1 Domingo 30 Ciclo C (Lc 18,9-14) 1.- ORACIÓN PARA ANTES DE MEDITAR LA PALABRA Señor, ayúdame a reconocer mis fragilidades para aprender que ellas también son parte de mi camino a la santidad. Y que al reconocerlas, tenga la certeza que sólo Tú puedes cambiarlas en frutos de bondad y de misericordia. 2.- TÉXTO BÍBLICO 9 Y refiriéndose a algunos que tenían por justos y despreciaban a los demás, dijo también esta parábola: 10 «Dos hombres subieron al templo para orar; uno era fariseo y el otro publicano. 11 El fariseo, de pie, oraba así Dios mío, te doy gracias porque no soy como los demás hombres, que son ladrones, injustos, y adúlteros; ni tampoco como ese publicano. 12 Ayuno dos veces por semana y pago lo décima parte de todas mis ganancias. 13 En cambio el publicano, manteniéndose a distancia, no se animaba siquiera a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios mío, ten piedad de mí, que soy un pecador! 14 Les aseguro que éste último volvió a su casa justificado, pero no el primero. Porque todo el que se ensalza será humillado, y el que se humille será ensalzado». 3.- COMENTARIO EXEGÉTICO a) El marco del texto El narrador presenta a un grupo de personas que estaba convencido en sí mismo porque se tenía por justo y despreciaba a los que no eran como él. Este grupo, que se creía justo, manejaba una teología en la cual Dios tenía que ver muy poco en el proceso
2 de justificación del creyente, ya que éste llegaba a ser justo más por mérito propio que por la acción de Dios. Una teología en esta línea es muy peligrosa ya que el hombre obtiene la justicia por mérito propio y desde esta perspectiva en qué momento alcanza la perfección en el cumplimiento de la ley? Y si alcanza esta perfección no prescindirá de Dios por haber logrado la meta de la santidad? Por otra parte, en este camino de autosantificación no necesita prácticamente de la ayuda de Dios, ya que el acento lo pone en el propio esfuerzo. Jesús les dirige esta parábola a estos justos que, según ellos, necesitan muy poco de Dios para llegar a ser santos y para permanecer como tales, y por otra parte dividen a los hombres en justos y pecadores. Así, Dios puede hacer muy poco o más bien nada en la vida de estos hombres en su proceso de conversión. b) La parábola del fariseo y del recaudador de impuesto La parábola se inicia presentando a los dos protagonistas: uno era un fariseo y el otro un recaudador de impuestos. El contraste es perfecto desde la perspectiva de la sabiduría clásica: justo e injusto. Veamos ahora cada uno de ellos. El fariseo El término fariseo quiere decir separado, es decir, los santos, la verdadera comunidad de Israel. Los fariseos eran un partido político-religioso bastante extendido entre las clases sociales más bien bajas y formaban comunidades cerradas (se calcula que en la época de Jesús eran unos 6000 los fariseos). Los fariseos tienen su origen en el siglo II a.c. como grupo organizado. Probablemente pudieron estar relacionados con los asideos 1, a quienes 1Mac 2, 42 llama...el grupo de los asideos, israelitas valientes y entregados de corazón a la Ley. Los fariseos surgieron como un grupo para defender la práctica de la Ley en contra de los paganos que buscaban introducir de diversas maneras el odio hacia la religión judía. De allí 1 Forma helenizada del hebr. Jasîdîm, los Piadosos : comunidad de judíos adheridos a la Ley; resistieron al influjo pagano desde antes de los macabeos, y se convirtieron en tropas de choque de Judas, 2Mac 14, 6, pero sin adherirse a la política de los asmoneos, ver 1Mac 7, 13. Según Josefo, durante el principado de Jonatán, hacia el 150,.. se dividieron en fariseos y esenios, mejor conocidos desde los descubrimientos de Qumrán (ver Ant. XIII. 17s).
