bares a emborracharme. Me drogué. No conseguía viajar a ninguna parte. Mientras tanto, vosotros tejíais mi vestido. Estafadores. Mi vestido invisible de enemigo. Pero no soy vuestro enemigo. Aún me queda una esperanza. Dejadme desnudarme y contemplad mi pecho descubierto, descubrid que no hay mierda en él. Dejadme que os acoja en mi regazo, que os abrace con cariño. Como a un amigo. Soy un amigo... Es la esperanza... KLAUS. La esperanza no es más que el último paso antes de saltar al vacío. La extraordinaria muerte de Ulrike M. de Carlos Be - Página 20

21 KLAUS le retira la pistola. Apunta al pecho de ULRIKE. Dispara. ULRIKE cae muerta. KLAUS. (Deja caer la pistola.) Ulrike M. ha muerto! IV. No! KLAUS. Ulrike M. ha muerto! IV. Yo soy Ulrike M. QUEEQUEG. No! IV. Sí! Yo soy Ulrike M.! (Se arroja sobre la pistola y apunta a QUEEQUEG y KLAUS.) Ulrike M., la heroína! QUEEQUEG. Cómo! IV. Ulrike M., la heroína! (A QUEEQUEG.) Tú eres Ulrike M., la cobarde. (A KLAUS.) Tú, Ulrike M., la olvidada. (Mirando a IRENE.) Ella, Ulrike M., la mujer. La madre. (A ULRIKE.) Y ella... Ella era la idealista. La esperanzada. La visionaria. La última pandora. Yo soy Ulrike M., la heroína. La revolucionaria. KLAUS. La terrorista. IV. La asesina. Tu asesina! KLAUS. La que me interesa que siga con vida. IV. Qué dices? QUEEQUEG. Todo esto es un juego. KLAUS. Una manipulación. QUEEQUEG. Queremos acabar contigo. KLAUS. Hundirte. QUEEQUEG. Destrozarte. KLAUS. Desmembrarte. QUEEQUEG. Desesperarte. KLAUS. Vamos a matarte. IV. Antes acabaré contigo. IV se acerca a KLAUS amenazadoramente con la pistola en alto. La extraordinaria muerte de Ulrike M. de Carlos Be - Página 21

22 KLAUS. No puedes matarme. Soy sólo una voz. La voz... IV le mete el cañón de la pistola por la boca. IV. La justicia no debería llevar la venda en los ojos sino en la boca. QUEEQUEG. No puedes matarle! IV apunta a QUEEQUEG. IV. Traidor... QUEEQUEG. Sólo he vendido al precio más alto lo mínimo que estaba dispuesto a dar de mí... IV dispara. QUEEQUEG muere. Cápsula 9 ABEL, KAIN, KLAUS e IV. IV. Soy Ulrike la asesina, lo confieso. Estoy loca. Por fin!, la Ulrike que queríais. La que queréis mostrar al mundo como símbolo de maldad. Aquí estoy. Con los crímenes a flor de piel. Podéis condenarme con total impunidad. Estoy loca. No diré que no he sido yo. No hace falta que hurguéis en mis derechos humanos. Ya no soy humana. Soy una bestia. La bestia en que queríais convertirme. Estoy loca. Matadme ahora u os arrepentiréis para siempre. Soy el holocausto. Cabalgo las cuatro bestias del apocalipsis. Estoy loca. Sí. Estoy loca. Es sensacionalista estar loca, verdad? Díganle al mecanógrafo que no se equivoque al transcribir la palabra. Loca. Ele. O. Ce. A. Llenareis titulares. Agotaréis ediciones. Estoy loca. Suprimid cualquier conato de lucidez de mis palabras y matadme. Estoy sola. Pena de muerte. Estoy sola. Pena de muerte. La más suntuosa. Estoy sola. La pública, por favor. Estoy sola estoy sola estoy sola... La extraordinaria muerte de Ulrike M. de Carlos Be - Página 22

