TIEMPOS DE AVIVAMIENTO Conoce personalmente a tu Dios

Transcripción

1 TIEMPOS DE AVIVAMIENTO Conoce personalmente a tu Dios 1 Samuel 3: 1 El joven Samuel ministraba a Jehová en presencia de Elí; y la palabra de Jehová escaseaba en aquellos días; no había visión con frecuencia. 2 Y aconteció un día, que estando Elí acostado en su aposento, cuando sus ojos comenzaban a oscurecerse de modo que no podía ver, 3 Samuel estaba durmiendo en el templo de Jehová, donde estaba el arca de Dios; y antes que la lámpara de Dios fuese apagada, 4 Jehová llamó a Samuel; y él respondió: Heme aquí. 5 Y corriendo luego a Elí, dijo: Heme aquí; para qué me llamaste? Y Elí le dijo: Yo no he llamado; vuelve y acuéstate. Y él se volvió y se acostó. 6 Y Jehová volvió a llamar otra vez a Samuel. Y levantándose Samuel, vino a Elí y dijo: Heme aquí; para qué me has llamado? Y él dijo: Hijo mío, yo no he llamado; vuelve y acuéstate. 7 Y Samuel no había conocido aún a Jehová, ni la palabra de Jehová le había sido revelada. Introducción. Ana era una mujer sufriente, no podía tener hijos y compartía al esposo con otra mujer que si tenía la capacidad de tenerlos. El esposo de ella, Elcana, la amaba y la privilegiaba de diferentes formas tratando de compensar su problema. Sin embargo, su rival, Penina, la hacia sufrir constantemente con sus palabras. Pero llegó un día en que la familia completa visitó Silo, lugar donde estaba asentado el tabernáculo de Dios, que Ana acudió a Dios para derramar su corazón delante de Él y pedirle con todas sus fuerzas que le diera un hijo. Le prometió que si le daba un hijo, lo dedicaría para el servicio y obra del Señor. Y Dios escuchá aquella oración de aflicción que salió de los labios angustiados de Ana y quedó embarazada, dando a luz a un pequeño niño, al que le puso por nombre Samuel. Ana no fue visitada por Dios unicamente para dar a luz a Samuel, sino que fue mamá de siete hijos. Y puntualmente, como lo había prometido, Ana llevó a Samuel al tabernáculo, donde estaba el entonces sumo sacerdote Elí, para que se quedara allí y fuera consagrado para el servicio de la casa de Dios. Desde ese entonces el entonces pequeño Samuel estuvo en el tabernáculo, ministraba delante de la Presencia de Dios y según leemos en la porción biblica, dormía en el mismo templo, donde estaba la Presencia de Dios. Sin embargo, podemos darnos cuenta, Samuel no aún no conocía a Dios, ni Su Palabra le había sido revelada. Qué es lo que conocía Samuel entonces? Pues los rituales que la ley de Moisés establecían, el altar donde se ofrecían los sacrificios, el lavacro donde se lavaban las manos y cara para entrar al lugar santo, los muebles que

2 allí habían: el candelero de oro que debía arder todo el tiempo, los panes sin levadura y el incensario de oro que allí estaban. Tal vez también había visto alguna vez el arca de Dios y seguramente Elí le había instruido acerca de ella. Todo eran muebles, rituales, oraciones, canciones que se debían cantar, etc. Pero Samuel no conocía personalmente al Dios que allí se veneraba. Los hijos de Elí, siendo mucho mayores que Samuel, y habiendo minsitrado durante muchos años en la Presencia de Dios, tampoco le conocían. 1 Samuel 2: 12 Los hijos de Elí eran hombres impíos, y no tenían conocimiento de Jehová Su desconocimiento de Dios les había formado como hombres impíos que menospreciaban las cosas de Dios. Robaban a la gente que acudía al tabernáculo y aún forzaban a las mujeres que iban allí a dormir con ellas. Dice la Palabra de Dios que el pecado de estos hombres era muy grande. Para ellos, todo era un trabajo que realizar: Recibir las ofrendas y presentarlas en el altar y quemarlas; hacer que el aceite del candelero no se acabara y poner panes nuevos todos los días en la mesa, así como tener suficiente incienso para que del incensario siempre se desprendiera el olor adecuado. Ningún temor de Dios tenían estos hombres, porque nunca llegaron a conocer a Dios, aunque su padre Elí, si lo conocía. La Palabra de Dios escaseaba, nos dice la porción bíblica, Dios no hablaba con frecuencia en medio de tales condiciones de deshonra a Su Presencia. No había revelación, ni grandes manifestaciones. Este era el entorno en el que Samuel estaba viviendo. Y entonces yo me pregunto: Cuántas personas hoy día asisten aquí a la congregación, adoran delante de la Presencia de Dios, cantan las mismas canciones, oran y escuchan las conferencias, pero aún no conocen al Señor personalmente? Me pregunto también: Cuántos de los muchachos que aquí ministran formidablemente como músicos o cantantes bajo la unción del Espíritu de Dios, aún no lo conocen personalmente? Me parece que no haber tenido un encuentro personal con Él, produce en la gente que no tengan temor de Él y que todo se convierta en solo una religión. Creen en un Dios relatado por la biblia pero al que no conocen, cantan alabanzas a ese Dios solo por lo que se dice de Él, pero no lo tienen, no saben aún quien es, cómo es. Y evidentemente quien no lo conoce, pues tampoco lo reconoce. DESARROLLO 1. Josué Y en la biblia encontramos a otro hombre grandey poderosamente usado por Dios: Josué. Dice la Palabra de Dios de él: Éxodo 33: 11 Y hablaba Jehová a Moisés cara a cara, como habla cualquiera a su compañero. Y él volvía al campamento; pero el joven Josué hijo de Nun, su servidor, nunca se apartaba de en medio del tabernáculo.

