CRISIS Y REVISIÓN DEL ACOGIMIENTO RESIDENCIAL. SU PAPEL EN LA PROTECCIÓN INFANTIL. Amaia Bravo y Jorge F. del Valle. Raquel Rupérez Bautista

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José Manuel Robles Salinas
hace 6 años
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1 CRISIS Y REVISIÓN DEL ACOGIMIENTO RESIDENCIAL. SU PAPEL EN LA PROTECCIÓN INFANTIL. Amaia Bravo y Jorge F. del Valle Raquel Rupérez Bautista

2 El acogimiento residencial tiene un papel esencial, sobre todo, en los casos de adolescentes en desamparo, ya que cumple una función que no puede ser cubierta por alternativas familiares. Los adolescentes requieren una atención especializada, y constituye una dificultad encontrar una familia lo suficiente capacitada para responder a sus necesidades. Evolución del acogimiento residencial. Modelos de intervención: Hasta mediados de los años 80, el acogimiento residencial era la medida protectora predominante, en España. Esto comienza a cambiar con la puesta en funcionamiento de los servicios sociales y, la competencia exclusiva para las comunidades autónomas. A partir de tal momento, han tenido lugar dos transiciones importantes: -Primera transición: años 80. Del modelo institucional al modelo familiar: El modelo institucional constituía la única alternativa para atender a menores que careciesen de un contexto adecuado. Los centros de acogida eran cerrados y autosuficientes; proporcionaban necesidades muy elementales y el personal que atendía a los/as menores no era profesional. Los motivos de ingreso eran diversos. A partir de los años 70, se propone la construcción de viviendas alternativas, que asemejen un hogar de tipo familiar y que disponga de referentes educativos. Así mismo, el/la menor podrá salir a escuela, integrándose en el entorno que le rodea. A finales de los años 80, tal modelo (comunitario), consigue disminuir el número de menores en cada centro y cambia su estructura. Este cambio proporcionó la creación de entornos sustitutivos de las familias para educar a los/as menores durante el tiempo que fuese necesario. No obstante, el nuevo sistema de protección prioriza la crianza del/de la menor en un entorno familiar. Mejor, implementar programas de intervención familiar y apoyo, para favorecer y una futura reinserción del/de la menor en su propio entorno familiar. En caso de no ser posible, facilitar el acogimiento familiar. El acogimiento residencial quedaría sólo como medida protectora temporal, siempre al servicio de la solución definitiva de integración familiar. -Segunda transición: la crisis de los 90. El modelo especializado: la diversificación de la red: Tiene lugar la crisis del modelo familiar. Actualmente, las comunidades autónomas desarrollan una red de servicios de acogimiento residencial diversificada y especializada para la atención de necesidades diversas. Este nuevo modelo de intervención ha tenido lugar por el desarrollo de varios factores: aparición de problemáticas nuevas; necesidad de un enfoque terapéutico, para dar respuesta a las necesidades de menores con

3 problemas de salud mental; adopción de medidas de tipo familiar prioritariamente, sobre todo para los/as más pequeños/as; demanda de una mayor especialidad en la intervención desde los hogares. Con el nuevo modelo, se desarrollan recursos más específicos. La red de acogimiento residencial se configura por las siguientes alternativas: hogares de acogida de los/as menores de hasta 3 años; hogares de primera acogida y emergencia; hogares de convivencia familiar; hogares de preparación para la independencia de adolescentes; hogares y centros para adolescentes con problemas conductuales o emocionales; hogares para menores extranjeros no acompañados. Nuevos perfiles en la población de acogida: la necesidad de un modelo de atención especializado: Las características que presentan gran parte de los casos acogidos en hogares son: adolescentes sin previsión de retorno al hogar familiar; con problemas emocionales, conductuales o de salud mental; conductas violentas hacia su familia; menores infractores con medida protectora; menores extranjeros no acompañados; menores extranjeros acompañados (retirados por negligencia y modelos educativos inadecuados). Desde principios de los años 90, se ha producido un incremento en la edad atendida en los centros de protección. Así, el 70% de los casos los constituyen menores de a partir de 13 años de edad. Resulta relevante el tratamiento de alteraciones conductuales y/o problemas emocionales y de salud mental, pues cada vez se hace más visible su presencia en los menores. Además, cabe añadir que, a medida que el período de estancia en el centro de acogida es aumentado, tiene lugar un incremento de problemas emocionales en el/la menor. La llegada de menores inmigrantes no acompañados: el papel de los centros de acogida: Se requiere la atención prevista ante situaciones de desamparo. Este fenómeno ha tendido a crecer, de forma que la mayoría de las regiones se han visto desbordadas y se ha hecho necesario aumentar el número de plazas y recursos para atender a los/as menores inmigrantes no acompañados. No obstante, ocurre en algunos casos que los recursos y medidas adoptadas no responden a las necesidades de tales menores. Por tanto, aunque se apliquen las medidas tomadas ante el desamparo, se hace indispensable una adaptación de tales, en base a su origen, cultura, idioma, situación familiar y sus características individuales. No es posible, por tanto, una intervención