23 Cápsula 10 ABEL, KAIN y KLAUS. KAIN y ABEL se acercan a IV. La observan impávidos. KAIN. Está hecha añicos. ABEL. Ha huido. De todo. Y en la huida se ha desecho incluso de ella misma. Es puro pellejo. KAIN. Ha renunciado a todo? ABEL. Sí. Se ha perdido. De repente, la mano de ULRIKE crepita. Los dedos se tensan. Como si fuera un miembro con vida propia, la mano intenta avanzar, incorporar el brazo. ULRIKE cabecea como si despertara de un profundo sueño. ULRIKE. (A KLAUS.) Quiénes son? KLAUS. Tus torturadores. ULRIKE. Cómo? KLAUS. Estás siendo torturada... ULRIKE. No estoy en Eichenhof...? KLAUS. Te están torturando. Electroshocks. ULRIKE. Estoy en Eichenhof... KLAUS. No te refugies. No pararán hasta que renuncies a ti. ULRIKE. No pararán? Estoy... KLAUS. Estás ante el vacío. Para que saltes. Ahórrales el trabajo. ULRIKE. No... Siempre... Desde siempre supe que un día vendrían. A por mí. Tirarían la puerta abajo, entrarían en casa, me despertarían, sobresalto, me matarían. Nadie sabrá jamás qué sucedió en realidad... KLAUS. Pues coge mi mano. Yo puedo salvarte. ULRIKE. No... Tus palabras están huecas. Son como un silencio sucio. Necesito que calles. Necesito alejarte de mí. La extraordinaria muerte de Ulrike M. de Carlos Be - Página 23

24 ABEL. Vamos a tener que reconsiderar tu situación... ULRIKE. Queréis sacarme del internado? ABEL. No estás en ningún internado. Estás en Stammheim. ULRIKE. Stammheim? La prisión? ABEL. Dadle la última descarga. KAIN. Electroshock! ULRIKE. No. No. No... KAIN. Acto segundo! ABEL. Prisión de Stammhein! ULRIKE. Nooooo! KAIN y ABEL toman a ULRIKE de los brazos y la arrastran hacia el armario. Un fogonazo de luz, acompañado de un chasquido eléctrico, ciega el escenario por un segundo. Todos han desaparecido. La extraordinaria muerte de Ulrike M. de Carlos Be - Página 24

25 Acto Segundo: Stammhein Cápsula 1 ABEL, KAIN y KLAUS. KLAUS. Qué ocurre a continuación? KAIN. A continuación de qué? KLAUS. A continuación de un terrorista. KAIN. No te entendemos. KLAUS. Cuando un terrorista alcanza su objetivo. Cuando consigue lo que se propone. En qué se convierte el terrorista? Ha pasado alguna vez? ABEL. Muy pocas. Esas veces, el terrorista se convierte en un héroe. Su pasado se borra. ABEL. No te preocupes. Ulrike jamás llegará a nada. KLAUS. Cómo podéis estar seguros? ABEL. Ulrike es una terrorista sin causa. Es, por decirlo de alguna manera... KAIN. Su manera de ser. Su forma de vivir. KLAUS. Hasta que muera. Hasta que la matemos. ABEL. Vigila tus palabras, Klaus. KAIN. Ulrike M. se suicidará. Ulrike M. será una suicida. Ulrike M. es una suicida. ABEL. En vida, los suicidas son muy malos compañeros. KAIN. Los peores, sin duda. ABEL. Muertos, se convierten en los mejores. En vida, roban las causas. Muertos, las dan. Fíjate en Judas. KAIN. Calla. No me lo recuerdes... La extraordinaria muerte de Ulrike M. de Carlos Be - Página 25

26 KLAUS. Pero... qué causa nos dará Ulrike una vez haya... se haya suicidado? Qué obtendremos? ABEL. Miedo. KAIN. Muchísimo. ABEL. Más del que cabe en cualquier imaginación. KAIN. Y nosotros somos los únicos que podemos proteger a la gente del miedo. Es obvio, somos quienes lo causamos. ABEL. No te sabes los Mandamientos? KLAUS. Cómo? ABEL. Los Mandamientos. Los Mandamientos del Miedo. KAIN. Son muy fáciles. Todo el mundo los conoce. ABEL. Primero? KLAUS. Eh... No sé de qué mandamientos... KAIN. Primero: No tendrás dioses ajenos delante de mí. ABEL. Miedo! KAIN. Segundo: No te harás imagen, ni ninguna semejanza de cosa que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra; porque yo soy tu Dios. ABEL. Miedo! KAIN. Tercero: No tomarás el nombre de tu Dios en vano, porque no dará por inocente al que tome su nombre en vano. ABEL. Miedo! KAIN. Cuarto. IV. Has de acordarte del día de reposo, para santificarlo: seis días trabajarás, mas el séptimo día será reposo para tu Dios. ABEL. Miedo! KAIN. Quinto: Honra a tu padre y a tu madre, porque tus días se alarguen en la tierra que tu Dios te da. ABEL. Miedo! KAIN. Sexto: No matarás. ABEL. Miedo! KAIN. Séptimo: No cometerás adulterio. ABEL. Miedo! KAIN. Octavo: No hurtarás. ABEL. Miedo! La extraordinaria muerte de Ulrike M. de Carlos Be - Página 26