3 Moisés tenía una relación extraordinaria con Dios, lo conocía cara a cara y hablaba con Él. Pero después de haber hablado con Él en el tabernáculo, Moisés regresaba al campamento, con el pueblo; sin embargo Josué, su joven siervo, nunca se apartaba de allí. Josué permanecía en el lugar de la Presencia de Dios todos los días. Allí se estaba formando el sucesor de Moisés aunque él no lo sabía. Años más tarde, cuando Dios dios instrucciones sobre la sucesión, Josué fue levantado como el nuevo líder de la nación para conquistar la tierra de la promesa que Dios habían prometido a Abraham que les había de dar. Y dice Deuteronomio 34: 9 Y Josué hijo de Nun fue lleno del espíritu de sabiduría, porque Moisés había puesto sus manos sobre él; y los hijos de Israel le obedecieron, e hicieron como Jehová mandó a Moisés Josué fue lleno de espíritu de sabiduría para poder gobernar a la nación. Moisés puso sus manos sobre él y transfirió este espíritu. La dignidad de Moisés había sido puesta sobre Josué para que el pueblo lo respetara como lo había hecho con Moisés. Pero quisiera que pusieran atención en este otro dato: Josué había ya tomado el mando de la nación, Dios hablaba con Él y le daba instrucciones. Estaba a punto de iniciar la primera batalla, la primera conquista, la primera ciudad por ser tomada: Jericó. Josué 5: 13 Estando Josué cerca de Jericó, alzó sus ojos y vio un varón que estaba delante de él, el cual tenía una espada desenvainada en su mano. Y Josué, yendo hacia él, le dijo: Eres de los nuestros, o de nuestros enemigos? 14 Él respondió: No; mas como Príncipe del ejército de Jehová he venido ahora. Entonces Josué, postrándose sobre su rostro en tierra, le adoró; y le dijo: Qué dice mi Señor a su siervo? 15 Y el Príncipe del ejército de Jehová respondió a Josué: Quita el calzado de tus pies, porque el lugar donde estás es santo. Y Josué así lo hizo. De repente ve a un hombre con la espada desenvainada, listo para pelear y Josué no lo reconoció: Quién es ese? Se preguntó. Entonces se acercó a él y le preguntó: Eres de los nuestros o del enemigo? Era nada menos que el Príncipe de los ejércitos de Jehová, el mismo Señor Jesús, quien estaba listo para pelear, pero nunca en su contra. Josué había estado años completos viviendo en el tabernáculo, había recibido espíritu de sabiduría por imposición de las manos de Moisés, hablaba con Dios quien el había dicho: Esfuérzate y se muy valiente; pero cuando vio a este ser sobrenatural con la espada desenvainada no supo si era un enemigo o un amigo. Este día fue un día maravilloso para Josué: Un encuentro directo con el Señor: Josué tuvo un revelación del Príncipe de los ejércitos de Dios, quien siempre pelea a favor de nosotros, nunca en contra. Cada vez que tu te decides a pelear para conquistar algo que aún no has logrado tener, pero que te ha sido prometido por Dios, entonces puedes saber que el Príncipe de los Ejércitos de Dios está peleando a favor tuyo.

