LA MAYODORMÍA Por: Robert D. Gorman

Transcripción

1 LA MAYODORMÍA Por: Robert D. Gorman Buenas noches. En las últimas semanas el Padre Bob ha hecho un esfuerzo especial en el boletín, y en breves anuncios, para educarnos acerca de algunas de las necesidades financieras de la parroquia. Sus comentarios no han sido hechos en el vacío. Son parte de la lección más grande y más importante que nuestra iglesia enseña, la enseñanza de la mayordomía. El Padre me pidió que compartiera con ustedes algunas de mis propias experiencias y reflexiones acerca de la mayordomía. Preparando para dar este discurso, leí las lecturas de este semana. Tengo que confesar que cuando leí el Evangelio me dio un poco de susto. Ahí está Jesús, echando a los cambiadores de dinero del templo diciendo, no convierten en un mercado la casa de mi padre. Que me está tratando de decir Dios? Debo hablar de finanzas después de escuchar esta lectura? Pero la palabra mayordomía significa más que simplemente regalar dinero en la colecta cada semana. La mayordomía significa compartir, no sólo el dinero, sino también el tiempo y el talento. 1

2 Como parroquia, trabajamos como equipo. Hemos visto nuestra parroquia crecer y prosperar debido a esta cooperación. Ese crecimiento ha venido de la generosidad, tanto en términos de tiempo como de dinero. Hace unas semanas que tuvimos una feria de ministerios en la cual les invitó a compartir un poco de su tiempo y talento al servir en uno de los muchos ministerios que ofrecemos aquí en en nuestro parroquia. Muchos respondieron a la invitación. Cuando reflexiona en todo lo que implica la mayordomía, me doy cuenta que el Evangelio de hoy no es incompatible. Al contrario, nos obliga a contemplar el concepto de compartir. Jesús estaba molestado con los cambiadores de dinero por que utilizaban el templo para su propio beneficio personal y no para edificar la iglesia. Recuerdo escuchar a lecciones de catecismo sobre la caridad y el compartir. Usamos la palabra caridad, tipicamente en el contexto de compartir con los menos afortunados. Dar a los pobres. En algún momento el maestro utilizo el ejemplo en el Evangelio del hombre rico que preguntó a Jesús qué debía hacer para ganar la admisión en el cielo. Como recordarán, Jesús le 2

3 dijo al hombre que vendiera todo lo que tenía y que se lo diera a los pobres, y que siguiera a Jesús. El hombre rico no se atrevía a hacerlo. Cada uno de nosotros cuando escuchamos el evangelio probablemente nos sentimos un poco avergonzados por nuestros propios esfuerzos por acumular cosas materiales. Por supuesto, la respuesta de Jesús tenía dos partes. Uno tenía que ver con dar dinero, eso es cierto. Pero la última parte de la respuesta de Jesús fue " ven y sígueme." En otras palabras, compartir su tiempo y talento con el Señor, no sólo su tesoro. Ese es el verdadero significado de la mayordomía. No creo que Jesús espere que todos nosotros nos empobrezcamos. Pero Él sí espera que nosotros compartamos lo que nos ha confiado, con generosidad y alegría. La respuesta de Jesús al hombre rico realmente destacó el punto de que los que tienen mucho se espera que compartan mucho. Jesús pudo haber dicho al hombre que vendiera sólo la mitad o un cuarto de sus riquezas, y la respuesta del hombre rico probablemente hubiera sido la misma. Él no estaba dispuesto a compartir parte de su tiempo ni su riqueza. Él estaba buscando una respuesta fácil. 3

4 Cuando el padre Bob me pidió que hablara con ustedes, me pregunté entre yo mismo, por qué yo? Quién soy yo para hablar de la mayordomía? Me gustaría estar aquí en frente de ustedes y decirles que doy el diez por ciento de mis ganancias a las caridades y que paso 20 horas a la semana ayudando en un refugio para los que no tienen casa. Pero la verdad es que soy un miembro de la parroquia cualquiera como muchos de ustedes. He sido el presidente del concilio financiero por veinte años, así que eso me da un poco más información sobre la situación financiera que otros. Pero mi esposa, Cathy, y yo tenemos que hacer un presupuesto de nuestros recursos tal como ustedes lo hacen. Sé que cuando uno esté criando a una familia nunca hay tiempo ni dinero que sobra. Al pensar sobre la mayordomía, se me han ocurrido algunas de las razones y pretextos que he usado o que he escuchado a otros usar para evitar el compartir de verdad. La razón número uno es No tengo suficiente para dar en la colecta esta semana. Cuando pienso en este pretexto, pienso en lo que decía mi mamá a cerca de tener hijos. Mis padres tuvieron a seis hijos y nunca había dinero suficiente. Mi mamá se reía cuando 4