27 KAIN. Noveno: No hablarás contra tu prójimo falso testimonio. ABEL. Miedo! KAIN. Décimo: No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo. ABEL. Sobre estas bases, se erige cualquier miedo. Son difíciles de olvidar. KAIN. Los diez Mandamientos del Miedo pueden resumirse en uno: Temerás a tu prójimo como a ti mismo. ABEL. Teme. KAIN. Acusa. ABEL. Culpa. KAIN. Porque es a través de la delación que el terror se infiltra en la gente. ABEL. En la delación se fundamenta el poder. KAIN. De la desconfianza surge la opresión. ABEL. Cuando el miedo se asimila, se convierte en un estado de ánimo. KAIN. Inconsciente. ABEL. Que mueve multitudes. KAIN. En círculos. ABEL. En torno al Estado del Miedo. KLAUS. Vosotros... ABEL. Eres consciente de la repulsión que causamos? La verdad es abyecta. KLAUS. Vosotros... No tenéis miedo. ABEL. Pues no. KAIN. No creemos demasiado, verdad? ABEL. No. KLAUS. Pero sois Kain y Abel... KAIN. Así nos hacemos llamar, sí. KLAUS. Vuestros padres... KAIN. Es tu interpretación de la historia. ABEL. La interpretación del pueblo. Su versión, henchida de miedo. Sólo nosotros estuvimos allí para saber qué ocurrió realmente. KLAUS. Qué ocurrió? ABEL. Siempre la misma historia, verdad? La extraordinaria muerte de Ulrike M. de Carlos Be - Página 27

28 KAIN. Es aburrido. Mejor contar mentiras. Son más amenas. Más divertidas. KLAUS. Karl Marx dijo que la historia siempre se repite dos veces, la primera como tragedia, la segunda como farsa. Acabamos con él... ABEL. La segunda y la tercera y la cuarta y la enésima. Contémoslo en tono de comedia... KAIN. Ahora tenemos que hablar de nuestros padres? Estamos impacientes por saber qué va a ser de Ulrike M... ABEL. (A KLAUS.) La sangre llama al verdugo. (A KAIN.) Paciencia! Te entretendrás con la historia, verás! Cápsula 2 ABEL, KAIN, KLAUS y ADAM. Entre ABEL y KAIN sostienen a ADAM. ABEL. Adam, nuestro padre, quién si no, siempre fue muy religioso... Con un pequeño contratiempo: no tenía religión en la que creer. Estamos hablando de hace muchísimo tiempo... Así que, como un niño que juega a inventar historietas, incluso epopeyas, donde él es el protagonista, a nuestro padre se le ocurrió ser un héroe exiliado de su reino, un reino rebosante de belleza, de comida, de placeres... y con un dios. Aparece EVA. Nuestra madre conocía su origen humilde y lo despreciaba por ser tan soñador. Tan inútil. Él la amaba pero andaba siempre tan perdido en palabras. KAIN. Abrevia. ABEL. Abrevio. Nacimos nosotros, fuimos sus primeros hijos. En cualquier caso, nuestra madre fue la única mujer que conocimos, y, naturalmente, nos enamoramos de ella. Los dos. Kain y yo. Y fue natural que odiásemos a nuestro padre por poseerla. Pero bueno, ella tampoco le soportaba, así que le hicimos un favor cuando decidimos matarle. Durante la pelea, mi padre me hirió en un costado. Aún conservo la cicatriz, pero yo le herí de muerte. Y murió en brazos de la persona que más le odiaba de este mundo. Nuestra madre. Y en el umbral de la muerte, así se lo hizo saber ella. Música! La extraordinaria muerte de Ulrike M. de Carlos Be - Página 28

