Arco iris de amor. Era una clara y fresca mañana de primavera. Un suave Vientecillo soplaba

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Carla Vidal Ramírez
hace 6 años
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1 Era una clara y fresca mañana de primavera. Un suave Vientecillo soplaba dulcemente entre las ramas de los altos y blancos chopos de la rivera del río. Los rayos del sol jugaban con las flores y una alegre melodía los pájaros entonaban. - Qué mañana más clara y bonita! Dijo un Árbol de extensas ramas aunque bajas y hojas moradas que se encontraba más allá de la hondonada, en un precioso claro donde los caminos parecían de oro y plata. -Todos los días son como una bendición, pero es cierto que esta mañana el aire tiene un ambiente especial. Huele a limón y a menta. Respondió con sonoro tintineo y de forma puntillosa un Arroyo que pasaba muy cerca del Árbol. A lo lejos, se veía un gran Lago de aguas cristalinas y brillantes que reían bajo la luz de un Sol que extendía sus rayos hacia todos los rincones. - Sabéis que el Viento del bosque se ha enamorado? Dijo un Rayo de sol en tono confidente posándose en un prado de margaritas. Éstas, que eran increíblemente tímidas, aunque no tanto como las azules campanillas, de no ser porque a una flor le es imposible sonrojarse, lo hubiesen hecho ante la impresión que siempre les causaba el hecho de que alguien que no es margarita les hablase. - De quién se ha enamorado? Preguntó en voz muy baja la única margarita que se atrevió a hablar. -De la Brisa que vuela y baila siempre sobre el Lago. -Esa Brisa no es de fiar, siempre de un lado para otro y tan efímera. No me gusta, no señor. 1

2 Intervino una vieja Zarzamora. -Pero el Viento del bosque es bueno y apuesto, seguro que la Brisa le corresponderá. Volvió a decir tímidamente la margarita. -Sí, yo también lo creo-dijo pensativo el Rayo de sol- es verdad que la Brisa es algo traviesa, pero también es dulce y buena. Por aquellos días, se pudo escuchar cada noche, cómo el susurro del viento se colaba en los rincones y recodos más escondidos del bosque. Hacía estremecer las hojas de los árboles, unas veces con sonidos tristes y lánguidos, otras alegres y argénteos, pero siempre se podía adivinar en esas nocturnas melodías una canción de amor. Pasados unos pocos días, el Rayo de Sol volvió junto a las margaritas: -El Viento del bosque está terriblemente triste, las dríadas me lo han dicho. Dicen que no saben qué hacer. Se ha escondido en lo profundo de una cueva y si alguien se acerca, sopla enfurecido. Está triste y no quiere salir de allí. Parece que la Brisa del lago no le hace el más mínimo caso. -Yo sabía que esa Brisa no podría traer nada bueno, no señor. Dijo la Zarzamora. -Pero... La Brisa sabe lo que el Viento siente? Preguntó una Margarita haciendo caso omiso a la intervención de la Zarzamora. -El Viento se siente celoso del Lago. Dice que la Brisa siempre está riéndose con él y que jamás vuela lejos de allí, por eso nunca ha llegado a decirle nada, 2

3 no se atreve. Tiene miedo de ser rechazado. Ha perdido toda la alegría, ya no es el mismo. -Bueno, las ondinas del lago deben saber algo. Sin duda ellas sabrán si la Brisa está realmente interesada por el Lago o no. -Con las ondinas no se puede hablar- interrumpió la Zarzamora- sólo cantan y se zambullen en el Lago una y otra vez. Mientras, en el corazón del bosque, una dríada tuvo una idea. Voló rápidamente hasta la cueva en la que se ocultara el Viento y muy despacito entró al tiempo que decía: -Te prometo que te ayudaré a conquistar a la Brisa. -No puedes. Silbó apenado el Viento. - Oh! Claro que puedo, aunque necesito que pongas de tu parte. Si tú no haces nada, yo tampoco puedo hacer nada. Nadie puede hacer las cosas por ti. Tienes que salir de aquí. -Pero yo no quiero salir. Volvió a silbar el Viento y esta vez de forma más brusca. -Por favor, no te enfades conmigo. Solo quiero ayudarte y, no es muy fácil si tú no te dejas. Sólo tienes que salir y volver a silbar y a jugar con las flores silvestres del bosque, te echan de menos. - Y eso de qué serviría? - De mucho! No puedes seguir tan negativo. Si la Brisa siempre juega con el Lago es porque él siempre refulge de alegría. Deberías cantarle una canción declarándole tu amor. -Pero la Brisa es una magnífica soprano, no se sorprendería, de nada serviría. 3

4 -Pues tal vez si paseas alrededor de las margaritas, éstas bailen graciosamente, eso podría ser otra expresión de tu amor. -La Brisa hace que el Lago baile, Qué es un enorme Lago que se ilumina con los ligeros movimientos de la Brisa comparado con un pequeño baile sincronizado de margaritas? - No debes menospreciar a las margaritas! Pero sí deberías confiar algo más en ti. Tú eres poderoso. Sabes rugir en las tormentas y agitar suavemente las flores y las hojas en primavera. Algo habrá que hagas mejor que los demás. -No, no lo creo. Yo no soy luminoso ni límpido como el Lago; tampoco sé cantar como el Arroyo, ni correr sinuosamente como el Río. -No, eso es cierto. Pero sabes cantar y silbar poderosamente como el Viento; sabes correr entre árboles y flores silvestres como el Viento y sabes hacer que los rayos del sol lleguen hasta el lugar más oscuro del bosque. Piensa en algo! Seguro que hay miles de cosas que tú puedes hacer. El Viento, unos momentos antes sumido en una profunda tristeza, ahora parecía esperanzado. -Hace mucho tiempo, la Brisa me dijo que lo que más le gustaba era el Arco Iris. Tal vez si... bueno, yo podría hablar con las nubes y con el Sol. Y así fue como en la hora del crepúsculo, cuando el Sol parecía arrebolado, algunas nubes cargadas de lluvia llegaron transportadas por el Viento del bosque. La lluvia empezó a caer en seguida y cada una de las flores y todos los árboles alzaron sus brazos para recibirla. Al instante siguiente, los últimos rayos del Sol se desplegaron para atravesar cada gota. Un enorme Arco Iris apareció abarcando desde el Lago hasta el último Árbol del bosque y todo el paisaje pareció estremecerse a un tiempo. 4

5 Las ondinas, en tono divertido y pueril, le contaron a la Brisa quién había sido el artífice de aquello y ésta, aunque ruborizada, voló para encontrarse con el Viento del bosque. 5

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