3 que los fariseos se esforzaban en las diversas prácticas religiosas: la estricta observancia de la oración en sus diversos momentos durante el día, las normas de las purezas rituales, las prácticas de ayunos, la limosna de acuerdo al diezmo, el estudio de los libros sagrados y cuidaban de cumplir hasta los más mínimos detalles de la Ley y de las tradiciones. Esta estricta observancia la hacían por sí mismos y para dar ejemplo a los demás, quienes aprendían a hacer lo mismo. Con esta mentalidad tan estricta en las prácticas religiosas corrían un doble riesgo: de creerse justos y de cerrarse a cualquier novedad que fuera en contra de sus creencias y prácticas. De allí que muchas veces los fariseos pecaban de arrogantes y de cerrados. En varios pasajes de Lucas, los vemos discutir ante Jesús por la novedad que éste traía (Lc 7, 37 ss y par.) Una de las cosas que no aceptaron de Jesús fue su apertura a los pecadores (Lc 5, 30; 7, 39; 15, 2). Según la concepción de los fariseos, los pecadores (por ser tales) ante la Ley ya estaban condenados y Dios no podía hacer nada por ellos. El recaudador de impuestos El otro hombre era considerado un pecador público antípodas del fariseo-. El oficio de recaudador de impuestos era sumamente despreciado ya que estaba ligado a ganancias deshonestas. Este oficio consistía en arrendar ciertos cobros de impuestos, por ejemplo los aduaneros. El arrendatario pagaba una cierta suma estipulada por la autoridad política que podía ser la romana o la de Herodes quien era un rey colaboracionista con el imperio, para luego cobrar los impuestos. El precio del impuesto era puesto por el arrendatario. Allí estaba la injusticia. El cobrador de impuesto tenía que ganar para pagar al arrendador y para su enriquecimiento. Además gozaban de cierta protección de las fuerzas militares por parte de las autoridades para poder ejercer su oficio sin sobresaltos. Estos cobradores de impuestos tenían un buen poder adquisitivo y no les importaba si los perjudicados eran compatriotas y los beneficiados eran tanto los herodianos como los opresores romanos. Por eso es que esta gente tenía un odio bien ganado, sobre todo de aquellos que practicaban la Ley o luchaban por la liberación de Israel como era el caso de los zelotas. Los cobradores de impuestos no sólo eran tenidos por ladrones sino también por colaboracionistas, por eso eran considerados impuros y traidores; por tanto eran tratados
4 como paganos con la agravante que eran miembros del pueblo de Israel. Los que se tenían por justos, como los fariseos, consideraban un escándalo que Jesús dirigiera su palabra y comiera con estos pecadores (cfr. Lc 5, 29; 15, 1-2; 19, 1 ss.). La oración del fariseo Los dos hombres tan opuestos subieron al Templo el mismo día, a la misma hora, a rezar al mismo Dios. El fariseo reza de pie lejos del publicano el cual se encuentra a cierta distancia. La oración del fariseo tiene dos partes: la primera agradece por no ser como los demás hombres y menciona esa clase de hombres: rapaces, injustos y adúlteros. Las dos primeras características de esos hombres corresponden al recaudador de impuestos, por eso agrega ni como ese publicano. La segunda parte expresa todo lo que hace en orden a ser justo: ayuna dos veces por semana y da el diezmo de todas sus ganancias. La oración del fariseo manifiesta su modo de vivir el cual es mérito de sus propias capacidades y por otra parte se diferencia del resto que no es como él. Esto le da derecho a despreciar a los que viven al margen de la Ley. El Dios que aparece en la oración del fariseo no tiene nada que ver con el proceso de santidad del hombre y por otra parte rechaza a los pecadores dejándolos librados a su propia suerte. Este Dios tiene muy poco que hacer en la historia del hombre ya que tiene clausurados todos los caminos: está cerrado al fariseo y al pecador. La oración del recaudador de impuestos El pecador se encuentra a cierta distancia del fariseo en el Templo, probablemente cerca de la entrada; esta posición lo ubica en la periferia de la vida religiosa. No se atreve a levantar la mirada. Esta postura de la visión indica su grado de poca cosa a causa de su pecado. No se considera digno de ver la majestad del Templo como un signo de su propia humillación. Otro gesto que acompaña a esta posición dentro del Templo y de los ojos, es la de golpearse el pecho: con esto está reflejando su arrepentimiento. Todas estas acciones van acompañadas de una oración: Dios, sé compasivo conmigo por mi pecado. El recaudador
5 de impuesto reza al mismo Dios que el fariseo, pero el Dios del pecador está abierto a la compasión y le da la posibilidad de que sea Él, el único que lo puede librar de su pecado. A diferencia de la oración del fariseo, el recaudador de impuesto cree en un Dios abierto al perdón y por tanto abierto a la historia: Dios tiene mucho que decir y mucho que hacer en la vida de los hombres. c) Qué enseñanzas podemos sacar de este texto? Primera enseñanza Jesús concluye la parábola diciendo que el recaudador de impuesto bajó a su casa justificado, ya que Dios tuvo lugar para poder obrar según su oración. El fariseo volvió igual que como subió ya que Dios no tenía nada que hacer en su vida, ya que toda su justicia, según su oración, dependía de él. Lo único que le cabe a Dios es premiarlo por su modo de vida. El recaudador de impuestos pasó de pecador a justificado y el fariseo quedó en su misma posición de autojustificado. El pecador vive una transformación donde Dios muestra su poder de misericordia. El justo confirma su posición en sus prácticas en las cuales Dios no tiene nada que ver y por tanto muy poco que mostrar, de allí que Dios tampoco puede premiar sus obras. Los que se creen justos tienen una primera enseñanza: Dios actúa en aquel que necesita de su ayuda y recompensa al que necesita de su misericordia. Segunda enseñanza Los que se creen justos reciben una segunda enseñanza que refuerza la primera: el premio exaltación- sólo lo reciben aquellos que reconocen su condición de pecador y el castigo humillación- aquellos que buscan su autojustificación. El evangelio de este domingo nos invita a reconocer nuestra condición radical de pecadores y que el único que nos puede justificar es Dios. Si en algo somos buenos es porque Dios nos ha puesto en este camino y al mismo tiempo debemos ser lo
6 suficientemente conscientes que aún nos falta mucho para alcanzar la bondad en plenitud. De allí nuestra mayor necesidad de Dios.