Investigaciones en la Huaca de la Luna 1995

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1 Proyecto Arqueológico Huacas del Sol y de la Luna Investigaciones en la Huaca de la Luna 1995 S. Uceda, E. Mujica, R. Morales / editores Facultad de Ciencias Sociales Universidad Nacional de La Libertad - Trujillo

2 AUTORIDADES UNIVERSIDAD NACIONAL DE TRUJILLO Dr. Guillermo Gil Malca Rector Ms. Weyder Portocarrero Cárdenas Decano Ciencias Sociales PROYECTO ARQUEOLÓGICO HUACAS DEL SOL Y DE LA LUNA Dr. Santiago Uceda Castillo Co-director Lic. Ricardo Morales Gamarra Co-director Facultad de Ciencias Sociales Universidad Nacional de La Libertad - Trujillo Primera Edición: Trujillo, 1997 Diagramación: GenesYs GRAPHICS Diseño de Carátula: Fernando Landaluce Dibujos: Carlos Ayesta Fotos: Proyecto Arqueológico Huacas del Sol y de La Luna Foto de carátula Maqueta de la tumba Chimú. Procedente de La Plataforma I de la Huaca de la Luna 4

3 PRESENTACION En el mes de mayo de 1991, la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de La Libertad - Trujillo inició el Proyecto de Puesta en Valor de las Huacas del Sol y de la Luna, uno de los monumentos prehispánicos más importantes de la costa norte del Perú conocido también como Complejo Arqueológico Huacas de Moche. Durante los cuatro primeros años de investigaciones en el sitio, las actividades se centraron en la Huaca de la Luna, principalmente en el estudio de la arquitectura monumental de la Plataforma I, aunque otros estudios en menor escala fueron realizados en las plataformas II y III, en las plazas 2 y 3 y en el área urbana existente en la planicie que yace entre la Huaca de la Luna y la del Sol. En todos los casos, el programa de investigación se propone un mejor entendimiento de una de las sociedades más exitosas del litoral desértico del Perú prehispánico, la Moche, y en lo que al aspecto arquitectónico se refiere se busca la conservación y adecuación del monumento para la visita turística como una manera adecuada de difundir nuestros valores históricos. Al final de cada año de excavaciones y de análisis y conservación de materiales en gabinete fueron entregados, tanto a las entidades financieras de nuestros trabajos como al Instituto Nacional de Cultura, para la renovación de los permisos de excavación, sendos informes de las actividades realizadas y de los logros alcanzados. La acumulación de información recogida, y la novedad de la misma, nos hizo pensar en la necesidad de compartirla -aunque sea de manera preliminar- con los colegas y el público en general. Por ello se ha creído conveniente publicar nuestros informes anuales, sin más pretensión que ello, que permita diseminar con prontitud los nuevos conocimientos adquiridos por el proyecto. La presente publicación corresponde a la temporada de 1995, y se trata de una versión mejorada del informe presentado al INC. Ha sido organizada en cinco partes. La primera corresponde a los trabajos de investigación en la Huaca de la Luna propiamente dicha, y consta de cinco artículos o informes: los dos primeros relacionados a las investigaciones que se efectuaron en las unidades 11 y 12, respectivamente, de la Plataforma I; el tercero resume las intervenciones en la Plaza 2; el cuarto presenta un avance de los estudios en la Plaza 3a, y el último corresponde a las excavaciones en la Plaza 3b. La segunda parte de la publicación está dedicada a los trabajos realizados en el centro urbano, y comprende dos informes: el primero dedicado a un conjunto de unidades arquitectónicas y el segundo a las excavaciones realizadas en un comprobado taller de alfareros. Sin duda se trata de información sumamente novedosa, si bien aún preliminar, que comienza a arrojar nuevas luces sobre los aspectos domésticos y productivos de la sociedad Moche. En la tercera parte se presentan los trabajos de investigación realizados en el Cerro Blanco, imponente montaña al pie de la cual se encuentra la Huaca de la Luna. En este lugar se hicieron excavaciones arqueológicas en dos sectores: primero en la cima del cerro para estudiar una estructura arquitectónica Chimú, en la cual trabajó Max Uhle a fines del siglo pasado, y el segundo sector en la parte media de la falda del Cerro Blanco, inmediatamente encima de la Huaca de la Luna, que resultó ser un sitio más temprano correspondiente a la época Salinar. Al igual que en el caso del centro urbano, en donde trabajó en gran parte el arqueólogo canadiense Claude Chapdelaine, de la Universidad de Montreal (Canadá), en Cerro Blanco fue Steve Bourget, de la Universidad de East Anglia (Inglaterra) el responsable de las investigaciones, queriéndose con esto hacer notar el carácter internacional de nuestro proyecto. Los análisis e interpretaciones de aspectos específicos de nuestras investigaciones están agrupados en la cuarta parte del libro, la que comprende tres trabajos. El primero aborda el estudio de los restos orgánicos procedentes de tres sectores distintos del complejo arqueológico, y sin duda se trata de uno de los aportes 5

4 más novedosos sobre la cultura Moche en la medida en que los resultados están referidos a la vida cotidiana. El segundo corresponde al estudio de las maquetas o modelos y escenas rituales halladas en una tumba Chimú intrusiva en uno de los últimos rellenos de la Plataforma I de la Huaca de La Luna. El tercer trabajo es una reflexión general sobre la función de la Huaca de La Luna, así como una propuesta de explicación de los enterramientos de los edificios vis à vis los entierros de los oficiantes religiosos. La quinta y última parte de esta publicación está dedicada a la importante tarea de la conservación del monumento, tanto en sus aspectos doctrinarios como en lo referido a las intervenciones efectuadas a nivel de los relieves, muros, así como en el tratamiento de los diversos materiales culturales muebles. Este es un aspecto de los trabajos arqueológicos por lo común dejado de lado, pero al que se ha puestos especial énfasis dado que la conservación de nuestros monumentos es imprescindible tanto para fortalecer nuestras raíces históricas como para ponerlos adecuadamente al servicio de la comunidad. Este proyecto, ambicioso en sus metas y con más de 6 años de continuidad, no hubiera sido posible sin el apoyo de las autoridades universitarias, por lo que dejamos constancia de nuestro profundo agradecimiento a los ex decanos de la Facultad de Ciencias Sociales, doctores Adriano Perales y Alberto Pinillos, así como al actual decano Ms. Weyder Portocarrero. Igualmente, al ex-rector Dr. Jorge Ruiz D. y al actual Rector de nuestra casa de estudios, Dr. Guillermo Gil Malca. Sin la comprensión y compromiso que ellos tuvieron con el proyecto, este nunca se hubiera iniciado ni garantizado su continuidad. Queremos igualmente expresar nuestra mayor gratitud a las entidades que brindaron el apoyo financiero al proyecto y a las personas que las representan, gracias a quienes hemos podido obtener los logros que hoy se observan en el sitio en términos de conservación y adecuación del sitio, así como en la presente publicación. En primer lugar a la Fundación Ford y al Dr. Antonio Muñoz Najar, quien fuera funcionario responsable del área cultural de esta institución en Lima. A la Sociedad Cervecera de Trujillo S.A. y a su gerente general Sr. Juan d Auriol S., quien hizo posible que -con el decidido apoyo de su Directorio presidido por el Dr. Víctor Montori- el proyecto tomara otra dimensión, apoyo que en la actualidad se nos viene brindando el Gerente Regional de la Unión de Cervecerías Peruanas Backus y Johnston, Dn. Gilberto Domínguez. También nuestra gratitud al Sr. José Cassinelli, quien apoyó al proyecto durante los tres primeros años con combustible, facilitándonos el trabajo. Finalmente, debemos agradecer al Ing. José Murgia Z., Alcalde del Concejo Provincial de Trujillo, y a su Concejo de Regidores por el apoyo financiero que la Municipalidad nos brinda desde 1995, esfuerzo pionero de un gobierno local por la conservación y difusión de los valores históricos de su pueblo. Esta obra, que sintetiza los aspectos más relevantes de un año de actividades, se debe al esfuerzo de todos los miembros del Proyecto, tanto los investigadores que firman los diversos artículos como del personal técnico y auxiliar. A todos ellos nuestro agradecimiento. Ponemos esta compilación de los resultados de investigación a disposición de los especialistas, arqueólogos y científicos sociales, pero bien puede ser también de utilidad para el público en general interesado en esta cultura y su ciudad capital. Trujillo, febrero de

5 Tabla de contenido Presentación... 5 Introducción, Santiago Uceda y Elías Mujica... 9 Primera parte EXCAVACIONES EN LA HUACA DE LA LUNA Introducción a las excavaciones en la Huaca de la Luna, Santiago Uceda Excavaciones en la unidad 11 de la Plataforma I, María Montoya Excavaciones en la unidad 12 de la Plataforma I, Ricardo Tello Excavaciones en la Plaza 2, J. Baylón, L. Burgos, R. Díaz, C. Pardo y V. Rodríguez Las excavaciones en la plaza 3A, Steve Bourget Excavaciones en la Plaza 3b, María Montoya Segunda parte EXCAVACIONES EN EL ÁREA URBANA Introducción a las Excavaciones en el área Urbana de Moche, Santiago Uceda Los Complejos Arquitectónicos Urbanos de Moche C. Chapdelaine; S. Uceda; M. Moya; C. Jauregui y Ch. Uceda Los Talleres Alfareros en el Centro Urbano Moche, Santiago Uceda y José Armas Tercera parte EXCAVACIONES EN EL CERRO BLANCO Introducción a las Excavaciones en el Cerro Blanco, Santiago Uceda Excavaciones en el Cerro Blanco, Steve Bourget Cuarta parte ANÁLISIS E INTERPRETACIONES Introducción al análisis e interpretaciones, Santiago Uceda El material orgánico en Huaca de la Luna, J. Cárdenas, J. Rodríguez y L. Aguirre Esculturas en miniatura y una maqueta en madera, Santiago Uceda El poder y la muerte en la sociedad moche, Santiago. Uceda Quinta parte CONSERVACIÓN Conservación Ricardo Morales La Conservación de las Estructuras y Superficies Arquitectónicas, Ricardo Morales y Neil Torres Evaluación de materiales y técnicas de conservación, Ricardo Morales y N. Torres Tratamiento de los Entierros, Neil Torres y Jorge Solórzano Conservación de los Materiales Culturales Muebles, M. Asmat, R. Morales y A. Fernández La Conservación de Vasijas Crudas o en precocción, Jorge Solórzano Conservación de los Textiles de bases-soporte de la maqueta II y escenas complementarias, A. Fernández BIBLIOGRAFÍA GENERAL Personal del Proyecto Huaca de la Luna

6 INVESTIGACIONES EN LA HUACA DE LA LUNA: A MANERA DE INTRODUCCIÓN Santiago Uceda y Elías Mujica Como se ha anotado en la Presentación a este volumen, durante los cuatro primeros años de investigaciones que la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de La Libertad- Trujillo (UNT) viene ejecutando en la Huaca de la Luna, la atención fue centrada en el estudio de la arquitectura de la Plataforma I del monumento, con intervenciones en menor escala en las plataformas II y III y en las plazas 2 y 3, así como en el área urbana al pie de la huaca. Igualmente se anotó que, con el rigor del caso, los resultados fueron entregados tanto al INC como a los donantes a manera de informes anuales. El iniciar esta serie de publicaciones sobre las investigaciones en la Huaca de la Luna con los resultados de la temporada correspondiente a 1995, tiene el inconveniente que estamos dejando parcialmente de lado mucha de la información recuperada durante las campañas previas. Para subsanar en parte este vacío, haremos en esta introducción un apretado resumen de los trabajos realizados durante los años anteriores, lo cual permitirá al lector tener un panorama general dentro del cual se debe colocar esta publicación. Por otro lado, en varios de los trabajos incluidos en esta publicación se retoman aspectos de las investigaciones correspondientes a los años anteriores y, además, cada parte que conforma este libro tiene una introducción general que servirá de balance. UN POCO DE HISTORIA El complejo arqueológico de las Huacas del Sol y de la Luna ha tenido tres intervenciones científicas de importancia entre fines del siglo pasado e inicios de la década de los 90, que es cuando la UNT inició sus trabajos. La primera fue la que realizó el arqueólogo alemán Max Uhle a fines del siglo pasado ( ), la segunda fueron las excavaciones realizadas por don Rafael Larco entre las décadas de los años 20 y 30, y la tercera la realizada por el proyecto «Chan Chan - Valle de Moche» de las universidades de Harvard y California desde fines de la década de los 60 hasta mediados de los 70. Los trabajos de Max Uhle deben de ser considerados como pioneros. El objeto de su investigación fue el establecer una cronología de las diferentes ocupaciones en el sitio a partir de la posición estratigráfica de un conjunto de tumbas que excavó en la plataforma existente al pie oeste de la Huaca de La Luna, sobre la plataforma sur de la Huaca del Sol y en la cúspide del Cerro Blanco (Uhle, 1915; ver Bourget en este volumen). A partir de ello Uhle estableció tres grandes entidades culturales: Inca, Chimú y lo que definió como Proto Chimú y que con el tiempo Julio C. Tello renombraría como Muchik y luego Rafael Larco como Mochica. Los materiales recuperados por Uhle fueron a dar al Museo de la Universidad de California en Berkeley, donde Alfred Kroeber los estudió con posterioridad, reafirmando la secuencia de Uhle pero cambiando el nombre del estilo cerámico Proto Chimú a Early Chimú o Chimú Temprano (Kroeber, 1925). Sobre esto último, es importante precisar, con el ánimo de evitar mayores confusiones, que en la actualidad el término Chimú Temprano viene siendo utilizado por todos los arqueólogos para nombrar el lapso de tiempo comprendido entre el fin de Moche V de Galindo y la aparición del estilo cerámico monocromo Chimú. Este período, que comprende al Horizonte Medio 3-4 de Dorothy Menzel (1954, 1977), se caracteriza por la presencia de cerámica tricolor y estampada (Mackey 1982). Las excavaciones de don Rafael Larco se centraron en los alrededores de la Huaca de la Luna, pero de las cuales no se tiene mayor información, salvo los breves comentarios en su libro Los Mochicas (Larco, 1938 y 1939). A partir de estas y otras excavaciones realizadas en los valles de Chicama, Jequetepeque y el del Santa, Larco estableció una secuencia cronológica para la costa norte (Larco 1948). La base de esta secuencia estuvo en la posición estratigráfica de las tumbas y en el análisis de la variación de las formas de los ceramios. Gran 9

7 parte de sus estudios los centra en definir los aspectos fundamentales de la cultura Mochica -o Moche- y ensaya una interpretación global de la cultura usando información etnográfica, etnohistórica y la iconografía de la cerámica (Larco, 1938, 1939). Tomando como base la variación de las formas del asa estribo y el gollete estableció una seriación de cinco fases estilísticas (Larco 1948), que las consideró como fases de desarrollo cultural de esta sociedad. Esta aplicación mecánica de sus fases estilísticas a las culturales es, sin lugar a dudas, uno de los aspectos más controvertidos de la secuencia de Larco. En la actualidad existe una creciente corriente de opinión entre los especialistas sobre la necesidad de revisar este punto a partir de la información arqueológica recuperada en los últimos años (véase Kaulicke, 1992). Sin duda las excavaciones realizadas por el proyecto «Chan Chan- Valle de Moche», la tercera gran intervención en el sitio, fueron las de mayor intensidad y duración, ya que durante casi dos años diversos investigadores realizaron excavaciones en distintos sectores del complejo de las Huacas de Moche. El objetivo central de los trabajos en el complejo arqueológico fue establecer la continuidad y/o discontinuidad cultural en el sitio, en ese entonces ya reconocido como el de mayor importancia para la sociedad Moche. Fueron varias las contribuciones importantes de este proyecto. En primer lugar, por primera vez se excavó en la planicie entre las dos huacas, donde se encontraron una serie de estructuras habitacionales y áreas de depósitos al suroeste de la Huaca del Sol, estructuras que fueron interpretadas como los restos del pueblo moche asociado a los dos grandes edificios ceremoniales (Topic, 1977). Con estos datos se echó por tierra la propuesta de Schaedel (1951a), quien sostenía que el complejo de las Huacas de Moche era un centro ceremonial vacío, a manera de centro de peregrinaje, dentro de su tipología de asentamientos prehispánicos andinos. Por otro lado, dos grandes trincheras ubicada una al lado oeste de la Huaca de la Luna y la otra al este de la Huaca del Sol, permitieron recuperar casi una centena de entierros de diversas épocas. Lamentablemente, por falta de un buen control estratigráfico, debido a la metodología de excavación empleada, la secuencia resultante la reconstruyeron a partir del análisis estilístico de la cerámica asociada a los entierros y en algunas fechas radiocarbónicas (Donnan y Mackey, 1978). Distintos investigadores del proyecto Chan Chan - Valle del Moche realizaron un conjunto de estudios de carácter diversos. Uno de los más sugerentes se refiere al análisis de los restos orgánicos recuperados en excavaciones realizadas en diversos sitios del valle, a partir de lo cual Sheila Pozorski (1976) estableció los patrones de subsistencia para la sociedad Moche, que hasta ese entonces se conocían fundamentalmente en base a los estudios iconográficos de la cerámica (Yacovleff y Herrera 1934, 1935). Por otra parte, Mackey y Hasting (1982) publicaron el estudio de uno de los murales previamente descubiertos por don Eulogio Garrido (1956) en el nivel superior de la Plataforma I de la Huaca de la Luna. Los correlacionan con las dos últimas de tres etapas de una secuencia constructiva que, si bien pionera en ese entonces, se encuentra en proceso de revisión a la luz de los nuevos datos recuperados por el proyecto de la Universidad Nacional de Trujillo (Uceda y Canziani, 1993; Uceda, 1994). Por otro lado, a partir del análisis iconográfico le asignan una ubicación tardía en la secuencia cultural Moche, relacionándolos a una influencia Wari por la presencia de elementos decorativos como los escaques y el personaje denominado como el dios de los báculos. Como veremos más adelante, la información recientemente recuperada también contradice esta conclusión. Hasting y Moseley (1975), por su parte, propusieron un modelo interpretativo sobre la organización laboral en los grandes proyectos constructivos de la época Moche en base al estudio de las marcas de fabricación de los adobes utilizados en la construcción de la última etapa constructiva de las huacas del Sol y de La Luna. Se trató, sin duda alguna, de una propuesta sumamente novedosa, en la medida en que los autores establecieron implicancias socio-económicas a partir de la información arqueológica y etnohistórica. Por último, y a nivel interpretativo, la presencia de grandes depósitos aluviales cubriendo la planicie entre las dos huacas fue el argumento más usados por los miembros de este proyecto para explicar el abandono del sitio y el cambio de la estructura política en Moche (Nials et al., 1979a y b; Moseley y Feldman, 1982). A partir de este argumento se justificó el cambio de la capital política de las Huacas de Moche hacia Galindo, en el interior del valle (Bawden, 1977) y del centro del poder hacia Pampa Grande, en el más norteño valle de Chancay en Lambayeque (Shimada, 1976). Es sobre estos antecedentes que la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Trujillo inició sus trabajos en la Huaca de la Luna en mayo El primer objetivo que se planteó el proyecto fue estudiar el hallazgo de relieves polícromos que meses antes habían sido descubiertos por el conservador Ricardo Morales, codirector del proyecto de la UNT, adheridos a adobes que habían colapsado del frente sur 10

8 de la Plataforma I debido al trajinar de visitantes. La meta era, en ese entonces, determinar a qué espacio arquitectónico correspondían estas evidencias y establecer a qué posible etapa constructiva correspondían. Los objetivos se fueron volviendo más complejos a medida en que, gracias a las excavaciones arqueológicas y al análisis de las evidencias, se fue entendiendo mejor el sistema constructivo en los grandes edificios públicos Moche. La necesidad de ampliar las investigaciones en otras áreas del complejo obedecieron a la necesidad de responder a preguntas sobre la naturaleza y estructura de la ocupación en el sitio, interrogantes que en parte han ido siendo respondidas (Uceda y Morales 1993, 1994, 1995; Uceda et al. 1994). Obviamente en la actualidad existen más problemas que soluciones, pero la naturaleza y complejidad de los nuevos problemas han obligado a la UNT a emprender un programa de investigación a largo plazo, convocando la cooperación internacional de colegas de otros países (ver Bourget y Chapdelaine en este volumen), así como el apoyo decidido de instituciones académicas y privadas patrocinantes. Los resultados más saltantes obtenidos hasta el momento previo a esta publicación, pueden ser reseñados en tres aspectos principales: la arquitectura monumental, los entierros y el centro urbano. LA ARQUITECTURA Curiosamente, uno de los aspectos más relevantes de la sociedad Moche, como es la arquitectura monumental, no ha tenido el estudio exhaustivo ni detallado que amerita. Esta afirmación, que parecería injusta por las cientos de referencias que sobre esta cultura y sus monumentos existen, lastimosamente es verdadera y para constatarla vasta revisar la bibliografía de los principales autores (Uhle, 1915; Larco, 1938, 1939; Mackey y Hasting, 1982), y la compilación bibliográfica generada hasta 1993 (Uceda y Mujica 1994). Si bien la arquitectura monumental Moche es por todos mencionada y reconocida, no existían estudios en detalle sobre ella. Después de cinco años de investigaciones podemos afirmar que la Huaca de la Luna es un edificio muy complejo, constituido por tres grandes plataformas (I, II y III) y cuatro grandes plazas (1 a 4). La Plataforma I, que es donde se ha centrado la mayor parte de los trabajos, está organizada en dos niveles principales, uno alto compuesto por un conjunto de recintos y terrazas, y uno bajo por recintos, patios y corredores. Algunos de estos recintos estuvieron pintados de blanco o enlucidos, con techos a doble agua, presentando ventanas altas y bajas y vanos de acceso con umbral alto. Otros eran recintos mayores cuyas cubiertas eran sostenidas por pilares y pilastras, y en cuyos muros existían hornacinas. Los recintos se comunicaban a través de corredores o patios, también pintados de blanco. Tanto en el nivel bajo como alto de la Plataforma I de la Huaca de la Luna existían grandes patios con galerías cubiertas con techos, cuyos cielos rasos estaban enlucidos y pintados y los muros decorados. En el nivel bajo, por lo menos en el caso de los tres últimos edificios, se trata de decoración en altorelieve policromo y en el nivel alto pintura mural. Las representaciones, en ambos casos, están referidas a la deidad mayor Moche, el ser con colmillos en su manifestación de El degollador. La Huaca de la Luna es una construcción de carácter monumental cuya altura actual se debe a la superposición de por lo menos seis edificios. El procedimiento constructivo fue el rellenar con adobes tramados a manera de bloques constructivos los espacios arquitectónicos, para edificar encima una construcción nueva (Uceda y Canziani, 1993). Si bien el sexto edificio (el más tardío) se encuentra casi completamente destruido, quedando evidencias de sólo algunos de sus cimientos, podemos afirmar a partir de las evidencias hasta ahora recuperadas de los edificios más tempranos que el patrón arquitectónico (diseño y forma) es repetitivo, aunque los volúmenes y tamaños fueron creciendo. Cada nuevo proyecto significó un aumento de uno 3.50 m. de altura como promedio y horizontalmente hasta 5 m. en sus frentes este, oeste y sur. Es importante resaltar, por otro lado, el cuidado con que se «enterraron» los viejos edificios, convirtiendo este acto en un verdadero sistema de renovación del poder en el que no sólo intervenía el enterramiento del edificio, sino también el enterramiento de los sacerdotes de este templo (Uceda en este libro). Si bien las hipótesis reconstructivas que se vienen planteando pueden ser discutidas, sin duda se ha dado un paso adelante para el mejor entendimiento de su uso y función. En lo que a la posición cronológica de los murales se refiere, la información actual contradice las propuestas iniciales de Mackey y Hasting (1982) para los murales del nivel alto de la Plataforma I, que ellos asocian a una influencia estilística Wari. Si bien por ahora sólo tenemos una fecha coherente que ubica la última etapa constructiva de la Plataforma I hacia mediados del siglo VI o inicios del VII (Uceda, 1994), esto 11

9 quiere decir que los murales en discusión son anteriores al Moche IV, que se desarrolló antes del siglo VII, y no correspondientes a las últimas etapas Moche cuando se da la influencia Wari en la costa norte del Perú. Esta afirmación, además, se sustenta en el hallazgo de escaques en el arte mural Moche en una tumba monumental encontrada en el sitio La Mina, ubicado en el valle de Jequetepeque, asociada a cerámica temprana Moche correspondiente al estilo I ó II (Narváez, 1994). En lo que se refiere a los adobes con marcas de fabricantes (que fue otro de los aportes del proyecto Chan Chan - Valle de Moche), las excavaciones del relleno que cubre el quinto edificio de la Plataforma I demostraron un muy bajo porcentaje de adobes con marcas de fabricante, el que jamás sobrepaso el 15% del total de los adobes recuperados. Algo radicalmente diferente ocurrió en la más tardía Plataforma III, donde fue altísimo el porcentaje de adobes con marca de fabricante, el que alcanza en algunos sectores hasta el 90%; además, estos adobes tienen dimensiones mayores que los primeros y todos fueron hechos en gaveras de tablilla. Si bien las marcas se agrupan casi uniformemente en los bloques constructivos, tal como fue observado por Moseley y Hasting (1975) en la Huaca del Sol, la información arriba señalada indica que el cambio en la estructura social y organizativa sólo se daría hacia finales del desarrollo Moche y muy probablemente ligado a la influencia Wari o de la zona norte del área Moche, donde la tradición del uso de marcas en adobes es más temprana y arraigada. Otro aspecto en el cual se ha avanzado gracias a las investigaciones del equipo de la Universidad Nacional de Trujillo, es en lo que se refiere al momento de abandono del sitio. Como ya hemos mencionado, la tendencia ha sido el postular un abandono a finales de la época IV de Larco (650 d.c.), debido a la ausencia de cerámica del estilo Moche V en el complejo Huacas de Moche. A partir del análisis de las formas y marcas de los adobes, del estudio estilístico de los murales de la Plataforma III y de la correlación cronológica de los distintos componentes monumentales del sitio, podemos proponer que estuvo en uso durante la fase V de Larco. En la Huaca del Sol, la última etapa constructiva (que es cuando el edificio ganó más de 15 m. de altura y cuando se adicionó la plataforma sur) presenta las mismas características constructivas y tipos de adobes que la Plataforma III de la Huaca de la Luna, donde predominan los adobes de mayores dimensiones y con altos porcentajes de marcas de fabricantes (García et al. 1994). Ya que el mural de La rebelión de los artefactos, que se encuentra asociado a la última etapa constructiva de la Plataforma III corresponde estilísticamente a la forma de decoración de la fase Moche V, por lo menos este sector de la Huaca de La Luna como, por extensión, la última construcción de la Huaca del Sol deben corresponder a esta fase estilística de la cerámica. A esto hay que agregar los resultados radiocarbónicas de muestras de carbón vegetal obtenidas para las últimas ocupaciones en el centro urbano, que arrojaron fechas tan tardías como d.c. asociadas con cerámica Moche IV (ver Chapdelaine en este volumen). Una vez más, nos encontramos ante las discordancias arriba anotadas entre las fases estilísticas propuestas por Larco y las fases culturales Moche. LOS ENTIERROS Es por todos conocida la importancia de los entierros humanos en la historia de las investigaciones sobre la cultura Moche. En el caso concreto de la Huaca de la Luna, los antecedentes nos los proporcionan los trabajos de Uhle (1915), Kroeber (1925), Larco (1948) y Donnan y Mackey (1978). Si bien las excavaciones realizadas por el equipo de la Universidad Nacional de Trujillo no han tenido como objetivo reincidir en esta suerte de arqueología funeraria, se han recuperado entierros en dos contextos bien definidos, sin incluir en ellos los sacrificios humanos ubicados al pie de la Plataforma II (Bourget en este volumen), por no tratarse de entierros formales. El primer contexto son las unidades arquitectónicas del centro urbano ubicado entre las dos huacas, en donde se han encontrado hasta el momento seis tumbas en el interior de recintos. El segundo contexto corresponde a los rellenos de la última etapa constructiva de la Plataforma I, en donde se han excavado cinco entierros. Estos contextos funerarios han sido analizados a partir de una nueva perspectiva, tal como se ha hecho con las tumbas de San José de Moro (Castillo y Donnan, 1994; Donnan y Castillo, 1994). A diferencia de las tumbas excavadas por Uhle en el sector que denominó F (una plataforma funeraria anexa al lado oeste de la Huaca de la Luna), y de aquellas tumbas excavadas por el equipo del proyecto Chan Chan - Valle de Moche en el sector H (plataforma funeraria anexa o cercana a la Huaca del Sol), los entierros humanos excavados por la Universidad Nacional de Trujillo se encuentran en un contexto completamente diferente: dentro de los rellenos arquitectónicos intencionales colocados para sellar un viejo edificio y levantar uno nuevo. 12

10 A partir del supuesto de que exista una relación entre la importancia del edificio donde se practica el entierro con el estatus del personaje dentro de la estructura social de la sociedad, las tumbas formales que se han encontrado dentro de los rellenos arquitectónicos de la Huaca de la Luna corresponderían a miembros de la élite u a oficiantes, ya que se encuentran dentro del edificio más importante de la ideología Moche (Uceda en este volumen). El estudio de los contenidos de las tumbas 1, 2 y 8 encontradas en el relleno que cubría el quinto edificio de la Plataforma I, ayudan a sustentar esta hipótesis. Entre los elementos de la parafernalia ritual destacan un calero, agujetas y láminas rectangulares y en forma de discos, todos en cobre dorado. Estos mismos objetos encontrados en las tumbas forman también parte de la indumentaria de personajes representados en escenas de la iconografía Moche. Una de estas escenas, representando dos o tres personajes sentados y en actitud de súplica dentro de un arco bicéfalo, ha sido considerada como una escena de ofrendas (Hocquenghem, 1987: ), un acto propiciatorio ligado a la fertilidad (Lavallèe, 1970), o una escena de invocación de chacchadores de coca (Donnan, 1978). Recientemente Bourget (1994a) ha propuesto que estas escenas de invocación forman parte del complejo ritual y ceremonial de los adoradores Moche tanto a la Huaca de la Luna como al Cerro Blanco. Por otro lado, la presencia del arco bicéfalo está en íntima relación con los aspectos de lluvia y agua en general (Lavallee, 1970), por lo que los actos propiciatorios de los oficiantes estarían ligado a la fertilidad, los sacrificios humanos y el ofrecimiento de sangre a través del despeñamiento de los cerros y la degollación de las víctimas, como lo demuestra Bourget en este volumen. Se propone, además, que los actos rituales estarían ligados a las actividades principales del templo de la Huaca de la Luna, incluyéndose la preparación de los muertos y su manipulación (Uceda en este volumen). Por este mismo proceso de deducción, es de esperar que deben existir a nivel de entierros todos los personajes que formaron el panteón de deidades y ancestros moches, como lo han demostrado claramente el hallazgos de las tumbas de élite de Sipán y de las Sacerdotisas en San José de Moro. Este último aspecto debe ser considerado también para interpretar las tumbas 3-4 y 5 de la Plataforma I, que a diferencia de las anteriores consisten en tumbas secundarias compuestas de esqueletos desarticulados e incompletos asociados con fragmentos de cerámica, también incompletas, y partes de ataúdes, contextos que sin duda representan re-entierros a manera de ofrendas para el enterramiento de la huaca en una clara alusión de otorgarle el poder para su renovación (Uceda en este volumen). EL CENTRO URBANO Una de las contribuciones más importantes del Proyecto Chan Chan - Valle de Moche fue sin lugar a dudas el descubrimiento del centro poblado que se extiende en la planicie entre las huacas del Sol y de la Luna. Desafortunadamente a esta novedosa información no se le dio la importancia ni trascendencia del caso. A las viviendas, patios y depósitos registrados por Topic (1977), hay que agregar el descubrimiento posterior de talleres de alfareros realizado por estudiantes de la Universidad Nacional de Trujillo a inicios de los años 90 (Armas et al. 1994), así como posibles talleres de metalurgia (Chapdelaine en este volumen). Todas estas evidencia nos indican que estamos en presencia no sólo de un complejo urbanístico de importancia, sino de una forma de ciudad ya desarrollada con funciones tanto de centro administrativo como de producción especializada. Esta producción y administración estuvo de una u otra forma controlada por un complejo sistema de ceremonias y rituales, dirigidos por la élite religiosa y/o civil Moche que tenía igualmente a su cargo las huacas del Sol y de la Luna. Es interesante notar que la mayor producción de cerámica registrada en los talleres estudiados estaba destinada al sistema del culto a los muertos (ofrendas funerarias), por lo que la cercanía de estos centros de producción a la Huaca de la Luna les confiere a las unidades de producción alfarera un carácter sacro o más ligado a la actividad religiosa. Por el contrario, las viviendas con mejor mampostería, presencia de depósitos y patios con banquetas se han registrado en sectores más cercanos a la Huaca del Sol, por lo que, a partir de esta asociación, se puede postular la hipótesis que la Huaca del Sol tenía funciones más relacionadas con actividades del mundo de los vivos (agricultura, pesca u otras actividades). La presencia de abundantes restos de alimentación en grandes basurales asociados a los patios en la Plataforma II de la Huaca del Sol (S. Pozorski, 1976), indican que ahí se realizaban grandes banquetes ligados a ceremonias que podrían relacionarse con el sistema de reciprocidad asimétrica desarrollada por las élites de las diversas culturas prehispánicas. Forzando un poco esta propuesta, podría incluso pensarse en una dualidad de funciones para 13

11 las dos huacas y una bipartición de la ciudad, hipótesis que obviamente debe ser comprobada con mayores datos arqueológicos. La ubicación de este importante centro urbano-ceremonial en el lugar en el que se encuentra no fue un acto del azar, sino que responde a una larga y profunda tradición relacionada con el Cerro Blanco como lo atestigua la presencia de ocupaciones previas a Moche (Salinar y Gallinazo) registradas en sus faldas norte, oeste y este (Quilcate et al. 1994; Bourget en este volumen). La importancia de los cerros aislados en la mitología costeña es tan fuerte, que el Cerro Blanco perduró como uno de los centros de peregrinación y culto aún hasta época Chimú. Por otro lado, las recientes investigaciones en el complejo de las Huacas de Moche han puesto al descubierto una desarrollada red urbana, compuesta por unidades arquitectónicas que pudieron haber servido como lugares de residencia para la élite, los administradores y aun los productores industriales (ceramistas, metalúrgicos, tejedores, etc.). Estas unidades arquitectónicas, ya sean residenciales o productivas, se articulaban a través de corredores y callejones que al parecer convergían hacia una plaza de carácter público (Chapdelaine en este volumen). En otras áreas se ha registrado la presencia de canales de agua que fueron usados para abastecer de este líquido elemento a los pobladores del centro urbano, así como al parecer al taller de alfareros. La presencia de una calle de unos 15 metros de ancho que separa la unidad 17 de las unidades 8 y 18, recientemente descubierto por el equipo de estudiantes de la UNT liderado por Ricardo Tello, puede ser interpretada como uno de los ejes mayores de circulación o como una separación entre el centro urbano y el área ritual de la Huaca de la Luna. Nuevamente, esta percepción no tiene mayores sustentos y esperaremos avanzar con las excavaciones y el análisis de los materiales culturales recuperados para afirmar o rechazar estas apreciaciones. FUTURAS INVESTIGACIONES No quisiéramos terminar esta suerte de evaluación de las investigaciones realizadas y en progreso en las Huacas de Moche sin antes señalar cómo vemos las perspectivas e importancia de este sitio en la historia no sólo Moche, sino para la arqueología peruana. El estudio de un sitio de la envergadura de las Huacas del Sol y de La Luna no podrá ser realizado con éxito si no se prevé un programa a largo plazo, multidisciplinario e interdisciplinario. Durante los próximos años será necesario desarrollar programas donde participen especialistas de diversos campos que nos permitan abarcar temas de vital importancia para la comprensión de la historia social y cultural de este sitio. Por ejemplo, los fenómenos naturales registrados en el sitio han sido presentados desde un punto de vista catastrófico para explicar los cambios culturales ocurridos, entre ellos el abandono del lugar (Nials 1971a y b; Moseley y Feldman, 1982; Shimada et al., 1991). Sin duda las capas aluviales que cubren el poblado entre las dos huacas es una prueba fehaciente de la presencia de eventos significativos de El Niño en el pasado, pero de allí a postular que estos fueron la causa determinante del abandono del sitio existe una gran diferencia. Para comprobar o desechar esta hipótesis se hace necesario analizar las capas aluviales, determinar si son el resultado de un solo evento como sostienen estos autores o si fueron eventos repetitivos y adecuadamente manejados y superados como se ha observado en las diversas etapas constructivas de la Huaca de la Luna (Uceda y Canziani, 1993). Si han sido varios eventos, será necesario establecer su secuencia y de ser posible la cronología y correlación con los eventos similares registrados en la Plataforma I de la Huaca de la Luna para obtener una imagen integral de sus efectos en el manejo del sitio. Más aún, las excavaciones arqueológicas realizadas tanto en la planicie como en la Plataforma I de la Huaca La Luna han registrado la presencia de gruesas capas de arena eólica acumulada, tal vez el problema principal que enfrentamos el día de hoy en la conservación del sitio, pero igualmente se ha documentado que se trataba de episodios algo rutinarios y que fueron satisfactoriamente superados por los pobladores Moche. Un segundo aspecto de las investigaciones del futuro deberá ser el ampliar en los próximos años las excavaciones en distintos sectores del centro urbano. Urge profundizar los conocimientos sobre la naturaleza y función de estas estructuras a lo largo de las sucesivas etapas ocupacionales dentro de la secuencia Moche, su estructuración y complejidad, y cómo estaban articulados a los dos edificios monumentales: el Sol y la Luna. En este afán será necesario la presencia de arquitectos, ingenieros y arqueólogos. La presencia de talleres especializados de cerámica y metalurgia requerirán del aporte de especialistas que tengan experiencia en el manejo y análisis de este tipo de problemas, o en la aplicación de nuevas técnicas y métodos 14

12 que permitan, entre otras cosas, la compresión de la producción y circulación de los bienes producidos que son en la actualidad ampliamente utilizados como indicadores culturales. De igual manera, la abundancia de restos de alimentación asociados a las áreas de viviendas requerirá de la ayuda de especialistas en arqueozoología y arqueobotánica, con la esperanza de continuar por el novedoso e ilustrativo camino trazado por los miembros del equipo Arqueobíos en su contribución a este volumen. En esta misma perspectiva de reevaluación del sitio, será necesario volver a estudiar las áreas de cementerios, a fin de aplicar nuevas perspectivas de estudio a los contextos funerarios. El estudio de la antropología física se ha convertido más que nunca en una necesidad si queremos resolver aspectos de identidad étnica o racial al interior de las culturas costeñas, particularmente la Moche, así como para una mejor aproximación al conocimiento de la gente que hizo posible todo aquello que pretendemos estudiar. Por último, no podemos de dejar de lado a la Huaca del Sol, hasta ahora testigo mudo de toda esta discusión. En algún momento su investigación debe de ser integrada al resto del sitio, si es que en verdad queremos conocer a cabalidad las características y funcionamiento de una de las capitales prehispánicas más importantes del antiguo Perú. 15

13 Primera Parte Excavaciones en la Huaca de La Luna

14 Figura 1. Plano general de Huaca de la Luna y ubicación de las áreas de excavación. 18

15 INTRODUCCIÓN A LAS EXCAVACIONES EN LA HUACA DE LA LUNA Santiago Uceda La Huaca de la Luna es uno de los dos componentes mayores del centro urbano y ceremonial de la antigua capital de Moche. Se ubica al este y al pie de una montaña aislada conocida como Cerro Blanco, prácticamente al lado del río y a unos 5 km. del litoral. Se trata de un complejo arquitectónico que tiene una extensión de 290 m. de norte a sur y de 210 m. de este a oeste. Está conformada por las siguientes estructuras arquitectónicas: una enorme plataforma ubicada en la esquina suroeste del complejo (Plataforma I); una plataforma más pequeña ubicada en la esquina sureste del conjunto (Plataforma II); y una tercera plataforma, intermedia en tamaño entre las dos primeras, que se encuentra en la esquina noreste del conjunto y a un nivel más elevado que las dos precedentes (Fig.1). Estas tres plataformas que predominan en el conjunto están articuladas por cuatro plazas dispuestas a distintos niveles, distribuidas de la siguiente manera: una gran plaza de 180 m. de largo por 100 de ancho ubicada al norte de la Plataforma I (Plaza 1) y donde debe encontrarse el acceso principal al conjunto; una segunda plaza (Plaza 2) de menor tamaño y 3.5 m. más elevada que se comunica tanto con la Plataforma I como con la plaza anterior; la tercera ubicada entre las Plataformas I y II (Plaza 3) y que en realidad se puede subdividir hasta en tres segmentos, y que se caracteriza por la presencia de un afloramiento rocoso pegado a la Plataforma II; y la Plaza 4 que está ubicada al oeste de la Plataforma II. Las plazas están delimitadas por muros de adobe de gran grosor y altura. Entre ellos sobresale el muro perimétrico que cierra el lado sur del conjunto, formando un amplio corredor de 18 m. de ancho y unos 180 m. de largo al sur de las plataformas I y II y de la Plaza 3. Los trabajos realizados en la presente temporada se han concentrado en Plataformas I y en las Plazas 2 y 3. Al iniciar los trabajos de investigación y puesta en valor de la Huaca, nuestros objetivos eran tratar de definir la secuencia constructiva de la Plataforma I, y en particular a qué momento de esta secuencia correspondían los muros con relieves polícromos (Uceda y Morales, 1992). Los estudios de los perfiles de uno de los forados coloniales nos permitió establecer una primera secuencia de cuatro etapas (Uceda y Canziani, 1993). Nuestra segundo gran objetivo fue establecer el diseño arquitectónico de una de estas etapas (Navarro y colaboradores (1994) hicieron una primera aproximación a este estudio). Un tercer objetivo fue estudiar la función de este edificio dentro del contexto de la sociedad Moche y una primera propuesta la hicieron Uceda y Paredes (1994). Sin embargo, como lo hemos señalado al inicio, la Huaca de la Luna es un complejo arquitectónico conformado por varios elementos. Era necesario estudiar cada uno de ellos. Es en este sentido que se propuso estudiar la Plataforma II y parte de las Plazas 2 y 3. Los objetivos eran establecer una secuencia arquitectónica y contextos arqueológicos. La Plataforma II fue estudiada por García y colaboradores en 1994 y sus esfuerzos se orientaron a establecer la secuencia constructiva de este edificio. Los resultados, aún preliminares, establecieron una secuencia interna de esta construcción, así como una correlación con aquella ya establecida para la Plataforma I (García et al., 1994). EXCAVACIONES EN LA PLATAFORMA I La Plataforma I, como se ha dicho, es el edificio más imponente de todo el conjunto. Sus dimensiones en la actualidad son de casi 100 metros por lado y una altura de más de 25 metros en relación a la planicie o Plaza 1. Está conformada por dos elementos arquitectónicos principales: un nivel superior ubicado al noreste y uno 3.5 a 4 m. más bajo al sur y noroeste. Dos grandes forados han destruido casi más de una tercera parte de esta plataforma. Uno de estos forados se ubica en el nivel superior y el otro en el nivel bajo de la esquina sureste. Aparte de estas dos grandes excavaciones casi toda la superficie del nivel bajo muestra la presencia 19

16 de excavaciones clandestinas menores que han alterado los contextos primarios de la última ocupación. A simple vista no es posible discernir mucho de los elementos arquitectónicos de esta última etapa de uso, salvo parte de un corredor que circunda el nivel superior en los lados oeste y sur y una rampa que partiendo del corredor oeste accede al nivel superior. Los paramentos oeste y sur en la parte superior han sufrido una fuerte erosión pluvial, eólica y humana, dejando a la vista parte de los rellenos internos y muros de anteriores edificaciones. Los trabajos de la Plataforma I se iniciaron en 1991 y continúan hasta la fecha. En los primeros años se iniciaron con el retiro del relleno de adobes que cubría el muro sur decorado con relieves polícromos y con el estudio de los perfiles del forado colonial que se encuentra en la esquina noreste y en los lados oeste y sur de la plataforma. El objetivo era establecer la secuencia constructiva del edificio. Una primera aproximación fue la secuencia publicada por Uceda y colaboradores (1994), secuencia posteriormente ampliada con los estudios realizados en una de las galerías perforadas por huaqueros que parte del frontis oeste del edificio (Uceda, 1994). El crecimiento del edificio se logró recubriendo la vieja edificación con adobes tramados formando bloques constructivos. De esta manera se ganaba altura y el edificio crecía a lo largo y ancho. Por las evidencias registradas a la fecha, el crecimiento horizontal fue del orden de 4.5 a 5.5 metros y entre 3.5 a 4.5 metros de altura. Es muy posible que la primera edificación tuvo unos 40 metros de lado y una altura de unos 12 metros; mientras que la última, la sexta de la secuencia establecida hasta el momento, sus dimensiones fueron de 100 metros de lado y 32 metros de altura (Uceda, 1994). Es interesante notar que el recubrimiento del viejo edificio debió ser parte de un sistema ritual complejo, que permitió que se preservaran las viejas construcciones superpuestas y que sus muros decorados lleguen a nosotros en un buen estado de conservación. Parte de estos ceremoniales y sus motivaciones serán examinados en la cuarta parte de la presente publicación. Por otro lado, el retiro de los rellenos de adobes tramados permitieron el descubrimiento de cinco tumbas de oficiantes y ofrendas (Uceda et al., 1994 y Uceda y Morales, 1994). Durante 1995 los trabajos de excavación se centraron únicamente en las unidades 11 y 12. La Unidad 11, ubicada en la esquina sureste, corresponde a un forado de la época colonial, de unos 20 x 25 m., y la excavación estuvo a cargo de María Montoya. La profundidad alcanzada permitió liberar grandes perfiles que muestran la secuencia arquitectónica en este sector, así como algunos elementos arquitectónicos de por lo menos 4 etapas constructivas. Dentro del material de escombraje que cubría el forado se recuperaron algunos materiales culturales correspondientes a las culturas Moche y Chimú. La Unidad 12, ubicada inmediatamente al norte de la anterior, correspondió a una trinchera orientada de sur a norte y que se realizó con la finalidad de definir el muro norte del patio ceremonial con los muros decorados en relieve. Esta unidad estuvo a cargo de Ricardo Tello. Además de definir el muro norte, ofreció una serie de hallazgos provenientes de tres tumbas saqueadas en época Colonial. Dos de ellas pertenecen a la cultura Chimú y presentan como ofrendas una serie de figurinas en madera formando escenas rituales, incluso se encontró dos maquetas representando las plazas ceremoniales como aquellas de los palacios de Chan Chan. La importancia de estos hallazgos serán descritos en la cuarta parte de la presente publicación. EXCAVACIONES EN LA PLAZA 2 La Plaza 2 se ubica al este de la plaza principal y de la Plataforma I (Fig. 1). Tiene forma rectangular y mide 63 x 43 m.; el eje mayor está orientado de sur a norte. En los primeros planos trazados para el sitio (Mackey y Hasting, 1982), se consideró como un solo espacio. Sin embargo, una prospección cuidadosa señala que a la altura de la esquina noreste de la Plataforma I existe un muro ancho que divide esta plaza en dos secciones. El desnivel entre la Plaza 1 y 2 es de unos 9 a 10 metros, y aún no se conoce el sistema de acceso o comunicación entre ambas. Sólo presenta tres muros altos perimétricos, al sur, delimitando con una parte de la Plaza 3, al este y norte. El muro que lo separa de la Plaza 1 se comporta como un muro de contención. Antes de las excavaciones realizadas, gruesas capas de arena y escombros cubrían los muros perimetrales en la sección norte, mientras que en la sección sur existía mayormente escombros de adobes y algunas secciones de adobes tramados aflorando dentro de los escombros. Esta fue una de las razones para iniciar las investigaciones en la sección norte. Los estudios aquí realizados formaron parte de las prácticas pre profesionales de cinco estudiantes: J. Baylón, L. Burgos, R. Díaz, C. Pardo y V. Rodríguez. El objetivo central fue el dilucidar si estos espacios considerados «plazas» estaban exentos de elemen- 20

17 tos arquitectónicos aparte de los ya mencionados muros perimétricos. Un segundo objetivo fue el de establecer una secuencia arquitectónica correlacionable con aquellas establecidas previamente para la Plataforma I (Uceda et al. 1994, Uceda 1994) y la Plataforma III (García et al. 1994). Finalmente, también era nuestro objetivo tratar de recuperar posibles contextos que expliquen la o las posibles funciones de esta plaza. Los resultados obtenidos nos permiten sostener que la Plaza 2 es mucho más compleja, vista desde el punto arquitectónico, que lo que se suponía al inicio. La presencia de áreas decoradas otorgan a estos espacios un carácter ceremonial de mucha importancia dentro del complejo. Es cierto que la sección norte no ha sido completamente investigada y es posible que la galería descubierta en el lado este se repita al norte y sur, formando la clásica plaza en forma de U. La secuencia constructiva establecida en cinco etapas no posee aún una correlación cronológica absoluta y sus relaciones estilísticas o de tipos de materiales deben ser tomadas como un primer ensayo en este sentido. Los análisis de restos orgánicos efectuados en este sitio, y que se presentan en la Cuarta Parte de este volumen, concuerdan en mucho con las interpretaciones funcionales de este espacio, en particular por la presencia reiterativa de plantas alucinógenas y ritualistas; así como por la presencia de una dieta más rica en proteínas que en los otros lugares estudiados (por ejemplo en el Taller de Alfarero o en el Sector Tuberías). EXCAVACIONES EN LA PLAZA 3 La Plaza 3 corresponde al espacio ubicado entre la Plataforma II y la I de la Huaca de la Luna (Fig. 1). La presencia de un muro a 33 m. al este de la Plataforma I, nos obligó en un primer momento a subdividir este espacio en dos secciones, que denominamos Plaza 3A y 3B. La primera estaba asociada a la Plataforma II y en el interior existe un afloramiento rocoso. La segunda está adjunta a la Plataforma I y limitando por el norte con la Plaza 2. Es posible que estos dos sectores estuvieran separados por un corredor, aunque éste no ha sido aún bien definido. Los primeros trabajos correspondieron al sector este (Plaza 3A) y fueron dirigidos por Steve Bourget. El objetivo central de sus trabajos fue el examinar la hipótesis de una posible relación funcional y ritual entre la Huaca y el Cerro Blanco. La presencia del afloramiento rocoso fue concebido como una réplica del Cerro Blanco para ejecutar ceremoniales ligados a sacrificios humanos. Los resultados de las excavaciones demostraron que la hipótesis tenía sustento al registrarse una serie de restos óseos dentro y sobre una capa de sedimentos producto de lluvias torrenciales. Estos eventos pluviométricos han sido relacionados a la presencia de eventos de El Niño en la costa norte. Los primeros estudios de antropología física demuestran fehacientemente que los esqueletos corresponden a individuos sacrificados. El otro sector, la Plaza 3B, fue estudiada por dos alumnos dirigidos por María Montoya. Las excavaciones realizadas sólo abarcaron una parte de este sector y estuvieron encaminadas a estudiar la secuencia constructiva y definir si existían estructuras arquitectónicas en su interior. Los resultados obtenidos demostraron que no se trata de una plaza en el sentido arquitectónico, sino plazas en cuyo interior se construyeron una serie de recintos. Aunque no conocemos aún la totalidad de estas estructuras, las evidencias disponibles nos permiten sostener que la función de este espacio es mucho más compleja que la inicialmente supuesta. Los contextos recuperados permiten proponer que tuvieron un uso ritual, asociado a los sacrificios humanos. 21

18 EXCAVACIONES EN LA UNIDAD 11 DE LA PLATAFORMA I DE LA HUACA DE LA LUNA María Montoya La unidad 11 corresponde a uno de los forados producto de excavaciones de buscadores de tesoros durante el período Colonial y se ubica en la parte sureste de la Plataforma I en la Huaca de la Luna, en las cuadrículas -7CG al -22DB (Fig. 2). Tiene un área de 278 m 2, y denota una profundidad máxima de 10 m. hacia el lado noreste (Foto 1). La lectura de los perfiles en el forado Colonial nos ha permitido evidenciar los elementos arquitectónicos, la secuencia constructiva y la morfología arquitectónica de las últimas etapas constructivas en la Plataforma I (Figs. 3 y 4). DESCRIPCIÓN DE LAS EXCAVACIONES Las excavaciones en el área del forado colonial han venido realizándose paulatinamente desde Figura 2. Planta de la Unidad 11. Plataforma I. 1992; inicialmente su superficie presentaba un declive pronunciado hacia el centro mismo del forado. El retiro del material con el que estaba cubierto era uno de los objetivos del proyecto, en la medida que en esta área se conformaría una especie de terraplén artificial para las visitas turísticas a la Huaca, asentándose sobre material de escombraje y no sobre arquitectura original. El retiro del material de escombraje en el forado nos daba también la oportunidad de registrar la presencia de los elementos arquitectónicos de las últimas etapas constructivas de la Plataforma I. Para el retiro del material, por ser mayormente arena eólica, se ha hecho uso de palanas y carretillas. Al encontrarse con material cultural se empleó brochas, badilejos y pinceles; así como se procedió a realizar un registro fotográfico y gráfico de los hallazgos y contextos. Hasta 1995 se han retirado aproximadamente 1800 m 3. De este cubicaje, el mayor porcentaje consistió en arena eólica de consistencia suelta y sin material cultural asociado, acumulada después de los procesos de huaquería que destruyeron el área. También se evidenciaron algunas costras de sedimentación, producto de los fenómenos pluviales que afectaron la zona en general, y algunos pozos de huaquería practicados dentro de estas capas de arena y sedimentos. Entre el material cultural, disperso por la intensa huaquería, tenemos: fragmentos de cerámica decorada y sencilla pertenecientes al estilo Moche, y algunos fragmentos de cocción reducida con bordes típicos del estilo Chimú; restos óseos humanos y de camélido (escasos coprolitos de Lama sp.); restos malacológicos (Spondylus sp., Tegula sp., Prisogaster sp., Donax sp., Scutalus sp.); escasos fragmentos vegetales (carrizos, soguillas, semillas de Nectandra sp., Ormosia sp., etc., las que estaban perforadas y ensartadas en cordeles de hilo de algodón y de cabuya); fragmentos de enlucidos pintados en color rojo, celeste, plomizo, amarillo, negro y fragmentos de relieves polícromos (blanco, rojo, amarillo, azul prusia), algunos de los cuales presentaban improntas de soguillas y 23

19 carrizos en su parte posterior (posiblemente de techos o columnas); tres figurinas de madera (de 11 cm. de largo por 3 cm. de ancho y 2.5 cm. de espesor) con incrustaciones de conchas, y un huso de madera con hilo de algodón blanco. En el forado, los perfiles maestros se ubican hacia el norte (Fig. 3) y oeste (Fig. 4); ellos contienen las evidencias de las cuatro últimas etapas constructivas del edificio. ESTUDIO DE LOS PERFILES ARQUITECTÓNICOS La asociación y superposición de diferentes elementos arquitectónicos registrados en los dos perfiles, nos permitió establecer la secuencia constructiva para esta área de la Plataforma I. El perfil oeste (Fig. 3), que se ubica entre las cuadrículas -7CG al -30CE, tiene un largo de 23 m. y una altura de 10 m.; y el perfil norte (Fig. 4), que abarca las cuadrículas -7CG al -9DE, tiene un largo de 18 m. y una profundidad de 9.9 m. Los elementos arquitectónicos registrados en ambos perfiles son los siguientes: Relleno de Adobes Tramados (RAT), Muro Ancho (MA), Muro Delgado (MD), Muro de Remodelación (MR), Piso (P), Capa de Nivelación (CN), Piso de Nivelación (PN) y Relleno de Adobes Tramados Enlucido (RATE). La adición de un número arábigo o una letra minúscula a las siglas de los elementos arquitectónicos definidos, corresponde a la secuencia de construcción de los mismos, es decir desde los más antiguos a los más recientes. Con la lectura de los perfiles se puede establecer la mecánica de crecimiento y remodelación del edificio. Un relleno de adobes tramados (RAT), construido a base de bloques adosados, sirve de base a la edificación. Estos RAT en las últimas etapas constructivas sirvieron para «enterrar» la construcción precedente y servir de nuevo nivel constructivo. La irregularidad de los adobes y/o argamasa creó la necesidad de colocar una capa de grumos de tierra para nivelar la superficie del RAT. Sobre estos grumos compactados, a manera de piso de nivelación, se extiende una capa uniforme de arcilla. Es sobre este falso piso que se construyen los muros, que van a definir los diferentes ambientes, los mismos que son enlucidos o decorados con murales o relieves polícromos, según sea el caso. Finalmente, en los diferentes ambientes se colocó una capa de arcilla uniforme asociada directamente por media caña entre el muro y el piso de nivelación, conformando el piso arquitectónico. Algunos de los ambientes fueron techados. Utilizando esta lectura del proceso constructivo se ha podido definir en los perfiles de esta unidad de excavación la presencia de cuatro etapas constructivas, e incluso como rasgos particulares se ha podido definir la presencia de remodelaciones y refacciones para algunas de las etapas. Las remodelaciones se presentan generalmente a nivel de reenlucidos en los paramentos de los muros, en la superposición de nuevos pisos, o en la adición o retiro de nuevos o viejos elementos arquitectónicos, es decir, adecuando las mismas áreas de acuerdo a sus necesidades. Las refacciones, por lo tanto, conllevan el arreglo de una parte de un elemento arquitectónico deteriorado, sin alterar la configuración previa del diseño arquitectónico. Foto 1. Primer plano del paramento oeste MD1, y del perfil norte. Unidad 11. Planificación I. Para la primera y segunda etapa no hemos evidenciado remodelaciones, pero si en la tercera y cuarta etapa. En la tercera etapa observamos dos momentos constructivos por la remodelación y superposición de dos pisos (P2a sobre P2b en el perfil oeste, y P3a sobre P3b del perfil norte; ver Figs. 3 y 4) asociados a los muros (MA4 del perfil oeste y al MA2 del perfil norte) que definen el patio decorado con relieves polícromos, en los cuales también se registran nuevas capas pictóricas. Para la cuarta y última etapa, se evidencia en el perfil norte del Forado hasta tres remodelaciones de pisos (P4a, P4b, P4c), los que a su vez se asocian también a tres remodelaciones en las capas pictóricas sobre el enlucido del MA3. 24