4 generalizada para todos los/as menores inmigrantes no acompañados, aunque sí debemos señalar ciertos aspectos comunes a todos ellos: desarraigo; experiencia de abandono del hogar; vivencia del viaje; llegada a una cultura ajena; separación de la familia; expectativas de futuro en Europa. Ante la ausencia de una intervención específica para estos casos, se han creado intervenciones centradas en la cobertura de las necesidades básicas, regulación de papeles y preparación laboral. No obstante, queda pendiente el desarrollo de evaluaciones que permitan diseñar intervenciones específicas para cada menor, en base a sus circunstancias. La investigación sobre el acogimiento residencial en España: En España, existe una escasa investigación sobre el acogimiento residencial. Algunos grupos de investigación en acogimiento residencial son: la Universidad de la Laguna que ha trabajado sobre las redes sociales, la satisfacción de los menores acogidos y la vinculación entre los menores y sus familias; C. Panchón ha trabajado sobre la organización de los centros de protección; F. Casas; y, el Grupo de Investigación de Familia e Infancia en la Universidad de Oviedo. Éste ha desarrollado dos sistemas de evaluación estandarizados: -Sistema de Evaluación y Registro en Acogimiento Residencial (SERAR): sistematiza el proceso de programación y evaluación individual que los equipos educativos han de realizar con cada menor. -Sistema de Evaluación de Calidad en Hogares de Protección (ARQUA): incorpora instrumentos necesarios para evaluar el funcionamiento de los hogares y centros y su adecuación a principios de calidad nacionales y estándares internacionales. Actualmente, se está realizando, asimismo, estudios acerca de: ajuste psicosocial de la población de acogida en hogares; incidencia de problemas emocionales y de conducta; implementación de técnicas de intervención en crisis en este contexto, estudios de satisfacción de los/as menores atendidos; análisis de las necesidades de la población de menores extranjeros. Retos en la actualidad: Se necesitan acogimientos familiares profesionalizados o terapéuticos. Para ello, es necesario el siguiente trabajo: refuerzo del personal cualificado; formación de educadores en el ejercicio de funciones como evaluación, programación y aplicación de técnicas terapéuticas; incorporación de una atención clínica adecuada, para reforzar la

5 tarea educativa, la coordinación con otras instituciones, la creación de nuevos modelos de intervención y el diseño de espacios adecuados. Además, se hace necesario evaluar poblaciones específicas (menores inmigrantes no acompañados, menores con alteraciones conductuales, menores con problemas emocionales ) para determinar las necesidades y desarrollar, en base a tal, una intervención más ajustada a cada menor. Por último, resaltar la necesidad de intervención terapéutica en aquellos casos de menores con problemas emocionales y en menores con alteraciones conductuales. En caso contrario, no sólo se corre el peligro de prolongar su malestar a lo largo del tiempo y dificultar su adaptación a su entorno, así como crear malestar en posibles compañeros. El hecho de no tratar las alteraciones conductuales y/o emocionales en el/la menor puede dar lugar la instauración de tales como pautas habituales en su repertorio de comportamiento y respuestas, lo cual aumentará la probabilidad de reproducir patrones no adecuados, aprendidos, de relación en su vida adulta.

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