29 ADAM y EVA cantan Parole, parole. Retumba un disparo. KAIN. Y la muerte del primer hombre impuso el Estado del Miedo en la Tierra. ADAM cae a plomo. Un segundo disparo. EVA muere. ABEL. Saca a Ulrike! Cápsula 3 ABEL, KAIN, KLAUS y ULRIKE. Las puertas del armario se abren y entra ULRIKE, desfallecida. Da unos pocos pasos y cae al suelo. ABEL, KAIN y KLAUS observan cómo intenta incorporarse, sin éxito. KAIN. Te da pena? KLAUS. No...! Sí. Como cualquier otra persona en su situación. Pero no la compadezco. Merece su destino. KAIN. Veredicto? Al mismo tiempo, KAIN muestra un pulgar hacia abajo y ABEL, un pulgar hacia arriba. KAIN. Deja de bromear... ABEL gira el pulgar hacia abajo. La extraordinaria muerte de Ulrike M. de Carlos Be - Página 29

30 KAIN. Deseas amarla, verdad, hermano? ABEL. Por supuesto. Aunque no tanto como tú, hermano. Tardará un poco en recuperarse. KAIN. Esperaremos. Puedo continuar yo, Abel? Gracias. Al morir nuestra padre, Abel y yo discutimos por nuestra madre y decidimos matarla, por culpable. Los dos hermanos nos separamos. Y a partir de entonces, lo único que tienes que saber es que conseguimos apropiamos de la historia del mundo. Yo me dirigí hacia el este por la costa. Abel, hacia el oeste. ABEL. Allí encontré un pueblo... inferior, inocente... el abono perfecto para sembrar el poder. La ignorancia es una fuente de energía inagotable para el poder. KAIN. Yo no tuve que recorrer tanta distancia para dar con aquélla que me estaba asignada. Una niña en mitad del desierto. Se llamaba Maria. ABEL. Ella le preguntó si era un ángel. KAIN. Me lo puso en bandeja. Ella me lo preguntó: Eres un ángel? La... La violé. Una violación en bandeja. Al cabo de nueve meses, nació mi hijo. Judas. Un muchacho curioso, un tanto rebelde. Con carisma. Sólo le faltaba un mecenas. Y divulgación. Le rodeé de los doce súbditos más embusteros que hallé por esas tierras. Se convirtieron en verdaderos hidalgos del pecado. Gracias a su doctrina, hemos hecho creer al mundo que existe un reino, más allá de todo, que ningún hombre ha pisado jamás, el cuento de nuestro padre hecho realidad. Qué risa. ABEL. El experimento te salió más o menos bien. Pero cuenta qué sucedió con Judas. Eso no te hace reír tanto. KAIN. Judas... El factor humano es impredecible. Judacristo me traicionó. Se me fue de las manos. Tuve que reformar la historia. Tomé a uno de los embusteros que le acompañaban y le traspasé todo el protagonismo. Judas... Le amé y se colgó. Punto final. Sigue tú. ABEL. Siglos después me encontré con la reina más poderosa de aquel tiempo. Isabel. Al verla por primera vez... Creí reencontrarme con mi madre. Se parecían tanto... La misma capacidad de odio primigenio en su mirada. La seduje y la insté a colonizar. Fue fácil. Sólo tuve que susurrarle al oído: Es un pueblo vulnerable. Destructible. Y empezó el exterminio. El holocausto. Sus pupilas tiritaban de poder. Isabel... Siempre comparo sus ojos con los de Eva, no nuestra madre: Eva Braun. (A KAIN.) Recuerdas cómo nos miraba en el búnker con su marido? Lloraba. Qué les hemos hecho? sollozaba, sólo queríamos su bien. KAIN. No sabían lo que habían hecho. ABEL. No, porque fuimos nosotros quienes lo hicimos. ULRIKE. Estafadores. KAIN. Qué bien! Te recuperaste! La extraordinaria muerte de Ulrike M. de Carlos Be - Página 30