20 SECUENCIA CONSTRUCTIVA Y MORFOLOGÍA ARQUITECTÓNICA Las excavaciones en el forado colonial han permitido registrar que las evidencias más tempranas de muros y pisos corresponden a la segunda etapa constructiva de la secuencia general establecida para la Huaca de la Luna (Uceda 1994), la que probablemente corresponde a la fase estilística Moche II/III. La Primera Etapa Constructiva A nivel de secuencia interna, la primera etapa en esta unidad de excavación se ha definido en el perfil oeste del forado (Fig. 3). Comprende un muro ancho (el MA1) orientado de este a oeste, cuyo paramento norte se encuentra enlucido y pintado de blanco, y el sur también enlucido pero pintado de color rojo. La Segunda Etapa Constructiva La segunda etapa constructiva (Fig. 3) se define por el RAT1, que cubre los espacios al norte y al sur del MA1 (perfil Oeste). Está constituido por bloques adosados de adobes paralepípedos, sobre los cuales ha sido colocada una capa de nivelación (la CN1) hecha con grumos de tierra semicompactada y tierra Foto 2. Hornacinas, paramento este de MD1, y RATE1 (perfil oeste). Unidad 11. Plataforma I suelta, uniformizándola luego con una capa de arcilla a manera de piso de nivelación (el PN1), con el objeto de nivelar las irregularidades de la superficie. Sobre este piso de nivelación se construyeron luego los muros y pisos que van a definir la segunda etapa constructiva. En la segunda etapa se han registrado una serie de elementos arquitectónicos entre los que podemos destacar un patio decorado con relieves polícromos. Los relieves se encuentran en el paramento norte del MA2 y en el paramento oeste del MD1 (ambos del perfil oeste) y el paramento oeste del MA1 (perfil norte). Todos estos muros están asociados a un piso (el P1a). Un segundo ambiente lo constituye un recinto ubicado en la esquina sureste del patio Figura 3. Perfil oeste de la Unidad 11, Plataforma I. Huaca de la Luna. 25

21 decorado; sus paramentos interiores están enlucidos y pintados de blanco, los que están asociados al P1b (perfil oeste). El MD1 presenta hornacinas en el paramento este, conservando aún el dintel con carrizos y soguillas (Foto 2). Aparece un tercer ambiente tanto hacia el exterior del patio decorado, como del segundo ambiente. Lo conforma el paramento sur del MA3 (perfil oeste) y el paramento este del MA1 (perfil norte), ambos encontrándose enlucidos y pintados de rojo, y que debieron hacer esquina hacia el ángulo sureste conformando las paredes exteriores de una antigua plaza ubicada hacia el este de la Plataforma I. Las decoraciones policromas registradas hasta ahora para esta segunda etapa presentan una sola capa pictórica y existe un sólo piso asociado a los muros, tanto del patio decorado con relieves, como del recinto pintado de blanco asociado a las hornacinas. Si agregamos a la ausencia de resanes o nuevas capas pictóricas sobre las anteriores, esto nos podría indicar que la arquitectura de esta etapa no debió haber estado expuesta durante mucho tiempo. Un aspecto que cabe mencionar, sin embargo, es que la pared del fondo de la primera y tercera hornacina del paramento este del MD1 ha sido encontrada ya destruida. Tercera Etapa Constructiva Para la tercera etapa constructiva (Fig. 3 y 4), corresponden dos eventos: el primero, cuando fragmentos de enlucidos pintados con diseños del pez-raya en color rojo, amarillo, negro, blanco con improntas de soguillas y carrizos, así como también las soguillas y carrizos mismos, fueron dispersados sobre el piso P1a; es el momento del desmontaje de los techos de los ambientes de la segunda etapa (que estaban con pintura mural) y sus soportes (columnas también enlucidas y pintadas). Posteriormente procederían a rellenar los diferentes ambientes con el RAT2, creciendo verticalmente hasta una altura de 3.40 m. (desde el piso 1a y 1b hasta el piso 2a y 2b), y ampliándose horizontalmente 7 m. hacia el sur, construyéndose el muro perimetral que da hacia el corredor sur de la huaca. Hacia el este, el límite del forado no nos ha permitido observar cuántos metros se amplió la Plataforma I, pero no debió ser menos de 6 m. según lo que se observa en el perfil. Al parecer el RAT2 (perfil norte) se construyó secuencialmente: primero se construyó el RAT2a que cubre el ambiente exterior de la segunda etapa (hacia el este del muro MA1) sólo hasta la cabecera del MA1, colocándose encima una capa de nivelación (la CN2) que llega también hasta la cabecera del muro MA1. Sobre la capa de nivelación, a una distancia de 3.35 m. al este del muro MA1, se construyó el muro MA2 (perfil norte), que presenta en el paramento oeste un enlucido de barro asociado a un piso (el PN1) de similares características al enlucido. El piso PN1 llega también sólo hasta la cabecera del muro MA1. En el paramento este, el muro MA2 presenta un enlucido pintado de blanco, asociado a un piso (el P2) que se extiende al este conformando el área interna del Patio 3B. La evidencia indica que el RAT2b debió ser posterior al RAT2a, por que aparte de cubrir el área interna del patio decorado con relieves de la segunda etapa, cubre además la cabecera del muro MA1 y también el piso PN1 asociado al paramento oeste del MA2 que sólo presentaba enlucido de barro. Sobre el RAT2b se construye la capa de nivelación CN3 para uniformizar su superficie y ubicar un nuevo piso asociado al paramento oeste del MA2, que a partir de este piso recién presenta decoración con relieves polícromos. En el perfil oeste se aprecia que sobre el RAT2 (que es contemporáneo al RAT2b del perfil norte), se construye una capa de nivelación CN2 y se edifica el muro MA4, el cual se asocia a un primer piso (el P2a) que parte desde el paramento norte con relieves del MA4. Este piso 2a se observa a todo lo largo del perfil oeste, y es el mismo piso 3a que se asocia a la decoración en relieves polícromos del paramento Oeste del MA2 del perfil norte. Una remodelación a la tercera etapa se evidencia por la presencia de un nuevo piso (P2b en perfil oeste y P3b en perfil norte). Este nuevo piso se asocia a los mismos muros decorados descritos para el piso previo. Adicionalmente y en asociación con este nuevo piso se observan algunos resanes y nuevas capas pictóricas en los muros decorados, inclusive cambios de color en los personajes principales. Las evidencias en el perfil norte (Fig. 4) con respecto al piso PN1 del muro MA2 y su posterior remodelación con el piso P3, nos plantea las siguientes interrogantes: por qué el MA2 (perfil norte) presenta asociado un primer piso (PN1) que llega sólo hasta 3.25 m. de distancia hacia el oeste, teniendo como límite el paramento este del MA1 perteneciente a la etapa constructiva anterior? y, porqué este piso se encuentra asociado por media caña a un muro enlucido (sin pintura) hasta 0.37 m. de altura, y a partir del cual se encuentra otro piso (P3) asociado a este mismo paramento del MA2, pero a partir de aquí decorado con relieves polícromos? Como posibles alternativas explicativas planteamos las siguientes: 1. El RAT2 fue construido secuencialmente: primero se rellenaron los ambientes externos al 26

22 Figura 4. Perfil norte de la Unidad 11, Plataforma I. Huaca de la Luna. MA1 del perfil norte, con bloques de adobes adosados (RAT2a), luego colocarían sobre éstos la capa de nivelación CN2, construyendo luego el muro MA2 (perfil norte), cuyo paramento oeste presentaría sólo una capa de enlucido de barro a la cual estaría asociada el piso PN1 que llega hasta la cabecera del muro MA1 de la segunda etapa. Podríamos suponer que en un determinado momento el patio decorado con relieves polícromos de la segunda etapa podría haber funcionado contemporáneamente con lo que sería un corredor alto, formado desde la cabecera del MA1 hasta el MA2. En un momento posterior este corredor sería sellado colocando un nuevo piso (P3a) a 0.37 m. sobre el piso anterior (PN1), asociándose aquel al mismo paramento del MA2 pero adicionándole la decoración en relieves polícromos. Para ésto el ambiente del patio decorado con relieves polícromos de la segunda etapa habría sido cubierto también con el RAT2b y la CN3, funcionando en una tercera etapa un nuevo patio decorado con relieves polícromos. 2. Otra posible explicación sería que existieron fallas en la construcción del relleno que cubría los diferentes ambientes de la segunda etapa, lo que habría obligado a construir, en un inicio, el RAT de los ambientes exteriores, es decir al sur del MA3 (perfil oeste) y al este del MA1 (perfil norte), construyendo preliminarmente sobre el RAT tanto la capa de nivelación como el nuevo muro y su piso asociado. Esta posibilidad de fallas en la construcción se plantea en la medida en que hacia el centro y este del patio decorado de la segunda etapa se observa que el RAT que lo cubre presenta una mayor altura con respecto al lado oeste; es decir, se vieron precisados a ir ganando una altura paulatinamente para uniformizar la superficie de piso del patio decorado de la tercera etapa. Además, el piso (PN1) asociado al paramento oeste del MA2 (perfil norte) no presenta desgaste de uso y, generalmente, los pisos están hechos de arcilla, y éste está hecho de barro, es decir no fue acabada la construcción. La morfología arquitectónica de la tercera etapa es similar a la de la segunda (Fig. 2), sólo se amplía tanto horizontal como verticalmente. De lo observado en los perfiles, el patio decorado con relieves se amplía 4.50 m. hacia el este y 6.40 m. hacia el sur. Como ambientes internos se registra también un patio decorado con relieves polícromos, cuyos motivos varían relativamente poco con respecto a los de la etapa anterior. Hacia la esquina sureste del patio decorado también se observa un recinto pintado de blanco (el cual ya ha sido descrito en el Informe del año 1994 como Unidad 8). En el lado sur, al exterior del patio con relieves, se encuentra el Corredor Sur del complejo de la Huaca de la Luna, y en el lado este la Plaza 3b. La presencia de dos pisos asociados al patio decorado de la tercera etapa y la evidencia de más 27

23 de una capa pictórica o resanes registrada en las decoraciones de relieves nos plantea que su uso fue más prolongado en relación a la etapa constructiva anterior. La Cuarta Etapa Constructiva La cuarta y última etapa constructiva se presenta de manera similar a la tercera: los techos decorados fueron desmontados y sus fragmentos dispersados sobre el piso antes de cubrir los diferentes ambientes con un RAT. Se aprecia que el RAT3 del perfil oeste y norte cubre los ambientes internos, el patio y el recinto, colocándose luego la capa y el piso de nivelación respectiva antes de colocar los nuevos muros de esta etapa. En la parte exterior este de los ambientes de la tercera etapa se construye el MR1 (perfil norte), el que llega a conformar dos rondas o escalones altos que dan hacia la Plaza 3B. Así, también, sobre el MA4 (perfil oeste) se encontró un MR cubriendo el primer escalón del corredor sur de la Huaca para construir otro más alto. En esta etapa, los paramentos externos estaban enlucidos y pintados de blanco. En el perfil norte se aprecia para la cuarta etapa constructiva hasta tres momentos de remodelación del piso P4 asociado al paramento oeste del muro MA3, en el cual también se ha registrado decoración en relieves polícromos muy erosionados. El paramento este del MA3 presenta un enlucido pintado de blanco el cual se asocia al Piso 5, el que cubrió el segundo escalón del MR1 del Patio 3B, conformando un escalón o ronda más alta. Posteriormente, en otro momento de remodelación de esta etapa, se sella este escalón mediante el MR2. Estas mismas características de remodelaciones se pudieron observar en el perfil oeste del forado, pertenecientes a la cuarta etapa constructiva (los que han sido ya descritos en el Informe del año 1993 como Unidad 1). En resumen, se puede decir que la Plataforma I creció más en sentido vertical que horizontal, manteniéndose a través de las diversas etapas la ubicación de los muros sur, este o norte, los que delimitaron un patio decorado con relieves polícromos. COMENTARIO FINAL Para la Huaca de la Luna se han establecido hasta ahora seis etapas constructivas (Uceda, 1994), mientras que con la limpieza de los grandes perfiles del forado colonial se han registrado hasta el momento cuatro de estas etapas, correspondiendo la más temprana con la segunda establecida para la Huaca en general, y así sucesivamente hasta llegar a la sexta que es la mas tardía. El estudio de los perfiles del forado colonial en la Plataforma I de Huaca de la Luna, así como la secuencia constructiva y la morfología arquitectónica establecida en base a los mismos, nos ha permitido definir que se mantuvo una similar morfología arquitectónica en las diferentes etapas constructivas. La conformación básica está constituida por un patio de planta rectangular dentro del cual, en el ángulo sureste, se ubican pequeños recintos y al exterior de dicho patio un sistema escalonado, en lo que serían los frontis exteriores del lado sur (que da hacia el corredor sur de la Plataforma I) y hacia el este (que da a la Plaza 3b). También proporciona información sobre el mantenimiento del sitio como un centro importante para este período cultural el cual, sin embargo, debió verse afectado tanto por fenómenos naturales como culturales. Sostenemos esto por las evidencias de fuertes lluvias (al parecer posibles eventos de «El Niño») dadas las chorreras y desgaste sufrido por los muros decorados, los que en algunos casos fueron resanados (reenluciendo con nuevas capas pictóricas), y en otros casos fueron reconstruidos totalmente. Esta continua reconstrucción permitió, a su vez, darle una mayor monumentalidad al edificio en general, aspecto que se evidencia desde épocas más tempranas en la cultura andina. Tenemos diferentes sitios tanto de la sierra como de la costa, tales como los pertenecientes a la tradición Mito durante el Arcaico tardío (como ejemplo el Templo de Kotosh en Huánuco, reportado por Izumi y Terada (1972:304), o para períodos Formativos de la zona costera como en Huaca Lucía en Batán Grande estudiado por Shimada et al. (1982:133), etc.), en donde se observa que los viejos edificios van siendo enterrados cuidadosa y exprofesamente, planteándonos que estos eventos probablemente significarían para estos grupos culturales la regeneración de sus sociedades. 28

24 EXCAVACIONES EN LA UNIDAD 12 DE LA PLATAFORMA I DE LA HUACA DE LA LUNA Ricardo Tello Se trata de una trinchera orientada con el eje mayor de sur a norte, de unos 17 metros de largo y su ancho los podemos dividir en dos partes: 2 m. que abarcan las cuadrículas -7CN/2CO y 4 m. desde 3 CM hasta 11CP. Se localiza entre los cuadrantes noreste y sureste de la Plataforma I de la Huaca de la Luna (Fig. 3). La mayor parte de esta área se encuentra disturbada por hoyos de huaqueo. Esta unidad inicialmente se planteó con el objetivo principal de definir el límite norte del patio decorado con relieves polícromos. Durante las excavaciones se ubicaron dos tumbas del período Chimú y una tumba Moche, parcialmente saqueadas. Entre los hallazgos más impresionantes del ajuar funerarios de las tumbas Chimú se encuentran dos maquetas en madera y pequeñas esculturas hechas del mismo material (ver descripción más adelante). El presente informe resume los datos obtenidos durante el trabajo de campo de la temporada El estudio preliminar de la osamenta humana ha sido realizado por Laurel Anderson de la Universidad de California, los Angeles. Los demás materiales recuperados están siendo analizados, cuyos resultados se presentarán posteriormente. LA ESTRATIGRAFÍA El perfil Oeste (Fig. 5) expone toda la secuencia estratigráfica y elementos arquitectónicos de esta unidad de excavación. Está conformada por dos capas de material suelto y compacto, producto de la remoción de los rellenos de adobes que cubren el quinto edificio, de la secuencia general constructiva de la Plataforma I. Dentro de este material se encuentran mezclados fragmentos de cerámica, restos vegetales, malacológicos, óseos, fragmentos de enlucidos pintados, cuentas, pequeños objetos de madera y láminas de cobre. El material suelto conforma la capa superior y la superficie del sitio antes de la excavación. Es posible que estas dos capas hayan sido alteradas por repetidas excavaciones clandestinas luego del primer saqueo al sitio. La otra secuencia lo conforma los diversos elementos constructivos superpuestos que constituyen parte de la historia constructiva del sitio. La secuencia se inicia con la superposición de tres pisos asociados a un muro ancho (el MA1). Debajo de los pisos existe un relleno de adobes compuestos de varios bloques que cubrieron el patio con relieves del penúltimo edificio. Evidencia de esta vieja edificación es la presencia de un muro ancho que sirve de base y límite del nivel alto de la Plataforma I. EL RELLENO DE ADOBES TRAMADOS (RAT) Este relleno cubre el edificio de la quinta y cuarta etapa arquitectónica y está constituido por adobes paralepípedos rectangulares formando bloques constructivos (Fig. 5). Los adobes fueron fabricados con gavera de madera y se conforman de tierra, arcilla, limo y/o arena. Este material componente determina su color: la tierra origina el color marrón, la arcilla el color amarillento y el limo proporciona el gris en diferentes tonalidades. La arena siempre se presenta en porcentaje menor. Las medidas de estos adobes varían entre 34 x 23 x 14 y 27 x 18 x 9 cm.; el porcentaje de los segundos es dominante (65%). Del total de adobes retirados el 24% presentan marcas del fabricante: 2% cinco incisiones circulares en el centro, 2% una incisión central y el 20% cuatro incisiones en la parte central. Estos adobes marcados se recuperaron de diferentes bloques constructivos. Cabe señalar que también existen adobes con improntas, pero producto del proceso de fabricación. Los adobes están asentados en hiladas, dispuestos de soga o cabeza y formando tramas. En la mayoría de las hiladas se utiliza barro para unirlos y algunas de las juntas presentan cascote, arena o tierra. La distribución adecuada de estos adobes forman bloques cuadrangulares de diferentes tamaños, que se encuentran alineados uno detrás de otro, adosados y en diferentes direcciones. 29

25 Debido a que el ancho de la unidad de excavación es reducida los bloques arquitectónicos se expusieron parcialmente y no fue posible determinar todas sus dimensiones. Estos bloques de adobes alcanzan hasta 3.20 de alto y su ancho varía entre 1.20 a 3 metros. Formando parte de uno de estos bloques, entre las cuadrículas 2CM y 3CN, se ubicó un encajonamiento rellenado con material compacto: tierra, fragmentos de adobes y cascote; tiene 1.20 m. de ancho. LAS ETAPAS CONSTRUCTIVAS Y SUS ELEMENTOS ARQUITECTÓNICOS En esta Unidad de excavación han sido registradas la sexta, quinta y cuarta etapa constructivas de la secuencia arquitectónica previamente establecida por Uceda (1994) para la Plataforma I de la Huaca de la Luna (Fig. 5). La Sexta Etapa Constructiva La sexta etapa constructiva está representada por un muro ancho (el MA1) y tres pisos arquitectónicos. El muro ancho que corre de oeste a este en el extremo norte de la unidad de excavación y delimita el lado sur del nivel alto de la Plataforma. Está constituido por adobes asentados con barro, en hiladas, dispuestos de soga y cabeza tramados. Los adobes son de color marrón oscuro, fueron hechos con gavera de madera y sus dimensiones varían entre 28 x 20 x 10 a 32 x 24 x 14 cm. Este muro tiene 1.80 m. de ancho y se conserva 1.40 m. de alto; sus paramentos presentan enlucido fino de tierra. El paramento sur está pintado de color rojo y en algunas partes de blanco, este último fue el color original. El paramento norte es de color blanco. Asociados al paramento sur de este muro encontramos tres pisos: P1, P2 y P3, de los cuales sólo quedan algunos fragmentos. El piso 1 está compuesto por tierra, cascote y pequeños fragmentos de adobes; tiene consistencia compacta, color marrón oscuro y 16 cm. de espesor. Su composición es uniforme y la parte superior se encuentra revestida con una delgada capa de barro licuado, creando una superficie lisa y regular. Sobre la superficie descansan lentes de sedimentos con pintura de color rojo. El piso 2 se encuentra localizado inmediatamente debajo del anterior y presenta las mismas características, excepto que es de color gris claro y tiene 12 cm. de espesor; también presenta lentes de sedimento con pintura de color rojo en la superficie. Finalmente, el piso 3, que es el más bajo, tiene las mismas características del piso 1, excepto que es de color marrón claro, su espesor varía entre 24 a 14 cm. y los lentes de sedimento han transportado pintura de color blanco. En la cuadrícula 10CM y entre el pavimento compacto se recuperó una olla casi completa, fragmentada. La Quinta y Cuarta Etapas Constructivas La quinta y cuarta etapa arquitectónica está evidenciada por un muro ancho (el MA2) que se ubica inmediatamente debajo y recorre en la misma dirección del muro MA1. Delimita el lado norte de la plaza decorada con relieves polícromos. La técnica constructiva y el material utilizado para su fabricación es similar al muro precedente. El paramento sur, que da al patio decorado, está pintado de color blanco; mientras que el paramento norte, aún no ha sido definido. Figura 5. Perfil oeste de la Unidad 12 Plataforma I. Huaca de la Luna. 30

26 LAS TUMBAS De las tres tumbas registradas en esta unidad, no todas presentan el mismo grado de integridad, aunque todas fueron saqueadas en época Colonial. Se les asignó un número correlativo de los hallazgos de tumbas hechos en la Plataforma I. La tumba 6 Esta tumba pertenece al período Chimú, se localiza entre las cuadrículas 3CN/5CO e intruye en el relleno de adobes tramados que cubre el edificio de la quinta y cuarta etapa arquitectónica. Características constructivas a) La fosa. Los diferentes hoyos de la huaquería han destruido parte importante de la fosa realizada para la deposición final del entierro. Por las evidencias existentes en los perfiles y base donde se ubicó los materiales componentes de la tumba, podemos proponer que la parte inferior de la fosa medía 1.80 x 1.40 m., con el eje mayor orientado de sur a norte y que se ubicaba a dos metros de profundidad en relación al primer piso (P1) correspondiente a la sexta etapa arquitectónica. Esta fosa es muy irregular y la boca debio ser mayor que la base, por la misma naturaleza del relleno (RAT). Para realizarlo se tuvo que romper el relleno de adobes tramados y afrontar la dificultad de localizarse en la unión de tres bloques constructivos, lo que generó que la tumba tuviera paramentos irregulares. No existe acondicionamiento especial o construcción de algún elemento arquitectónico donde descansaba el cadáver. Figura 6. Tumba 6, Nivel 1 de osamenta b) El relleno de la fosa. Es difícil saber exactamente con qué elementos estuvo compuesto el relleno que cubría la fosa, toda vez que las excavaciones clandestinas lo disturbaron completamente. Es muy posible que estuviese compuesto de los fragmentos de adobes y cascote mismo que fue extraído cuando se construyó la fosa. El material que cubría la base de la fosa a toda evidencia era producto de la profanación de la tumba, pues dentro de este material se encuentra una serie de restos que debieron formar parte del ajuar del difunto. Los restos óseos humanos Sobre los adobes de los bloques arquitectónicos y a tres metros de profundidad desde la superficie se hallaron los restos del cadáver (Figs.5, 6 y 7). Hacia la esquina noreste de la fosa se ubicó el cráneo colocado de perfil, mirando hacia el este y sin el Figura 7. Tumba 6, Nivel 2 de osamenta. 31

27 diseños geométricos de color rojo, amarillo ocre y marrón oscuro (Fig. 6). Sobre este textil descansaba el cráneo y a la vez cubría parte de la osamenta del segundo nivel; posiblemente su función original fue envolver al cadáver formando el fardo funerario. También recuperamos fragmentos de otros textiles con decoraciones similares y del mismo color de la manta. Este material se encuentra en mal estado de conservación y es muy deleznable. Los objetos de madera a) La maqueta. Sobre la osamenta humana se ubicó una maqueta de madera decorada con diseños de peces pintados en color verde y amarillo (Foto 3). Esta maqueta (la Nº1) representa una plaza con banquetas laterales y, en la parte central, un ambiente posterior y un dosel ubicado en el centro del ambiente. El dosel es soportado por dos columnas que descansan en la banqueta central. El ambiente posterior se comunica con la plaza a través de un acceso central y una rampa. El acceso principal desde la plaza se encuentra localizado al centro del muro opuesto al ambiente y a la banqueta central. Foto 3. Tumba 6, detalle de maqueta Nº1 in situ. maxilar inferior. Al suroeste, y a 30 cm. de este cráneo, localizamos dos escápulas, un fémur, húmero, maxilar inferior, clavícula, cúbito, ocho falanges, costillas y vértebras. Todos estos huesos se encontraron dispersos sin ningún orden anatómico y mezclado con el material de relleno de la fosa. Luego de recuperar estas osamentas, inmediatamente debajo se ubicó otro nivel de huesos, algunos de los cuales ya se observaban en el nivel anterior. De este segundo nivel recuperamos un fémur, dos radios, un cúbito, fragmentos de una pelvis, costillas, vértebras, una mano casi completa, y una tibia y peroné ubicados en posición anatómica. Al igual que el nivel anterior, estas osamentas estaban disturbadas. Todos los huesos de este contexto corresponden a un solo individuo y, según los primeros análisis, pertenecen a una mujer joven entre, 13 y 14 años de edad al momento de su muerte. No presenta ninguna anomalía evidente, salvo que entre los 3 a 4 años debió haber tenido una infección o fiebre aguda. Los textiles Hacia el noreste de la fosa, asociada a los restos del cadáver, se encontró una manta decorada con Los paramentos de los muros que delimitan la plaza y el ambiente posterior están decorados con peces en relieve tallados en la misma madera. Sus paramentos exteriores presentan tres fila de peces vistos de perfil; la orientación de la fila central es mirando hacia el ambiente posterior y contraria a la superior e inferior. Los paramentos interiores tienen dos filas: en la superior están orientados hacia el frontis y la fila inferior es opuesta. Cuando la cabeza del pez es de color amarillo su cuerpo es verde y cuando la cabeza está pintada de color verde la parte restante es amarilla; los peces pintados de esta forma se distribuyen alternativamente. También existe el marrón claro como sustituto de estos dos colores, pero es utilizado con menor frecuencia. El dosel presenta esta misma decoración y además diseños a manera de olas en la parte superior. El paramento de las banquetas, rampa, zócalos y reborde de los muros y dosel son de color blanco. El piso de esta arquitectura está constituido por un soporte de caña brava forrado con una tela llana. Esta maqueta tiene 50 cm. de largo, 38 ancho, 14 altura de los muros y 40 cm. la altura del dosel. Se encuentra en mal estado de conservación. b) Las esculturas. Dentro de la maqueta recuperamos 13 pequeñas esculturas de madera con incrustaciones de concha de nácar, spondylus y/ o conus. Estas miniaturas representan a personajes realizando diferentes acciones. Además, fuera de la 32

28 maqueta se ubicaron otros de estos elementos: 3 llamas, 3 tambores, una copa, una casa y varios fragmentos. Todo este material y la maqueta formarían parte de un solo contexto enmarcado dentro de una escena ceremonial del período Chimú. c) Miscelaneos. Se recuperó parte de un posible tocado, debajo del cráneo del cadáver y constituido por plumas cosidas a un textil de color marrón oscuro. Las plumas son de color verde, amarillo o rojo. En la parte interior de la maqueta también recuperamos un textil que envolvía semillas de ishpingo (Nectandra sp), la mayoría en estado avanzado de descomposición. Asimismo, se halló este mismo tipo de semillas mezcladas con el material cultural, algunas de las cuales estaban ensartadas en hilos o fibras de vegetal, formando fragmentos de posibles collares. Finalmente, entre otros materiales recuperados tenemos un pequeño tubo de plata, fragmentos de pequeñas láminas de cobre dorado y plateado, ornamentos en miniatura hechos de conus y pequeños círculos de conus, spondylus o concha de nácar que originalmente fueron incrustaciones de los objetos de madera. La tumba 7 Se encuentra ubicada entre las cuadrículas 8CM/ 10CN, a cuatro metros al noroeste de la tumba 6 e intruye el mismo relleno de esta tumba. También pertenece al período Chimú. Figura 8. Osamenta de la Tumba 7. Características constructivas a) La fosa. Es similar a aquella de la tumba 6. No existe ningún acondicionamiento especial para este enterramiento. Se trata de un hoyo realizado en los bloques constructivos de adobes tramados, el cual intruye desde el piso 1 (P1) de la sexta etapa arquitectónica y alcanza 1.70 m. de profundidad. Los pozos de huaquero también han destruido parte importante de los paramentos originales de la fosa, pero por la extensión que abarca el material cultural recuperado, se puede determinar sus dimensiones: 1.60 m. de ancho y 2.50 m. de largo, orientada de norte a sur. Indudablemente las dimensiones fueron mayores a medida que se asciende, por las características del relleno que tuvieron que romper. b) El relleno de la fosa. Del mismo modo que en el caso de la tumba 6, no es posible definir la naturaleza exacta del relleno de la fosa. Lo que cubría actualmente la fosa corresponde a los escombros dejados por los profanadores. Este material puede ser dividido en dos capas: la primera se ubica en la parte superior y tiene 1.30 m. de Figura 9. Conus y Spondylus de la Tumba 7. 33

29 cabeza sería producto de la presión del material que rellena la fosa. El miembro izquierdo superior se encuentra flexionado hacia el tórax, el antebrazo movido ligeramente de su lugar anatómico. El miembro derecho superior está disturbado, el radio se ubica sobre el cráneo, el húmero hacia el norte del cadáver, el cúbito al este del húmero y las falanges sobre la escápula derecha y dispersos cerca del cúbito. El miembro derecho inferior se encuentra recogido hacia la pelvis, con la rótula ligeramente movida. El miembro izquierdo inferior: fémur, tibia, peroné y rótula, están desarticulados y localizados al este del cadáver. Por la posición del pie, originalmente este miembro estaría recogido y entrecruzado con el derecho. Cabe notar la presencia de pelo que formaba parte de este hallazgo. El estudio preliminar demostró que se trata de un o una joven de entre 13 o 14 años, su temprana edad no permite una determinación del sexo. No presenta evidencias de violencia, pero si varios defectos en las vértebras, como bifurcación de las espinas en C7 y T1 y la bifurcación del centrum de C3. Los conus y spondylus Figura 10. Objetos de madera de la Tumba 7. espesor desde la superficie. El material que la conforma son adobes enteros y fragmentados, tierra, arena, cascote, grava y piedras; de consistencia suelta y de forma irregular. Se caracteriza por presentar abundantes restos óseos de camélidos, los cuales se ubicaron agrupados sin ningún orden anatómico y mezclados con el relleno. Asimismo, recuperamos fragmentos de cerámica, madera con incrustaciones de concha nácar, láminas de metal, mates, textil, semillas y relieves polícromos. La segunda capa rellena el resto de la fosa y forma parte de la capa B. Se diferencia de la superior por ser compacta y presentar menor porcentaje de material cultural. La mayoría se localizaron al centro de la fosa mezclados con el material de relleno y dispuestos en diferentes niveles formando un grupo de 50 cm. de altura (Fig. 9 y Foto 4). Los restantes se recuperaron al mismo nivel de este grupo, pero estaban diseminados por todo el área de excavación y entre el ajuar funerario. En total son 287 conus, de los cuales 5 están rellenados con algodón y 7 revestidos con barro. A ellos se debe agregar 45 valvas de spondylus. Además, podemos agregar más de 700 fragmentos trabajados en estos materiales, recuperados del ajuar funerario: 506 se ubicaron dentro de una bolsa de textil, la que lamentablemente se encontraba reducida a polvo y no fue posible su Los restos óseos humanos Hacia el lado norte de la fosa se ubicó un esqueleto completo en posición flexionada (Fig. 8), a 2.40 m. de la superficie y debajo del ajuar funerario. El cadáver se encuentra sentado, recostando su espalda en el paramento oeste de la fosa. La cabeza está inclinada hacia adelante, de perfil, mirando hacia el sur y su maxilar inferior ligeramente desarticulado. Las vértebras y las costillas están en posición anatómica formando la caja torácica; excepto 3 vértebras que descansan sobre el cráneo y 3 costillas del lado derecho movidas del lugar original. El desplazamiento de estos huesos y la inclinación de la Foto 4. Cones y Spondylus de la Tumba 7. 34

30 conservación; los fragmentos restantes estaban dispersos entre el ajuar funerario. Los textiles Hacia el lado norte de la fosa e inmediatamente debajo del grupo de conus se ubicó el ajuar funerario; entre los primeros elementos que se observaron fueron los textiles (Figs. 9 y 10 ; Foto 5). De estos materiales podemos hacer la siguiente lista resumen: 19 paquetes de tela conteniendo semillas de ishpingo (Nectandra sp) y huayruro (Ormosia coccinea); 3 rodelas hechas con tela enrollada; 2 paños de forma cuadrada y con decoración en los bordes y 3 fragmentos de paños. Los paquetes se encontraron debajo de los paños y algunos estaban rotos, permitiendo que las semillas se dispersen por todo el ajuar funerario. En el extremo oeste se localizó una litera con un armazón de bronce y caña brava, recubierta con una tela de algodón y rellenada con algodón. Sobre la tela se cosieron sartas de diminutas semillas o cáliz de flores aún no identificadas, a manera de un decorado. Asimismo, del extremo sur de este ajuar recuperamos: el espaldar y asiento de un sillón con estructura de madera, recubierto con hilos de colores entretejidos formando diseños geométricos; y plumería cosida a un textil decorado con figuras geométricas de color marrón, amarillo y rojo, que podrían ser los restos de un tocado. Los objetos de madera Sobre la litera anteriormente descrita se ubicó una maqueta (Nº2), representando una plaza con 28 personajes y 11 objetos de madera formando escenas (Fig. 10 y Foto 5). Es similar a la maqueta Nº 1 recuperada de la tumba 6, excepto que los colores utilizados para su decoración son el blanco, amarillo y marrón. Se encuentra en buen estado de conservación. Tanto la litera como la maqueta Figura 11. Sarcófago y osamenta de la Tumba 8. estaban dispuestos de forma vertical y una de las esquinas del frontis de la maqueta se apoyaba en el centro de la litera. Al mismo nivel, y hacia el lado este de la maqueta, recuperamos cinco tarimas de carrizo revestidas con tela en la que se cosieron personajes: dos de ellas corresponden a escenas de enterramiento, una con personajes portando canastas y otros objetos; otra escena es la de tres animales (posiblemente camélidos) siguiendo a un personaje tocando una especie de quena. La última escena es la de tres guerreros llevando un prisionero desnudo con las manos atadas a la espalda. En la Cuarta Parte de este volumen, Estudios e Interpretaciones, se hará una descripción e interpretación más detallada de este conjunto de escenas. Debajo de la maqueta se ubicó una pala hecha de una pieza en madera y de mango cilíndrico, posiblemente de uso ritual para las ceremonias de enterramiento. Los metales Foto 5. Objetos de madera y textiles de la Tumba 7. Son pequeñas piezas de cobre, cobre dorado o plata. Este material se encontró mezclado entre el ajuar funerario y podemos hacer la siguiente lista: una varilla aguda con agujero en la parte superior, 35

31 Foto 6. Cerámica de la Tumba 8. Figura 12. Nivel 1 de cerámica, Tumba 8. una escultura de ave y de un hombre sentado, una aguja, 17 lágrimas, 2 tubos, 2 rejillas, una pinza, 4 ornamentos, 9 placas cuadradas, 6 placas en forma de pez, 6 placas rectangulares, 21 conus y un plato forrado con sartas de diminutas semillas. La tumba 8 Esta tumba pertenece a la época Moche, fue construida en el relleno que cubre la quinta y cuarta etapa arquitectónica y se encuentra ubicada 20 cm. debajo de la Tumba 7. Formalmente es similar a la tumba 2 (véase Uceda et al., 1994, Figs y 8.18). Características constructivas a) El encajonamiento de adobes. Es similar a las precedentes tumbas Moche excavadas en la Plataforma I. Se dejó un espacio en el relleno de adobes tramados para la tumba (Fig. 11). Este encajonamiento se localiza en el extremo este del bloque arquitectónico 9, y sus dimensiones son: 2.15 m. de largo, 0.70 de ancho y 0.90 m. de alto. El lado este se encuentra delimitado por una fila de adobes dispuestos de cabeza, los tres lados Figura 13. Nivel 2 de cerámica, Tumba 8. 36

32 restantes son de soga y cabeza y la base está conformada por una hilada de cabeza. b) El relleno del encajonamiento de adobes. Constituido por tierra, pedazos de adobes, cascote y arena, de consistencia suelta y no uniforme. Este material cubre todo el espacio dejado para el enterramiento y se diferencia del relleno sobre el encajonamiento por su consistencia. Cabe notar la presencia de dos adobes enteros en la parte central y a 25 cm. de profundidad desde el reborde superior del encajonamiento de adobes. c) El sarcófago. Se ubicó parte de un sarcófago de cañas hacia el extremo norte, adosado al paramento oeste y a 34 cm. del reborde superior del encajonamiento de adobes (Fig. 11). Teniendo en cubierta este pedazo y las improntas podemos proponer que originalmente el sarcófago medía 1.80 m. de largo y 0.60 m. de ancho. Estaba fabricado de cañas dispuestas a lo largo y transversalmente a los extremos, amarradas con soguillas en la parte central del sarcófago. Estos materiales están en mal estado de conservación, la mayoría reducido a polvo, por lo que no conocemos si es la base o la parte superior, pues las escasas partes restantes se encontraron estructuralmente fuera de lugar. Por las características sería un sarcófago similar al de la tumba 2 y al de la 5, excavadas en la Plataforma I de la Huaca de la Luna. Los restos óseos humanos En la esquina suroeste del encajonamiento de adobes se ubicó un esqueleto, en posición decúbito dorsal y orientado de sur a norte; el tórax sobre el reborde superior y el resto del cuerpo dentro del encajonamiento (Fig. 11). El miembro derecho superior está representado por el cúbito, radio y un fragmento del húmero, ubicado a 50 cm. al este de estos dos huesos. Del otro miembro superior falta parte de la mano. Asimismo, del tórax no existe el esternón, la mayoría de las vértebras y algunas costillas. La pelvis se presenta íntegra, pero los huesos están desarticulados. De los miembros inferiores falta parte de los pies, el resto de los huesos se conecta anatómicamente, excepto las rótulas que están ligeramente movidas de su lugar original. El cráneo, fragmentado y sin el maxilar inferior, se ubicó dentro del encajonamiento de adobes, hacia el extremo norte y de perfil mirando al este. La mayoría de la osamenta se encuentra quebrada y deleznable y a todas luces fue movida durante el saqueo colonial. Según el análisis preliminar se trata de una mujer adulta, de entre 50 y 60 años de edad y una estatura promedio de 1.55 m. Se encontró restos de cobre en el cráneo, manos y pies. El cráneo podría haber estado originalmente fragmentado, o es producto de la profanación de la tumba. La cerámica Sobre el reborde oeste del encajonamiento de adobes ubicamos un cántaro y una botella de cerámica fragmentados. Asimismo, dentro del encajonamiento e inmediatamente debajo de la osamenta humana se recuperó un total de 42 ceramios: 6 botellas de asa estribo; 17 cántaros, de los cuales 3 no han sido sometido a cocción y 2 están dentro de mallas de textil; una olla; y 16 floreros, de los cuales 5 faltan cocer y uno se encuentra en una malla de textil. Estas vasijas se hallaron fragmentadas, distribuidas en diferentes niveles y formando grupos de fragmentos que muchas veces se mezclan entre si (Figs. 12 y 13 y Foto 6). Miscelaneos Mezcladas con el relleno del encajonamiento de adobes se ubicaron dos soguillas hechas de fibras vegetal. Ambas se encontraron sueltas, separadas y en buen estado de conservación, posiblemente formaban parte del amarre del sarcófago de cañas. También recuperamos un cráneo de camélido y parte de sus extremidades (Fig. 13). Por último, tenemos fragmentos de mates, lo que nos sugiere que la osamenta del camélido originalmente estaría al interior de los mates como se registró en la tumba 2 (Uceda et al. 1994). 37

33 EXCAVACIONES EN LA PLAZA 2 DE LA HUACA DE LA LUNA J. Baylón, L. Burgos, R. Díaz, C. Pardo y V. Rodríguez Uno de los objetivos centrales de la intervención en este sector fue comprobar si estos espacios, considerados como patios o espacios abiertos, permitían la comunicación entre las plataformas o tuvieron una mayor complejidad arquitectónica y, por lo tanto, una especialización en funciones dentro del complejo. Una de las limitantes en los trabajos fue no poder contar con el suficiente personal obrero que permitiera remover las toneladas de arena y escombros que cubrían el área cercana al muro perimétrico del lado este de la plaza. LAS EXCAVACIONES La finalidad de estas excavaciones fue poner en evidencia las características de la probable arquitectura intermedia en Huaca de la Luna, así como establecer una reconstrucción general del área. Se excavaron tres unidades: la unidad 10, ubicada entre las cuadrículas N 100-EN/100-FC y E 100-FC/81-FC, donde se ubicaron los ambientes 1, 2, 3, 4, 4A y parte de la plaza; la unidad 11, ubicada entre las cuadrículas N 100-FD/ 100-FN y E 100-FN/78-FN, y que corresponde a la galería de la plaza; y la unidad 12 que corresponde a la esquina NE del Plaza 2, ubicada entre las cuadrículas N 118-FF/118-FO y E 118-FO/101-FO. Los resultados obtenidos nos han permitido establecer 5 etapas constructivas con sus correspondientes remodelaciones, así mismo poner en evidencia estructuras arquitectónicas que pertenecen a las dos últimas etapas constructivas. UNIDAD 10 La excavación de esta unidad puso al descubierto los ambientes siguientes: 1, 2, 3, 4, 4A y parte del Plaza (Fig. 14). AMBIENTE 1. Se encuentra ubicado al NE de la unidad de excavación. Durante el retiro de las capas de sedimento y arena se evidenció un gran bloque de adobes paralelepípedos, asentados de soga y de cabeza orientados de este a oeste, de conservación regular, al que se le denominó RAT1; junto a este RAT se ubicó un muro pintado de blanco (MPB2). Este muro tiene una orientación sur-norte; está construido con adobes y en la parte superior presenta hiladas de piedras y adobes unidas con argamasa e intercalados. Producto del huaqueo se observa una ruptura de 0.60 m. de ancho y 0.80 m. de profundidad en la parte media del MPB2. Dos muros delgados (MD1 y MD2) se adosan al MPB2. El MD1 tiene una altura máxima conservada de 1.17 m., en relación al piso del ambiente; su largo es de 2.60 m. y 0.10 m. de ancho. En el paramento sur del MD1 se observó un enlucido, que presentaba marcas en forma de círculos grandes y pequeños y también una C invertida. Los adobes están asentados de costilla y unidos con argamasa de barro de unos 2 cm. de espesor. El MD2 está conformado por 5 hiladas de adobes, unidas con argamasa de barro de unos 2 a 4 cm. de espesor; los adobes también fueron asentados de costilla. El paramento norte del MD2 también estuvo enlucido y no se observó ninguna marca. Asociados a los muros antes descritos se definió un piso compuesto de tierra y arcilla, de consistencia compacta con un espesor de 4 cm., de conservación regular, color rosado. En la parte media del piso también se observa un desnivel delimitado por piedras colocadas directamente sobre arena. Aprovechando el desnivel del piso se decidió realizar una cala de 1.50 m. de largo por 1.00 m. de ancho, con la finalidad de establecer si existían elementos arquitectónicos más profundos. En efecto, cinco nuevos pisos aparecieron unos asentados sobre paquetes de arenas y cascotes, mientras que el segundo sobre un relleno de adobes tramados. En todos los casos, los pisos están asociados al MPB2. AMBIENTE 2. Está ubicado a continuación y al sur del ambiente anterior. Inicialmente este ambiente se encontraba totalmente cubierto por arena eólica limpia; se podía distinguir solamente la 39

34 parte superior del MPB2 y la parte superior de un muro delgado (MD3) también adosado al paramento oeste del MPB2. Al limpiar aproximadamente 0.10 m. de arena se pudo definir el MD2, que sirve de muro divisorio de los ambientes 1 y 2. Al retirar 0.70 m. de espesor de arena y se llegó a ubicar el piso. En este paquete se encontró restos de periódico del año 1975 y colillas de cigarrillo. Sobre el piso se registraron fragmentos de cerámica, huesos de camélidos y piedras. En el lado sur del ambiente se hizo una cala de 2.00 m. de largo por 1.50 m. de ancho, en la cual se encontró fragmentos de cerámica no diagnostica. AMBIENTE 3. Este ambiente, ubicado al sur del precedente, también estuvo cubierto totalmente de arena eólica, al interior de la cual se encontró algunos fragmentos de cerámica y restos óseos, como es el caso de una mandíbula humana. Al terminar de retirar completamente la arena y quedar limpio el ambiente, se pudo observar que se trata de un recinto de forma rectangular de 3.50 m. de largo por 1.60 m. de ancho. Está conformado por dos muros delgados paralelos que parten del paramento oeste del MPB2. Estos muros son el MD3 y el MD4. El paramento sur del MD3 está parcialmente enlucido; los adobes que lo conforman están puestos de costilla y están unidos con argamasa de barro de 2 cm. de espesor. El MD4 tiene un largo de 1.16 m. y un ancho de 0.16 m.; los adobes que lo conforman están puestos de costilla y se aprecia parte del enlucido en su paramento norte. AMBIENTE 4. Ambiente ubicado al sur del anterior. Este ambiente se excavó siguiendo la dirección de la parte superior del MPB2. Este muro estuvo cubierto totalmente de arena eólica, grumos medianos y pequeños y adobes fragmentados. Una vez limpiada la parte superior del MPB2 y a una distancia de 2.40 m. con respecto al muro MD4, se pudo apreciar la existencia en este ambiente de dos partes bien diferenciadas. La primera, contigua al ambiente 3, donde fueron recuperados fragmentos de cerámica tosca sin pintar. Una vez que se terminó la limpieza se encontró el piso de una rampa a la que se denominó rampa 3, que está ubicada a una altura de m., tomando como referencia la altura del punto cero en la Plataforma I (valor 100 m.). Sin embargo, al observar el perfil norte del testigo ubicado junto al MD4 se observan tres rampas: sobre la rampa 3, construida sobre arena eólica, se encuentra la rampa 2 a una altura de m. y sobre esta rampa y a una altura de m. y asentado sobre arena eólica se ubica la rampa 1. Finalmente, una última rampa de unos 3 cm. de espesor y formando media caña con el MD4, se le ha denominado rampa «0». La otra parte del ambiente sólo fue estudiada a través de la limpieza de un pozo de huaquero (PH2), ubicado junto al límite de la excavación y que estuvo cubierto de arena eólica. En estos sedimentos se encontró material contemporáneo, como restos de periódico de 1975, hojas de papel y colillas de cigarrillos. Al limpiarse este pozo de huaquero quedó visible el relleno de adobes tramados a manera de gradas descendiendo en sus cuatro lados a manera de graderías hasta una profundidad de 1.08 m. La excavación de este ambiente se centró en la parte sur del ambiente, y consistió en levantar 8 plantas de adobes (RAT 2). Los adobes estaban asentados tanto de soga, cabeza como de costilla. Debajo del RAT 2 y a una altura de m. se encontró una capa de arena de 0.14 m. de espesor, conteniendo algunos materiales culturales como dos laminillas de cobre dorado y restos malacológicos (Donax, fragmentos de caparazones). Cuando se terminó de limpiar esta capa de arena se encontró un piso (P1), a una altura de m. Es de consistencia compacta y de conservación regular. Por altimetría este piso estaría relacionando con el piso 5 del ambiente 1 y con el piso 8 de la galería. LA PLAZA. Esta área corresponde a los pisos ubicados frente a los ambientes, y la altura máxima conservada es de m. El material que cubría la Plaza estaba conformado por un paquete de arena eólica de 0.70 m. de espesor; entre la arena se encontró fragmentos de cerámica, restos óseos, malacológicos, probadores de arcilla y restos de carbón. El piso P1 presenta buen estado de conservación frente a los ambientes 3 y 4 y muy destruido frente a los ambientes 1 y 2. Al seguir retirando escombros y el relleno de arena eólica hacia el oeste se descubrió que el piso 1 estaba asentado sobre otro piso (el P2). Este piso sólo esta conservado en una franja de 5.30 x 0.13 m. pegados a los ambientes; hacia el oeste ha desaparecido por la erosión. Sobre este piso se encontró un probador de arcilla, fragmentos de cerámica, fragmentos de huesos y restos malacológicos dispersos entre el material de contexto. UNIDAD 11 La Unidad 11 (Fig. 14), es una trinchera orientada de este a oeste. Este espacio se denominó en primer lugar ambiente 1; posteriormente, por las evidencias encontradas, se denominó galería de la Plaza 2. El área que se excavó en un principio fue de 40

35 Figura 14. Plano general de la unidad 10 en la Plaza 2. 41

36 restos botánicos de mate y coronta de maíz, así como coprolitos de camélidos junto al paramento del MPB1, seguidos por hojas de caña brava, también fragmentos de cerámica, además ceniza y carbón. Posteriormente, entre la arena eólica limpia, se evidenció lentes de materiales botánicos que contenía diversidad de semillas utilizadas en la dieta del poblador Moche, también restos de carbón y unos «panecillos» de arcilla cruda a los que se les denominó «probadores de arcilla» para la confección de los ceramios. También, dispersos entre la arena eólica, se encontró un diente de tiburón, además soguillas trenzadas de Enea, probadores dispersos en la área y pequeños pedazos de textiles de origen Chimú. Una nueva ampliación hacia el sur permitió registrar un piso denominado P0, que tiene una altura máxima conservada de m. y con 0.12 m. de espesor. Asociado a este piso se encontraron restos malacológicos (Donax, Tegula), restos óseos de peces, costillas y vértebras de camélidos y pequeños fragmentos de petates. Al retirar los sedimentos que cubrían el muro MPB1 se evidenció sobre el paramento un primer graffiti que representa un guerrero estilizado que está mirando hacia el sur; fue hecho mediante incisiones y fue cubierto con pintura blanca y se encuentra asociado al piso 1 que tiene una altura máxima de m. Sobre el P1 se registró, también dispersos, restos óseos de animales (costillas, vértebras) y restos malacológicos (Donax, Tegula) y probadores de arcilla enteros y fragmentados cubiertos por arena eólica. Figura 15. Perfil 1, Unidad 10, Plaza 2. 4 x 8 m. y uno de los límites físicos de la excavación corresponde al denominado MPB1, cuyo paramento oeste está enlucido y pintado de blanco. Las primeras capas están compuestas de arena eólica, las que contienen algunas evidencias culturales tales como un fragmento grande de mate pirograbado, y debajo de éste una gran concentración de restos botánicos (maní, algarrobo, guayaba, coca), restos malacológicos (Donax, Tegula), restos óseos (costillas de humano y vértebras de camélidos) y coprolitos de cuy. La consistencia deleznable de estas capas nos obligaron a ampliar la excavación hacia el norte. Aquí se recuperaron restos de vértebras de camélidos, En los siguientes dos pisos (P2 y P3), se recuperó en la superficie restos vegetales, fragmentos de cerámica y probadores de arcilla; estos pisos se asocian a través de una media caña con el MPB1. En el paramento del MPB1 asociado a este piso se registró un nuevo graffiti representando un pequeño hombrecillo estilizado; fue hecho a través de la incisión y luego cubierto con pintura blanca. A poco distancia del piso 3 se encontraron otros dos pisos (P4 y P5, a y 94 m. de altura respectivamente). Sobre el P5 se registró acumulaciones de grumos y una pieza de cerámica con restos de hollín; en este piso se evidenció pequeños agujeros ocasionados por insectos que destruyeron los pisos e incluso adobes donde dejaron sus larvas. Este piso estuvo asentado sobre un pequeño paquete de arena eólica de 0.23 m. de espesor y un RAT1 que es el sello del primer mural. El RAT1 tiene un espesor de 0.38 m. y cubre todo el ancho y largo de la galería. Al retirar el RAT1 se evidenció el piso 6,que tiene una altura de m. A este piso se asocia el mural 1 donde se observan 4 colores: anaranjado, rojo, amarillo y blanco; este mural se encuentra en muy mal estado de conservación y no se pudo definir su diseño. 42

37 realizar las excavaciones de este sector debido a que se evidenciaron pisos asociados a la cabecera actual del MPB1. Estos piso no fueron registrados en las anteriores excavaciones y corresponderían a la última etapa constructiva de la Plaza 2; además, aquí se determinó la forma en que se unían los muros perimetrales. El área de la excavación fue de x m. La esquina noreste de la Plaza 2 se empezó a definir a partir de la presencia del MPB1. Este muro tiene un ancho de 1.46 m. y se proyecta ligeramente hacia el este; pero hay que tener en cuenta que este muro está formado por un muro de remodelación externo de 0.76 m. de ancho y el MPB1 propiamente dicho de 0.70 m. de ancho. Este muro tiene una altura máxima conservada de 0.59 m. El material que cubrió esta área estuvo formado por adobes fragmentados, escombros y arena eólica. Figura 16. Perfil 1A, Unidad 1, Plaza 2. En la superficie de este piso se encontraron seis hoyos de regular tamaño, los cuales se limpiaron para observar su contenido, encontrándose grumos de tierra y algunos restos de vegetales (maní, ají). Al retirar el P6 se puso en evidencia un nuevo piso, el P7, bastante deteriorado. Se aprovechó uno de los hoyos más grandes para profundizar la excavación. Aquí se registró el RAT2, y al retirar unas seis plantas de adobes fue localizado el piso P8 a una altura de m. En la superficie de este último piso se ubicaron dos hoyos de regular tamaño, a los que se denominó hoyo 1 y 2; el segundo presentó un diámetro superior a un metro. Al efectuar la limpieza presentó un relleno de material suelto y tres plantas de adobes; bajo los adobes se localizó el piso 9, que tiene una altura de m. Posiblemente este piso se asocie el segundo mural en donde se observan líneas incisas formando franjas diagonales de color negro, blanco y rojo bien conservadas y dentro de un rombo el diseño de la cabeza de un pez estilizado como el de los relieves. Los trabajos de excavación quedaron interrumpidos, sin poder llegar a suelo estéril. UNIDAD 12 Esta unidad se encuentra ubicada en la esquina noreste del área en estudio (Fig. 14). Se decidió Al limpiarse el MPB1 se encontró un muro adosado al paramento oeste, el muro de remodelación MRI1; entre ambos existe una separación de 4 cm. de ancho. El MRI1 mide sólo 0.50 m. de ancho, está conformado por una sola hilera de adobes asentados de cabeza; alcanza una altura máxima conservada de 0.60 m. Al seguir limpiando hacia el oeste se encontró que asociado al MRI1 se hallaba un piso en muy mal estado de conservación (P1); en las partes fracturadas de este piso eran visibles adobes debajo de él, los cuales están colocados de soga. Así mismo, se pudo determinar que el piso estaba asentado sobre arena, como sucede con la mayoría de los pisos definidos en nuestra área de excavación. Sobre el piso se encontró fragmentos de cerámica, restos óseos y malacológicos. No se levantó el piso y se continuó excavando hacia el oeste donde ya no se encontraba evidencia de arquitectura, sólo arena limpia. Hacia el norte la excavación registró un encajonamiento de adobes de 2.60 m. de largo por 2 m. de ancho. Más al norte del encajonamiento se tiene evidencia de la continuación del piso 1. El muro norte presenta un escalón o banqueta que tiene un ancho de 0.33 m. en el extremo oeste y 0.44 m. en el extremo este. El paramento sur del muro norte presenta enlucido, así como el paramento norte. Adosado al paramento sur del muro norte, tenemos un muro de remodelación (MR). La cabecera de este último tiene una altura máxima, conservada de 1.12 m. y se proyecta de este a oeste, desde la esquina que forma con el posible muro de remodelación externa del MPB1. Al continuar limpiando los escombros sobre el piso 1, asociado al muro norte, se definió el muro delgado MD1, que se proyecta de norte a sur a partir 43

38 del paramento sur del muro norte. El MD1 corre paralelo y a unos 5.20 m. de distancia del MPB1. El MD1 mide 4.98 m. de largo y está asentado sobre el piso 1. Al sur del piso 1, junto al paramento este del MD1, se observó dos hileras de adobes que se alineaban hacia el este: la ubicada hacia el norte está compuesta de por cuatro adobes dispuestos de soga y la ubicada hacia el sur por dos adobes dispuestos de cabeza. El piso 1 no fue levantado, se dejó in situ, se limpió su borde oeste, donde se registró otro por debajo (el P2) LA ESTRATIGRAFÍA La estratigrafía del área de investigación es bastante compleja, si se le ve globalmente, y por el hecho que no todas las unidades se encuentran a la misma altura. Dos perfiles (Figs. 15 y 16) y un corte de sección (Fig. 17), permiten comprender mejor esta complejidad. La figura 15 corresponde al perfil sur del ambiente 1. Este dibujo comprende no sólo las excavaciones del ambiente sino también el pozo de cateo efectuado en él. La secuencia comprende la sucesión de 6 pisos. Los pisos 1, 2 y 6 son más uniformes y horizontales. Entre el piso 6 y 5 existe un relleno de adobes tramados y una capa de cascajo. Los pisos 3 y 4 están interrumpidos y parece que uno es la remodelación del otro; el piso 4 se asienta sobre una capa de arena eólica, la misma que continua sobre el piso 3 hasta el 2. Este mismo material separa los dos últimos pisos. Es pues obvio suponer que los últimos pisos fueron hechos durante un período de fuerte actividad eólica en la zona. Todos los pisos antes mencionados están asociados por media caña con el MPB2. La figura 16 corresponde al perfil sur de la unidad 11. Corresponde a una sucesión de pisos que formaron, en distintas épocas, la galería oeste de la Plaza 2. Se han definido nueve pisos. Aún no se sabe si el más profundo (piso 9) corresponde al primero (más temprano) de la sucesivas remodelaciones en esta área. Está separado del piso 8 por unas tres plantas de adobes, a manera de relleno. Los pisos 7 y 6, separados del piso 8 por un relleno de adobes tramados, por estar uno sobre el otro deben ser interpretados como si el piso 6 sea una remodelación del 7. Este mismo fenómeno debe ser visto para los pisos 4-5; 3-2 y 0-1. La diferencia con los primeros es que están separados por sendas capas de arena eólica con restos de material cultural. El piso 0 esta cubierto por una gruesa capa de arena eólica con restos de Figura 17. Corte sección, Ambiente 4. adobes y material cultural. El corte de sección representado en la figura 17 trata de presentar la asociación de un sistema de rampas que permitía comunicar al piso de la Plaza 2 con el piso de la galería. Lamentablemente este corte no presenta el piso de la galería. El piso figurado en el lado izquierdo corresponde a aquél de la Plaza. La rampa 3 es la que venía en sentido norte - sur, hasta un descanso. Desde este punto la rampa 2, en sentido oeste - este, comunicaba con el piso de la galería. CORRELACIÓN DE PERFILES Para un mejor entendimiento de la información, en la figura 17a hemos graficado, utilizando el diagrama de Harrison, las correlaciones de los mejores perfiles de las cuatro unidades excavadas, tal como lo han perfeccionado para secuencias arquitectónicas Bonnier y asociados (1985). La correlación fue hecha a partir de dos principios: la asociación directa arquitectónica (pisos-muros, rampas-pisos) y por la correlación altimétrica de pisos. De esta manera se han podido establecer 4 etapas constructivas, a lo que hay que agregar una quinta etapa que no se aprecia en esta gráfica por estar ubicada en la esquina NE de la Plaza 2. Por razones metodológicas la correlación la hacemos desde lo más temprano a lo más tardío, para ello se ha tomado en cuenta los perfiles siguientes: perfil 1, perfil 2 y perfil 3 que se ubican en la unidad de excavación 10 y el perfil 1A que se ubica en la unidad de excavación 11. Los pisos 9, 8 y 7 del perfil 1A (galería) se estarían relacionando con el piso 6 del perfil 1 (ambiente 1), de acuerdo al nivel ubicación y por encontrarse ubicados en el nivel inferior de la rampa más temprana. Estos elementos arquitectónicos conformarían la primera etapa constructiva. 44

