1. MODERNISMO Y GENERACIÓN DEL 98

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1 1. MODERNISMO Y GENERACIÓN DEL 98 Tanto el Modernismo como el grupo del 98, constituyen una misma generación cronológica que reflejan la crisis que se está viviendo a fines del siglo XIX. En sus raíces encontramos un profundo malestar que se conoce como crisis de la conciencia burguesa que traduce su oposición o alejamiento del sistema de diferentes formas. Fue a partir de unos artículos de Azorín en los que utilizaba el concepto de Generación del 98 cuando se extendió la distinción entre los escritores que se refugiaban en el esteticismo como rechazo del mundo circundante, denominados modernistas, y aquéllos que mostraban una actitud crítica ante la realidad, defendían la necesidad de cambios y adoptaban, a veces, un compromiso social y político, llamados noventayochistas. El Modernismo manifiesta literariamente su disconformidad a través de un refinamiento estético, acompañado algunas veces por actitudes inconformistas como la bohemia, el dandysmo y el decadentismo. Combinan diversas INFLUENCIAS. De la poesía francesa de finales del XIX, el Parnasianismo, que pretende la perfección formal y la brillantez sensorial, el Arte por el Arte ; y el Simbolismo, que es el arte de la sugerencia, con un lenguaje fluido y musical buscando tras la aparente realidad significaciones profundas. De la poesía romántica recoge el deseo de evasión, el individualismo y el subjetivismo. Los TEMAS característicos son el cosmopolitismo, el gusto por épocas pasadas como la Edad Media o la Grecia clásica, el amor y el erotismo y los temas hispánicos. El ESTILO se caracteriza por la renovación métrica (versos dodecasílabos, eneasílabos, sonetos alejandrinos) y el deseo de musicalidad y plasticidad (aliteraciones, sinestesias, léxico simbólico y evocador). Los noventayochistas, en su juventud, expresan su profundo desagrado ante la sociedad de la Restauración denunciando el atraso, la incultura y el conservadurismo de las clases dirigentes y de la Iglesia. Señalan la necesidad de cambios sociales, culturales y estéticos. Sin embargo, a partir de 1905, siguieron evoluciones bastante dispares alejándose de sus orígenes reformadores y radicales. En los años de cambio de siglo las coincidencias entre Baroja, Azorín y Maeztu son notables, y juntos firman como Los Tres diversos manifiestos. El más conocido de todos, de 1901, tras denunciar la miseria y la pereza intelectual, propone soluciones más regeneracionistas que revolucionarias. Sin embargo fue un fracaso que les condujo a un hondo desengaño. Por esa razón, se inicia un giro hacia posturas netamente idealistas. Es en este momento cuando se configura lo que tradicionalmente se ha conocido como mentalidad del 98, que se corresponde con la madurez de los escritores. Entre sus TEMAS destacan las preocupaciones existenciales (el sentido de la vida, el destino del hombre ) y el tema de España que se enfocará con tintes subjetivos, proyectando sobre la realidad española los anhelos y las angustias íntimas. Es UNAMUNO quien plantea el tema en términos idealistas: habla del alma de España, y busca ese alma en Castilla, a través de su paisaje, de sus orígenes y de mitos literarios como Don Quijote y Sancho. El tema del paisaje castellano y la identificación Castilla-España se convierte en uno de los temas característicos del grupo. En cuanto al ESTILO, los noventayochistas contribuyeron poderosamente a la renovación literaria de principios de siglo. A pesar de las diferencias personales, la primera nota común es la voluntad de ir a las ideas, al fondo. Además, esto va acompañado de un rechazo por un retoricismo ampuloso y un exigente cuidado del estilo, a lo cual hay que añadir el gusto por las palabras tradicionales y terruñeras. Finalmente hay que señalar que es en el 98 cuando se configura el género ensayístico moderno, con su flexibilidad para recoger por igual el pensamiento, las reflexiones culturales, la visión lírica del paisaje o el intimismo. También ellos proponen novedades en la narrativa, pasando de la novela realista a una novela con diversidad de narradores, autobiográfica, fragmentaria, abierta, subjetiva, a veces incluso más parecida a un ensayo, como en el caso de Azorín. En cuanto a los autores más importantes del momento destaca en primer lugar Rubén Darío, modernista que escribe Azul, Prosas profanas y Cantos de vida y esperanza. Valle Inclán máximo representante de la prosa modernista con Sonatas, cuyo protagonista, Bradomín, es un dandy aristocrático elegante, amoral y provocador. En la trilogía de La guerra carlista se muestra más afín a los noventayochistas. Antonio Machado expresa un modernismo intimista y simbolista en Soledades, galerías y otros poemas y un interés por los paisajes y las tierras castellanas junto a una poesía filosófica y moral en Campos de Castilla. Juan Ramón Jiménez que en su época sensitiva también utiliza un modernismo intimista y simbolista en obras como Arias tristes y La soledad sonora. De los escritores de la Generación del 98 destacan Unamuno, un hombre que vivió en una continua lucha consigo mismo y con los demás, lo cual reflejó en novelas como San Manuel Bueno, mártir, o ensayos como Del sentimiento trágico de la vida; Pío Baroja cuyas obras están marcadas por un profundo pesimismo y una inmensa ternura por los seres desvalidos o marginados. Además de cuentos, artículos y ensayos, destacan sus novelas agrupadas en trilogías como La lucha por la vida ( La busca, Mala hierba y Aurora roja). No podemos olvidar a Azorín, que sobresale fundamentalmente por sus ensayos (La ruta de Don Quijote).

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