5 escuchaba algunos decir que no tenían el dinero para tener hijos. Ella dijo que si uno esperara hasta que tuviera el dinero suficiente para tener hijos, nadie jamás los tendría. Siempre se puede pensar en otras cosas que uno necesita o que uno quiere. Casas nuevas, televisiones nuevas, un play station nuevo, un carro, o un viaje. Sin embargo, cuando lleguen los hijos, por alguna manera u otra caben perfectamente en nuestras vidas y encontramos los recursos suficientes. Es cuestión de hacer un presupuesto y un compromiso de compartir. Todos elegimos y tenemos metas. En mi caso, siento que estoy en un proceso constante de re-examinar mis decisiones y mis metas. Estoy escogiendo compartir las bendiciones que Dios me ha dado, o estoy escogiendo acumular? Estoy siguiendo a Jesús, o estoy imitando al hombre rico del Evangelio? Cada vez que pienso en reducir mis contribuciones a la iglesia, trato de recordar las muchas bendiciones que Dios me ha dado. Como mucho de ustedes, a veces se me olvida que tal bendecido estoy. Como ser humano, a veces fallamos. Pero como 5

6 la gente elegida por Dios, Dios nos llama a superar nuestros fracasos e intentarlo otra vez. Otra razón que no compartamos tiene que ver con la duda. A veces dudamos que la iglesia realmente necesite nuestra cooperación. Muchas veces justificamos nuestra falta de caridad con el argumento de que la iglesia tiene muchas propiedades. La iglesia ya tiene mucho dinero. O como le escuché a una señora decir, Estoy harta de dar. En realidad, qué hace el padre con todo ese dinero? Muchos miembros de nuestra parroquia no saben lo que es necesario para mantener nuestra iglesia. Muchos no saben que el arquidiócesis depende en las parroquias para pagar sus propios gastos. Estamos obligados de pagar 12.5 por ciento de nuestra colecta al arquidiócesis. También requieren que paguemos quinientos dólares por cada estudiante de nuestra parroquia que asiste a una escuela católica. Esperamos que ese total para estudiantes llegue a un total de treinta y cinco mil dólares este año. Además, nuestra parroquia no ha alcanzado nuestra meta de la campaña católica anual del arquidiócesis. Si no alcanzamos esta 6

7 meta, como parroquia tenemos que pagar lo que nos falta. Este año tendremos que pagar entre diez mil y quince mil dólares. También servimos la parroquia con un grupo de empleados sumamente talentoso y dedicado. Tenemos la obligación de pagar a nuestros veinte empleados de una manera justa. Ellos también tienen familias y otros compromisos importantes. Esas obligaciones significa que es ser un buen mayordomo quien vive nuestra misión de: hacer presente la obra salvadora de Jesucristo a través de nuestra alabanza, nuestra palabra, nuestro testimonio, y nuestra justa y compasiva labor en el mundo. Mientras me preparaba para hablar con ustedes, la última idea que se me ocurrió sobre la mayordomía fue, Qué puedo hacer yo? Cómo puedo ser un mejor mayordomo? Empecé a cuestionar que si de verdad estaba compartiendo, o simplemente estaba dando de lo que me sobraba. Mi conclusión es que puedo hacer más. Como familia, sé que podemos hacer mejor. En el pasado hemos escuchado algunos que han hecho la decisión de dar diez por ciento de sus ganancias a la iglesia. Sé que esas decisiones vienen después de mucha oración y reflexión sobre las bendiciones de Dios y su llamado de ser generoso. 7

8 Mientras consideramos el tema de la mayordomía, nos llama a hacer lo mismo. Nos llama a rezar y reflexionar sobre nuestras bendiciones. Todos podemos hacer un poco más. Si todos nosotros, como miembros típicos de la parroquia, decidimos ser un poco más generosos con las bendiciones de Dios, nuestra comunidad no sería típica. No sería una parroquia cualquiera. Seríamos una comunidad sobresaliente, no sólo como parroquia sino también como arquidiócesis y como pueblo de Dios. Gracias por su generosidad. 8