39 Figura 17a. Correlación de perfiles de las unidades 10, 11 y 12 de la Plaza 2. 45

40 La segunda etapa se inicia con la construcción de las rampas R3-norte y R1-sur, las cuales se observan en los siguientes perfiles: perfil 2 y perfil 3 ubicados en la unidad de excavación 10. La R3 (norte) se conecta en el nivel inferior con el piso 5 y la R1 (sur) con el piso 1. Ambas rampas se unen en la parte más alta para girar en forma de L hacia el este y conectarse directamente con la rampa R3 del ambiente 4A para finalmente conectarse con el piso P6 de la galería. En esta etapa se producen una serie de remodelaciones como se aprecia en los cuatro perfiles. En el perfil 1A se observa la construcción de los pisos 5, 4 y 3; en el perfil 1 con la construcción del piso 4 y en perfil 3 se observa que la rampa más temprana R3 se encuentra cubierta con un relleno de material suelto (RMS) con el propósito de ganar altura, y en el perfil 2 se observa que la rampa R1 se encuentra cubierta por el relleno RAT1. Todas estas remodelaciones se hacen con el propósito de ganar altura e iniciar una nueva etapa constructiva. La tercera etapa constructiva se inicia con la rampa R2 (norte), la cual se observa en el perfil 3. Esta rampa se encuentra conectada en su nivel inferior con el piso P3, y se une con la rampa R1 del ambiente 4A formando un ángulo de 90º hacia el este, para finalmente conectarse con el piso P2 de la galería. Con la construcción de la rampa R1 (norte), la cual se asienta sobre RMS que cubre la rampa inferior, se da inicio a la cuarta etapa constructiva. Esta rampa se inicia en el nivel inferior con el piso P1 (perfil 1) y se conecta directamente con el piso P0 de la galería. Las remodelaciones, en esta etapa, corresponden a la construcción del muro MD1 en la parte inferior de la rampa R1, muro que se adosa al paramento oeste del muro MPB2 y que se construye con el propósito de dividir a los ambientes 3 y 4. Adicionalmente, en ambos ambientes se construye un nuevo piso: para el caso del ambiente 3 se construye el P0, que se asocia a los muros MD4 y MPB2 y, para el ambiente 4 se construye la rampa R0 que se asocia a los dos muros antes mencionados. Esta última rampa se conecta directamente con el P0 de la galería. Finalmente, todo este sector fue cubierto con arena y grumos pequeños y medianos con el propósito de construir la arquitectura que se observa en la esquina NE. LA ARQUITECTURA Nuestras excavaciones en el Plaza 2 han puesto a la luz un conjunto arquitectónico conformado por una galería principal, ambientes menores y una gran plaza. Dicho conjunto funcionó en cinco momentos o etapas constructivas y en cada uno de ellos podemos distinguir diferentes remodelaciones. Después de cada etapa constructiva, los espacios fueron rellenados, los muros elevados y se construyeron nuevos pisos. Tales edificaciones se caracterizan por estar formadas por muros anchos que son los perimetrales y muros delgados que son los divisorios; estos muros fueron enlucidos y, en algunos casos, pintados de blanco y aún con murales. Se pueden apreciar pisos que se suceden unos a otros, producto de las etapas que se dieron y de sus remodelaciones: unos son pisos compactos que serían los de ocupación y otros son apisonamientos que serían los de nivelación. La presencia de una pintura mural en el paramento oeste del MPB1 (Foto 6a), el principal de la galería, revela el carácter ceremonial del Plaza 2. AMBIENTE 1. Es de planta rectangular de 5.20 m. de largo (N-S) y 2.62 m. de ancho. Presenta sus tres lados enlucidos. El paramento oeste del MPB2 fue pintado de blanco y los paramentos internos de los muros delgados MD1 y MD2 que conforman el ambiente, es difícil saber si también fueron pintados, por el deterioro que tienen por efecto de fenómenos pluviales. AMBIENTE 2. Tiene una planta de forma rectangular de 4 m. de largo por 2.60 m. de ancho. Está compuesto de tres muros que lo delimitan: MPB2, MD2 y MD3; los muros delgados se adosan al paramento oeste del primero. El MD2 se ubica al norte del ambiente y sirve de muro divisorio con el ambiente 1; tiene una altura de 0.98 m. con relación al piso y un espesor de 0.14 m. El MD3 corresponde al lado sur del ambiente y es muro divisorio con el ambiente 3; tiene un espesor de 0.22 m. y una altura conservada de 0.56 m. en relación al piso. El MPB2 tiene una altura máxima conservada de 1.19 m. en relación al piso y un espesor de 0.53 m; su paramento oeste está enlucido y pintado de blanco. AMBIENTE 3. Es de forma rectangular, de 3.50 m. de largo por 1.60 m. de ancho. Los muros que se adosan al MPB2 son el MD3 y el MD4. El MD3 tiene 0.62 m. de ancho y una altura máxima conservada de 0.56 m. a partir del piso del ambiente. En su paramento sur se observa parte del enlucido, los adobes fueron asentados de costilla. El MD4 tiene un ancho de 0.16 m. y una altura máxima conservada de 0.32 m. en relación al piso del ambiente; los adobes fueron asentados de costilla y se aprecia parte de enlucido en su paramento norte. AMBIENTE 4. Este ambiente se encuentra ubicado al sur del anterior. Se trata de un ambiente de forma rectangular con una longitud de 5.65 m. y un ancho de 1.64 m. En su interior se puso en 46

41 Figura 18. Reconstrucción isométrica de la segunda etapa constructiva de la Plaza 2. evidencia un sistema de doble rampa orientas de norte a sur y de sur a norte; al unirse forman un descanso y un pequeño tramo de otra rampa, esta vez de oeste a este, permitió ganar la diferencia de altura entre el nivel de los ambientes y la plaza y la galería. Posteriormente, y debido a la necesidad de elevar el piso de la galería, se fueron superponiendo hasta tres nuevas rampas, siguiendo el mismo sentido y ubicación que las primeras. Aunque no se tiene evidencias muy contundentes sobre este sistema, todo hace indicar que en los momentos finales de la ocupación la última rampa se asocia con el piso P0 de la galería, lo que indica que el tercer tramo del sistema (la rampa oeste-este) fue más larga y probablemente más empinada. LA PLAZA. Es el área comprendida entre el paramento oeste del muro MPB3, la cabecera del muro oeste de la Plaza 1 y los muros perimetrales norte y sur. Es pues de forma rectangular, con un eje mayor de sur a norte. Sus dimensiones son m. de largo por m. de ancho. El piso presenta un desnivel y no es muy uniforme; se encuentra un poco más bajo que los pisos de los ambientes. Por debajo de este piso se registró un segundo, aunque si seguimos la lógica y la secuencia de pisos registrados en el pozo de prueba del ambiente 1, es muy probable que se registren algunos pisos más antiguos en esta plaza. ESQUINA NORESTE. En esta área de la Plaza 2 se ha registrado la arquitectura más tardía de esta Plaza, la que se encuentra ubicada a unos 2 m. más arriba del último piso de ocupación de la galería que es el P0. Esta esquina está formada por el MPB1 y el MN. Los elementos arquitectónicos registrados en la esquina NE de la Plaza 2 han sido: un ambiente de planta rectangular de unos 14 m. de largo por 6 m. de ancho, con un piso de ocupación y dos de remodelación. Este ambiente correspondería a la última etapa constructiva (quinta etapa). Lo destruido del área no permite saber si este ambiente fue el único que existió o hubieron otros. LOS DISEÑOS ARQUITECTÓNICOS: El espacio arquitectónico reconstruible de la segunda etapa Para esta etapa constructiva (Fig. 18) las evidencias registradas nos permitieron establecer que la Plaza 2 tenía dos niveles bien diferenciados: la galería este y el Plaza propiamente dicha. Es posible, aunque no tenemos pruebas por falta de excavación, que no existiera una segunda galería al norte. El muro sur divide la Plaza en dos sectores: el norte, nuestra área de estudio, y el sur, colindante con la Plataforma I y Plaza 3, área aún no estudiada. Sus dimensiones globales son por metros. 47

42 Figura 19. Reconstrucción isométrica de la tercera etapa constructiva de la Plaza 2. La galería este estuvo a un nivel más alto que la Plaza, exigiendo un sistema de rampas en doble sentido para ganar la diferencia de altura. La galería presentó una cubierta a una sola agua, sostenida por postes de algarrobos. Este techo cubría un mural representando una cabeza estilizada de serpiente o pez. La ausencia de excavaciones cerca al muro norte no permite descartar la posibilidad de la presencia de una galería norte. La orientación de la galería en relación a la Plaza principal indica que existe una relación estructural y funcional entre estos dos espacios. Falta resolver el lugar y forma de comunicación entre la Plaza principal y esta sección de la Plaza 2. El espacio arquitectónico reconstruible de la tercera etapa El diseño arquitectónico (Fig. 19) es semejante al anterior, aunque aquí se agregan una serie de ambientes al oeste de la galería y a un nivel ligeramente superior del piso de la Plaza. En principio, la galería ganó casi 5 metros de altura. Es probable que la galería en esta etapa no tuvo la misma importancia que en la etapa anterior, pues desaparecen los murales y el muro es pintado de blanco. No es muy seguro, aunque si probable, que presentara una cubierta como en la etapa previa. La función que desempeñó este espacio va a ser asumido por los ambientes adosados a la galería. La rampa es mucho más larga y empinada en su sección oeste-este. La Plaza propiamente dicha se restringe en su ancho en unos 4.50 metros y gana unos centímetros de altura. Tampoco se conoce el sistema y lugar de comunicación entre la Plaza principal y este sector de la Plaza 2. Sin embargo, es importante notar que si bien existen cambios, éstos respetan el planteamiento básico del diseño arquitectónico original. Más adelante discutiremos sobre la función de estos ambientes. COMENTARIO FINAL El estudio de la arquitectura y secuencia constructiva de la Plaza 2 de la Huaca de la Luna, constituye, sin duda, un trabajo inicial debido a la ausencia de investigaciones en este sector, así como a lo restringido de las excavaciones. El uso de trincheras no ha permitido establecer contextos mayores a nivel de la arquitectura en su conjunto. El análisis arquitectónico reveló cinco etapas constructivas, pudiendo haber otras más antiguas, pues no se alcanzó el suelo estéril. Con el propósito de establecer una aproximación cronológica para la secuencia establecida, hemos tomado en cuenta el tipo de elementos constructivos y sus características en relación a dicha secuencia arquitectónica. 48

43 Foto 6a. Mural de la galería con motivos de peces estilizados, Plaza 2 de la Huaca de la Luna. Los adobes empleados en la arquitectura fueron hechos en gaveras de caña y de tablillas, siendo dominantes en todas las etapas las del segundo tipo. Las dimensiones promedio son 0.32 x 0.20 x 0.14 m. Una característica fundamental es que éstos muestran marcas de fabricantes. Este hecho es un punto interesante para intentar correlacionar, aunque de manera preliminar, nuestra secuencia con aquella establecida para las plataformas I y III. Para la Plataforma I hemos establecido en otra oportunidad (Uceda et al 1994), que los adobes con marcas de fabricantes son muy abundantes sólo en el relleno de adobes que cubre el penúltimo edificio; mientras que en Plataforma III éstos son dominantes desde su primera etapa constructiva. Hay que subrayar que las marcas de fabricantes son similares para ambas plataformas, mientras que en la Plaza 2 se ha registrado la presencia de éstos en la primera, segunda y quinta etapa constructivas que son los que se asientan sobre los pisos y sirve para proteger la pintura mural (pez estilizado) que se ubica en la galería. A partir de estas constataciones proponemos, hipotéticamente, que la primera etapa constructiva de la Plaza 2, corresponden a la misma época que se construyó la sexta etapa de la Plataforma I y a la primera etapa de la Plataforma III. Si aceptamos que el muro con los relieves polícromos perteneció a las fases Moche III y IV (Uceda et. al. 1994) y que la construcción de la Plataforma III se llevó a cabo en este mismo período, podemos pensar que se trata de un proyecto integral constructivo de estos sectores del complejo, al menos en sus momentos finales. Antes de efectuar las investigaciones en este sector se pensaba que las plazas eran espacios abiertos sin arquitectura, y que cumplían una función ceremonial; ahora hemos comprobado que las plazas son espacios abiertos pero con arquitectura. En el caso de la Plaza 2 está constituida de una galería, cuatro ambientes menores y una plaza propiamente dicha, la cual supone una división jerárquica y una función ceremonial. Un caso notorio que se observa en la Plaza 2 es la diferencia en el acabado de los muros que conforman los ambientes. El muro perimétrico este (MPB1) presenta decoración con pintura mural (representa a un pez estilizado) y los muros de los ambientes 1, 2, 3 y 4 están pintados de blanco. Esta diferenciación supone una división jerárquica de los ambientes, de acuerdo a la función que cumplieron. Otro aspecto importante es la ausencia de residuos que identifiquen una ocupación doméstica en la Plaza 2. Entre los elementos recurrentes que nos sirven para respaldar la función ceremonial de esta plaza tenemos la presencia de pintura mural y los íconos allí pintados, muy semejantes a los representados en los relieves que enmarcan el rombo del degollador. La decoración arquitectónica de los edificios de adobe, con relieves, pinturas murales o simple pintura, que en muchos casos están cuidadosamente cubiertos, 49 fue de uso general en la costa norte del Perú (Reindel, 1990).

44 LAS EXCAVACIONES EN LA PLAZA 3A DE LA HUACA DE LA LUNA Steve Bourget La elección del sector excavado estuvo determinada por los trabajos emprendidos desde hace dos años en el marco de una beca de estudios de postdoctorado realizado con la Universidad Nacional de Trujillo. Durante la primera fase de investigación ( ), hemos determinado que existieron relaciones físicas y simbólicas estrechas entre ciertos templos de la cultura Moche y las montañas, como por ejemplo en el sitio de Mocollope y el Cerro Mocollope (valle de Chicama), el sitio de Huancaco y el Cerro Compositán (valle de Virú) y finalmente la Huaca de la Luna y el Cerro Blanco (valle de Moche). Posteriormente hemos relacionado este hecho a las representaciones iconográficas ilustrando los sacrificios humanos realizados en las montañas y en los templos. Este acercamiento nos ha permitido proponer un posible lugar de sacrificio situado en el Cerro Blanco, directamente sobre la Huaca de la Luna (Bourget, 1994b). Luego, hemos notado igualmente que afloramientos rocosos estuvieron situados al interior de ciertos templos, literalmente encerrados por los más altos muros de estos sitios, en particular en Mocollope, Huancaco, Pañamarca (valle de Nepeña) y en Huaca de la Luna. Entonces, desarrollamos las hipótesis de investigación siguientes: 1. Si existen relaciones estructurales entre el Cerro Blanco y la Huaca de la Luna, y entre los afloramientos rocosos al centro de la plaza y el templo que lo domina, algunas de las actividades de sacrificio que se habrían desarrollado en este templo habrían podido efectuarse en esta plaza directamente delante de este «mini-cerro». desarrollaron del 15 mayo al 26 de julio de 1992 inclusive. Esta primera temporada de excavaciones arqueológicas en el interior mismo de la Huaca de la Luna se inscribe en un proyecto de más largo plazo (3 años) que tiene por objetivo el estudio de la Plaza 3a y la Plataforma II. Volveremos sobre este tema al final de nuestro informe. Este conjunto arquitectónico está compuesto por una plataforma rectangular de 17 metros de ancho por 46 de largo aproximadamente, acompañado de una plaza de casi las mismas dimensiones. De hecho estos dos elementos constituyen una sola y única unidad arquitectónica de 35 metros de ancho por 46 metros de largo (Fig. 2). La estructura fue construida en partes iguales sobre un afloramiento rocoso, constituyendo una prolongación del cerro Blanco. Este montículo de granodiorita es muy visible en la plaza y continua muy probablemente al interior de la plataforma. Según Santiago Uceda, esta parte de la Huaca estaría relacionada con la cuarta etapa constructiva de la Plataforma principal (comunicación personal) y debió constituir un proyecto integral del complejo en esa época. Se puede suponer, a título de hipótesis, que el uso que tuvo la Plaza 3a y la Plataforma II fue igualmente parte constituyente del conjunto del centro ceremonial de la Huaca de la Luna. 2. Puesto que la guerra de captura constituye uno de los temas guerreros principales de la iconografía mochica (Fig. 20), es posible que las víctimas sacrificiales eran mayoritariamente hombres, probablemente soldados, capturados durante los enfrentamientos armados. Fue con la finalidad de comprobar estas hipótesis y la existencia de prácticas sacrificiales en la Plaza 3a que emprendimos los trabajos de campo, que se Figura 20. Representación iconográfica (Alva y Donnan, 1993:130) 51

45 Figura 21. Restos óseos en sedimento. Plaza 3a de Huaca de la Luna. 52

46 Debido a que actualmente las excavaciones en curso en la plaza no se han culminado, el presente informe será de naturaleza preliminar y tan solo tratará de las actividades realizadas durante la temporada de En un primer momento describiremos la metodología empleada para efectuar el trabajo de campo; en segundo lugar, la realización de las operaciones y las técnicas de excavación utilizadas y, finalmente, los primeros resultados. METODOLOGÍA Luego de una prospección de la zona elegida, efectuamos una limpieza de la arena eólica que recubría una capa de sedimento duro de arcilla. El alineamiento de la cuadrícula de excavación es la misma de la Plataforma I de la Huaca de la Luna. Puesto que el eje general de la plaza y la Plataforma II corresponden a aquel de la Plataforma I, este alineamiento de la cuadrícula calza relativamente bien con la forma de los muros de la plaza. La cuadrícula de base ha sido establecida cada metro y cubrió al inicio una superficie de 200 m 2. Luego de haber colocado esta gran cuadrícula, el área de excavación se restringió a la parte norte de la plaza comprendiendo a la mitad del afloramiento rocoso y los muros este, norte y oeste (no era visible antes de la excavación) (Fig. 21). Esta área de excavación propiamente dicha se extiende entre los cuadros FJ a GI en su eje W-E, del metro 3 al 14 en su eje S-N y representa aproximadamente el 20% de la superficie total de la plaza. Todo el material mueble excavado mediante badilejo fue cernido mediante un tamiz de malla de 3 mm. Todas las osamentas y los artefactos in situ han sido pacientemente liberados mediante pinceles y con la ayuda de instrumentos de dentista. Las osamentas fueron dibujadas in situ con la ayuda de una cuadrícula para dibujar. Con el objetivo de lograr una mejor definición, los dibujos serán próximamente rehechos ayudándose con la fotografía en blanco y negro tomadas directamente sobre los vestigios. Todos los restos humanos y artefactos fueron igualmente fotografiados en diapositivas, en negativos en color y en blanco y negro. Finalmente, todas las etapas de la excavación y de los detalles de todos los cuerpos han sido registrados en videos cassettes. Debido a que se trata de un sitio único y de una gran complejidad, hemos intentado maximizar todas las técnicas de registro a nuestra disponibilidad. Se han realizado más de mil fotos y seis horas de grabación en video. La recolección de los huesos se efectuó según la cuadrícula del sitio pero también según la posición anatómica de los huesos del esqueleto. La mayoría de los huesos fueron numerados en el lugar y recogidos según su naturaleza (vértebras, costillas, etc.) y según su correspondencia al lado izquierdo o derecho del esqueleto. Finalmente, un plano de localización preciso acompaña al laboratorio los esqueletos. El análisis antropométrico y patológico de los restos humanos lo están efectuando John Verano (Universidad de Tulane), Florencia Bracamonte (Universidad Nacional de Trujillo) y Laurel Anderson (Universidad de Tulane - USA) 1, por lo que sólo describiremos algunas observaciones preliminares efectuadas por estos especialistas. Con el fin de ayudar la recolección de los huesos y su análisis, los hemos registrado en cuatro niveles distintos. El primer nivel corresponde a los huesos descansando directamente sobre los sedimentos (sobre el sedimento 2) y la arena eólica (arena 1). Los dos niveles siguientes corresponden a aquellos extraídos parcialmente atrapados o incluidos dentro del sedimento de arcilla: dentro del sedimento 2.1 y dentro del sedimento 2.2. Estas capas diferentes, en parte arbitrarias, fueron creadas con la finalidad de permitir la excavación de los cuerpos muy a menudo superpuestos los unos sobre los otros. Finalmente, la última capa, dentro de la arena 2, corresponde a los restos colocados bajo la capa de arena eólica inferior. Varios de los individuos tenían una parte del cuerpo descansando en el sedimento y la otra directamente sobre él. Superponiendo los diversos dibujos, es pues posible seguir el proceso de excavación. Sin embargo, una parte de los huesos y de los cuerpos sobre los sedimentos endurecidos podría provenir de una parte del ritual posterior al depósito de la arcilla. Discutiremos este punto cuando presentemos los resultados. EL PROCESO DE EXCAVACIÓN Para comprender mejor la naturaleza de la arquitectura de la plaza y del depósito de arcilla, extrajimos, en un primer momento, los sedimentos no compactos que se encontraban sobre la superficie y, particularmente, en la importante acumulación de sedimentos de arcilla, adobes y de arena eólica a lo largo del muro norte y contra el paramento oeste de la Plataforma II. La mayor parte del material encontrado en estos depósitos provienen de la actividad de huaquería en la Plataforma II. Este material está constituido principalmente de fragmentos de cerámica funeraria y de restos óseos. Toda la cerámica encontrada es de origen Moche y proviene mayoritariamente de la fase estilística Moche IV. Fue también durante la fase de limpieza que observamos los primeros contextos in situ. Se trata 53

47 de dos ofrendas hechas al pie mismo del afloramiento rocoso. Una es un pequeño animal, probablemente un cuy, y el segundo un grupo de 9 conchas de una especie terrestre (Scutalus sp.) y tres especies marinas. Estas dos ofrendas probablemente son el fruto de actividades curanderiles desarrolladas poco tiempo antes de los inicios de las excavaciones en Huaca de la Luna (1991). Al mismo tiempo que efectuamos la limpieza de esta zona, practicamos un pozo de prueba en un pozo de huaquero con la finalidad de determinar el espesor y la naturaleza exacta de la primera capa de sedimentos (6-7/FO-FP). Casi inmediatamente, observamos huesos disturbados de por lo menos dos individuos y una notable ausencia de ofrendas funerarias en cerámica. Puesto que este primer cateo se realizó en un pozo de huaquería, no permitió obtener una idea detallada de la estratigrafía de esta primera capa, por lo que se efectuó una trinchera en el eje E-W para documentar la naturaleza exacta de esta capa e intentar descubrir el muro oeste de la plaza (Fig. 22). En la primera trinchera encontramos efectivamente una parte del muro oeste, por lo que realizamos una segunda trinchera a lo largo de este muro para determinar si se unía con el muro norte de la Plaza 3a. Estas dos excavaciones exploratorias nos permitieron determinar que esta primera capa fecharía del final del período de abandono de la Huaca de la Luna, o más precisamente de esta sección del complejo, y que ella estuvo acompañada por la compactación de los depósitos de arcilla y de finas capas de arena. Igualmente, ha sido posible constatar que el muro oeste formó parte integrante del conjunto de la Plaza 3a. Esta primera capa estuvo compuesta de episodios de lluvias (evento de El Niño) intercalados de sedimentos de arena (sedimento 1). Por otro lado, la forma de la pendiente de los sedimentos de arcilla demuestra que provienen del relave de los muros de la plaza y de la Plataforma II y, la manera como se deposita la arena eólica según el viento dominante del Pacífico (dirección suroeste), indican claramente que estos depósitos son naturales. Tomamos la decisión de retirar en una sola unidad estos depósitos que alcanzan regularmente cerca de un metro de espesor, y directamente bajo ella encontramos una capa de arena eólica (arena 1) casi uniforme. En la capa de Arena 1 encontramos algunos huesos humanos. Para evitar desplazarlos y para protegerlos, se les recubrió con una tela de plástico. Luego del retiro de la capa de sedimentos, reemplazamos la cuadrícula del sitio al nivel de la capa de arena. Al inicio de la excavación del nivel arqueológico como tal, la dificultad principal residió en el hecho que la mayoría de los huesos eran visibles pues estaban enterrados directamente en la arena. Al fin de circunscribir el problema, comenzamos a excavar a partir de las áreas de huaquería hacia los objetos en su lugar. Toda la capa de arena eólica fue retirada mediante brocha y las placas de sedimentos endurecidos fueron rascados usando espátulas. Los huesos, relativamente bien preservados, fueron extraídos con la ayuda de espátulas, instrumentos de dentista y pinceles. Algunos de los huesos más frágiles fueron consolidados con una solución de acetato de polivinilo y thinner. Para comprender la naturaleza de la deposición de los restos humanos, tomamos la decisión de efectuar una excavación en área, aunque aquello conllevó problemas considerables debido a los violentos vientos y al sol. Cuando el sector no estaba en trabajo, los huesos quedaron protegidos bajo un techo de material plástico. El retiro de la capa dura de sedimentos duró tres semanas. Dificultando los esfuerzos repetidos de los huaqueros, esta capa protectora ha permitido salvar el primer sitio sacrificial de la cultura Moche. Figura 22. Perfil de la trinchera Este-Oeste, Plaza 3a. 54

48 RESULTADOS Los resultados de esta primera temporada de excavaciones en la Plaza 3a han sobrepasado ampliamente las expectativas, tanto al nivel de la naturaleza misma del sitio sacrificial, como de su complejidad y de su excelente grado de conservación (Foto 7). En efecto, a pesar de los inevitables huecos de huaquero, la dureza y espesor de la primera capa de sedimentos protegió la mayor parte del sitio de la destrucción por las actividades humanas o elementos naturales (lluvias, viento, sol, etc.). Dado que el sitio se ubica al pie del Cerro Blanco, la conservación de los restos óseos es superior a los de las sepulturas descubiertas en la planicie, pero también permite efectuar observaciones mucho más precisas in situ y en laboratorio. Antes de ofrecer una interpretación de los resultados presentaremos una lista de observaciones efectuadas durante la excavación: Los restos humanos 1. Es aún difícil cuantificar exactamente el número de individuos sacrificados recuperados durante la excavación. Algunos cuerpos fueron perturbados por la huaquería y otros cortados en varios fragmentos. Si se confía en la cantidad de cráneos, el número sería de treinta y cuatro y si se juzga por el número de pelvis, la cantidad sería entre treintitres y treinticinco. Podemos estimar, por tanto, que se ha recuperado los restos de por lo menos treinticinco personas. 2. Los huesos se hallan depositados sobre la capa endurecida de arcilla (Foto 8) o atrapados directamente en esta misma capa de sedimentos. Esto indica al menos dos períodos distintos del ritual: el primero se desarrolla durante la deposición de la arcilla y, el segundo, sobreviene Foto 7. Huesos humanos sobre sedimento 2. Plaza 3a Foto 8. Huesos humanos sobre sedimento 2. Plaza 3a. algún tiempo después del depósito y el endurecimiento de esta capa de sedimentos. El blanquecimiento de los huesos no sumergidos completamente en la arcilla y las evidencias de numerosas pupas de moscas, indican que los cuerpos estuvieron expuestos al aire libre. Su recubrimiento eventual es producto de la arena eólica trasportada por el viento dominante proveniente del Océano Pacífico. 3. Esta capa de sedimentos arcillosos provienen de la desintegración de los altos muros de adobe durante períodos de lluvias intensas (eventos de El Niño). Aunque la planta de la plaza es rectangular, la desigualdad de los perfiles de los muros testimonian este proceso de lavado. 4. La matriz de los sedimentos al interior de las cajas torácicas es diferente a la de la capa de arcilla. Se trata de arena endurecida, lo que indica que los individuos fueron sacrificados en la plaza cuando la arcilla estaba blanda. Luego, la arena habría penetrado durante la putrefacción de la carne. Algunos cuerpos tienen los brazos y muy a menudo las piernas en posición separadas, como si se les hubiera mantenido firmemente sujetados al suelo durante la ejecución de su muerte (Fig. 23) 2. Igualmente, varios presentan una dislocación forzada al nivel de la articulación del fémur y de la pelvis. No se puede afirmar, sin embargo, si se trata de una contorsión complementaria, de una técnica para mantenerlo en la arcilla blanda o de la búsqueda de una posición ritual precisa para los miembros inferiores. Podría tratarse de un poco de 55

49 dedos aún en posición anatómica, indican que aquellos no cayeron en el cuerpo durante su descomposición pero que más bien fueron colocados intencionadamente practicando una abertura en la cavidad abdominal en el caso de la costilla, o posiblemente cortando los órganos genitales para introducir el hueso en el caso de la pelvis. Figura 23. Personajes mantenidos en el suelo. Plaza 3a. todo aquello puesto que una de las piernas está replegada sobre si misma. 5. Los sacrificadores han hecho prueba de una gran originalidad en sus prácticas sacrificiales, pues varias partes del cuerpo (dedos, brazos, piernas, tronco, cabezas, etc.) han sido salvajemente cortadas. La mayoría de estos fragmentos del cuerpo se hallan en conexión anatómica, lo que indica que cuando ellos fueron cortados la carne estaba firmemente adherida a los huesos. Varios de los sacrificados han sido decapitados y las mandíbulas inferiores fueron sacadas de numerosos cráneos. Ellas se encuentran dispuestas aquí y allá entre el resto de huesos. 6. Varios de los cráneos presentaban aperturas probablemente provocadas violentamente con la ayuda de una porra. El único esqueleto completo llevaba a nivel del temporal izquierdo una apertura proveniente de un golpe dado por un objeto contundente. Se trata probablemente de un cuchillo de cobre. Finalmente, John Verano observó marcas de lanzas en algunas vértebras (comn. pers.). 7. Los cuerpos decapitados o sus partes no han sido botados en cualquier lugar. En la capa denominada Arena 2, varios de ellos han sido dispuestos en lugares precisos como aquellos pares de troncos colocados uno contra el otro pero en posición invertida (cuadros 11-FL,FM; 6,7-FN,FO), dos mandíbulas inferiores colocadas una contra la otra (cuadro 11-FN) y finalmente dos vértebras en esta misma posición. Estos grupos en oposición sugieren una cierta forma de dualismo ritual, como veremos más adelante, y que al parecer se trata de una práctica común entre los Moche durante los rituales funerarios. 8. Fragmentos de cuerpos han sido hallados al interior de la caja torácica y de la pelvis de tres individuos. El primero de ellos tenía la mandíbula inferior en el interior de la caja torácica y una costilla hundida en la abertura de la pelvis. El segundo tuvo un dedo de la mano derecha en el cuerpo, y el tercero un dedo del pie en la pelvis. La presencia de un esternón aún en su lugar, justo a la altura de la mandíbula, y los 9. Según John Verano, todos los individuos sacrificados son de sexo masculino. Un primer grupo tendría una edad entre 15 y 20 años; el segundo, más importante, tendría entre 20 y 30 años de edad. Varias evidencias de golpes ante mortem dados en la cabeza y numerosas fracturas antiguas en los antebrazos y las costillas, sugieren que la guerra formó parte de sus actividades profesionales (comn. pers.). Los testimonios culturales 1. Varios fragmentos de cerámica fueron dejados, o mejor dicho arrojados, aquí y allá entre los restos humanos. Se trata mayormente de una cerámica de pasta roja proveniente de vasijas domésticas. Igualmente, fueron hallados un pequeño silbato en forma de ave y un piruro (Fig. 24). El silbato es similar a otros ejemplares descubiertos en el sector del taller de alfareros situado cerca de la esquina suroeste de la Huaca de la Luna. Algunos fragmentos de cerámica ritual descubiertos pertenecen al estilo Moche IV. Aunque no se trata de fragmentos de varias vasijas, la distribución de ellos en toda la superficie del sitio y el hecho que están esparcidos entre los huesos, sugiere que fueron tirados en el recinto durante el ritual o en algún momento después. 2. El descubrimiento más sorprendente en lo que concierne a los artefactos fueron aquellas estatuillas en arcilla cruda encontradas alrededor de varios sacrificados (Foto 9), y que debieron medir cerca de 35 cm. de altura (Foto 10). Hemos recuperado los fragmentos de por lo menos siete u ocho de ellas y quedan varias que serán retiradas el año próximo. Foto 9. Cuerpo en arena 2 y estatuillas. Plaza 3a. 56

50 Foto 10. Fragmentos de estatuillas. Plaza 3a. Figura 24. Piruro. Plaza 3a. Según los fragmentos reunidos, representan a hombres desnudos, sentados en posición de tallador, con una cuerda alrededor del cuello. La presencia de esta cuerda y la desnudez de los individuos, indican que se trata de representaciones de ofrendas humanas (Donnan 1978). El cuerpo, cara y los miembros están decorados con representaciones elaboradas de animales y símbolos geométricos. Entre las representaciones hemos notado aquellas de zorros, serpientes-zorros, lobos marinos, aves y de un pez armado de un cuchillo sacrificial (tumi). Es necesario hacer notar que tan solo una de las estatuillas contiene desgrasante (arena), las otras son de arcilla casi pura; esto indica que estas esculturas fueron confeccionadas sin la intención de ser cocidas. Entre los fragmentos de las estatuillas hemos recogido numerosas piedras (Foto 10), las que junto a la distribución de los pedazos de arcilla sugieren que las estatuillas fueron colocadas cerca a los sacrificados e intencionalmente destruidas en el lugar con la ayuda de las piedras. En un caso, los pedazos de la cabeza de una de estas esfinges de hombre fueron ubicados sobre la cabeza de un sacrificado colocado sobre la arena eólica (arena 2), directamente bajo la capa de sedimentos 2. De la misma manera que los fragmentos de cerámica diagnostica, el estilo de los motivos pintados sobre estas estatuillas pertenecen al estilo Moche IV. también ha sido localizada, pero en un sector huaqueado al pie del afloramiento rocoso (Fig. 25). 5. Otro elemento cultural que observamos es una impronta de cuerda en la arcilla situada en la extremidad de un húmero aprisionado en el sedimento. Esta cuerda, de 1.5 cm. de diámetro, estaría situada al nivel de la articulación de la muñeca. Es pues posible que hayan sido utilizadas cuerdas para amarrar los prisioneros o conducirlos al lugar de sacrificio Finalmente, un crisol acompañado de una plaqueta en plata fueron descubiertos a lo largo del muro oeste en una zona intensamente perturbada por la huaquería (Fig. 26). De hecho, en este sector todo el muro oeste fue destruido hasta una profundidad de un metro cincuenta. El crisol fue obstruido por un tapón de textil y contenía un polvo 3. Cerca del esqueleto localizado contra el muro norte de la plaza, una base de vasija depositada en posición invertida contenía materia orgánica. Un análisis recientemente realizado por Margareth Newman de la Universidad de Calgary (Canadá), para determinar si esta materia orgánica es de origen humano, resultó negativa, por lo que se trataría probablemente de materia vegetal. 4. Un fragmento de andesita fue descubierto entre las osamentas humanas. Sin ser absolutamente diagnóstico, este fragmento podría provenir de la cabeza de una maza en piedra. Una cabeza de maza Figura 25. Porra de maza de piedra. Plaza 3a. 57

51 Todos estos cuerpos decapitados en posiciones rituales precisas testimonian un comportamiento ceremonial extremadamente elaborado. Por ello proponemos que de hecho se trata de la primera fase del ritual sacrificial que intenta parar las lluvias diluvianas. Durante este ritual, los fragmentos de cerámica doméstica han sido arrojadas aquí y allá en la plaza. Una vez el episodio de El Niño terminó, otro grupo de prisioneros fueron sacrificados, directamente sobre el primer grupo aprisionado en la arcilla seca. Los sacrificadores acompañados de sus víctimas han caminado sobre los primeros cuerpos. Los agrietamientos de la arcilla provocados por la intensidad del sol y las numerosas pupas de moscas indican que todos los cadáveres estuvieron expuestos al aire libre o a fuertes vientos del Pacífico. Figura 26. Crisol encontrado en la Plaza 3a blanquecino. No es pues posible determinar la procedencia exacta de estas dos ofrendas. INTERPRETACIÓN Las excavaciones en el Plaza 3a de la Huaca de la Luna, condujeron al descubrimiento del primer sitio sacrificial irrefutable de la cultura Moche. Aunque las evidencias de sacrificios humanos están presentes en numerosos otros templos y centros ceremoniales Moche, en el caso presente, a parte de su importancia y su complejidad, es único. Según los análisis preliminares que se han efectuado, parece que se trata de hombres maduros capturados en el campo de batalla, y que fueron llevados a la Huaca de la Luna para ser eventualmente sacrificados en la Plaza 3a. Según John Verano, evidencias de regeneración de los huesos de las costillas y de narices fracturadas indicarían que algunos de ellos, al menos, habrían sido capturados dos semanas antes de ser sacrificados. Parece que la meta principal fue sacrificarlos durante las lluvias intensas provocadas por un gran evento de El Niño. Cuando la arcilla estaba blanda, los prisioneros fueron conducidos al interior de la plaza, mantenidos de fuerza en el suelo (Fig. 23) y matados con la ayuda de mazas, cuchillos y lanzas. Las numerosas evidencias de los cuerpos cortados y la desarticulación de los fémures sugiere que ellos pudieron haber sido torturados. Durante la excavación, el registro de al menos tres individuos en una posición ligeramente doblada apoyando las manos en el suelo, sugiere una resistencia y aún de dolor. Este sitio excepcional nos permite asistir a dos etapas del ritual sacrificial: la primera etapa consiste en pedir la parada de las lluvias diluvianas a los dioses, o en este caso posiblemente a los ancestros. Para acompañar este pedido, un primer grupo de prisioneros es capturado, desnudado, arrastrado en el agua y el barro de la plaza, luego enviado al otro mundo. La inversión en el sacrificio es entonces considerable y los cuerpos de los cautivos son a menudo reducidos a su más simple expresión: cráneo, mandíbula, brazo, dedos, troncos, piernas, etc. La segunda fase del ritual sacrificial consistió en agradecer a los ancestros por lo favores obtenidos, en este caso el cese de las lluvias devastadoras y el regreso de las condiciones ecológicas ideales. Durante esta segunda etapa, un segundo grupo de prisioneros es matado sobre la arcilla seca y sobre los cuerpos precedentes. Según los exámenes preliminares efectuados, las víctimas son mucho menos y el encarnecimiento sacrificial parece menor. Por otro lado, es sobre este nivel que se encuentra el único cuerpo completo, matado de un simple golpe de tumi a la altura del parietal. No se puede, sin embargo, separar la posibilidad que el evento de El Niño fue seguido de un período de sequía intensa y que este segunda fase del ritual sacrificial le haya podido estar asociado. En el evento sacrificial asociado a la arena 2 y que precede a aquellos de los sedimentos 2 y arena 1, los especialistas del sacrificio colocaron los cuerpos o los fragmentos de ellos en una posición de oposición precisa que recuerda ciertas formas de dualismo simbólico. Como lo subrayamos con anterioridad, se trata de un posicionamiento ritual que no es único a este sitio sacrificial. De hecho, es frecuente encontrar tales organizaciones espaciales de despojos secundarios en relación al personaje principal en los sacrificios funerarios elaborados. 58

52 Por ejemplo, en el sitio de Huaca de la Cruz, en el valle de Virú, las dos mujeres acompañando la tumba del «Sacerdote Guerrero» fueron colocadas cara a cara, en posición sentada, a cada extremidad del sarcófago del sacerdote (Strong y Evans, 1952). En la tumba 1 del sitio de Sipán, valle de Chancay, un hombre fue localizado de espaldas a cada lado del sarcófago y en posición invertida en relación uno con el otro. A la cabeza y los pies de la misma tumba, una mujer fue localizada igualmente en posición invertida. En la tumba 2, de la misma plataforma funeraria, una mujer fue localizada a cada lado del sarcófago, la una en posición ventral y la segunda en posición dorsal (Alva y Donnan 1993). La extracción de la mandíbula inferior es igualmente un ritual que está claramente representado en la iconografía y que nosotros lo hemos notado en la carnicería de la Plataforma I y en la fosa funeraria de Pacatnamú (Bourget 1994b). A pesar del considerable stress provocado por un Niño de gran magnitud, los restos colocados en la plaza no son aquellos de un grupo en desbandada. El posicionamiento de los cuerpos reproducen los principios de dualidad presentes en el ritual funerario y la separación de algunas partes del cuerpo es producido igualmente, aunque en menor escala, en otros contextos ceremoniales en la iconografía Moche. La existencia de un vasto aparato sacrificial asociado a eventos de un Niño es a nuestro conocimiento único. Por el momento, no poseemos información alguna que tales rituales hayan sido descubiertos arqueológicamente o señalados en documentos etnohistóricos. Se trata de una actividad ceremonial distinta del «sacrificio de la montaña» donde nuestras proposiciones, al igual que de otros investigadores, es que se trató de un ritual periódico ejecutado al inicio de la estación de lluvias tratando de asegurar la abundancia (Benson, 1974:24; Bourget 1994b; Hocquenghem, 1983: 63). Uno, el ritual de la montaña, tenía por objeto mantener el orden establecido, asegurar la llegada de agua de las montañas y también garantizar la fertilidad agrícola; el otro, el ritual en la plaza, tuvo como meta poner fin al desorden provocado por la aparición de un importante evento de El Niño: lluvias torrenciales, destrucción de los cultivos, canales de irrigación y las viviendas, baja de la productividad del medio marino, etc. El hallazgo en el Plaza 3a constituye, pues, una prueba inequívoca que el ritual sacrificial es el núcleo del aparato ceremonial de todas las actividades sagradas de la cultura Moche. No existen actividades ceremoniales sin que el sacrificio humano esté presente: forma parte de los ritos funerarios, del «ritual de la montaña» o del tema de «la presentación» (Alva y Donnan, 1993; Bourget, 1994a; Donnan 1978). Aunque no se pueda afirmar por el momento que la guerra de captura sirvió para abastecer los cautivos necesarios a todas estas actividades, es casi cierto que lo fue, al menos, para el ritual en la Plaza 3a y para aquel de la presentación (Alva y Donnan, 1993: 132). A primera vista, un evento tan fortuito como un mega-niño y la pestilencia que se desprendió de todos estos cuerpos en putrefacción, podría indicar que se trata de un ritual ad hoc realizado al final de la ocupación de la plaza y la plataforma adjunta 4. En efecto, una sola capa de sedimentos conteniendo sacrificados apoyaría esta hipótesis y pondría en cuestionamiento los fundamentos mismos de la hipótesis de investigación. Es decir, que se trató de un lugar especializado para la ejecución de rituales sacrificiales. Sin embargo, el descubrimiento, al final de la temporada de 1995, de una capa de sedimentos de arcilla conteniendo restos humanos indican que no se trata de un sólo ritual sacrificial realizado en el Plaza 3a. En efecto, a menos de 40 cm. bajo la capa de arcilla denominada sedimento 2, hay una segunda capa de arcilla (sedimento 3). Es posible que el olor desprendido por los cuerpos en putrefacción, la llegada de moscas y sus actividades en los cuerpos formaban parte integrante del ritual sacrificial. Igualmente, sabemos que los cuerpos humanos y las estatuillas encontradas en la arena 2 formaron parte de un evento de un Niño anterior: sedimento 3 y arena 2. Sin duda alguna, estas interpretaciones de los resultados son por el momento muy preliminares. Falta excavar toda la unidad de este plaza para comprender bien el proceso del ritual. Será necesario determinar cuál fue la función primaria de la plaza en sus inicios. Por ejemplo, cumplió esta plaza otras funciones o fue construida expresamente para «capturar» estos Niños y practicar allí estos sacrificios? NOTAS 1 Actualmente, Florencia Bracamonte está realizando su tesis de maestría (Universidad Nacional de Trujillo) y Laurel Anderson su tesis de Doctorado (Universidad de Tulane), con los materiales óseos de la colección del Patio IIIa. 2 Recordemos que se trata de un croquis preliminar de una sola parte del sitio sacrificial. 3 Algunos prisioneros muertos en el sitio sacrificial Chimú de Pacatnamú, aún estaban amarrados por cuerdas (Verano 1986). 4 Si la totalidad de la plaza sirvió a este ritual sacrificial, es posible que cerca de ciento cincuenta personas fueron sacrificadas en este único evento. 59

53 EXCAVACIONES EN LA PLAZA 3B DE LA HUACA DE LA LUNA María Montoya La Plaza 3b se ubica en el cuadrante sureste de la Huaca de la Luna, entre las cuadrículas 9 DB y 30 FG. Los muros que delimitan la Plaza forman un área de planta rectangular de 34 x 30.5 m., con su eje mayor de este a oeste (Fig. 2). La superficie en esta área presentaba una fuerte depresión hacia su lado sur, debido a la presencia de una fuerte destrucción en la parte media del muro delimitatorio sur (6 m. de largo), el cual fue usado como área de salida del material de escombros durante la destrucción producida en la Colonia. Esta gran abertura central del muro sur provocaría una fuerte depresión, por acción principalmente de la arena y el viento, erosionando la superficie del área y acumulándose una fuerte cantidad de arena eólica en los alrededores de los muros perimétricos. LAS EXCAVACIONES Las excavaciones se centraron en definir la arquitectura existente en el área, la secuencia constructiva y su correlación con las etapas constructivas establecidas para la Plataforma I de la Huaca de la Luna. Los trabajos de excavación se realizaron desde abril hasta agosto de 1995, con la participación de un grupo de estudiantes de la UNT como parte del curso de Prácticas Preprofesionales. Posteriormente, el personal del Proyecto continuó los trabajos de excavación y registro hasta el mes de noviembre del mismo año. En la medida en que el área presentaba una fuerte acumulación de escombros, consistente en tierra y adobes fragmentados, cascotes y escaso material cultural (fragmentos de cerámica decorada y sencilla pertenecientes a los estilos Moche y Chimú, restos óseos humanos, etc.), los que se registraban en contexto disturbado, se optó por el retiro de dichos escombros hasta llegar a un nivel donde podría definirse la arquitectura existente en el área. La cuadriculación del área de excavación fue hecha tomando en cuenta las coordenadas establecidas para la Plataforma I de la Huaca de la Luna. En el área a intervenir se colocaron estacas cada diez metros, tanto en el eje N-S como E-W, con la finalidad de proceder a la ubicación de los elementos que aparecieron durante la excavación. Foto 11. Vista general de la Plaza 3b de la Plataforma I de Huaca de la Luna. 61

54 El retiro del escombraje en esta área permitió definir la presencia de dos recintos, los muros perimetrales de la Plaza 3b, así como muros que definían la presencia de otros posibles recintos (Fig. 27 y Foto 11). Una de las característica de esta plaza es la presencia de un relleno de adobes por debajo del piso, a manera de una plataforma sobre la que se erigieron los diferentes elementos arquitectónicos. A continuación presentaremos una breve descripción de los diversos elementos registrados. El Recinto I Se ubica hacia el lado suroeste de la plaza. Se encuentra fuertemente destruido por el huaqueo, conservándose solamente el muro oeste, y unos 30 a 50 cm. de las esquinas de los muros norte y sur. El muro oeste del Recinto I (R-I) conserva relativamente su altura original, encontrándose a 2.60 m. con respecto al piso más antiguo (Piso 1), y a 2 m. del piso más tardío (Piso 4). La cabecera del muro presenta evidencias de haber tenido un techo a dos aguas; el ala norte presenta cierto grado de destrucción, pero el hastial y el ala sur se conservan en mejor estado. Se ha registrado sobre su cabecera la presencia de una capa de 2 cm. de espesor, conteniendo abundantes restos óseos de animales (posiblemente de saurios o peces muy pequeños), dispersos entre tierra y material orgánico descompuesto de color marrón rojizo. Además, se observa una capa de 1 cm. de espesor compuesta de fibra vegetal (carrizos, soguillas), conservándose escasamente la impronta de los mismos, probable evidencia de las cubiertas del recinto. El muro oeste tiene un espesor de 0.60 m. al igual que los muros sur y norte. Sus paramentos han sido afectados por fuertes fenómenos pluviales, observándose hasta tres capas de reenlucido, los dos más tempranos presentan enlucido y pintura blanca, y el más tardío presenta sólo un enlucido un poco tosco. En el interior el recinto presenta un piso asociado a sus paramentos, el cual se encuentra a una altura absoluta de m. con respecto a una cota de 100 m. ubicada en el nivel bajo de la Plataforma I de la Huaca de la Luna, la cual ha sido considerada como datum para todas nuestras excavaciones. Al exterior del recinto existen hasta cuatro pisos. El P1, que se asocia al muro oeste del R-I y al muro MA1, tiene una altura de m. Sobre el P1 se encontró otro piso, el P2, asociado al R-I y al muro MR1. Está a una altura de m. Sobre este piso se observa una capa de 17 cm. de espesor, conteniendo dos eventos de formación de sedimentos intercalados con tierra compactada. El tercer piso (P3) se asienta sobre esta capa de sedimentos y también está asociado al R-1 y MR1. Está a una altura de m. Nuevamente, sobre el piso P3 aparece una capa de sedimentos producto de lluvias intensas. Es sobre estos sedimentos que se colocó una hilera de adobes que sirven de falso piso al último piso (P4), el cual se encuentra a una altura de m. (Fig. 28 en encarte). Figura 27. Planimetría de la Plaza 3b de Huaca de la Luna. 62

55 Foto 12. Detalle de vasijas escultóricas crudas. Plaza 3b. Hacia el paramento exterior sur se observa la misma secuencia de pisos; sin embargo, aquí pudimos registrar los eventos finales de ocupación del sitio, por encima del último piso (P4). El primer evento es la formación de una capa de 4 cm. de sedimento. El segundo es una acumulación de 0.26 m. de espesor, compuesta de grumos de tierra semicompactada conteniendo fragmentos de enlucidos pintados de blanco, fragmentos con improntas de carrizos y soguillas (de techumbres), adobes enteros y fragmentados, escasos restos óseos humanos. En el tercer evento se observa acumulación de una capa de sedimentos de 2 a 3 cm. de espesor. El cuarto evento corresponde a la presencia de abundantes fragmentos de vasijas escultóricas crudas, representando a prisioneros desnudos, con soga al cuello y decoración pictórica en color negro y crema (Foto 12). Estos fragmentos se encontraron concentrados, superpuestos unos sobre otros en forma irregular y próximos al paramento exterior sur del R-I y dentro de una capa de tierra suelta que contenía en forma dispersa restos óseos humanos y de roedor, así como escasos fragmentos de vasijas cocidas (decoradas y sencillas) pertenecientes al estilo cultural Moche. Todos estos elementos eran muy escasos, a comparación de los fragmentos de vasijas crudas que fueron encontradas en cantidad abundante pero en forma dispersa en toda esta capa, la cual tenía un espesor entre 0.20 y 0.35 m. Este evento sería el resultado de uno de los primeros momentos de destrucción que afectaron el área, ya que está sobre el último evento de lluvias que afectó al sitio en general. Esta destrucción, al parecer de la época Colonial, depositó encima de la capa de sedimento las vasijas crudas fragmentadas que procederían de áreas próximas (lo disturbado del contexto en que se han registrado hasta ahora no nos ha permitido su asociación a una etapa constructiva, quedando pendiente una ampliación de las excavaciones en esta área). Recinto II (R-II) Presenta planta rectangular de 8.30 x 5.70 m. con el eje mayor en sentido este a oeste. Los muros tan sólo alcanzan menos de un metro y el muro oeste ha sido destruido por las excavaciones clandestinas. Existe un vano de acceso ubicado en la parte central del muro norte y tiene un ancho de 0.80 m. Los paramentos internos y externos presentan enlucidos pintados (existen hasta tres capas pictóricas, de las cuales la primera presenta pintura mural policroma en blanco y rojo no pudiéndose definir el diseño por lo deteriorado de los muros, el segundo y tercero 63

56 son pintados de blanco), los muros tienen un espesor de 0.95 m. El piso 1 descrito para el recinto I corre por debajo de los muros del Recinto II, por lo que es muy probable que este segundo recinto se construyó posteriormente al antes descrito. En el interior del R-II se aprecia un solo piso asociado por su media caña a los muros, está a una altura de m. En la parte exterior sur del recinto se registraron dos pisos (P2 y P3): el primero tiene una altura de m. y el segundo a m. MUROS PERIMETRALES Como las excavaciones realizadas en la Plaza 3b se han concentrado hacia el lado sur, sólo se ha podido definir parcialmente los muros perimetrales de la misma. Muro Perimetral Sur La presencia de la rotura en la parte central de este muro nos ha permitido observar en el perfil la presencia de tres muros superpuestos (MA2, MR1 y MR2), reflejando las diversas remodelaciones de este espacio a lo largo de su historia. El Muro Ancho (MA2) se asienta directamente sobre un piso de nivelación (colocado éste a su vez sobre un relleno de adobes), que está a una altura de m. Este muro tiene un espesor de 1.46 m, y el paramento norte se encuentra enlucido y pintado de blanco; a este paramento se asocia un piso P1. Similares características presenta el paramento sur, aunque el primer piso que se observa (P1) corresponde a una ronda de 1.10 m de ancho. En este lado no se efectuó excavación alguna, razón por la cual no se ha registrado el piso correspondiente al corredor sur del complejo. Posteriormente, hacia ambos paramentos del MA2, se añadieron sendos muros de remodelación: el del lado norte (MR2) tiene un espesor de 1.50 m., y su piso asociado (P2) está a una altura de m.; el muro de remodelación MR3 del lado sur tiene un espesor de 1.10 m. y cubre íntegramente el escalón que daba al corredor sur, enluciéndose y pintándose de color blanco. Las excavaciones han definido que el muro perimetral sur tiene a lo menos 35 m. de largo, pero se observa que el muro se proyecta más hacia el este, siendo su altura máxima conservada de 5m. Muro Perimetral Oeste De manera similar al muro perimetral sur, se observa una construcción antigua de un muro ancho (MA1), al que posteriormente se le superpone un Foto 13. Cajas de arena, intercaladas con cajas de arcilla en MA.5. Plaza 3b. muro de remodelación MR1. Las excavaciones han definido 19 m. del muro de remodelación MR1, el cual se orienta de sur a norte. El MA1, que limita el lado oeste de la Plaza 3b, es el mismo muro que hacia su paramento oeste presenta decoración en relieves polícromos asociado al patio del nivel bajo de la Plataforma I. Las asociaciones directas de los paramentos este y oeste de este muro, permiten establecer que el P1 de la Plaza 3b funcionó con el piso del cuarto edificio de la plataforma I. El MA1 tiene un espesor de 1.02 m. y una altura de 3.20 m. con respecto al piso. Sobre el paramento este del MA1 y su piso asociado se construyó posteriormente un muro de remodelación (MR1) de 2.50 m. de ancho, el cual conserva una altura de 5.65 m., formando dos escalones, el primero con un ancho de 0.90 m. y su piso a una altura absoluta de m., el segundo escalón tiene un ancho de 1.60 m. y su piso está a una altura absoluta de m. En el lado norte de este primer escalón se registró un paso o escalón menor, a una altura absoluta de m. (con una diferencia de 0.31 m. con respecto a la altura del primer escalón); presenta enlucido pintado de blanco y una posterior remodelación de su enlucido con pintura roja. Este muro con rondas altas (MR1) presenta un enlucido y pintura blanca, observándose hasta tres remodelaciones de su enlucido debido a fuertes lluvias que provocaron la formación de escorrentías, deteriorando mayormente el borde del primer escalón, y la acumulación de sedimentos sobre el piso del mismo. En el extremo sur del MR1, donde forma esquina con el muro perimetral sur MR2, se observa una fuerte acumulación de tierra suelta conteniendo plumas de color negro, coprolitos (al parecer de ave), pajillas, coprolitos y huesos de roedor, dispersos sobre esta área y acumulados durante el abandono luego del proceso de huaquería colonial. 64

57 El muro MA5 se construye durante la remodelación del piso P2 de la plaza, es de menor ancho que el anterior. En este mismo momento se construye un muro delgado MD2 adosado al muro MA4 y que restringe el acceso al Recinto II, formando una especie de vestíbulo. La destrucción de esta área nos impide definirla bien, pero en ella hay las evidencias de varios muros que nos permiten sostener la presencia de una arquitectura menor delante del Recinto II (banquetas, muros delgados adosados al muro MD2 y a la banqueta B3 (Cf. Figs. 27 y 28). Foto 14. Remodelaciones de ambientes (MD2 y banquetas). Plaza 3b. Entre el MR1 y el R-I, existe una distancia de 1.03 m., formando un estrecho corredor que comunica los espacios al norte y sur de los recintos. Muro Perimetral Este A 14 m. en dirección este del muro este del R-II, existe el muro perimétrico MA3, construido sobre el piso de nivelación PN1 que está a m. El MA3 tiene un espesor de 1.02 m. y presenta enlucido pintado de blanco en sus dos paramentos; son visibles hasta tres capas pictóricas. En la capa superior se observan grafittis representando personajes de perfil, portando un casco cónico con tocado en media luna; los demás personajes no se observan con claridad por estar cubiertos con un velo de arcilla producto de las lluvias que afectaron el área en general. El piso asociado al paramento oeste del MA3 está a una altura de m. Muro Perimetral Norte Se encuentra cubierto por una gran acumulación de escombros, aunque aún es visible una pequeña parte en la esquina noreste. OTROS ELEMENTOS ARQUITECTÓNICOS En el límite norte de la excavación fueron registrados dos muros anchos, el MA4 y el MA5. El primero de ellos puede formar parte de un posible recinto, pues se inicia a unos 8 metros del muro perimetral este y de esta esquina parte un muro hacia el norte; lamentablemente el lado oeste de este muro está destruido por la huaquería y la falta de excavación no permite corroborar esta hipótesis. El muro está asociado con tres pisos, de la misma manera que los descritos para el Recinto I. Cerca de las banquetas que flanquean el vano del Recinto II fueron halladas dos vasijas incompletas, representado a prisioneros semidesnudos, con las manos atrás y amarradas con una soga. A unos 2.60 m. al oeste del muro MA3 corre paralelo el muro ancho MA6, que se une con los muros MR2 y MA5. Tiene un ancho de 0.60 m.; no se trata de un muro con caras enlucidas, sino de un apilamiento de adobes con argamasa entre sus lechos y parcialmente entre sus juntas. Se asienta directamente sobre el Piso 1 del MA3 y sus caras oeste y este se asocian con dos capas de arcilla de 0.02 m. de espesor, las que están intercaladas con capas de arena eólica suelta y sin material cultural de 0.25 a 0.29 m. de espesor (Foto 13); las capas de arcilla semejarían más una superficie de nivelación, mas no un piso de ocupación. La función de este muro sería la de crear un ambiente para acumular la arena que acarreaba el viento. Esta solución también ha sido registrada en la Plaza 2. SECUENCIA CONSTRUCTIVA Y MORFOLOGÍA ARQUITECTÓNICA Las excavaciones realizadas en el lado sur de la Plaza 3b nos han permitido definir una serie de elementos y formas arquitectónicas (Fig. 28), con los que se ha podido establecer una secuencia constructiva y la correlación arquitectónica con las etapas constructivas definidas para la Plataforma I. La evidencia más temprana corresponde a la construcción del relleno RAT1, sobre el cual colocaron una capa semicompacta de grumos de barro, a manera de capa de nivelación (CN1), y un piso de nivelación (PN1) hecho de arcilla compacta. Es sobre este último que se construyeron los muros que delimitaban la Plaza 3b. En esta primera etapa constructiva el límite sur de la Plaza corresponde al MA2, mientras que el MA1 fue su límite oeste (este muro sirvió para separar la plaza del patio con relieves polícromos). El límite este y norte aún no han podido ser definidos. Es posible que el MA4 forme parte de un recinto, antes 65

