República de Túnez Cámara de Diputados

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1 República de Túnez Cámara de Diputados Informe de la Cámara de Diputados de Túnez sobre 10 años de la Declaración de Barcelona: balance de una década y perspectivas de la asociación euromediterránea 1

2 República de Túnez Cámara de Diputados Informe de la Cámara de Diputados de Túnez sobre 10 años de la Declaración de Barcelona: balance de una década y perspectivas de la asociación euromediterránea Es un honor para Túnez presentar un informe sobre los 10 años de la Declaración de Barcelona: balance de una década y perspectivas de la asociación euromediterránea, en la que Túnez ha desempeñado un papel precursor al haber firmado, en 1995, el primero de una larga serie de acuerdos bilaterales de libre comercio entre la Unión Europea y Estados de la ribera sur del Mediterráneo. Por otra parte, la aplicación anticipada de este acuerdo por parte de Túnez, en 1996, dio fe de su determinación y su empeño en dar solidez a los objetivos de la declaración de Barcelona, que adoptó principios y conceptos que permiten el establecimiento de una nueva asociación basada en una cooperación global y solidaria, que esté a la altura de la naturaleza privilegiada de los vínculos forjados por la vecindad y la historia. Asimismo, este proceso incluye una visión política que responde a los retos compartidos a los que se enfrentan los Estados de nuestra región en términos de seguridad y estabilidad, lucha contra el terrorismo, así como el proceso de paz en Oriente Próximo. El objetivo inicial era hacer de la cuenca mediterránea una región de diálogo, comercio y cooperación que garantizara la paz, la estabilidad y la prosperidad para todos. Transcurridos diez años cabe proceder a la evaluación de este proceso, subrayar su pertenencia y reflexionar sobre los medios de reforzarlo. A estos efectos se han realizado numerosos estudios y análisis, en particular el informe de la red EuroMesCo (institutos de política exterior de todos los países miembros de la asociación) titulado Barcelona Plus: hacia una comunidad euromediterránea de Estados democráticos, o el informe de FEMISE (Red Euromed de instituciones económicas y sociales) sobre La Asociación Euromediterránea 10 años después de Barcelona, logros y perspectivas. La Comisión Europea, a su vez, ha presentado un informe titulado Décimo aniversario de la Asociación Euromediterránea, programa de trabajo para afrontar los retos de los próximos cinco años. El Parlamento Europeo ha publicado en septiembre un estudio de evaluación del Proceso de Barcelona. 2

3 Además, Túnez, detentando la presidencia del Foro Mediterráneo en el año 2005, ha preparado conjuntamente con sus socios un estudio titulado Por una visión común de progreso y de estabilidad en el marco de la Asociación Euromediterránea. Este documento ha sido adoptado por los Ministros de Asuntos Exteriores del Foro Mediterráneo reunidos en Hammamet los días 1 y 2 de Octubre de 2005 y se distribuirá como contribución a la reunión de la Cumbre Euromediterránea que se celebrará en Barcelona al conmemorarse el décimo aniversario de la Declaración de Barcelona. La Declaración de Barcelona sentó las bases de un acuerdo de asociación y de partenariado, tanto en el plano económico como político, partiendo de la firme convicción de que no puede haber desarrollo de un ámbito sin que lo haya en el otro. El Proceso de Barcelona ha acentuado la dimensión de seguridad en las políticas e iniciativas de la Unión Europea en detrimento de las dimensiones económicas y sociales, sobre todo en lo que se refiere a la cuestión de la migración. De hecho, es preciso adoptar un enfoque global y multidimensional en materia de lucha contra el terrorismo abordando las causas profundas de este fenómeno, y elaborar un código de conducta contra esta lacra a escala regional. Para ello, proponemos la creación de un centro Euromed para la prevención de los conflictos y que se retomen los debates con vistas a la adopción de la carta Euromed para la paz y la estabilidad. Sin duda el desarrollo político de los países del la ribera sur del Mediterráneo también está condicionado por la idiosincrasia, costumbres y tradiciones de la región. Se trata de toda una nueva cultura que hay que adquirir. Por tanto es imperativo señalar que para que las reformas políticas tengan éxito y no deriven, es necesario acompañarlas de medidas económicas que permitan un desarrollo más importante. Es cierto que nuestros socios de la ribera norte encuentran que las reformas políticas no avanzan con la celeridad que sería de desear, y también es verdad que la situación socioeconómica de la ribera sur aún no ha alcanzado un nivel que permita cumplir este objetivo. La valoración del Proceso de Barcelona deberá tener en cuenta esta adecuación si quiere garantizar el éxito de la Asociación Euromediterránea. El Proceso de Barcelona ha suscitado un gran movimiento en los países de la orilla sur del Mediterráneo. En efecto, mediante la firma de acuerdos de asociación con la Unión Europea, todos estos países se han implicado, cada uno a su ritmo, en un proceso de reformas con el fin de integrarse en su espacio de proximidad, que es la Unión Europea, permitiendo superar así una primera etapa de su integración en la economía mundial. Esta dinámica y estos esfuerzos de integración también han contribuido al refuerzo de los intercambios comerciales entre la Unión Europea y los países de la ribera sur, y han permitido una mayor diversificación de las exportaciones de dichos países. 3

