Su primer destino la lleva a S. Bartolomé de Tirajana y después de estar allí un par de años, llega a Piedra de Molino, en el año 1952.

Transcripción

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2 El día 18 de agosto de 1923 nace en Las Palmas, una niña que con el tiempo se verá ligada a la vida de muchas mujeres de nuestro barrio gracias a la profesión que escoge, maestra; profesión heredada de su madre que también lo fue. Su primer destino la lleva a S. Bartolomé de Tirajana y después de estar allí un par de años, llega a Piedra de Molino, en el año Venía con la ilusión de su juventud y la responsabilidad de su trabajo y estaba dispuesta a hacer de estas niñas, mujeres preparadas para afrontar el destino que tenían marcado.

3 La escuela de niñas estaba en la casa del pilar, aunque éste se hizo después y era escuela y vivienda de la maestra. Los niños tenían a un maestro, D. Juan que les daba clases en lo que luego sería, el bar de Graciliano. Él también vivía aquí, y como era soltero, igual que Dña. Manuela, quisieron emparejarlos, pero la cosa no pudo ser ya que D. Juan tenía a su novia, con la que se casó más tarde. Al empezar las clases se matricularon muchas niñas, hasta un total de 110 y tenía solamente, 30 sillas. Después de muchas gestiones, consiguió que le mandaran 15 pupitres, pero estaban tan viejos que en vez de poder darles uso, tuvo que ponerlos en un rincón del aula. Un día, llegó Dña. María Paz, que era la inspectora de Educación y le recriminó que estuvieran arrinconados los pupitres y Dña. Manuela se los enseñó para que viera en

4 qué condiciones estaban y no sólo comprendió por qué lo había hecho, sino que le dio permiso para que desdoblara el grupo y así, por la mañana atendía a las más grandes y por la tarde, les daba clases a las más pequeñas. Sólo se les exigía para poder entrar en la escuela, el uniforme y Dña. Mañuela pudo comprobar la pulcritud de estas familias pues las niñas llegaban siempre con el uniforme limpio, tan limpio y almidonado que a muchas de ellas, el exceso de almidón les arañaba las rodillas. Cada vez eran más las niñas que se matriculaban, pero Dña. Manuela sabía que en la época de zafra, estas niñas se tenían que ir con sus madres a lugares diferentes, incluso hasta La Aldea y para que no multaran a las familias, no las ponía en la lista y así, cuando el guardia pasaba a recoger las listas, no se daba cuenta de esas ausencias.

5 Hubo en esa época un alcalde en Guía, que estaba muy preocupado por el bienestar de esas niñas y de esos niños y tenía mucho interés en que se hiciera un grupo escolar en Piedra de Molino, así como ponerle una balaustrada a la plaza del barrio. Pero quiso el destino que D. Rafael Velásquez, que era como se llamaba ese alcalde, muriera sin poder conseguir sus objetivos. Dña. Manuela, seguía con su trabajo diariamente y por las tardes, cuando se había terminado la jornada escolar reunía a las niñas que querían y las enseñaba a coser, bordar, calar y marcar las sábanas que después llevarían en su ajuar. Incluso, le llegó a prometer un velo bordado por ella misma a Modesta, la que posteriormente se encargaría de la limpieza de nuestro colegio, si se casaba antes de que ella se fuera de aquí. La vida transcurría plácidamente. Dña. Manuela iba formando parte de la vida del barrio. Tuvo diferentes compañeros de trabajo como D. Juan Dávila, D. Sebastián, D. Jesús Merino

6 Junto con Mastro Pancho, cuidaban los arbolitos recién plantados de la plaza y que los chiquillos estaban dispuestos a romperlos con tal de jugar al fútbol. En esa época, no llegaba ningún transporte público hasta Piedra Molino, sino que pasaba por El Palmital y tenía que llegar hasta allí caminando, para poder bajar hasta Las Palmas, que era donde vivían sus padres, por eso, los lunes abría la escuela Rita Rodríguez que era la alumna encargada. Para entretener a sus compañeras, Rita les dibujaba una casa para que la pintaran y Dña. Manuela cuando llegaba le decía: - Otra vez una casa, Rita. Ella contestaba: - Es que es lo único que sé dibujar. Las carreteras no estaban asfaltadas y hacía mucho frío, tanto frío que se compró en El Puerto unos calcetines gordísimos y su padre, le mandó tachar las suelas de unas botas para que no resbalara en el barro y se cayera. El barrio poco a poco iba creciendo. En una de las paredes que linda con la escuela de las niñas pusieron el

7 pilar que está todavía hoy y allí se formaban algunas discusiones a causa del agua y aunque las niñas quisieran asomarse a mirar, Dña. Manuela les decía que eso no era problema de ellas, que se sentaran y siguieran trabajando. Donde ahora está el Centro de Salud, se hizo la escuela de niños y en la plaza era donde unos y otras hacían el recreo. Uno de los juegos favoritos para las niñas era el de Dónde están las llaves? Y en la parte que dice Y con quién la casa usted? ellas decían el nombre de cualquier niño, pero había que tener mucho cuidado porque como ellos se enteraran cogían a la niña y le tiraban de los pelos. Dña. Manuela, si veía que algún niño estaba haciendo gamberradas, lo cogía aparte y le llamaba la atención para que cambiara de actitud, pero con mucha prudencia, para que nadie se diera cuenta. Alguna que otra vez, hicieron algún viaje hasta Las Palmas tanto los niños como las niñas.

8 Pero llegó el momento de marchar. El año en que iban a trasladarse para el grupo escolar nuevo, el que está detrás de la iglesia, llegó el nuevo destino de Dña. Manuela, Señorita Manuela para sus alumnas. Y se fue para La Atalaya de Santa Brígida, Y se sacó el carnet de conducir y llegó incluso hasta La Laguna, Tenerife donde se jubiló. Es una vida bonita, dedicada a la enseñanza, dedicada al estudio, dedicada a los libros; por eso, el Día del Libro nuestro colegio quiere recordar para siempre a Dña. Manuela, porque sus alumnas la siguen recordando con cariño, y a petición de ellas nuestra Biblioteca se llamará a partir de ahora, Biblioteca escolar Dña. Manuela.