31 ABEL. Qué equivocada estás, Ulrike! Tenemos el poder: tenemos la verdad. Klaus? KLAUS. No, gracias. ABEL. Kain. KAIN. (Acercándose a ULRIKE.) Mi pequeño fetiche... ABEL. Su amor por los suicidas le puede. KAIN se echa sobre ULRIKE e inicia la violación. Cápsula 4 ABEL, KAIN, KLAUS y ULRIKE. ULRIKE. Es como pretender huir de una habitación sin paredes. Todo es blanco. Me mantienen encerrada en blanco. En conserva, esperando que me pudra por dentro. Pero soy Ulrike M. Tengo un nombre. Un arma de doble filo. Yo no pedí ser bautizada en este mundo. Ahora, ateneos a las consecuencias. Tengo un nombre y vais a recordarme. Soy Ulrike M. Nací en Como nací muchas veces antes. Como volveré a nacer. Me casé. Tuve dos hijas. Me matasteis. Encarcelada. Encarcelada. Me violan cada noche. Creo que es cada noche. No tengo la certeza. No sé cuándo es de día o de noche. Me han quitado el tiempo. Todo es blanco pero yo cuento las horas. Me violan. Una hora, dos horas, tres horas... Veinticuatro. Me violan. Una hora, dos horas, tres horas... Cada vez las cuento más lentamente. Cada vez, vienen antes. Ya no consigo soñar. La última vez que soñé, abría los ojos en el sueño y veía mi cuarto. Blanco. Todo blanco. Manchas de humedad en el techo. Lloro de alegría en el sueño. Se mueven. Las manchas se mueven. Se deslizan por el techo. Cucarachas. Cientos de cucarachas. Entonces, en el sueño, me percato de que estoy echada en el techo. La habitación está del revés. Y caigo. Me desprendo del suelo y caigo al techo. Las cucarachas están esperándome. Lloro de felicidad. Me despierto. He perdido la cuenta de las horas. Tengo que esperar a que vuelvan a violarme para saber qué hora es. Para saber si es de día o de noche. Pero siempre, siempre, siempre llegan antes de lo esperado. Y me violan. Yo miro al techo y sueño con mis cucarachas. Sé que cuando ellos se vayan, las manchas volverán a mí. Que se acabe ya! Por favor! Basta! KAIN. No me decepciones... ULRIKE. Basta! KAIN. No me decepciones... La extraordinaria muerte de Ulrike M. de Carlos Be - Página 31

32 ULRIKE. Basta! KAIN. No me decepciones... Durante la violación, proyectándose sobre la platea y desplazándose lentamente hacia el escenario, aparece el siguiente listado de mujeres suicidadas por la historia: Polyxena Marková (1928) Florbella Espanca (1930) Maria Poliduri (1930) Vachel Lindsay (1931) Sara Teasdale (1933) Charlotte Perkins Gilman (1935) Antonia Pozzi (1938) Alfonsina Storni (1938) Karin Boye (1940) Marina Tsvietáieva (1941) Penélope Delta (1941) Virginia Woolf (1941) Lucha Reyes (1942) Simone Weil (1943) Lupe Vélez (1944) Eva Braun (1945) Zora Babková (1946) Frida Khalo (1954) Miroslava Šternová Beka (1955) Marilyn Monroe (1962) Sylvia Plath (1963) Violeta del Carmen Parra Sandoval (1967) Janis Joplin (1970) Unica Zürn (1970) Alejandra Pizarnik (1972) Ingeborg Bachmann (1973) Veronica Lake (1973) Maria-Thérèse Walter (1973) Anne Sexton (1974) Veronica Forrest-Thomson (1975) Ulrike Meinhof (1976) Maria Callas (1977) Jean Seberg (1979) Natalie Wood (1981) Romy Schneider (1982) Ana Mendieta (1986) Jacqueline Roque (1986) Jiang Quing (1991) Marlene Dietrich (1992) Sarah Kane (1999) Hannelore Renner (2001) Iris Chang (2004) Miriam Makeba (2008) La extraordinaria muerte de Ulrike M. de Carlos Be - Página 32

