Servicio de Noticias 037/99 ÍNDICE AI: AMR 51/32/99/s FECHA DE EMBARGO: 05:01 HORAS GMT DEL 4 DE MARZO DE 1999

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1 Servicio de Noticias 037/99 ÍNDICE AI: AMR 51/32/99/s FECHA DE EMBARGO: 05:01 HORAS GMT DEL 4 DE MARZO DE 1999 Estados Unidos: La dureza de la justicia para las mujeres en prisión «Aún tenía los pies unidos por los grilletes y no podía separar las piernas. El médico llamó al funcionario... Nadie más podía abrir los grilletes, y el bebé estaba a punto de llegar... Por fin llegó el funcionario y me quitó los grilletes de los tobillos. Entonces nació el bebé.» Relato de «María Jones» sobre su parto cuando estaba encarcelada en la Prisión del Condado de Cook, Chicago, de los malos El uso de grilletes en reclusas embarazadas no es más que un ejemplo de la crueldad y tratos que sufren muchas mujeres en las prisiones de Estados Unidos, ha declarado hoy Amnistía Internacional en la presentación de un nuevo informe publicado como parte de su campaña internacional contra las violaciones de los derechos humanos en Estados Unidos. Además del uso de medios de inmovilización en mujeres embarazadas y enfermas, el informe de Amnistía Internacional titulado «No es parte de mi condena» detalla violaciones de derechos humanos que incluyen abusos sexuales, falta de atención médica y largos periodos de confinamiento en las llamadas unidades de supermáxima seguridad. Los informes sobre violaciones y otras formas de abusos sexuales que abarcan el uso de un lenguaje sexualmente ofensivo y denuncias contra funcionarios varones que tocan los pechos y genitales de las mujeres durante los registros o que las observan cuando están desnudas son habituales en los centros penitenciarios de Estados Unidos. «Los casos de abusos sexuales denunciados constituyen probablemente sólo la punta del iceberg, ya que las víctimas a menudo se muestran reacias a quejarse por miedo a que no las crean o a sufrir represalias», ha afirmado Amnistía Internacional.

2 «La abrumadora mayoría de las denuncias se refieren a varones, lo que refleja la realidad de que muchos guardias y otros miembros del personal penitenciario son hombres», añadió la organización. El número de mujeres recluidas en los centros penitenciarios estadounidenses ha aumentado de forma espectacular, en gran medida como consecuencia de la guerra contra la droga. En 1997, la cifra era de , que triplica la de 1985 y equivale aproximadamente a diez veces el número de mujeres en prisión en los países de Europa Occidental, que en total tiene una población reclusa femenina equivalente a la de Estados Unidos. «Las autoridades de Estados Unidos invierten grandes cantidades de dinero para construir nuevas prisiones, pero no proporcionan fondos suficientes destinados a la salud, el bienestar y la rehabilitación de las personas que encierran en ellas», ha manifestado Amnistía Internacional. El 8 de marzo, cuando el mundo conmemora el Día Internacional de la Mujer, Amnistía Internacional pide a las autoridades federales, estatales y locales de Estados Unidos que se comprometan firmemente a implantar las medidas necesarias para proteger de forma efectiva la seguridad, la salud y la dignidad de todas las mujeres privadas de libertad. Entre los motivos de preocupación que se exponen en el informe figuran los siguientes: Abusos sexuales: la violación de una reclusa por parte de un funcionario está reconocida internacionalmente como una forma de tortura y conculca las leyes penales federales y estatales de Estados Unidos, pese a lo cual las denuncias de violaciones y otras formas de abusos sexuales son habituales en las prisiones estadounidenses. Amnistía Internacional pide que las reclusas sean vigiladas únicamente por personal femenino, y que las víctimas sean protegidas de forma más efectiva frente a las represalias en el caso de que denuncien abusos.

3 Servicios médicos: con frecuencia el acceso a un médico está condicionado a la autorización de personal no médico que podría subestimar la gravedad del caso o estar inclinado a no creer a las presas. Se conocen algunos casos en que la demora en recibir atención médica ha tenido graves consecuencias para la salud de las internas. En 1998, una reclusa de una prisión de Arizona escribió a Amnistía Internacional denunciando que había perdido a su bebé y casi había muerto desangrada después de que desoyeran durante horas su petición de atención médica urgente. Amnistía Internacional ha pedido que todas las mujeres privadas de libertad tengan acceso a unos servicios médicos gratuitos y adecuados. Servicios de salud mental: existen motivos de preocupación por el uso de drogas psicotrópicas y la presunta falta de servicios de asesoramiento. Amnistía Internacional ha pedido una investigación sobre los servicios de salud mental de las prisiones y que las mujeres que sufran enfermedades mentales graves sean trasladadas a instituciones de salud mental. Uso de medios físicos de inmovilización en mujeres enfermas y embarazadas: esposas y grilletes se utilizan a menudo en mujeres tanto durante su traslado como durante su estancia en el hospital, incluso cuando carecen de antecedentes de violencia o de intentos de fuga. En el caso de las mujeres embarazadas, los medios de inmovilización constituyen una grave amenaza para su salud. Amnistía Internacional ha pedido que el uso de medios de inmovilización se limite a los casos en que la conducta de la presa lo haga necesario. Unidades de supermáxima seguridad: aparentemente, algunas mujeres son enviadas a estas unidades donde viven en condiciones especialmente duras por infracciones relativamente de menor importancia. Algunas de las normas que rigen estas unidades como la exigencia de que las reclusas estén «totalmente visibles» todo el

4 tiempo violan la intimidad y la dignidad de las presas, y el aislamiento puede incrementar las ocasiones de que se cometan abusos. ************************************************************************ Si desean un ejemplar del informe también disponemos de una versión resumida o concertar una entrevista, llamen a la Oficina de Prensa de Amnistía Internacional, teléfono /5808.

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