58 que un muro divisorio. En el área interna de la plaza, hacia el lado oeste, se construye el Recinto I. El segundo evento constructivo corresponde a una serie de modificaciones en el área de la plaza. Primeramente se observa que hacia el este se construye el MA3, adosándose en su extremo sur con el MA2, lo que limita el acceso hacia el lado noreste de la plaza. Otra modificación está referida a la construcción de un muro de remodelación sobre el muro perimetral del lado oeste de la plaza. Es decir, sobre el lado este del MA1 se construye el MR1, que presenta dos rondas altas paralelas al muro. La construcción de este MR1 restringe el ancho del corredor formado con el muro oeste del Recinto I a 1.03 m. Con la construcción de estos nuevos muros se llega a definir que La plaza tenía planta rectangular, midiendo 33.7 m. de este a oeste y 17 m. de norte a sur. Una tercera etapa se define a partir de la construcción de nuevos muros de remodelación (MR2 y MR3), pero esta vez cubriendo el antiguo límite sur de la plaza (MA2). Sobre el lado norte se construye el MR2 (que cubre el extremo sur del MA3 y MR1), por lo que el área interna de la plaza se reduce a 15.7 m. de ancho (N-S), y hacia el paramento exterior sur se construye el MR3 que a su vez cubre el escalón que daba hacia el Corredor Sur. En esta etapa también se construye un segundo recinto (R-II), adosado y al este del Recinto I. Por su mejor estado de conservación, es posible establecer su forma general y la ubicación de su vano de acceso. El área de acceso hacia La plaza se modifica, al sellarse éste con la construcción del MA5, siendo posible que el nuevo acceso en esta etapa se encuentre en el lado noroeste lo que no ha podido ser definido por la presencia de una fuerte acumulación de escombraje hacia ese lado de la plaza. Una cuarta y última etapa se aprecia a través de algunas remodelaciones en el área: se restringe el área frente al acceso del Recinto II construyéndose una serie de muros divisorios y banquetas (Fig.27 y Foto 14). En esta etapa se continua usando los Recintos I y II, así como los muros MR1, MR2, MA3, MA4 y MA5 (Figs. 27 y 28). Sin embargo, para esta etapa se construye nuevos pisos sobre los anteriores. Finalmente, el lado este de la Plaza 3b se restringe nuevamente, al construirse el muro MA6 paralelo y a una distancia de 2.60 m. del muro MA3. Estas tres últimas etapas constructivas serían contemporáneas a las remodelaciones observadas sobre la cuarta etapa constructiva de la Plataforma I. Las evidencias nos dicen que mientras en la Plataforma I el patio decorado de la cuarta etapa sufrió remodelaciones, y fue luego cubierto por un relleno de adobes para construir el sexto edificio, la Plaza 3b pudo seguir funcionando con remodelaciones menores, no involucrando trabajos de envergadura ni sellando la arquitectura previa (Figs. 3, 4 y 28). Luego de un período de abandono, donde el área fue paulatinamente cubierta por una capa de arena eólica limpia, fue depositado el entierro de un adolescente, casi un niño según el análisis preliminar de John Verano, en posición flexionada, al parecer sentado pero por el peso del cuerpo éste cedió hacia el norte donde se encontró orientado el cráneo. No se encontraron materiales asociados con el entierro, pero éste presentaba parcialmente su cabellera y material orgánico descompuesto. Este entierro intrusivo, que estaba dentro de una capa de arena eólica limpia, de consistencia semicompacta fue encontrado a unos 0.2 m. sobre el muro oeste del Recinto II, el cual ya antes de acumularse la arena y colocarse el entierro, debió haber estado destruido. El entierro, por sus características, pertenecería probablemente a la época Chimú o Colonial. 66

59 Segunda Parte Excavaciones en el Área Urbana 67

60 INTRODUCCIÓN A LAS EXCAVACIONES EN EL ÁREA URBANA DE MOCHE Santiago Uceda Este importante sector comprende la explanada que separa las dos huacas o edificios mayores del complejo arqueológico del Sol y de la Luna, con una extensión de unos 500 metros de ancho, en los lados este y oeste, y límites aún muy imprecisos por los lados norte y sur. Hacia el norte, la presencia de una gruesa capa de sedimentos no permite reconocer estructuras en la superficie sino aquellas que se desarrollan hacia la ladera del cerro Negro; hacia el extremo sur, hay claras evidencias de estructuras arquitectónicas en los límites actuales de los campos de cultivo modernos. A unos 1000 o 1200 metros de este límite, hacia el sur, aún es visible una pequeña estructura de adobes conocida localmente como Huaca Las Estrellas, de evidente filiación Moche, por lo que es muy probable que la parte urbana del centro Moche haya alcanzado estas áreas, si bien en la actualidad las evidencias arquitectónicas claras se circunscriben a una extensión de unos 1500 x 500 metros. Pocas han sido las evidencias sobre el centro urbano ligado a las Huacas del Sol y La Luna. En superficie, si uno transita un poco distraído, la primera impresión es que el conjunto arqueológico sólo se compone de las dos grandes edificaciones y los cementerios existentes alrededor de la Huaca de la Luna y sobre el flanco oeste del cerro Blanco. Esta primera y falsa impresión parece corroborarse con las fotos aéreas, donde no es posible visualizar arquitectura alguna en la planicie. Fue a partir de estas observaciones que R. Schaedel propuso su modelo de desarrollo del urbanismo andino desde los «centros ceremoniales vacíos» hasta la aparición de las ciudades, luego de la influencia Huari (Schaedel, 1951a). El complejo de las Huacas del Sol y la Luna, sirvió de sustento a este modelo. Ha de pasar hasta la década de los años 70, para que excavaciones dirigidas por Michael Moseley dentro del marco del Proyecto Chan Chan - valle de Moche, lograran poner en evidencia la presencia de dos complejos arquitectónicos de élite en la planicie al sureste de la Huaca del Sol. Con estos hallazgos el sitio salía del modelo de «templos vacíos» de Schaedel y la idea de un estado Moche con un centro urbano para producción de «mercancías» tomaría un mayor impulso. Sin embargo, la poca extensión de las excavaciones no permitió resolver problemas claves sobre la naturaleza de este centro urbano. En 1993, tres estudiantes de pre grado, dentro del marco de sus prácticas pre-profesionales, iniciaron algunos sondeos en la planicie al suroeste de la Huaca de la Luna, localizando un área de talleres alfareros. Los resultados, aunque limitados, permitieron comprender que era necesario realizar un programa integral para estudiar el centro urbano que poco a poco iba apareciendo en el subsuelo. En este sentido, interesamos a Claude Chapdelaine de la Universidad de Montreal para realizar dicho estudio, a partir de un convenio de cooperación académico-científico entre las Universidades de Montreal y la Nacional de Trujillo. El acápite correspondiente a los complejos arquitectónicos si bien se han reunido en un sólo texto, en realidad la parte correspondiente a los sectores 4, 5, 6 y 7 fue preparado por C. Chapdelaine, mientras que el complejo 8 por los estudiantes María Moya, César Jaúregui y Chanel Uceda juntamente conmigo. La descripción y datos de cada sector tiene un valor diferente, debido a la importancia de las excavaciones realizadas. De los sectores de Chapdelaine, obviamente el sector 7 presenta las mejores evidencias de actividades y estructuración urbana dentro de un área habitacional. Sin embargo, en los otros sectores se han identificado áreas de actividades diferentes que permiten, visto en conjunto, una idea general sobre la vida urbana Moche. Otro aspecto importante de las excavaciones e interpretaciones de Chapdelaine ha sido el registro de reocupaciones y reedificaciones en las unidades habitacionales. Una cronología sobre ellas se base en la actualidad sobre cuatro fechas radiocarbónicas. Si bien es cierto estas son tardías en relación a los contextos de estilos alfareros, no necesariamente debe existir una contradicción entre estos datos. Lamentablemente, en la arqueología andina hemos estado tentados de darle un valor cronológico absoluto a las variaciones estilísticas. 69

61 La definición de una unidad habitacional, ha sido parcialmente alcanzada con los trabajos en el sector 8. La presencia de áreas domésticas de preparación de alimentos, áreas de reunión y probable «culto familiar», nos acercan a modelos residenciales de élite como los de Teotihuacan (Manzanilla, 1986). Obviamente esta afirmación debe ser tomada más como una hipótesis de trabajo. Las actividades domésticas han sido inferidas no sólo a través de los estudios de los restos macroscópicos, sino a partir de estudios químicos de los suelos de ocupación. Estos estudios, pioneros en nuestro medio, han brindado en otras parte importantes contribuciones sobre este tema. El aspecto cronológico en este sector ha sido realizado tan sólo a partir de los contextos y correlaciones estratigráficas. Quedan pendientes fechados radiocarbónicos que permitan una real discusión sobre el inicio, crecimiento y abandono de este importante centro urbano. La segunda parte de este capítulo corresponde a los trabajos de José Armas, en el taller alfarero, quién realizó una importante excavación en un área de 20 x 25 metros. Sus excavaciones han permitido definir tanto la estructura habitacional como las áreas de producción alfarera, en tres momentos diferentes. Lamentablemente la presencia de grandes y números pozos de huaquero han disturbado importantes contextos arqueológicos. Varios aspectos han sido abordados, siendo el fundamental el de la organización espacial y social de la producción alfarera. El estudio es aún muy preliminar, pues no han sido completamente analizados los diversos tipos de materiales recuperados. Se trata de uno de los pocos sitios de su género con tan abundante material, que cubre la totalidad de la secuencia de producción. A estos hallazgos se sumaron dos tumbas de alfareros relacionados a dos de los más antiguos momentos de ocupación. Las excavaciones que se vienen realizando en el presente año 1996 brindarán datos nuevos y más importantes relacionados a este centro urbano. Todavía estamos lejos de tener una idea completa de cómo estuvo estructurado y cuántos tipos de residencias existieron como reflejo de la complejidad social de esta sociedad andina costeña. 70

62 LOS COMPLEJOS ARQUITECTÓNICOS URBANOS DE MOCHE C. Chapdelaine; S. Uceda; M. Moya; C. Jauregui y Ch. Uceda. INTRODUCCIÓN Las excavaciones en la zona urbana del sitio de Moche forman parte de un programa a largo plazo sobre el carácter urbano de la capital de la cultura Moche durante la fase IV de su desarrollo. Los trabajos de excavación se desarrollaron durante nueve semanas en forma intensa y luego se han proseguido con menos intensidad hasta finales de Desde mayo hasta inicios de agosto intervinieron estudiantes canadienses bajo la dirección del profesor Claude Chapdelaine, en mérito a un acuerdo de cooperación científica y académica celebrado entre la Universidad Nacional de Trujillo y la Universidad de Montreal. Intervinieron en cuatro sectores (4 al 7) y contaron con el apoyo de personal técnico y auxiliar del Proyecto Huaca de la Luna. En el sector 8 los estudios se prorrogaron hasta fines de noviembre, siendo el único sector donde se han definido los límites de una unidad residencial. Este sector fue dirigido por Santiago Uceda y participaron estudiantes de la UNT como parte de sus prácticas preprofesionales. Los análisis de los materiales de las primeras excavaciones han sido culminados y los resultados se presentan sucintamente en este informe. Estas investigaciones, en el marco del Proyecto Huaca de la Luna, pretenden completar la imagen de la sociedad Moche, complementando los trabajos que desde hace algunos años se vienen ejecutando como es la secuencia constructiva de los edificios mayores (Uceda et. al 1994; Uceda y Canziani 1993) y sobre un taller alfarero en la parte urbana (Uceda y Morales, 1993; Chapdelaine et al. 1995). Nuestros esfuerzos están dirigidos a los aspectos urbanos de la ocupación Moche. El estudio del fenómeno urbano se inscribe al interior de un cuadro teórico dominado por una aproximación evolucionista (Trigger 1993: 112). Será cuestión de examinar los factores que han favorecido la emergencia de una sociedad compleja que constituyera, según el punto de vista de varios investigadores (Bawden 1994; Shimada 1994a; Moseley 1992), la capital de un Estado temprano en la costa norte del Perú. En el presente informe se describen los principales logros de la temporada de campo 1995, principalmente en el sector 8. Se trata ante todo de describir los elementos arquitectónicos y será necesario esperar el estudio de los restos culturales recuperados para establecer interpretaciones más seguras. Nuestras proposiciones son aún muy preliminares, pero cuatro fechas radiocarbónicas sirven para apoyar la ubicación cronológica de las últimas ocupaciones del sitio durante la época Moche. OBJETIVOS Y METODOLOGÍA DE LA INTERVENCIÓN Dentro de este programa que pretende estudiar la organización y la estructura urbana del sitio Moche, teníamos dos objetivos: el primero consistió en cartografiar las estructuras visibles en la superficie, y el segundo excavaciones en área en varias secciones de la zona urbana para evaluar los complejos arquitectónicos así como sus funciones. En efecto, nosotros esperamos identificar los lugares de depósitos, las residencias de la élite, los talleres de producción y los lugares de culto o reuniones, tratando de contribuir a una mejor comprensión del modo de subsistencia y de la unidad de residencia o vivienda. Finalmente, deseamos documentar la variabilidad y la diversidad de la sociedad urbana que ocupó la planicie entre las dos huacas. La estrategia de campo se apoyó sobre varios hechos conocidos, desde los primeros trabajos sobre este tema a inicios de los años 1970 (Topic, T., 1977). Se tenía que enfrentar tres problemas: 1) la deposición de arena que cubre varias estructuras; 2) el endurecimiento de la superficie que disminuye el interés de excavar en estas zonas; y 3) las excavaciones clandestinas en ciertas zonas que dejan presagiar una mala conservación de los vestigios, al menos cerca de la superficie. Durante la primera semana se instaló una cuadrícula en el área de estudio (Fig. 29) con la ayuda de un teodolito con cuadrante catódico 71

63 Figura 29. Plano general del Complejo Arqueológico Huacas de Moche y ubicación de excavaciones en área urbana. 72

64 (Topcon DT-30). Nuestros ejes se alinearon sobre aquel colocado en el sector del taller de alfareros excavado por José Armas. Esta cuadrícula está, por otro lado, unida a aquella establecida para la Huaca de La Luna. Los puntos fueron fijados cada 20 metros y un sistema de cifras y letras permite darle una numeración a cada esquina. El área de estudio está por tanto dividida en grandes cuadros de 400 m 2, lo que ha permitido localizar las estructuras visibles al interior de la zona estaqueada. Esta zona tiene la forma de un rectángulo de 240 metros en el eje norte - sur y 180 metros en el eje este - oeste. Debemos indicar que la cuadrícula establecida en el terreno corresponde a la parte sur de la planicie entre las dos huacas. El eje cero es el mismo que fue establecido en la Plataforma I de Huaca de la Luna. La parte norte no forma parte de un proyecto inmediato de trabajo, aunque no hemos descartado realizar algunas exploraciones para establecer su potencial arqueológico. En las semanas subsiguientes se limpió y registró los muros visibles en la superficie hasta una profundidad de unos 30 cm. No se trató de excavar a lo largo de los muros sino de definir la forma y la dimensión de los ambientes. También era necesario localizar los dos complejos excavados al inicio de los años 1970 (Topic, T., 1982 y 1977), objetivo que fue alcanzado rápidamente, lo que nos permitió concentrarnos en otras áreas de la planicie. Foto 15. Tinajas Sector Nº5. Area Urbana. Los resultados de la cartografía de los vestigios arquitectónicos están representados en la figura 29. Las secciones que no poseen estructuras se explican por la presencia de una capa de arena, suelta o endurecida, que las camufla o por la falta de tiempo para cartografiar estos espacios. En particular, en esta primera planimetría no se ha discernido las varias reocupaciones y reutilizaciones de muros. La imagen obtenida es el resultado global de una ocupación del sitio, sin tener la seguridad que todos los ambientes registrados funcionaron al mismo tiempo. Los resultados de la cartografía son, pues, fragmentarios y nos proponemos proseguir este objetivo durante el próximo año. El descubrimiento de tres tinajas (Foto 15) en el cuadro 5N, al oeste del sector 5, es un indicio prometedor de descubrimientos futuros en este parte de la zona urbana. Nuestro segundo objetivo programático consistió en realizar excavaciones en área en sectores que pudieran ilustrar la variabilidad y la diversidad de los elementos arquitectónicos que componen el carácter urbano del sitio Moche. Proponemos la hipótesis que la forma y el tipo de construcción de las estructuras pueden determinar las funciones de los ambientes y el status social de los ocupantes. Esta aproximación ha sido utilizada con éxito en otras partes en el valle bajo de Moche, como en los sitios de Cerro Arena (Brennan 1980) y en Galindo (Bawden 1990). Las unidades de excavación han sido por lo general los ambientes arquitectónicos, y hemos intentado definir una unidad de residencia. Este objetivo se logró en el Sector 8 (cerca de la Huaca de la Luna). Cinco sectores han sido, de este modo, seleccionados en función a diversos factores que se explicarán durante la descripción de cada una de estas intervenciones (ver figura 29 para la localización de los sectores). Como Topic había ya identificado los sectores 2 y 3 en nuestra área de estudio, nosotros hemos numerado nuestros sectores de intervención a partir del número 4. Todos los ambientes excavados han recibido un número. Así, el ambiente número 1 del sector 4 lleva el código 4-1. El ambiente es pues la unidad de registro base para la localización de los vestigios. Sin embargo, el sistema cartesiano establecido con el teodolito permite localizar los descubrimientos al interior de un metro cuadrado, lo que fue hecho para las sepulturas. Este sistema nos pareció cómodo y bien adaptable a los objetivos iniciales. El uso sistemático del sistema cartesiano se impondrá durante la excavación de pequeños espacios en los niveles inferiores durante los próximos años. Los investigadores controlaron las excavaciones con una ficha de campo y todas las estructuras fueron dibujadas en papel milimétrico. El registro 73

65 fotográfico de los descubrimientos fue completado por un registro audiovisual, con la ayuda de una cámara video prestada por la universidad de Montreal. El objetivo principal de la excavación en área fue alcanzar el primer piso de arcilla al interior de cada uno de los ambientes seleccionados. El primer piso ha sido alcanzado en todos los ambientes excavados y en algunos casos las excavaciones se prosiguieron hasta el siguiente piso. Las excavaciones se presentaron mucho más complejas en los sectores 4, 7 y 8, donde las ocupaciones parecen numerosas. En el caso del complejo 8 se definieron 5 pisos, existiendo evidencias de una arquitectura más antigua componente de una vieja trama urbana en el sitio. LOS RESULTADOS Figura 30. Planta del Sector Nº4 Area Urbana. Los datos recogidos durante esta temporada son abundantes. En este informe de actividades deseamos describir los resultados generales, tanto de los elementos arquitectónicos como de los principales descubrimientos materiales. Un caso especial es el estudio del sector 8, donde adicionalmente se presentarán algunos resultados del estudio del material cultural y de los análisis efectuados. Los resultados de las excavaciones serán presentados por sectores. El sector 4 La elección de este conjunto arquitectónico estuvo orientada a definir la configuración de los pequeños ambientes ubicados inmediatamente al oeste del ambiente 4-1 (Fig. 30). Luego de un ligero decapado de la arena, el estado de conservación de este ambiente nos pareció muy malo. Figura 31. Planta del Sector Nº4-1 Area Urbana. Foto 16. Ambiente 4-1. Area Urbana. 74

66 obliga por el momento a no asociarlo a la ocupación Moche. Se puede pensar que este arreglo poco estructurado de adobes ha podido ser realizado por un pequeño grupo aislado mucho tiempo después del abandono del sitio por los Moche. Sin embargo, la poca profundidad de esta muestra, menos de 40 cm. bajo la superficie, posiblemente permitió una contaminación, y la fecha debe ser descartada del contexto de la ocupación Moche. Figura 32. Cerámica. Area Urbana. Si bien hemos excavado tan sólo dos ambientes en este sector, los esfuerzos se concentraron en el primero (4-1), donde el descubrimiento de una vasija dentro del piso de arcilla sugirió la presencia de una sepultura o de una sección intacta bajo el recipiente. Iniciaremos la descripción de los resultados de este ambiente excavado bajo la dirección de Ricardo Tello (Universidad Nacional de Trujillo) y de Ernesto Fuentes (Universidad de Montreal). El Ambiente 4-1 Las dimensiones del Ambiente 4-1 (Foto 16) son 8 metros de largo por 4.5 metros de ancho (Fig. 30). Un piso de arcilla fue encontrado cerca de la superficie, así como un alineamiento paralelo de dos filas de adobes colocados directamente sobre una capa de arena. Entre estas dos filas tomamos una muestra de carbón de madera. La fecha obtenida es muy reciente, A.P., lo que nos El primer piso de arcilla se halla en promedio a 70 cm. debajo de la cabecera del muro y de los restos de una estrecha banqueta, registrada a lo largo del muro este. Después de haber ampliado la excavación a la totalidad del ambiente, el primer piso de arcilla parece ser una remodelación de un piso precedente en el cual se colocó una vasija con engobe color crema cubriendo toda su superficie (Fig. 32). Esta vasija, sin ninguna decoración, fue el motivo para efectuar un pozo de prueba con el objetivo de verificar la hipótesis de una sepultura. Los resultados fueron negativos, pero la excavación permitió descubrir otros pisos de arcilla, dos áreas de combustión y un gran batán con el lado activo volteado sobre el piso. Se trata, pues, de un ambiente que ha tenido una ocupación intensa, dando como resultado una estratigrafía compleja (Fig. 33). El piso más profundo (Figs. 31 y 33: piso 5) está asociado con los muros y a 1.20 m. de profundidad de la superficie actual. Los muros fueron bien construidos y tienen una capa delgada de enlucido en el paramento interior. Se notan cuatro pisos por encima y uno por debajo del quinto piso de ocupación, a los cuales debemos de agregar una ocupación descansando directamente sobre la arena. Esta última, además del fogón fechado, ha dejado una estructura cuadrangular a lo largo del Figura 33. Perfil del Sector Nº4. Area Urbana. 75

67 muro oeste (Figs. 31 y 33) y una sección de un muro que se desprende del muro norte y que está representado en el perfil estratigráfico (Fig. 33: esquina superior izquierda). El Ambiente 4-3 El segundo ambiente excavado en el sector 4 está situado inmediatamente al norte del ambiente precedente (Fig. 30). Decidimos excavarlo pues tiene grandes dimensiones (8 x 6 metros) y pocas divisiones eran visible en superficie. Además, un piso de arcilla era discernible a menos de 20 cm. de la superficie. Desafortunadamente, este primer piso estuvo sistemáticamente destruido por pozos de huaqueros. El segundo piso (a unos 1.10 m. de profundidad) estuvo desprovisto de divisiones. Se puede señalar que este gran ambiente, utilizado en dos momentos, no contenía ningún vestigio de artefactos y se puede proponer, de manera subjetiva, una función de depósito o sala de reunión. El Sector 5 Este sector, situado a 40 metros al noroeste del sector 4, no fue objeto de una excavación prolongada. Fue el descubrimiento, casi cerca a la superficie, de dos fogones paralelos que nos motivó a investigar en este sector, que se encuentra fuertemente afectado por pozos de huaquero. El Ambiente 5-1 Hemos concentrado nuestros esfuerzos en este ambiente de forma cuadrada y en los dos fogones que se encuentran al centro del ambiente (Fig. 34) y que presentan el mismo tipo de arreglo. Los dos fogones tienen adobes enrojecidos por el fuego y el piso al interior de las estructuras está ennegrecido. La capa de ceniza fue excavada minuciosamente en los dos casos, pero la casi inexistencia de carbones de madera nos impidió fechar estas estructuras con el método de radiocarbono convencional. El único artefacto diagnóstico es un fragmento carbonizado de una trompeta en arcilla encontrado en el fogón del lado oeste. Si bien los muros que forman estos ambientes fueron de espesor variable, el piso fue muy sólido a pesar de encontrarse a menos de 0.20 m. de la superficie actual. Ningún sondeo complementario fue realizado en este ambiente, por lo que no podemos adelantar la función precisa que cumplieron estas dos estructuras. Sin embargo, la ausencia de escoria y de otros indicios de producción metalúrgica nos impiden proponer que este sector sirvió de taller para especialistas. El Ambiente 5-2 La limpieza de este ambiente sirvió para constatar que estábamos frente de un ambiente de grandes dimensiones. La única división visible y los muros de la parte sur habían sufrido modificaciones. Una vez más, las huellas de los huaqueros eran muy numerosas, por lo que no se le dedicó mucho esfuerzo a este ambiente. Sin embargo, realizamos un pozo de sondeo a lo largo del muro divisorio con la finalidad de verificar la presencia de un segundo piso. El descubrimiento de un muro con un eje diferente, luego del piso, vino a confirmar la existencia en este sector de una ocupación más antigua (Fig. 34). Se puede concluir que este sector queda todavía poco comprendido, y que una parte importante del sector suroeste está recubierta con una vegetación que ciertamente camufla una construcción conservando una humedad diferente. El Sector 6 Figura 34. Perfil del Sector Nº5. Area Urbana. En este sector, más cercano a la Huaca de la Luna que los precedentes, nuestro interés estuvo en la posibilidad de definir una unidad de residencia. 76

68 Pensábamos, en efecto, que el poco espesor de los muros y la posibilidad de ver desde la superficie las divisiones nos permitirían rápidamente delimitar un complejo arquitectónico. Este objetivo no se alcanzó. En efecto, despejamos el muro sur con el propósito de hallar la esquina sureste del complejo, pero no lo pudimos encontrar, por más que excavamos una trinchera de 19 metros al este de un pequeño murito (Fig. 35). Además, se debió retirar una capa de arena y arcilla endurecida por fenómenos naturales de un espesor de hasta 85 cm., haciendo que la excavación de la trinchera sea difícil y lenta. Los límites de la excavación corresponden exactamente a la capa de arena suelta, y si bien las dimensiones de este sector son aún desconocidas, hemos descubierto un ambiente con posibles funciones domésticas y por tanto una buena parte de nuestros esfuerzos se centraron en ella. El Ambiente 6-1 Este ambiente, de buena dimensión, podría ser una cocina. Si bien el piso de arcilla estuvo muy mal conservado, una capa de ceniza que recubría la mitad sur y adobes enrojecidos y ennegrecidos apoyan este diagnóstico (Fig. 35). Un batán fue hallado en la proximidad y una importante colección de huesos fue recuperada con la ayuda del tamizado sistemático de los elementos de la capa de ceniza. Una muestra de carbón recogida a más de 0.30 m. bajo la superficie, fue sometida al método del carbono 14. Se obtuvo una fecha de A.P., la que parece compatible con los objetos asociados a este ambiente que sugieren corresponder al final de la fase Moche IV. Discutiremos en otra sección la calibración de esta fecha y su implicancia en el debate concerniente a la posición cronológica de las últimas ocupaciones Moche sobre el sitio. Los Ambientes 6-2, 6-3, 6-4 y 6-5 En estos cuatro ambientes eliminamos la arena hasta una profundidad que podría corresponder a la ubicación del primer piso. En efecto, del mismo modo que en el ambiente 6-1, los pisos estaban muy fragmentados salvo en el ambiente 6-5 (Fig. 35). Pocos artefactos han sido hallados en estos ambientes. Un pozo de sondeo de más de un metro de profundidad efectuado en la esquina suroeste del ambiente 6-2 no reveló huellas de una presencia anterior, sin embargo nos permitió verificar que los muros sur y oeste estaban construidos directamente sobre la arena, procedimiento que hemos observado también en algunos muros de los ambientes 4-3, 5-1 y 5-2. Figura 35. Perfil del Sector Nº6. Area Urbana 77

69 hallado en la boca del difunto y otro fragmento envuelto en un textil y una pequeña cuerda se halló en sus manos. Un collar compuesto de un centenar de cuentas circulares y discoidales en cerámica, hueso y piedra se encontró alrededor de su cuello. Completa las ofrendas funerarias un fragmento de figurilla mal cocida encontrada cerca de la boca, así como un alambre de cobre cerca del lugar donde debieron estar los pies, que no fueron encontrados. Foto 17. Sector Nº7. Area Urbana. El Ambiente 6-6 y la sepultura Este ambiente no fue diferente de los cuatro anteriores, con una mala conservación del piso y una débil cantidad de artefactos. Fue el descubrimiento fortuito de la sepultura de un niño que nos obligó a distinguirla de los otros ambientes. La sepultura descansaba sobre la arena a menos de 0.20 m. bajo la superficie. Dos pequeñas vasijas estaban asociadas a un individuo de sexo indeterminado y una edad probable de 4 a 8 años. El esqueleto estaba en posición extendida y decúbito ventral y la cabeza mirando hacia la Huaca de la Luna. Un fragmento de cobre rectangular fue El esqueleto estaba en una posición anatómica intacta, lo que significa una suerte increíble en un sector huaqueado de manera repetida desde hace un siglo. Excavamos bajo la sepultura con el objeto de verificar la presencia de una sepultura adulta, pero los resultados fueron negativos. El Sector 7 Es en este sector, ubicado en la parte central de la planicie (Foto 17), donde se invirtió el mayor tiempo y energía posible. Al inicio habíamos seleccionado este sector con el objeto de verificar la función de tres ambientes visibles en superficie que formaban tres corredores paralelos, y que pensábamos podría tratarse de un conjunto arquitectónico que habría servido como depósitos o de algún tipo de Figura 36. Perfil del Sector Nº7. Area Urbana. Figura 37. Cerámica. Area Urbana 78

70 Foto 18. Ambiente 7-5. Area Urbana. arquitectura pública. Dada la imposibilidad de definir la unidad de residencia del sector 6, fue en el sector 7 que intentamos establecer los límites de un complejo arquitectónico. Este objetivo no fue logrado (Fig. 36), pues los límites este y norte son aún imprecisos. Numerosos descubrimientos fueron registrados, los que serán descritos según el orden de numeración de los ambientes. Los Ambientes 7-1 y 7-1a/7-1b Este primer ambiente, en forma de un corredor largo, constituye el límite sur del complejo. Desde el inicio de la excavación la dificultad de hallar y de reconocer un primer piso de arcilla en el lado este, nos condujo a abandonar las excavaciones en este ambiente. Fue mucho más tarde, durante el mes de junio, que volvimos a la extremidad este para definir la profundidad de los muros y la presencia de un piso. Durante esta operación es que hallamos en la parte designada como 7-1a y 7-1b objetos en cerámica dentro de una capa de limo muy dura. Allí se registró un fragmento de vasija retrato a lo largo del muro este de 7-1a (Fig. 37a), y una vasija doméstica completa sin decoración ni engobe (Fig. 37c) que descansa sobre una enorme vasija de forma cuadrangular teniendo aún pequeñas secciones recubiertas de un engobe de color naranja y decorada con motivos pintados en negro. Además de estos objetos, la particularidad de este ambiente es la presencia de una capa muy dura cerca de la superficie, bajo una delgada capa de arena. No es fácil explicar por qué esta consolidación en un espesor superior a los 50 cm. Se trata posiblemente de un fenómeno puntual bien localizado. Foto 19. Ambiente 7-5. Area Urbana tan sólo a lo largo de los muros, como fue el caso para el sector 6 (Fig. 36). La extremidad oeste presenta un murito que posiblemente definió un vano y luego un codo hacia el norte pudiendo ser la entrada principal del sector. Esta entrada es sin embargo tardía, pues el muro exterior está compuesto de dos filas de adobes asentados directamente sobre la arena. El Ambiente 7-3 Este tercer ambiente es de forma alargada y está delimitado por el lado norte con un muro grueso que no se une con el muro oeste. Se trata de una ambiente abierto hacia el ambiente 7-4. El primero piso se encuentra 90 cm. bajo la cima del muro delgado del lado este. La porción de muro teniendo otro eje está a la misma profundidad que el primer piso (Fig. 36). El segundo piso está a una profundidad de 1.20 metros. En la parte oeste del ambiente, allí donde apareció el segundo murito, fue encontrado entre los dos pisos una porción de vasija decorada con un motivo moldeado en forma de venado y un motivo pintado en color negro en forma de S,. La capa estaba muy dura pero la vasija estaba bien conservada. El Ambiente 7-2 Este ambiente estrecho y largo está casi desprovisto de piso. Los restos de este primer piso se encontró a 70 cm. bajo la superficie y localizado Figura 38. Perfil. del Sector Nº7. Area Urbana. 79

71 El Ambiente 7-4 La particularidad de este ambiente es la integridad de su piso de arcilla que se encuentra a unos 40 cm. en la parte este y a unos 50 cm. en la parte oeste. El piso tiene pues una débil inclinación de 10 cm. sobre una distancia aproximada de 9 metros. Se puede agregar, también, que gran parte de este ambiente corresponde a una enorme banqueta con un pequeño murete que constituye el muro norte. Si bien los vestigios culturales no son numerosos, la integridad de este piso nos asegura de una excavación prometedora en los niveles inferiores. El Ambiente 7-5 Este ambiente, cuyo piso se encuentra a unos 30 cm. más bajo que aquél del ambiente 7-4, está dividido en dos partes. La parte «a» corresponde a un ambiente rectangular donde el muro este fue construido de manera tal que forma tres nichos (Foto 18; Fig. 36). Muy pocos objetos han sido hallados en este ambiente. Una capa de ceniza se extiende sobre dos metros, rica en restos orgánicos y que cubría un piso enrojecido por el fuego. Este espacio fue utilizado como área de combustión, luego como zona de desecho. Al centro del ambiente 7-5, un enorme pozo de huaquero destruyó completamente el primer piso (Fig. 36). Cerca del muro oeste, bajo el primer piso, fue descubierta una serie de seis tinajas para depósito. Estas tinajas forman un alineamiento que prosigue en el ambiente El contenido de estas seis tinajas fue cernido, pero ninguna concentración particular fue descubierta. Estas vasijas probablemente han servido para depósito de líquidos, posiblemente chicha. Las tinajas descansan sobre una plataforma o banqueta construida sobre un tercer piso (Fig. 38, Foto 19). Las tinajas fueron recubiertas de una espesa capa de cenizas, cuya función es aún desconocida. También se puede señalar la construcción de un muro divisorio con el ambiente 7-12 directamente sobre la arena. Este tipo de construcción parece una práctica corriente al final de la ocupación Moche. Los Ambientes 7-6 y 7-13 Estos dos ambientes formarían uno sólo de no haber un murito entre los dos. Sus pisos tienen la misma profundidad, casi 25 cm. bajo la superficie, y los dos ambientes encierran una gruesa capa de ceniza. Es en el ambiente 7-13 que tomamos una muestra de carbón de madera para fechamiento. Situada en la mitad inferior de la capa, a más de 40 Figura 39. Cerámica. Area Urbana. Figura 40. Cerámica. Area Urbana. 80

72 cm. de la superficie, la fecha obtenida fue de A.P., lo que es compatible con los datos arqueológicos de la fase IV de la ocupación Moche. Ella podría aún ser contemporánea con la fecha obtenida de la muestra del ambiente 6-1, y que correspondería a un contexto similar. El Ambiente 7-7 Es un ambiente del que no conocemos sus límites hacia el norte y este (Fig. 36). El piso está a un mismo nivel que aquel del ambiente 7-4. Una vasija para depósito tenía su boca sobrepasando el nivel del piso. La excavación permitió liberar esta vasija, cuya restauración aún no ha sido hecha. Esta vasija no contuvo ninguna concentración particular, por lo que debió servir para contener líquidos. El Ambiente 7-8 Este pequeño ambiente rectangular tiene un piso 10 cm. más bajo que aquél del ambiente precedente (Fig. 36). Aquí se descubrió una pequeña área de combustión cerca de la cual pudimos reconstruir una pequeña vasija deforme, posiblemente durante la cocción y decorada de un motivo con un engobe negro (Fig. 37b). Gracias a un pozo de huaquero, fue posible localizar una tinaja a más de 20 cm. bajo el piso en una capa muy dura. Una vez que la vasija fue liberada, dos huecos de reparación testimoniaban la voluntad que se tuvo de prolongar la vida de este recipiente. Para nuestra sorpresa, la excavación del sedimento al interior de la vasija liberó un escondrijo de objetos: 4 figurinas, un pequeño instrumento de música y cuatro vasijas pintadas (Figs. 39 y 40). Entre las figurinas se observa la representación de un personaje teniendo un gorro decorado de una esfinge de animal, una llama transportando dos fardos, y dos figurinas idénticas a un personaje poseyendo un gorro particular. El instrumento de música, un sonajero, es una réplica de una calabaza y el interior contenía pequeñas bolitas de cerámica. En cuanto a las vasijas, todas de dimensiones modestas, se observa la presencia de una asa y de dos motivos: aquel recordando una cuerda y la otra un espiral. El Ambiente 7-9 y la Sepultura Mucho antes de la definición de este ambiente encontramos la sepultura de un adulto de sexo indeterminado. En efecto, el esqueleto se encontró a menos de 30 cm. de la superficie, en tanto que el piso se alcanzó a 75 cm; es decir a una diferencia de unos 45 cm. Este enterramiento intrusivo no es por Figura 41. Osamenta y ofrendas Sector Nº7. Area Urbana. Figura 42. Cerámica. Area Urbana. 81

73 cierto contemporáneo a la construcción del muro oeste, pero posiblemente si del muro este, más ancho, que descansa directamente sobre la arena. La posición anatómica del esqueleto y la integridad de las ofrendas en cerámica indican, sin ninguna duda, que esta sepultura está intacta. Sin embargo, no ha quedado huellas del ataúd y el esqueleto está en mal estado. Ha sido necesario consolidar los huesos in situ con la finalidad de liberarlos. Se hallaron tres objetos en cobre: una pieza cuadrangular en la boca, un cuchillo ceremonial en la mano izquierda y un piruro cerca de la rodilla derecha (Fig. 41). En cada lado del cuerpo, fueron colocados ceramios, 6 en el lado izquierdo y 3 en el lado derecho. Esta vasijas son de formas bastante homogéneas a excepción de un florero, completo pero fracturado, y una vasija con motivos geométricos (Fig. 42). Los motivos obtenidos combinando los engobes de color rojo y crema son muy parecidos a aquellos hallados en otros sectores en la planicie (Donnan y Mackey, 1978). Hay que remarcar el asa en forma de mono de una de las vasijas y la presencia sobre otra vasija con motivo de la cuerda ya señalado en una vasija del escondrijo del ambiente 7-8. Estas vasijas indican que esta sepultura fecha a la fase IV. El Ambiente 7-10 Este pequeño ambiente de forma rectangular se convirtió en un depósito de basura con una capa de ceniza rica en restos orgánicos. La excavación reveló la presencia de adobes enrojecidos por el fuego y el piso estaba carbonizado. Este piso se encuentra 10 cm. más bajo que el piso del ambiente 7-8. Una muestra de carbón de madera fue extraída en la mitad inferior de la capa de cenizas. Se ha obtenido la fecha de A.P., contemporánea con la fecha obtenida para la muestra del ambiente 7-13, con una desviación de apenas 40 años. De la misma manera que en los ambientes 7-6 y 7-13, este ambiente sirvió primero como cocina para luego ser utilizado como botadero. Los resultados del análisis osteológico deberán informarnos sobre los hábitos alimenticios de los ocupantes de este complejo arquitectónico. El análisis de las osamentas se realiza en el centro de Arqueobios, bajo la dirección de Víctor Vásquez y Teresa Rosales. El Ambiente 7-11 y 7-17 Estos ambientes no han sido aún bien delimitados y muy pocos objetos se han puesto al descubierto. No se puede proponer una función antes de completar la excavación de este sector. El Ambiente 7-12 Se ha mencionado ya la presencia de tres tinajas en la mitad sur de este ambiente. Las vasijas no han sido objeto de una excavación y fueron recubiertas para excavarlas el próximo año. La parte central de este ambiente está destruido por un pozo de huaquero, pero el piso señalado en la figura 47 se trata en efecto de un segundo piso encontrado a más de 1.20 m. bajo la superficie. La parte norte del ambiente está intacto y allí se nota la presencia de pequeñas banquetas cuyas funciones precisas desconocemos. Los Ambientes 7-14, 714a, 7-15 y 7-16 Figura 43. Plano general de los ambientes. Sector Nº8. En los últimos días de las excavaciones de agosto se deseó determinar el límite norte del conjunto arquitectónico. Es así como se descubrió hacia el norte el ambiente 7-14, aún mal definido. Se encontró allí lo que podría ser la chimenea de un horno. Los adobes presentan un color rojizo y la profundidad de la excavación (60 cm.) no alcanzó el fondo. No excavamos este ambiente esperando hacerlo el año próximo. Apoyando la hipótesis de un horno de fundición para trabajar el metal, se encontró muy cerca un crisol con residuos de cobre. Se trata de un sector prometedor. 82

74 El sector 8 Este conjunto está limitando con la plataforma funeraria adosada a la Huaca de la Luna. Su elección se hizo por estar justamente muy cerca a este edificio mayor. Si es que existe una variabilidad arquitectónica dentro del centro urbano, esta debe reflejarse por su conexión funcional a los edificios públicos mayores. La excavación consistió en el retiro de la capa superficial compuesta de arena eólica, piedras, adobes fragmentados, y además material cultural como una gran cantidad de cerámica fragmentada, restos óseos, restos malacológicos, carbón, Zea mays carbonizado, útiles de piedra y fragmentos de cobre oxidado. Realizada la limpieza se definieron espacios que parecían ambientes y pisos de arquitectura tardía. La ubicación de la arquitectura nos orientó a seguir limpiando desde el centro del Cuadro C2 hacia el oeste, por constituir estructuras de interés diagnóstico. Las estructuras denominadas ambientes se ubicaron una al este y las otras tres al oeste, simétricamente de sur a norte frente a un patio, que luego de su limpieza superficial se denominó cada uno con un número, del 1 al 4. El ambiente 1 no era más que una terraza escalonada de dos pisos a diferentes niveles ubicados sobre un relleno de arena que cubría el piso del patio. Respecto a los otros ambientes (2, 3 y 4), se descubrió que en realidad eran cuatro en vez de tres (ver Fig. 43; foto 20). Hacia el este de los primeros ambientes excavados, se continuó con el retiro de la capa superficial, ubicándose nuevos muros, lográndose identificar más ambientes, entre ellos una banqueta larga; siguiendo la numeración se les denominó del 5 al 7. Completada la excavación de todos los ambientes y retirada toda la capa superficial, el siguiente paso fue la limpieza del montículo de tierra al sur de los ambientes y de la terraza. La limpieza del lado este del montículo nos mostró la parte alta de un muro ancho. Para averiguar su forma completa se excavó una primera trinchera en el lado sur, la misma que nos hizo ver que se trataba de un muro ancho en unos tramos y angosto en otros, orientado de oeste a este. Se trata del muro perimetral sur de la unidad residencial. Una pequeña excavación al norte y sur de este muro nos permitió registrar tanto el piso del patio como del espacio exterior de la vivienda. Dada la amplitud del patio, y por el corto tiempo para continuar la excavación, se decidió definir su arquitectura con la ayuda de dos trincheras (T2 y T5) de medidas arbitrarias, ubicadas una en la esquina sureste abarcando una cuadrícula de 3 x 9 m.; y la otra en la esquina noroeste, abarcando cuadrículas entre los cuadros C2 y C3, al exterior de los ambientes 4, 6 y 7. Estas trincheras alcanzaron hasta el piso del patio. Una segunda etapa de excavación en el ambiente 1 se efectuó con la ayuda de dos trincheras laterales (T3 y T4): una al este para ubicar el vano de acceso general a los ambientes, y la otra al oeste para definir una arquitectura temprana. En ambos casos se logró ubicar pisos, banquetas y muros que nos ayudaron a comprender el contexto general. Los Patios Exteriores de la Vivienda Consisten en dos espacios rectangulares que flanquean los paramentos oeste y sur de la plataforma funeraria, separados por un muro que parte de la esquina suroeste de la plataforma y se une al recinto 8-6 de la vivienda. En los espacios definidos como patios, el primer piso es de consistencia deleznable y asentado sobre arena. El ancho del muro sur no es homogéneo, ya que en algunos sectores tiene un doble ancho por adosamiento interno de un muro de refuerzo. Por debajo de la capa de arena se registro un segundo piso mejor conservado. Asociado a él, en la esquina noroeste del patio este, se registró un depósito hundido y una especie de atrio hacia el norte. Si bien es cierto no se ha excavado la totalidad de la superficie de estos patios, el que se dirige hacia el este presenta un sistema de escalonamiento que permite ganar la diferencia de altura entre la unidad residencial y la base del edificio mayor de la Huaca de la Luna. Este patio debió funcionar como un área de acceso a la parte superior de la plataforma funeraria, pues existe en el paramento sur de la Foto 20. Vista general de ambientes. Sector Nº8. 83

75 plataforma una serie de peldaños. Asociado al segundo piso, presenta un muro que divide los dos patio y que parte de la esquina suroeste de la plataforma funeraria y se une con el ambiente 8-6. El Ambiente 8-1 Este ambiente es el más grande y tiene la forma en L, el brazo menor dirigido hacia el norte delimitado por el ambiente 8-2. Los muros sur y este no se encontraban en pie, aunque las medias cañas eran visibles. La capa superficial de arena eólica color plomizo estaba mezclada con piedras pequeñas, adobes fragmentados y grumos de tierra y de material arqueológico compuesto de cerámica fragmentada, en su mayoría sencilla, algunos con hollín, figurinas fragmentadas y parte de moldes. Un hallazgo importante es una botella escultórica fragmentada; también se encontró Zea mays carbonizado, carbón y otras semillas carbonizadas no reconocidas y en menor número restos óseos quemados y sin quemar, restos malacológicos, también ceniza mezclada con arena. Esta capa tenía un espesor de 0,60 m. Al retirar la arena se definió, pegado al muro este, dos banquetas contiguas delimitadas por un murete. El murete presentaba un vano sellado, lo que indicaba que era un muro reusado de una etapa anterior. El piso de las banquetas y del ambiente presentaron una serie de evidencias de ocupación y de uso. Los materiales culturales registrados sobre el piso de las banquetas consistieron en fragmentos de cerámica, un tortero de arcilla, fragmentos óseos, carbón y especies malacológicas. El muro norte limitando con el ambiente 8-2 presenta un vano sellado y el acceso a este ambiente se hacía por la esquina noreste a través de unos peldaños que descendían al piso del ambiente 8-3. El piso del ambiente es un simple apisonamiento, de mala conservación, compuesto de tierra suelta y arena de consistencia grumosa y semicompacta. Las áreas de actividad registradas, sobre el piso, son tres fogones. El que guarda mayor relación se encuentra junto al muro norte cerca a la primera banqueta y al vano sellado. Dentro de éste fogón mezclado con la ceniza se halló material arqueológico como Zea mayz carbonizado, huesos quemados, carbón y otras semillas quemadas no determinadas y varios fragmentos de cerámica con hollín. Los otros dos fogones se ubican al oeste de la coloración, uno junto a los restos de un muro conteniendo una figurilla reconocida como del «degollador», la que está quemada, y más fragmentos de cerámica quemada con hollín; el tercer fogón, al sur del segundo, sólo contenía ceniza y fragmentos de cerámica no diagnostica. Los otros restos culturales asociados al piso 1 lo conforman fragmentos de cerámica, restos óseos y un molusco de la especie Fissurella sp. Al levantar parcialmente el apisonado, aparecieron muros que subdividen al ambiente 8-1 en tres menores (8-1a, 8-1b y 8-1c), asociados con un segundo piso (P2). Muchos de los muros de estos ambientes fueron reusados en la arquitectura tardía. El ambiente 8-1b se encuentra bajo la banqueta B1. En este nuevo ambiente una banqueta más pequeña está adosa al muro norte (B2). El ambiente 8-1a se ubica debajo del fogón del apisonamiento, el que lo cubría en su totalidad. Delimita al este con el ambiente 1b y por el norte con el ambiente 1c y el ambiente 2, y por el sur con el RAT 1. El piso asociado a este ambiente está confeccionado de barro arcilloso de consistencia dura y de 4 cm. de grosor. Lo fragmentado del piso se debe a que tanto él como los muros fueron erigidos sobre una gruesa capa de arena. El material asociado al piso lo constituye fragmentos de cerámica y restos óseos. El piso se ubica a una altura de 75,08 m. en relación a la cota ubicada en el nivel bajo de la Plataforma I de Huaca de la Luna, cuyo valor es 100 m. El ambiente 8-1c está ubicado al norte del ambiente 8-1a. Su excavación se inició con el retiro de la escalinata ubicada al norte del ambiente 8-1a y comparte el piso 1 de este mismo ambiente. Al igual que los anteriores, está construido sobre una gruesa capa de arena. Debajo de la capa de arena se ubicó un tercer piso del ambiente (P3), y al sur una tercera banqueta (B3); tanto la banqueta como el piso se unen al muro enlucido este. El piso está confeccionado con barro arcilloso y presenta un buen acabado. La segunda trinchera (T4), excavada en el lado oeste del Ambiente 8-1, se prolonga desde el paramento norte del muro perimetral sur hasta el ambiente 8-5 en el norte, con una área de 8,50 por 1,00 m. (ver. Fig. 43). El propósito de su excavación fue el de ubicar la arquitectura temprana, la que se localizó debajo de una gruesa capa de arena. Junto al piso del antiguo ambiente se asocia al muro oeste y norte una especie de banqueta. Tanto el piso del ambiente como de la banqueta están finamente acabados y hechos con barro arcilloso. La banqueta fue afectada por una escorrentía que destruyó su muro de contención y afecto el piso del ambiente. 84

76 El Ambiente 8-2 Se ubica contiguo y al norte del ambiente 8-1, y tiene forma rectangular. El muro oeste en su nivel más alto presenta un vano sellado. El muro norte sólo apareció al liberar la capa superficial de arena. Un primer apisonamiento se asocia con estos muros, donde se registraron dos fogones, uno ubicado en la esquina sur-este, entre el muro sur y el muro este, y el otro asociado al muro oeste. La capa bajo el apisonamiento es un grueso paquete de arena semi compacta con algunos grumos de tierra; su espesor varía de 0.76 m. a 0.58 m. Esta capa cubre un segundo piso. El piso (P2) es un piso arquitectónico, fabricado de barro arcilloso. Este piso se asocia al norte con un muro enlucido formando media caña con su paramento; al este con una capa de arena del patio, sobre la cual se levanta el muro este y al sur y oeste con una gruesa capa de arena semi compacta, sobre la que se asientan los muros sur y oeste. Es evidente que este ambiente tiene una mayor área que nuestra excavación no ha podido poner en evidencia. En la parte central se encontró un fogón; la ceniza es abundante, de donde se recuperaron fragmentos de cerámica impregnada de hollín, piedras quemadas, figurinas fragmentadas, huesos quemados y sin quemar, carbón y una semilla de Zea mays carbonizada. El material arqueológico asociado directamente al piso son unos cuantos fragmentos de cerámica, restos óseos de camélidos, huesos de roedores, vegetales y huesos de peces. Los Ambientes 8-3 y 8-4 Estos ambientes están ubicados al norte y a continuación del ambiente 8-2. El 8-3 presenta una forma de L, donde uno de los brazos, el que se dirige hacia el norte, se comporta como un corredor que permite el acceso al ambiente 8-4. Adosado al muro sur, que limita con el ambiente 8-2, apareció unos escalones que permitían el acceso desde los pisos superiores del ambiente 8-1a. Esta escalinata descansaba sobre el grueso paquete de arena eólica. Debajo de esta gruesa capa de arena se registró el único piso arquitectónico. Sobre él se halló una aguja de cobre, además de fragmentos de cerámica y fragmentos de restos óseos El ambiente 8-4 presenta una forma casi cuadrangular con un vano con umbral alto hacia el oeste. Este ambiente presenta los elementos arquitectónicos mejor elaborados y complejos de este sector, así como un único piso por debajo de una gruesa capa de arena. Al centro existe una especie de pilar o huara y adosado al muro este dos nichos. Este hecho indica que por lo menos este ambiente se usó durante un largo tiempo. El Ambiente 8-5 Se ubica al oeste de los ambientes 8-3 y 8-4, presenta una forma de «L» invertida, y se encuentra delimitado por 3 muros. Bajo una capa de sedimentos semicompactos apareció un piso arquitectónico (P1). Al avanzar con la excavación hacia el norte se definió otro piso arquitectónico (P2), compuesto de arcilla y tierra, de consistencia compacta. En la esquina noreste sobre este piso se registró una cuchara de cerámica de color anaranjado. El Ambiente 8-6 Sólo se excavó hasta definir el primer piso arquitectónico. El sedimento que cubría este piso es suelto, compuesto de escombros. Entre el material cultural sobresale la presencia de un fragmento de un pututo en cerámica. El piso se encuentra muy afectado por una escorrentía que también destruyó parte del muro este. En la parte central presenta gruesas acumulaciones de ceniza y fragmentos de adobes quemados y fragmentos de cerámica con hollín. La presencia de tres pequeños pozos de huaquero que han roto este piso permitieron definir la naturaleza del sedimento sobre el que se asienta. Se trata de un paquete compuesto de arena y tierra de consistencia compacta. Adosado al muro oeste de este ambiente se construyó una banqueta (B5), es la más grande de la vivienda, se extiende desde el ambiente 8-5 hasta el ambiente 8-6. Esta banqueta, hacia el norte, posee un pilar pequeño y un muro delgado que no se adosa al muro de la banqueta. Según las evidencias la banqueta tuvo un uso doméstico. El Ambiente 8-7 Se trata del ambiente ubicado en el extremo norte. Al retirar la capa de arena eólica se definieron dos banquetas, la B6 pegada al muro sur y la B7 adosada al muro oeste; entre ambas se yergue una pilastra. Sobre el piso de la banqueta B7 hay gruesas acumulaciones de ceniza y en la parte central una figurilla completa. Los pisos de las banquetas están compuestos de tierra y arcilla de consistencia compacta. 85

77 El único piso arquitectónico registrado en este ambiente está compuesto de tierra y arcilla, de consistencia compacta. En la parte central y a una distancia de 0.76 m. de la banqueta B6, presenta la impronta de la descomposición de material orgánico con una coloración oscura; pareciera que fuera la huella de un poste. No se registró un muro de cierre al norte, pero si una vieja construcción que presenta un fuerte declive de sur a norte. COMENTARIO El desarrollo económico de un pueblo es el elemento clave que determina el surgimiento de centros de poder con categoría de «ciudades», pues: «El urbanismo no sólo produjo un incremento en el tamaño de los asentamientos, sino que también procuró cambios fundamentales en la naturaleza de las interacciones humanas y en la estructura de la comunidad» (Redman 1990: 17). En la literatura arqueológica andina (Lumbreras 1969), se sostiene que fue la práctica de una agricultura intensiva la base del desarrollo de estados teocráticos, donde el poder se concentró en la élite sacerdotal y guerrera. Los jefes de estos estados tenían, pues, el doble rol de jefe guerrero y sacerdote. Tomaron como una prueba de esta teoría el hallazgo de la tumba de Huaca de la Cruz (Strong y Evans, 1952). Los Moche desarrollaron esta forma de poder y organización política durante las fases III y IV (Larco 1938, 1939; Shimada, 1976, Topic, T., 1977). El centro político-religioso de este Estado sería el sitio de las Huacas del Sol y La Luna en el valle de Moche. A este centro urbano Moche se le caracterizó por estar nucleado en torno a dos edificios públicos de grandes dimensiones: las Huacas del Sol y de la Luna, con sectores residenciales y barrios de especialistas (Topic, T., 1977; Canziani 1989: 103 y 104). Un ejemplo de residencias o centros de producción de especialistas es el taller de alfareros estudiado por Armas y colaboradores (1993), pero las excavaciones en esta unidad han proseguido durante el presente año (Uceda y Armas, en este informe). Si bien nuestro conocimiento sobre este tema es aún muy inicial, los datos apuntan a presentar el sitio urbano Moche mucho más complejo de lo que se conocía anteriormente. La presencia de canales de agua dentro de la trama urbana pone en el tapete uno de los aspectos más importantes sobre el carácter de un centro urbano: la presencia de servicios. Si esta red de canales sirvió para abastecer de agua a la población y si existieron verdaderos centros de producción, debemos considerar al sitio Moche como una ciudad incipiente incluso plenamente desarrollada durante el apogeo de la sociedad Moche. Diseño arquitectónico El patrón de asentamiento urbanístico en la planicie, desarrollado durante más de cuatro siglos (Shimada, 1987), permitió la edificación de diversas estructuras de diferente carácter, nucleadas en unidades habitacionales y productivas. Las primeras evidencias de su presencia fueron proporcionadas por el Proyecto Chanchan-Valle de Moche co-dirigido por Michael Moseley de la Universidad de Harvard y Carol McKey de la Universidad de California. Theresa Topic (1977), en sus excavaciones en los sectores con arquitectura (AA1, AA2 y AA3), ubicados al sureste de la Huaca del Sol, da a conocer la existencia de tres clases de arquitectura residencial: -El primer nivel se caracteriza por presentar cuartos y ambientes pequeños sin enlucir, pisos inclinados y paredes de quincha, en asociación a fragmentos ceramográficos de uso doméstico, fogones y manos de moler, indicando una función de carácter doméstico. -En el segundo nivel, las estructuras arquitectónicas son más espaciosas, presentando paredes de adobes y piedras con enlucidos, y en algunos casos decorados con motivos incisos, conteniendo áreas de depósito bien definidas. -En un tercer nivel, las unidades residenciales consideradas de alto estatus están asociadas a objetos bien elaborados, como cerámica decorada, ornamentas, joyas personales y figurinas, inclusive se da la presencia de adobes con marcas en su infraestructura infiriendo una labor pública en su construcción. Por la presencia de una gran cantidad de cuartos descritos como almacenes, en cuyas paredes se presentan nichos, se planteó que sus ocupantes estuvieron ligados al desarrollo de actividades concernientes al movimiento y control de diversos productos de subsistencia. Se define a estas estructuras de carácter público y con un posible uso doméstico. Los fechados relativos obtenidos a partir de los análisis materiales de contexto no anteceden a la fase Moche III, ni van más allá de la fase Moche IV, según la secuencia estilística de Larco. 86