33 El listado puede incrementarse con nuevas incorporaciones. KAIN alcanza el orgasmo y se retira junto a ABEL y KAIN. ULRIKE. Han puesto una cámara en mi habitación. No salgo nunca de la habitación. Todo es blanco. Cuando despierto, la bandeja está ahí, al lado de donde debe estar la puerta. Una hamburguesa blanca, un vaso de zumo de pomelo blanco, verdura blanca cocida, una manzana blanca. Como con las manos. A veces, en la bandeja se han descuidado un cuchillo o un tenedor. Quieren tentarme. Yo como con las manos. La comida sabe a blanco. Escupo. Vomito. Vómito blanco. Después es difícil de limpiar. Blanco sobre blanco. Pueden pasar días hasta que alguien viene a limpiar. Lo mismo a la hora de vaciar la cuña. Heces blancas... Una vez desperté y vi... Vi algo no blanco. Era... Era como un paisaje. Un vergel. Estaba en un rincón, buscaba refugio inútilmente en un desierto de blancura. Me acerqué a ella. No se movía. Sus antenas permanecían a la expectativa. Extendí la palma de mi mano y subió, corrió por mi brazo y cayó al suelo. No se hizo daño, regresó de nuevo a su rincón. Cómo llegó hasta mi habitación? Las galerías deben estar plagadas de cucarachas, en algún momento, al traerme la comida, debió colarse. La cámara! Me hago un ovillo contra el rincón, no deben verla, me la quitarían, mi visita, mi compañera, mi amiga. Le cuento todo, todo y muy rápido, debe saberlo todo antes de que vuelvan y cada vez vuelven antes. Le cuento mi vida, le cuento cuánto amo a mis hijas, le cuento por qué estoy aquí encerrada, los motivos, todos, le cuento mis esperanzas. Ella me escucha. Amiga mía. Tengo la boca seca de tanto hablar y acabo hablándole con el pensamiento. Me sigues? Sí, me sigue. Me entiende. El tiempo pasa volando. Peligro! Dónde esconderte. No lo pienso dos veces, te meto en mi entrepierna, un ruido!, la habitación blanca se abre y entran, vienen a violarme. Como cada noche. El primero que la mete retrocede con un grito. Mi amiga sale disparada por el aire. El tipo grita qué asco!. Yo debo contenerme la sonrisa, o una mueca de loca, ellos lo llamaron mueca de loca. Corre! Corre! le grité a mi amiga y la perdí de vista. Corre! Hasta el pasillo, a las galerías, se las conoce bien, seguro, encontrará la salida, será libre! Será libre! Tú me entiendes. Libre. Creo que me están pegando. Lo suficiente para deformarme sin matarme. Yo, con mi mueca de loca. Me la quitan a base de porrazos. Se van. Ya no sonrío. Creo que estoy pensando. Me alegro de comprobar que es así. Pienso. No todo es blanco. Puedo pensar. Debo continuar pensando, debo... Y lo veo. En el suelo blanco de mi habitación blanca. Un puntito oscuro. Me acerco. La han pisado. (Pausa) Te recuerdo. Sólo puedo recordarte. Es mi homenaje a ti. Es lo único que puedo hacer por ti. (Pausa) Es lo único que te pedí. Que me recordaras, aunque sólo fuera un instante de tu vida. Que alguien me recordara. (Pausa) Desde aquel día, cuando consigo soñar, sueño contigo y con muchas más como tú que me esperáis en el techo o en el suelo, no sé bien dónde pero da igual, sé que estáis ahí y que sois muchas. La extraordinaria muerte de Ulrike M. de Carlos Be - Página 33

34 Cápsula 5 ABEL, KAIN, KLAUS y ULRIKE. KAIN. Aquí tenemos a una de las mayores mierdas de la sociedad. Esta mujer sola es un vertedero entero. ULRIKE. Matadme! Matadme ya de una vez! ABEL. No. Tienes que hacerlo tú misma. Que veamos tu renuncia y tu locura. Nosotros y el resto del mundo. ULRIKE. Klaus... KLAUS. Es el día de la madre. Sería un bonito regalo para tus hijas... ULRIKE. Pues mátame! KLAUS. Lo haría. Pero te odio demasiado. KAIN. Y ellos son demasiado cobardes... ABEL. No confundas la cobardía con la pasividad. KAIN. Es una forma de hacerme entender. ABEL. Detrás de cada cobarde se esconde un posible héroe. KAIN. Detrás de cada persona pasiva, un ciudadano perfecto. ABEL. Para conseguir el poder hay que negárselo a los demás. KAIN. Hay que convertir a la gente en una masa uniforme, extenuada, débil. ABEL. Hay que destruir a la persona pensante para que el poder crezca. KAIN. Hay que aniquilar a la gente desde sus entrañas, transformarlos en títeres sin voluntad. ABEL. Y nosotros, Kain y yo, constituimos la vanguardia de la pasividad. KAIN. Los pioneros. ABEL. Los hacedores. KAIN. Quienes instauraremos el apocalipsis. ABEL. El apocalipsis definitivo. KAIN. Y todo gracias al miedo. ABEL. El miedo es lo único que funciona con la gente. ULRIKE. No podréis conmigo... ABEL. Qué no? KAIN. No has visto lo que eres? La extraordinaria muerte de Ulrike M. de Carlos Be - Página 34