4 Los muros de Jericó cayeron no por el grito tan grande que dio el pueblo en obediencia a las instrucciones divinas, sino porque el Príncipe de los Ejércitos de Jehová los derribó para que ellos entraran. Las naciones cayeron delante de ellos no por su destreza en la guerra o por su sofisticado armamento, sino porque el Príncipe de los Ejércitos de Jehová les daba la victoria a donde quiera que iban. Josué a partir de ese momento no volvió a estar preocupado por las batallas que venían en el futuro. Sabía que había un grande territorio que conquistar y que aquellas ciudades estaban fuertemente forificadas y que sus habitantes, en muchos de los casos, gigantes, no solo estaban bien armados sino que eran expertos en la guerra. Pero confiaba en que el Príncipe de los Ejércitos de Jehová peleaba a su favor siempre. Ese encuentro personal que tuvo Josué fue determinante en el éxito de toda su vida. Al igual que Samuel tuvo un encuentro que lo cambió para siempre, Josué fue otro a partir de ese momento. 2. Saulo de Tarso, el apóstol Pablo. Pero permítanme hablarles de otro hombre muy famoso en la Palabra de Dios, poderosamente usado por Dios. Permítanme presentarles el caso de el apóstol Pablo Hechos 9: 1 Saulo, respirando aún amenazas y muerte contra los discípulos del Señor, vino al sumo sacerdote, 2 y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, a fin de que si hallase algunos hombres o mujeres de este Camino, los trajese presos a Jerusalén. 3 Mas yendo por el camino, aconteció que al llegar cerca de Damasco, repentinamente le rodeó un resplandor de luz del cielo; 4 y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, por qué me persigues? 5 Él dijo: Quién eres, Señor? Y le dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues; dura cosa te es dar coces contra el aguijón. 6Él, temblando y temeroso, dijo: Señor, qué quieres que yo haga? Todos han oído hablar del gran apóstol Pablo, autor de la mayoría de las cartas a las iglesias y por quien Jesús no solo llegó a muchas ciudades e iglesias fueron fundadas, sino que dejó las bases de la fe cristiana impresas en sus cartas. Hombre poderosamente usado por el Espíritu de Dios, pero no siempre fue así. Saulo, según leemos en la biblia, fue educado como un estricto fariseo, teniendo como maestro al fariseo más venerado de su tiempo: Gamaliel. Así que Saulo siempre pensó en servir a Dios fielmente con un corazón sincero; sin embargo estaba muy equivocado. En lugar de servirle le estaba persiguiendo. Cómo puede ser que una persona intente genuinamente hacer la obra de Dios con fidelidad pero en realidad este obrando en contra de ella? Cómo puede ser opositor de la obra quien pretende ser siervo de ella? Es muy sencilla la respuesta: Porque no le conoce, porque lo único que tiene es conocimiento intelectual y no personal de aquel a quien intentan servir. Así que dirigiéndose a la ciudad de Damasco para arrestar allí a los cristianos y llevarlos presos a Jerusalén, Jesús, en una visión de luz maravillosa, se presentó delante de Saulo y le dijo: Por qué me persigues? Saulo no contestó la pregunta

5 porque no sabía quien preguntaba, así que le dijo: Quién eres? La respuesta lo cambió totalmente: Yo soy Jesús, a quien tu persigues. Saulo solo pudo darse cuenta que estaba equivocado, que tantos años de estudio teológico en el mejor colegio de su tiempo habían servido para nada. Finalmente no conocía a Dios ni a Su Hijo Jesucristo. haga? La única respuesta sincera que pudo expresar Saulo fue: Qué quieres que Mira bien lo que produce un verdadero encuentro con tu Señor. A partir de ese momento Saulo dejaba de ser siervo de la religión y se disponía a ser siervo de Jesús. El Espíritu de Dios iría delante de él a partir de ese momento, peleando a su favor para darle victoria en todas partes, para dirigir su camino y para revelarle la Palabra. Samuel, Josué, Saulo jamás fueron los mismos. Ya no creían en un concepto, no creían más en una teología, ni en rituales o liturgias. Ellos creían en alguien a quien conocían personalmente. Yo pido a Dios que se revele a tu vida hoy mismo, que puedas tener un contacto personal con Él en tu espíritu. Muchos tendrán visiones ahora mismo, Jesús será revelado a Sus vidas de una forma personal magnífica. Sabrás que es Él quien habla, conocerás que es Él quien va delante de ti peleando con Su espada, y serás guiado todos los días de tu vida hacia la verdad, serás lleno en tu interior de un poder sobrenatural que te libera, que te perdona, que te santifica, que te da autoridad de Reino. Es Jesús, es el Rey: Dile: Qué quieres que yo haga? 3. Esta es la vida eterna. (Ministración) Ahora escucha bien: Juan 17: 3 Y ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado No se cual fuera el concepto vida eterna que tu tuvieras, pero quiero que la tires a la basura y tomes las palabras de Jesús: La Vida Eterna es conocer a Dios y Jesucristo. Un encuentro personal con Él te dará la Vida, Vida en abundancia, Vida Eterna. Vida Eterna para Saulo quien fue transformado en Pablo, Vida Eterna para ti, porque Él se está manifestando a tu vida, se está revelando ahora mismo. Él no es un concepto biblico, no es una enseñanza, no es una religión, ni un estilo de vida. Él es una persona, Él es Dios, Él es quien te ha dado la vida, quien te ha traído hasta aquí. Juan 10: 26 pero vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas, como os he dicho. 27 Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, 28 y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. 29 Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre

6 Las ovejas de Jesús conocen Su voz y le siguen, cuando no es la voz suya entonces huyen. Quien no conoce su voz no puede creer, pero hoy tu puedes creer porque te ha sido revelado. Escucha su voz, síguele y recibe Vida Eterna. Nadie podrá arrebatarte de la mano de Jesús en tanto que le conozcas, que escuches Su voz y la reconozcas, que no seas engañado por voces diversas que dicen: yo soy Jesús.