78 La misma investigadora informa sobre una serie de remodelaciones en los pisos y ambientes, utilizando como material de relleno adobes sueltos, fragmentados y de escombros, como sugiriendo una práctica común durante la época Moche, quizás con el propósito de ganar altura y obtener un nuevo espacio de ocupación o simplemente lo que se trató de hacer fue de defender antiguas estructuras como parte de la idiosincracia de la cultura Moche. Antes de discutir las propuestas de Theresa Topic, es oportuno señalar que sus excavaciones no fueron exhaustivas ni tampoco lograron definir una unidad residencial íntegramente. Nuestros trabajos nos señalan que dentro de una unidad residencial existen en forma compuesta áreas de actividades domésticas y otras de carácter administrativo o ritual. Este tipo de conjuntos habitacionales poseen patios internos y externos; los patios externos se convierten a su vez en elementos de comunicación con otros conjuntos o unidades arquitectónicas mayores. La reutilización de algunos elementos arquitectónicos (muros, pisos) complica en mucho la interpretación sobre el carácter funcional o de estatus de estas unidades. No hay que olvidar que en el conjunto 7 la presencia de un horno de fundición nos permite sospechar que algunas de estas unidades pudieron ser centros de producción industrial, pero dada la naturaleza de los materiales (adobes, ambientes con nichos o con huaras, muros enlucidos etc.) nos obliga a pensar que estos centros de producción o bien estuvieron administrados por gente de la élite o que ellos mismos eran parte de la élite moche. Otro buen ejemplo del carácter elistista de un centro de producción lo es el taller de alfarero, ubicado al sur oeste de Huaca de la Luna. Se sabe que su estructura sufrió una serie de remodelaciones, registrándose cambios en el diseño de cada fase de ocupación. Durante la primera temporada de investigaciones se definió cuatro fases ocupacionales, cronológicamente ubicadas dentro de la secuencia estilística de Larco. El taller se estructuró a partir de un patio central y con serie de pequeños ambientes al norte y posiblemente al sur. No conocemos los límites de esta unidad, por lo que no tenemos mayores argumentos para discutir si su diseño arquitectónico comparte o no con otros elementos. En el sitio de Galindo, el taller funcionaba asociado a una área doméstica (Bawden, 1977); en Cerro Mayal, éste se encuentra separado de las áreas residenciales (Russell et al., 1994a y b). Existen muchas probabilidades que el área doméstica esté anexa al área de producción, pues existen varias zonas de evacuación conteniendo restos alimenticios. En base a estos datos, Armas postula que los artesanos de este taller, por encontrarse dentro de un complejo tan importante, estaban «supervisados» por la élite administrativa, siendo sus productos destinados para actividades ceremoniales y litúrgicas (Armas et al: 1993). Estos serían los especialistas que menciona Canziani (1989: 101). En los otros sectores excavados, al no haberse podido definir los límites de las unidades habitaciones ni bien estudiado la secuencia constructiva interna de cada una de ellas, no es factible establecer el diseño arquitectónico de cada conjunto. Sin embargo, podemos adelantar algunas observaciones generales para estos conjuntos: a) la arquitectura asociada a los pisos mejor elaborados le corresponden ambientes amplios con banquetas y cuando los ambientes son pequeños se trata de espacios con nichos o pequeños depósitos; b) Los ambientes pequeños se encuentran en torno a ambientes más amplios; c) Para los pisos más tardíos se subdividen los ambientes, reduciendo los espacios, pero conservando inalterada la arquitectura más elaborada. Figura 44. Planta de la Primera y Segunda Etapa constructiva. En el caso del conjunto arquitectónico 8, a partir de las excavaciones de varios ambientes hemos logrado diferenciar y establecer cuatro etapas constructivas que seguían el mismo patrón de superposición de las estructuras descritas por investigadores anteriores. Además, de acuerdo al registro y análisis estratigráfico 87

79 registrado en los perfiles diagnósticos, hemos podido identificar el diseño, la morfología, función y las áreas de actividad inmersas en cada etapa (Fig. 43 y foto 20). Sólo describiremos lo concerniente a la segunda y cuarta etapa, como un ejemplo de lo que sucedió en la arquitectura al inicio y al final de la ocupación en el sitio tomando como ejemplo el sector 8. Segunda etapa Es la más completa y con un diseño bien planificado. Presenta los mismos rangos de diferenciación funcional que Topic define como arquitectura residencial. Está compuesta por un patio en forma de L y los ambientes ocupan la esquina suroeste del conjunto. Los límites físicos de este conjunto son tres muros perimetrales: uno al sur, otro al oeste y el tercero parcialmente al norte; en el lado este está delimitado por la plataforma funeraria de la Huaca de la Luna. El patio presenta un piso de superficie enlucida con buen acabado, totalmente limpio, y sobre el lado oeste junto a los ambientes 6 y 7 presenta una plataforma en forma de media cruz, denominada por nosotros atrio o «trono» con dos paredes laterales y sobre ella una banqueta pequeña como asiento con dos pilares en los lados norte y sur para sostener una cubierta (Fig. 44). Hacia el sur se encuentra un depósito hundido con un ingreso escalonado y con un nicho en su interior totalmente enlucido, el cual al parecer tuvo una techumbre por los orificios que presentan los muros que lo rodean. Además del patio, a esta etapa constructiva corresponden los ambiente 8-1, 8-2, 8-3, 8-4 y 8-6, los que presentan muros exteriores e interiores anchos y delgados, con adobes asentados de soga, cabeza y costilla, en forma alterna y unidos con mortero de barro y con fragmentos de cerámica a manera de pachillas y superficies enlucidas; los pisos presentan buen acabados, algunos son nivelados y otros en declive (Ambiente 8-6). Los ambientes de mayor importancia son el 8-1 y el 8-2, el primero con banquetas laterales delimitando un espacio abierto posterior al patio (lado este) y el segundo nos hace suponer que funcionó como un patio interior de la vivienda, con banquetas laterales dando la apariencia de plataformas escalonadas como símbolo de jerarquización espacial (Campana, 1983: 58). Es muy probable que este ambiente haya funcionado como zona de preparación de alimentos debido a la presencia de un fogón asociado a restos orgánicos quemados. La comunicación de este ambiente con el patio exterior posiblemente fue por el lado este, así como la entrada a los ambientes 8-3 y 8-4 lo fue por el norte (es muy posible que su comunicación con otros ambientes lo fue también por el norte). El ambiente 8-3 funciona como una antesala especial, ya que por el norte conduce a un corredor para ingresar a través de un umbral alto al ambiente 8-4. Este último presenta una arquitectura singular, con dos hornacinas en el muro este, techados con caña y tortas de barro redondeadas. Frente a ellas se ubica un pilar que funcionó como «huara» o estela decorativa, que por ser de contextura delgada no habría podido soportar un techo como elemento constructivo, además que la luz del cuarto es muy reducida, por lo tanto su uso sería de función ritual. Por todo esto deducimos que correspondería a un santuario doméstico (Manzanilla, 1986) para los ritos familiares (Campana, 1994: 34). Esta segunda etapa está cubierta totalmente por una gruesa capa de arena eólica y escombros (Interfase 2-3), debido a la presencia de un fenómeno ENSO u otros fenómenos naturales (Shimada et al., 1991) y la importancia de esta construcción se vio reflejada en el reuso de los ambientes 8-3 y 8-4 en las etapas posteriores. Tercera Etapa Figura 45. Planta de la Tercera Etapa constructiva. Sector Nº8 La edificación de los ambientes correspondientes a esta fase, se registran con la construcción de pisos asociados a muros anchos y delgados, 88

80 enlucidos, con vanos de acceso que comunicaban ambientes, así como banquetas domésticas para descansar y dormir a manera de «tarima», pilastras adosadas a banquetas. Los muros conservan los mismo materiales y técnicas constructivas de la segunda etapa, con diferencia de que pisos y muros se asientan sobre una gruesa capa de arena (Interfase 2-3). A la tercera etapa constructiva corresponden los ambientes y elementos: 8-1a, 8-1b y 8-1c (P2); 8-2 (P1); 8-5 (P1); 8-6 (P1); B5 y 8-7 (B6 y B7). Durante esta etapa se encuentran ambientes grandes y pequeños los ambientes pequeños quizás hayan servido como dormitorios para descansar debido a la presencia de banquetas pequeñas (8-1b) y en los ambientes grandes fueron construidas banquetas para servir áreas de preparación y consumo de alimentos por la presencia de fogones, cenizas y metales (Fig. 45). Al sur del ambiente 8-1a se registra el RAT 1, construido a manera de plataforma o muralla con el propósito de controlar la eolización de la vivienda. Este mismo fenómeno de construcción sobre arena lo encontramos en casi todos los sectores del centro urbano estudiados (Topic 1977; Armas y colaboradores 1993) y recientemente en los conjuntos arquitectónicos 4, 5, 6, 7 y 8. Durante esta etapa el patio sufre remodelaciones con la construcción de un muro ancho que se adosa al muro perimétrico sur. Esta etapa constructiva tendría un carácter doméstico, de menor estatus, y con un posible uso público. La comunicación con el patio se habría hecho por el ambiente 8-2. Este ambiente se comunicaba al sur con el ambiente 8-1a y hacia el oeste con el ambiente 8-1b y al norte con el ambiente 8-1c. Durante la interfase 3-4 se registró en el ambiente 8-2 el hallazgo de una porra de piedra en forma estrellada. Cuarta etapa Durante esta etapa construyen la terraza ubicada en el patio que da ingreso al ambiente 1 (Fig. 46). En este caso la terraza fue construida sobre una capa de arena o mezclada con gran cantidad de escombros, posiblemente para elevar el ingreso al ambiente o para conservar siempre su carácter de élite de menor rango. Tanto la baqueta como el piso pertenecen a un amplio recinto en forma de «L» (ambiente 8-1a), cuyos muros delgados han sido elevados sobre los muros de la tercera ocupación. En otros muros encontramos el sellamiento del algunos vanos, como sucede con el que comunicaba el ambiente 8-1a con el 8-2, ambos de la tercera etapa, y el segundo vano sellado era del pequeño ambiente 8-1b. El único muro que ha sido construido originalmente durante esta etapa se ubicó al oeste, sobre un cimiento de piedras o cantos rodados. Otro elemento indicador de esta etapa fue la construcción de la escalinata, rompiendo el muro sur del ambiente 3 para comunicar a los ambientes 3 y 4, lo que denominamos un continuo cultural con respecto a la ideología Moche. Para esta etapa se ha registrado un mayor número de cerámica utilitaria como ollas, cántaros, tinajas, cancheros y figurillas asociadas a banquetas, pisos y fogones, así como cucharas de cerámica registrada en el ambiente 8-5. A esto debe agregarse la gran cantidad de restos óseos de camélidos y peces y demás desechos orgánicos asociados algunas de las banquetas. Algunos de los huesos presentan huellas de corte, y otros están completamente carbonizados. Durante esta etapa se continuaron utilizando los ambientes 8-3 y 8-4 por su carácter ritual. Las estructuras arquitectónicas de esta etapa se ven dañadas por la presencia de una escorrentía ocasionada por el rebalsamiento de un canal que delimita físicamente por el lado oeste a la vivienda. Esto ocasionaría un momento de abandono del área. Figura 46. Planta de la Cuarta Etapa constructiva. Sector Nº8 89

81 Esta cuarta etapa vendría a ser semejante a la primera clase de arquitectura residencial estudiada por T. Topic (1977), donde reporta pequeños cuartos sin enlucir, y donde los fragmentos ceramográficos son recipientes utilitarios, piruros, asas, bases, moldes, figurinas y otras formas. Durante esta etapa se registraron fragmentos de una botella escultórica correspondiente a la fase estilística IV de Larco. Existe, pues, la posibilidad que se trate aún de la primera categoría de viviendas establecida por Topic, vale decir, viviendas de «élite», pero cuando empezaba a derrumbarse el poder central de la sociedad moche. Sobre esta capa existe una deposición producto de un gran fenómeno ENSO (Shimada, 1987; Uceda y Canziani, 1993) La Cronología de las Ocupaciones Es evidente que hemos documentado las últimas ocupaciones en el sitio Moche. En los cuatro sectores estudiados hemos observado la construcción de muros cuyas bases descansaban directamente sobre la arena. En algunos casos, arreglos tales como fogones construidos sobre lo que parece ser un piso de arena y no de arcilla. En otros casos, el primer piso de arcilla se encuentra muy cerca de la superficie. No es pues posible fechar las últimas ocupaciones con la ayuda de la cerámica, pues el contexto no es adecuado y porque la huaquería ha sido muy intensa en este sector del sitio. Estas ocupaciones parecen compartir una misma calidad de construcción, inferior a aquella de las construcciones anteriores. Esperando el análisis de los artefactos, es útil examinar los resultados obtenidos por el método del C 14. Precisemos que las muestras provienen de los ambientes 4-1, 6-1, 7-10 y 7-13 y han sido especialmente elegidas para fechar las últimas ocupaciones. El contexto estratigráfico es más o menos el mismo: la primera capa sobre un primer piso. En el caso de 4-1, la muestra estuvo asociada a un fogón ubicado sobre un piso de arena a menos de 40 cm. de la superficie y que ciertamente corresponde a la última ocupación en este complejo arquitectónico. La fecha ( AP) es muy reciente para asociarla a una ocupación Moche y por tanto debemos rechazarla. La muestra del ambiente 6-1 se acerca también a la más tardía ocupación del sector 6. La muestra fue tomada en los últimos centímetros de la capa de ceniza para evitar cualquier contaminación que pudiese provenir de la superficie y arrojó una fecha radiocarbónica de AP. La figura 47 ilustra los intervalos dados por la calibración dendrocronológica. Al inicio no se pudo evaluar si la ocupación de este sector fue más antigua o más reciente que aquella del sector 7. Podemos aún creer que los dos sectores fueron contemporáneos. Tanto las fechas expresadas en años radiocarbónicos (AP) como el intervalo calibrado sugieren que el sector 6 ha sido ocupado en una época anterior. Habrá que esperar el estudio de otros conjuntos arqueológicos para apoyar esta conclusión. A la luz de las dos fechas obtenidas durante la excavación del sector 7, la cronología fina de las ocupaciones constituye un problema mayor. Confiándose en la posición estratigráfica de las dos muestras, aquella del ambiente 7-13 debe ser más reciente que aquella del ambiente Las fechas han respetado este orden, pero la desviación es muy poca, 40 años, y la calibración no cambia en nada esta constatación (Fig. 47). Es pues importante mencionar que la muestra 7-10 proviene de un piso cuya profundidad es de 45 cm. más baja que aquella del piso del ambiente Cambios o acomodos implicando el relleno pudieron realizarse muy rápidamente. Estamos frente a un ejemplo de dinamismo que caracterizó la vida al interior de este conjunto arquitectónico. Figura 47. Cronología. Area Urbana. Pero no son estas dos fechas del sector 7 las que permiten estudiar en detalle el problema de la contemporaneidad. Es el examen minucioso de las técnicas de construcción de los muros y de los pisos, 90

82 combinado con la profundidad relativa de las bases y de los pisos, lo que permitirá comprender las reocupaciones de este espacio. Esta pesquisa sobrepasa los límites de este informe, pero ella será efectuada antes de proseguir los trabajos en este sector. Lo importante será culminar la excavación en área de lo que podría ser un complejo residencial único caracterizado por cuartos de depósitos, cocinas, un área de producción de chicha, un taller de metalurgia, áreas de descanso, etc. Queda pendiente establecer una cronología interna de la función de estos ambientes, que nos indiquen si la actividad o actividades principales económicas de esta unidad residencial varió o no con el tiempo. El aporte de estos datos será de mucho interés para los estudios sobre el carácter del centro urbano y el status de sus ocupantes, aspectos que hasta la fecha no han sido abordados usando datos arqueológicos. En un plano general, la calibración de las tres fechas compatibles con la fase Moche IV sugieren un período de ocupación prolongado, sobrepasando aún la fecha de 550 d.c. utilizada para el final de esta fase cultural y el abandono del sitio. Es muy temprano para proponer una hipótesis interpretativa a partir de estas fechas; podemos solamente preguntarnos si la fase IV duró mucho más y que el abandono del sitio se remonte sobre todo al siglo VII de nuestra era, más que a la mitad del siglo VI. Las implicancias de este reacomodo sobre el cuadro cronológico son enormes. Sin embargo, el estudio de las colecciones cerámicas será esencial en este debate. Sobre este tema, es importante subrayar que las dos sepulturas halladas cerca de la superficie contienen vasijas de la fase IV y no V. Además, una de las vasijas que acompañan al adulto, un ceramio con el motivo de la cuerda, es muy similar a una de las cuatro vasijas depositadas en la tinaja doméstica enterrada en el primer piso del ambiente 7-8. El contexto de estos dos vasos idénticos es diferente y una profundidad de al menos 60 cm. los separa. Hay ciertamente persistencia de este estilo luego del depósito de las vasijas bajo el primer piso del ambiente 7-8 hasta el enterramiento, que parece intrusivo, de un adulto en el ambiente 7-9. En el sector 8 sólo una cronología relativa interpretada en base a las evidencias materiales dentro de la arquitectura y relacionadas a ellos, nos aportan que la ocupación de la vivienda abarcaría desde la fase III hasta la fase IV de la secuencia de Larco, sin lograr ubicar contextos asociados a cerámica Moche V. Para la segunda etapa constructiva asociada a la plataforma funeraria, específicamente al norte del patio, se registran entierros con cerámica Moche III, lo que nos induce a pensar que la segunda etapa se construyó y funcionó durante esta fase estilística. Luego de esta etapa constructiva se se evidencia una acumulación arena que cubría todos los ambientes. Este arenamiento ha sido interpretado de manera distinta por diversos autores, constituyéndose en dos corrientes explicativas. Ambas posiciones hacen coincidir este evento a finales de la ocupación Moche IV en el sitio, es decir alrededor de los años 600 d.c.. Para este período los centro urbanos Moche se desplazan a las partes medias de los valles costa (Galindo y Pampa Grande); sin embargo, este hecho es abordado de diferentes maneras, una de estas lideradas por Lumbreras (1969) proponiendo que el desplazamiento de la población se produce con el objetivo de defender las bocatomas de sus canales, ante la invasión de los Wari; mientras que la segunda corriente integrada por Moseley y Feldman (1982), Nials et al (1979a y b), sostienen que esta migraciones fueron motivadas por grandes eventos catastróficos (ENSO) que destruyeron los campos de cultivo y sus poblados en la parte baja del Valle. La destrucción del centro poblado que rodeaba los templos del Sol y La Luna, la hacen coincidir con un aluvión fechado alrededor de los 600 d.c. es decir a fines de Moche IV. Contrario a esta última corriente, las investigaciones en Huaca de la Luna, a partir del registro de las sedimentaciones aluviales, en asociación a las diferentes etapas constructivas del monumento, hemos propuesto que los registros indican que hubo varios eventos del Niño, antes y después de aquel de los años 600 y que no significaron el abandono del sitio, y que en muchos casos se refaccionaron y en otros se reconstruyen. (Uceda y Canziani, 1993). Las fechas aquí presentadas, así como los contextos de tumbas, apoyan nuevamente nuestra postulación. Faltan más fechas radiocarbónicas para aquellos contextos de ocupación tardía, así como para las más tempranas que permitan zanjar este problema cronológico y de ocupación en el sitio. Enmarcándonos en nuestra área de estudio se evidencian tres eventos de esta naturaleza, de los cuales dos serían de menor intensidad. El primero se manifiesta a fines de la ocupación de la segunda etapa constructiva confirmada por la presencia de sedimentos aluviales sobre el piso del corredor exterior del MPS produciendo momentos de abandono. Es importante remarcar que el cambio que produce este fenómeno cambia totalmente el carácter de la ocupación, de una función ceremonial administrativa a otro de tipo doméstico. El segundo evento, se tiene evidencias para finales de la tercera etapa constructiva, trayendo como consecuencia un abandono prolongado del área, produciendo una humedad permanente que fue acondicionada con un muro de piedra. Más tarde, para la cuarta ocupación, evidencia de la humedad la tenemos en los restos óseos que se encuentran 91

83 ennegrecidos por los hongos y fango, así como los restos malacológicos desintegrados en su totalidad. Es durante la cuarta etapa constructiva cuando se produce el desbordamiento del canal que produce una serie de escorrentías que afectan el área desde el ambiente 7 cortando la banqueta 6, banqueta 5 y los ambientes 6 y 5, los muros del ambiente 1 (MD4 y MD6) hasta el RAT 1, el mismo que destruyó gran parte del área de estudio. Es muy posible que algunas estructuras hallan sido habitadas luego de esta destrucción, debido a la importancia de su centro ceremonial como lo fueron Huaca del Sol y la Luna. Como es sabido el hombre andino era muy arraigado a su idiosincracia y a su territorio. Los datos registrados de varios ENSOS en la arquitectura doméstica, concuerda bien con los registros de estos eventos en la arquitectura monumental (Uceda y Canziani, 1993). Ambos registros señalan que el abandono del sitio no fue producido por eventos catastróficos naturales sino que ellos pudieron coadyuvar, pero las causas hay que buscarlas en la estructura interna de la sociedad Moche. Varios temas se desprenden de esto y deben ser revisados en los próximos años: la correspondencia o correlación de los registros ENSO entre el centro urbano y los edificios mayores; establecer una cronología fina de estos eventos y diferenciarlos uno de otro por su naturaleza de sus sedimentos. Esto requiere, evidentemente el concurso de especialistas geólogos. La cronología de las ocupaciones es un tema complejo, que sólo hemos esbozado, pero nuestros trabajos deberán contribuir eventualmente a una mejor comprensión de los últimos momentos de la ocupación en el sitio Moche, quedando aún sin documentar las primeras ocupaciones. 92

84 LOS TALLERES ALFAREROS EN EL CENTRO URBANO MOCHE Santiago Uceda y José Armas INTRODUCCIÓN El sector del centro urbano Moche de las Huacas del Sol y de la Luna que hemos denominado taller alfarero, se ubica a unos 150 metros al sur oeste de la Plataforma I de Huaca de la Luna (Fig. 29). Se empezó a estudiar en 1992 por un grupo de estudiantes, dentro del marco de sus prácticas preprofesionales (Armas et. al, 1993). El taller, como gran parte de la planicie entre las dos huacas, ha sufrido una intensa depredación en la década de los 70 y 80; por ello, las primeras excavaciones efectuadas en 1992 se hicieron a partir del perfilamiento de un pozo de huaquero y una mínima intervención en las áreas no alteradas. Durante esa campaña el objetivo fue definir una secuencia ocupacional y luego excavar algunos contextos de producción alfarera. Se registraron hasta ocho pisos arquitectónicos en un espesor de más de 2 m.; sin embargo, las excavaciones realizadas fueron limitadas y no abarcaron la totalidad del taller en ninguna de las fases ocupacionales definidas. En 1994 se retomaron las excavaciones en este lugar, en un área de 22 x 21 m., con el propósito de definir el espacio arquitectónico del taller y sus áreas de actividad. Sin embargo, a pesar de la extensión de la excavación, no se pudo definir completamente la estructura espacial del taller y los contextos en cada ambiente no siempre fueron lo suficientemente claros como para indicarnos las actividades que allí se realizaron. Es necesario subrayar que los análisis están en curso y que en el presente artículo sólo se presentará una noción preliminar sobre la forma de organización del espacio a partir de los datos de excavación, los elementos de contexto más notorios y su comparación con trabajos previamente realizados en otros sitios (Bawden, 1977; Shimada, 1994b y d; Russell et al. 1994a y b). Durante las excavaciones de esta última temporada se han definido tres niveles de ocupación. Para la tercera fase ocupacional (la más tardía) se han registrado 15 ambientes, siendo el ambiente 1 el más importante, pues se trata de un patio en donde se realizaba la molienda de la arcilla y de los temperantes; además, creemos que en él se elaboraba la cerámica. Para la segunda fase ocupacional se han registrado 9 ambientes, entre los cuales se cuenta con un ambiente para almacenaje de agua y otro está relacionado con la actividad alfarera: un área de elaboración de cerámica. Para la primera fase ocupacional, la más temprana, se han definido 4 ambientes y como en el caso de las fases ocupacionales antes mencionadas, en esta también se cuenta con un patio en donde se estaba manufacturando y cociendo la cerámica y un ambiente destinado al almacenaje del agua. Ha sido la presencia de hornos, el registro de matrices, moldes, cerámica cruda, cocida o deformada por una mala cocción; así como los claros contextos de producción en los diversos ambientes: metates y manos de moler, tinajas para almacenaje, lo que nos ha permitido asignar este lugar como un centro de producción alfarera. A la serie de artefactos y ecofactos recuperados en contextos con los pisos o los rellenos, se suma el hallazgo de dos tumbas enterradas rompiendo los pisos 2 y 3. Los estudios preliminares de los esqueletos apuntan a señalar que se trata de dos personas ligadas a la actividad alfarera, uno de sexo masculino y el otro femenino. Los resultados de los análisis serán material del informe del próximo año. METODOLOGÍA DE CAMPO Antes de iniciar las excavaciones se dividió el área en cuadros de 20 x 20 m. denominados por un sistema de letras y números (Fig. 29). Cada cuadro, a la vez, se subdivió en cuadrículas de 1 m 2 usando un sistema de números del 0 al 19 para los ejes norte y oeste, lo que permite un registro tridimensional de los hallazgos y elementos arquitectónicos. La altura se tomó a partir de un punto arbitrario al que 93

85 se le dio el valor de 100 metros, ubicado en el centro de la plataforma I de Huaca de la Luna. Con el objetivo de definir el estado de conservación de la unidad y evitar que el material disturbado se mezcle con los materiales de contexto, se procedió a limpiar los pozos de huaqueros. El material disturbado de la unidad de excavación fue tamizado, con la finalidad de recuperar todos los elementos diagnósticos relacionados con la producción alfarera. Una vez limpiada y definida el área en casi 240 metros cuadrados se excavó por estratos naturales o culturales. Como el objetivo era recuperar contextos que identifiquen la actividad alfarera, cada ambiente arquitectónico fue excavado de manera independiente. Es por esta razón que la excavación se realizó en área. Los paquetes de sedimentación, hornos y material contenido en las tinajas fueron excavados por niveles arbitrarios cada 5 y 10 cm., con la finalidad de correlacionarlos en las diferentes fases de ocupación. LA ESTRATIGRAFÍA Y LA SECUENCIA OCUPACIONAL La estratigrafía del sitio es muy visible en el perfil norte de la excavación (Fig. 48). Aquí se registran todas las capas encontradas durante la excavación. En total existen 9 capas, de las cuales las capas I, G, D y B corresponden a pisos arquitectónicos asociados a muros y otras estructuras (banquetas, hornos, etc.). La capa D, por asociarse a los mismos muros que la capa B, ha sido interpretada como una remodelación del piso original; esta es la razón por la que ambas capas se han denominado piso 1 y el «a» y «b» indican el carácter de remodelación. Las otras cinco capas (H, F, E, C y A) corresponden a rellenos o estratos naturales compuestos de arena eólica. De este modo, la lectura del perfil y las asociaciones de toda la excavación nos ha permitido establecer una secuencia de tres fases ocupacionales y un período final de abandono del sitio. La primera fase corresponde al piso más profundo registrado (capa I). La segunda ocupación está compuesta del relleno que cubre el primer piso (capa H) y la construcción del segundo piso (Capa G). La tercera fase comprende los rellenos que cubren el piso 2 (capas F y E) y los dos pisos que funcionan con los muros tardíos (capas D y B). Entre ambos pisos existe una capa a manera de falso piso (capa C). La capa A corresponde al material natural (arena eólica y sedimento compacto) que representa el abandono del sitio. Es interesante hacer notar que en otros sectores de la planicie existen estructuras de ocupación sobre las capas superficiales de sedimento o arena eólica. Es probable que aquí también las hubo, pero la deflación y la destrucción humana moderna no han permitido su preservación hasta el presente. LA ARQUITECTURA Y SUS CONTEXTOS En este acápite describiremos los diversos ambientes registrados y los objetos culturales que se encontraron en ellos. Para un mejor entendimiento esta descripción la realizaremos siguiendo la secuencia ocupacional previamente definida. Es necesario advertir que el número de ambientes por ocupación está en relación con el área excavada y no a un factor temporal, ya que el taller no fue excavado en su integridad. Figura 48. Perfil Norte. Taller Alfarero. 94

86 Tercera fase ocupacional Para esta fase ocupacional se ha logrado definir 15 ambientes (Fig. 49), de los cuales sólo en 6 se pudo determinar su funcionalidad. Los elementos recuperados nos permiten inferir que este espacio debió servir como patio, destinado a la preparación de los ingredientes, la masa, la producción de cerámica y el secado de la misma. Los primeros pasos se pudieron realizar en la parte sur, mientras que el secado en el extremo norte. Ambiente 1 Es el ambiente de mayor dimensión (7 x 10 m.), ubicado casi en la parte central del taller, con el eje mayor orientado al norte. Presenta dos espacios adicionales, uno en la esquina noroeste de 6 x 2 m, y el otro en el extremo sur, de 3 x 5 m. Uno de los elementos más interesantes registrados en contexto en este ambiente es un metate y su respectiva mano. Se encuentran en la esquina noroeste del espacio adicional sur, cerca al ambiente 4. El metate es horizontal aunque muestra un buen desgaste. Limitando con este ambiente también se registró una gran tinaja. En el restos de la superficie intacta del piso de este ambiente se recuperó una buena cantidad de moldes para aplicaciones de botellas y sellos, así como de figurinas, sonajeros y piruros en cerámica cocida. Ambiente 2 Este ambiente no ha sido completamente excavado y sólo se ha definido dos muros, uno que corre de sur a norte y otro de este a oeste. Está ubicado al noreste del ambiente 1. El piso también se encuentra muy afectado por pozos de huaqueros y sobre su superficie sólo se registró una figurina de arcilla cocida. Ambiente 3 Tiene forma rectangular y sus medidas son 2.80 x 6.20 m; está ubicado al sureste del ambiente 1. El piso se encuentra muy afectado por pozos de huaqueros y sobre los pocos espacios donde éste se pudo registrar no se encontraron objetos asociados. Es muy probable que este ambiente se comunicara con el ambiente 2 a través de un vano ubicado en el muro norte. Figura 49. Planta de la Fase ocupacional III. 95

87 vanos: uno hacia el este, un segundo al norte que lo vincula al ambiente 7 y posiblemente un tercero al ambiente 4. Lo más probable es que se trate de un pequeño corredor de ingreso al taller. Ambiente 7 Es de forma casi cuadrada, de unos 4.50 x 5.80 m. Posee muy probablemente dos vanos de acceso: uno hacia el sur que le permitió comunicarse con el ambiente 6 y otro hacia el norte para comunicarse con el ambiente 8. El piso de este ambiente presenta una remodelación y sobre su superficie se registró idolillos pequeños, colgantes y piruros. Foto 21. Disco alfarero. Fase ocupacional 3, ambiente 5. Ambiente 4 Se trata de un pequeño ambiente de unos 2 x 2.5 m., ubicado en la esquina suroeste del ambiente 1 y probablemente debió formar parte integrante de él. Dos restos de tinajas se localizaron, tanto en el muro este, colindando con el posible patio, como en el muro oeste. Se identificó un posible vano que comunicaría con el ambiente 6. La presencia del batán, cercano a la tinaja, nos hace pensar que este ambiente bien pudo servir para preparar la mezcla de arcilla y arena con agua. Ambiente 5 Se excavó parte de este ambiente, habiéndose llegado a definir los muros norte, este y oeste. Debe tratarse de un espacio arquitectónico muy amplio, pues el largo del muro norte es de 8 metros. Es importante anotar que formando parte del muro norte se observan dos tinajas invertidas; asimismo, cerca del muro este se registró una gran tinaja cuya base fue colocada dentro del piso para darle mayor estabilidad. Esta última tinaja habría contenido líquido, pues presenta una coloración marrón oscuro característica. Uno de los hallazgos más importantes se registró en este ambiente: se trata de un disco de alfarero de forma casi cuadrangular con las esquinas redondeadas con dos orificios para sostenerlo (Foto 21). Es probable que este ambiente forme parte de otra unidad habitacional, distinta a la que se articula con el ambiente 1. Ambiente 6 Se ubica al norte del ambiente 5 y al este del ambiente 4. Tiene la forma de una L y presenta tres Ambiente 8 Es un pequeño ambiente de forma rectangular, de 1.80 x 2.20 m. Presenta dos vanos de acceso, uno hacia el lado oeste que lo conecta con el ambiente 12 y otro al sur al ambiente 7. Sobre el piso de este ambiente, hacia el lado este, se registró una gran cantidad de ceniza que contenía gran cantidad de material malacológico, restos óseos, semillas y algunos fragmentos de cerámica. Estos datos permiten indicar que dentro de este recinto se estaría realizando una actividad típicamente doméstica y su relación con el ambiente 7 podría indicarnos que ambos conformaron los espacios propiamente habitacionales del taller. Ambiente 9 Presenta una forma rectangular, el lado este no presenta muro y está abierto hacia el ambiente 1 (el patio). Su tamaño es de 1.70 x 3.00 m. Sobre el piso se registró material malacológico, fragmentos de cerámica (2 figurinas, 1 idolillo y una aplicación correspondiente a un maní). Probablemente haya tenido una función de tipo doméstica y de depósito. Ambiente 10 Es de forma rectangular y de dimensiones muy semejantes que el ambiente anterior. No se pudo definir el vano de acceso; sin embargo, es probable que éste estuvo hacia el lado este para comunicarse con el patio. Sobre el piso de este ambiente se registró tan sólo algunos restos malacológicos y fragmentos de cerámica; algo muy semejante que en el ambiente 9. 96

88 interesante notar que los ambientes 12, 13, 14 y 15 están en relación con el canal de agua, tal como sucede para el conjunto arquitectónico 8, que se encuentra unos 100 m. al norte del taller. En el ambiente 13 se registró una figurina vacía completa. * * * Foto 22. Molde bivalvo de una jarrita escultórica. Fase ocupacional 2, ambiente 1. Ambientes 11 al 15 Se encuentran ubicados en torno a los ambientes 1, 7, 8, 9 y 10. Ninguno de ellos ha sido completamente excavado. Por ahora es difícil definir sus formas y proponer funciones específicas. Es En resumen, la tercera fase ocupacional está compuesta por 15 ambientes, de los cuales el número 1 correspondería al patio del taller y en el que se realizarían las actividades iniciales de la producción alfarera. Otros espacios estarían destinados al almacenaje de agua y quema de la cerámica; los ambientes para depósitos estaban destinados también para las actividades domésticas. Es necesario señalar que los ambientes 11 al 15 podrían formar parte de otros talleres o de áreas comunes de los talleres. Segunda fase ocupacional En lo que concierne a la segunda fase ocupacional (Fig. 50), se ha podido definir nueve ambientes. Figura 50. Planta de la Fase ocupacional II. 97

89 Ambiente 1 Es el de mayor dimensión, tiene la forma de una L invertida de 10 metros en el lado este, 7 en el lado sur, y 3,5 x 2 en la parte saliente. Este ambiente ha sido casi totalmente excavado, llegándose a definir los muros norte, este y oeste y una parte del muro sur. Probablemente tuvo un vano de acceso hacia el este, que lo comunicó con el ambiente 2 (área de quema o fogones). A la mitad del muro oeste, alineadas con la arquitectura, se registraron 3 tinajas invertidas, cuyos diámetros oscilan entre 52 y 70 cm. Estas tinajas habrían contenido líquidos, pues durante su excavación no se registró restos de alimentos; además, la coloración que presentan es propia de vasijas que contuvieron agua. Foto 23. Molde de una botella, cara retrato. Fase ocupacional 2, ambiente1. Foto 24. Pulidores de cantos rodados. Fase ocupacional 2, ambiente 1. El piso de este ambiente está muy afectado por pozos de huaqueros, sin embargo, se pudo apreciar que presentó remodelación y sobre su superficie se registró una muestra considerable de moldes (fotos 22, 23) y positivos, pulidores de canto rodeado (foto 24), así como una pequeña concentración de piruros hacia el sur del ambiente (cf. cuadro 3). Estos hallazgos nos permiten indicar que el ambiente 1 habría sido un gran patio donde se estaría realizando la elaboración de cerámica, con gran densidad, por lo que el piso tuvo que ser remodelado. Hacia el sur del ambiente, y rompiendo el piso, se encontró la tumba de un individuo de unos 40 años, de sexo masculino y de una talla de 1.55 m., mostrando una buena conformación ósea (Fig. 51). Los estudios en curso (J. Verano com. pers., 1995), indican que esta persona sufrió de varias alteraciones o traumatismos profesionales (reumatismo en las manos y artritis en la columna), que serían las secuelas de los trabajos de un alfarero. Ambiente 2 Foto 25. Molde y figurina sólida, personaje con tambor. Fase ocupacional 2, ambiente 1 y 2, respectivamente. Este ambiente no fue excavado totalmente y se ubica al este del ambiente 1, con el que muy probablemente se encuentre comunicado. Sobre el piso se registró una matriz, figurinas (Foto 25) y alisadores en hueso (Foto 26). La presencia de un gran pozo de huaquería hace difícil definir si las dos concentraciones de ceniza con concavidad corresponden a uno o dos hornos para cocción de cerámica. Es muy probable que se trate de un horno y que las áreas registradas sean partes de la evacuación de la ceniza luego de la cocción. En estas áreas se ha registrado figurinas expuestas a una intensa cocción. El área más al este tiene la forma de una cubeta y podría tratarse del extremo de un 98

90 este ambiente con el 1. Al interior se registró la base de una gran tinaja. Por carecer de otros indicadores no se ha podido definir su función. Ambiente 4 Foto 26. Alisadores en hueso. Fase ocupacional 2, ambiente 2. horno abierto, como aquellos que actualmente se registran en comunidades de alfareros modernos, como Morropón (Shimada, 1994c). Ambiente 3 Se ubica al norte del ambiente 1 y por estar en el límite de nuestra área de trabajo no fue completamente excavado. Se definió el muro oeste y algunos adobes que corresponden al muro sur, donde es posible que existió un vano que comunicó Se localiza al sureste del ambiente 1; sólo se excavó una mínima parte y se definió el muro norte y este. Sobre el piso se encontraron pequeñas concavidades cavadas para colocar cuatro pequeñas tinajas, las que se encuentran alineadas con el muro norte y se intersectan con el muro oeste, justo delimitando con el ambiente 5. Otras cuatro bases de tinajas bastante grandes se ubican en el lado este y otra pegada al muro oeste. La presencia de estos elementos podría indicar la función de almacenaje de este ambiente, no habiéndose definido aún si en ellas se almacenó agua o granos. Es probable que las cuatro pequeñas tinajas alineadas con el muro norte funcionaran con el ambiente 5. Ambiente 5 Se ubica al norte del ambiente 4 y al oeste del ambiente 1. Se trata de un pequeño recinto rectangular de 2 x 1.50 m. Es muy probable que el vano de acceso se encontrara hacia el lado oeste, conectándolo con el ambiente 8, aunque la presencia de las tinajas colindando con el ambiente 4 ponen en relación estos dos ambientes también. Sobre la superficie del piso se registró gran cantidad de figurinas, instrumentos musicales y fragmentos de cerámica. Con respecto a las tinajas es muy probable que en ellas se estuvieron guardando los moldes o el producto terminado, pues uno de las figurinas vacías procede del interior de una de ellas. Ambiente 6 Se ubica al norte del ambiente 5 y al oeste del ambiente 1. Tiene forma casi cuadrada, de unos 2 x 2.50 m.; es importante notar que el muro oeste fue remodelado. El vano de acceso se encuentra en el lado sur y lo comunicó con el ambiente 5. Otro vano de acceso está en el lado noreste y sirvió para conectarse con el ambiente 9. Figura 51. Planta Tumba I. Taller Alfarero. El espacio donde se encuentran las tres tinajas volteadas y alineadas a continuación del muro este que limita con el ambiente 1, podría tratarse de un antiguo vano que comunicaba estos ambientes. Las tinajas podrían haber sido colocadas durante el abandono de esta vivienda. 99

91 Sobre el piso se encontró fragmentos de cerámica, una figurina sólida y un molde. Bajo el piso se registró una especie de ofrenda compuesta de una llama entera y a la altura de sus patas anteriores se le colocó una figurina pequeña. Ambiente 7 Este ambiente, por estar ubicado en el límite norte de nuestra área de trabajo, no fue totalmente excavado. Sin embargo, fue posible definir los muros sur y este. En la parte media del muro sur, se observan adobes rojizos que indican la intensa quema que se estaba realizando en este sector. Probablemente adosados a este muro estarían funcionando los hornos donde estuvo quemándose la cerámica; muestra de ello son los diferentes hallazgos registrados como es la cerámica con defectos de cocción (figurinas y aplicaciones) y escoria. Ambiente 8 Ambiente de forma alargada, de unos 5 x 2 m., que podría corresponder a un corredor que viniendo del sur daría acceso a los ambientes 5 y 9. Este ambiente no ha sido completamente excavado y sólo ha sido definido a partir de los muros oeste, este y norte; la parte sur corresponde al límite de nuestra excavación y aún se encuentra cubierta por un grueso paquete de sedimentación. Figura 53. Planta Tumba II (Ofrendas de cerámica). Taller Alfarero. Ambiente 9 Este ambiente no ha sido excavado y sólo ha sido definido a partir de las cabeceras de los muros. Es de forma rectangular y es muy posible que tuviera dos accesos, uno localizado al sur y otro ubicado al este. Figura 52. Planta de la Fase ocupacional I. Foto 27. Matrices cocida y cruda. Fase ocupacional 1, ambiente 2 y 1, respectivamente. 100

92 * * * En resumen, la segunda fase ocupacional se caracteriza por presentar un patio central donde se realizaban las actividades iniciales de producción de cerámica. La cocción se hacia en un ambiente separado, como durante la tercera fase ocupacional, y los otros ambientes, aunque su interpretación es difícil, podrían ser considerados como áreas para almacenaje. El ambiente 4, por la cantidad de tinajas, estaría destinado al almacenaje de agua. Primera fase ocupacional En esta fase ocupacional el área excavada se restringió a unos 8 x 8 m. y la definición de los ambientes queda aún por verificar (Fig. 52). Los contextos de material de los cuatro ambientes que hemos registrado durante la excavación, podrían en el futuro demostrar que los ambientes 1 y 2 formaron parte de un sólo espacio. El límite entre los ambientes 2 y 4, consideramos que fue destruido por los diversos pozos de huaqueros que se presentan en el área. Ambiente 1 Localizado en la esquina sureste de la excavación; sólo se han registrado el muro este y una mínima porción del norte; el límite sur estaría definido por una fila de 4 grandes tinajas enteras. Este ambiente es de forma rectangular. Los únicos materiales en contexto son las tinajas y una matriz cruda de una figurina cuyo rostro no es muy visible. La presencia de una buena cantidad de cerámica cruda puede interpretarse como un espacio dedicado al secado de cerámica recién trabajada. Figura 54. Planta Tumba II (Ofrendas de cerámica y cobre) Taller Alfarero. Ambiente 2 Se localiza en la esquina noreste de la excavación, tiene forma cuadrangular y en la parte norte presenta un vano de acceso que lo comunica con un ambiente que aún no ha sido excavado. Sobre la superficie del piso se registraron algunos moldes, uno correspondiente a un prisionero y una matriz cocida de una figurina (Foto 27). Este ambiente funcionaría como un patio donde se habría manufacturado la cerámica. Ambiente 3 Este ambiente se encuentra al oeste del ambiente 1 y al sur del ambiente 2. De él falta aún por excavar la parte sur y sólo se registraron los muros norte, este y oeste. Figura 55. Planta Tumba II (Osamenta y ofrendas de metal) Taller Alfarero. 101

93 El piso de este ambiente fue destruido para abrir una fosa y enterrar a un individuo de sexo femenino, de unos 40 a 50 años (Figs. 53, 54 y 55). Según el antropólogo físico J. Verano (com. pers., 1995), este individuo probablemente tuvo hijos y sufrió de dolencias de artritis en la columna vertebral, manos y rodillas. Esta mujer tuvo un rico ajuar consistente en 42 ceramios (19 cántaros, 2 jarras con cuello esfinge, 5 botellas de asa lateral, 10 floreros y 6 cuencos). A este ajuar se agrega una figurina sólida representando una mujer adulta. Cerca del brazo derecho se le colocó un cuy. También se le colocó láminas de cobre dorado en la boca, manos y pies y un cuchillo de cobre a la altura de la cadera. Ambiente 4 Este ambiente no ha sido totalmente excavado, sin embargo se definió un horno de forma casi circular cuya matriz es de arena. Durante el proceso de excavación de este horno se encontró una gran variedad de figurinas sólidas que en su mayoría corresponden a personajes de sexo masculino. * * * En resumen, las limitadas evidencias de la primera fase ocupacional nos dicen que los ambientes excavados corresponden al área de producción y cocción de la cerámica y al almacenamiento de agua. PRODUCCIÓN ALFARERA Y LA ORGANIZACIÓN SOCIAL El registro arqueológico nos permite tener una primera visión sobre la producción alfarera en el sitio. En los cuadros 2, 3 y 4 se muestra el material entero asociado a pisos y por ambientes para las tres fases ocupacionales agrupado por categorías de producción: matrices, moldes, discos de cerámica, cerámica cruda y cocida. Destacan las figurinas, sonajeros, ocarinas, pendientes, aplicaciones, cuentas, silbatos y torteros. A estos elementos se agregan algunos instrumentos de producción como el batán y la mano de moler, alisadores, pulidores y discos de ceramista. Es interesante notar que en los cuadros sólo se ha considerado los materiales enteros encontrados en asociación con los pisos de los diferentes ambientes y ocupaciones. La cantidad total es mucho mayor si se agrega los fragmentos y los materiales recuperados en los rellenos que cubren las fases ocupacionales previas. Si consideramos estos contextos, el material recuperado llega a cantidades muy elevadas, con más de 1000 moldes, por ejemplo. La lista de materiales nos indica, en primer lugar, que la producción de cerámica incluye casi todas las formas conocidas de alfarería Moche. En segundo lugar, que la producción de las mismas se hizo en su totalidad en el sitio: a) preparación de la masa, incluyendo sus elementos, como el desgrasante, b) la elaboración de las matrices, c) creación de los moldes, d) fabricación de la cerámica, e) secado, f) cocción, g) desechos y h) almacenaje. En cuanto a la materia prima, ésta fue de procedencia local y se encontraba muy cerca del sitio. Claude Chapdelaine y colaboradores, usando el análisis de aceleración neutrónica de muestras de fragmentos de cerámica del taller, arcillas de canteras cercanas al complejo de las Huacas del Sol Cuadro 2. Distribucion de material cultural por ambientes, fase 3, Taller de Alfafero. Cuadro 3. Distribucion de material cultural por ambientes, fase 2, Taller de Alfafero. 102

94 y de la Luna, así como fragmentos de cerámica de la tumba 5 de la Huaca de la Luna, ha demostrado que todas las muestras tienen una composición de elementos químicos muy semejantes a nivel de la pasta. Sin embargo, el estudio de los engobes en una muestra de la tumba 5 muestra que en el caso del engobe blanco usaron una especie de caolín, material que procede básicamente de formaciones geológicas de la sierra; por ende, debió ser traído al sitio a través de una red de intercambio entre los Moche y poblaciones serranas (Chapdelaine et al, 1995). El aprovisionamiento local de la arcilla para la pasta coincide con muchos casos de talleres alfareros que buscaron acceso a la arcilla y el agua para su emplazamiento (Shimada et al., 1994). El caso de nuestro taller estaría dentro de los mismos conceptos andinos. Otra indicación que nos permite subrayar los cuadros anteriores es la distribución de los materiales en los ambientes. La mayor concentración de ellos se encuentran en aquellos espacios que, por su ubicación central dentro del taller y por su tamaño, fueron considerados como patios. Este mismo concepto de espacio central y amplio se observa aún en los talleres modernos (Shimada, 1994c: fig. 10). En el espacio considerado para todas las fases como lugar de depósito y vivienda se concentra la mayor cantidad de productos terminados; este caso es más evidente en el ambiente 1 de la fase 2, y en el ambiente 1 de la fase 3. Hay que resaltar, además, que en el caso del ambiente 1 de la fase 3, el concepto de área de vivienda se contradice con la buena cantidad de cerámica cruda, que podría indicar que este ambiente fue utilizado como el lugar de secado. La organización espacial tan compleja de este taller sólo se puede correlacionar con el caso del complejo Y en el sector D de Pampa Grande (Shimada, 1994b: fig. 7.19). Lamentablemente, en este caso no existe un plano en detalle de la distribución del sector Y, lugar donde se han registrado las evidencias de producción cerámica. El otro ejemplo, aunque más tardío, corresponde al taller Chimú en Pampa de Burros en Lambayeque (Tschauner et al., 1994). En este caso, el espacio más amplio (ambiente 17) se comportaría como un área de producción de cerámica, de la misma manera que los patios del taller en Huaca de la Luna. El caso del taller de Galindo, también en el valle de Moche, sería una ejemplo bastante más modesto en arquitectura, pero la presencia del corral de llamas le confiere un sentido de organización en la producción y circulación de los productos bastante diferente al caso de Huaca de la Luna (Bawden, 1977). Finalmente, un taller de un período semejante al nuestro es el registrado en el sitio de Cerro Mayal en el valle de Chicama (Russell et al., 1994a y b). En este caso el taller se ubica al exterior de un centro urbano (Mocollope) y no ha sido aún bien definida una arquitectura con las áreas de producción alfarera, aunque ésta pudo ser de material perecedero. Las áreas habitacionales y/o de depósito estarían ubicadas cerca pero no articuladas como en los casos anteriores y en el nuestro. Los fogones, ya sea del tipo excavado en la superficie o construidos formalmente con adobes, se encuentran al exterior de los patios, pero cercanos, del mismo modo que para el caso moderno de Morropón (Shimada, 1994c: fig. 14a y b). Es posible que los hornos hechos de adobes de forma rectangular estrechos hayan sido usados para la cocción en horno cerrado (atmósfera reducida), mientras que los de forma en cubeta excavados en la superficie fuesen usados para la cocción oxidante. A pesar de la gran cantidad y variedad de formas, la cerámica producida en el taller del centro urbano de las Huacas del Sol y de la Luna, en su conjunto, debe ser considerada dentro del rango de cerámica ritual y elitista. Por ahora sólo conocemos parcialmente un caso de taller en el centro urbano Moche. Estamos casi seguros que este taller formó parte de una especie de barrio de artesanos ceramistas, pues hacia el sur y oeste del área estudiada se concentra una densa cantidad de fragmentos de moldes, cerámica cocida y trazas de quema. Es muy difícil a partir de estas evidencias Cuadro 4. Distribucion de material cultural por ambientes, fase 1, Taller de Alfafero. 103

95 discutir más concienzudamente el problema de la organización social de los productores e interpretar sobre la estructura social Moche en el centro urbano en relación a estos talleres de artesanos. A pesar de esto, pero a manera de hipótesis de trabajo, quisiéramos delinear una interpretación general sobre este tema. Un primer aspecto que debemos tomar en cuenta en esta discusión es que el taller forma parte de un sistema urbano aún no bien conocido. Los primeros trabajos realizados en forma extensiva en el sitio (Chapdelaine et al, en este capítulo) muestran que la estructura urbana está conformada por una serie de pequeños conjuntos habitacionales compuestos de patios interiores con banquetas, habitaciones, depósitos y otras áreas. Estos conjuntos se integraban a una plaza central de la cual partían una serie de callejones que permitían el acceso a los conjuntos habitacionales. Esta misma estructura de planificación urbana se podría proponer para los talleres de artesanos. No olvidemos que en el caso de la ocupación 3, la más tardía y más extensamente excavada, se puede suponer que los ambientes 2, 3 y 5 pudieron forman parte de otros conjuntos habitacionales-talleres. El ambiente 12 puede ser parte de una plaza, con lo que el ambiente 6 tendría bien el carácter de pasadizo de ingreso al conjunto habitacional desde la plaza. Esta plaza ligada a la presencia de un canal de agua le da un carácter público y de servicio múltiple. Un tipo de organización urbana de este tipo puede llevarnos a la interpretación que se puede tratar de grupos de familias ligadas entre sí y que compartieron los trabajos y manejaron la producción de cerámica en el centro urbano. Queda aún pendiente saber cuál fue el estatus de estos ceramistas en la sociedad Moche a finales de la fase III y durante la fase IV. La integración de áreas de producción cerámica al centro urbano Moche de las Huacas del Sol y de la Luna, nos permite sospechar que los productores de cerámica hayan sido de miembros de la élite Moche que a través de esta producción lograban un cierto control de la estructura ideológica del mundo Moche. Una prueba de esta afirmación son las dos tumbas de alfareros excavadas, donde se destaca el ajuar funerario que les acompañaba (42 ceramios en la tumba de la mujer, muchos de ellos de alta calidad; objetos de cobre y cobre dorado). Se está terminando el análisis de estos contextos que serán publicados próximamente. Es interesante remarcar que gran parte de esta producción estaba destinada a actos rituales ligados a los enterramientos. Más adelante (Uceda, véase la parte IV de esta publicación) sostiene que una de las bases de la estructura ideológica del poder Moche estaba ligada al manejo de los entierros y el culto a los muertos. En este sentido, es de sospechar que los talleres de la élite Moche tengan una relación espacial y estructural con el mundo de los sacerdotes de la sociedad Moche. CONCLUSIONES 1. El taller Moche estudiado forma parte de un conjunto arquitectónico mucho más complejo y que formó parte de la red urbana asentada en el sitio Moche de las Huacas del Sol y de la Luna y que corresponden a nivel estilístico a la fase IV Moche. 2. En este taller existen suficientes evidencias que permiten sostener que la producción de cerámica fue dirigida a actividades rituales y su producción se hizo por completo en el mismo sitio. La materia prima fue local para la producción de la masa, aunque para el engobe blanco usaron una especie de caolín que se encuentra en la sierra aledaña. 3. La dieta y recursos a los que tenían acceso los alfareros del centro urbano de las Huacas, junto con el tipo de arquitectura y el tipo de ofrendas en las tumbas de alfareros registradas, permiten sostener que este grupo de artesanos -por lo menos en este caso particular- formó parte de la misma élite Moche. 104

96 Tercera Parte Excavaciones en el Cerro Blanco 105

97 INTRODUCCION A LAS EXCAVACIONES EN EL CERRO BLANCO Santiago Uceda El Cerro Blanco es un macizo montañoso que se yergue aislado en la margen sur del valle bajo del río Moche. Su forma casi cónica lo distingue del resto de montañas de los primeros contrafuertes andinos. Su color blanquecino producto del color de las rocas de granodiorita y las grandes masas de arena acumuladas en sus faldas, deben ser el origen de su nombre. La importancia de este cerro viene desde épocas prehispánicas, ya que en sus faldas se encuentra el asentamiento urbano más importante de la época Moche y aún hoy día sirve de lugar privilegiado para las prácticas de chamanes y curanderos. Su valor sacral ha trascendido al tiempo. Su importancia arqueológica se remonta a los primeros trabajos de Max Uhle. Este investigador realizó excavaciones en su cima encontrando no sólo restos de tumbas, sino que describió parte de un templo o adoratorio de la época Chimú. La presencia de relieves polícromos en estas edificaciones no fueron después registradas. Steve Bourget (1994a) propuso la hipótesis que relacionaba el cerro y las Huacas, en particular aquella de la Luna, a través del ritual de los sacrificios de montañas muchas veces representado en la iconografía Moche. Este hecho tendría una estrecha relación con la presencia del afloramiento rocoso «capturado» en uno de los patios de la Huaca de la Luna. Las excavaciones que realizó Bourget en la cima, si bien no permitieron descubrir contextos completos de tumbas, ni tampoco la arquitectura decorada que describió Uhle, le permiten proponer una relación ritual de por lo menos un conjunto de cuatro sitios tempranos de la época Chimú. Ellos comparten un sistema de rituales semejantes si se comparan los restos materiales recuperados. La hipótesis de Bourget incluía la propuesta de localización del lugar sacrificial para el ritual de la montaña. La búsqueda de este lugar le llevó al hallazgo de un sitio de la época Salinar. Las evidencias recuperadas están constituidas de restos arquitectónicos similares a las formas estudiadas en el sitio de Cerro Arena (Mujica, 1975, 1984; Brennan 1978, 1980, 1982), el más importante asentamiento Salinar en el valle de Moche. La cerámica si bien no del tipo decorada, las formas y pastas son como las ya descritas para los período Puerto Morin en Virú o Salinar en Chicama. Dos fechas radiocarbónicas confirman las asociaciones y contextos culturales recuperados en las excavaciones de Bourget. Aunque los informes de Bourget que acá se incluyen son preliminares, la información presentada tiene gran importancia para los dos sitios estudiados. En la cima, aparte de los trabajos de Uhle, no existen otras investigaciones que se hayan realizado con posterioridad. Por otro lado, el sitio en la actualidad ha sido casi totalmente alterado por las excavaciones clandestinas. Para el caso del sitio Salinar, la documentación es mucho más consistente y se espera que termine los análisis de los restos culturales y orgánicos que le permitan resolver los problemas centrales de este sitio. Su propuesta de integrarlo a una red de sitios ubicados en el Cerro Blanco es plausible, pero deberemos esperar que los nuevos sitios propuestos para el lado sur del Cerro sean descubiertos o no para afirmar o desechar su modelo. 107