4 Por otra parte, la cooperación financiera, aunque vaya por detrás de las necesidades y expectativas de los países del sur, ha conocido en términos absolutos una mejora con respecto al periodo anterior a 1995, y los flujos de inversiones directas extranjeras han experimentado una ligera mejoría. El proceso Euromed también ha permitido institucionalizar y reforzar el marco del diálogo político y económico entre los socios. Transcurridos diez años del lanzamiento del Proceso de Barcelona, forzoso es constatar, hoy, que las realizaciones no están a la altura de las expectativas. En efecto, a pesar de todos los esfuerzos acometidos por dichos países, que han permitido a la mayoría de ellos equilibrar sus finanzas, estabilizar su déficit presupuestario y resistir los embates externos de los últimos años, los buenos resultados macroeconómicos no han bastado para reducir el paro e impulsar las inversiones locales y extranjeras. El desequilibrio de los intercambios sigue siendo importante, los países del sur registran déficits comerciales estructurales con la Unión Europea y la naturaleza de su relación con sus socios europeos sigue basada en la especialización clásica norte-sur con exportaciones de escaso valor añadido y mano de obra intensiva. El desfase que existe en el desarrollo de los países del sur y los de la Unión Europea sigue siendo considerable y afecta a todos los planos, económico, social y tecnológico. Por su parte, los intercambios intramediterráneos que el Proceso de Barcelona se ha propuesto reforzar siguen siendo insuficientes. Las inversiones directas extranjeras (IDE) que se dirigen a la región y que constituyen un vector pujante de desarrollo, aunque hayan experimentado cierto auge, siguen siendo insuficientes puesto que apenas representan el 3% de los flujos de inversión directa en el extranjero en todo el mundo, (y constituyen) la séptima parte de las inversiones directas en países en desarrollo y el 2% de las inversiones realizadas por los países de la Unión Europea en el extranjero, lo que asciende a una suma apenas equivalente al monto total recibido por Polonia. Para que las empresas de la ribera sur puedan trabajar en un entorno más competitivo, es perentorio que se ponga a su disposición mecanismos de financiación adaptados, sobre todo mediante el desarrollo de un sector genuino de capital riesgo, la mejora de los sistemas de garantía de las inversiones y de cobertura de riesgos, con la creación de un mecanismo que garantice la inversión en el nivel de los países de la zona y el desarrollo de mercados financieros de países del sur, y en este contexto sugerimos la creación de un grupo de trabajo encargado de examinar este asunto y de hacernos llegar el resultado de sus reflexiones junto con sus sugerencias al respecto. Por último, el apoyo financiero que se precisa para reforzar el proceso de integración y la transición económica de los Estados del sur aún está muy por debajo de 4