35 ABEL. Eres la última en tu especie. KAIN. Qué digo. ABEL. Ya estás exterminada. KAIN. Desde hace mucho tiempo. ABEL. Eres pura impotencia. KAIN. Un recuerdo en un teatro. ABEL. Mira al Público. KAIN. No te ven. ABEL. No te están viendo. KAIN. Sabes lo que ven? ABEL. Ven a una actriz... KAIN. a una impostora... ABEL.... a una mujer que intenta revivir en ti sin éxito! KAIN. En eso consiste el mundo, Ulrike. ABEL. De nuevo, la historia se repite. KAIN. Y la repetición siempre es una farsa. ABEL. Es demasiado tarde. KAIN. Estás dentro de la farsa. ABEL y KAIN. Míralo! Míralo con tus propios ojos! ABEL arroja a ULRIKE a la platea. Cápsula 6 ABEL, KAIN, KLAUS y ULRIKE. ULRIKE mira a su alrededor. Ve al Público. Ve la pasividad del Público. Ve que es un personaje revivido en un teatro. La extraordinaria muerte de Ulrike M. de Carlos Be - Página 35

36 Ve el cuerpo de una actriz, sus manos, su pecho, sus rasgos. ULRIKE se derrumba. Su existencia ha llegado a su fin. ULRIKE regresa al escenario y muere sin necesidad de ningún instrumento. Cápsula 7 ABEL, KAIN y KLAUS. KLAUS. Moraleja? Un pez fuera de una pecera con sed de libertad. Con sed de regresar a su pecera. KAIN. Nunca hemos tenido peceras. ABEL. Es un objeto poco práctico. Decorativo. KLAUS. Como el arte. KAIN. O las aspiraciones. ABEL. Cualquier tipo de deseo. KAIN. Pero cuadros sí tenemos. ABEL. Son inofensivos. KAIN. Estoy cansado. ABEL. Y maleables. KAIN. Nos vamos? ABEL. Antes quiero asegurarme que Klaus ha aprendido bien la lección. KLAUS. Claro que... ABEL. Veamos... Has comprendido que nuestra ansia, nuestro deber, por imponernos, por expulsar a los que no nos secundan es la única manera de conseguir la armonía, una armonía donde no existan fronteras, donde no existan diferencias entre continentes, entre naciones, entre todos y cada uno de los ciudadanos de este mundo? KLAUS. Sí. ABEL. Estupendo. Vámonos. ABEL y KLAUS se dispone a marchar. KAIN permanece atento a la platea, muy quieto. La extraordinaria muerte de Ulrike M. de Carlos Be - Página 36

37 Epílogo ABEL, KAIN y KLAUS. KAIN. Esperad! ABEL regresa a su lado y mira en la misma dirección que KAIN. ABEL. Qué? KAIN. El Público. ABEL. Qué! KAIN. Su premio. Tenemos que premiarles. ABEL. Cómo! KAIN. La guinda del pastel. ABEL. Ah! Te refieres a algún tipo de bula o agradecimiento... KAIN. Sí. ABEL. Gracias por vuestro silencio, estimado Público. Este baile va por ustedes. Suenan la música ligera y animada del Prólogo. KAIN y ABEL bailan, muy divertidos. En realidad, no están bailando. Pisan cucarachas. Proyectándose sobre la platea y desplazándose lentamente hacia el escenario, aparece un listado actual de todas las naciones del mundo y, entre paréntesis, su número de habitantes: Afganistán ( ) Albania ( ) Alemania ( ) Andorra (65.000) Angola ( ) Anguila (8.000) Antigua y Barbuda (67.000) Antillas Holandesas ( ) Aotearoa ( )... La extraordinaria muerte de Ulrike M. de Carlos Be - Página 37