98 EXCAVACIONES EN EL CERRO BLANCO Steve Bourget Este informe se centrará en las dos intervenciones arqueológicas efectuadas en el Cerro Blanco durante la campaña de excavaciones de Los trabajos de campo propiamente dichos se efectuaron del 30 mayo al 8 de agosto. En un primer momento describiremos los objetivos de este programa y la metodología usada en el campo. En segundo lugar, cada uno de los sitios explorados serán descritos y se presentarán los resultados preliminares. Finalmente, en una perspectiva más amplia, se discutirán los análisis realizados en otros sitios y colecciones. OBJETIVOS DEL PROYECTO Este proyecto, que tiene la duración de cinco años, comprende los siguientes objetivos principales: 1) Documentar mejor la naturaleza de las ocupaciones humanas en la cima y sobre los flancos del Cerro Blanco. Para ello, exploraremos dos sectores: uno situado en la cima del Cerro y el segundo situado a mitad de altura, sobre el flanco oeste del Cerro. 2) Estudiar las relaciones que unen física y simbólicamente la Huaca de la Luna y el Cerro Blanco. Para ello realizaremos una excavación al interior del patio 3 de la Plataforma II de la Huaca de la Luna. Los resultados de estas excavaciones, realizadas en 1995, serán presentados en un futuro cercano, luego de concluir con los análisis de laboratorio. METODOLOGÍA GENERAL La metodología empleada, aunque ligeramente diferente en cada uno de los sectores, debido a la naturaleza misma de los sitios, fue bastante semejante. Al inicio de la intervención, una inspección del sitio fue realizada para determinar la amplitud y seleccionar los sectores más prometedores antes de la excavación. Se trató esencialmente de un examen visual de los testimonios culturales visibles en superficie: arquitectura, artefactos, ecofactos. Este primer reconocimiento permitió, igualmente, determinar el eje más adecuado para realizar la primera planimetría y colocar la cuadrícula. La cuadrícula se ubicó según la topografía del terreno y la naturaleza de los vestigios arquitectónicos visibles en superficie. Con la finalidad de facilitar el registro de las áreas de excavación y de recolecta, hemos conservado una denominación según los puntos cardinales. Aquellos no representan, pues, una orientación cardinal precisa. Para el sitio 1, la cuadrícula fue localizada a cada cinco metros y cada 2 metros para el sitio 2. En ambos casos, las dos líneas principales de la cuadrícula estuvieron orientadas según los dos ejes aproximativos oeste - este y norte - sur. La numeración de cada una de las unidades respectivas de 5 m 2 y de 1 m 2 se realizó a partir de la esquina noreste e identificada según las orientaciones cardinales este - norte. Por ejemplo, las unidades son normalmente numeradas de la forma siguiente: (25E-40N). La técnica de excavación se adoptó según la naturaleza misma de los vestigios encontrados y de su grado de conservación. En el caso donde las grandes cantidades de material mueble y sin contexto (arena, piedras y fragmentos de adobe) recubrían el sector, utilizamos la palana y un machete doblado a manera de rasqueta. En el caso del sitio 1, los escombros provenían enteramente de la destrucción del sitio principalmente por las actividades humanas (huaquería), y en menor medida por la erosión del viento y por las lluvias, raras, pero algunas veces intensas (eventos del Niño). Debido a su ubicación, el sitio 2 fue en cambio rápidamente recubierto por la acumulación de arena eólica. Este fenómeno ha permitido una conservación relativamente excepcional de los vestigios arqueológicos. Todos los testimonios culturales observados durante esta limpieza de los escombros y de los depósitos de arena han sido recogidos y cuando una densidad considerable de artefactos se presentó, excavamos con la ayuda de un badilejo y tamizado de los materiales muebles a menos de 10 y 15 centímetros del nivel de ocupación (evaluado por sondeos exploratorios); el resto de la excavación se continuó a badilejo y el material fue cernido con la ayuda de tamices de 1/8". Durante la descripción de cada uno de los sitios, detallaremos los procedimientos más específicos de la recolección de los artefactos, de la excavación por niveles naturales y artificiales y el registro de vestigios arquitectónicos. 109

99 CIMA DEL CERRO BLANCO A finales del siglo pasado, Max Uhle (1915) exploró un sitio situado a 500 m. de altitud, en la cima del Cerro Blanco. Allí descubrió los vestigios de un templo recubierto de murales polícromos, objetos de madera, de plumas y de metal, varias sepulturas, tres figurinas de madera y miles de fragmentos de conchas de Spondylus y de Conus: So I ascended the hill (Cerro Blanco) and was surprised to find in this extraordinary height large and extended walls surrounding the summit. The tiles of adobe have all been brougth up to this height from the plain of the valley. Everywhere were strew pieces of two kinds of sea shells, the red spondylus pictorus, and a white conical shell (...). (...) The excavations upon the summit of this hill, to which I ascended every day, as far as I can, I did once so twice on the same day, offer the advantage, that objects of wood, textiles, feathers are found well preserved in the soil as if they had been interred yesteday. Graves are found there in large number. I would believe that they are of people sacrificed there. I am already so happy to possess in my collection three very fine carved wooden figures of deities (18 October 1899: 4-5). De los 3900 objetos existentes en el catálogo de Uhle, más de 1900 son fragmentos de conchas y fragmentos de conus (Conus fergusoni) y de spondylus (Spondylus sp.). A partir del examen estilístico de las figurinas, es posible situarlas cronológicamente en el período Intermedio Tardío (Chimú). Este sitio, sin embargo, ha sido revisado por los Pozorski quienes notaron igualmente tiestos de factura Moche: «as to dating, most of the sherds we saw were Chimú, but a few Moche sherds were seen» (Pozorski, 1977: 2). En suma, existen varias imprecisiones en las excavaciones efectuadas por Uhle, por lo que nuevas excavaciones eran necesarias en la cima del Cerro con la finalidad de comprender mejor la naturaleza de la ocupación y la importancia respectiva de la presencia Moche y Chimú. Se trataba del único medio para determinar la filiación cultural exacta de las concentraciones de conchas y del cementerio. Varios elementos arqueológicos descubiertos en los sitios del valle de Moche presentan similitudes tales que permiten asociar la ocupación tardía de la cima del Cerro Blanco a un sitio Chimú situado sobre la Huaca del Sol con las Huacas de Dragón y Tacaynamo. Fue, pues, con la finalidad de estudiar la naturaleza del sitio situado en la cima y de analizar sus relaciones con varias huacas situadas en el valle de Moche, que nos decidimos de efectuar esta intervención arqueológica. Proceso de excavación A primera vista durante la primera visita al sitio se mostró decepcionante, puesto que aquello parecía, por así decirlo, totalmente destruido. Los escombros y los restos de testimonios culturales cubrían prácticamente toda la cima del Cerro. No subsistió aquí y allá sino algunos restos de estructuras de adobe. Frente a la amplitud de la destrucción, sólo consagramos dos semanas de excavaciones, del 30 de mayo al 16 de junio inclusive. Con la finalidad de optimizar la posibilidad de encontrar contextos arqueológicos intactos, decidimos dividir el equipo en dos: el primero, dedicado al cuadriculado del sitio, a la recolección de superficie y a los sondeos; el segundo, orientado a la definición de los vestigios de las estructuras que pudieron subsistir. Efectuamos en un primer momento el cuadriculado de base en una superficie de 400 metros cuadrados sobre la parte menos escarpada del sector. Luego recolectamos todos los artefactos y restos orgánicos visibles en superficie en cada una de las unidades de 5 m 2. Esta primera operación nos permitió evaluar rápidamente la densidad de artefactos en el sitio y determinar las zonas donde podían subsistir restos de estructuras. Con la finalidad de descubrir estos eventuales vestigios arquitectónicos, se limpió aquellos sectores más prometedores y con la finalidad de no dejar escapar ninguna posibilidad, se practicó sondeos de un metro cuadrado cada cinco metros de distancia. En todos los casos, durante las excavaciones y sondeos, los resultados fueron muy decepcionantes en lo que concierne la integridad de las estructuras. En efecto, aunque subsistió aquí y allá grupos de adobes aún pegados a la roca madre, la mayoría de los casos a una profundidad de menos de un metro, las estructuras estaban completamente destruidas. Los huaqueros han sembrado, literalmente, cientos de huecos en la superficie de las estructuras. En todos los casos estudiados estos pozos alcanzaron la roca madre, lo que eliminó la posibilidad de descubrir estructuras más antiguas. Sin embargo, pudimos determinar que estos adobes formaron parte de la base donde fueron construidas las estructuras superiores que subsistieron probablemente aún al inicio de este siglo, durante las excavaciones de Max Uhle. Aunque hayamos descubierto fragmentería de fabricación Moche, pegada al mortero que unía los adobes, no es 110

100 posible afirmar con seguridad que las bases de estas estructuras fechan de este período. En efecto, estos fragmentos pueden encontrarse en el material de construcción en una época posterior. Después de esta primera operación, realizamos una segunda recolección de superficie y otra serie de sondeos en el sector más al este. Este segundo sector, de una superficie de unos 300 m 2, se mostró aún más destruido que el precedente. Los sondeos, de otra parte, nos han permitido localizar los vestigios de estructuras in situ. Es en esta parte del sitio que excavamos el resto de una tumba saqueada con la finalidad de determinar el contexto aproximado de ciertos artefactos y vestigios orgánicos recogidos en la superficie. A pesar de la destrucción del contexto, esta estructura correspondió a aquella de un subadulto de una decena de años. Del punto de vista de los artefactos, este enterramiento contuvo también textiles, objetos de madera, granos de nectandra y conchas de Spondylus y Conus. Estos estuvieron completos e igualmente cortados en plaquetas. Algunos de los indicios cerámicos recogidos en superficie corresponden a la ocupación Chimú en el sitio. Este contexto parcialmente destruido indica que las conchas de spondylus y conus, los diversos objetos de madera y granos de nectandra forman parte del complejo funerario Chimú. De la misma manera, ellos indican igualmente que este mobiliario funerario estuvo asociado a la tumba de un niño. Volveremos a discutir estos resultados preliminares en el acápite de la descripción de las excavaciones realizadas en el frontis suroeste. Ante la amplitud de la destrucción del sitio, no juzgamos necesario realizar un plano detallado y preciso de la cima del cerro. La mayor parte de los vestigios de estructuras, a menudo superficiales, no fueron visibles sino después de haber liberado una importante masa de escombros. En total hemos retirado cerca de 700 m 3. Vestigios arquitectónicos Uno de los objetivos principales de esta intervención en la cima del cerro fue localizar y eventualmente estudiar los vestigios arquitectónicos con la finalidad de comprender la naturaleza de la ocupación y la o las funciones del sitio. Para ello, se privilegió dos lugares que parecían estar mejor preservados. El primero está situado en el flanco noreste y el segundo en el flanco suroeste de la cima. Frontis noreste Esta primera estructura, que fue necesario liberarla en gran parte con ayuda de palanas, mide casi 8.5 m. de altura. Se trata de una construcción de adobes rectangulares descansando sobre una base de piedra y adosada en varios lugares a la roca madre. Está compuesta de por lo menos dos paramentos en escalera (Foto 28). Es posible apreciar en esta foto el primer nivel de la base de piedras y aquel del primer escalón y juzgar igualmente el estado de destrucción de los vestigios arquitectónicos. Esta estructura, que sigue el contorno del flanco del cerro, forma parte de un conjunto de estructuras similares aún menos conservadas. Ellas sirven de base de sostén a un conjunto arquitectónico -probablemente un templodel cual no queda ninguna traza en la actualidad. Aunque hemos observado fragmentos de cerámica Moche dentro de los escombros, parece que esta base fue un conjunto macizo de adobes y que tan sólo sirvió de soporte a un conjunto arquitectónico hoy en día desaparecido. No liberamos totalmente la estructura con la finalidad de dejar en su lugar los restos de escombros que la protejen. Es posible que el acceso al sitio se ubicara en este lado. En efecto, hemos observado que sobre los flancos y el pie del cerro, un conjunto de estructuras de piedras contenían varios elementos culturales similares; es decir, fragmentos de jarras y fragmentos de conchas de Spondylus y Conus. Sería necesario, pues, eventualmente explorar estas áreas para determinar si aquellos sirvieron realmente de soporte logístico al templo situado en la cima del cerro. Puesto que los objetivos de la excavación fue documentar la naturaleza de la ocupación y de las actividades del sitio en la cima, concentramos nuestros esfuerzos en el flanco suroeste del cerro. Frontis suroeste Foto 28. Vestigios arquitectónicos. Cerro Blanco. La excavación de la estructura de sostén situado sobre la vertiente suroeste del cerro permitió descubrir el único contexto arqueológico no 111

101 ANÁLISIS DEL SITIO Foto 29. Frontis sur oeste. Cerro Blanco. disturbado del sitio. En un primer momento eliminamos los escombros que cubrían una estructura de adobe descansando sobre una base de piedras (Foto 29). Durante la limpieza de la estructura se recogieron los restos de una tumba. Los vestigios de aquella y los fragmentos de un mismo cráneo estuvieron dispersos sobre una distancia de casi tres metros y sobre una profundidad de casi metro y medio. Ello muestra la amplitud del pillaje y que esta tumba debió estar ubicada en la estructura superior hoy desaparecida. La base de piedras que sigue la forma de la roca madre mide un poco más de seis metros de ancho por dos metros de altura. El resto de la base, que mide casi cuatro metros de altura, descansa directamente sobre ella y está compuesta de adobes. Es al pie del muro de piedras que se descubrió un amplio depósito de huesos de llamas (Foto 30). En suma, el sitio ha sido afectado ampliamente después de la visita de Uhle a inicios de este siglo. Para estudiar y proponer algunas hipótesis en cuanto a la naturaleza de la ocupación en la cima, analizaremos más adelante otros cuatro sitios situados en el valle Moche que presentan una cultura material similar. A pesar del hecho que este sitio ha sufrido una destrucción muy grande (Foto 30) y que nosotros no hayamos podido localizar tumbas intactas o de restos de murales in situ, ha sido posible -a partir de los restos arquitectónicos y de los artefactos diseminados en el suelo- determinar que la huaca debió cubrir un área de casi 1,500 m 2. Si se juzga por los numerosos restos óseos presentes dentro de los escombros, es probable que este templo contuvo varias centenas de sepulturas. De hecho, se trata, probablemente en parte, de una especie de necrópolis especializada puesto que todas las osamentas que se han recogido y analizado fueron de niños o de jóvenes adolescentes. Varios de los objetos y fragmentos de conchas que se hallaron se encontraban entre estos restos de los enterramientos. Es probable que la mayoría de estos artefactos constituyan ofrendas funerarias. En la cima del Cerro, la mayoría de estas sepulturas estuvieron probablemente flexionadas y ubicadas contra las rugosidades rocosas y que luego fueron tapiadas por filas de adobes. Otras se ubicaron en los restos arquitectónicos que existieron aún durante las excavaciones de Uhle. Por ejemplo, se detectó los restos alterados de al menos una sepultura en un cubículo hecho de piedras y adobes casi enteramente destruido, el cual media casi dos por tres metros. En el lado sur del sitio, dentro de los escombros del pillaje cubriendo una estructura de piedras y adobes (frontis suroeste), se descubrió además numerosas conchas, artefactos formando parte de sepulturas de por lo menos dos jóvenes mujeres. Entre ellos hubo fragmentos de objetos de madera, algunos recubiertos de plumas, granos de nectandra, delicados objetos hechos de chaquiras vegetales en miniatura, placas de cobre y un pez en plata, así como varias piezas de textiles, algunas bien conservadas entre las cuales sobresalen un paño en miniatura, un poncho y un pequeño saco. Foto 30. Restos óseos de camélido. Cerro Blanco. Foto 31. Vista generdel templo. Cerro Blanco. 112

102 Al exterior de la base del templo y depositado directamente sobre el flanco suroeste del Cerro, hemos descubierto una espesa capa de huesos de llama (Lama glama), mezclada con arena eólica (Foto 31). Este depósito descansa directamente sobre la roca madre, midió al menos 30 m 2 y tuvo un espesor de 50 a 80 centímetros. El estado de conservación de las osamentas y la presencia de la arena eólica indican que estos animales fueron dejados expuestos al sol por un período de tiempo antes de ser recubiertos por una fina capa de arcilla de unos 2 centímetros de espesor. Es difícil determinar si esta capa de arcilla fue colocada intencionalmente o si fue producto de las lluvias intensas (fenómeno del Niño). Dos fragmentos de cerámica negra Chimú temprano fueron hallados directamente sobre la capa de arcilla. Nosotros hemos llevado 90 kilos de huesos para su análisis, que no representan sino una pequeña fracción del conjunto del depósito. El número mínimo de individuos fueron de 59 y todos de una edad menor de un año (Vásquez y Rosales, 1994): - Desarrollo dentario NMI % meses meses meses meses a más Distribución de camélidos de Cerro Blanco Del mismo modo que para las sepulturas humanas, todos ellos fueron jóvenes. El depósito representó pues una zona especializada de restos de llamas y no cualquier desecho de restos de cocina. Un sector similar, pero completamente destruido por la huaquería, se halló sobre el flanco norte del cerro. Por el momento puede ser establecida una relación entre los restos humanos y aquellos de las llamas solamente a partir del perfil de la edad durante su muerte, puesto que no estaban directamente asociados. Es probable, de otro lado, que los fardos funerarios estuvieron más bien ubicados al interior de las estructuras arquitectónicas en tanto que las llamas fueron dejadas expuestas al sol y a los gallinazos, al exterior de los muros sur y norte de la huaca. Excepto algunos fragmentos de cerámica de fabricación Moche, que no permiten demostrar fuera de toda duda una presencia Moche, la gran mayoría de la fragmentería recogida son bordes o fragmentos de grandes jarras. La gran fragmentación de las jarras testimonia igualmente el grado de destrucción del sitio. Aunque hemos cernido una cantidad apreciable de materiales en varios sectores del sitio, se ha podido observar una casi total ausencia de restos orgánicos comestibles. COMPARACIONES Puesto que un examen superficial de las figurillas descubiertas durante las excavaciones de Uhle y durante nuestros trabajos indican ya ciertas relaciones con otros sitios de la región, posteriormente hemos comparado la colección recuperada en el Cerro Blanco con aquellas de cuatro otros sitios situados en el valle de Moche con la finalidad de evaluar el grado de parecido. Los sitios analizados han sido la Huaca de la Luna, durante su ocupación posterior a los Moche, y las Huacas del Arco Iris, Tacaynamo y Calvario de los Incas. Hemos estado fuertemente sorprendidos de constatar en cada uno de estos sitios una homogeneidad artefactual casi absoluta; así, en estos sitios encontramos los siguientes elementos: 1. Cada uno de estos sitios contienen cementerios compuestos exclusivamente de tumbas de niños, adolescentes o jóvenes adultos, y en tres de estos sitios: Cerro Blanco, Arco Iris y el Calvario de los Incas, existen huellas de pintura roja adherida aún a las caras de algunos cráneos, sobre todo alrededor de las arcadas superciliares y sobre la frente. Si se compara a algunas de las sepulturas no destruidas descubiertas, es probable que la mayoría de los cuerpos estuvieron en posición flexionada (Horkheimer, 1944; Schaedel, 1966). 2. Se notó en cuatro de estos cinco sitios sectores compuestos exclusivamente de llamas jóvenes. Aunque hubo también llamas en Tacaynamo, no hemos podido verificar si se trata de individuos jóvenes. En Calvario, pozos de huaqueros nos permitieron observar que las patas de los animales estaban amarradas con cuerdas. Fragmentos de cuerdas han sido también halladas entre las osamentas de llama en Huaca de la Luna y en Cerro Blanco. 3. En cada uno de estos templos han sido halladas figurinas de hechura similar, casi idéntica, como aquellas que provienen de Cerro Blanco y de la Huaca del Dragón. En el caso de Huaca de la Luna, la estatuilla es una miniatura pero de tipo relativamente similar a los otros. Margareth Jackson, de otra parte, ha propuesto que estas estatuillas de Cerro Blanco, del Dragón y de Tacaynamo fueron muy similares (Jackson, 1991). 113

103 4. Sólo la colección de Huaca del Dragón no contuvo estos objetos en madera. Semillas de nectandra, objetos en cobre y fragmentos de adobes pintados en amarillo estuvieron presentes en los cinco sitios. Pequeños peces en plata (4-6 cm.) fueron registrados en el Cerro Blanco, Tacaynamo y el Dragón. Estos objetos en metal fueron probablemente cosidos sobre prendas en textil. 5. Susana Rivera, del Museo de Arqueología de la Universidad Nacional de Trujillo, procedió a analizar 739 textiles provenientes de la Huaca del Dragón (380), Tacaynamo (210), La Luna (119) y de Cerro Blanco (30). La gran mayoría de ellos fueron confeccionado en algodón y presentan características técnicas y decorativas muy similares y pueden datar del Chimú Temprano. «Es cierto, también, que nos falta contar todavía con datos contextuales para poder determinar con certeza la relación espacio - tiempo entre estos sitios importantes del valle de Moche. Sin embargo, no cabe la menor duda, que todos estos tejidos presentan las mismas características técnicas y decorativas y posiblemente obedezcan a una producción artesanal muy bien controlada» (Rivera, 1994: 4). 6. En dos de los sitios hallamos fragmentos de vasos compuestos principalmente de grandes jarras alisadas y de cocción reducida. Se observa igualmente la ausencia de cerámica funeraria. 7. Los cinco templos contaron también con cantidades considerables de conchas de spondylus (Spondylus sp.) y de conos (Conus fergusoni). Se les encuentra tanto enteros como en forma de plaquetas. Es probable que en el sitio de Calvario de los Incas exista una mayor cantidad de conchas. En ese sitio hemos notado otro detalle que habíamos observado en otras colecciones o sitios, se trata de la cremación de conchas y textiles. 8. Finalmente, tal como lo mencionamos anteriormente, ningún resto de cocina o de basural fue detectado en el sitio de Cerro Blanco. Se trata de una observación que había sido ya hecha por Schaedel para el sitio de Huaca del Dragón (1951b: 18). Ante esta virtual ausencia de restos orgánicos no manufacturados, es probable que las grandes jarras descubiertas en todos estos sitios sirvieron para contener ciertos líquidos. INTERPRETACIÓN CONTEXTUAL Aunque el más importante escondrijo de ídolos de madera descubierto en Huaca del Dragón no estuvo in situ, Schaedel (1951b:16) encontró junto a ellos una gran cantidad de huesos humanos y de llama. Esta mezcla indica que probablemente ellos estaban estrechamente asociados antes de ser disturbados. Este descubrimiento fue hecho en la base del templo y el arqueólogo cree que en el origen estos elementos provenían de un cubículo en el templo (Ibid.: 17). En Cerro Blanco, del mismo modo, Uhle descubrió restos humanos pero sin figurinas: With each of the carved figures Uhle found a human skull, painted red. These were evidently the remains of human sacrifices as at Huaca El Dragon, most were children and adolescents between the ages of 6 and 14 years; one was an adult woman (Menzel 1977: 41). Tal como lo mencionamos anteriormente, en tres sitios (Calvario, Cerro Blanco y Dragón) fueron encontradas huellas de pigmento rojo sobre los cráneos de niños y sobre las caras de las figurinas. Además de estas pinturas faciales, pequeños peces en plata probablemente cosidos sobre las vestimentas de los muertos están también presentes sobre las figurinas en forma de incrustaciones de conchas. Es muy tentador proponer que existió una cierta relación metonímica entre los jóvenes individuos y las figurinas: los niños llevando los mismos atributos faciales y vestimentas serían enviados a los ancestros con la finalidad de realizar las mismas acciones que su alter ego de madera (portador de ofrendas, guerreros, músicos, prisioneros, etc.). Contrariamente a lo que ya fue propuesto por Pozorski (1977) y Schaedel (1951b, 1966), el análisis de las vastas colecciones de conchas de los sitios de Cerro Blanco, de la Huaca del Dragón y de Tacaynamo no han permitido determinar que se trate de talleres de transformación de conchas. En efecto, a pesar de las plaquetas terminadas, conchas enteras o fragmentos destruidos por el saqueo, no hemos descubierto ninguna etapa de transformación (cadena operacional), ningún desecho de taller y ningún utensilio como cuchillo de cobre o pulidores en piedra. Estos artefactos estuvieron manufacturados en otro lugar y traídos a estos templos en tanto que ofrendas funerarias. Por otra parte, la única sepultura in situ excavada por Schaedel en la Huaca del Dragón, fue aquella de un niño enterrado con cantidad de estas conchas. «While we found the bones of 80 individuals, most of them adolescents, we were able to excavate but one unisturbed burial, that of a small child buried in the floor of the second storey with the omnipresent deposit of shells. The only utilitarian pottery found consisted of water jars, and decorated sherds were exceedingly scarse» (Schaedel, 1951b: 17-18). 114

104 Aunque el contexto arqueológico está a menudo disturbado, los objetos descubiertos y sus parecidos de un sitio al otro son tales que es casi cierto que los rituales realizados en cada uno de estos templos fueron probablemente similares. Igualmente, la constante asociación entre las sepulturas de jóvenes y los restos de llamas jóvenes indican que aquellos estuvieron asociados de cierta manera durante el ritual. No es la primera vez que un descubrimiento de niños y de jóvenes llamas es efectuada en la costa norte del Perú. En Huanchaco, Christopher Donnan y Leonard Foote (1978) han estudiado un sitio funerario del periodo Intermedio Tardío conteniendo los restos de 17 niños directamente asociados con aquellos de varias llamas jóvenes. Aunque los autores admiten que es difícil determinar el sexo de los individuos, ellos sugieren que había una mayoría de mujeres en el grupo (Ibid.: 404). Tres niños tenían las huellas de ocre rojo sobre la cara, las llamas fueron fuertemente amarradas por cuerdas y aunque la cerámica no estuvo muy bien asociada a las sepulturas, grandes jarras fueron descubiertas muy cerca. El fechado del material orgánico asociado a las sepulturas arrojó una fecha de 1405 A.D. (Ibid.: 399). Teniendo en cuenta la edad de los niños y de aquellas de las llamas, los autores han propuesto que aquellos fueron deliberadamente sacrificados y enterrados juntos (Ibib.: 408). En el sitio de Pacatnamú, en el valle de Jequetepeque, otro complejo funerario del período Intermedio Tardío fue descubierto durante los trabajos del proyecto Pacatnamú. En efecto, tres cámaras funerarias, situadas en la audiencia de la Huaca 1, contuvieron 8 individuos ubicados probablemente en posición flexionada, cuyas edades oscilaban entre 11 y 20 años. Ellos estuvieron asociados a una colección impresionante de textiles miniaturas, calabazas, objetos en cobre, granos de nectandra, conchas de conos y spondylus, algunos de los cuales están quemados. En dos ambientes ubicados muy cerca, fueron también descubiertas dos llamas sacrificadas no mayores de un año (Bruce, 1986; Donnan, 1986). Ninguna fecha ha sido publicada para este contexto funerario, pero Susan Lee Bruce sugiere que éste podría fechar del inicio del período Intermedio Tardío ( A.D.) (Bruce 1986:109). Así, en estos dos sitios de un período un poco más reciente, se denota evidencias de rituales similares. Ello sugiere que estos rituales prescritos formaron una parte importante del aparato religioso del inicio de la cultura Chimú y que ellos se realizaron a lo largo de la costa peruana durante un período de tiempo largo. En suma, además de funcionar como un lugar de ofrendas tal como Dorothy Menzel lo señaló, el sitio del Cerro Blanco habría podido formar parte de una cadena de al menos cinco templos, y habría probablemente constituido el punto culminante del conjunto del aparato ritual de los inicios del período Chimú. Aunque sea imposible de reconstruir toda la complejidad del ritual que allí se realizó, es posible imaginar que los niños o jóvenes adultos fueron localizados en los templos con una serie de ofrendas prescritas (conchas, figurinas, textiles, objetos de metal, etc); la ausencia de cerámica funeraria fina, que se encuentra de costumbre en las tumbas Chimú, sugiere que son los niños y los otros objetos parte de la ofrenda. También es permitido creer que durante la confección de los fardos funerarios, las llamas jóvenes fueron entonces transportadas, atadas con ayuda de las cuerdas, sacrificadas y enterradas o dejadas al exterior del templo. Las grandes jarras encontradas en todos estos sitios habrían podido servir para preparar y para servir los brebajes rituales, posiblemente la chicha, para el conjunto de los participantes. A título de hipótesis de investigación, proponemos que este ritual llevará eventualmente al desarrollo de las grandes plataformas funerarias de Chan Chan. Así, Thomas Pozorski descubrió en los cubículos situados en la plataforma funeraria de las Avispas, cientos de jóvenes mujeres asociadas a ofrendas de spondylus, cantidades de tejido, objetos de madera y de metal. En un patio lateral, halló igualmente numerosas osamentas de llamas. Siempre según este arqueólogo, estas mujeres, llamas y ofrendas acompañaron a un jefe del imperio del Chimor (Pozorski, 1979a y b). LA OCUPACIÓN SALINAR El episodio cultural Salinar, que marca el fin del Horizonte Temprano y los inicios del período Intermedio Temprano, fue identificado por primera vez por Rafael Larco Hoyle, hace poco más de sesenta años, en la parte alta del valle de Chicama (Pampas de Jaguey) (Larco, 1944). A partir de conjuntos funerarios y según su propia terminología, definió este importante episodio cultural como formando parte del final de la «época evolutiva» (período último), precedido por la cultura pre- Cupisnique (período inicial) y la cultura Cupisnique (período medio) (Larco, 1948). Este autor también sostiene que las superposiciones estratigráficas y las intrusiones de sepulturas demuestran claramente la secuencia Cupisnique - Salinar - Moche. También fue Larco Hoyle quien localizó el primer cementerio Salinar al Este del puerto de Guañape en el valle de Virú. En este mismo valle, Gordon Willey determinó que la más fuerte 115

105 concentración de sitios Salinar (Fase Puerto Morin), se sitúa sobre la vertiente norte del río Virú y de cada lado del valle alto de Virú y del río Huacapongo (Willey, 1953). Según Curtiss Brennan, los sitios situados a lo largo del valle alto de Virú se localizarían sobre un camino prehispánico permitiendo unir los valles de Virú y de Moche: «Finally, an examination of the distribution of the Salinar sites known in the Moche Valley relative to those known from the neighboring Viru Valley raises the possibility of multi-valley integration on an economic, if not also political, basis at this early date» (Brennan, 1980: 19) Según Elías Mujica, esta integración no sería sin embargo homogénea, y las manifestaciones culturales Salinar de los valles de Chicama, Moche y Virú presentarían diferencias significativas en sus patrones de establecimiento y en sus estilos cerámicos, lo que podría reflejar que se trata de tres grupos culturales distintos, pero interrelacionados (Mujica, 1984: 12). En los valles de Chicama, Moche y Virú, el estilo marcó pues una transición entre el Cupisnique y el advenimiento de la cultura Moche (Brennan, 1982: 252; Conklin y Moseley, 1988: 148). Después de esta época, los estudios sobre el período Salinar son poco numerosos y dan una visión muy localizada. La vasta mayoría de los trabajos fueron hechos sobre el grupo de sitios de Cerro Arena, descubierto por Michael Moseley y situado a unos 2.5 km. del Cerro Blanco (Brennan, 1978, 1980, 1982; Mujica, 1975 y 1984) y sobre la fase Puerto Morin (Salinar) del valle de Virú (Strong y Evans, 1952; Willey, 1953). Con cerca de 2000 estructuras de piedras distribuidas sobre más de 2 Km 2, Cerro Arena representa el sitio más importante del episodio Salinar. Alrededor de unas cincuenta de estas estructuras de piedra recubiertas de techos de junco y arcilla fueron excavadas (Brennan, 1978; Mujica, 1975). La diversidad arquitectónica del sitio en cuanto a la amplitud de las estructuras, la calidad de sus construcciones y la naturaleza de sus organizaciones internas (fogones, banquetas, ausencia o presencia de desechos culinarios, etc.), indican varias zonas de residencia o de actividades especializadas: sectores de habitación, centros ceremoniales, administrativos, etc. (Brennan, 1980, 1982). Con la finalidad de estudiar la complejidad de este sitio, Brennan creó una tipología de las estructuras y de los ambientes basada en la forma de las habitaciones, su grado de acabado, la naturaleza de los elementos (banquetas, fogones, etc.) y de los restos encontrados en cada una de los recintos (restos orgánicos y artefactos) (Brennan, 1978 y 1980). Definió, entonces, cinco tipos de recintos (A a E) y tres Foto 32. Estructuras sitio Salinar. Cerro Blanco. tipos de estructuras (I, II y III), la primera de aquellas comprendiendo tres variedades (A, B, C). Con la finalidad de facilitar las comparaciones entre el sitio del Cerro Blanco (PCB-2) y el sitio de Cerro Arena, utilizaremos de manera general la tipología de Brennan. Muy recientemente, dos nuevos sitios han sido descubiertos sobre los flancos mismos del Cerro Blanco y han permitido documentar un poco más la importancia de la ocupación Salinar en el valle de Moche. El primer sitio está situado sobre la vertiente norte del cerro, fue estudiado de manera exploratoria por tres estudiantes de la Universidad Nacional de Trujillo en el marco de sus prácticas preprofesionales dirigidas por Santiago Uceda (Quilcate, et al., 1994). Se trata de un sitio complejo que comprende varias reocupaciones distintas, distribuidas sobre más de 1500 años, es decir desde el final del Horizonte Temprano (Salinar) hasta el período Intermedio Tardío (Chimú). De este sitio se puede ver Cerro Arena y su localización sugiere una posición estratégica con la finalidad de controlar la Pampa del Cacique. Un segundo sitio Salinar sobre el Cerro Blanco Este segundo sitio se sitúa a la mitad del cerro Blanco, casi en línea recta detrás de la plataforma III de la Huaca de la Luna. Se construyó sobre dos aterrazamientos de la colina y las estructuras no eran visibles antes de la excavación. En efecto, no fue sino después de efectuar una trinchera exploratoria con la finalidad de determinar la naturaleza de una ocupación, de la cual no subsistía sino fragmentería de cerámica en el suelo, que se localizaron las primeras estructuras del sitio (Foto 32). Los sedimentos que cubrían las estructuras estaban compuestos de arena y fragmentos de piedra, lo que alcanzaban en algunos lugares más de tres metros de espesor. Estas excavaciones que, en un primer momento, no deberían durar sino una semana, se prolongaron del 8 de junio hasta el 20 de agosto de 1994 y permitieron descubrir una ocupación Salinar 116

106 sobre el sitio, teniendo en cuenta el eje general de esta primera unidad arquitectónica y de la forma natural del voladizo rocoso. Foto 33. Estructuras sitio Salinar. Cerro Blanco. relativamente bien conservada. Estos trabajos arqueológicos han revelado varias estructuras construidas en piedras, artefactos y vestigios orgánicos. En un primer momento, describiremos la metodología empleada en la excavación; en segundo lugar, describiremos suscintamente los resultados obtenidos, la naturaleza de las ocupaciones y las asociaciones posibles con otros sitios de la región. Finalmente, presentaremos las dos fechas radiocarbónicas obtenidas sobre las muestras de carbón de madera. Proceso de excavación Este sitio fue descubierto durante las múltiples subidas que tuvimos que efectuar para excavar el sitio en la cima del Cerro. Sobre una saliente natural, observamos entonces fragmentería de cerámica. Durante una visita al lugar, Santiago Uceda propuso ya una ocupación antigua, posiblemente Gallinazo. Una excavación se imponía a fin de determinar la naturaleza exacta de esta presencia cultural. A partir de una recolección de superficie, en un primer momento delimitamos un área de 490 m 2 para explorar. La recolección de los artefactos se efectuó tomando unidades de 2 m 2. Para facilitar la localización de las áreas de excavación, denominamos de manera arbitraria el salidizo sur como «sector sur» y el salidizo norte, como «sector norte». Después de la recolección de superficie, la segunda etapa consistió en realizar una trinchera de 1.5 m. por 18 metros de largo en el sector sur. Esta trinchera, que cortó en ángulo recto el voladizo, intentó esencialmente determinar la densidad de los artefactos y estudiar la estratigrafía del sitio. Luego de menos de dos horas de trabajo, apareció la cabecera de una estructura de piedras. Detuvimos inmediatamente la excavación de la trinchera puesto que aquella no permitiría documentar correctamente las estructuras arquitectónicas. Por tanto, colocamos una cuadrícula Entonces, introdujimos un sistema de cuadriculación cartesiana cada metro según los ejes sur-norte y este-oeste. Cada uno de los cuadros fueron nombrados a partir de su esquina nor-este (ejemplo: 46E-24N). Los escombros y la arena eólica que recubrían los vestigios fueron eliminados con la ayuda de la palana y la rasqueta hasta unos 10 cm. de la ocupación, es decir que tan luego que los testimonios culturales eran más visibles entre los escombros, excavamos utilizando badilejos y los sedimentos fueron pasados a través de un tamiz de 1/8". Todos los artefactos y restos orgánicos recogidos se localizaron al interior de cada metro cuadrado. En total se excavaron 130 m 2 y corresponde al conjunto del sitio. Aunque el estado de conservación de los vestigios no permite juzgar la amplitud exacta del sitio, el número de las estructuras se evaluó a unas 13 aproximadamente. Discusión de los resultados En suma, en comparación con el sitio de Cerro Arena, se trata de un sitio Salinar de dimensiones completamente modestas y conteniendo un número reducido de estructuras. Sin embargo, lo que lo hace notorio es la calidad de la arquitectura. En efecto, las estructuras puestas en evidencia son bien construidas y recubiertas de una fina cada de arcilla. La arena y las rocas que han caído del cerro permitieron rápidamente recubrir el área de ocupación y de preservarlo del pillaje. En ciertos lugares, los muros alcanzan una altura de casi dos metros y los enlucidos recubrían aún algunos muros y banquetas. Describiremos primeramente las estructuras y en segundo lugar la cultura material. Estructuras arquitectónicas De la misma manera que para el grupo de sitios de Cerro Arena, los indicios arquitectónicos dejan creer en una única ocupación. La manufactura cuidadosa de estas estructuras corresponden al tipo I de la tipología de Brennan (1978: ). Sin embargo, no es posible ser categórico y ligar necesariamente estas estructuras a una de las variedades estructuro-funcionales definidas por Brennan. En efecto, la mayoría de las estructuras, ambientes, corredores y pisos existentes son incompletos, haciendo difícil de realizar el análisis en este sitio. 117

107 Sector Sur A pesar de su estado incompleto, la estructura principal del sector sur formaría parte del tipo I de las estructuras definidas por Brennan: grandes ambientes de formas rigurosamente rectangulares, muros rectos de piedras planas paradas, recubiertas de una fina capa de arcilla. A semejanza de Cerro Arena, estas piedras de granodiorita, de formas disparejas, provienen de la colina misma. El piso está hecho de arcilla colocada directamente sobre una capa de grava color amarillento. Al menos tres remodelaciones son visibles. El último piso presenta una ligera pendiente, lo que parece indicar que la parte faltante del edificio poseyó un nivel superior. Los cimientos de piedra unidas y el mortero dejan suponer que esta parte sobreelevada midió entre 7 y 9 metros de largo y alcanzaba el borde del voladizo rocoso (Foto 32). Es pues posible que durante un terremoto, el conjunto de la estructura haya sido arrastrado por la pendiente del cerro. Parece que el techo, compuesto de carrizo entrelazado (Cana brava) y de mortero, se haya incendiado al final de la ocupación. Hemos encontrado numerosos fragmentos de carbón de este techo y lo hemos tomado para una muestra para fechamiento (ver más adelante). Un corredor, situado alrededor de la estructura, permitía probablemente acceder a otros ambientes, de los que no quedan sino fragmentos de pisos de arcilla y la base de algunos muros. Utilizando la pendiente natural del voladizo y de la colina, los ambientes se construyeron en diversos niveles al sur, al este y al norte de la estructura principal. Los dos ambientes de forma rectangular, situados directamente al norte de esta estructura, son similares a aquellos descubiertos en el sector norte. La conservación y la integridad del sitio no permite demostrar si formaron parte de la estructura principal del sector sur. Sector Norte El sector norte, situado sobre el segundo voladizo rocoso, está mejor conservado. Debido a la forma de los recintos encontrados a un lado y otro de los dos sectores, es probable que aquellos estuvieron unidos por un conjunto de otras estructuras que actualmente están destruidas. Los dos recintos juntos mejor conservados de este sector miden respectivamente 19 m 2 el recinto principal y 6 m 2 el recinto contiguo (Fig. 56). Estos dos ambientes están unidos por una entrada de dos escalones de 50 cm. de ancho. Este conjunto de dos ambientes podrían formar parte de los recintos de la Figura 56. Planimetría del sitio Salinar. Cerro Blanco. 118

108 Figura 57. Isometría del sitio Salinar. Cerro Blanco. clase 2 de la tipología de Brennan (1978, 1980). Los dos recintos de forma casi rectangular están hechos de piedras paradas recubiertas de una fina capa de mortero. Los pisos están hechos igualmente de una capa de arcilla descansando sobre arena y una cama de pequeñas piedras planas. El recinto grande contienen banquetas de piedras recubiertas de arcilla en los tres muros existentes (Foto 33). Una muestra de carbón fue recogida de un fogón situado en la esquina suroeste de este ambiente (ver más adelante). El segundo ambiente es mucho más pequeño (1.5 x 4 metros) y contiene dos niveles separados por tres piedras. Los vestigios de dos fogones fueron situados en la esquina noroeste del ambiente. 2. Es probable que actualmente este recubierto por las dunas acumuladas sobre las faldas del cerro en este sector. Finalmente, una reconstrucción isométrica del conjunto del sitio permite juzgar los volúmenes de las estructuras y de su arquitectura global (Fig. 57). La cultura material La cerámica es esencialmente de carácter doméstica y utilitaria (Figs. 58 al 68). Muy pocas piezas han sido pintadas y modeladas. El color de la pasta varía de rojo a marrón oscuro. La superficie de Al oeste y sur de esta estructura se encuentran otros recintos y pisos constuidos sobre diversos niveles y de los cuales no quedan sino partes. Una rampa, ubicada detrás del ambiente doble, esta construida a lo largo de la roca madre. Esta rampa constituida de gravas finas y arcilla se eleva de norte a sur. Es posible que esta rampa permitió comunicar al norte del Cerro Blanco con el primer sitio Salinar y hacia el sur con un probable sitio por descubrir. Siguiendo esta rampa, nosotros seguimos la pared rocosa en varias oportunidades sin descubrir este sitio. Teóricamente, debería situarse en la falda sur del Cerro y a la misma altitud de PCB- Figura 58. Cerámica sitio Salinar. Cerro Blanco. 119

109 Figura 59. Cerámica del sitio Salinar. Cerro Blanco. Figura 60. Cerámica del sitio Salinar. Cerro Blanco. Figura 61. Cerámica del sitio Salinar. Cerro Blanco. Figura 62. Cerámica del sitio Salinar. Cerro Blanco. 120

110 Figura 63. Cerámica del sitio Salinar. Cerro Blanco. Figura 65. Cerámica del sitio Salinar. Cerro Blanco. Figura 64. Cerámica del sitio Salinar. Cerro Blanco. Figura 66. Cerámica del sitio Salinar. Cerro Blanco. Figura 67. Cerámica del sitio Salinar. Cerro Blanco. Figura 68. Cerámica del sitio Salinar. Cerro Blanco. 121

111 algunos vasos está pulida. A pesar de la ausencia de pintura o de decoración, las formas encontradas sugieren una fuerte homogeneidad y se parecen mucho a aquellas de Cerro Arena. Se han descubierto un total de 61 vasos en diversos recintos de los dos sectores. La única estructura principal del sector sur no contuvo ningún fragmento de cerámica. La ausencia de las típicas culturas Gallinazo o Moche, unido al parecido de nuestros conjuntos con los tipos de la cultura Salinar del valle de Moche y los valles limítrofes, indicaron, al final de la excavación, una posición estilística, morfológica y cronológica alcanzando al inicio del período Intermedio Temprano. Además, el descubrimiento de una punta de proyectil de pizarra pulida (Fig. 69), idéntica a las puntas descubiertas en el más importante sitio Salinar del valle de Moche, Cerro Arena (Brennan, 1980; Mujica, 1975), apoya la posición cronológica de este sitio. Finalmente, un fragmento de borde modelado en arcilla químicamente diferente -lo que ha sido demostrado con la ayuda del análisis por activación neutrónica (Chapdelaine, Bourget y Kennedy, s.f.), y recubierta en la cara externa de un engobe blanquecino, recuerda un conjunto de cerámica hallado en el sitio de Cerro Arena, y que testimonia una relación estrecha con la cultura Layzon situada en los Andes, y más particularmente en la región de Cajamarca (Mujica, comunicación personal, 1994). Restos orgánicos A parte de algunos huesos de llama (Lama glama), muy pocos restos orgánicos fueron descubiertos. Aunque se haya tamizado con cedazos finos, teniendo cuidado en las zonas de combustión, casi ningún resto de actividad culinaria fue detectado. Parece pues, a primera vista, que los alimento se cocinaron en otro lugar y que los fogones sirvieron sobre todo para calentar los alimentos, sean líquidos o sólidos ya preparados. Por otro lado, estos fogones fueron poco importantes y los suelos de ocupación circundantes, testimoniaban actividades poco intensas como sobre las otras áreas de ocupación en las estructuras. Fechas radiocarbónicas La primera muestra fue tomada en el sector sur de los restos de un techo quemado que recubría la estructura principal (Fig. 56). La materia vegetal corresponde a una variedad de caña brava. La fecha obtenida es de 2130 ± 60 B.P. (Beta-76255). La segunda muestra de carbón de madera proviene de un fogón ubicado al interior de un recinto perteneciente a la estructura compleja del sector norte (Fig. 56). El resultado de la fecha es de 2270 ± 70 B.P. (Beta-76256). Las dos fechas obtenidas concuerdan bien con la posición cronológica atribuida a la cultura Salinar: los primeros siglos antes de nuestra era. Si se les integra estas dos fechas a aquella obtenida para Cerro Arena (2090 ± 110 B.P.), parece que la ocupación Salinar en el Cerro Blanco es anterior. Sin embargo, si se le aplica el test de Student a estas tres fechas y a aquella de Puerto Morin (2035 ± 70 B.P.) (West, 1979), podrían ser contemporáneas. Es pues permitido creer que la ocupación Salinar y Puerto Morín se extienden sobre varios siglos (Moseley, 1992: ). Figura 69. Punta de pizarra del sitio Salinaren Cerro Blanco. Reducida al 65% del tamaño original. La localización del sitio sobre dos salientes rocosas dando una vista directa sobre el Océano Pacífico, el río Moche, el valle y el Cerro Negro; la calidad de acabado de las estructuras arquitectónicas y la ausencia de restos culinarios dejan suponer que este sitio tuvo una función especializada. Los tipos de cerámica y las fechas radiocarbónicas indican que este sitio fue igualmente contemporáneo a aquel de Cerro Arena y probablemente a aquel descubierto sobre el flanco norte del Cerro Blanco. Es pues posible que por su posición estratégica y de la imposibilidad de explotar los recursos medioambientales en el cerro, este sitio sirvió en parte para observar los desplazamientos en este sector del valle y para servir de puesto de vigilancia 122

112 para el grupo de sitios de Cerro Arena. De este sitio o más bien de una cadena de sitios Salinar circundando el Cerro Blanco a semi altura, habría sido posible vigilar estrechamente la parte baja del valle y el paso de Banderas, permitiendo ganar el valle de Moche y aquel de Virú. Este sendero pasa al sur del Cerro Ochiputur y sobre el borde del mar en el valle de Virú. Si PCB-2 funcionó con el primero situado al norte del Cerro, faltaría un tercero sobre la falda sur que permitiría controlar la zona comprendida entre el Cerro Ochiputur, el Cerro Chico y el Océano Pacífico. No está excluido sin embargo que funciones rituales hayan podido desarrollarse particularmente en la estructura principal del sector sur. La rampa situada directamente en el sector norte posiblemente serviría para acceder a otro sitio o a un lugar estratégico o ritualmente importante. Nosotros no hemos sin embargo descubierto ningún otro sitio Salinar en este sector del Cerro. No está excluido que aquí se podría descubrir eventualmente otra ocupación de este período, puesto que varios montículos de arena cubren los flancos sur del Cerro y podrían bien cubrir sitios muy bien conservados. Al final de la excavación, localizamos otras estructuras de piedras hundidas directamente en la parte inferior de dos voladizos rocosos. El tiempo y los recursos no permitieron excavar este sitio. En la perspectiva de comprender mejor la naturaleza de la ocupación Salinar en el Cerro Blanco y la función exacta de este sitio, la excavación de este tercer sitio y un inventario detallado de la fachada sur del Cerro se impondría. 123

113 Cuarta Parte Análisis e Interpretaciones 125

114 INTRODUCCIÓN AL ANÁLISIS E INTERPRETACIONES Santiago Uceda La culminación de una investigación es la interpretación de los resultados a partir de los datos obtenidos a lo largo de la misma. En términos generales, ella debe seguir al análisis y procesamiento de los mismos datos. En algunos capítulos precedentes así sucede; sin embargo, algunos estudios por su especialización y porque abarcaban más de un sector a la vez, no permitía incorporarlos en los respectivos capítulos donde se describe las excavaciones y análisis de los materiales tales como cerámica, arquitectura, etc. Esta fue una de las razones fundamentales por la que se pensó en considerar una parte aparte. En esta parte se han agrupado tres temas distintos. El primero se refiere al análisis de los restos orgánicos (vegetales y animales) usados en la dieta y economía del poblador Moche. Este estudio lo realizaron tres estudiantes (J. Cárdenas, J. Rodríguez y Luis Aguirre) dentro del marco de sus prácticas preprofesionales. Los materiales proceden de tres sectores distintos, tanto en ubicación espacial como contexto socio cultural de sus ocupantes: Plaza 2 de la Huaca de la Luna, Taller de Alfareros y sector de Tuberías. La hipótesis de partida, producto de los estudios previos de campo y contextos (ver las partes I y II), indicaba que la Plaza 2 debió corresponder a actividades rituales y sus actores pertenecer a la élite Moche. Los ocupantes del Taller de Alfareros tendrían un estatus inferior a los de la Huaca, aunque privilegiada con respecto al resto de la población. El sector de Tuberías, aceptando que se trata de horticultores cercanos al centro urbano, pudieron pertenecer a él o formar parte del grupo de campesinos en general. Los resultados obtenidos, si bien tienden a confirmar la hipótesis inicial, no resuelven una serie de problemas que influyen fuertemente en las interpretaciones hechas. El aporte de este estudio, obviamente, es en presentarnos una primera visión de la dieta del poblador Moche, en un espectro global, si bien es cierto que aún no tenemos los estudios de dieta de todas las unidades habitacionales estudiadas y de otras áreas de la misma Huaca. Para el presente año contaremos con muchos de estos estudios y recién se podrá efectuar un estudio comparativo más exhaustivo. El segundo trabajo, hecho por Santiago Uceda, es una descripción e interpretación de las escenas y maqueta de madera asociadas a la Tumba 7 en Huaca de la Luna. La propuesta hecha es que estas escenas forman parte de un sistema de ceremonias y rituales relacionadados al culto a los muertos y a los ancestros. Estas «maquetas» no serían modelos arquitectónicos, sino modelos de rituales. Bien se podría tratar de una manera de difundir estos ceremoniales, en particular su estructura. El valor de estas escenas es que por primera vez se tiene la oportunidad de estudiar estos ceremoniales en una representación tridimensional, donde la ubicación de los personajes dentro de un espacio arquitectónico, nos permite proponer a los arqueólogos e historiadores una interpretación más plausible sobre la o las funciones de los mismos. El último de los trabajos, también de Uceda, intenta ser un primer esbozo interpretativo sobre la función de la Huaca de la Luna y de los diferentes eventos hasta el momento recuperados y que aparentemente no tendrían una conexión entre sí. Se trata del hecho de las repetidas reconstrucciones de las edificaciones unas sobre otras, enterrando las más antiguas para sobre ellas construir el nuevo edificio. Otros dos elementos son la presencia de tumbas de oficiantes y tumbas con reentierros parciales de viejas tumbas, en el relleno que cubre los viejos edificios. La renovación del poder, como una manera de perpetuar el poder dentro de una élite de manera hereditaria, sería la explicación que de cuenta a estos fenómenos que en apariencia no tienen ninguna relación. Los descubrimientos de Steve Bourget en la Plaza 3A, servirán en el futuro como una prueba importante sobre la función del edificio y el sistema ideológico instituido por los Moche para establecer su poder y hegemonía en un vasto territorio. 127

115 EL MATERIAL ORGÁNICO EN HUACA DE LA LUNA J. Cárdenas, J. Rodríguez y L. Aguirre El estudio del material orgánico, tanto animal como vegetal, proviene de tres áreas distintas: Plaza 2 de la Huaca de la Luna, Taller Alfarero y sector de Tuberías (Figs. 1 y 29). La muestra elegida abarca tres segmentos de la población en el sitio. Es necesario, sin embargo, precisar que los contextos de la Plaza 2, por tratarse de rellenos, no necesariamente corresponden a la ocupación o actividades realizadas en esta área. Todo lo contrario sucede con los materiales asociados a pisos; lamentablemente estos son los menos. El estudio de los restos orgánicos está dirigido básicamente a establecer los recursos y dieta del poblador moche en sus diferentes estratos sociales u ocupacionales. Los resultados que se presentan aquí deben ser tomados como un primer esfuerzo y las conclusiones como los primeros escalones para esclarecer esta temática. RESULTADOS GENERALES Al término del estudio se obtuvo una muestra total de 82 familias y 129 especies, de los tres sectores estudiados. Los cuales se distribuyeron de la siguiente manera (Cuadro 5, 6 y 7). 1. MOLUSCOS Y CRUSTÁCEOS Los moluscos están compuestos de 25 familias, 36 especies, entre las cuales hay un pulmonado y un dulceacuícola (cuadro 5) y los crustáceos de 02 familias, 04 especies (03 de substrato rocoso y uno de río). PHILUM : MOLLUSCA CLASE : GASTRÓPODA Familia : Fissurellidae. Se identificaron tres especies : Fissurella máxima, Fissurella crassa y Fissurella limbata. Familia : Trochidae. Representada por dos especies : Tegula (Chlorostoma) atra y Tegula euryomphalus. Familia : Turbinidae. Una sola especie Prisogaster niger. Familia : Chitonidae. Una especie: Enoplochiton niger. Familia : Naticidae. Se han identificado dos especies: Polinices uber y Sinum cymba. Familia : Littorinidae. Se identificó una especie: Littorina (Austrolittorina) peruviana. Familia : Patellidae. Se ubicó una especie: Scurria viridula. Familia : Thaididae. Se han identificado cinco especies: Thais (Stramonita) chocolata, Thais (Stramonita) delessertiana, Thais (Stramonita) haemastoma, Thais biserialis y Xanthochorus buxea. Familia : Nassariidae. Se ubicó una especie : Nassarius dentifer. Familia : Olividae. Se identificó una especie: Olivella columellaris. Familia : Mitridae. Representada por una especie : Familia : Marginellidae. Se identificó una especie: Prunum curtum. Sub CLASE : PULMONATA Familia : Bulimulidae. Se identificó dos especies: Scutalus proteus y Scutalus versicolor Familia : Planorbidae. Se identificó una especie : Helisoma peruvianus CLASE : BIVALVIA O PELECYPODA Familia : Mytilidae. Se hallaron tres especies: Semimytilus algosus, Perumytilus purpuratus y Choromytilus chorus Familia : Veneridae. Se ubicó una especie: Protothaca thaca. Familia : Mesodesmatidae. Se ubicó una especie: Mesodesma donacium. Familia : Donacidae. Se ubicaron dos especies : Donax obesulus y Semele corrugata. Familia : Pectinidae. Se identificaron dos especies: Argopecten purpuratus y A. circularis (Lamarck) «Concha de abanico». Familia : Arcidae. Se ubicó una especie: Anadara tuberculosa. Familia : Muricidae. Se identificó una especie: Concholepas concholepas. Familia : Spondylidae. Se identificó dos especies: Spondylus princeps y Spondylus calcifer. 129

116 Cuadro 5. Número mínimo de individuos y porcentajes de moluscos según ocupaciones culturales de sectores: Tuberías, Taller Alfarero, Plaza

117 Cuadro 6. Número mínimo de individuos y porcentajes de peces según ocupaciones culturales de sectores: Tuberías, Taller Alfarero, Plaza 2. (+) Para el sector Tuberías no se trata del NMI, sino de cantidades totales de osamentas. 131

118 Familia : Mactridae. Se identificó una especie: Spisula adamsi. PHYLUM : ARTRÓPODA CLASE : CRUSTACEA Familia : Balanidae. Se identificó una especie: Balanus sp. Familia : Xanthidae. Se identificaron tres especies : Platyxanthus orbignyi, Cancer polyodon y Pseuthelpusa chilensis. PHILUM : ECHINODERMATA CLASE Familia : ECHINOIDEA : Arbaciidae. Se identificó una especie: Tetrapigus niger. 2. ICTIOLÓGICOS Los peces están conformados por 16 familias y 21 especies (04 dulceacuícolas, 17 de orilla y aguas libres). (Cuadro 6) A) MARINOS : PHILUM : CHORDATTA SUB-PHILUM : VERTEBRATTA INFRA PHILUM : GNATHOSTOMATA SUPER CLASE : PISCES CLASE : CHONDRICHTHYES SUB-CLASE : ELASMOBRANCHII ORDEN : SELACHII Familia : Triakidae. Una especie: Mustelus dorsalis. Familia : Lamnidae. Se identificó una especie : Carcharodon carcharias. CLASE : OSTEICHTHYES SUB-CLASE : SARCOPTHRYGII ORDEN : MUSILIFORMES Familia : Mugilidae. Una especie: Mugil cephalus. ORDEN : PERCIFORMES Familia : Sciaenidae. Se identificaron cinco especies: Stellifer minor, Sciaena deliciosa, Sciaena gilberti, Paralonchurus peruanus y Cynoscion analis. Familia Familia Familia Familia Familia Familia Familia Familia : Clupeidae. Dos especies registradas: Sardinops sagax sagax y Merluccius gayi peruanus. : Bothidae. Una especie: Paralichthys adspersus. : Carangidae. Una especie: Trachurus symmetricus murphyi. : Pomadasyidae. Anisotremus scapularis. : Urolophidae. Se identificaron dos géneros: Urotrygon sp. y Dasyatis sp. : Ariidae. Galeichthys peruvianus. : Cheilodactylidae. Se identificó una especie: Cheilodactylus variegatus. : Rhinobatidae. Se identificó una especie: Rhinobatos planiceps B) DULCEACUÍCOLAS : Se identificaron tres especies: Familia : Characidae. Dos especies : Lebiasina bimaculata y Bryconamericus peruanus. Familia : Pygidiidae. 3. ANFIBIOS Está compuesta de 01 familia, 02 especies (01 selvática/ 01 lago Junín). CLASE : AMPHIBIA SUB CLASE : SALLENTA (ANUROS) Familia : Leptodactylidae. Se identificó una especie: Batrachophrynus macrostomus. 4. REPTILES Está compuesta de 02 familias, 03 especies (0101 Teiidae, 02 Iguanidae; todos de vegetación xerofítica y prosopisetum). (Cuadro 7) CLASE : REPTILIA SUB ORDEN : SAURIOS Familia : Iguanidae. Se identificaron 02 especies: Tropidurus peruvianus e Iguana iguana. Familia : Tejidae. Se ubicó una especie: Dicrodon guttulatum. 5. AVES Están compuestas por 10 familias, 11 especies (06 acuáticas y 05 de monte ribereño). (Cuadro 7) ORDEN : TINAMIFORMES Familia : Tinamidae. Se identificó un género: Notopracta sp. ORDEN : GRUIFORMES Familia : Prallidae. Se identificó una especie: Fulica americana peruviana. ORDEN : ANSERIFORME Familia : Anatidae. Se identificó un género/ especie(?): Anas sp. Familia : Ardeidae. Se identificó un género: Egretta sp. Familia : Procellaridae. Se identificó un género: Puffinus sp. ORDEN : COLUMBIFORMES Familia : Columbidae. Se identificó una especie: Zenaida asiatica meloda. ORDEN : PELECANIFORMES Familia : Pelecanoididae. Se identificó una especie : Pelecanus thagsu. ORDEN : ACCIPITRIDOS 132