5 las expectativas creadas, habida cuenta del tremendo reto que supone el libre cambio para las economías de estos Estados. Al tiempo que ofrece nuevas perspectivas de participación en el mercado interior, la política de vecindad que prevé la libre circulación de bienes, servicios, capitales y personas entraña asimismo obligaciones mayores y vinculantes para los países destinatarios, sobre todo en materia de adecuación a la legislación comunitaria europea. Esta política, basada en la armonización de los marcos reglamentarios y legislativos, requiere un acompañamiento técnico y financiero adecuado por parte de los países del sur. Por este motivo resulta útil proseguir con los esfuerzos iniciados para transformar la facilidad euromediterránea de inversión y de asociación (FEMIP) en un banco euromediterráneo de desarrollo que podría constituir una señal inequívoca del interés que la Unión Europea muestra por los países de la ribera sur. En esta fase del lanzamiento de la política de vecindad no podemos, en efecto, dejar de inquietarnos por el riesgo de marginación del Mediterráneo en el marco de esta nueva política marcada por el Proceso de Barcelona. El riesgo que corre la región euromediterránea de diluirse dentro de un grupo mayor y muy heterogéneo, y su mera inclusión en políticas estandarizadas darían como resultado la ignorancia de sus necesidades específicas, su patrimonio cultural e histórico, así como de su verdad económica y social. Los países de la ribera sur del Mediterráneo aspiran a alcanzar un grado superior de desarrollo y a inscribirse en el rango de las economías emergentes. Así, el apoyo de la Unión Europea deberá acompañar los esfuerzos de los países de nuestra región favoreciendo la transferencia de tecnologías y de capitales, ayudando a los países del sur a acometer las necesarias reformas, modernizar su infraestructura y sanear su economía preservando al mismo tiempo el equilibrio social, condición fundamental de la durabilidad de esta asociación. También es imperativo que la política de vecindad insista en salvaguardar el carácter prioritario de las relaciones entre la Unión Europea y el Mediterráneo y que los rasgos específicos de estos países se tomen encuentra durante la puesta en práctica de dichas políticas. Y, así, esta política debería conceder un respaldo financiero coherente al Mediterráneo y dotarse de mecanismos de acompañamiento y de instrumentos financieros acordes con los nuevos retos que afrontan los Estados deseosos de adherirse. En este sentido, estimamos que es necesario individualizar el presupuesto asignado a la región en el marco del instrumento financiero de vecindad. También habrá que adaptar las modalidades de aplicación del apoyo financiero con el fin de alcanzar los objetivos fijados por los Planes de Acción en los plazos estipulados. 5

6 Además, sea cual fuere el apoyo que la Unión Europea brinde a los Estados del sur, este esfuerzo no bastaría para impulsar un crecimiento fuerte y duradero de las economías y merece ser acompañado por un flujo masivo de inversiones extranjeras, lo cual permitirá elevar a estas economías hasta el nivel de los países emergentes. El apoyo de la Unión Europea es imprescindible para acompañar los esfuerzos de los países de la región encaminados a dar a conocer sus oportunidades de inversión. Hoy en día vivimos en una era caracterizada por la mutación de los sistemas económicos, que por otra parte se basan en la economía del conocimiento, de la información y la innovación tecnológica. Estas mutaciones han traído consigo la transformación de las sociedades en sociedades del conocimiento y de la información. En este sentido, el desequilibrio entre la ribera sur y la ribera norte del Mediterráneo es un hecho indiscutible. La Asociación Euromediterránea es el marco ideal para reconsiderar este desequilibrio, un marco esencial para el desarrollo económico y para garantizar el éxito de la política de vecindad y los planes de acción. 6