119 Cuadro 7. Número mínimo de individuos y porcentajes de vertebrados según ocupaciones culturales de sectores: Tuberías, Taller Alfarero, Plaza

120 Familia : Accipitridae. Se identificó una especie: Geranoaetus fuscescens australis. ORDEN : PASSERIFORMES Familia : Furnariidae. Se identificó una especie: Geossita paytensis. Familia : Fringiliiidae. Se identificó una especie: Zonotrichia capensis peruviensis. 6. ROEDORES Están compuestos por 02 familias, 03 especies (01 domesticados, 02 silvestres). (Cuadro 7) SUB ORDEN: HISTRICOMORPHA Familia :Caviidae. Representado por una especie: Cavia porcellus. SUB ORDEN: MIOMORPHA Familia : Muridae. Se identificaron dos géneros: Oryzomys sp. y Akodon sp. 7. MAMÍFEROS Están compuestos por 04 familias, 05 especies (02 terrestres, 02 acuáticos). (Cuadro 7) CLASE : MAMÍFEROS ORDEN : ARTIODACTILA SUB ORDEN : RUMINANTIA INFRA ORDEN : TILOPODA Familia : Camelidae Género : Lama. Se han identificado 01 especie: Lama glama. SUPER ORDEN : CARNIVOROS ORDEN : FISIPEDOS Familia : Canidae. Se identificó 02 géneros: Canis sp. y Pseudalopex sechurae. Familia : Mustelidae. Se logró identificar 01 especie: Lutra felina. ORDEN : PINNIPEDOS Familia : Otaridae. Se identificó una especie : Otaria byronia. PLANTAS Comprenden 20 familias, 44 especies; 06 pertenecen a legumbres, semillas y cereales; 01 a raíces y tallos; 07 a frutales; 04 a bayas; 04 a condimentos; 03 a estimulantes; 08 a calmantes y diuréticos, 01 a asépticos, y 18 a los rubros de combustión, artesanía y de construcción. Para poder explicar la importancia de este material botánico fue ordenado en dos rubros: A) Identificación taxonómica y aspectos etnobotánicos y B) Distribución de los restos botánicos de acuerdo a el NMI, según la estratigrafía de unidades de excavación, momentos de ocupación y fases constructivas (Cuadro 8). A) Identificación taxonómica.- Se identificaron 20 familias y 44 especies; 06 pertenecen a legumbres, semillas y cereales; 01 a raíces y tallos; 07 a frutales; 04 a bayas; 04 a condimentos; 03 a estimulantes; 08 a calmantes y diuréticos; 01 asépticos y 12 a los rubros de combustión, artesanía y de construcción. (véase listado Nº 1). A continuación presentamos su clasificación taxonómica: DIVISIÓN XVII : ANGIOSPERMEAE CLASE 1 : MONOCOTILEDONEAS ORDEN 3 : LILIFLORAE (LILIALES) Familia : Amarillidaceae. Se han podido identificar una especie: Furcroya occidentalis. ORDEN 5 : BROMELIALES Familia : Bromeliaceae. Se han podido identificar dos especies: Tillandsia sp. y Tillandsia usneoides. ORDEN 7 : GRAMINALES (POALES, GRUMIFLORAE) Familia : Gramineae (Poaceae). Se han identificado seis especies : Zea mayz, Phragmites communis, Ginerium sagittatum, Guadua angustifolia, Phragmites australis y Cenchrus achinatus. ORDEN 11 : PANDANALES Familia : Typhaceae. De esta familia se ha identificado 01 especie : Thypha angustifolia. ORDEN 13 : SCITAMINEAE Familia : Cannaceae. De esta familia se ha identificado 01 especie : Canna edulis. ORDEN 12 : CYPERALES Familia : Cyperaceae. Se han podido identificar cuatro especies: Schoenoplectus califormicus, Cyperus corymbosus, Scirpus conglomeratus y Cyperus esculentus. CLASE II : DICOTILEDONEAS SUB CLASE : ARCHICHLAMYDEAE ORDEN 5 : SALICALES Familia : Salicaceae. Se ha identificado una especie : Salix chilensis. ORDEN 21 : PAPAVERALES Familia : Capparaceae. Se han identificado dos especies : Capparis angulata y Capparis ovaliforia. ORDEN 23 : ROSALES Familia : Leguminoseae. De esta familia se han identificado 07 especies : Phaseolus vulgaris, Phaseolus lunatus, Arachis hypogaea, Inga feuillei, Prosopis chilensis, Acacia macracanta y Leucaena trichodes. ORDEN 26 : GERANIALES (GRUINALES) 134

121 Cuadro 8. Número mínimo de individuos y porcentajes de vegetales según ocupaciones culturales de sectores: Tuberías, Taller Alfarero, Plaza

122 Familia ORDEN 27 Familia : Erythroxilaceae. De esta familia se ha identificado una especie: Erythroxylon coca. : RUTALES : Malphigiaceae. Se ha determinado una especie: Bunchosia armeniaca. ORDEN 31 : RHAMNALES Familia : Rhamnaceae. Se ha identificado una especie : Scutia spicata. ORDEN 32 : MALVALES Familia : Malvaceae. Se ha registrado una especie : Gossypium barbadense. ORDEN 34 : VIOLALES (BIXALES) Familia : Passifloraceae. Se ha identificado una especie : Passiflora foetida. Familia : Bixaceae. Existe una especie : Bixa orellana. ORDEN 35 : CUCURBITALES (PEPONIFERAE) Familia : Cucurbitaceae. De esta familia se han identificado 04 especies : Cucumis sp., C. dipsaceus, Cyclanthera pedata, Lagenaria siceraria y Cucurbita maxima. SUB CLASE II : METACHLAMYDEAE ORDEN 5 : EBENALES (DIOSPYRALES) Familia : Sapotaceae. Se registró una especie: Pouteria lucuma. ORDEN 8 : TUBILIFLORAE (SOLANALES) Familia : Solanaceae. Se identificaron cuatro especies: Capsicum sp., Capsicum annum, Capsicum frutescens, Capsicum pubescens y C. perroleti. ORDEN 11 : CAMPANULARES Familia : Asteraceae (Compositae). De esta familia se han podido identificar 02 especies: Tessaria integrifolia. DIVISION XV PTERIDOPHYTA ORDEN : EQUISTACEAS Familia : Equistaceae. De esta familia se ha podido identificar 01 especie: Equisetum giganteum. IDENTIFICACIÓN Y ANÁLISIS DE RESTOS HUMANOS EJEMPLAR N 1 : Cranium. Procedencia : Huaca de la Luna - Plaza 2 Edad : 35 años aprox. Sexo : Masculino Descripción - Arcos superciliares sobresalientes (característico en el hombre). - Tipo dolicocraneo alargado con fenozígia Norma vertical.-ausencia de orificios parietales. Norma posterior.- posee una forma pentagonal, hay presencia de huesos astéricos en el lado izquierdo. - Hay ausencia de obliteración en las suturas craneales. Norma posterior - Presencia de huesos astéricos - Hay ausencia de obliteración en las suturas craneales. Fórmula dentaria.- Incompleta post-morten hay ausencia del maxilar inferior. Características: - Se observa la presencia de oclusión dental, es decir existe un molar retenido (la muela del juicio no salió). - En los premolares la abrasión tiene ángulo de desgaste hacia la región buco mejillar. - Probable inflamación en el hemicírculo derecho, zona de las encías. - Existe caries en el segundo molar izquierdo en la parte central de las cúspides. - Hay evidencia de sarro en el primer premolar izquierdo. EJEMPLAR Nº 02 : Maxilar. Procedencia : Sector Tuberías Capa :«J», corte 2 Edad : Adulto (joven) Sexo : Femenino Estatura : Baja - media Sistema dentario : - No hay dientes por pérdida post-morten - Extracción en el hemisferio izquierdo del penúltimo molar izquierdo por obliteración de alveolos. EJEMPLAR Nº 03 : Partes del cráneo. Procedencia : Sector Tuberías Capa : «J», corte 2. Sexo : Masculino - Arcos superciliares pronunciados (Fragmento frontal anterior; nasal) EJEMPLAR Nº 04 : Fragmento parietal. Procedencia : Sector Tuberías Capa : «E», corte 2 Sexo : Indeterminado - Presencia de orificio de 4mm. de diámetro (probable práctica ritual) con signos de obliteración. EJEMPLAR Nº 05 : Maxilar inferior Procedencia : Plaza 2 Ambiente: 01 Sexo Edad : Femenino? (cóndilos delgados) : 30 a 35 años aproximadamente - Estado de conservación deteriorado. - Dentadura incompleta post-morten: 02 molares y 02 premolares (resquebrajados por el ambiente). - Abrasión avanzada de la cara externa del hemisferio izquierdo, (región buco 136

123 mejillar) y la desaparición de las cúspides dentarias, causada por una dieta dura. - Ausencia de caries. Pero presencia de sarro interior y exterior en la zona radicular de los dientes. EJEMPLAR Nº 06 : Maxilar inferior Procedencia : Plaza 2 Ambiente: 01 Sexo : Masculino Edad : 50 años aproximadamente Dentadura : Completa, en buen estado de conservación, al igual que el maxilar. Abrasión : Avanzada, irregular, rotación circular, sobre el pre-molar. Dirección : Ambos hemisferios - En la abrasión, el penúltimo molar hacia la región buco lingual; el antepenúltimo molar hacia la región buco-mejillar; los caninos con desgaste superior de la dentina, así como también los incisivos. El desgaste determina la existencia de las piezas superiores incompletas. La osificación completa del maxilar es buena. EJEMPLAR Nº 07 : Fragmento de cráneo. Procedencia : Plaza 2 Ambiente: 03 Sexo : Mujer - No existen elementos referenciales. EJEMPLAR Nº 08 : Maxilar inferior Procedencia : Plaza 2 Ambiente 03, Capa A Sexo : Femenino Conservación : Fragmentado completo - La rama ascendente del hemisferio derecho está roto. Dentadura : Incompleta post-morten - 03 molares situados en el hemisferio izquierdo premolar izquierdo - 02 molares derecho - 01 molar y 01 pre molar incompleto Edad : 30 años aproximados, determinado por desgaste de la dentición. - Molares últimos que presentan cúspides completas mientras que en los premolares presentan una ligera abrasión externa en la región buco mejillar. EJEMPLAR Nº 09 : 04 Fragmento de cráneo Procedencia : Plaza 2 Ambiente 02 Sexo : Indeterminado - Consta de un parietal derecho. EJEMPLAR Nº 10 : Fragmento de occipital Procedencia : Plaza 2 Ambiente 01, Arena eólica Sexo : Indeterminado - Fragmento occipital, tercio superior de la bóveda craneana. Incompleto. Edad : Probablemente de adulto por que no existe obliteración ANALISIS DE COPROLITOS Los restos de coprolitos humanos han sido extraídos de la capa 18 -A (lente de vegetales/arena eólica), perfil sur. Galería, sector N- E, Plaza 2, de la Huaca de la Luna. Su cronología relativa se sitúa a fines de la etapa constructiva 4 y comienzos de la 5, fase IV de la secuencia estilística de Larco (1948). Se trata de cinco deposiciones humanas halladas en el mismo estrato (C. 18A. lente de vegetales/arena eólica). Al momento del hallazgo los coprolitos fueron rápidamente aislados del medio ambiente, luego embolsados y cerrados herméticamente hasta el momento de los análisis correspondientes. Dichos análisis fueron efectuados en el laboratorio de criptogamía y etnobotánica de la Facultad de Ciencias Biológicas, UNT por el Dr. Manuel Fernández. Para el análisis se empleó 250 gr. de agua destilada, hidróxido de potasio (empleados para colorear tejidos blancos), 04 laminillas y 04 láminas, 01 microscopio de luz marca Carzelss (Jna) de 200 x., 04 cubetas; 250gr. de lugol (colorante orgánico) y 50 gr. de glicerina para aclarar tejidos. En el análisis de las heces humanas antiguas se siguió en parte la metodología implementada en el estudio de coprolitos humanos y de camélidos, para el sitio pre-cerámico «Los Gavilanes» (Jones y Bonavia, 1992), así como de procedimientos metodológicos estándar (Bryant, 1974 y Fry, 1976). Cabe precisar que se utilizó un microscopio de luz para la observación de almidones y otros elementos y su fotografiado respectivo; cuando se trato de identificar macro restos, fibras musculares, tegumentos, cáscaras y semillas se empleó un estereoscopio de baja potencia. Procedimiento De los cinco coprolitos, se extrajeron cinco muestras representativas, a las cuales se le asignaron el siguiente código: M-A, P II, E-18A; M-B, P II - G - 18A; M-C, P II. G-18A; M-D, P II, G-18A; M-E, P II, 18A. 137

124 Seguidamente se les envasó en sus respectivos frascos, previo añadido de agua destilada y nitrato de sodio al 0.5% de peso por volumen. Luego se les dejó reposar 24 horas y hasta 72 horas, cuando fue necesario. En el transcurso las muestras fueron traqueteadas periódicamente a fin de obtener una buena disgregación de los componentes. Pasado el tiempo de reposo, se abrió el sello de seguridad de los frascos y se procedió a filtrar las muestras en un tamiz de malla de 200 micrones; seguidamente los macro restos atrapados por el tamiz fueron colocados en papel de filtro y puestos a secar. Hecho esto, las muestras fueron colocadas entre láminas y laminillas, añadiéndoles una gota de lugol quedando listas para la observación. Para el caso de microfósiles y la identificación de lípidos y ácidos grasos fue imposible ejecutarlos por falta de presupuesto para los reactivos químicos. Quedando en pie su análisis posterior. Resultados preliminares a) Coprolito «A» (Muestra «A», M.A, P II, G 18a). En términos clínicos el registro parental indica una deposición seca (dura), de forma rectal, característica de ingestas donde predominan vegetales y pocos líquidos. Tras aplicársele lugol, reaccionó adoptando en un inicio un color pardo amarillento, luego se torno rojiza; finalmente pardo amarillenta por la acción de bacterias (arqueológicas?) Parcialmente se observó la siguiente composición: Al estereoscopio de baja potencia - Fragmentos y granos enteros de Zea mays - Cáscaras de Phaseolus sp. - Fibras de tallos y corontas de Zea mays - Fibras musculares (blandas) características de Cavia porcellus. - Semillas de Capsicum sp. Al microscopio de luz incorporada (3x) - Almidones de Phaseolus sp en perfecto estado de conservación. - Almidones de Zea mays, en perfecto estado de conservación. b) Coprolito «B» (Muestra «B», M.B, P II, G 18a). Deposición semidura amorfa y con rezagos de evacuación líquida anterior. De color pardo amarillento, presenta la siguiente composición : Al estereoscopio de baja potencia - Tegumentos completos y fragmentados de granos de Zea mays. - Fragmento de fibras de Zea mays. (corontas, caña?) - Cáscara (fruto) de una Passifloraceae rastrera. - Pericarpios completos y fragmentos de Phaseolus sp. - Semillas de Capsicum sp. Al microscopio de luz incorporada (3x) - Microcomponentes parcialmente digeridos, de los elementos arriba descritos. - Vasos xilemáticos de vegetales no identificados. - Granos de almidón de Phaseolus vulgaris, Phaseolus lunatus y Zea mays, bien conservados. c) Coprolito «C», (Muestra «C», M.C, P II, G 18a). Deposición blanda (suelta), sin forma característica de defecaciones líquidas. De color pardo amarillento. Presenta la siguiente composición : Al estereoscopio de baja potencia - Semillas de Psidium guajaba - Semillas de Capsicum pubescens - Fragmento de granos de Zea mays - Semillas de Erythroxylon «coca» - Cubiertas de cotiledones de Phaseolus sp. - Vértebra toráccica de Lebracina b. - Arachis hipogaea (cubiertas) Al microscopio de luz incorporada (3x) - Microcomponentes vegetales parcialmente digeridos. - Granos de almidón de Zea mays, Phaseolus sp lunatus y vulgaris. d) Coprolito «D», (Muestra «D», M.D, P II, G 18a). Deposición blanda amorfa. De color pardo amarillento, presenta la siguiente composición : Al estereoscopio de baja potencia - Cubiertas de cotiledones de Phaseolus vulgaris - Cubierta de granos de Zea mays - Cubiertas de cotiledones de Arachis hypogaea. e) Coprolito «E», (Muestra «E», M.E, P II, G 18a). Deposición blanda (líquida), amorfa. De color pardo amarillento, rojizo, finalmente pardo amarillento. Presenta la siguiente composición : Al estereoscopio de baja potencia - Semillas de Psidium guajaba - Cáscaras de cotiledones de Phaseolus vulgaris - Cáscaras de cotiledones de Phaseolus lunatus - Vértebras de peces de agua dulce - Fragmentos de tallos (?) corontas (?) de 138

125 Zea mays - Cáscaras de granos de Zea mays - Cáscaras de cotiledones de Arachis hypogaea - Semillas de Capsicum sp Al microscopio de luz incorporada (3x) - Células del endospermo de Zea mays (3x). - Células de pericarpios de Zea mays (3x). Se desprende del análisis de las cinco muestras una mayor concentración y número de fibras vegetales, así como granos de almidón de Zea mays y Phaseolus sp, en buen estado de conservación. Correlativamente se advierte menor presencia de fibras musculares de cuy y vértebras de peces dulceacuícolas (muestra «A» y muestra «C»). Este hecho resulta explicable y hasta natural, si se toma en cuenta la total descomposición que sufren las carnes durante la digestión, y de otro lado, a la forma y cantidad como se preparaban y aún se preparan los platos tradicionales con estos productos. El ingrediente básico resulta el Capsicum pubescens y C. frutescens en la ingesta del individuo. Además, la dieta se compone del consumo en buena cantidad de fruta (Psidium guajaba) así como se aprovechaba al máximo tallos y corontas de maíz; quizá por conocimiento de sus propiedades diuréticas. Cabe señalar, además, la posibilidad de que los coprolitos analizados pertenezcan a una o dos personas adultas, para la época ancianos (35-50 años); una de ellas tuvo problemas de asimilación y digestión total de alimentos (muestras C, D y E); probablemente por foco infeccioso, o bien purgas rituales, no se descarta por pérdida de elementos masticadores (molares). Los otros dos coprolitos pueden ser considerados normales (muestras A y B), una evacuación dura (coprolito A), con dominancia de fibra y cáscaras de maíz difíciles de disgregar y, el otro, (coprolito B) con rezagos de evacuación líquida anterior ( la misma persona?). Finalmente, podemos casi asegurar que existen microcomponentes grasos de carnes de mamíferos, que una investigación futura podrá identificar. COMENTARIO Los materiales analizados de estos tres sectores del complejo Huacas del Sol y La Luna, según los contextos de los que proceden, corresponderían aproximadamente entre los 300 a 600 años d.c., es decir a las fases III y IV de la secuencia de desarrollo Moche establecida por Larco (1948). Es posible que la estructuración ideológica Moche, en tanto organización económica-productiva, estuviera regida por los principios andinos tradicionales. En este sentido el parentesco, la genealogía y el linaje pudieron haber condicionado la división y funcionamiento de parcialidades de estatus sociales diferentes, bajo un marco dual de carácter asimétrico similar a los incas y chimús (Netherly, 1984, 1990; Zuidema, 1990; y Bawden, 1993). Dichos linajes y parcialidades debieron estar organizados y asentados según el grado de ancestría y filiación con los dioses mayores como es el caso de los sacerdotes encargados del culto y servicios en los templos (Navarro et al, 1993: 76-77; Uceda y Canziani, 1993: 339). O bien de aquellos de extracción común ocupados en la prestación de servicios múltiples que habitaban barrios periféricos en torno a los ejes simbólicos de la pertenencia moche: las grandes plataformas de adobe de carácter monumental (Conklin y Moseley, 1988: 150). Hasta el momento, los trabajos que se están efectuando en el complejo arqueológico Huacas de Moche, confirman lo expuesto. Se sabe, por ejemplo, que hubieron barrios que agrupaban a especialistas artesanos encargados de producir toda una variada gama de prototipos cerámicos: botellas, floreros, vasos, cuentas, figurinas, moldes, etc. (Armas et al, 1993: 87). A éstos debieron sumarse, muy probablemente, especialistas metalúrgicos, hacedores de chicha, tejedoras (véase Capítulo II). Por otro lado, nuestras excavaciones al sur de la Huaca del Sol identificaron unidades domésticoproductivas manejados por horticultores de cierto rango, con casa y huerto incluido, situados en el radio urbano. La gente de estas unidades domésticas trabajaban, por igual, pequeños cultígenos en espacios cercanos y también desarrollaron hábilmente otros menesteres como el trabajo en huesos de camélidos beneficiados (Campana, 1994: 74-75). Todo ello implica, como se puede ver, complejas relaciones socio económicas establecidas por ese poder «individualizante» (Bawden, 1993), de carácter divino encarnado en el sacerdocio aceptado por la comunidad y linajes mochica, los cuales debieron funcionar a través de señoríos ubicados en ambas márgenes del río. Esta división territorial y religiosa continuó siendo recreada por los chimúes a través de un circuito productivo, un flujo de energía básica alimenticia proveniente del mar con dos asentamientos de pescadores: Xacón y Chichi, aún florecientes en tiempos coloniales (Rostworowoski, 1989: ). Desde el punto de vista de la ecología, se sabe que a partir de los 10,000 años durante la época del paijanense, se produjo un fenómeno conocido como regresión marina, proceso lento y progresivo que debió generar la reconfiguración de los pisos 139

126 140 Cuadro 9. Composición química de carnes y vegetales más importantes en la dieta Moche. Componentes mayores en 100 gr.

127 Cuadro 10. Composición química de carnes y vegetales más importantes en la dieta Moche. Componentes menores en miligramos. 141

128 ecológicos en sentido altitudinal, y como tal, las biopoblaciones del tipo lomas, vegetales y animales, las cuales vivían a menos de 1,000 m.s.n.m.. Ellas desaparecieron o restringieron su número y hábitat a las partes más altas de los cerros aledaños (Cabras, Ochiputur) (Richardson, 1981; Chauchat, 1982: ; y Bonavia, 1982: ). Como consecuencia de tal fenómeno, la biomasa marina, los subestratos en que habitaban cambiaron, desplazándose un tanto de los espacios que hoy ocupan. Entonces, la desertificación costera se volvió dramáticamente nefasta para la economía y la vida de las poblaciones cercanas al litoral. Durante el período comprendido entre los siglos III y VI, ocurrieron otros dos fenómenos que impactaron sobre el corazón del territorio Moche. El primero, influyó en el acceso de los límites del cultivo y por ende en el asentamiento hacia lugares altos tierra adentro; luego vendría el retorno con una serie interrumpida de reocupaciones en el barrio de artesanos y plazas de Huaca la Luna; a estos tiempos correspondería la fase 1, interfase (abandono) y fase 2 de ocupación del Sector Tuberías, así como las etapas constructivas 1, 2, 3 y 4 de la Plaza 2. El segundo, que marcaría el ocaso y abandono temporal de los sitios, correspondería a la fase III (ST); ocupación 1 y 2 de Talleres Alfareros, así como de la etapa constructiva 5 de la Plaza 2, que correspondería a la Fase IV de la secuencia estilística de Larco (1948). En efecto, el registro arqueológico indica que por aquellos años una fuerte sequía (Shimada, 1994) que se prolongó varios años al cabo de los cuales apareció un fenómeno oceanográfico «ENSO», cuya célula hidrotérmica de origen ecua-tropical cayó con fuerza sobre la región, provocando lluvias torrenciales, crecidas y derrames de ríos, los que inundaron la planicie afectando paramentos, pinturas y viviendas del centro urbano monumental de las huacas de Moche (Nials et al, 1979a: 4-14; y Uceda y Canziani, 1993: ). Concordando con estos datos, durante nuestras excavaciones hemos logrado detectar el paso de este último gran evento pluviométrico, por debajo del piso 1, ó 2. En una capa de unos 20 cm. de espesor (incluido el relleno), de consistencia compacta, compuesta de sedimentos y gravilla característicos de lechos de ríos y acequias se halló una pequeña formación de raíces pertenecientes a herbáceas propias del algarrobal y lomas, las cuales crecen y desarrollan en presencia de un «Niño» (Ferreyra, 1993: ). Por el contrario, un bioindicador vegetal que apoya períodos prolongados de sequía corresponden al aspecto y morfometría de maíces y frijoles, que no sólo deben ser interpretadas como razas correspondientes a la época Moche, sino que tuvieron un crecimiento anormal, por falta de nutrientes esenciales y agua. Dentro del lente de vegetales, capa 19A, Plaza 2, se ha logrado detectar dos especies, que por su apreciable número y asociación, representan importantísimos elementos de discusión que ameritan una investigación futura. Si bien la semilla de Erythroxylon «coca» ya ha sido registrada en cantidades mínimas, dentro del relleno de una tumba perteneciente a la fase estilítisca Moche IV en la plataforma principal de la Huaca de la Luna (Vásquez et. al, 1993:29), el hallazgo de una buena cantidad de estas semillas, mezcladas con otros restos, y aún más, como macrocomponentes de un coprolito humano, nos obliga a ampliar el debate en el sentido de que no sólo debieron servir sus hojas en ingestas especiales; sino también usando sus semillas como alimento por su apreciable contenido calórico (22.74%), presencia de glúcidos, amén de sus propiedades alcalinas suficientes como para producir los mismos efectos generados al «chacchar» las hojas (Véase Tabla Nº1) (Escalante, 1985: 7; Aguilar, 1985:1). Otra planta que por primera vez es registrada para las Huacas de Moche es una especie endémica, Leucaena trichodes, «Algarrobillo del Santa» «Chamba - chamba». Si bien desconocemos si fueron usados sus frutos en la dieta de manera directa (regulador?), lo que si podemos plantear es que el hallazgo de buena cantidad de vainas sueltas vacías implicaría que sus semillas fueron utilizadas para extraer por maceración el principio activo mimosina, cuyas propiedades depilatorias ya han sido documentadas (Soukup, 1970). Podríamos preguntarnos en este caso, formó parte la depilación del aseo personal de los grandes señores, como un distintivo de su estatus y prosapia? La mayoría de estos restos dispersos, se hallan entre los pisos 1 y 6 (U1), capas E y O (U2) D, (U3) F1, F2 del Sector Tuberías; en mínimas y casi inexistentes cantidades en el Taller Alfarero y dispersos en las etapas 1, 2,3 y 4 de la Plaza 2. En las ocupaciones tardías en el sitio (fase de ocupación 3 -Sector Tuberías- y etapa constructiva 5 - Plaza 2-), se nota una reducida presencia de vegetales, en especial plantas económicas, como afirmando la última y fugaz reocupación, antes del abandono definitivo (Fase IV y comienzos de la V?). A nivel de moluscos se nota un dominio relativo de especies de aguas frías, de la Provincia Peruana, por sobre los escasos representantes de la Zona de Transición (Paita) y la Provincia Panámica: Spisula adamsi, Anadara tuberculosa, Concholepas concholepas, Spondyllus princeps (Díaz y Ortlieb, 1993: ). Pueda ser que estas últimas especies deban su presencia a un activo comercio supraregional; aunque cabe la posibilidad de que sean rezagos de un transplante forzado de individuos adultos o bien 142

129 en estados larvales supervivientes del embalance oceanoclimatérico (Sandweiss y Rodríguez, 1971; Díaz y Ortliebl, 1993: 171). Una respuesta más confiable, basada en la «lectura» e interpretación de nuestros datos, relacionada con la condición «muy fuerte» o «débil» de los ENSO, hábitos de pesca y la relación sacra-mar-hombre, sería que el reducido número de malacofauna anómala tenga mucho que ver con la fuerza de arrastre de las corrientes marinas intrusivas (sur-norteñas) y que el trastorno en el mar debió haber provocado temor subconsciente (caos en el mundo subterráneo marino) y el alejamiento temporal de pescadores ocasionales. En el caso de los horticultores del Sector Tuberías, pudieron haber asignado mayor valor en sus dietas, por su peso y calidad cárnica a los peces de orilla y aguas libres, más abundantes y fáciles de capturar aprovechando su inicial desorientación por la remoción de sus respectivos substratos (véase Cuadro 6). Esta misma actitud lo hemos observado en pescadores durante el impacto ENSO Vale recordar, así mismo, que el período que nos ocupa (300 años aprox.), representa un tiempo suficiente como para que el territorio Moche haya estado sujeto a los vaivenes y ciclos de «Niños y anti Niños», por lo tanto, las cadenas tróficas elementales marina, terrestre y volatil debieron hacer variar un tanto, la composición y calidad de su dieta al último eslabón - consumidor, el hombre (Evans, 1978; Miller, 1986). Finalmente, los gasteropodos terrestres Scutalus y Versicolor drymaeus (?), así como el dulceacuícola Helisoma peruvianus, estarían reflejando por su número, tamaño y hábitat, el impacto previo (sequía) y posterior expansión de un ENSO (Vásquez y Rosales, 1993: 101). Del registro de la fauna íctica analizada, 16 familias en total y 21 especies, 11 son de orilla y 5 de substrato rocoso de régimen alimenticio carnívoro: Cynoscion analis «Cachema», Stellifer minor «Mojarrilla», Anisotremus scapularis «Chita», Cheylodactilus variegatus «Pintadilla», Paralonchorus peruvianus «Suco». Las otras 6 restantes habitan fondos arenosos: Galeichthys peruvianus «Bagre con faja», Paralichthys adsperus «Lenguado», Dosyatis brevis «Raya batana», Urotrigon sp. «Raya con espina», Rhinobatis planiceps «Guitarra», Menthicirrus sp. «Mimis». Todos estos peces, a excepción del lenguado, son suctores, es decir que toman sus alimentos del fondo arenoso-fangoso, teniendo por tal motivo apéndices y órganos tacto olfativos desarrollados (Barreda, 1978: ). Las restantes especies pelágicas, algunas son filtradoras: Trachurus symmetricus murphyi «Jurel», Mugil cephalus «Lisa», Sardinops sagax-sagax «Sardina», y otras de hábitos carnívoros como Merluccius gayi «Merluza», Sciaena deliciosa «Lorna», Mustelus dorsalis «Tollo», y Carcharodon carcharias «Tiburón antropófago», este último considerado así por ser un depredador nato que incluye a veces en su dieta al hombre (Barreda, 1978: ). Ahora bien, todas las especies descritas poseen substratos definidos de arena, fango, roca y otros que por su mismo hábito alimentario pueden, ante ocasiones especiales, moverse con facilidad en ambos. Si mirásemos el litoral frente a Trujillo, comprobaremos que Huanchaco posee substrato rocoso: Huanchaquito, Buenos Aires; la Bocana, substrato areno-fangoso y las Delicias, Salaverry, nuevamente substrato rocoso. Estas zonas del litoral, en condiciones normales, desarrollan cadenas tróficas características de la Provincia Peruana. Si bien es cierto en el inventario de peces analizados, al igual que en moluscos, no existe representatividad de fauna anómala (salvo la guitarra y quizá el género Urotrigon sp.), ello no indica que en determinada época de las fases de ocupación 2 y 3 (ST), 01 de Talleres Alfareros y etapas 1, 2, 4 (Plaza 2), también se registre entre algunas especies de la biomasa fría las huellas (cantidades anormales p.e) de un gran evento «ENSO», ocurrido a fines de Moche III y comienzos de M. IV de la secuencia de Larco (1948). Como lo indicáramos anteriormente, la remoción de substratos por la fuerza de la corriente cálida debió ser un factor suficiente para que la pesca, de orilla y mar afuera, adquiriera inusitada actividad y fuese más fácil y abundante. Esta práctica fue más selectiva para algunas especies que resistieron el impacto, tal como sucede con los moluscos (Díaz y Ortlieb, 1993: ). En la mayoría de especies carnívoras, especialmente los suctores que no necesitan del plancton para sus dietas, encontraron los niveles óptimos de desarrollo (temperatura, salinidad). Las especies que mejor aprovecharon estas condiciones fueron las rayas (el mar se vuelve un lodazal por mayor aforo de los ríos) como pudimos comprobar durante los años 82-83, cuando el mar prácticamente se infestó con estas poblaciones, favoreció la economía de los estratos sociales más necesitados. De otro lado, el registro de una buena cantidad de huesos de la cabeza, otolitos y espinas dorsales, ventrales y caudales, estarían indicando que fueron transportados enteros, quizás frescos, hasta el sitio de las Huacas de Moche, probablemente dentro de actividades típicamente domésticas caracterizando la función de ciertos espacios y estructuras arquitectónicos en el Sector Tuberías y en Talleres Alfareros (Armas et al, 1993: 87). 143

130 Merece un comentario aparte la especie demersal Carchanodon cancharias «Tiburón antropófago», que pudo ser sacada de su movilidad habitual por la corriente norteña y la profundización de la termoclina, o bien por la abundancia de peces forraje. Probablemente fue atrapado arponeado, puesto que hemos hallado la parte terminal de un arpón en hueso de llama con rasgos antropomorfos, en la misma capa donde se halló el resto de tiburón (ST), casi a finales de la fase de ocupación 2, Moche III de Larco. Con respecto a las especies dulceacuícolas Pygidium dispar «life», Lebiasina bimaculata «Charcoca», Bryconamericus peruanus «blanquito», Mugil cephalus «Liza», todas de hábitos mixohialinos, su relativa abundancia estaría indicando, por un lado, su consumo masivo durante la fase 2 de ocupación en Sector Tuberías que fue decreciendo en la fase 3; y de otro, su relativa abundancia relacionada con las crecidas de ríos en noviembre y febrero en períodos húmedos de la vertiente occidental. En cuanto al registro de mamíferos terrestres, sobresale por su notable presencia en los 3 sectores estudiados, la especie Lama guanacoide forma glama «Llama» (Pacheco et al, 1995: 21). Fue definida por su característico ligero robustecimiento e inclinación del cóndilo articular, la forma y abrasión de sus incisivos, la apariencia tuberosa algo inclinada del subcondilo articular y, además, por la notable diferencia que presenta en el arco sinfítico (abierto y relacionado) de sus maxilares, con respecto de las otras especies de camélidos (Altamirano, 1982: 37-38). La osteometría aplicada sobre huesos largos, carpianos y falanges fue determinante para identificar individuos juveniles, beneficiados y consumidos en la dieta Moche. Resulta interesante señalar, además, que tras el análisis de algunos cóndilos sueltos de fémures, húmeros y, especialmente, falanges de llamas adultas exista la certeza de que los animales beneficiados hayan sido usados como animales de carga. Prueba de ello sería el ligero, o a veces, acusado ángulo de desgaste de las partes mesolaterales de dichos cóndilos; ocasionados por presión de pesos extracorporales. Se hace imperativo un estudio más detallado. La distribución de restos de camélidos, a través de las columnas estratigráficas de las unidades 1, 2 y U3 del Sector Tuberías, estarían tipificando a este sitio como una unidad de referencia excepcional, en cuanto a actividades domésticas, lugar de matanza y descuartizamiento (algunos huesos presentan huellas de desgarre). Todo indicaría que durante la fase II de ocupación los camélidos constituyeron una fuente segura de proteínas, frente a las vicisitudes ecológicas que pudieron pasar los recursos marinos y agrícolas (Pozorski, 1979: ). Pese a su escasa presencia, otras dos especies registradas, Otaria byronia «lobo chusco» y Lutro felina «Anzumito», ambos de hábitos acuáticos, debieron formar parte de los recursos alimenticios con los que contó el poblador Mochica. El lobo marino está bien representado en la iconografía en faenas de caza ritual, donde se les mataba con golpes de porra. Es posible que sus colmillos fueron utilizados en la artesanía. En cuanto al «anzumito» (primera vez que se le registra en las huacas de Moche), bien pudo ser cazado en el río Moche, o sino capturado en las Islas Guaneras, a donde acudían por este fertilizante las gentes. Antiguamente esta especie era abundante y hoy está protegida por el Estado (Fernández y Chamán, 1993: 27-28). Se han hallado también, en las fases de ocupación 1, 2 y 3 del sector Tuberías, restos de un cánido, el que por osteometría y comparación moderna ha sido definido de talla mediana, esbelta y dentadura característica similar a aquel reportado para Sipán (Alva, 1994: 104). Por su pequeña alzada, y dentadura, podría también pertenecer a la especie llamada «viringo», aunque este último necesite un mayor descarte comparativo. También está presente la especie Pseudalopex sechurae «Zorro costeño», ubicado a fines de la etapa 4 (Plaza 2), el que por comparación con el esqueleto axial de un espécimen moderno resultaría de talla pequeña (quizás juvenil). Se afirma que se les cazaba, mataba o criaba cuando pequeños, junto a los talleres alfareros (Campana, 1994: 73). Un roedor de amplio espectro en las excavaciones arqueológicas, es sin duda el Cavia porcellus «Cuy». Su presencia como componente básico de las dietas tradicionales, está documentada desde el Formativo hasta nuestros días. Fue tal su importancia, que se considera junto a la llama, peces y mariscos, fuente primaria de la que se sustentaron los habitantes de los andes (Lanning, 1967: 18). El hecho de hallarsele en todos los estratos de las 3 unidades de excavación de Sector Tuberías (F2) y etapa 2 de la Plaza 2, constituiría un recurso seguro, junto a la llama frente a la inestabilidad de dietas procedentes de las pesquerías y el agro, los cuales cada cierto tiempo son impactados por fenómenos alternos: sequías y «ENSOS». En este sentido se piensa, comparando con los patrones de grupos étnicos actuales, que su consumo debe estar regulado por rituales y fechas religiosas, cuyo objetivo es el de distribuir adecuadamente la proteína en períodos donde escasean otros recursos (Rappaport, 1968: 29; Baltón y Calvin, 1976: 319). Dos géneros de la familia Muridae nos llamaron la atención desde un inicio: Akodon sp. «Rata de campo» y Oryzomys sp. «Ratón», muy bien distribuidos en la 144

131 estratigrafía de las 3 unidades del Sector Tuberías y capas de la Plaza 2. El hecho de ser, por naturaleza, cavadores de galerías, ha influido mucho para considerárselas intrusivas. Sin embargo, el encontrarse sus restos tanto desperdigados como hacinados caóticamente, junto a aquellos de cuyes, nos lleva a formular otras respuestas. Es posible que fuesen plagas ligadas a sobre stocks de granos (caso ratones), o bien depredadores de los planteles juveniles de cuyes (caso ratas), sobre las cuales no hubo preferencia en su consumo por las gentes Moche. Esta asociación (cuy-rata) se halló en el interior de tinajas de la capa G, unidad 1, sector Tuberías. Una caza especial sobre cotos establecidos en bosques de «prosopisetum» (herbáceas y algarrobos), o los márgenes del monte ribereño, es aquella efectuada sobre los apreciados Dicrodon guttulatum «Cañan», e Iguana iguana «Pacazo». Estos reptiles llegaron a formar parte, como substitutos proteícos en la dieta Moche, por su aporte de calorías, carne y grasa; así como por las propiedades afrodisíacas y curativas que se le atribuyen actualmente (Holmberg, 1967: ; Campana, 1994: 73). Quizá sus pocos restos tengan que ver con las regulaciones de carácter social y ritualístico, similar al Cavia porcellus y Lama glama. En la cerámica fueron representados en actos de pasaje y fertilidad. Los primeros restos de «cañan» registrados en las Huacas de Moche, han sido hallados dentro de una vasija, como ofrenda en una tumba en Huaca la Luna (Cárdenas, 1993: 4). La tercera especie de reptil Tropidurus peruvianus «Lagartija común», del cual se halló un cráneo bien conservado (capa 18A, Plaza 2), debió quedar atrapada o llegar hasta allí atraída por la presencia de organismos degradadores, saprófagos (dermestidos y coleopteros) de los cuales se alimenta, especialmente pupas de moscas (Gaspar Ayquipa, comun. pers.), localizadas en esta misma capa. Dentro del stock de aves del cual dispuso el antiguo habitante de las Huacas de Moche, figuran especies que hoy habitan el monte ribereño, bocana y albuferas, en el litoral marino y lomas. Como un buen indicador de cambios ecológicos ocurridos desde las fases 1 a 3 de sector Tuberías (en adelante su aprovisionamiento sería por trueque), lo constituye el género Notoprocta, quizás la especie N. oustlaeti pentlandii «Perdiz serrana» hoy reducida su hábitat a los niveles altitudinales de la chaupiyunga (Rostworowski, 1986: 246) a más (Fernández y Chamán, 1993: 120). Es posible también que fuera mayor su biodisponibilidad en los cultivos adyacentes al Cerro Blanco o en las márgenes del río Moche. La exquisitez de su carne fue sin duda un valioso aporte de proteína y calorías en la dieta humana. Un escenario histórico excepcional para las continuas excursiones de pesca en el litoral y caza de avifauna, fue la desembocadura del río Moche: «La Bocana». La abundancia de aves acuáticas, Fulica americana «Gallinetón», ciertos anátidos, algunos Cairina maschata «Patos», junto a los Egretta sp. «Garzas» y Laridos «Pardelas», proveyeron de la proteína necesaria para suplir el gasto de energía diaria del poblador en sus actividades rutinarias. La mayoría de sus restos los hemos hallado en las fases de ocupación 1 y 2 de Sector Tuberías y etapa 4 de la Plaza 2, que corresponden a la época de auge y bonanza de la cultura Moche (Larco, 1948: 39). Por aquellos tiempos las surgencias de agua, albuferas y sus comunidades integradas, plantas holofitas, algas, peces y aves, fueron mayores, más extensos que en la actualidad. Se sabe que hubieron lagunas, hoy extintas, en Chicama, Virú y Moche; como aquella llamada la «Patera» de tiempos coloniales, ubicada cerca a las Delicias (Rostworowski, 1986: 134). De la avifauna mediana y pequeña que pueblan el monte ribereño y cultivos cuyos restos óseos hemos hallado, figuran las especies Zenaida astatica meloda «cucula» y Zanotrichia capensis peruviensis «Gorrión Andino» o «Vinchi», ambas especies cantoras. La primera de carne sabrosa, sus huesos muestran las huellas típicas de carnicerías humanas: fémures fraccionados, sin sacros, tarsometarsos roídos. El segundo fue usado como ave ornamental, no se descarta como alimento, pese a su tamaño, por su refinada exquisitez cárnica. En la zona desértica de las pampas y planicies, en dirección a las lomas, habita el Geositta paytensis «Pampero», sus pequeños restos mayormente tarso metatarsos conocoides, en la fase 2 del sector de Tuberías, señalan su presencia como ave ornamental, ya que muestran cierta empatía con el hombre. Finalmente, dominando las partes altas de los cerros Ochiputur, Cabezón y Cabras, se puede encontrar aún el águila-halcón de las lomas, Geranoaetus fuscescens australis. Sus restos dentro del basural de la fase de ocupación 2 en el sector de Tuberías, podrían corroborar las prácticas de la cetrería mochica (Alva, 1994: 72), característica de culturas refinadas. Como se sabe, esta ave rapaz, amaestrada, es capaz de atrapar en sus poderosas garras pequeñas aves como las columbidaes y mamíferos como los roedores. No debería descartase su ingesta por connotaciones chamanísticas, deseo de apoderarse de sus atributos y fuerza sobrenatural. Hasta aquí hemos presentado los recursos alimenticios dentro de la perspectiva ecológica y cultural, tratando de encontrar respuestas funciona- 145

132 les y confiables a la variada popularidad y/o ausencia que muestra el registro orgánico frente a la actitud supra estructural del antiguo habitante del centro poblado Huacas del Sol y la Luna. El estudio de los contextos arqueológicos en que fueron halladas las poblaciones muestrales, ha sido realizado por los grupos de estudiantes responsables de las excavaciones en sus respectivos sectores. En el caso de los sectores de Talleres se establecieron ocupaciones; para el sector de Tuberías se definieron fases a partir de la correlación estratigráfica y la clasificación de los estilos alfareros, básicamente; para el sector de la Plaza 2, en cambio, se estableció una secuencia de etapas constructivas, sin poder establecer fases ocupacionales bien definidas. En este caso se trata del establecimiento de eventos constructivos mayores o menores que han afectado los espacios arquitectónicos tanto vertical como horizontalmente. Veamos ahora cuál es el comportamiento del mismo a través del tiempo, estratos, fases de ocupación y etapas constructivas de los sectores Tuberías, Talleres Alfareros y Plaza 2, tomando en cuenta el número mínimo de individuos (NMI). Al término del análisis y cuantificación de individuos, se obtuvo una muestra total de 11,465 restos, de los cuales 11,390 (99.34%) corresponden para los zoológicos y 75 a los botánicos (0.66%). A su vez, se subdividieron en grandes grupos compuestos por orden de importancia y frecuencias relativas predominantes: Moluscos 10,999 (96.57%), peces 122 (1.07%), mamíferos 91 (0.80%); crustáceos 104 (0.91%), vegetales 75 (0.66%), aves 64 (0.57%), reptiles 08 (0.07%) y finalmente anfibios 02 individuos con 0,01% (Fig. 70). En este gráfico se nota claramente la predominación de especies malacológicas y reducida presencia de anfibios como valores extremos. Los moluscos y crustáceos más representativos son: Donax obesulus (9,231 i); Prisogaster niger (591 i), Polinices uber (116 i), Thais delessertiana (111 i), Scutalus sp. (173 i) y Platyxanthus orbignyi, con 67 individuos (véase Cuadro 5). La mayor cantidad de individuos la encontramos en la Fase 2 (1,413) y ocupación 1 (8,176 i); en cambio decrece el número de bioindicadores en la Fase 3 (623 i), ocupación 2 (07 i) y la etapa 2 (145 i). La interfase (389 i), etapa 3 (18 i) y 5 (56 i) reflejan remodelaciones y cambios de función y abandono paulatino de espacios y formas arquitectónicas, las que se harían patentes en la fase 4 (23 i), no doméstico?, Etapa 4 uso ceremonial (41 i) y fin de la etapa Moche en la Plaza 2. Con respecto a los peces, para los tres sectores se han recuperado 122 individuos. Siguiendo la distribución temporal relativa, hay predominancia en la fase 2 del Sector tuberías (65 i), ocupación 1 del taller de Alfareros (18 i); etapa 2 de la Plaza 2 (04); decrece en fase 3 del Sector Tuberías (13 i); etapas 1 (03 i), etapa 4 (01 i) de la Plaza 2, y desaparece en Fase 1 e Interfase del Sector Tuberías y etapa 5 de Plaza 2. Cabe señalar que las cuatro especies dulce acuícolas podrían estar ligados con períodos de inundaciones y por tanto de abandono, lo que concuerda con su ausencia en el Sector tuberías. Por su importancia y hábitat las especies marinas más representativas son: Sterllifer minor (16.34%), Paralonchurus sp. (11.53%), Cynoscion analis (8.65%), Merluccius gayi (6.9%) (ver Cuadro 6). En mamíferos se mantiene la concentración en la Fase 2 (16 i), Ocupación 1 (02 i), en Etapa 4 (02 I); disminuye en la fase 1 (01 i), en la fase 3 (04 i); etapa 2, 3, 5, (1i) para cada etapa. Domina en este grupo el Lama guanicae forma glama, con 17 individuos de un total de 25. Con los roedores se mantiene la misma tendencia que para las especies vistas previamente. De un total de 66 individuos, 46 se hallan en fase 2 y 4. Están ausentes en la interfase de Tuberías y etapa 1 de la Plaza 2. En la etapa 5, confirma su carácter alimenticio (48 individuos) de la especie domesticada Cavia porcellus. En el caso de los reptiles 06 corresponden para la Fase 2, 01 para la fase 4. De ellos 03 son Dicrodon guttulatum, 03 Iguana iguana y 02 Tropidurus peruvianus. La distribución temporal de las aves de los 64 individuos: 41 individuos corresponden para la fase 2 y 12 en la fase 1 del Sector Tuberías. Desaparecen en la interfase de ocupación 2, y etapas 2 y 3 de la Plaza 2. Las especies predominantes son : Notoprocta sp. (7.81%), Fulica americana (6.25%), Anas sp. (7.81%), Egtta sp. (6.25%) Larus sp. (ver Cuadro 7). Finalmente veremos la distribución temporal de las especies vegetales registradas. De los 75 casos identificados, se distribuyen de la siguiente manera: para el Sector Tuberías 23 corresponden a la Fase 2; 7 a la fase 3; 7 en la Interfase; 1 en la fase 1. En el caso de la Plaza 2, 28 en las etapas 4, 05 en la etapa 2, 02 en la etapa 3, y 01 en la etapa 1. Están ausentes en el Taller Alfarero. Dominan el grupo de vegetales Zea mays (10.65%), Prosopis pallida (8.00%), Acacia sp (5.66%), Phaseolus vulgaris (4.00%), Phaseolus lunatus (4.00%), Arachis hypogaea (4.00%) (ver Cuadro 8). 146

133 Si comparamos las densidades de NMI, por grupos de alimentos en los tres sectores estudiados, notaríamos que el mayor consumo de moluscos, gasteropodos y pelecypodos, se daría en el Taller de Alfareros (01, 02) fase IV de Moche; le seguiría el Sector Tuberías (Fase 2), con mayor consumo de crustáceos. Luego la Plaza 2, con dominancia a fines de Moche III (Etapas 4, 2 y 1). Contrariamente el mayor registro de dieta íctica dulceacuícola, pese a no tener NMI, se da en el Sector Tuberías (Fase 2), igual sucede con las de orilla y pelágicos (F2, F3); le sigue en menor proporción el Taller Alfarero y de manera muy reducida en la Plaza 2. Una probable explicación sería que la gente del Sector Tuberías tuvo acceso directo a la pesca, dada la presencia de anzuelos en este sector. Lo contrario sucede para el artesano alfarero. Igual sucede con los mamíferos, marinos y terrestres, roedores, reptiles y anfibios, cuyo consumo fue masivo y notable en sector de Tuberías (F2) y muy escasos en la Plaza 2 y Taller de Alfareros. Esto quizás deba verse desde la óptica de las relaciones de producción, estatus y especialización de los ocupantes de los tres sectores estudiados. En cuanto a la fuente de proteína aportada por la avifauna de monte, de laguna y litoral, ella es importante en los estratos correspondientes a las Fase 2 y 1 del Sector Tuberías; le sigue en importancia la Plaza 2 y finalmente el Taller Alfarero. Es necesario, sin embargo, tener presente los desiguales niveles de profundidad en las excavaciones, diferente grado de conservación orgánica de los suelos arqueológicos, como factores de varianza y distorsión del material. Finalmente, tomando como referencia lo expuesto anteriormente, el registro de vegetales, especialmente fabáceas, leguminosas y poaceas comportan una mayor presencia en la Plaza 2 (etapa 4, Galería -capa 18A-) durante la fase estilística de Moche III y pocos restos carbonizados y dispersos en (F2) del Sector Tuberías. Podría indicar acaso un control absoluto de la producción agrícola por los administradores de la Huaca la Luna o a su pobre conservación? Vale tomar en cuenta, también, el hecho de que no se sabe si los rellenos de basura orgánica en la Plaza 2 sean producto de actividades internas, o fueron traídos de otros lugares aledaños. Como se puede ver la biodiversidad de especies consumidos es de magnitud ignorada, puesto que su número deberá incrementarse al ritmo de las excavaciones. Visto por el NMI, existiría un predominio absoluto de moluscos (Donax) (ver cuadro 5, Fig. 70) por sobre los demás grupos de Figura 70. Distribución porcentual del N.M.I de los restos analizados: Sector Tuberías, Taller Alfareros y Plaza 2 (Huaca de la Luna). 147

134 alimentos. Sin embargo, si aplicásemos factores correctores como el cálculo de peso bruto con carne (sin conchilla) de moluscos, especialmente gasterópodos y pelecypodos, nos daríamos cuenta que el valor y peso real de dichos especímenes sin duda sería ínfimo. Así, los cálculos que hemos hecho en base a las especies de moluscos con tallas estándar, no arrojan más de 5 a 6 kg. de masa bruta aportado por los moluscos (10,999 i). En comparación con los 4 a 100 kg. que pesa un camélido de los 17 consumidos en los tres sectores; y las comparaciones podrían seguir aplicándose, llama con cuy, cuy con cañanes, etc. En definitiva, no es a través del NMI, ni de cálculos biomasa - especie, como se puede tener una mayor certitud del valor que puedan aportar los grupos de alimentos en los sectores estudiados, en el tiempo. Quizá la respuesta esté, finalmente, en las normas de conducta cultural que adoptó el habitante Moche, en la preparación de sus dietas, frente a las contingencias de carácter ambiental, y en mayor medida por su posición al interior del engranaje productivo o social que ocuparon en la sociedad. No podemos dejar de mencionar, por su importancia, lo concerniente a la división laboral que pudieron ejercer los ocupantes de los sectores estudiados, ligados a los restos orgánicos. Los ocupantes del Sector Tuberías recuperaban partes de los huesos de camélidos para su empleo en productos artesanales. Los elementos usados eran mayormente radio-cúbitos, metatarsos, húmeros. De ellos elaboraban, mediante tallado y abrasión, agujas, alisadores, anzuelos y arpones. Algunos experimentos nos permiten sostener que los huesos cocidos son más fáciles de trabajar. Parecen confirmar el poco estudio sobre el «trabajo temporero» (Rostworowski, 1986: 18). Dicho trabajo pudo darse tomando en cuenta el tiempo y la ocupación principal, bien sea aglutinando a varios artesanos, lo que explicaría la densidad de restos en una sola unidad domésticoproductiva antes y después de la apertura del huerto, o posiblemente un núcleo familiar, individuos emparentados con oficios comunes y hereditarios. Esto último se percibe en el Taller Alfarero (Armas et al, 1993: 87). En cambio, en la Plaza 2, tras el análisis de los restos orgánicos mayormente vegetales, corresponde a actividades rituales (coca). El análisis de la dieta a través de los coprolitos supondría una dieta un tanto elitista. La presencia de textiles apunta a reafirmar la función ceremonial de la Plaza 2 y la Huaca de la Luna (Rivera, 1995: 1-3). En esa perspectiva, del análisis de los restos óseos humanos extraídos del sector Tuberías y Plaza 2 se desprende como datos de una dieta tipo complejo costeño. En líneas generales, los restos en su mayoría maxilares, huesos largos y carpianos indican una buena osificación. Ella se obtuvo, en parte, por la ingesta de una dieta mixta (vegetales y animales) rica en proteínas, carbohidratos, calorías y vitaminas, cuidadosamente balanceada y, de otro, por las peculiares actividades que desarrollaron (John Verano, 1994: 301, 323). Así mismo se observa, en casi todos los sistemas dentarios (extensivo a los perdidos post-morten), una abrasión casi homogénea; en algunos casos, sino la mayoría, la abrasión es tan fuerte que implica la pérdida de cúspides en la dentina. Este desgaste del esmalte fue la consecuencia de una fuerte masticación, iniciada a temprana edad, al consumir granos, semillas y carnes, ya sea tostados, hervidos y aún crudos (Valdivia, 1988: 26). Cabe resaltar, además, que el ángulo de desgaste y dirección, en su mayoría a la zona buco-mejillar, demuestra un hábito de masticación e ingesta característica de culturas avanzadas, y que actualmente se está perdiendo por stress, tiempo y otros factores psicofuncionales. Sin embargo, ello no implica que no estuvieron libres del flagelo de las caries, inflamaciones y sarro, controlados por masticación de coca en el caso de los varones. En resumen, del análisis efectuado se desprenden como elementos de discusión buena osificación por ocupaciones; ingesta de dietas mixtas (duras y blandas), con predominio de la primera. El tipo de abrasión con dirección buco lingual y buco mejillar; la presencia de caries, sarro, inflamaciones esporádicas y controladas por la acción sedante por la masticación de coca y otras plantas de la fitoterapia Moche, reafirman la caracterización de una cultura avanzada y sofisticada al definir a la sociedad Moche. Así mismo, los estudios bioquímicos del registro orgánico de dieta confirman, finalmente, la existencia del manejo cuidadoso de un régimen alimenticio integral y balanceado, donde se combinaron proteínas, carbohidratos grasas y sales minerales contenidos en los recursos marinos y terrestre (véase Cuadros 9 y 10). Lo expuesto se sustenta en el análisis parcial efectuado sobre cinco muestras de igual número de coprolitos, cuyos resultados indican al maíz como componente básico en las ingestas diarias, le sigue el frijol, maní, combinados de carne de cuy, 148

135 pescados de agua dulce y sazonados con ají y rocoto. Quedan en pie la confirmación de otros componentes cárnicos depuestos en las heces humanas: llama, aves, lagartijas, anfibios, etc. Si mirásemos su composición química, en porcentajes mayores y menores, en gramos, nos daríamos cuenta que las gentes Moche sobrepasaron con creces los niveles mínimos requeridos para una vida sana y equilibrada ( calorías), exenta de la invalidez fisiológica (postración) que hoy aquejan los estratos bajos de la población peruana (CESEN-CESDER-INDES, 1990). Fácilmente sus combinaciones culinarias llegan a 2,300 calorías (incluidas chicha) y 60 gr. de proteína promedio por día. Por cierto que, los naturales excesos en calorías por el consumo abundante durante los convites de carne y grasa de llama, cuy, aves, iguanas, pescado, hubieran provocado los peligros del colesterol, subida de presión arterial, problemas cardiovasculares y cerebrales, que fueron eficientemente controlados por un agente regulador excepcional: la chicha. Su ingesta debió operar sobre los carbohidratos del maíz, permitiendo a los intestinos su fácil asimilación. Un mejor desdoble de las proteínas y aminoácidos, disgregando pasivamente los ácidos grasos del cuy, limitaría la absorción del calcio y fósforo contenido en el pescado; además, permitió una mejor síntesis de las vitaminas especialmente la «E», actuando en la formación del tejido epitelial y celular. Su aporte en forma de tokeferol influiría en la actividad sexual e intelectual (Antunez de Mayolo, 1981). Todos aquellos elementos nocivos, inmunes a la acción de la chicha, pudieron ser rápidamente neutralizados mediante el empleo de otras plantas medicinales. Así, los estolones y tubérculos del Cyperus sculentus «Coquito», tomados en infusión debieron actuar desactivando la formación de cálculos renales, permitiendo una buena y total expulsión del ácido úrico, evitando los sobre excesos de hierro, mal asimilable por el organismo humano. La limpieza del tracto digestivo, inducida por «tomas de chicha - purgante», pudo ser controlada a voluntad bebiendo el cocimiento de las hojas y corteza del Salix chilensis «Sauce» (véase coprolito C d E). En el tratamiento de afecciones gingivales, odontálgicas, control de caries por consumo de dietas duras, crudas, a la brasa, se debió emplear como astringentes y calmantes, por su acción rápida y eficaz, las hojas de Scutia spicata «peal», Baccharis salifolia «Chilco macho», las ramas y corteza de Tessaria integrifolia «Pájaro bobo». Ante los efectos nocivos de comidas demasiado condimentadas, especialmente sobredosis de capsaicina, que contienen las semillas de Capsicum pubescens y Capsicum perroletti «Ají limo», se empleó tomas del tallo de Equisetum giganteum «Cola de caballo». Esta planta tiene una acción sedante diurética. Además el consumo diario de frutas nativas, Inga feuillei «Guaba», Psidium guajaba «Guayaba», Passiflora foetida «tumbito del gentil», los tallos y el agua hervida de Zea mays «maíz», cumple similar objetivo para la buena digestión y brindan un aporte de proteína y caloría cuando fuese necesario. Como se puede colegir de esta discusión, los Moches lograron estructurar una amplia cultura alimenticia, que involucraba el cómo, cuándo y en qué proporciones tomar sus alimentos, evitando los sobreexcesos. 149

136 ESCULTURAS EN MINIATURA Y UNA MAQUETA EN MADERA Santiago Uceda INTRODUCCIÓN Pocas veces se ha tenido la suerte de encontrar tumbas complejas en la arqueología andina. En los últimos años, sin embargo, los hallazgos de este tipo han sido bastante fructíferos, como son el caso de Sipán en el valle de Lambayeque (Alva, 1988 y 1990), San José de Moro en el valle de Jequetepeque (Castillo y Donnan, 1994), y en Huaca de la Luna en el valle de Moche (Uceda et al, 1994), entre otros. Sobre este último sitio, al excavar el relleno que cubre un viejo edificio en la Plataforma I, se registraron dos tumbas intrusivas de la época Chimú (Fig. 71), las que fueron parcialmente saqueadas en época Colonial. En ambos casos formaban parte del ajuar funerario personajes en madera asociados a un modelo de una plaza ceremonial, de las que existen en las ciudadelas de Chan Chan (Fig. 72). La segunda de las tumbas contuvo el mayor contexto y el estado de conservación fue inmejorable. El contexto de esta tumba se encontraba disturbado por la acción del pillaje. El hecho que hayan subsistido el modelo arquitectónico en madera, los personajes en madera, telas, y la ausencia total de metales completos (sólo se recuperaron pequeños fragmentos), indica que el saqueo estuvo dirigido a la búsqueda de metales preciosos. Es conocido por documentos notariales que durante el Virreynato se formaron compañías explotadoras de Huacas y, en el caso de la Huaca de La Luna, se han documentado Figura 71. Plano de ubicación de las tumbas Chimú. Plataforma I, Huaca de la Luna. 151

137 hasta tres de ellas (Zevallos, 1994: 17-31). De los materiales recuperados durante nuestras excavaciones podemos hacer la siguiente lista sintética: - Textiles: 19 paquetes de tela conteniendo semillas de ishpingo (Nectandra sp) y huayruro (Ormosia coccinea); 2 rodelas hechas con tela enrollada; 2 paños de forma cuadrada y con decoración en los bordes y 3 fragmentos de paños. - Una litera de estructura de cobre y caña brava, recubierta con una tela de algodón y rellena con algodón. Sobre la tela se cosieron sartas de diminutas semillas a manera de un decorado. - El espaldar y asiento de un sillón con estructura de madera y recubierto con hilos de colores entretejidos formando diseños geométricos. - Plumerías de un posible tocado. - Un modelo de una plaza con 26 personajes en madera y 10 objetos en madera, formado escenas. - Cinco tarimas de carrizo revestidas con tela en las que se cosieron personajes: dos representan cortejos fúnebres, una escena de sacrificios humanos, una escena de llamas y su guía y, la última, personajes portando ofrendas. Se debe agregar 23 personajes encontrados sueltos, seis cerca del soporte de caña de la denominada escena 1, y los restantes dentro del relleno disturbado de la tumba. Es posible que algunas de estas figurinas pertenezcan a la primera tumba Chimú excavada y que posee como ofrenda maqueta y escenas menores. Estas figurinas, como lo discutiremos más adelante, pudieron formar parte de estas escenas, o inclusive de otras. - A este ajuar se agrega 287 Conus, 45 mitades de Spondylus, más de 1000 fragmentos trabajados en Conus y Spondylus y algunas pequeñas piezas en metal: cobre, cobre dorado y plata. - Un esqueleto en posición extendida se encontraba debajo de la mayoría del ajuar recuperado. El estudio preliminar demostró que se trata de un joven cuya edad oscilaba entre 10 y 15 años. No presentaba evidencias de violencia, pero sí varios defectos en las vértebras, produciendo una bifurcación de las espinas en C7 y T1 y la bifurcación del centrum de C3. No tenemos la certidumbre de si este cuerpo fue del personaje principal o era un acompañante. La cercanía del envoltorio, las piezas textiles decoradas y la mayor parte del ajuar, sin embargo, son buenos indicios para pensar que se trataría del personaje principal. Finalmente, dentro del relleno disturbado se encontró gran cantidad de huesos de camélidos y huesos humanos. Una fecha radiocarbónica fue obtenida de una muestra de los cabellos del individuo joven que podría considerarse el personaje principal de este entierro, analizada en BETA Analytic Inc, y que dio como resultado BP (Beta-84849). La calibración de esta fecha a 2 sigmas (95% de probabilidad) está entre 1440 a 1665 d.c. Adicionalmente hay que indicar que la fecha radiocarbónica se cruza en tres puntos con la curva de calibración ( 1520, 1570 y 1630 d.c.). Figura 72. Plano del Palacio Rivero con la ubicación de las plazas ceremoniales. A primera vista esta fecha parecería muy lejos de la realidad, pues el desarrollo Chimú abarca entre 1100 a 1470 d.c. A partir de esta fecha empezó la ocupación Inca y desde 1532 la ocupación española. Tanto los materiales cerámicos como textiles recuperados corresponden al estilo tardío Chimú, estilo que se encuentra también asociado a la ocupación Inca y española temprana. Un argumento que permitiría aceptar los resultados de esta fecha sería el hecho que la tumba se encuentra en la Huaca de la Luna y no en Chan Chan. Es conocido que desde la ocupación Inca, 152

138 Chan Chan empezó a ser saqueado, lo que llevaría a algunos dignatarios o descendientes de ellos a buscar lugares seguros para enterrar a sus difuntos. Nos ocuparemos en esta oportunidad de algunos de los aspectos generales relacionados a las escenas dentro del modelo de la arquitectura en madera y de las escenas de las tarimas de caña. Trataremos de demostrar que no se trata de una maqueta, sino de una forma de expresar un ceremonial, garantizando su difusión y permanencia. LA MUERTE EN EL MUNDO ANDINO La muerte ha estado presente en el espíritu humano desde el momento en que alcanzó el nivel de conciencia de su propia existencia. Desde muy temprano en la historia humana, se han recuperado evidencias arqueológicas que testimonian sobre esta preocupación (Binant, 1991). Frente a la muerte, las sociedades han estructurado diversos sistemas ideológicos y religiosos que la expliquen. En el mundo andino, la muerte fue una de las mayores preocupaciones, sobre ella se desarrolló un complejo sistema de mitos y ritos tendientes a explicarla y, lo más importante, utilizarla -consciente o no- como un mecanismo de control y poder. En términos generales el ritual y ceremonial de enterrar a los muertos forma parte del proceso de renovación, germinación y crecimiento en la cosmogonía andina. Este es un concepto desarrollado por todas las primeras sociedades agrícolas en clara alusión al acto de sembrar y a la germinación de la semilla. Así, al enterrar un muerto éste debe germinar, pero en un nivel superior: el de los ancestros. El mundo de los muertos se convierte en un mundo de pasaje de aquel de los vivos al de los ancestros. Por otro lado, son los ancestros los que controlan la sociedad y de ellos emana el poder. Pero, para que este poder se materialice en el mundo de los vivos, fue necesario que los ancestrosdivinidades tengan representantes que les encarnen en los actos y rituales que permitían la reproducción social (Uceda, en este volumen). La falta de una explicación científica y naturalista sobre la muerte fue la base para que se elaborara todo un complejo sistema ideológico donde la muerte y la vida formaron una unidad básica, pero fue la primera la que generó el mayor ceremonial y ritual en época Moche y Chimú: construcción de templos, entierros, sacrificios, etc. Los chimúes hicieron de la muerte parte sustancial de su existencia y no terminaron de comprenderla, pero esto no fue óbice para que se sirvieran de ella. De este modo, la muerte y los muertos tuvieron vida propia: ellos bailan, festinan, se «reproducen», de la misma manera que en el mundo de los vivos, por ello hay que ofrendarles lo mejor para su viaje al más allá; hay que respetarlos y recordarlos, pues ellos son el pasaje necesario que asegura el sistema en su conjunto. En este último sentido, los muertos fueron venerados y recordados, existiendo ceremonias bien establecidas en el calendario religioso (Oliva, 1895: 134). DESCRIPCIÓN DEL MODELO ARQUITECTÓNICO Y LAS ESCENAS INTERIORES a) La arquitectura. Se trata de una gran plaza con muros decorados en relieve representando peces, un corredor posterior y banquetas en la parte central y laterales (Fig. 73). Está confeccionada de siete piezas. Una en forma de U de 40.5 cm. de largo y 7 cm. de ancho; a esta pieza se une otra de forma también en U rectangular del mismo largo, formando un corredor de 36.4 x 5 cm. Esta segunda pieza tiene un ancho de 12.5 cm. y presenta una banqueta a todo lo largo. En la parte central del muro tiene un acceso que da al corredor posterior. Esta banqueta mide 36 x 9.8 cm. y en su parte central presenta una rampa que permite el acceso desde la plaza y ganar los 3.8 cm. de altura que tiene entre Figura 73. Planta maqueta Nº 2. Tumba

139 Figura 74. Personajes maqueta Nº2: tamborileros (2 y 5) y quenistas (1, 2, 3, 4 y 6). Tumba 7. Figura 75. Personajes maqueta Nº2: Personajes de negro (14, 16), sonajero (17) y tamborilero (18). Tumba

140 ella y la banqueta. Dos otras piezas con banquetas a todo lo largo se adosan a ambos extremos de la U de la pieza precedente. El largo de estas piezas es de cm. Las banquetas tienen un ancho de 4 cm. y una altura de 2.8 cm. Dos nuevas piezas colocadas al extremo de las anteriores, pero de forma perpendicular, cierran el espacio central generando el patio de la arquitectura (26 x 28 cm.). Estas piezas tienen un largo de 18 y 17.4 cm., por lo que dejan un vano al centro. En esta parte rematan en dos machotes que culminan en una especie de techo a dos aguas. La última pieza es una forma de dosel o cubierta a dos aguas, sostenida por dos columnas. La parte posterior se apoya en el muro de la primera pieza y las columnas sobre la banqueta de la segunda pieza, a ambos lados del acceso. La altura de los muros varía de 13.5 cm. en la banqueta central y corredor a 12.4 cm. en el patio; el techo del dosel, en su parte más alta alcanza 37.5 cm. El ancho de los muros que circundan el patio presentan 2 cm. de espesor, mientras que los muros del corredor posterior tienen un espesor de 1.5 cm. Tanto los paramentos exteriores e interiores de la plaza, así como el techo de la cubierta fueron decorados con peces tallados en bajo relieve en la madera y luego pintados de colores blanco y amarillo. Los muros presentan dos filas de peces en direcciones opuestas, los peces de la fila superior están pintados de blanco con delineaciones de las aletas en amarillo, mientras que la fila inferior es lo contrario. En el frontis principal, los de la fila inferior se dirigen hacia el vano de acceso; mientras que los de la fila superior parten en sentido opuesto de la puerta. Los peces de cada uno de los muros laterales de la plaza siguen la proyección de aquellos del frontis. A partir del cuerpo que corresponde a la banqueta central, cambian de dirección. Lo mismo sucede con el bloque que forma el corredor posterior. La impresión general es que la decoración mantiene su propio movimiento y direccionalidad para cada pieza que forma la estructura. Esto es muy obvio con la decoración del dosel; en este caso en la fila central los peces están pintados en blanco y las aletas en amarillo, lo contrario sucede con las filas externas. Este movimiento y alternancia se ve reforzado con los colores que utilizan para pintarlos. b) Las escenas. En la plaza, los personajes se distribuyen en tres escenas de músicos, una escena de servicio de chicha, deudos o mochadores, el portador de la copa y los personajes sobre las banquetas. Figura 76. Personajes maqueta Nº2: personaje (7), el chichero (13) y gran vasija (20). Tumba 7. Para facilitar su descripción hemos numerado los personajes y podemos dividirlos en cuatro segmentos tomando el eje mayor de la plaza y otro transversal obteniendo cuatro segmentos semejan- 155

141 tes de la plaza. Estos segmentos serán denominados según los puntos cardinales. En este sentido, la maqueta la hemos orientado de la misma manera que las plazas ceremoniales en Chan Chan: el acceso a la plaza ubicado hacia el norte. - Los músicos: Se encuentran en los segmentos suroeste, sureste y noroeste. Las escenas de la parte sur están constituidas de tres personajes mirando al norte; lo integran un tamborilero y dos quenistas que lo flanquean, todos sentados. Los tamborileros son los personajes 2 y 5 (Fig. 74), los quenistas los personajes 1, 3, 4 y 6 (Fig. 74), que presentan una característica especial pues el instrumento podría ser una flauta traversa, poco común entre los instrumentos andinos. Los músicos del cuadrante noroeste se componen de un tamborilero (personaje 18; Fig. 75) y un sonajero o guiador de ritmo (personaje 17; Fig. 75) que se encuentra de pie con la mano derecha a la altura del hombro y la izquierda a la cintura y mira al sur. - Los personajes de negro. Se encuentran dos en la parte noreste (personajes 14 y 16; Fig. 75); miran hacia el sur y las manos están a la altura de la cintura. Estos personajes podrían formar parte de una escena mayor alrededor de la vasija con chicha. Los otros dos se encuentran en los cuadrantes suroeste y noroeste. El personaje 12 (Fig. 79), mira al sur y tiene el brazo y la mano derecha levantada a la altura de la cabeza y la mano izquierda a la altura de la cintura. El personaje 9 (Fig. 79), que también mira al sur, está de pie y con las manos a la altura de la cabeza sosteniendo un pescado del tipo tollo sobre los hombros. - El chichero. Personaje sentado sosteniendo un cucharón (personaje 13, Fig. 76) y frente a una gran vasija (20) (Fig. 76). Este personaje tiene una joroba bien marcada. En torno a él y la vasija se pueden asociar los personajes de negro (14 y 16; Fig. 75) y los personajes 15 y 7 (Fig. 76), ambos sentados. Este último personaje se encuentra en el cuadrante sureste. Todos tienen la mirada dirigida a la vasija. - El personaje con la copa (personaje 8, Fig. 77). Se encuentra cerca a un pequeño templete y es un jorobado. La joroba ha sido bien marcada con una incrustación de conus tallado. Mira al sur y parece dirigir o tener un rol destacado en todas las escenas que aparecen en la plaza. - Los personajes 10 y 11 (Fig. 77), que miran al norte, aparentemente no tienen una relación directa con las escenas anteriores, aunque se puede asimilar al personaje 10, con la escena de los músicos del cuadrante sureste y al personaje 11 con el tamborilero del cuadrante noreste. Figura 77. Personajes maqueta Nº2: personaje con la copa (8) y personajes de función no conocida (10 y 11). Tumba

142 - Personajes sobre las banquetas laterales. Cuatro en cada lado, todos están de pie y mirando al centro de la plaza. Sólo el personaje 25 (Fig. 78) tiene la mano derecha a la altura de la boca, la mayoría la tienen a la altura de la cintura (personajes 26, 27, 28 y 24; Fig. 78); los personajes 22 y 23 (Fig. 79) tienen la mano izquierda al pecho y la derecha a la cintura. El personaje 21 tiene ambas manos a la cintura. Son estos personajes que pueden estar representando mutilaciones de las manos derecha (personajes 24 y 23; Fig. 78 y 79) y ambas (personaje 22; Fig. 79). Un caso especial es el personaje 21 (Fig. 79), donde las manos podrían estar simplemente replegadas hacia abajo, dando la apariencia de muñones. Formando parte de las escenas existen tres tambores (piezas g, h, i, Fig. 80), así como una réplica de un altar junto al jorobado que porta la copa (pieza j, Fig. 80). - Los Munaos. Se tratan de fardos funerarios con máscaras pintadas y en conjunto se han encontrado tres, dos de ellos estaban ubicados en el corredor posterior a la plaza y el tercero dentro del relleno disturbado de la tumba. El cuerpo de los individuos ha sido representando a través de incrustaciones de conus donde se han modelado los brazos y piernas; los dos fardos al interior de la maqueta poseen bustos (Fig. 81 A y B), por lo que se trata de mujeres, mientras que el ubicado dentro de los escombros no posee busto y debe ser un hombre (Fig. 81 C). Debido a que este contexto funerario estaba disturbado podemos asegurar que el fardo del hombre no estuvo originalmente dentro de la maqueta. De los dos fardos al interior de la maqueta, uno estuvo echado y el otro parado, y además presentan otra diferencia muy importante: el fardo hallado echado, con la cabeza hacia el este, las orejas son redondeadas, mientras que el fardo de pie tiene las orejas en forma de punta y triángulo (Fig. 81 A y B). Esta diferencia tiene íntima relación con dos estilos: Chimú y Lambayeque, respectivamente. - Las ofrendas. Se trata de tres pares, como si bien hubieran querido significar una para cada fardo, unas pintadas de negro y las otras madera cara vista. Dos son pequeños cofres (Fig. 80 A, B), dos canastas (Fig. 80, E, F) y dos objetos de base tronco piramidal que culmina en dos puntas (Fig. 80, C, D); es muy probable que sirvieran para contener los copos de algodón o lana para su hilado. Figura 78. Personajes maquetanº2 (Nº 24, 25, 26, 27, 28). Tumba 7. Antes de terminar esta descripción debemos indicar algunas características generales de la decoración de los personajes. Todos tienen la cara pintada de amarillo y por la forma de la cara más parecen máscaras que rostros naturales. La vestimenta está compuesta de un gorro, de forma 157

143 Figura 79. Personajes maqueta Nº2 (Nº 9, 12, 21, 22, 23). Tumba 7. Figura 80. Los objetos, maqueta Nº2 (cofres, canastas, tambores, templete). 158

144 tronco piramidal, sujeto por lazos en la parte inferior de la mandíbula. Sólo en los músicos sentados, los gorros terminan en dos puntas y un turbante con dos puntas que cuelgan hacia la parte posterior. Las camisetas no son visibles pero la presencia de incrustaciones de nácar y Conus indica que deben ser sobreentendidas. Completa la vestimenta un taparrabo presentando incrustaciones en la parte delantera y trasera. En la parte delantera es de forma rectangular, mientras que para atrás presenta la forma triangular o semiovalada. Finalmente, seis personajes no poseen incrustaciones en nácar o Conus, se tratan de los cuatro pintados en negro y los personajes 11 y 15. LAS ESCENAS MENORES SOBRE LAS TARIMAS DE CAÑA Las escenas 1 y 2 Se trata de dos escenas cuyos soportes presentan dimensiones muy parecidas (21 x 53 cm. y 23 x 50 cm., respectivamente). Sólo una de ellas se encontró completa (escena 2, Fig. 82), y está compuesta de 15 elementos, 14 personajes y un objeto. La otra (escena 1. Fig. 88), al momento de la excavación, sólo contó con 9 elementos fijos a la tarima y 6 sueltos pero cercanos. Por comparación a la primera escena, con la cual los 9 elementos in situ tenían similitud en su disposición, nos llevó a pensar que se podría tratar de una escena dual. Esta razón nos hizo recomponer los elementos faltantes tanto con aquellas figurinas cercanas a la tarima como con aquellas que se habían encontrado dentro del relleno disturbado de la tumba. Los personajes F, M y L provienen de aquellos cercanos a la tarima y los personajes H y A, así como el objeto O, proceden del relleno. Reconstruidas de este modo se puede observar que las escenas 1 y 2 son parecidas, aunque vistas al espejo. En las columnas del centro los personajes son semejantes, del mismo modo que las del exterior. Para simplificar la descripción tomaremos como ejemplo la escena completa y en el caso de la segunda sólo detallaremos aquellas diferencias más saltantes. Visto en conjunto se observa un desfile de tres columnas de personajes y cinco filas (Figs. 12 y 18). En la parte central (columna y fila) un objeto ovalado es cargado por dos personas. El objeto (pieza O, Fig. 87), está atravesado por una vara larga que sirve para cargarlo. Además presenta seis columnas de aplicaciones circulares en nácar y dos ranuras a manera de ventanas que permiten ver el interior, el cual está vacío. Los personajes E y J (Fig. 84 y 85) que cargan este objeto lo hacen sobre su hombro izquierdo, con el brazo levantado en actitud de sostenerlo. El personaje M (Fig. 86), que va delante del primer cargador, no tiene mayores elementos que lo singularicen, en cambio, el que va después del segundo cargador, el personaje B (Fig. 83), lleva sobre sus espaldas un mono. Este animal se sujeta a la cabeza de la persona. Las manos del personaje están a la altura de la cintura. Figura 81. Personajes maqueta Nº2 (fardos funerarios). Tumba 7. Los otros personajes los describiremos columna por columna de adelante hacia atrás. En la columna de la izquierda (Fig. 82), inicia el desfile o cortejo el personaje N (Fig. 87), que lleva una lanza en su mano izquierda. El personaje K (Fig. 86), no lleva ningún objeto o elemento adicional y las manos están a la altura de la cintura, está pintado de negro. 159

145 Figura 82. Dibujo planta personajes escena 1, Tumba 7. Figura 83. Personajes escena 1 (A, B, C y D). Tumba

146 El siguiente, personaje H (Fig. 85), tampoco tiene elementos adicionales y a diferencia del precedente la mano derecha está a la altura del hombro. El personaje F (Fig. 84), tampoco lleva ningún elemento especial y las manos a la altura de la cintura se proyectan hacia adelante. El último personaje de esta columna, personaje C (Fig. 83), lleva sobre su espalda un cántaro sujeto con una banda o faja amarrada a la cabeza; la mano izquierda sujeta la faja a la altura de la cabeza. En la columna de la derecha el personaje L (Fig. 86) lleva un cuchillo hecho en nácar en su mano derecha. El personaje I (Fig. 85) no presenta elementos adicionales y sus manos se proyectan hacia adelante; han sido representadas muy groseramente. El personaje G (Fig. 84) lleva en su espalda un niño, sujeto con una manta que le cruza sobre el pecho; es muy probable que se trate de una mujer, pues no presenta en la falda las decoraciones en rectángulo y triángulo que es utilizada para representar los taparrabos. El personaje D (Fig. 83), tampoco posee elementos adicionales; sus manos están a la altura de su cintura. Finalmente, el personaje C (Fig. 83) lleva un cántaro sobre su espalda sujeto mediante una faja a la cabeza, la mano izquierda sujeta la faja a la altura de la cabeza. La escena 2 (Fig. 88), como se indicó anteriormente, presenta la misma disposición y solamente existen algunas diferencias en algunos personajes. Los personajes E y J (Figs. 90 y 91) llevan el fardo sobre su hombro derecho. En el personaje C (Fig. 89), el brazo levantado es el derecho; mientras que el personaje H (Fig. 91) ambas manos están a la altura de la cintura. El personaje L (Fig. 92), en lugar de llevar el cuchillo lleva una pala de enterrador en su mano izquierda. En el personaje M (Fig. 92), el taparrabo presenta decoración de incrustaciones de nácar. El personaje N (Fig. 93) sujeta la lanza con ambas manos en posición cruzada. Finalmente, el fardo está decorado con plumas de colores y no con incrustaciones de nácar (Fig. 93). Todos los elementos descritos señalan claramente que se trata de cortejos fúnebres de un personaje de alto rango: los tipos de ceramios, animales y niños que acompañan al difunto. Estos contextos son muy semejantes a los descritos por diversos especialistas que han excavado tumbas de élite (Alva, 1988 y 1990; Shimada, 1995). Escena 3 Figura 84. Personajes escena 1 (E, F y G). Tumba 7. Está compuesta de 8 personajes, sobre un soporte de 22.5 x 50.5 cm. Los personajes están dispuestos en tres columnas, tres en los extremos y dos en la columna del centro (Fig. 94). La descripción se hará a partir de la columna de la 161

147 Figura 85. Personajes escena 1 (H, I y J). Tumba 7. Figura 86. Personajes escena 1 (K, L y M). Tumba

148 derecha. El personaje H (Fig. 96) no posee elementos adicionales, sus manos están a la altura de la cintura, pero en ambas manos presenta orificios para sostener algún elemento. El personaje D (Fig. 95) es el segundo en tamaño en la escena, sostiene en su mano izquierda una canasta mediante un hilo; esta mano está levantada y la mano derecha a la altura de la cintura. El tercer personaje de esta columna (personaje C, Fig. 95), no porta ningún elemento; la posición de la mano izquierda es hacia arriba, mientras que la derecha está dirigida hacia adelante a la altura de la cintura. En la columna del centro, el primer personaje, F (Fig. 96), corresponde al de mayor tamaño. Lleva un collar de chaquiras alrededor del cuello; las manos están hacia adelante a la altura del pecho y en la mano derecha presenta un orificio para sujetar algún elemento. El personaje B (Fig. 95), detrás del anterior, tiene la mano derecha dirigida hacia abajo y posee un orificio para sujetar un elemento; tiene la mano izquierda a la altura de la cintura. El primer personaje de la columna de la izquierda (personaje G, Fig. 96), presenta un orificio en la mano izquierda, la cual está dirigida hacia adelante; la mano derecha la tiene a la altura de la cintura. El personaje E (Fig. 96), detrás del anterior, no presenta orificios en sus manos y éstas están dirigidas hacia adelante a la altura de la cintura. El último personaje (personaje A, Fig. 95), tampoco posee orificios en sus manos y las tiene pegadas sobre su pecho. Todos los personajes presentan un casco de la misma forma sobre la cabeza y sobre la camiseta incrustaciones de nácar de forma circular. A excepción del personaje G, que no presenta decoración en su taparrabo, los restantes, en la parte delantera, presentan incrustaciones de forma rectangular y triangular (personajes H y B). Para la parte posterior todos presentan una decoración en forma de triángulo. La presencia en cinco de los personajes de orificios (personajes B, D, F, G y H, Fig. 94) nos llevan a concebir a esta escena como individuos llevando canastas o cabezas trofeos, por esta razón estamos nombrando a esta escena como la de los oferentes o portadores de ofrendas. En esta misma línea de conjetura bien podemos proponer que las canastas pudieron contener uno de los símbolos más importantes de las ofrendas: el mullo (Spondylus sp.). Escena 4 Figura 87. Personajes escena 1 (N y O). Tumba 7. Está compuesta de 4 elementos y es la de menor tamaño (11.5 x 31 cm.) (Fig. 97). Se trata de un pequeño desfile que se inicia con un músico tocando una quena (personaje D, Fig. 98). Le sigue a corta 163

149 Figura 88. Dibujo planta personajes escena 2, Tumba 7. Figura 89. Personajes escena 2 (A, B, C y D). Tumba

150 distancia un animal que puede tratarse de una llama (Fig. 98 C), con las orejas dirigidas hacia atrás y el rabo replegado entre sus piernas. Una pareja de dos animales uno junto al otro podrían corresponder a otras llamas, y a diferencia de la primera sobre los lomos se ha puesto unas incrustaciones de nácar que simulan carga. En una de ellas (Fig. 98 A), el pabellón de sus orejas está orientado hacia adelante; en la otra (Fig. 98 B) están replegadas hacia atrás como las del primer animal descrito. La cola en ambos están hacia arriba. Es muy difícil asegurar su identificación como llama; existe una serie de elementos que llevarían a identificarlos como venados, aunque las representaciones de las cargas nos hace sospechar que se trate de llamas. Por otro lado, son muy conocidos los sacrificios de llamas en contextos de entierros de personajes principales para la época Chimú (Pozorski, 1979) Escena 5 Está compuesta de 4 individuos, pero teniendo en cuenta la dimensión del soporte ( 20 x 26 cm.) y los espacios vacíos que quedan (Fig. 99), no sería nada extraño que algunos de los personajes sueltos formen parte de esta escena. Si se sigue el ritmo de los personajes existentes faltarían al menos 4; es decir, la escena hubiese estado compuesta de 8 individuos distribuidos en dos columnas. El personaje D (Fig. 100), ubicado del lado izquierdo y al principio, lleva una larga lanza que remata en una especie de porra en la mano derecha y en la izquierda una cabeza trofeo, que va sujeta a la mano mediante un hilo. Detrás, el personaje B (Fig. 100) lleva una cabeza trofeo en la mano izquierda, también sujeta con un hilo. El personaje C (Fig. 100), ubicado en el lado izquierdo del personaje D, es un músico tocando una quena. Dejando un espacio, como si faltara un personaje, está el personaje A (Fig. 100), que corresponde a un hombre desnudo, reconocible por sus órganos genitales y con las manos hacia atrás y amarradas con una cuerda; se trata de la típica postura y representación de un prisionero que va al sacrificio (Donnan, 1978; Hocqueghem, 1987). Personajes sueltos Figura 90. Personajes escena 2 (E, F y G). Tumba 7. De los 23 personajes recuperados sueltos, tres han sido incorporados a la escena 1, como se mencionó al describirla. Sin embargo, es muy posible que originalmente existieran algunos más, como se discutirá más adelante. Para simplificar la descripción hemos agrupado estos personajes por características mayores: 165

151 Músicos: Dos de ellos se parecen a aquellos de las escenas de llamas y sacrificios humanos (Fig. 101 a y b), el tercero, en cambio, se asemeja a los músicos de la plaza (maqueta), con la diferencia de que éste no está sentado y presenta un gorro diferente (Fig. 31 c). Cargadores. Existen cuatro, tres presentan el brazo derecho levantado en actitud de cargar (Fig. 101 d; Fig. 102 b, c) y el cuarto tiene el brazo izquierdo levantado (Fig. 102 a). La presencia de tres individuos con el brazo derecho levantado indicaría que debieron existir por lo menos dos escenas más de enterramiento. Por otro lado, también puede indicar que algunas de las figurinas encontradas en el relleno podrían proceder de la primera tumba Chimú. Oferentes. Se han encontrado tres casos. Dos de ellos tienen el clásico orificio en una de las manos para sujetar algún elemento (Fig. 103 a, b). El tercero se encuentra sobre un elemento semiesférico; presenta la mano izquierda doblada hacia abajo y un gorro de forma cónica (Fig. 103 c). Estos personajes pudieron formar parte de la escena de los oferentes descrita anteriormente (Fig. 94). Acompañantes del enterramiento. Aquel de la figura 34 a es semejante al personaje G de las escenas de enterramiento (Cf. Fig. 84); el personaje de la figura 34 b, corresponde al personaje C de las escenas de enterramiento (Cf. Fig. 83). Las figurinas representadas en las figuras 34 c, d y figura 35 a, podrían corresponden a cualquiera de los Figura 91. Personajes escena 2 (H, I y J). Tumba 7. Figura 92. Personajes escena 2 (K, L y M). Tumba

152 siguientes personajes de las escenas de enterramiento: D, F, H, I, K. (Cf. Figs. 13, 14, 15, 16). La figura 35 b, corresponden al mismo personaje L de la escena 1, aquel que lleva la pala del enterrador (Cf. Fig. 92). La figura 105 c, corresponde al personaje N de las escenas 1 ó 2, aquel del guerrero con la lanza (Cf. Figs. 87 y 93). Personajes dentro de la maqueta. A nuestro entender las figurinas representadas en la figura 36 podrían haber formado parte de las escenas al interior de la plaza representada en la maqueta. El primero (Fig. 106 a) puede corresponden al portador de la copa, con la diferencia de llevarla en la mano derecha; se trata también de un jorobado. El segundo (Fig. 106 b) podría corresponder a uno de los dos personajes (10 y 17) que se encuentran en posición sentada. Finalmente, la figura 106 c, es muy semejante al personaje 25 ubicado en una de las banquetas, pues lleva la mano con un objeto a su boca. Como se puede desprender de la descripción de las figurinas sueltas, en gran mayoría corresponden a personajes ya existentes en la maqueta o en escenas menores antes descritas. Esto indicaría, a nuestro entender, que deben formar parte de los personajes de las escenas y maqueta de la primera tumba Chimú excavada, la cual se encontró a unos 3 metros al sur, por lo que el relleno que cubrió la tumba que hemos descrito, pudo provenir del saqueo de la tumba más al sur. DISCUSIÓN Siempre que hemos querido reconstruir los ceremoniales del mundo andino prehispánico, sobre los que no tenemos documentos escritos, se recurrió a la información recopilada por los primeros españoles y a la iconográfica. La información recopilada por los españoles, aparte del riesgo de la no comprensión de los fenómenos o de entenderlos dentro de una concepción judeo cristiana, también está el hecho que la gran mayoría de ellos se refirieron a ceremoniales relacionados con el mundo quechua. Sin embargo, para la costa norte tenemos algunos documentos como la crónica Anónima (1967), Sarmiento de Gamboa (1943) y Betanzos (1968). Figura 93. Personajes escena 2 (N y O). Tumba 7. La iconografía ha sido uno de los recursos más ampliamente usados para la interpretación social andina. En la costa norte, las escenas iconográficas más complejas corresponden a la sociedad Moche y no a la Chimú. La interpretación iconográfica ha pasado desde una visión naturalista (Larco, 1938 y 1939), la interpretación de escenas (Kutscher, 1983; Donnan, 1978), hasta la interpretación iconológica de ritos y ceremoniales (Hocquenghem, 1987). Para 167

153 Figura 94. Dibujo planta personajes escena 3, Tumba 7. Figura 95. Personajes escena 3 (A, B, C y D). Tumba

154 estos estudios se ha asumido una serie de premisas que nunca fueron previamente comprobadas. Por un lado, se consideró que los ritos y ceremoniales son pan andinos y con una profundidad en el tiempo muy larga. Esto implica que los rituales no han cambiado sustancialmente ni en el tiempo ni en el espacio; por el otro, se ha tratado de estudiar los ceremoniales y rituales a partir de una visión bidimensional, lo que se desarrolló dentro de un espacio y un tiempo particular. El hallazgo de las escenas que hemos descrito al interior de modelos arquitectónicos reales nos permite comprender qué tipo de ceremoniales se realizaban en los espacios arquitectónicos, así como tener una visión tridimensional de estos ceremoniales. Es evidente que no todos los problemas antes planteados serán resueltos, ni que tampoco todos han sido ni serán abordados en esta ocasión. La literatura arqueológica ha registrado desde los años 50 una serie de hallazgos de figuras en madera de unos 25 a 35 cm. de altura recuperados fundamentalmente en los sitios de Tacaynamo, Arco Iris y la cima del Cerro Blanco, en el valle de Moche, tres sitios de ocupación Chimú Temprano ( d.c.). Estas representaciones fueron catalogadas como «idolillos», pensando que se podría tratar de imágenes de divinidades o relacionadas con ellas (Schaedel, 1951; Iriarte, 1976). Margaret Jackson (1991) reestudió estas colecciones, así como las recuperadas por Uhle en la cima del Cerro Blanco (cerro que domina el conjunto arqueológico de las Huacas del Sol y la Luna), que se encuentran en el Museo de la Universidad de Berkeley. Ella considera que estas figuras formaban parte de los rituales de sacrificio. Todas estas propuestas ahora pueden ser reevaluadas al tener un contexto completo: figuras formando escenas dentro de un modelo arquitectónico y dentro de espacios arquitectónicos no precisos. Es posible que de la misma manera que están dispuestos en la maqueta, los «ídolos» de Tacaymano y Arco Iris formaron escenas en un espacio arquitectónico real. Figura 96. Personajes escena 3 (E, F, G y H). Tumba 7. Una primera consideración que debemos hacer es que las escenas menores, tomando este mismo sentido de la discusión, deben ser interpretadas como ceremonias diferentes a la de la maqueta tanto en términos espaciales como temporales. Las escenas menores deben haber sucedido antes de la ceremonia representada en el modelo arquitectónico, pues dos de ellas representan el proceso previo al enterramiento de un individuo. Las otras tres tienen que ver directamente con el tipo de ajuares que acompañan a los muertos en su viaje al más allá: sacrificios de llamas y personas y ofrendas de mullu o chaquiras. La escena de la maqueta estaría ligada al culto del ancestro, por lo tanto sucedió en un 169

155 Figura 97. Dibujo planta personajes escena 4, Tumba 7. Figura 98. Personajes escena 4 (A, B, C y D). Tumba

156 tiempo posterior al enterramiento del muerto. Su culto sería periódico y debió formar parte de un ciclo calendario pre fijado. LA ARQUITECTURA MONUMENTAL DE CHAN CHAN Y SU USO CEREMONIAL La presencia de modelos arquitectónicos tanto en cerámica, como en arcilla cruda o madera, ha servido a algunos investigadores para sostener que se trata de maquetas a escala usadas en la construcción de viviendas y edificios públicos. Este supuesto ha partido de algunas fuentes etnohistóricas en las que se manifiesta el uso de modelos a escala en la construcción. En estos casos se trata de información relacionada con los incas. Sarmiento de Gamboa (1943: 110), al referirse a Pachacutec Inga, indica que antes de iniciar la conquista de un nuevo territorio mandaba gente a inspeccionar y que le construyeran en barro el territorio con sus asentamientos y fortalezas. A partir de esta información decidía destruir pueblos, cambiarlos de lugar, edificar nuevos palacios y templos, etc. En este sentido, estas representaciones antes que maquetas, corresponderían a la cartografía de un lugar. Este mismo concepto ha sido registrado por María Rostworowski (1988: 77) en uno de los tanto conflictos entre grupos serranos y costeños por el dominio de tierras aptas para el cultivo de cocales. La disputa en cuestión fue entre el grupo de los Canta y los Quivi. Durante el proceso se presentaron diversas pruebas, entre ellas la representación en barro del territorio de los Quivi. Juan de Betanzos (1968: 30, 46, 47) al referirse a las modificaciones y reestructuraciones del plan general del Cusco, indica que Incas Pachacutec y Huayna Capac mandaron hacer modelos en barro de los nuevos edificios o las modificaciones de los existentes, con el claro propósito de que los constructores supiesen hacerlos bien. Estudios modernos sobre maquetas han seguido la opinión de Betanzos (Pardo, 1936; Donnan, 1975; Campana, 1994). De estos tres autores, es interesante ampliar la discusión sobre el trabajo de Donnan. Él estudió un fragmento de «maqueta» de madera que se encuentra en el Museum fur Volkerkunde en Stuttgart, y logró identificar este fragmento como una parte de las plazas mayores de los palacios de Chan Chan, es decir que se trata de un modelo semejante al que estamos presentando. Es interesante, en este momento, revisar algunos aspectos relacionados a las dimensiones. En ningún caso es posible relacionar una proporcionalidad con alguna plaza de las ciudadelas de Chan Chan, ni tienen un mismo tamaño los modelos, el de Stuttgart y el nuestro. Por otro lado, si observamos la proporcionalidad de los muros en relación a los personajes, éstos son mucho mayores que la altura de la arquitectura. Por otro lado, el dosel tiene una altura exagerada, comparada con el resto de muros. Esta misma apreciación sobre que los modelos no son verdaderas maquetas sino un modelo ideal o parte conceptual de un espacio arquitectónico, ha sido sostenido por Wurster (1982) al estudiar los modelos arquitectónicos en cerámica y arcilla procedentes de varias culturas prehispánicas. Si es que el modelo arquitectónico representado tiene por finalidad no el presentarnos las proporciones de la arquitectura sino las actividades que en ella se deben realizar, estamos ante la posibilidad de establecer la función o una de las funciones de las diversas arquitecturas en el mundo andino. Figura 99. Dibujo planta personajes escena 5, Tumba 7. Conrad (1980), al estudiar las plataformas funerarias de los palacios de Chan Chan, propuso que estas fueron construidas en forma diacrónica, pues al morir un rey Chimú su palacio se convertía en una especie de tumba-palacio, siguiendo el principio de la herencia dual. El nuevo rey debía construir su propio palacio a su turno y vía nuevos impuestos o expansión territorial adquirir su riqueza. En la crónica Anónima se habla de un tipo de templo que eran los sepulcros, que en el caso de los reyes «... era como una casa de habitación, con 171

157 Figura 100. Personajes escena 5 (A, B, C y D). Tumba 7. Figura 101. Personajes sueltos relleno (a, b, c, d). Tumba

158 su sala, cámara y recámara, con todos los demás lugares necesarios para la despensa, cocina, patios, corredores, portadas, etc.» (Anónima, 1967: 158). Si bien esta descripción es genérica, describe bien un palacio de Chan Chan, aunque no indica que su uso como sepulcro fue luego de ser residencia del rey durante su vida. Esta relación de uso en sus dos vidas confiere al rey un carácter divino, que fue la base de la estructura ideológica del poder (Bawden, 1994; Uceda, en este volumen). EL CULTO A LOS MUERTOS Y A LOS ANCESTROS Diversos cronistas han indicado el rol que tenían los muertos y ancestros, y los ceremoniales que se realizaban. Sólo nos detendremos en aquellas referencias que corresponden a la costa norte. De estos documentos de cronistas Luis Valcárcel (1964) establece las siguientes constantes sobre el culto a los muertos: a) Al muerto se le prepara con bálsamos y envoltorios para que su cuerpo se conserve largo tiempo. b) A estos muertos se les alimenta, pasea y rinde culto. Para este efecto existía un cuerpo de sacerdotes a su dedicación. c) Los deudos se vestían de negro y le llevaban ofrendas. d) Durante las celebraciones se usaban antaras y tambores. La chicha era la bebida sagrada en estos menesteres. El padre Oliva (1895), refiriéndose al culto de que eran objeto los muertos, particularmente en la costa, dice: «... la mayor veneración y adoración de los indios es de sus Malquis que en los llanos llaman Munaos que son los huesos de cuerpos enteros de sus progenitores y gentiles que ellos dicen son hijos de las Huacas que tienen en los campos, en lugares muy apartados en los Machaiz que son sepulturas antiguas y a veces los tienen adornados con camisetas muy costosas o de plumas de diversos colores, o de Cumbi. Tienen estos Malquis sus particulares sacerdotes o ministros que le ofrecen los mismos sacrificios y hacen las mismas fiestas que a las Huacas y suelen tener con ellos instrumentos de que ellos usaban en vida, las mujeres, usos y mazorcas de algodón hilado y los hombres las tacllas, o lampas con que labraban el campo, o las armas con que peleaban..» (Oliva, 1895: 134, subrayado nuestro). Figura 102. Personajes sueltos relleno (a, b, c). Tumba 7. A título de hipótesis, y de manera preliminar, si examinamos las escenas y personajes al interior de 173

159 Figura 103. Personajes sueltos relleno (a, b, c). Tumba 7. Figura 104. Personajes sueltos relleno (a, b, c, d). Tumba

160 la plaza y corredores de la maqueta Chimú encontrada en Huaca de la Luna podemos observar una completa similitud con las descripciones fragmentadas de los cronistas. Tres personajes son el centro de las escenas: los fardos funerarios para los cuales se ofrece todo el ritual que se desarrolló en la plaza, y a toda evidencia los personajes centrales. El hecho que sean dos mujeres y un hombre es doblemente interesante. En principio podría tratarse de un rey y sus dos mujeres, una principal y una secundaria. En este sentido existiría una explicación en la diferenciación de los estilos de representar las orejas de las dos mujeres, así como la fecha tan tardía obtenida para este entierro. La presencia de ofrendas en el corredor tendrían relación con oficios sacrales de las mujeres de la élite: madres de las tejedoras. Figura 105. Personajes sueltos relleno (a, b, c). Tumba 7. Figura 106. Personajes sueltos relleno (a, b, c). Tumba

161 En la plaza dos personajes son, a nuestro entender, los que tienen la mayor jerarquía: el portador de la copa y el que lleva el cucharón; ambos son jorobadas. Esta característica es muy importante, pues algunos cronistas han subrayado que los jorobados eran destinados al culto a los muertos dentro del sacerdocio. Es decir, que estos personajes formarían parte del sacerdocio que atendían los reyes muertos. Uno sería el que estaría encargado de portar la sangre de los sacrificios y el otro de servir y verter la chicha. Los personajes pintados de negro podrían estar representando a los deudos vestidos de negro. El hecho que uno de ellos lleve un pescado, puede estar relacionado a las ofrendas (alimentos) para el difunto. Los músicos llevan los dos instrumentos indicados por los cronistas para este tipo de ceremoniales: el tambor y la antara. Las cinco escenas menores conformarían un conjunto de rituales que se produjeron luego del fallecimiento del dignatario. Es muy probable que existiera una tercera escena de enterramientos, con lo cual tendría correspondencia con representación de las tres momias. La presencia de casi todas las ofrendas registradas arqueológicamente indica que ellas forman parte del mismo ceremonial del entierro, aunque su representación en escenas separadas tenga que ver con el posible manejo de cada ritual por individuos exprofesamente designados para ello. Conociendo que en el mundo andino muchas de las ceremonias se basan en estructuras de parentesco y éstas en conceptos de dualidad, tripartición y cuatripartición, sería también interesante examinar estas posibilidades. El eje de los accesos divide la plaza en dos mitades: este y oeste, y al hacerlo separa en dos grupos de individuos en números iguales (trece). Es el lado este donde se encuentra la mayor cantidad de elementos de valor simbólico: 1) Los personajes jorobados, el personaje bebiendo en una especie de concha y el pequeño templete. Por ahora sería muy prematuro establecer mayores interpretaciones, pero existe una amplia grama de posibilidades de interpretación de este género a partir del estudio más detallado de estas escenas. El hallazgo de este modelo de arquitectura en madera, en cuyo interior se han colocado una serie de escenas de personajes y objetos que concuerdan con muchos de los relatos de cronistas y documentos notariales tempranos, indica claramente que ellos no deben ser asimilados directamente a una función de verdaderas maquetas. Muy por el contrario, deberían ser consideradas como representaciones simbólicas. Tratándose de símbolos en sociedades ágrafas, su función estuvo dirigida a transmitir ceremoniales y rituales de enorme importancia para la vida de la sociedad. En el caso de las sociedades andinas, y particularmente para la sociedad Chimú, los ritos y ceremoniales de culto a los muertos. 176

162 EL PODER Y LA MUERTE EN LA SOCIEDAD MOCHE Santiago. Uceda La muerte ha estado presente en el espíritu humano desde el momento en que alcanzó el nivel de conciencia de su propia existencia. Desde muy temprano en la historia humana, se han recuperado evidencias arqueológicas que testimonian esta preocupación (Binant 1991). Frente a la muerte, las sociedades han estructurado diversas explicaciones, sistemas ideológicos y religiosos para que la expliquen. En el mundo andino la muerte fue una de las mayores preocupaciones, sobre ella se desarrolló un complejo sistema de mitos y ritos tendientes a explicarla y, lo más importante, utilizarla -consciente o no- como un mecanismo de control y poder. El estudio iconográfico del arte Moche que sobre este tema se ha hecho, ha llevado a la postulación casi generalmente aceptada que la muerte era un vehículo o medio de pasaje entre el mundo de los vivos y el de los ancestros (Hocquenghem l987, Donnan l978 y Bourget l994). En los últimos años se han recuperado, mediante excavaciones arqueológicas, diversas evidencias sobre cómo fue usada la muerte, no sólo como una explicación del más allá, sino que a través de ella se accedía a uno de los tres mundos que componía la cosmogonía andina: el mundo de los ancestros. Esta afirmación, por otro lado, está teniendo una confirmación arqueológica en los últimos años: el señor de Sipán (Alva 1988, 1990); las sacerdotisas de San José de Moro (Donnan y Castillo 1992 y 1994); el sacerdote guerrero de Virú (Strong y Evans 1952 y Bourget 1989), no son sino representantes de una deidad o ancestro en la tierra. Esto quiere decir que las representaciones iconográficas plasmaban o expresaban ritos que fueron ejecutados por personas que asumían las funciones de los ancestros o divinidades. Si existe una relación directa entre los ancestros y sus representantes en la tierra, esta se dio a través de una línea directa de parentesco y cualquier persona no podía acceder a ser representante de una divinidad. Para que esta representación se legitimase fue necesario un doble rito de pasaje, aquel del mundo de los vivos al de los ancestros y de éste al de los vivos. Las excavaciones en Huaca de la Luna durante los últimos tres años nos han permitido recuperar cuatro tumbas de la época Moche ubicadas dentro del relleno de adobes que cubre el penúltimo edificio que allí se construyó. Las evidencias son de dos naturalezas distintas, pero que de cierta manera se complementan: a) dos tumbas representan el entierro de dos oficiantes moches, y b) de las otras dos, una es un reeentierro de un posible guerrero y la cuarta antiguos entierros usados como ofrendas. En el presente artículo presentaremos el caso del entierro del oficiante (tumba II) y la tumba con los entierros como ofrendas. Estos materiales serán discutidos a partir de dos puntos de vista: a) la muerte como pasaje o vehículo al mundo de los ancestros y b) el rol de los muertos y los ancestros en la sociedad Moche. LA HUACA DE LA LUNA: UNA BREVE DESCRIPCIÓN Este conjunto monumental se ubica en la ladera Oeste de la base del Cerro Blanco; tiene una extensión aproximada de 290 m. de Norte a Sur y de 210 m. de Este a Oeste. Está conformado por una enorme plataforma construida íntegramente de adobes, que domina la esquina Suroeste del conjunto y que está conectada al Norte con una plaza orientada Norte-Sur, de 180 m. de largo por 90 de ancho; a su vez, esta plataforma mayor y la plaza se conectan hacia el Este con una serie de terrazas y de plazas, que reducen sus dimensiones conforme ascienden a un nivel más elevado y se desplazan hacia el Sur. Asociadas a estas plazas sobreelevadas se encuentran dos importantes plataformas, una al NE y la otra al SE del conjunto. Tanto las plataformas como las plazas o grandes patios, están delimitados por muros de adobes. Entre estos sobresale el muro perimétrico que cierra el lado Sur del conjunto, 177

163 formando un gran corredor de 18 m. de ancho en el trayecto en que corre paralelo a la plataforma mayor y, más al Este, a los recintos y la plataforma al SE del conjunto, para luego continuar su trayecto hacia el Este, hasta encontrarse finalmente con la base del Cerro Blanco, con un recorrido total de unos 180 m. La plataforma mayor (plataforma I), al Suroeste del conjunto, tiene una planta cuadrangular de unos 100 m. de lado y una altura actual de aproximadamente 20 m. con relación al nivel de la gran explanada que se encuentra al Oeste. Sobre el nivel superior de la gran plataforma se encuentran evidencias de muros de posibles recintos y de corredores, mientras que en la esquina Noreste quedan restos de lo que debió constituir la plataforma superior de esta edificación. Esta plataforma superior también debió tener una planta aproximadamente cuadrangular de unos 40 m. en su eje Norte-Sur y 50 m. en su eje Este-Oeste. Lamentablemente, esta estructura es la que más ha sufrido la acción devastadora de los buscadores de tesoros. Por esta razón, tan sólo se conserva el perímetro original de la misma y algunos sectores que no han sido tan afectados por el enorme forado que se ha producido en el núcleo de lo que debió constituir una gran edificación que dominaba la parte alta de todo el conjunto. Uno de los resultados más importantes de las investigaciones que venimos realizando es que el visitante tiene ahora una nueva visión sobre estos monumentos: ya no son tan sólo las grandes montículos de adobes sin forma ni sentido. Ahora pueden ver que se trata de construcciones que han crecido con el tiempo, que el tamaño que tienen actualmente es el resultado de los «enterramientos» sucesivos que hicieron los moches de sus viejos edificios. Al rellenar con adobes los espacios arquitectónicos de los viejos edificios lograban una nueva superficie o plataforma que les servía para realizar su nueva construcción. En la Huaca de la Luna sabemos que existieron por lo menos seis edificios superpuestos, en un lapso de casi 600 años. De este modo se logró alcanzar una altura en el edificio superior de casi 32 m. sobre la explanada que separa las dos huacas. Estas edificaciones poseían patios y recintos, algunos techados y con pinturas murales o altorelieves polícromos en barro; estos espacios se conectaban a través de corredores y rampas. EL REGISTRO ARQUEOLÓGICO Las cuatro tumbas registradas en Huaca de la Luna corresponden todas al mismo evento arquitectónico: el sello o relleno del 5 to edificio en Foto 34. Parte de tocado mostrando un felino en cobre laminado y dorado. Tumba II, Huaca de la Luna. la plataforma principal. Por tanto, se puede asumir que se trata de eventos sincrónicos y muy probablemente formando parte de un mismo ritual. Presentaremos las asociaciones más importantes de cada uno de estos entierros, sin entrar en el detalle descriptivo, para lo cual remitimos a los lectores a una publicación previa (Uceda et al. 1994: ) para el caso de las dos primeras tumbas, y para la tercera y cuarta a los informes preliminares del proyecto presentados a la fundación Ford y al INC (Uceda et al. 1994, Uceda y Morales 1994). Tumbas de oficiantes De las dos tumbas estudiadas, sólo la segunda presentó un contexto completo, y ella servirá para describir el ritual mortuorio practicado. Un primer aspecto del ritual, a nuestro parecer, consistió en la preparación de la tumba en sí. La matriz en la cual se construyó la tumba fue el relleno de adobes que sirvieron para sellar o «sepultar» el viejo edificio; su construcción se realizó al mismo tiempo que se fue constituyendo el relleno. Para ello se dejó un espacio sin rellenar lo que generó una fosa de 2,25 m. de largo por 0,95 m. y 0,70 de altura. Es en este momento que se produjo el entierro. En el caso de la tumba 2, antes de colocar el ataúd se colocó uno de los relieves que representa uno de los personajes menores y que fueron desmontados del muro sur del patio para permitir obtener la traba necesaria entre el muro de refuerzo y el relleno que cubría el viejo edificio. El ataúd ocupa el lado oeste de la fosa y dejó espacios vacíos en su lado oeste y sur, donde se colocaron ofrendas consistentes en ceramios y mates conteniendo restos de alimentos, entre los que destacan 8 especies de moluscos, 3 especies de gasterópodos, 2 especies de caracoles terrestres, 2 especies de bivalvos; entre los peces existen 7 especies, siendo las más abundantes las 178

164 Foto 35. Espátula en cobre. Tumba II, Huaca de la Luna. sardinas, jureles, cachema y life; entre los restos de mamíferos el más importante son pedazos de carne de llama, incluyendo la cabeza y partes de los miembros. A este inventario se agregan restos de maíz, lagenaria, palta y semillas de coca. De los ceramios, a excepción de uno, eran botellas con asa estribo y donde la decoración predominante son aves y en un sólo caso un zorro lunar. El otro ceramio es un cántaro de cuello evertido y con una soga pintada alrededor del cuello en color marrón oscuro. El ataúd fue confeccionado con carrizos amarrados con soguillas de junco y tiene la forma paralelepípeda. Mide 2,05 m. de largo por 0,50 m. de ancho y 0,25 m. de alto (esta dimensión pudo ser mayor, dado el estado de descomposición del sarcófago). El cadáver fue colocado en posición decúbito dorsal; la cabeza hacia el sur, descansaba sobre un mate, la cara estaba mirando al norte. Las piernas estaban extendidas y las manos sobre la pelvis. Algunos restos de textiles indican que al momento del entierro estaba vestido con algún atuendo. Una serie de ofrendas acompañaban al muerto dentro del sarcófago: sobre la cara envuelto en un pedazo de tela gruesa habían tres láminas en cobre dorado, una de forma ligeramente ovalada y con una especie de orejas, las otras dos son de forma rectangular con uno de los lados ligeramente aserrados; el lado opuesto posee agujeros. Es probable que estos tres elementos estuvieron unidos originalmente con tela para formar un turbante; el animal es un felino mostrando la fauces y las garras de las patas delanteras (Foto 34). Al interior de la boca, también envuelto en tela, se encontró un pedazo de lamina de cobre doblada. Un mate cubría la cara. Sobre el tórax, sin un orden aparente, se encontraron láminas de cobre de forma rectangular y circular, todas con agujeros, lo que nos permite sospechar que formaban parte de su vestimenta. Sobre el antebrazo derecho descansaba un instrumento alargado a manera de cincel o espátula en un extremo y en el otro más delgado posee un orificio (Foto 35). En la región pélvica se encontraban también algunas láminas de cobre de forma rectangular. A la altura de la mano derecha, como si lo sostuviera, había una especie de vasija hecha en cobre dorado laminado (foto 36). Cubriendo este objeto había hasta tres tipos de tejidos: primero fue envuelto con una tela de tipo 2, luego con la del tipo 1 y finalmente por otra del tipo 3. Debajo de los pies, columna y entre la manos se colocaron fragmentos de láminas de cobre dobladas y cubiertas con telas como aquella que se le colocó en el interior de su boca. Por el mal estado de conservación de los textiles es muy difícil de establecer cuáles formaron parte de las vestimentas y cuáles de probables envoltorios. Foto 36. Vasija de cobre laminado y dorado. Tumba II, Huaca de la Luna. Al interior del sarcófago también se colocaron otras ofrendas: 5 ceramios, dos a la altura de los pies y tres a la altura de las rodillas. De estos tres, dos son de mejor factura y se encontraron fragmentados. Uno representa un «florero» y el otro una vasija escultórica representando un pato con cuerpo humano sosteniendo en sus manos una maza y un 179

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